Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Escamas de oro por 1827kratSN

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

—¡Una vez más! —reían el par de niñas frente al dragón.

—Bien… solo una vez —sonrió antes de respirar profundo.

 

Tsuna cerró los ojos unos segundos antes de abrirlos y mostrar su iris rasgado como parte de la trasformación dragonaria que las niñas adoraban, poco después gruñó bajito mientras se desplazaba por el suelo a cuatro patas ante las risitas de las niñas que empezaron a correr. Tsuna lanzó un bufido, dejó que humo se escapara entre sus labios, y enseñó su lengua semejante a la de una serpiente, con la punta dividida en dos, que se removió un poco. Las ninfas reían mientras gritaban y corrían lejos del “dragón” que las perseguía.

Tsuna adoraba jugar con las más pequeñas de la villa.

Las madres no decían mucho de eso, solo reían divertidas por la diversión tan simple de sus hijas. Aunque a veces esos juegos terminaran en algo roto cuando Tsuna se transformaba en un dragón que duplicaba el tamaño de un caballo, mismo que rondaba por entre —o sobre— las cabañas sin tener consciencia de que su cola ondeaba sin cuidado. Squalo solía decir que el castaño era aún un niño, así que no se enfadaba en extremo, pero sí le daba un coscorrón y lo obligaba a ayudar con la limpieza del desastre.

Era una vida pacífica.

Reborn no era participe de esos juegos, él seguía en sus labores, negando ante la actitud infantil de Tsuna, pero dejándolo ser él mismo idiota de siempre mientras preparaba sus armas y verificaba que sus hermanos no hubiesen hallado rastros enemigos. Pero después pateaba al castaño en la espalda hasta verlo caer, y se reía acompañando a las niñas que se sentaban en la espalda del caído para un último juego. Tsuna cargaba a las ninfas en sus hombros durante un rato más, hasta que se disponía a volver al rutinario entrenamiento con Reborn.

 

—¿A esto te referías? —Tsuna escuchó el trinar de las aves, el movimiento de las hojas, y se levantó de un brinco.

—¿A qué? —Reborn restregó sus ojos.

—Tu hermana nació —hizo desaparecer sus alas con cuidado, dejando que Reborn se levantara para terminar el proceso.

—Es cierto —despabiló un poco, notando que de nuevo durmió junto al dragón en aquel nido que cada vez se ponía un poco más hogareño—, ¿quieres ir a ver?

—Estuve esperando esto por meses —sonrió mientras sus oídos vibraban con el canto de las aves—. ¡Claro que quiero ir!

 

Reborn jamás había visto a alguien tan entusiasmado con el nacimiento de una ninfa, como lo estuvo el castaño, quien sonrió durante todo el camino, y siguió haciéndolo incluso después de que Squalo cargó a la pequeña y la cediera a la madre orgullosa que la envolvió en tela de seda y le dio nombre. No pudo quitarse de la mente aquella sonrisa, fue peor cuando esa sonrisa desapareció y se transformó en miedo entremezclado con vergüenza, cuando la madre de la recién nacida la ofreció para ser cargada.

 

—Oh, jamás he cargado a un bebé —se excusó antes de negar—. No podría.

—Yo te ayudo —sonrió divertida—. Practica para cuando tengas a tu propio hijo, Tsunayoshi.

 

Las miradas se centraron en el castaño quien, con dedos temblorosos, accedió ante tal honor y en brazos tomó a la pequeña bebé que succionaba al aire y que hacía muecas. Todos sonrieron cuando el castaño rio bajito al sostener a la pequeña por sí mismo, y cuando aquella niña sonrió en reflejo de la felicidad ajena. Nadie olvidaría jamás es siseo alegre de aquel dragón que halagó a la pequeña ninfa que brindaría vida en esas tierras. Jamás olvidarían tampoco el rostro de Reborn, tan pulcro y sincero, forjando una sutil sonrisa, sin ser consciente de que su mirada brillaba a la par que la del castaño.

