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Recuérdame por Na Na

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Cuando abrió los ojos notó que continuaba en la sala. Se quedó absorto mirando el techo, recordando lo que había sucedido la noche anterior, la culpa y el remordimiento haciéndolo sentir peor. Se removió un poco, buscando más comodidad, y tomando la manta que tenía encima y cubriéndose con ella. Reaccionó casi al instante al no recordar haberla tomado él, por lo que la única explicación era que JinKi se la había dejado. Suspiró pesado, sintiéndose apenado por la situación. A pesar de haber sido un insensible la noche anterior, el publicista había sido amable con él. 


Cubrió sus ojos con su brazo, inhalando profundo, pensando seriamente en qué decirle al mayor para poder disculparse. Sabía que todo estaba mal por su culpa, porque no había sido consciente de que el otro podía haber estado preocupado por él. Fue egoísta por solo pensar en sus sentimientos, no en los de JinKi. 


Una idea estaba tomando forma en su mente, pero fue dejada a segundo plano cuando escuchó el sonido de una taza ser dejada con algo de fuerza en la barra. Se congeló, sabiendo quién era. Se descubrió los ojos con lentitud, pero se relajó tan solo un poco al ver que JinKi estaba sentado, dándole la espalda. 


Muy al fondo, sintió algo de dolor al saber que el otro lo estaba ignorando. 


A lo mejor no era así. 


Tragó en grueso, se sentó, y ahogó un suspiro. Se acomodó el cabello con las manos, se limpió la cara con la manta, sorbió la nariz y se levantó con la firme decisión de arreglar las cosas, aunque no tuviera ni la menor idea de cómo hacerlo. 


Carraspeó un poco cuando estuvo cerca, pero no obtuvo más que un “buenos días” con algo de frialdad. Lo respondió en algo más fuerte que un murmullo, pero no supo si el otro lo escuchó o no porque ni lo miró. Hizo un mohín con los labios, intentando que el sentimiento de pesar que aprisionaba su pecho no lo detuviera de disculparse. Sabía que eso era lo mejor que podía hacer en ese momento, pero no era fácil. La incomodidad y la tensión era muy palpable, y parecía que ninguno estaba muy seguro de qué decir. Miraba de reojo a JinKi y notaba que era observado de la misma manera. 


JongHyun estaba esperando algo de JinKi, así fuera una simple mirada, para poder actuar. Quería tener la certeza de que, al menos, sería escuchado. El mayor no hizo nada, por lo que se acercó a una de las alacenas para poder tomar una taza y servirse café. 


JinKi, que desayunaba, estaba mirando su teléfono ignorando a posta a JongHyun. Él también esperaba que el otro dijera algo, lo que fuera, y entonces él podría disculparse por la manera exagerada que había reaccionado la noche anterior. Él debía entender que el menor estaba pasando por una situación difícil, y que debía darle apoyo, no problemas o inseguridades como las que habían pasado antes. Pero se sentía tan dolido y molesto, que no le era fácil ser tan comprensivo. 


Y JongHyun tampoco estaba ayudando mucho en ese momento. 


Si se lo pidiera, él bien podría entenderlo, ayudarlo en la manera que quisiera. No obstante, el escritor solo lo estaba dejando de lado, ignorándolo, al igual que en ese momento. La molestia de la noche anterior regresó a él con más intensidad. 


El bajo tomó una taza y abrió la boca para poder decir algo, pero se vio interrumpido. 


—¿Por qué no me dijiste?  


JinKi trató de no sonar tan duro, pero fracasó. El enojo que sentía lo dominó por completo, y continuaba dolido. Eran dos emociones peligrosas de combinar y poco fáciles de dominar, sobre todo cuando cada día eran más fuertes. 


El rubio giró su cabeza de prisa, mirando al mayor, sorprendido por el tono de su voz. ¿Qué era esa reacción de JinKi, y por qué él no podía mover ni un solo músculo? Algo dentro de su mente le dijo que él no debía quedarse estático, dándole la victoria al mayor, por lo que se obligó a reaccionar. Apretó la taza en su mano, cerró la puerta de la alacena con algo de fuerza, provocando en JinKi un respingo y que lo mirara. 


