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Brothers por knaxzerim

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Notas del capitulo:

Mil gracias a quienes leen y a quienes comentaron 

No olviden, si conocen el manga que inspiró esta historia, agradecería su apoyo 

Joey había pasado su fin de semana en un estado de aturdimiento y letargo, recordando lo que ocurrió en el departamento de su pupilo, pensando en que pudo hacer muchas cosas, pudo decir que no, reaccionar de otra forma a las acciones de Mokuba. Pero no lo hizo, escapo de su departamento como un cobarde, aturdido por que fuera precisamente el más joven quien le llevara a semejante estado, desde siempre se consideró un hombre con grandes deseos sexuales, se sentía atraído por las chicas de su escuela preparatoria y por las chicas de la pandilla donde cometió sus primeros crímenes, pero fue hasta que conoció a Seto Kaiba que se cuestionó sobre su sexualidad, no comprendió, sino hasta después de mucho tiempo que le atraía y que a pesar de nunca habérselo dicho, no solo deseaba acostarse con él; quizá por un deseo cursi y estúpido de esperar al CEO en toda su vida, no había besado a otro hombre.

Por la razón más estúpida que podría imaginarse, deseaba que ese hombre fuera Seto Kaiba. Pudo haber besado a muchas chicas, pudo experimentar el sexo casual con compañeras de universidad, chicas en bares y citas casuales. Pero eso no quitaba de su mente y de su corazón, que esas relaciones no tenían sentido si no había un par de ojos azules de por medio.

Que esa parte de sí mismo pertenecía a una sola persona, y ahora, lo había perdido. Y malditamente le fue arrebatado por quien menos pensaba. Qué demonios, nunca hubiera pensado que Mokuba pudiera hacer aquello, o que fuera gay, y en especial, que fuera más fuerte que él; pero hasta ese momento era consciente que Mokuba ya no era un mocoso, y que él ya no era el pandillero de la preparatoria. Encontró su reflejo en el espejo, y vio su cuerpo a mediados de la veintena, el cuerpo de un hombre joven tonificado pero fofo, débil para sus estándares, los músculos firmes recubriendo su anatomía, pero carentes de la vitalidad y la fuerza del pasado.

Dejó su humanidad caer en el sofá cama y trató de no pensar en nada, tenía bastante en su bandeja y ahora lo que menos le apetecía era ponerse a pensar en las cosas que pudieron haber pasado. Después de todo este tiempo, durante años, esperó el momento adecuado para acercarse a Seto, y pensó que quizá tras terminar su formación y le demostrara que no era tan idiota como pensaba, pudieran darse una oportunidad. Tenia su esperanza en la ilusión que Seto Kaiba aparentemente no gustaba complicarse la vida con parejas o relaciones, siendo su ángel guardián imaginaba que lo hacía como una tendencia a cuidar aquello que amaba o apreciaba; casi como con su hermano.   

Como un enfermo de amor, vigilaba los movimientos de su amor en la prensa respirando con tranquilidad al saber que Seto Kaiba nunca se mostró en ámbitos sociales acompañado con alguien en plan romántico o simplemente de amistad: hombre o mujer; Seto prefería mostrarse solo y no responder a la prensa rosa, a pesar de que aquello le atraía mala publicidad con los columnistas de chismes. En el pasado pudo imaginar que su mejor amigo era su rival en amores, al notar la insistencia del CEO de enfrentarle y hacerlo participe de sus batallas, cuando conocieron al Faraón y la extraña dinámica de las almas que compartían un cuerpo, intuyó que su verdadero rival era el duelista del antiguo Egipto y sus grandes habilidades en el duelo de monstruos, cuando fueron al otro lado del mundo, buscando la tumba y el eterno descanso de Atem, su amado dragón de ojos azules nunca mostro molestia, salvo esa manía suya de presumir, que él habría vencido al faraón si el idiota no se hubiera muerto.

Al pasar de los años, estaba más que seguro, que Seto Kaiba parecía no tener hormonas; en medio de aquel devaneo el teléfono vibró en su bolsillo, sorprendido movió la mano para asirse del aparato y al extenderse para tomar la llamada, se sujetó al obsequio de Mokuba: La correa, tal como lo había predicho el moreno le hizo más fácil acceder al aparato, probablemente se diera cuenta de sus problemas para sujetarlo el día que ambos salieron a pasear, recordando con más detalle lo ocurrido esas tres semanas, siendo consciente hasta ese momento que el “Chibi” buscaba su contacto e incluso había momentos en los que le tomaba de la mano, para guiarlo a donde sea que quería que pusiera su atención.