Todos lo supieron en ese instante, pero no dijeron nada.

 

—Todo esto es maravilloso —Tsuna elevó su mirada hacia los árboles sagrados y sonrió.

 

El castaño era diferente a los dragones de su clan, era diferente también a los del tipo de Squalo, era diferente de todos los de su clase, y eso lo hacía especial. Tsuna sonreía con sinceridad en cada oportunidad, su rostro amable era comparado con el de los infantes, cedía atenciones para quien lo necesitase, ayudaba en todo lo que podía, y se vinculó casi al instante con cada villa que visitó.

El instinto protector de Tsuna destacaba por sobre el de las propias ninfas, pues él sabía cuándo y qué necesitaba un bebé o un compañero sin haberlo visto por más de cinco minutos. Era extraño, porque si bien era un alma muy pura en esencia, estaba retorcido bajo las enseñanzas de sus congéneres, quienes volvieron aquella joya pulcra en una manchada con ciertas actitudes egoístas y solitarias. Era un dragón con identidades mezcladas.

 

—No quiero que se involucren en algo que no les incumbe —fue la advertencia del castaño, quien enfrentó al líder en ese día.

—Enfrentar al azul, tú solo, ¡es una estupidez! —Squalo se irguió frente al muchacho que era apenas más bajito que él. Tsuna había crecido en los últimos meses, pero seguía siendo “enano” en comparación a las ninfas del lugar y al propio dragón monarca.

—Es mi venganza, deber, mi honra —agravó su voz.

—Son mis tierras y mi familia.

—No perturbaré sus dominios —posó su puño cerrado sobre su corazón—, lo prometo.

—Deja que te ayude, mocoso idiota.

—¡No! —bramó y un ligero gruñido retumbó en la cabeza de todos—. ¡Es mi problema! ¡Lo resolveré solo!

—Te matará.

—Pues me lo llevaré conmigo —dictó decidido.

—Haré que cambies de opinión antes de que esa amenaza regrese.

—No creo que hasta mañana pueda hacer que cambie de opinión.

—¿Mañana? —Dino se alteró, interrumpió esa pelea sin opción a reclamo— ¿Cómo lo sabes?

—A mi intuición y a mi nariz, nadie lo engaña —Tsuna desvió su mirada al horizonte que tomaba un tono anaranjado—. Él atacará mañana.

—Al menos nos has advertido — Colonello frunció el ceño—, ¿o es que ibas a dejarnos desprevenidos?

—Por si lo dudas —apretó los dientes—, no iba a dejar que pasase la frontera.

 

Esa extraña habilidad de Tsuna para predecir los sucesos más cercanos, era algo que Squalo aprovechó desde que se dio cuenta meses atrás. Ya fuera para enviar a sus hijas a las zonas donde las manadas migrantes en esos bosques lo necesitaran, para estar pendiente del nacimiento de sus hijas, para saber cuándo perdería a uno de sus miembros, o para combatir un ataque de arpías, siempre lo fructificó. Por eso Squalo tomó muy enserio aquellas palabras.

Intentaron razonar con el chiquillo, incluso las niñas de la villa intentaron sujetarse de las piernas del dragón, pero no hubo caso. Aquel castaño desapareció por entre los árboles, dando una advertencia para quien se arriesgara a perseguirlo. Squalo ordenó reunir a sus hijos varones para planear la defensa y ataque de ser necesario, no se podía quedar quieto.

 

—Si Tsuna muere, vamos a tener que aprovechar la ocasión y matar al enemigo cansado.

—Depender de la muerte del que ibas a escoger como sucesor, me parece muy cruel, padre —comentó Skull—. Brillante, pero cruel.

—Es un cabeza dura —chistó—. Seguramente ahora mismo está preparándose para pelear.