—¿Por qué tenía que decírtelo? —preguntó a la defensiva. 


JinKi se irguió, estupefacto; no esperaba esa reacción por parte del menor. Apretó los palillos y reunió toda la paciencia de la que era poseedor antes de responder con la voz modulada. 


—Porque, aunque no lo recuerdes, tú y yo somos pareja, JongHyun. Y yo soy responsable por ti. 


El escritor parpadeó, agrandando sus ojos debido a la sorpresa que lo embargaba. No le parecía una razón suficiente para tener que informarle de cada paso que daba, como si fuera un chiquillo. Rio entre dientes, irónico, dejando la taza en la mesada, apoyándose en ella y observando al mayor con intensidad. 


—Pues perdón por no tenerte en consideración, JinKi. —La sorna en su voz hizo al castaño fruncir el ceño—. He olvidado muchas cosas, por si no lo recuerdas. 


—Lo recuerdo —replicó, dejando los palillos con algo de brusquedad y cruzándose de brazos—. Lo que yo creo es que, en realidad, te olvidaste del mundo cuando estabas con KiBum. 


A JinKi le supo ácida cada palabra que había pronunciado, pero estaba molesto. Más que molesto, estaba furioso. Eso no era lo que esperaba. Esperaba que JongHyun también quisiera disculparse por cómo se había comportado, pero tal parecía no lo haría. No podía entender por qué reaccionaba de ese modo. Jinki se había preocupado la noche anterior, no estaba mal que pidiera una explicación. 


Se sostuvieron la mirada por un período que le pareció eterno al publicista, y que estaba acabando con él porque en los ojos del bajo solo había ira. 


—Y si fue así, ¿qué? 


JongHyun no notó lo que había dicho hasta que pronunció la última palabra, y toda la fiereza y enojo que lo poseían se esfumaron enseguida, sin dejar rastro, como si nunca hubieran estado y gracias a eso pudo notar el dolor en los ojos del hombre frente a él. 


La respuesta congeló la sangre de JinKi, y pudo sentir cómo su pecho se oprimía y le cortaba la respiración. Una cosa era intuirlo, y otra muy diferente era saberlo, saber que el otro deseaba estar con KiBum. 


Los pedazos de su corazón roto se hicieron polvo ante tal confesión, pero no podía amilanarse en ese instante necesitaba ser firme. Llenó de aire sus pulmones y se irguió aún más. 


—Que mientras vivas en esta casa, y no recuerdes nada de lo que has olvidado, debes reportarte a mí— informó con lentitud y seguridad, sus uñas clavándose en la palma de su mano, haciendo de ese pequeño acto un ancla para no derrumbarse. 


JongHyun pudo notarlo, el brillo acuoso en los ojos del mayor, pero la declaración que hizo provocó que el enojo que se había ido regresara con más fuerza, siendo insensible. 


—Pues no me gusta vivir aquí —informó, como si fuera un niño pequeño en medio de un berrinche —. No quiero vivir aquí 


El alto pensó que no era posible que lastimara más su corazón, ya no quedaba nada de él, pero las palabras del menor terminaron por desaparecerlo; su pecho estaba vacío. 


JinKi se sintió herido. 


Desvió la mirada, asintiendo varias veces en lo que mordía su labio inferior para que las lágrimas no salieran, al menos no en ese momento. 


—¿Quieres ir a vivir con KiBum? —La pregunta llena de veneno, disfrazando el dolor que sentía, resonó baja en la habitación. Pasaron unos segundos en silencio antes de que sus miradas se cruzaran—. Pues hazlo. 


No esperó un asentimiento o una palabra de afirmación. No esperó nada. Se levantó despacio, como si sobre sus hombros cargara un objeto pesado, y caminó con parsimonia hacia la habitación. Le hacía falta la americana para poder irse al trabajo, aunque no quería ir porque deseaba quedarse en cama y llorar. JongHyun nunca lo había tratado de esa forma. Sorbió la nariz, y exhaló despacio en lo que cerraba la puerta de la habitación, tratando de contener las lágrimas. 


