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Brothers por knaxzerim

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Notas del capitulo:

Damas y Caballeros, luego de algunos problemas tecnicos les hago entrega del ultimo capitulo de esta historia, un trabajo que amé y que aunque aquí fue poquito el tiempo que me tomó en publicarlo, bueno, si me costó trabajo el escribirlo. 

 

Gracias a todas las personas que me dejaron un rew, amé sus mensajes y espero contestarlos todos con la educación que presumo. 

 

Gracias por ayudarme con la busqueda del manga perdido, en realidad nunca apareció, pero sigo en la busqueda, como Xander. 

 

Besitos. 

CAPITULO 12 VERDAD

 

Siempre supo que era un ser egoísta, siempre quiso ser el centro de atención de la vida de su hermano, y posteriormente de Joey. Se impuso al rubio, dañándolo en el proceso, y ahora, que por fin su amigo había logrado acercarse a su gran amor, él se había plantado delante como una sombra funesta, opacando lo que seguramente era la noche más esperada por Joseph Wheller.

Acalambrado y aterido de frío caminaba en dirección a su motocicleta, sus pasos lentos y pesados, solo dejaban clara la derrota que se cernía sobre su consciencia, ¿Qué estarían haciendo en este momento? ¿Seto habría descubierto lo gritón que era Joey? La sensualidad oculta bajo las miradas inocentes del rubio, la pasión y la entrega de su otrora tutor.

Rabioso trató de sujetar sus llaves para largarse del sitio, y quizá del país; sí era un cobarde, que lo demandaran por eso, pero no podía mantener las malditas cosas quietas. Sus manos parecían tener vida propia, y se movían fuera de sus órdenes; maldijo, cuando el llavero calló de sus manos perdiéndose en un riachuelo de aguas oscuras. Arrodillado en el asfalto, tentó el sitio buscando. De pronto, la lluvia se detuvo sobre él y el sonido de golpes diminutos amortiguados le distrajo de su búsqueda.

_Mokuba Kaiba, ¿Te había dicho que eres el mayor imbécil que eh conocido?

Trató de llamarlo por su nombre, en verdad intentó demostrarle la alegría que le significaba tenerlo delante, pero helado por el agua y el viento, apenas pudo tartamudear algunas silabas. Joey, usando solo una chaqueta de cuero, sus zapatillas de andar por casa y una sombrilla, le miraban desde arriba, mientras con una ceja le desdeñaba su presencia. Avergonzado bajó los ojos y como si el destino se burlara de él, vio sus llaves atoradas en la llanta delantera de su preciosa motocicleta.

_ven, te va a dar una pulmonía si sigues aquí

Afirmó el rubio mientras le extendía la mano, en un movimiento, le quitó las llaves de las manos y a empujones lo llevó a su departamento. Cuando entró, Seto le miraba confundido desde el sofá, tenía el cabello apenas revuelto y los labios enrojecidos, sus brazos cruzados al pecho y la sonrisa burlona de su cara le anunció que no se esperaba verlo con semejante aspecto.

Le dolió ver su camisa a medio abotonar, pero no tuvo más tiempo para criticarle, ya que una pila de toallas le calló en la cabeza.

_báñate, dejé algo de ropa en la ducha, y usa agua caliente

Seto había visto al rubio pasar de cero a cien en segundos, pero al abrir la puerta pudo notar el cambio en el otro hombre, le besaba como tratando de demostrarse algo, y malditamente que lo hacía bien, saborear a Wheller había sido algo que disfrutara por el simple acto de hacerlo. Cuando se apartó hacia la ventana, y el reflejo enmarcó su cuerpo semidesnudo tragó grueso, se deleitó en la masculinidad del rubio, las finas líneas de su cuerpo, tonificadas por el ejercicio que había retomado; pero al ver sus puños tensados a sus costados supo que esa noche, ni ninguna otra, pasaría nada entre ellos; curiosamente estaba bien con eso.

