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Recuérdame por Na Na

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Notas del capitulo:

Este capítulo narra la cita de la que habla TaeYeon, cuando JinKi la llama, en el capítulo XIV. 
Este es mi otro cap favorito.

JinKi sabía que complacería a JongHyun en todo lo que pidiera. Lo supo desde el inicio, desde la primera salida informal que tuvieron, cuando el menor le hizo ojitos queriendo algo que ya no recordaba. Él era feliz haciendo feliz a JongHyun.

Por eso, no lo pensó dos veces al levantar la mano que tenía el cartón con el número sesenta y siete.

—Millón y medio de wons ofrece el hombre del centro —anunció el subastador.

—¿Qué haces? —JongHyun lo miró con el ceño fruncido de la sorpresa, sus cejas casi unidas, hablando con los dientes apretados para no hablar tan alto.

—Hago una oferta —replicó JinKi en un susurro, sin mirarlo.

Vieron a otra persona levantar la mano, aceptando la oferta que hacía el subastador de dos millones de wons, a lo que JinKi levantó la mano ofreciendo dos millones y medio.

—¡Eso es demasiado! —comentó JongHyun alarmado.

JinKi se encogió de hombros y lo miró por primera vez a los ojos desde que la subasta del cuadro había iniciado.

—Lo quieres, ¿no?

JongHyun parpadeó y boqueó un poco antes de hablar.

—¿Lo comprarás para mí?

JinKi había regresado su mirada hacia al frente y había levantado su mano una vez más cuando miró a JongHyun con una sonrisa divertida. Estaba por decirle que, en realidad, lo iba a hacer pagar la mitad de lo que costara, pero el brillo en los ojos del menor lo detuvo. Eran genuina y tiernamente brillantes, expectantes. El mayor notó cuánto anhelaba tener ese cuadro y JinKi le prestó atención: Era una mujer sentada de espaldas, desnuda, y su largo y negro cabello trenzado caía contrastando con su piel. Tenía su encanto, pero JinKi definitivamente no lo compraría para él.

—Lo compraré para ti —afirmó con ternura.

JongHyun mordió su labio queriendo reprimir una sonrisa sin poder hacerlo, los ojos de JinKi clavados en el gesto. Tenía tantas ganas de besarlo, pero sentía que ya no tenía derecho de hacerlo.

Se concentró en la subasta, levantando la mano nuevamente, ofreciendo tres millones de wons.

—¡Tres millones! —El subastador rió encantado—. ¿Quién ofrece más?

—Tres millones cien mil —dijo una mujer al otro lado de la sala. Los demás presentes dejaron ver su sorpresa con murmullos y exclamaciones.

JinKi y la mujer compartieron una mirada desafiante, diciéndose que no se irían del lugar sin la pintura. Regresó su mirada hacia el subastador, decidido.

— Tres millones ciento cincuenta mil —ofreció JinKi, su lado tacaño saliendo a flote.

—Tres millones y medio —contraatacó la mujer.

JinKi la miró, ella tenía una sonrisa triunfante y el publicista miró de nuevo al frente, hacia el subastador. El hombre, y muchos de los asistentes, lo miraban, expectantes y él estuvo a punto de rendirse. Estaba saliendo de su presupuesto, sobrepasando por mucho su salario incluso, y su lado tacaño estaba gritándole que no.

—Está bien —comentó el rubio apoyando su mano en la rodilla de JinKi—. Fue una buena puja. —Le sonrió, pero el mayor notó que la mueca no era sincera.

Dejó escapar aire por la boca y levantó su número una vez más.

—Cuatro millones y medio.

Los murmullos de sorpresa no se hicieron esperar, y JinKi miró de reojo a JongHyun, sus ojos completamente abiertos.

—Cuatro millones y medio a la una —dijo el subastador. Los ojos de todos los demás dirigidos hacia la mujer.

—JinKi —llamó JongHyun en un susurró—, no tienes que hacer esto.

—Cuatro millones y medio a las dos...

JinKi miró a JongHyun a los ojos, sonriendo con ternura y hasta algo de amor.

—¿Y qué tal si quiero hacerlo?

—Cuatro millones y medio a las tres. —Golpeó el trocito de madera con su mazo—. ¡Vendido al señor con el número sesenta y siete! —Alrededor todos aplaudieron, pero a JinKi no pudo importarle menos. Él estaba fascinado por el brillo en la mirada de JongHyun. Quería tanto creer que era amor lo que ellos reflejaban y quiso perderse en esa mirada.

—¿Por qué? —murmuró el menor.

Los aplausos cesaron y la subasta continuó, pero ninguno fue consciente de ello. El mayor se acercó de manera inconsciente un poco al rostro del escritor.

—Sé que sabes por qué —musitó de regreso, y miró hacia el frente, esperando que sus deseos por besar a JongHyun se disiparan.

JongHyun dejó escapar aire, jugando con sus dedos y también mirando al frente, por el mismo motivo.