El sonido de la puerta cerrándose se escuchó por todo el departamento, cortando el tenso silencio que había. El escritor se había quedado de pie en la cocina, la culpa impidiéndole moverse. Sabía que el mayor no merecía ese trato, debió ser más cuidadoso con las palabras, pero le molestó demasiado la actitud de JinKi, que tan solo se dejó llevar por ello. Lo había lastimado nuevamente, y por la misma razón. Ni siquiera había preguntado por su mano lastimada. Pasó las manos por su cabello, bufando frustrado, sintiéndose terrible. 


No podía ir y hablar con el mayor, tenía que darle su espacio para que se calmara, o al menos recuperara un poco el ánimo. Lo había visto tan abatido, que la imagen se había quedado grabada en su mente y sabía que nunca la olvidaría. 


Todo era injusto. 


Las ganas de café se fueron, y optó por tomar una larga ducha, para asegurarse de salir cuando el mayor se hubiera ido. Poco después de desvestirse escuchó la puerta de la entrada cerrarse. 


Suspiró. Debía calmarse, pensar con claridad todas las cosas que estaba haciendo. No podía continuar lastimando al mayor, lo sabía, pero tampoco quería ceder. Había perdido la memoria, no debía tratarlo como un infante de cinco años. Masculló una grosería cuando casi se resbala al salir de la ducha. Se dirigió a la cocina para poder hacer más café y halló una nota en el refrigerador. 


"Tienes cita con el doctor a las 10." 


Lo primero que pensó fue que la letra de Jinki era pulcra y entendible; lo segundo, buscar un reloj. La culpa lo llenó de nuevo al recordar que la noche anterior había llegado con el móvil apagado, seguramente sin batería. Tal vez JinKi lo había estado llamando. Maldijo de nuevo en lo que buscaba su cargador y lo conectaba. Al encenderlo, y ver la hora corrió a vestirse. Eran las 9:15. 


 


 


  


***


  


Cinco minutos antes de la cita, JongHyun llegó al hospital. Agradecía que JinKi le dejara una cantidad suficiente de dinero como para poder tomar taxis, aunque aprendería a usar autobuses desde su nueva dirección. Estaba buscando la aplicación de “Mapas” en su teléfono cuando se escuchó ser llamado. Levantó la mirada hallando al doctor Choi MinHo, el novio de KiBum. Apretó el teléfono inconscientemente. 


—¿Cómo estás? —MinHo se acercó a él con una sonrisa alegre. 


JongHyun intentó serenarse. Él no tenía motivos para molestarse. Los años habían pasado y KiBum se había enamorado de alguien nuevo, tal como él lo había hecho. Todo estaba bien. Todo perfecto. 


Excepto que no era así. 


Se puso de pie apretando los dientes y procurando que su rostro no mostrara emoción alguna e hizo una venia. Junto con una sonrisa contestó que estaba bien, aunque las cosas no fueran así. De todas maneras, no era como si pudiera comentarle algo al hombre. 


—Dime, ¿ya recuerdas algo? —El bajo negó con la cabeza—. Esperemos que lo recuerdes con el tiempo. Sígueme. 


JongHyun lo hizo. MinHo lo llevó a su consultorio y lo sentó en la camilla. Mientras el médico lo revisaba, él lo analizaba: su voz era profunda, lo suficiente como para parecerle varonil; sus cejas eran pobladas pero perfiladas y enmarcaban unos grandes ojos oscuros; su nariz era respingada; sus labios eran rosa, y el superior era más fino que el inferior. Y sus orejas... JongHyun no podía pasarlas desapercibidas. ¿Qué había visto KiBum en él? 


Tal vez su porte, o su carisma. 


Evitó chasquear la lengua, y rodar los ojos cuando le dio la espalda. MinHo le pidió que se sentara frente al escritorio, en lo que esperaban sus exámenes de la resonancia magnética. El mayor le dio una rápida mirada a su escritorio, no hallando nada extravagante. 


—KiBum me comentó que fuiste a casa —dijo el médico, queriendo hacer plática con el hombre. 


JongHyun lo miró. No quiso saber la mirada que le dio, pero estuvo seguro de que no debió ser una agradable ya que la ira corría por sus venas. Aunque intentaba controlar sus expresiones, sabía que estaba fallando. Sin embargo, el doctor no dijo nada. 