Se maldijo por ser tan distraído, y al momento también se maldijo por no responder la llamada de inmediato, accionó el botón de responder, cuando el interesado dejó de insistir. Esperó por si volvían a llamarle, lo que ocurrió en breve.

_¿Diga?

“¡Joey!”

Gritó la voz de su mejor amigo al otro lado de la línea, se le escuchaba agitado, e incluso, él pudo imaginar a su amigo completamente colorado ante lo que sea que le hiciera proferir semejantes gritos.

_Yugi, ¿Que tienes?

“¡Joey! Ishizu y Marik vienen de visita”

El rubio sonrió ante el entusiasmo de su amigo, los egipcios, se habían vuelto muy importantes para el pequeño, después de que Atem fuera al reino de los espíritus a descansar en paz, y ahora con la especialización del tricolor, probablemente fuera a su tierra a hacer algunas investigaciones.

_¿Cuando llegan?

“aún no lo sé, recibí un correo de Ishizu hace unas semanas, pero se me extravió entre todos los mensajes para el fin del semestre”

Se sonrió al escuchar acerca de algo que le pasaba con mucha frecuencia al tricolor, Yugi podía ser alguien poco brillante, pero tenia una gran habilidad para liberarse de los problemas, aun así su necesidad de ordenar y priorizar las cosas, siempre lo tenia al borde de un ataque de nervios, y en casos como aquel, en que algo se le había pasado por alto, siempre lo sumía en un letargo de análisis. Tratando de aligerar la carga de su amigo, le pidió le informara acerca de la llegada de los egipcios, Joey no le había contado a nadie de sus amigos acerca del acuerdo que tenía con el mayor los Kaiba, y aunque llevaba varias semanas visitando a Mokuba, Yugi y él solo habían charlado un par de veces por teléfono, no se le había ocurrido decirle a Yugi que sus visitas al departamento del moreno eran para ayudar al “Chibi” en su ingreso a la universidad.

_tenía planeado, dar algunas clases, pero creo que ya no…

“¿Por qué?”

_tuve algunos problemas; creo que buscaré hacer algo más. No es como si estuviera muriendo de hambre en estos momentos.

Yugi sonó algo turbado ante las respuestas de su mejor amigo, pero no hizo nada por sacarle más charla, la visita de sus amigos Egipcios le tenía aún más preocupado, y aunque entendía a Joey, el arqueólogo sabía que su amigo no se dejaba vencer por cosas tan simples como no tener un trabajo fijo para pagar la renta.

Colgó la llamada, esperando que pronto se le ocurriera algo, hizo cuentas y también alguno que otro inventario de materiales, en su prisa por dejar el lugar de Mokuba, dejó su chaqueta favorita y también algunos apuntes, si el moreno ponía atención a ellos, no le necesitaría para terminar con su preparación en los exámenes. Cerró los ojos para tranquilizar su pecho, el recuerdo de lo que había pasado; Mokuba nunca mencionó una novia o un novio, y cuando él le pregunto al respecto le dijo la verdad: había salido con algunas chicas en la universidad, pero nada más, sin saber en qué momento se quedó dormido; una nueva llamada le despertó con el teléfono vibrando en su pecho encogiéndole el corazón por la sensación.    

“Joey, ¿Estás en casa?”

¿Era Seto? Se cuestionó en medio de la neblina del sueño, ¿Seto Kaiba le llamaba? Era bastante probable, puesto que antaño lo había hecho, estaba tan aturdido por oírle tan de repente la boca se le secó. Aun con el sueño queriendo escapar de su sistema, no sabía que responder al castaño, luego de la discusión que tuviera con el hombre unos días atrás.

_¿Yo?, sí estoy en casa  

“Lamento lo del otro día, Todo fue tan rápido, que…creo que necesito explicarme”

La petición le tomó por sorpresa, y le desperezó giró a mirar su sitio, verificando que no estuviera muy desordenado.

