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Recuérdame por Na Na

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JongHyun dejó caer su cabeza sobre el escritorio, suspirando cansado.

—No recuerdo nada —murmuró.

Las cosas entre ellos ya eran menos tensas que antes, pero todavía había veces en que no era así. Al rubio todavía se le escapan los honoríficos, pero le era más fácil llamarlo por su nombre.

Había preguntado a JinKi por fotos con la esperanza de recordar algo. Desde que había recordado parte de su conversación con KiBum, se sentía más entusiasmado en recordar. Supuso que las fotos lo ayudarían, así que pidió por ellas, en la mañana. El mayor le había entregado su teléfono ya desbloqueado y le dijo que revisara desde ahí, mientras él buscaba un álbum. El rubio lo tomó con algo de recelo, porque no le parecía correcto revisar un teléfono ajeno, pero si el mayor se lo daba era porque confiaba en él.

Se apresuró a ir hacia la galería y empezó a revisar, buscando fotos en las que él apareciera. Vio fotos de ellos dos en una playa, en el parque temático al que lo había llevado, fotos con TaeMin, unas pocas con TaeYeon y muchas otras tomadas en cualquier momento del día. Ninguna de ellas le trajo recuerdo de nada, ni de cuándo esas fotos habían sido tomadas. Sin embargo, le gustó que las fotos fueran distintas a las que él tenía en su propio teléfono. Estaba por devolverle el aparato cuando vio una foto de él dormido. Se asombró de verla y buscó más con la esperanza de que no hubiera, pero había muchas más. Iba a pedirle que las borrara cuando el móvil vibró. Era un mensaje. JongHyun sabía que no debía leerlo, pero no quiso evitarlo. Era de un tal Lee Joon.

“No olvides nuestra cita de hoy."

JongHyun parpadeó.

¿Cita?

—¡Lo encontré! —exclamó emocionado el mayor saliendo de la habitación. Llevaba en las manos el álbum—. Estaba en la parte más alta del armario.

Se acercó al menor, sentado en uno de los sofás. Le entregó el objeto revisando su reloj de pulsera y se dirigió hacia la barra murmurando un ya es tarde. Tenía que recoger el trabajo que había dejado la noche anterior. JongHyun lo miró: llevaba un traje de tres piezas color gris perla, y parecía hecho a medida. Le lucía perfecto, y tuvo que hacer un esfuerzo para desviar la mirada. Tomó el teléfono del mayor, todavía revisando las fotografías.

—Ya debo irme, Jjong.

No se molestó por el sobrenombre que había usado con él; al contrario, le había gustado escucharlo. Se giró para verlo, notando que ya tenía todos sus objetos y estaba en la entrada, acomodándose el saco.

—¿Vas a tu cita con LeeJoon? —comentó levantándose y caminando hacia el castaño, quien frunció el ceño.

—¿Cita?

—Sí. Mandó un mensaje diciendo eso —replicó cortante entregándole el objeto.

JinKi verificó si lo que el rubio decía era cierto y desvió su mirada hacia el móvil. El menor regresó a su lugar en el sillón y abrió el álbum de fotos. No estaba celoso, no tenía por qué sentir celos.

JinKi rio entre dientes y se sentó al lado del menor. JongHyun fue muy consciente de su cercanía, su rodilla rozando la suya, y no pudo explicarse por qué se sintió nervioso por ello.

—Hoy tenemos una cita con un cliente muy importante y yo suelo olvidarlas —explicó—. No es una cita con LeeJoon.

—No tienes por qué explicarme nada — dijo mirándolo a los ojos. JinKi tenía una sonrisa divertida y encantadora y estuvo a casi nada de correspondérsela.

—Pero yo quiero hacerlo —respondió con la voz una octava más grave.

JongHyun no pudo detener el impulso que lo llevó a sonreír.

—Se te hará tarde si no te vas ahora —dijo con suavidad.

JinKi rio entre dientes y se levantó, animado. JongHyun no se había comportado cortante, y por un momento parecía que todo había regresado a la normalidad. Debido a eso, en un impulso ganado por la costumbre, dejó un beso en la cabeza del menor y fue hacia el recibidor, diciéndole que no cocinara esa noche, que él lo llevaría a cenar.

—Tal vez TaeMin venga a almorzar, dijo que te avisaría —habló tomando su saco, lo vistió igual que los zapatos y tomo su portafolio—. Cualquier cosa, llámame. —Le sonrió y entonces se fue.