Se mordió la lengua, reprimiendo todos los comentarios venenosos que quería decirle, porque era él quién debía vivir con KiBum, no MinHo. El doctor no lo amaba como él lo hacía. 


—Sí —respondió después de aclararse la garganta, después de ganar algo de sosiego—. Quería saber si tenía fotos en las que yo apareciera. 


MinHo asintió con una sonrisa sincera, y eso solo lo puso de peor humor. ¿Acaso estaba bien para él que el ex de su pareja lo fuera a visitar? 


—Pues, sé que todas las que tiene están pegadas en el taller. O eso fue lo que me dijo. 


JongHyun asintió sin decir nada al respecto. Se sentía molesto, pero sobre todo incómodo. Para él, KiBum continuaba siendo su novio, no el de alguien más… Además de que MinHo parecía ser de esas personas que no podían ser odiadas, sobre todo porque estaba siendo amable. JongHyun no quería ser así con él porque lo consideraba su rival. 


Tú tienes a JinKi. 


La imagen de JinKi llegó a su mente, y desvió la mirada hacia sus dedos, jugando con ellos. Él no podía simplemente dejar al publicista, compartían una historia que no podía dejar de lado, a pesar de que él no recordara nada de ella. Aunque deseara dejarlo, aunque hallara cientos de excusas para poder irse, no lo haría. No se sentía correcto, pero tampoco se sentía cómodo a su lado. 


MinHo lo regresó de sus pensamientos cuando le preguntó por él. Se acomodó en su asiento, y desvió la mirada hacia el título que estaba colgado en una pared. 


—Bien —mintió, obviando que lo había visto abatido en la mañana. Por supuesto, no le contaría esas cosas al doctor Choi—. Me está ayudando en lo que puede, aunque trabaja todo el día y no está cuando tengo dudas. Aun así, lo hace en las noches, cuando regreso. 


—Me alegro —replicó el doctor con otra sonrisa. Parecía que no se le acababan—, aunque es lo menos que esperaba de JinKi hyung. Cuando lo conocí, pude ver lo enamorado que estaba de ti. 


JongHyun contuvo la respiración ante la nueva información. Se removió todavía más incómodo en su asiento, pensando en porqué le decía algo como aquello. Quizá se lo decía para que se comprometiera con JinKi y dejara de lado a KiBum. Quizá se lo decía porque era verdad. Estuvo por preguntar sobre cómo se conocieron cuando una doctora lo interrumpió, ingresando al consultorio. 


—Perdón si interrumpo —habló la mujer haciendo venias—, pero ya tengo los resultados. 


—No interrumpes, SooYoung. Pasa.  


La mujer entró, su bata abierta dejando ver el uniforme azul característico de los doctores. Los llevó directamente al negatoscopio que había en el consultorio y lo encendió. MinHo fue a su lado. JongHyun se quedó en su sitio viendo a los doctores hablar entre ellos, no queriendo interrumpir. Estaba seguro de que pronto se lo dirían, así que esperó algo impaciente. Se mordió el dedo pulgar, fijando su mirada en la madera del escritorio. 


—JongHyun ssi, tus exámenes no revelan anomalía alguna —habló MinHo, regresando a su asiento. La doctora se sentó al lado de JongHyun y lo miró con una sonrisa. 


—Entonces, ¿por qué perdí la memoria? 


—En muchos casos estos episodios de pérdida de memoria suelen sucede sin explicación, pero también suelen ser temporales —intercedió SooYoung. 


—¿Y cuándo las suelen recuperar?  


—Eso varía, y no hay una fecha exacta —continuó la mujer—. Sin embargo, en menos de dos años, muchos de los pacientes han recuperado gran parte de sus recuerdos. 


—Hay un pequeño porcentaje que no lo hace —aclaró MinHo, como si quisiera decirle que ese podría ser su caso. 


JongHyun retuvo un suspiro. Dos años era mucho tiempo para que él recuperara la memoria, dos años en los que tendría que adecuarse a todo lo nuevo que había en ella. Pero era mejor eso a que no recuperarla nunca. 