_Si, eres bienvenido en casa cuando gustes

Esperando no haber respondido demasiado rápido, un suspiro del otro lado de la línea le alerto que quizá sí lo hizo. Tirando de sus ojos con el tenar de sus manos, bizqueaba para enfocar la mirada adecuadamente, suspirando nuevamente se animó a cuestionar al teléfono.

_¿Dónde estás?

“En la puerta”

Extrañado, se levantó en dirección al portal, esperando no haber oído mal, ¿Seto Kaiba estaba en la puerta de su casa?, no es que fuera la primera vez que lo hiciera, antes había logrado encontrarle, sin embargo, cuando abrió, no se encontró con el castaño de ojos azules.

El menor de los Kaiba, se plantó en el marco de la puerta, mirándole con el celular en una mano, su rostro se mostraba sonrojado y con la mirada al suelo como un cachorro regañado, Joey se apartó un poco, su mirada estaba confundida y quizá algo decepcionada al saber que en realidad Seto Kaiba nunca tocaría a su puerta para hacerle una visita, no se percató que esa decepción se marcó en su cara tanto que el joven en la puerta la notó cuando ambos se miraron frente a frente, y el arrepentimiento del principio comenzaba a tornarse en fría y cortante ira.

No se esperaba que el joven empujara la puerta hacia adentro; en un acto reflejo el rubio la detuvo por la parte interna impidiendo que se abriera del todo.

_¿Mokuba?

Cuestionó ante la presencia del joven, con curiosidad buscó en el umbral de la puerta por si su mente le estuviera jugando una mala pasada. Respondió apenado, tanto por que el moreno le visitara en casa y también por la confusión.

_Lo siento, pensé que eras…otra persona.

_¿Otra persona? ¿Quizá a mi hermano? _ Mokuba no tuvo que esperar una respuesta verbal, puesto que la reacción de Joey al mencionar a su hermano le confirmó lo que sospechaba desde que le abriera la puerta_ me ocurrió en otras ocasiones en la oficina, aparentemente nuestras voces suenan casi iguales ¿Esperabas que Seto Kaiba te visitara?

Hubo algo de amargura en las palabras del menor, algo que Joey interpretó como molestia por no permitirle el paso a su casa; dejando de lado sus dudas, prefirió ir al grano, deslizó su teléfono en un bolsillo, y cruzando los brazos sobre el pecho cuestionó al joven.

_¿Qué haces aquí Mokuba?

Trató de sonar lo más afable posible, después de todo, no tenía nada en contra del moreno, quizá lo que pasó en su departamento había sido un desliz.  

_Vine a visitarte, también quiero que sepas algo. Lo que ocurrió en mi casa_ aspiró con fuerza y encontró la mirada del rubio_ no me arrepiento.

Joey se sonrojó ante la seguridad que expresaba el cuerpo de Mokuba, en especial por la vehemencia de sus últimas palabras, ¿Qué podía decirle? Él no recordaba ningún momento en el que diera pie al “Chibi” de mal interpretar sus acciones.

_Moky_ desvió la vista_ dejemos esto aquí, lo que pasó, pasó y debe quedarse así, somos amigos y creo que podemos seguir así ¿No lo crees?

_¿Por qué?

Preguntó el moreno mientras se recargaba en la puerta del departamento, ahora cerrada.

_no lo tomes a mal, “Chibi”, pero no puedo corresponderte como quisieras, yo…

_amas a alguien mas, ¿En serio me vas a botar con esa excusa tan vieja?

_Moky, no te estoy botando, la verdad es que no sé cómo llegamos a esto, han pasado años, y te aprecio desde entonces, no tienes por qué molestarte.

El moreno, se puso colorado, y tensó el cuerpo, Joey fue consciente de esa reacción cuando levantó un puño y lo estrello contra la pared.

_¡No me Jodas Joey!, hace no mucho estabas alegre al oírme por teléfono; venía a disculparme, no quise atacarte de esa forma, pensé que podría ser un poco más cuidadoso en lo que se respecta a ti _bajó los brazos a los costados, pero el cuerpo entero estaba en guardia, busco la mirada del rubio y continúo_ pero a últimas fechas eres demasiado estúpido, para darte cuenta siquiera de cuales eran mis intenciones contigo.