JongHyun suspiró cuando se halló solo. Su corazón se había acelerado un poco cuando el castaño lo besó. El mayor lo estaba poniendo nervioso, pero no de una mala manera. Tal vez, eran las reacciones de su cuerpo al haber sido su pareja. Sacudió su cabeza y se concentró en el álbum.

Sonrió con nostalgia al notar que, las primeras, eran fotos de él cuando era pequeño. Avanzó un poco más viendo fotos de JinKi, también cuando era pequeño. Rio con ternura al verlas e inevitablemente acarició una de ellas. No se despegó del lugar hasta ver todo el álbum, encontrando algunas con JinKi en la universidad, en la playa, y algunas en un sitio que no conocía.

El rubio se puso a pensar. Para que tuvieran las fotos de pequeños debían de quererse mucho. De amarse, en realidad. Suspiró pesado, casi sintiendo que su pecho se vaciaba. Le dolía lastimar a JinKi, y que también se viera afectado con su situación. Solo él debía cargar con las consecuencias, pero ahí estaba, lastimándolo. Después de la pelea, JongHyun observaba al mayor cuando éste no lo veía. El publicista suspiraba y su mirada era de pesar, de tristeza. El corazón del escritor se hacía chiquito cada vez que notaba aquello. Debía ser que JinKi extraña al antiguo JongHyun, pero él no podía hacer nada. Él no lo recordaba mucho (nada en realidad) de su vida junto a JinKi.

Suspiró de nuevo y quiso buscar más fotografías porque las que tenía no lo habían ayudado en nada. Tal vez tuviera más en la computadora. Fue a su habitación y miró su dispositivo en el escritorio. El mayor le había indicado que la portátil negra era suya, y que la gris era del mayor.

Tomó la que era suya y la llevo hasta la barra, encendiéndola y llevándose una sorpresa al ver que estaba bloqueada con contraseña. Como era obvio, no recordaba la contraseña, pero puso la que tenía en su antigua laptop. Era incorrecta. Puso su fecha de nacimiento, la de su madre, la de su padre, incluso el nombre de su peluche favorito. Nada. No era ninguna.

Apoyó el rostro en las manos lamentándose el no recordarla.

Tal vez JinKi supiera. Estuvo por preguntarle, pero se detuvo al pensar que, tal vez, el mayor estaba en una reunión con el tal LeeJoon. Hizo una mueca de desagrado al pensar en ello, al saber que JinKi estaría con otro hombre, sabiendo que era ridículo pensar en ello. El mayor tendría que convivir con personas puesto que trabajaba afuera. Rodó los ojos y apagó el computador, pensando en ir a leer uno de sus libros en vez de perder el tiempo pensando en el tal LeeJoon. 

 

*****

 

Durante toda la semana JinKi y JongHyun se quedaron hablando en las noches. No hablaron del pasado, sino del presente. El publicista le contaba sobre su día, y el menor le contaba sobre las cosas que veía y demás. Todavía no recordaba nada, y lamentaba decirle aquello al mayor, pero se sintió muy feliz por poder hablar con él.

El sábado, JongHyun se aventuró a ir a la editorial. El castaño le había dicho que le habían dado tres meses más para entregar su libro, pero él no entendía bien todo ello así que le recomendó que fuera, pero que no lo podría acompañar porque iría al gimnasio. JongHyun se dio cuenta que iba cada fin de semana y se atrevió a preguntarle si él también iba. JinKi le informó que iba al inicio, pero que luego había dejado de ir, sin razón aparente. JongHyun frunció los labios, pero no dijo nada más. El mayor terminó de revisar si tenía todo en el bolso deportivo que estaba llevando, y al ponerse de pie y revisar su celular, le dijo que debía preguntar por Lee JiEun, una vez que llegara a la editorial.

—¿Quién es?

—Es IU, tu editora.

—Así que ella es IU —murmuró el menor, por fin sabiendo quién era.

JinKi asintió distraídamente, que no se demorara mucho en ir porque cerraban poco más tarde de medio día, y que él regresaría al departamento a la hora del almuerzo. El bajo asintió y el mayor se acercó a él para darle un beso en la mejilla. JongHyun no se alejaba ni se quejaba, así que continuó haciéndolo después de la primera vez que le había dejado un beso cariñoso en la cabeza.

El rubio mordió su labio y tan solo lo vio irse. Su corazón latía rápido cuando JinKi se le acercaba más de lo que debía, y él no hallaba fuerza para alejarlo. Creía que se lo debía y por eso se lo permitía, pero, sobre todo, le gustaba. Se sentía querido, y la sensación que eso le provocaba en el pecho era adictiva como para dejarla irse.

