# Capítulo 3: En las buenas y en las malas. #
Los días para Hakuryuu se habían convertido en un infierno. Día, tarde y noche, no importaba la hora, él no paraba de escuchar voces. Pero el tormento para el chico es que provenían de su mente, o ¿eran de sus recuerdos? O quizá ¿realmente alguien lo llamaba? No lo sabía, estaba tan confundido, le dolía la cabeza, sentía muchas náuseas y tenía miedo. Miedo de pensar, de descubrir la verdad, de lastimar a más personas, miedo de perderse a sí mismo, de hacer algo indebido... de todo. Simplemente quería regresar el tiempo cuando era feliz junto a sus padres y sus hermanos mayores, feliz junto a su amigo. Pero eso ya no era posible. Sus hermanos habían muerto al igual que su padre. Y su madre, de ella no tiene ni idea. Titus era lo único que le quedaba, por eso mismo prefirió huir. No deseaba que nada malo le pasara, quería conservar lo único bueno intacto.
-¿Y qué conseguiste? -esa voz sin duda le era familiar. "¿Podría ser? ¡¿Pero cómo?!"-.
-Titus -le mira sorprendido-.
-¿Quién más? -frunce el ceño-.
-¡¿Qué haces aquí?! -molesto cuestiona a su amigo-.
-No sé, tal vez vine a pasear -empieza a mover las manos a modo de señalar todo lo que hay en el lugar-. Ya sabes. Como tengo mucho tiempo libre. ¡¿Pues tú que crees?!
-No debiste.
-Tú... -le toma del cuello de la camisa para encararlo-. ¡¿Siquiera imaginaste que podría dejarte solo en ese estado?!
-¡Debió ser así!
-¡No me digas...! -pero la pelea se vio interrumpida luego del claro sonido en el interior de Titus, que demostraba el hambre que tenia.
Hakuryuu parpadeó un par de veces, debía de admitir que aquello había logrado eliminar cualquier tensión.
-Tú...
-¡Si, sólo tu comida me llena!
-Ya veo -finalmente sonríe y por un momento cualquier otro pensamiento ajeno al hambre de su amigo abandonó su mente-. Seguro me extrañaste mucho. Por eso viniste a buscarme, ¿no?
-Vaya, ¿ahora eres adivino? -él igual que Hakuryuu comienza a sonreír e incluso a bromear-. Pero recuerda que el único genial y maravilloso aquí soy yo.
-Si, si -se miran fijamente hasta que poco a poco dejan de sonreír-.
-Regresa conmigo. No quiero que estés solo. Me preocupas.
-No Titus. Desde ese día en que me escapé decidí no acercarme a aquellos que son importantes para mí.
-¡Eso no es lo correcto! ¡Tienes que regresar! ¡Debes de atender y cuidar de tus heridas!
-Si, pero eso lo puedo hacer solo. Por favor no insistas.
-¡Eres un cabeza dura!
-¡Y tú un necio!
-¡Si, si soy un necio! ¡Y lo seguiré siendo porque tú me preocupas!
-Titus...
-¡Deja de mirarme con esa cara de "¿lo dice en serio?"! ¡Porque me haces enojar más!
-Titus, yo... -suspira, lo toma de la mano y lo mira fijamente-. No sé que es lo que me pasa, no dejo de escuchar voces, ver imágenes y... yo... yo no quiero lastim...
-¡No! -le interrumpe- ¡tú no vas a lastimarme! -acaricia su mejilla con la mano libre-. Todo va a estar bien, por favor no me excluyas Hakuryuu.
-Estoy muy inestable, no te puedo asegurar nada, no deseo que me veas así.
-En las buenas y en las malas, ¿no?
-¿Eh?
-Eso fue lo que me dijiste cuando mis padres murieron. Cuidaste siempre de mí, ahora permite que yo haga lo mismo por ti.
Titus abraza a su amigo y ese acto logró relajar más de lo que creyó a Hakuryuu. Era verdad que tenía miedo, pero ahora que podía contar con alguien de su entera confianza se sentía menos agobiado. Porque no hay nada mejor que saber que tienes a alguien que te apoya, que sabe escuchar y sobretodo te ayuda.
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