Joey retrocedió ante las palabras del moreno, sintió la mirada del joven trasladarse de la calma al arrepentimiento y posteriormente a la furia. En un gesto de duda, trató de alcanzar el teléfono puesto que intuía que necesitaría ayuda. Antes de poder hacer nada, Mokuba le tiró al suelo de un puñetazo, cuando trataba de levantarse, una patada en el estómago le dejó casi al borde de la inconsciencia, tontamente se cuestionó ¿De dónde había sacado tanta fuerza el mocoso?

Escuchó el click de la cerradura al cerrarse, y también se sintió arrastrar hasta su modesta sala de espera, el moreno le había levantado por la playera, tumbándole sobre su alfombra. Casi sin aliento, buscó llamar la atención del moreno, quien parecía una maquina en punta de misión.

_¿Qué estás haciendo?

Preguntó en medio de su aliento perdido, pero Mokuba no hizo otra cosa que encaramarse sobre él. Aun sin respuesta, vio como le despojaban de la playera y con la misma le ataban los brazos. El calor del cuerpo del otro le invadió los poros, estaba atrapado en su propia casa, a manos de un hombre agresivo, y aunque no quisiera aceptarlo más fuerte que él.

_¿Mokuba?

No pudo decir mucho, el menor colocó un trozo de tela en su boca, impidiéndole hablar, sin embargo, le vio inclinarse hasta besar su frente y bajar por su rostro hasta apropiarse del cuello, Mokuba estaba haciendo lo que creía que estaba haciendo. Lo había sometido, y ahora no podía pedir ayuda de ninguna forma. Pero él era Joey Wheller: el perro callejero, y estaría muerto antes de ser sometido sin pelea.

Se removió mientras, el menor se afianzaba sobre su cuerpo, movía las piernas, buscando conectar una patada a dónde fuera, pero se vio superado, sujeto en una postura incomoda, y despojado de sus pantalones en el proceso.

_estoy seguro que, si se tratara de Seto, no harías tanto escandalo

Reclamó el moreno con los dientes apretados mientras lanzaba sus ropas a quien sabe dónde. Joey encontró la mirada de su atacante, aturdido y asustado por la forma en como el menor se había expresado, por un segundo sus ojos melados encontraron los azules, percibiendo el dolor del joven, pero también la ira implícita en sus palabras.

_Si, Joey, ese día en la playa: Te vi.  

Mokuba miró como el cuerpo del rubio se tensó ante la mención de ese día. Para él era un pretexto perfecto para mostrarle a Seto que podía hacer amigos, que incluso tenía a su alrededor un circulo de personas que le eran incondicionales a pesar de que no les pagaba.

A sus casi catorce años, había visto el mundo pender de un hilo, fue presa en el reino de las sombras, y también el grillete de Seto, ante las manipulaciones de varios de sus enemigos; cansado de ello, cuando fueron a Egipto y vio a su hermano regresar después de encontrarse con su yo del pasado, algo cambio para él.

Cada día más taciturno, cada vez más agobiante y sobreprotector. Parecía que su hermano quería meterlo bajo un bunquer, mientras inventaba alguna forma para blindarle contra todo lo que pudiera hacerle daño. Sus amigos en la escuela eran por mucho, jóvenes criados en cunas de oro, jóvenes que esperaban que sus padres les heredaran lo que sea que consideraran prudente, y se preparaban para ser eso: los herederos de alguien, sin criterio, sin aspiraciones.

Él no quería eso, él quería la normalidad que los chicos de la pandilla de Yugi tenían, la capacidad y voluntad de equivocarse, sin importar las consecuencias. Cuando Tea le contacto y le explicó acerca de la ceremonia de despedida para Atem, aceptó de inmediato. Del famoso grupito él era el más joven, pero los chicos le apreciaban como un igual e incluso le utilizaban como aliciente para incluir a su hermano mayor, quien a regañadientes pretendía molestarse de que esos “idiotas” le llamaran para hacer cualquier cosa.

La ceremonia fue tan emotiva como solo Tea podía hacerlo, hicieron cosas cursis, y también quemaron sus deseos al viento, esperando que sus intenciones llegaran al faraón a donde sea que se encontrara. Él quemó su papel en blanco, no le escribió nada al antiguo espíritu porque no quería perturbar su descanso, dentro de su corazón esperaba encontrar algún motivo para cambiar y ser distinto.