Fue a la habitación, con la mano en la mejilla, y se vistió con lo que se sintió más cómodo. Aunque aún pensaba que esa ropa no era algo que él usaría, se estaba acostumbrando.

Llegó al edificio y se detuvo frente a él, asustado. Era un edificio alto e imponente que le cortó la respiración. Sabía que adentro le esperaba un mundo completamente nuevo, porque jamás antes se había planteado la idea de trabajar con una editorial. Siempre se imaginó estar es un hospital, usando el uniforme azul típico de los médicos, atendiendo pacientes y ayudando a los demás. Deseaba ayudar al mundo de alguna manera, pero, tal parecía, había hallado otra manera de hacerlo. Llenó de aire sus pulmones, una manera de infundirse valor y avanzó hacia la entrada, reparando en el portero. Lo saludó porque era lo correcto, y creyó que tan solo asentiría, pero el hombre lo saludó usando su nombre completo.

Debían de conocerse. Le sonrió, y avanzó por el vestíbulo atestado de gente. Por un momento no supo qué hacer y miró para todos lados de manera disimulada, no quería llamar la atención demostrando que estaba perdido. Ni siquiera sabía en qué piso estaba la editorial, no le había preguntado a JinKi. Se llenó de calma pensando en una manera de salir del problema. Notó la recepción a un lado del lugar y casi suspira de alivio, pero prefirió caminar hacia ella. La mujer tras la barra sonrió. No supo si le sonreía a él o no, pero de todas formas se vio contagiado de ella y elevó los labios.

—Buenos días, señor Kim. —La mujer ensanchó su gesto cuando lo tuvo cerca—. ¿Cómo se encuentra hoy?

Sí, le sonreía a él.

—Bien, gracias. —Tamborileó la barra y rascó su cabeza, nervioso—. Yo... Eh, vine a ver a Lee JiEun.

—Por supuesto. —La mujer rio entre dientes y revisó algo en su computadora—. La señorita Lee está en su oficina.

JongHyun asintió unas cuantas veces y frunció los labios. Tal parecía, ella no sabía que había perdido la memoria.

—¿Puede, por favor, decirme dónde queda?

La recepcionista frunció el ceño.

—Ah... Piso 10, oficina 2 —respondió insegura y confusa.

JongHyun le agradeció y avanzó hacia el ascensor lo más rápido que pudo. No quería tener que responder un interrogatorio incómodo e innecesario.

Exhaló despacio una vez estuvo dentro.  Había una pareja más allá y una mujer con lentes oscuros. La pareja hablaba entre ellos y se veían animados, mientras que la mujer estaba seria. Se preguntó por qué llevaba lentes oscuros dentro de un edificio, pero cada quien tenía sus propios problemas, así que trató de no pensar mucho en ello, a pesar de que una parte de él quería ayudar. Entonces se miró en su reflejo, pensando que él ya tenía cosas que resolver. Su vida había cambiado mucho en esos días y estaba seguro que cambiaría todavía más. Había pasado tanto en esos siete años que él había olvidado que casi todos los días hallaba cosas nuevas.

El ascensor se detuvo en el piso cinco, en el cual entraron tres personas, obligando a quienes estaban ahí a moverse. El rubio quedó en medio y la pareja y de la mujer. Unos pisos más y llegó al correcto, siendo el único en bajar.

No había un vestíbulo, sino una pequeña recepción y, separada por una pared de vidrio, cubículos tras ella. Saludó a la mujer tras la barra, quién lo saludó alegre y amable y le indicó que la señorita Lee lo estaba esperando. El rubio agradeció con un asentimiento e ingresó. El ruido de los cubículos no se escuchaba en la parte se afuera, pero le agradó que no fuera estruendoso o molesto. Vio que, a los lados del lugar estaban algunas oficinas, y buscó la dos, o a JiEun. Ya la había visto en fotos, así que creía poder reconocerla. Lo hizo. Estaba sentada tras el escritorio, concentrada escribiendo en la computadora. JongHyun golpeó la puerta de vidrio haciendo que la mujer levantara la mirada. Ella le sonrió amplia, e incluso agitó la mano en modo de saludo, luego le indicó con un ademán para que entrara.

—¡Buenos días! —La mujer se puso de pie y fue a recibirlo. JongHyun hizo una venia, pero JiEun tenía otros planes: se elevó sobre sus talones y le rodeó el cuello con sus brazos—. Me alegra verte —murmuró con una sonrisa.