Sin colocarse la camisa, revoloteando su chaqueta corrió con una sombrilla a cuestas hasta la puerta, siendo el eco de sus pasos apresurados lo único que le anunciara su presencia en las escaleras, con la calma que siempre le acompañó, fue a la entrada y recogió su camisa. No sabía lo que acababa de pasar, pero estaba seguro que si él había aclarado sus dudas respecto a lo que sentía por el rubio, Wheller había hecho lo propio con respecto a él. Cuando regresó con Mokuba a cuestas, no pudo si no mirar a su hermano completamente confundido; parecía un vagabundo, notó el dolor en sus ojos al imaginar que esa noche se había acostado con el rubio, cosa que en realidad le estaría bien empleada al caprichoso de su hermano.

Joey se desplomó en su sillón más pequeño, de lado a lado de cada reposabrazos, dejando los pies colgando y la cabeza también, una caricatura de sí mismo, la última burla a lo que sea que el destino le estaba obligando a pasar esa noche. De reojo miró a Seto, que aun con la camisa a medio abrochar y los pantalones arrugados se veía sexy. Si, Seto Kaiba era un maldito dios, y él lo había dejado plantado por sacar a un mocoso de la lluvia, estaba seguro que el premio a los pelmazos estaba grabado con su nombre en letras de oro.

_lo lamento

Se disculpó, por todo, por haber provocado todo esto, por haber sido un cobarde, por simplemente no haber abierto la boca hace tanto tiempo. Seto, escuchó con mucha atención los sonidos en la ducha, y con una seña, le pidió a Joey que se sentara a su lado; aun confundido y abochornado por lo ocurrido, el rubio le hizo caso. No esperando que el castaño le apresara en un abrazo asfixiante correspondió temiendo que este fuera su último contacto con el empresario.

“Mokuba es un bastardo afortunado, hagámoslo sufrir un poco”

Dudoso se apartó del abrazo, cuestionando las acciones del castaño quien, con una sonrisa malvada: le besó. Si, un beso profundo y delicioso que le dejó sin aliento, tembloroso y mareado. Solo cuando se sintió tironeado hacia atrás se dio cuenta que su otro invitado acababa de salir de la ducha y lo apartaba del regazo del castaño.

Los dedos del moreno eran firmes, pero no le hacían daño, sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, se percató que ambos Kaiba eran casi de la misma estatura, y de no ser por el brillo travieso en los ojos azules de Seto, temería por su integridad.

_¿Te molesta? Estábamos ocupados

Comentó el CEO con la desfachatez de quien se sabe dueño de la situación, Joey, pudo ver como las mejillas de Mokuba se teñían de rojo y sus ojos destellaban en pura furia.

_si, me molesta, me molesta mucho siquiera que lo toques

_bueno, al cachorro parecía agradarle

Encogió los hombros, y él se avergonzó por el mote tan peculiar que usara para referirse a él. Un nuevo movimiento le hizo levantarse el sofá y ser arrojado tras la espalda de Mokuba; Seto se levantó enfrentando a su hermano, casi pecho contra pecho; el moreno rabioso, increpó con los dientes apretados.

_no abuses de tu suerte Seto, le pones una mano encima y te quedas sin ella

Si no lo hubiera visto, estaba seguro que no lo habría creído, Mokuba cayó al suelo, con una mejilla colorada y su hermano, sereno y calculador, frotaba suavemente sus nudillos. Acababa de darle un puñetazo digno de un boxeador a su queridísimo hermanito.

_¡Más te vale tener los huevos para sostener esa afirmación!, hace mucho tiempo que me percaté que te faltaron unas cuantas nalgadas para mostrarte límites.

