15. HAMBRE
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Daiki estaba estresado, todos en el trabajo lo estaban, había habido un asalto y muchos involucrados en el hecho. Tenía ganas de enviar todo a la mierda, además tenía hambre, y Daiki con hambre era una bestia.
Tomo su celular y vio la hora. Quería ponerse a llorar justo en ese momento.
21:56
Ya era media noche y se había saltado todas las malditas comidas. Un misero café en casa antes de salir y sólo porque Taiga lo obligó a beberlo.
El sonido típico de su celular sonó. Tenía un mensaje de WhatsApp. Vio en el celular sin desbloquearlo, era Taiga.
"Amor, te estoy esperando" carita con giño y beso.
Su hermoso Taiga. A veces le daban ganas de meterlo en una caja de cristal para que nadie le tocara.
"Idiota, contéstame por lo menos" emojin de cara enojada y un beso.
Sí, todo un amor, pensó Daiki arqueando una ceja y desbloqueando el celular para contestar con un audio, no tenía ganas ni de teclear en ese momento.
-Lo lamento, tigre, estaba muy ocupado, pero ya estoy terminando y regreso a casa. Espérame que no tardo.
Enviado
Recibido
Visto
Daiki vio que su pareja estaba escribiendo, pero entonces lo que llegó no fue un texto, si no más bien una foto. Amaba a su esposo, ese cabello rojo, esos labios suculentos, ese cuerpo. Su animal internó gruñó al verlo. Sí quería tentarlo, lo había logrado.
Se puso de pie, tomó las llaves de la patrulla, gritó un nos vemos al aire y se fue corriendo para llegar a casa pronto.
Llegó a su casa antes de lo imaginado, la imagen se repetía una y otra vez en su cabeza. Abrió la puerta y tuvo la fuerza de voluntad de entrar a la habitación de Terry para dejar un beso de buenas noches en la frente de su bebé. No iba a entrar en la habitación de Leo, desde que Tezuka se fue a vivir con ellos por todo o del embarazo, es que le tenía un mínimo de respeto a su privacidad, después de todo, ya lo que no tenían que hacer lo hicieron.
Llegó entonces a la puerta de su habitación y tragó saliva, iba a dejar un desastre en esa habitación. Abrió la puerta y la imagen más tentadora del mundo se presentó ante él. Taiga sonrió de lado, como conocía a su hombre.
Daiki caminaba cual zombi hasta llegar a la cama y sentarse, sin apartar la vista de su objetivo.
-Me gusta esa mirada -dijo Taiga seductor, pero luego cambio sus facciones a una molesta y suspiró-. Me gustaría que me miraras así a mí.
-Oh, mi amor, a ti te veo así siempre -dijo Daiki estirando la mano… para agarrar una hamburguesa de las tantas que Taiga tenía en una bandeja.
-De verdad que estás hambriento -dijo el pelirrojo pensado seriamente en dejar en abstinencia a su esposo a ver si a él también le devoraba con tantas ganas como a ese pan con acompañamientos.
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Fin