JongHyun se incomodó al inicio, pero luego se halló a sí mismo correspondiendo el abrazo. Al separarse, la chica estiró una mano en su dirección.

—Lee JiEun, tu editora —dijo. JongHyun sonrió divertido, y le apretó la mano. La chica ensanchó su sonrisa—. Es un gusto que hayas venido. Ven, siéntate. JinKi me contó lo de tu accidente.

JongHyun estaba enterado de eso, y ese era el motivo por el que había ido. JiEun lo puso al corriente de todo: de los libros que había publicado en la editorial, de su contrato, de los meses extra que le estaban dando para la entrega de un nuevo manuscrito, y de la estrecha amistad que tenían.

—¿Cómo lo llevas? ¿Ya recuerdas algo? —JongHyun negó dándole un sorbo a su taza de té—. Lo lamento.

—Yo igual —confesó con un suspiro.

—¿Qué te parece almorzar conmigo? —El entusiasmo en su voz era contagioso, y estuvo por decirle que sí, pero recordó que JinKi le había dicho que llegaría a almorzar con él. Se lo dijo a JiEun y ella hizo un ademán—. No creo que a JinKi le moleste verme. Ya lo llamo y le digo que me uniré a su almuerzo.

JinKi  no lo demostró, pero si le molestó ligeramente la presencia de JiEun. Él tenía otros planes con JongHyun.

 

*****

 

La ansiedad estaba haciendo estragos en JongHyun. No podía quedarse quieto, así que empezó a caminar de un lado al otro, jugando con sus manos. JinKi, sentado a un lado, sonrió divertido y seguía su andar con la mirada.

—Estas consciente de que, no importa cuando camines ni lo mucho que lo hagas, el avión no va a llegar más rápido, ¿no?

El rubio asintió varias veces ante lo que le había dicho el mayor, pero continúo caminando.

Estaban en el aeropuerto, esperando el arribo de la madre de JongHyun. La mujer lo había llamado, y tras una charla animada, le había informado que regresaría a Seúl al día siguiente. Fue tan intempestivo, que JongHyun no tuvo tiempo para nada más que para emocionarse.

JinKi rió entre dientes y se levantó para interceptar al menor.

—Hey, hey. —Lo tomó de los hombros, deteniéndolo, y lo miró a los ojos—. Ten paciencia. Ella llegará pronto. —Subió y bajó sus manos por los brazos del rubio, queriendo, así, infundirle algo de calma.

JongHyun, que llevaba un abrigo en el que cabían tres de él, sintió como un escalofrío lo recorría y los vellos de sus brazos se erizaban. No estaba seguro de por qué se sentía así, por qué su corazón estaba acelerándose, pero se dijo que tendría que hacer algo antes de que el mayor lo notara.

—Claro —tartamudeó después de boquear por unos instantes, para luego sentarse y tratar de recuperar sosiego. Al menos, eso le había quitado la ansiedad de la espera.

El publicista, en cambio, sonrió. Las primeras veces que había hecho eso con JongHyun, él había reaccionado de la misma forma que en ese momento. Se sintió con esperanzas, pero trató de controlarse al respecto. Aunque en los últimos días las cosas entre ellos habían marchado bien, las cosas no eran como antes, y el menor seguía sin poder recordar nada. Se sentó a su lado, y se recostó en el espaldar, cruzando los brazos. Veía a las personas alrededor y se preguntaba cómo reaccionaría el rubio al ver a su madre, y cómo reaccionaría ella, si le contaría cómo estaban las cosas en realidad, entre el padre de JongHyun y ella.

JinKi había logrado eludir el tema de sus padres con mucho esfuerzo, porque el menor preguntaba cada que podía. Él se había rehusado en decirle algo, sobre todo porque sabía que no tenía derecho. Aunque JongHyun fuera su pareja, había temas delicados en los cuales él no podía ni debía inmiscuirse. Exhaló despacio, viendo a una mujer sentarse frente a ellos, con una niña de, tal vez, tres años. La pequeña jugaba con un osito de peluche mientras su madre buscaba algo en el bolso que llevaba con ella.

JongHyun miró al castaño enfocarse en la niña y aprovechó para observar su perfil. Sonreía. Inevitablemente, lo imitó. Le gustaba ver al mayor sonreír, verlo feliz, en realidad. Lo calmaba de una manera que no podía explicar, mucho menos entender. En las pocas semanas que llevaba con él, podía ver lo gran hombre que era, lo contagioso que era verlo sonreír o escucharlo reír. JongHyun casi podía imaginar lo feliz que había sido a su lado.