Se fueron minutos después, pues la subasta ya no les pareció interesante. Se acercaron hacia la notaria para hacer oficial la compra, y el lado tacaño de JinKi lloró al entregar su tarjeta de crédito. Sin embargo, el lado que amaba a JongHyun estaba feliz. El menor sonreía ampliamente y sonrió aún más cuando tomó la pintura.

—¿Qué? —preguntó el rubio cuando lo escuchó reír entre dientes.

El publicista negó con la cabeza, ensanchando su sonrisa.

—Nada.

—No —se quejó, alargando la vocal—, dime.

—Es solo que... —JinKi sonrió, avergonzado, pero dispuesto a decirle—. Había olvidado lo encantador que te ves cuando sonríes así.

JongHyun pudo sentir la sangre subiendo a su rostro, y no supo dónde meter la cabeza. Atinó a decir que ya era hora de que se fueran, en medio de algunos tartamudeos, reverenció a la notaria y salió huyendo del lugar. JinKi rió divertido, y se despidió de la mujer, quién trataba de no sonreír.

Cuando salieron de la casa de subastas, el frío golpeó sus rostros.

—Es tarde —comentó JinKi, mirando el reloj de su muñeca que marcaba las nueve y treinta de la noche.

Ninguno dijo nada más en lo que caminaban hacia el auto. El castaño había convencido a Lee Joon de que le prestara su coche, y aunque en realidad tuvo que asegurarle que le compraría el desayuno por una semana, se lo dio, pidiendo que lo cuidara. JinKi sabía de la subasta unos días atrás, y le pareció buena idea llevar a JongHyun. De todas formas, había un candelabro que JinKi quería. Sin embargo, no pensó que lo que terminaría comprando sería el cuadro para el escritor.

En el trayecto al departamento de JongHyun hablaron sobre la noche. Habían tenido una cita, no podían negarlo, porque habían ido a cenar y luego a la subasta. Comentaron sobre la comida y el ambiente del restaurante al que JinKi los había llevado, y hablaron sobre la mujer que casi le quita el cuadro. Para cuando se dieron cuenta, ya estaban frente al edificio.

JinKi se estacionó, sin apagar el auto, sin decir nada. Sin embargo, JongHyun no quería que la noche terminara así, no después de todo lo bien que lo había pasado.

—Entonces...

—¿No quieres un café? —interrumpió JongHyun. Sabía que solo era una excusa barata, pero no quería que el mayor se fuera.

—Me encantaría uno —replicó el publicista con una sonrisa.

JongHyun sonrió, alegre.

El mayor entró al estacionamiento del edificio y apagó el auto en un lugar vacío que lo lograron hallar. Avanzaron hacia el departamento en silencio, pero en uno cómodo. No obstante, las palmas de JinKi sudaban y las tenía que pasar por su pantalón para quitarles la humedad. Tenía nervios porque no sabía lo que ocurriría dentro del departamento. El café era una excusa, lo sabía, pero también sabía que él estaba aceptando y que cualquier cosa podría pasar. Quiso decir algo, pero no tenía la menor idea de qué. Ayudó a JongHyun sosteniendo el cuadro para que abriera la puerta, y lo dejó en el sillón una vez que entró. Se sintió un poco nostálgico al entrar, sabiendo que hacía algún tiempo atrás también había sido su departamento.

—En seguida pongo el agua —informó el rubio. JinKi asintió y se sentó en el sofá.

JongHyun respiró profundo en lo que llenaba la tetera y la ponía en la estufa. Estaba nervioso, pero necesitaba calmarse si no quería hacer algo indebido y arruinar las cosas con JinKi. Se acercó al mayor y se sentó en el sofá, a unos centímetros de él, sus manos en puños apoyadas sobre sus muslos. Quería hablar con JinKi, escuchar su voz, pero estaba más nervioso de lo que esperaba que su voz no salía de su garganta, y no tenía idea de qué hablarle. El mayor notó su nerviosismo, y lo malinterpretó, creyendo que se sentía incómodo por tenerlo ahí.

—Creo que lo mejor es que me vaya. —Hizo el amago de ponerse de pie, y JongHyun se removió en su lugar, queriendo detenerlo.

—¿Quieres irte? —cuestionó el escritor, la preocupación impregnada en su voz.

JinKi lo miró; se veía tan vulnerable y no pudo mentirle. Negó suavemente con la cabeza y se sentó de nuevo.

Se quedaron en silencio, el escritor queriendo controlar su respiración. El silencio entre ellos era tenso, y ninguno sabía cómo romperlo, pero el publicista se obligó a hacerlo. Ya JongHyun lo había invitado a pasar, era su turno.

—¿Por qué querías el cuadro? —Miró el objeto mientras hacía la pregunta.

JongHyun sonrió nostálgico.