La mirada del castaño heló la sangre de Joey, quien aún aturdido no sabía si auxiliar al chico en el suelo o reírse de que al fin alguien le parara los pies. Un reguero de sangre salía por la nariz y el labio inferior del moreno, quien miraba asombrado a su hermano mayor; unos segundos después, el mismo hombre que acababa de romperle la boca, se agachó a su altura y le dedicó esa mirada de hermano mayor que el menor tanto había extrañado en los últimos dos años.

_Mokuba, eres mi hermano, y te amo, aun así: eres un idiota caprichoso e inmaduro, no sé qué tan bien te vaya al lado de un hombre que es casi o más inmaduro que tú, pero estoy seguro que te aprecia sinceramente.

El rubio bufó ante el comentario, y elevó una ceja al comentario del castaño.

_no sé por qué, pero me siento insultado

Ante aquello, ambos hombres voltearon a verlo y le sonrieron avergonzados. El gesto en sí mismo le hizo temblar puesto que eran tan parecidos que de no ser consciente de la diferencia de edades de ambos, pensaría estar en la presencia de mellizos.

_no puedo, con ninguno de los dos.

Seto se levantó, extendiendo la mano a Mokuba, quien ya se había quitado la sangre del rostro, y miraba avergonzado a su hermano.

_lo siento, sé que él sería más feliz a tu lado

_no lo sabemos, pero igual podemos seguir juntos, mientras tú me lo permitas.

_aclárenme esto, ¡¿Cómo que juntos?¡ ¡¿Los tres?¡

Preguntó pálido el rubio, retrocediendo hasta la pared, cubriéndose el cuerpo como temiendo ser víctima de un ataque conjunto de los Kaibas. Seto al ver su aprehensión soltó una carcajada.

_Wheller, eres un pervertido.

Mokuba se aproximó como si temiera que se echara a correr, o que la emprendiera a puñetazos contra él.

_Joey, parece que Seto me acaba de dar su bendición para estar contigo, ¿Si, estás de acuerdo?

Un poco más relajado al mirar al moreno a los ojos, extendió una mano, para ser atrapado en un abrazo asfixiante del más joven, quien le susurraba con la voz entrecortada, “te amo, te amo Joey”; enternecido por todo aquello y al fin aclaradas sus dudas. Se aferró a Mokuba y dejó que todo el estrés le abandonara de una sola vez.

Ante la visión, Seto tomó su abrigo, con un gesto suave se despidió del rubio, quien le miró lloroso. ¿Debía apartarse? Sin embargo, el paladín del dragón blanco negó con la cabeza, y se retiró, tan altivo cómo siempre lo había conocido, dejando a un lado al hombre sensible que acababa de entregarle a su hermanito como posible pareja; imaginaba que el castaño era como una especie de mamá gallina con esteroides que no permitiría que su amado pollito se enredara con cualquiera, pero nuevamente, el CEO de Kaiba Corp, lo sorprendía.

Al salir del departamento, Seto miró al cielo, era extraño el ser el tercero en discordia, y también era saber que a pesar de poder compartir besos y caricias con alguien como Joey, su cuerpo no reaccionara con la misma violencia como lo hizo con Kisara; al menos en esta ocasión, estaba del todo convencido que podría ver a la joven a los ojos y decirle lo que por meses enteros se había obligado a no revelar:  La amaba, y quería pasar el resto de su vida a su lado.

Tiempo después.

Miraba con algo de duda los vehículos que ingresaban a la pista de aterrizaje, esperando que alguno de los que llegaban, fuera el tan conocido Jet de Kaiba Corp.  A su lado una mujer de precioso cabello platinado, le sujetaba el antebrazo a fin de calmar sus nervios.

_llegaran cuando tengan que hacerlo

_pues valiente puntualidad la suya, se supone que por eso Mokuba pilotaría

_hay mucho viento afuera

_el “Chibi” voló con un huracán categoría cinco en pleno, y no tuvo ni una baja, así de bueno es.