—No puedo creer que me pasara esto —confesó en voz baja, pero audible para todos—. Y lo peor es que de la manera más estúpida… —masculló molesto al recordar cómo había pasado todo. 


Todo esto es una horrible pesadilla. 


  


***


  


JongHyun quería coger un bus por lo que le escribió a JinKi para que le enviara la dirección del departamento. El mayor le respondió pronto y conciso. JongHyun no se extrañó; JinKi debía seguir molesto con él. 


Trató de dejar ese asunto de lado y buscó cómo llegar al departamento en transporte público. La aplicación que usó fue muy útil y le indicó qué buses tomar y en qué paradas quedarse. JongHyun lo siguió al pie de la letra. O casi. Al tomar el segundo bus, se distrajo con los edificios por los cuales él pasaba, tanto que no se percató cuando se pasó de su parada, y se bajó una más allá. 


Y entró en pánico. 


No podía tomar la misma ruta que el bus había tomado porque había girado en muchas partes y le era bastante difícil recordar, y sus probabilidades de perderse aumentarían. Se calmó un poco y buscó ayuda en la aplicación, pero, como si el destino quisiera que se perdiera, el internet no le funcionaba correctamente. Se asustó aún más al no saber cómo regresar, y la única opción que le parecía factible era tomar un taxi. 


Probó una vez más con la aplicación, pero ésta continuaba sin querer ayudarlo por lo que se rindió y sacó dinero para poder tomar un taxi, pero se llevó una sorpresa al ver que no tenía más que diez wons. No le servían. 


Bien, estaba perdido. A menos que pidiera dinero en la calle, o llamara a alguien. JongHyun hizo lo segundo. 


Sacó su teléfono, buscó a la primera persona que le vino a la mente y le indicó su situación. 


—Dime dónde estás y llegaré tan pronto pueda. 


  


***


  


Cuando JinKi abrió la puerta se sorprendió de escuchar risas. Se suponía que JongHyun estaba solo. Dejó su abrigo en el perchero e ingresó viendo a KiBum sentado en un taburete, riendo con JongHyun, quién cocinaba algo en una sartén. Carraspeó para hacerse notar, porque tal parecía no habían siquiera escuchado la puerta. 


—¡Hola! —KiBum le sonrió ampliamente al girarse—. Creí que llegabas más tarde. 


El mayor le dio una fugaz mirada a JongHyun, se notaba tenso, y no sabía cómo tomar esa reacción. 


—Hola. —Miró de nuevo al menor de todos y trató de controlar el tono de su voz—. ¿Por qué estás aquí? 


La sonrisa de KiBum se perdió de a poco y miró a JongHyun; el rubio estaba estático. 


—¿No le dijiste que estaba aquí? 


El escritor tragó en grueso e intercaló miradas entre ambos, boqueando. 


—Te envié un mensaje —respondió mirando a JinKi—. ¿No te llegó? 


La mirada del publicista se ensombrecióó, incomodando a KiBum, y haciendo sentir culpable a JongHyun. Dejó su maletín en un sofá junto con su leva y se acercó a ellos ahogando un suspiro pesado, pero dejándolo escapar como una exhalación. KiBum se apresuró a acomodar un taburete para él, como queriendo redimirse por una falta que no había cometido. 


El ambiente tenso era bastante palpable, algo que los puso incómodos a todos, pero que también molestó a JinKi. Aunque, en realidad, estaba herido. 


JongHyun había llevado a KiBum y no le dijo nada. 


—Compré soju —murmuró el diseñador, caminando hacia el refrigerador y sacando una botella. JinKi la tomó sin mirarlo a la cara, pero murmurando un agradecimiento. Sabía que no debía molestarse con él, pero no podía evitarlo, no cuando sabía que JongHyun pensaba estar enamorado de él y continuaban hablándose o teniendo ese tipo de interacciones. 


Le dio un trago largo a su bebida, mirando hacia la pared, tratando de ignorar sus pensamientos, sentimientos, y a los dos hombres. 


JongHyun, que ya estaba terminando de cocinar, lo hizo en completo silencio, escuchando cómo KiBum intentaba aligerar el ambiente queriendo conversar un poco con el mayor, pero no lográndolo. El publicista respondió con monosílabos, y aunque no sonaba cortante o grosero, no dejaba que la conversación fluyera. 