Habían jugado tanto, Joey le trataba como un niño, y lo curioso fue que él rubio se comportaba como uno, para Mokuba no había distancia en sus edades, y las sonrisas del rubio le calaban como un bálsamo de paz, que en pocas personas encontraba. Pensando en aquello fue que cayó estúpidamente sobre un montón de piedras, lastimándose en el proceso, aquellas heridas dejaron marcado su cuerpo y hasta la fecha aún conservaba las cicatrices de ese accidente.

El rubio había llegado antes que Seto, a quien con un gesto le dijo que no debía preocuparse, en el camino, cuando vio que la arena se manchaba de sangre, primero le tomó de la mano y tras unos metros le cargo a caballito hasta su cabaña. Fue en ese momento que pasó todo.

Joey le había dicho que buscaría el botiquín, y él sugirió un baño, para retirarse la arena del cuerpo, apenado por todo lo ocurrido, asintió entrando al cubículo abriendo las llaves del agua para templarla, se dio cuenta hasta después de estar bajo la regadera que no tenía a la mano ni jabones ni shampoo, fue hasta la habitación sin cerrar las llaves, después de todo no tardaría.

Escuchó ruidos dentro, algo normal porque Joey estaría buscando el botiquín o algo por el estilo para curar sus piernas, pero, cuando entreabrió la puerta encontró otra cosa; el rubio se había dejado caer en las sabanas de la cama, la maleta de Seto estaba abierta, algo revuelta y su amigo sujetaba algo en sus manos, mejor dicho, algo con una mano, mientras la otra bailoteaba dentro del traje de baño.

Sonrojado apartó la vista, él mismo había hecho aquello algunas veces, por experimentar, y creía estar haciendo algo malo, puesto que eso se hacía en privado. Pero los ruidos suaves de la voz de Joey le instaron a mirar nuevamente, temblando por alguna extraña razón apreció cómo su amigo sujetaba su pene, mientras aspiraba con fuerza lo que sea que tuviera en la otra mano.

Siguiendo su instinto, sujetó su propio sexo, tratando de acompasar sus movimientos con los de Joey, imaginando brevemente que ambos compartían aquello en la misma cama; tan cruel fue su decepción cuando cerca de lograr su orgasmo, Wheller dijo aquel nombre. El nombre de su hermano; en los labios de su amigo era: tan erótico, y tan cruel, no pudo detener su cuerpo y terminó manchando su mano; pero aquello no fue placentero, ni de cerca.

Avergonzado trató de volver a la ducha, pero en su prisa, golpeo la puerta abriéndola un poco, vio la cara de Wheller, su turbación, y su arrepentimiento, trató de alejarse cuando vio como caminaba hacia su dirección, como si su vida estuviera en peligro. Sin pensarlo mucho se ocultó tras la madera de la puerta y vio salir a Joey de la cabaña.

No supo cuánto, tiempo se tardó en reaccionar, fue al baño y terminó de ducharse, sintió escozor en sus heridas, pero no les dio importancia. Al entrar a la habitación a buscar su ropa, lo vio; aquello que Wheller sujetaba en sus manos: era la ropa interior de Seto.

Los jadeos y gritos ahogados de Joey le trajeron de vuelta a su presente. Notó el impacto de sus palabras, y a su mención el temblor frío que recorrió el cuerpo de su amigo de tantos años, porque sabía a qué día se refería.

La voz del joven, era helada, y aun así el toque sobre su piel, ardía como si le marcaran con un hierro caliente; aterrado por lo que las palabras de Mokuba significaban para él. Su aturdimiento dio la oportunidad al Kaiba de avanzar hasta tenerle a su completa merced, sintió sus manos recorrerle y terminar de despojarle de la última prenda de ropa que le protegía, sintió como le besaba el cuello, el pecho y llegaba a su entrepierna.

_no se te nota muy participativo Joey, apuesto a que, si fuera Seto, ya estarías empalmado.

Desvió la mirada al sentir como le tocaba, y se estremeció cuando le tomó en sus manos, y sin embargo su miembro no reaccionó en lo más mínimo. Mokuba no se amedrentó por ello, le colocó boca abajo y abrió sus nalgas. El rubio alterado por las acciones del moreno, se removió buscando liberarse de lo que estaba pasando, gritó a pesar de su mordaza y sintió como el aire se hacía cada vez más escaso en sus pulmones.