—¿Hemos hablado de niños? —preguntó, atrayendo la atención del mayor, quién frunció el ceño.

—¿De niños? —El rubio asintió—. Bueno, no podemos adoptarlos, mucho menos tenerlos, así que… —JinKi se encogió de hombros.

—Ese no es impedimento para hablar de niños —respondió el menor.

JinKi asintió, y lo pensó un poco.

—No lo hemos hecho —replicó—. ¿Por qué? ¿Quieres hacerlo?

El rubio le regaló una sonrisa suave y sincera. A él le gustaban los niños, y por la sonrisa en la cara del mayor, sabía que no era el único. Miró a la pequeña frente a ellos, que en ese momento sacudía el oso para tener la atención de su madre, y su sonrisa se acentuó más. Entonces lo miró.

—Tan solo si tú quieres.

JinKi parpadeó incrédulo. Que el rubio le dijera eso significaba que estaba tomando en serio su relación, o que aceptaba que en verdad eran una pareja establecida. El castaño casi sonrió abiertamente, casi se acerca a besarlo, cuando el anuncio del arribo del vuelo desde Manhattan distrajo al escritor.

—¡Ya llegó! —Se puso de pie de un salto y buscó la puerta que estaban indicando.

JinKi sonrió enternecido por la infantil emoción que emanaba JongHyun, y encantado, porque las esperanzas que había tenido antes tal vez no eran erróneas. Su puso de pie, y vio caminar al menor en una dirección errónea, por lo que se apresuró a tomarlo de una manga de la cara que usaba como abrigo y lo llevó al lado contrario por el que se dirigía. El menor mostró los dientes a modo de disculpa, y lo siguió, no ocultando su emoción. Deseaba mucho ver a su mamá, porque ella había sido su apoyo en muchas ocasiones anteriores. Siempre la había tenido cerca, y esas semanas sin ella habían sido más duras.

Se paró junto a JinKi a esperarla tras la barra divisoria. Imaginaba cómo sería verla, ir hacia ella y abrazarla. Arrugó la frente cuando la vio salir, muy distinta a lo que esperaba. Llevaba el cabello corto, poco más debajo de la barbilla, un vestido sencillo pero elegante, y tacones.

—¿Mamá?

—Sí —respondió JinKi—, esa es tu mamá.

Se quedó paralizado. Todo había cambiado en esos últimos siete años.

El mayor levantó una mano para que ella los localizara, y cuando lo hizo sonrió ampliamente. Se acercó a ellos lo más rápido que pudo con el carrito de maletas, y al estar a pocos metros olvidó el artefacto y se acercó a su hijo.

—¡Cariño!

La mujer lo tomó de las mejillas y las besó. El hombre apoyó sus manos en las de su madre y le sonrió con dulzura.

—Casi no te reconozco —confesó. Después de eso, la abrazó. Sentir su calidez lo reconfortó de maneras que no creyó posibles en esos días, y se aferró a ella, como si con eso podría hallar el alivio que esperaba tener—. Ha sido mucho tiempo sin verte.

La mujer rio entre dientes, acariciándole el cabello.

—Lo sé, amor. ¿Cuánto ha sido? —preguntó al separarse.

—Casi dos años —respondió el publicista. Solo entonces la mujer reparó en él.

—¡JinKi, corazón! —Se acercó a él para besarlo en la mejilla y darle un abrazo—. Has cuidado muy bien de nuestro JongHyunnie, te lo agradezco.

El castaño sonrió con dulzura, y apresó las manos de la mujer de manera cálida.

—No tiene qué, sabe que lo hago porque amo a su hijo —replicó el mayor con una sonrisa que JongHyun no quiso identificar porque lo incomodaría todavía más.

Respiró profundo y decidió cambiar de tema, tan solo para que la ya conocida opresión en su pecho se fuera.

—¿Dónde está papá? —quiso saber empezando a caminar.

JinKi, que iba unos pasos atrás, se tensó, y miró a la mayor. Ella, en cambio, respondió con total normalidad.

—Se quedó resolviendo algunos negocios que no podía abandonar. Dijo que se nos unirían tan pronto pudiera.

El publicista miró al suelo, incapaz de decir algo. Solo los siguió hacia la salida, participando un poco en las conversaciones que mantenía.

Ella ya tendría tiempo de contarle la verdad a JongHyun.

Notas finales:

Gracias por leer! :D

Nos vemos el domingo :3


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