Suspiró quedo en lo que servía la comida. 


Se sentó del otro lado de la barra, quedando frente a los dos hombres. El diseñador continuaba en sus intentos de eliminar la tensión y lo incluyó a él en la conversación, y le agradó tanto la sensación de tener su atención de nuevo que casi olvidó por completo que el castaño continuaba en el lugar. 


JinKi, que ya estaba molesto, se puso furioso al ver como JongHyun se esforzaba por hablar con KiBum, casi ignorándolo a él. De no ser porque el menor lo quería unir en la conversación, JongHyun ni lo hubiera notado. Y eso le dolía. JongHyun no era el único que estaba frustrado con esa situación, él también lo estaba; él también estaba deshecho, molesto, inseguro. 


Tenía miedo. Miedo de que JongHyun no recordara, siguiera pensando que amaba a KiBum, y lo dejara a él de lado. Pensó en ello durante toda la comida, apretando los palillos de más y llenándose la boca de comida cada que podía. 


Las cosas no se destensaron con el pasar de los minutos, y KiBum sabía que debía irse, por lo que lo anunció tan pronto quedó satisfecho. 


—Te acompaño a la puerta —anunció el mayor de los tres. El diseñador asintió con lentitud, inseguro, pero no comentó nada al respecto. 


El escritor se despidió de él, agradeciendo la ayuda anterior y por haberse quedado a cenar. 


—Cuentas conmigo para lo que necesites —afirmó el diseñador, sonriéndole de manera ligera. 


JinKi y KiBum caminaron hacia la puerta, el menor de ellos tenso hasta más no poder. Sabía que debía decir algo, pero no estaba seguro de hacerlo, y ya en el recibidor, con los zapatos puestos, habló. 


—JongHyun me llamó diciendo que se había perdido y que no tenía dinero. —La rapidez con la que hablaba le dificultó un poco a JinKi entenderlo—. Yo lo traje y me pidió quedarme, pero le dije que debía decírtelo. No pienses que yo… 


—Tranquilo. —JinKi puso su mano en el hombro de KiBum y elevó los labios solo un poco—. Está bien —mentía—. Te agradezco que lo ayudaras. 


KiBum le sonrió más calmado. 


—Si pasa algo así de nuevo, de seguro te lo informaré. 


JinKi asintió. 


—Gracias. 


Se hicieron una venia, el mayor abrió la puerta, y tras cerrarla, apoyó la frente en ella, dejando escapar un suspiro. Las cosas no estaban bien, no marchaban de la manera correcta. JongHyun debía confiar en él, llamarlo a él cuando necesitara algo. A él, no a KiBum, pero sabía que no lo haría. Pasó las manos por su cara antes de regresar a la cocina.  


El escritor estaba recogiendo los platos cuando lo vio aparecer. Se mordió el labio inferior y se armó de valor para hablar. 


—JinKi, yo… 


—Lavaré los platos —interrumpió. No tenía ganas de escucharlo. 


—JinKi, déjame explicarte porqué… 


—JongHyun, no tienes qué —dijo sin mirarlo y terminando de recoger los trastes. 


—Pero quiero hacerlo —insistió el menor.  


JinKi detuvo lo que hacía y suspiró bastante pesado. 


—Pues yo no quiero escucharte, JongHyun. 


Esta vez lo miró a los ojos, no ocultando lo que sentía. Estaba dolido, molesto, y no quería escuchar excusas inventadas. Dijo lo que sentía sin tener en cuenta si podría lastimar al rubio, tal como él lo había hecho. JinKi sabía que no debía, pero no podía evitarlo. JongHyun parpadeó, incrédulo. La molestia en la voz del mayor no había pasado desapercibida, y sabía por qué, pero no podía entenderlo. Su intención nunca había sido lastimar a JinKi, pero tampoco podía alejarse tan de prisa de KiBum, y no podía desaprovechar oportunidades para estar a solas con él. 


Desvió la mirada, y tan pronto lo hizo, el publicista empezó a lavar los platos. JongHyun cerró los ojos y se lamentó por lo que había hecho. 


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