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FICTOBER AOKAGA 2019 por Majo Walles

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7. ENFERMEDAD

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Taiga estaba en estado de histeria, no por que algo le fuera a pasar en su embarazo, estaba seguro de que nunca había tenido tanto miedo, porque, maldita sea, nunca había pasado por algo como esto. Daiki estaba fuera de la ciudad, su maldito celular no tenía señal, porque oh, maravilloso, había decidido tener un fin de semana de padre e hijo antes de que el bebé naciera o su embarazo ya no le permitiera hacer más actividad física. Por lo mismo, estaban alejados. Sin comunicación y con Leo sufriendo por la maldita fiebre que de un momento al otro le atacó.

¿Cuándo había sido la ultima vez que Leo se había enfermado?

Difícil de recordad porque quizás no se había enfermado en los últimos ocho o nueve años, claro, siempre un resfriado leve, seguida de un poco de tos o estornudo, pero esto era mucho más fuerte, el haberse bañado la noche anterior ahora lo tenía en cama delirando.

-Vamos, hijo, no me hagas esto -dijo poniendo paños fríos en su frente sudorosa.

-Mami -jadeaba tratando de abrir los ojos-. Mami me duele.

Taiga tenía ganad de llorar, el embarazo lo tenía hormonalmente afectado, por lo mismo no podía pensar con claridad, sabía que podía tomar el automóvil que Daiki dejó estacionado en el garaje, pero en su estado estaba altamente prohibido, tenía siete meses de embarazo y su vientre le impedía sostener el volante y alcanzar los pedales al mismo tiempo.

Volvió a tomar el celular para ver si agarraba algo de señal, tenía que localizar a alguien, su bebé lo necesitaba, tenía que ayudarle a llevar a Leo a un hospital o que un medico le revidara, pero no era normal que su hijo estuviera así de mal.

Entonces escucho algo milagroso, casi corre a la ventana para ver desde el segundo piso, un auto estaba estacionando, no era el automóvil de Daiki, pero era ayuda, fuera quien fuera.

-Ya vuelvo, hijo -dijo desde la puerta para empezar a correr escaleras abajo.

-¡Kagami, no corras!

-Ryota, demonios, necesito ayuda -dijo llegando donde la familia estaba.

-Kagami-kun.

-Es Leo, no le baja la fiebre con nada, no sé qué hacer ni cómo ayudarlo.

-Hablaba tan rápido que ni respiraba.

Ryota, al ver la desesperación en cara del pelirrojo, subió corriendo la escalera con Tezuka detrás de él. Kuroko sostuvo del brazo a Kagami para detenerlo antes de que pudiera correr de regreso.

-Mi hijo…

-Tranquilo, Kagami-kun- le dijo al sentir los pasos en el segundo piso camino a las escaleras. Vio como Ryota bajaba con Leo en brazos.

-Tú manejas -le dijo a su esposo, mientras que los cinco caminaban al auto familiar-. Tezuka, atrás conmigo, Taiga adelante -dijo acomodando a Leo en medio de los asientos traseros.

Media hora se demoraron en llegar al hospital más cercano. Ingresaron a Leo de urgencia. Kuroko había entregado a Taiga su celular para que pudiera comunicarse con Daiki luego de que el medico les diera el diagnóstico de su hijo.

-/¿Kuroko?/

-Daiki, soy yo -dijo Taiga en medio de sollozos.

-/¿Amor?/ -la voz preocupada de Daiki a través del celular le hizo terminar por llorar- /Taiga, ¿Qué sucede?/

-Leo…

-/Demonios, Taiga ¿Qué pasó?/

-A Leo lo acaban de ingresar a quirófano -decía perdiendo la compostura, su cuerpo entero temblaba, y pronto escuchó su nombre a gritos.

Taiga se había desmayado.

Daiki había llegado al hospital donde estaba su familia, estaba histérico, le había costado una pequeña reprimenda, pero luego una patrulla lo había acompañado.

Casi cae de rodillas por el alivio, demonios, se le había pasado el universo más terrorífico por la cabeza cuando Taiga no le siguió hablando.

Al final Leo fue operado de urgencia por apendicitis, el dolor no se había presentado en sí, si no que tuvo fiebre fulminante como único síntoma.

Taiga había sido estabilizado luego de haberse desmayado.

-De verdad que mi familia va a terminar matándome.

-Bien, debes entender que esto pasa, Aomine-kun -dijo Kuroko dándole un café americano- tú no viviste la infancia de Leo, peor los bebés se enferman.

-Tezuka se enfermaba siempre, y eso puede pasar con tu bebé -dijo Ryota poniendo una mano sobre el hombro de Daiki.

El pobre moreno se las vería negra, literalmente, cuando su bebé se enferme por primera vez.

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Fin


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