Kisara sonrió ante la presunción del rubio, al principio la exuberancia y la vitalidad del joven, le abrumaba, ella acostumbrada a la paz y el silencio del desierto, se vio rebasada por la presencia de la encarnación del dragón negro de los ojos rojos. Un espíritu libre y alegre que defendía con valor y entrega a sus posesiones mas preciadas.

No le extrañó saber que en un pasado habían sido rivales por el amor de Seto, y aun así cuando se enteró de lo ocurrido con su esposo, no pudo odiar al chico. Después de la discusión/reconciliación de los dos hermanos en su departamento, Seto tomó un vuelo a Egipto y sin aviso ni permiso acudió a su campamento raptándola en las narices del Jeque.

Cuando ella al fin pudo respirar en un oasis cerca de El Cairo, se enteró que su amado paladín estuvo a punto de acostarse con Joey, que había compartido mucho tiempo a su lado, pero que con el pasar del tiempo, Seto se percató que no era justo para ninguno de los dos que no se decidiera, arrodillado ante ella, ambos llenos de arena y sudor, el joven le pidió matrimonio, rogándole su perdón y esperando ser digno de ella.

Kisara enternecida por el relato, y feliz que al fin el corazón de su amado se encontrara despejado de dudas, asintió y se permitió amarle. Cuando la tribu de beduinos les atrapo en el oasis, ambos se encontraban inmersos en un pasional abrazo, y el líder de sus rescatistas, tuvo que esperar hasta que sus pasiones fueron atenuadas, para poder reprenderla.

Tuvo dos ceremonias, la primera en su amado desierto, dónde se permitió dejar libre el poder de su espíritu, y así iluminar el cielo con preciosos destellos de luz, como muestra de su amor a Seto. Y otra en Japón, vestida de gasa y coronada por preciosas flores de cerezo.

Ese día se reencontró con los amigos de Seto, y sus guardianes, los Ishtar fueron los encargados del ritual de purificación que exigía su grado de alto espíritu, cuando su alma y la de su amado se enlazaron en un vínculo irrompible, la pasión les inundó, a tal grado, que tuvieron que ser arrastrados a una habitación antes de dar un espectáculo.

Tras dos años en unión con su castaño, Mokuba y Joey habían decidido seguir sus pasos, y ahora luego de mucho discutir con ambos mocosos, el más joven de los Kaiba había decidido secuestrar a sus amigos en Inglaterra para tenerlos de padrinos en su boda; esos dos deberían tener una charla sobre su manía de robarse a la gente.

_¡ahi vienen!

Gorgoriteo el rubio, mientras la tironeaba por la manga de la camisa, Mokuba vestido con el traje típico de los pilotos, era acompañado por Seto, en su abrigo largo de ejecutivo, dos hombres jóvenes, una joven rubia y un bebé, así como un chico pelirrojo, con andar marcial.

_¡Joey!

Gritaron dos de los jóvenes, y se abalanzaron contra el, como un ariete romano, a no ser por los reflejos de Seto, Kisara habría terminado en medio del montón de testosterona que eran Erick, Jhonas y Joey.

_¡Hay mi cíatica!

Gritó el rubio japonés mientras, los dos hombres le sobaban en el piso, en medio de comentarios extraños como “Hasta que por fin aflojas”,”Mokuba se va a casar con un anciano”, “no tienes mucho aguante”. Para después ser levantado en brazos por un Mokuba algo furibundo que reprendía a sus amigos por maltratar a su novio.

_el Skype es bueno para charlar, pero teníamos ganas de saber si era tan suavecito como presumías

Comento Jhonas, mientras sujetaba del brazo a la joven y al bebé, la chica le elevó una ceja en respuesta a su pregunta, a lo que el militar se inclinó para besarla y tontear bajo la manta del bebé. Erick sin embargo hacia caras graciosas ante el gesto de su amigo, y se abrazaba al pelirrojo, Rupert, que habría sido miembro de su unidad de combate, logró hacer que el joven militar se dignara a confesar sus preferencias, primero a Jhonas y después a su familia, actualmente vivía con el pelirrojo y estaban estudiando en la universidad de Oxford.