De algún lado Mokuba sacó lubricante y sin aviso previo insertó un dedo en su interior, usando las ataduras de sus antebrazos para inmovilizarle en el suelo: como un animal herido. Cuanto deseaba rogarle para que no continuara, para que le dejara tal y como estaba, que se disculpaba por lo que fuera que le había hecho enojar y haría lo posible para simplemente corregirlo.

A pesar de todo, de su dolor y su llanto, no fue capaz de conectar pensamientos lógicos cuando lo sintió introducirse en su cuerpo. Nunca había intimado con un hombre, pero era fácil deducir que Mokuba le había penetrado, sintió como el cuerpo del moreno le cubría por la espalda, el tacto de la ropa contra su piel desnuda, ya no puso ninguna resistencia cuando en su asalto, el menor le sujetó por el cuello, para darle mayor comodidad al vaivén de sus caderas.

_y pensar, que el idiota de mi hermano, nunca supo lo que pudo tener entre tus piernas

Aquellas palabras terminaron de destrozar a Joey, el falo del moreno le taladraba sin detenerse, hubo un momento breve en que sintió su cuerpo estremecerse ante los movimientos de su atacante, su cuerpo traicionero reaccionó por un roce sutil en alguna parte secreta de su anatomía; pero aquella sensación casi placentera se desvaneció cuando Mokuba terminó su asalto mordiéndole el cuello.

El dolor de esto último le hizo gritar de desesperación, puesto que aquello le marcaba más allá de lo físico. Perdió el conocimiento, agotado por todo y esperando que al despertar todo fuera un mal sueño.

Al despertar tenía las manos libres, pero aún estaba desnudo sobre el suelo, una manta que antes cubría su sofá le cubría ahora, adolorido por la postura en la que se quedó dormido, trató de incorporarse sintiendo de inmediato las caderas adoloridas, y más abajo, un dolor sordo que le recordó la razón por la que estaba durmiendo en el suelo.

_estas despierto

La voz de Mokuba le hizo temblar, le miraba desde el sillón individual y parecía tan fresco como si nada hubiera pasado, podía reconocer ahora los matices de su voz, y se golpeó mentalmente por haberlo confundido con Seto. A pesar de querer desplomarse y llorar por lo que acababa de ocurrir encaró al menor, desafiándole.

_¿Por qué sigues aquí?

_te veía dormir

Respondió el otro, con una ternura ajena a Joey, quien no podía conciliar a este hombre con el chico al que le daba clases hace un par de días, con la ira hirviendo desde el centro de su ser enfrentó a Mokuba.

_enfermo idiota, ¡lárgate, fuera de mi casa!

El moreno sonrió de lado al escuchar al rubio, levantó los brazos en señal de paz y dedicó una mirada de posesión que Joey sintió en sus entrañas como cuchillos de hielo.

_me voy, pero me pregunto qué pensaría mi hermano si le cuento que mi tutor esta tan enamorado de él que se conformó con acostarse conmigo

_no serás capaz

_créeme, Joseph, Seto siempre me creerá a mí, siempre me pondrá frente a cualquier persona así yo sea culpable.

El rubio vio la forma en como los ojos de Mokuba destellaban con ese brillo de negociante que caracterizaba a su hermano, y tuvo miedo que el menor hiciera aquello. Aun así, él confiaba en Seto, sabía que no caería en sus mentiras, no después de tantos años de separación y de una relación tan frágil como la que ambos mantenían.

_no es tan idiota

Interpeló al moreno, rezando que sus esperanzas no fueran vacías, pero nuevamente se equivocó; el menor, bajó de su asiento y le sujetó la barbilla para encontrar su mirada.

_no le conoces como yo; podría incluso decirle que el día de la playa estabas tan excitado por olfatear sus calzoncillos que me sometiste en la regadera. ¿Qué podía hacer yo? Eras mucho más fuerte, y te tenía confianza. Entendería que me alejara de él estos años, por rencor a ti y tus amigos, y en especial a él por no protegerme después de proclamar a los cuatro vientos que lo haría. No Joey, creo que no estamos en posición de negociar, y en especial tú.

Aun en shock por lo dicho, no esperó que le besara y menos con la intensidad que lo hizo. No correspondió, se dejó hacer lánguido y débil por todo. Cuando se apartó, Mokuba limpió las lágrimas que le corrían por las mejillas, lagrimas que no supo en que momento abandonaron sus ojos.

_descansa Joey, te espero mañana para nuestra clase.

 


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