—Me gustó desde la primera vez que lo vi, hace ya unos años. Papá ama los cuadros de Lee SungMin, y este es uno de los primeros trabajos que hizo. Me alegré al verlo, y pensando que podría comprarlo hice la oferta. Por más que sus obras me gusten, tengo un límite para pagar por ellas. Sin embargo, te agradezco mucho que me lo compraras, hyung. —El mayor lo miró a los ojos—. Te lo pagaré.

El alto negó con la cabeza, alegando que no era necesario, que era un regalo. JongHyun se negó, diciendo que el precio era muy alto para que lo pagara él solo, pero después de una pequeña y divertida discusión lo aceptó. Estaban riendo, sin notar que se habían acercado, y que se estaban mirando de frente. Cuando las risas mermaron, se miraron a los ojos, notando que el ambiente entre ellos había cambiado, se había vuelto más íntimo.

JinKi vio al menor lamerse los labios y sin darse cuenta se acercó un poco más. JongHyun lo notó y lo imitó, también enfocado en los labios ajenos. Quería besar al mayor. Tenía tantos deseos de sentirlo más cerca, que sus respiraciones se mezclaran y que sus labios se presionaran contra los suyos que se acercó un poco más.

El castaño, por otro lado, sabía que no debía, que lo mejor era alejarse, olvidarse incluso de la taza de café, pero no quería. Se sentía hipnotizado por JongHyun al punto de que subió su mano y acunó su mejilla, sintiendo la calidez y suavidad de la piel del menor.

JongHyun sintió cómo los dedos del mayor lo fueron acariciando, despacio, lentos, antes de acunar su rostro, dejando su pulgar libre en su rostro, otorgándole suaves caricias. Su pecho empezó a subir y bajar, rápido, pero de manera silenciosa, y reparó en que la respiración de JinKi estaba igual de agitada que la suya.

JinKi se acercó más a él, su deseo de besarlo haciéndose más grande. Vio al escritor cerrar los ojos y apoyarse en su mano con una sonrisa complacida. Inhaló profundo cuando el deseo de eliminar la distancia entre ellos y robarle el aliento a JongHyun incrementó. Sin embargo, aunque lo deseara tanto, no lo haría. Aún creía que debía ir despacio, y besarlo en ese momento solo complicaría las cosas.

Cuando el rubio sintió que la mano de JinKi dejaría su rostro, su reacción reflejo fue sostenerlo de la muñeca. El alto, que había desviado su mirada, la cruzó con la suya, y se veía sorprendido.

—Está bien —murmuró JongHyun, acariciando la parte interna de la muñeca del alto.

JinKi tragó saliva al entender lo que el menor le había dicho. Sin pensarlo realmente se acercó a él, sin prisa. Sintió cómo respiraban el mismo aire, como sus alientos se mezclaban, cómo la mano contraria se aferraba a su muñeca. Se dejó llevar por el momento y susurró el nombre del menor antes de besarlo.

Los labios de JinKi se sintieron suaves, esponjosos contra los suyos. A JongHyun los labios del mayor le supieron a gloria, y sintió que podría alcanzar el cielo con tan solo besarlo.

JinKi se repetía mentalmente que dejaría al menor marcar el ritmo, porque solo ese roce no les bastaría, pero fue el primero en mover los labios. No se resistió al impulso y atrapó de manera más profunda el labio superior del rubio. Se sintió feliz cuando el bajo le siguió el ritmo. No había tenido ese tipo de acercamiento con JongHyun antes, mucho menos que lo correspondiera. Llevó su otra mano hacia el menor, acunando por completo su rostro. Como respuesta, el rubio mordió su labio, provocando que JinKi abriera su boca, y aprovechó para introducir su lengua. El beso estaba tomando un rumbo que JinKi no planeó, pero que no le disgustaba para nada.

Se tomaron su tiempo para explorar la boca ajena, para que sus lenguas se conocieran, para disfrutar del acercamiento.

Se separaron segundos después, tan solo alejando sus labios. Sus narices se rozaban, y el mayor se movió para acariciar la de JongHyun con la suya, sacándole una sonrisa. Estuvo por acercarse para besarlo de nuevo, pero sonido de la tetera los asustó y se separaron en seguida, como si hubieran sido atrapados en medio de una travesura. Rieron entre dientes, divertidos por ello, pero avergonzados a la misma vez.

—Iré a servir el café —tartamudeó JongHyun, levantándose y queriendo huir hacia la cocina. Avanzó unos pasos, sus dedos sobre sus labios, sonriendo. Realmente no se esperaba algo como lo que había sucedido, pero no estaba decepcionado. Se detuvo a medio camino y se giró, mirando al otro con una suave sonrisa—. ¿No prefieres venir a la barra?

El mayor sonrió ampliamente y asintió, levantándose. JongHyun estiró su mano y JinKi la tomó, pero antes de girarse, el mayor tomó al escritor de la barbilla con dos dedos y le plantó un beso suave y rápido, robándole un suspiro al menor.

Ninguno ignoró la sonrisa boba en los labios del otro.


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