Tras la cena en la mansión Kaiba, y tras acomodar a las nuevas parejas invitadas, Joey y Mokuba disfrutaban de descansar al fin en su cama, Mokuba recién duchado, miraba a su futuro esposo con la adoración de quien no se cree lo que está a punto de pasar en su vida. Joey travieso, le obsequiaba una sonrisa torcida mientras sacaba de la mesa de noche una caja blanca.

_¿Qué es?

_bueno, me hiciste esperar mucho en el aeropuerto, es justo que me recompenses

El moreno abrió la caja, y al reconocer lo que había dentro, hizo un puchero. Odiaba cuando Joey sacaba su lado fetichista a flote, aun así le siguió la corriente y fue al baño a enfundarse su castigo. Minutos mas tarde, salía por la puerta usando unos pantalones de cuero negro, un polo alto del mismo color, y en el culmen, un abrigo largo muy similar a los que gustaba de usar Seto, en color blanco y con forro azul turquesa.

_odio cuando me disfrazas de Seto

Repeló el mas joven, pero no dejó de avanzar a la cama, al notar la mirada lasciva que le obsequiaba el rubio.

_también olvidaste colocar la ropa interior en la caja

_¿Quién dice que la necesitas?

Cuestionó el rubio, mientras lo tironeaba a su lado besándole con hambre, el moreno respondiendo lo mejor posible, comenzó a buscar la piel de su amado, quitando de por medio toda clase de tela que estorbara a su cometido. Dejando que su amante se restregara contra él al tiempo que sentía sus manos recorrer sus contornos por debajo del “disfraz” que tenía puesto.

Recorrió el cuerpo del mayor con la pericia de quien conoce los puntos mas erógenos de su pareja, mordisqueando un poco, a fin de hacer de esa sesión el principio de una larga noche de placer; cuando al final se deshizo de los pantalones de Joey y se topó con un tatuaje en la cadera izquierda, casi se traga la lengua por la impresión.

_¿Te gusta?

Cuestionó el rubio mientras le buscaba la mirada por encima de su hombro, en el lugar había una marca en tinta y acuarelas de un dragon de ojos rojos, que abrazaba con todo su cuerpo una M y una K, formando un símbolo estilizado, que a ojos poco diestros no eran mas que simples ramas de alguna hierba. Pero para el moreno significó el mundo.

_te tatuaste, ¿Por mi?

_nope, lo hice para ti, y debo decir que fue una estupidez, me dejaron el culo adolorido por días

Bromeo el rubio, mientras veía a Mokuba quitarse el abrigo y el resto de la ropa, mostrando su excitación en pleno, y haciéndole babear de anticipación. Tras una preparación rápida pero eficiente, el moreno le embistió con fuerza, haciéndole gritar de gusto, tras algunas semanas sin su “Chibi” el rubio de los ojos melados había sufrido un verdadero síndrome de abstinencia, llegando a pensar en tomar un vuelo a Inglaterra para poder tener de nuevo a su chico cerca. Hicieron el amor con ansias y disfrutándose como solo ellos dos podían, vocalizando su placer, y buscando la satisfacción en el otro antes que en la propia, besándose hasta casi no sentir los labios como suyos, abandonándose, a la pasión que siempre les caracterizó.

Exhaustos y satisfechos se durmieron uno al lado del otro, cubiertos apenas por una fina manta, que enmarcaba en su perfección desordenada, el amor que un joven le robó al paladín del dragón blanco y que sin saber, consiguió para sí, un dragón propio. Uno que aun libre, le eligió por encima de lo que su naturaleza le indicaba, y que por devoción a él imprimió una cicatriz en su piel, para recordar su amor eternamente.

Fin

Notas finales:

KXZ: gracias por leer. 


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