—No deberíamos dejar que muera —comentó Reborn con seriedad—. Todos aquí aceptamos que su llegada marcó una buena racha para estas tierras.

—Y, además —Colonello tomó la palabra—, a Reborn le gusta-kora —pero no dijo más porque una bellota se estrelló en su nariz.

—Apoyo eso —rio bajito Keiji, el mayor de la segunda camada de varones.

—Todos lo hacemos —empezaron a reír para molestar a su hermano mayor, quien les lanzó lo primero que encontraba.

—Si lo quieres con vida —Squalo miró a su hijo mayor—, haz que cambie de opinión.

—Sabes que eso no se puede, porque es idiota.

—Entonces cuídale la espalda.

—Ese es mi plan —miró amenazadoramente a sus hermanos menores para que se callaran—, pero son dos dragones peleando y yo… —le costó decir aquello— podría no atacar en el momento adecuado.

—Vaya, es la primera vez que lo escucho dudar —Skull se rascó la nuca de forma nerviosa.

—Esto es serio —el azabache miró a su padre—. Tsunayoshi va a morir si es que no lo ayudas.

—Nadie puede asegurar eso —Squalo suspiró—. Además, no puedo intervenir… Es cuestión de honor y eso para nuestra raza lo es todo.

—¡Es una estupidez!

—Es una realidad —Squalo miró sus manos—, porque somos criaturas simples…, y defender nuestros simples ideales lo es todo.

 

Tsunayoshi no durmió en su nido, es más, ni siquiera durmió, porque después de dejar la villa principal de las ninfas, se trasladó a paso muy calmado por entre los árboles. Usó solo su nariz como guía, su oído como alerta, y su intuición como motivación. Se trasladó perezosamente a la frontera, por donde desde hace días detectó un aroma a carbón muy sutil que se trasladaba con el viento. En medio de esa noche oscura se trepó a la cima de un árbol, respiró profundamente, observó las estrellas y se cruzó de brazos para intentar descansar unas horas en preparación para su batalla.

Estaba ansioso.

Reborn tuvo que usar todas sus habilidades rastreadoras conjuntamente con su magia para seguir el rastro en medio de la oscura madrugada. Ya había dejado todo asegurado con sus hermanos para que estuvieran listos para combatir el fuego, y estuvieran dispuestos para enfrentar al enemigo si era necesario, además de mandar a Colonello para que diera aviso a las otras dos villas para que también estuvieran alerta. Ahora solo debía convertirse en el guardián de aquel estúpido dragón dorado y escamoso, el cual podía transformar partes de su cuerpo a voluntad para combinarlas con su aspecto humano.

 

—Últimamente hago cosas estúpidas —se dijo cuando tropezó con una rama que no pudo notar—, y es culpa de ese idiota despistado.

 

Cuando llegó hasta el castaño, trató de ser sigiloso y no llamar la atención, cosa nada difícil porque aquel dragón se hallaba atento hacia el horizonte. Cuando Reborn logró divisar lo mismo que el castaño, maldijo entre dientes mientras escalaba con prisa el árbol más grueso que halló. Se quedó en medio del follaje mientras esa figura pequeñita que transitaba el lejano cielo, se hacía más grande conforme se acercaba. Apreció como de la espalda desnuda del castaño, nacía una línea que deformaba el tatuaje en forma de almeja, y poco después un par de alas dragonarias se formaban imponentes.

No admitiría en voz alta que le gustaba esa magia extraña.

Reborn apenas pudo ver cuando el castaño se lanzó contra el enemigo, o del cómo tomó la forma de dragón completa y el tamaño a la par que el adversario. La brisa ocasionada por esas alas, levantó las hojas y tuvo que cubrirse para que sus ojos no salieran lastimados. La batalla inició. Hubiese deseado ver más que esos cuerpos colosales chocando frente a frente, pero no pudo más que eso mientras se cubría los oídos con fuerza para no incomodarse con los gruñidos y aullidos que esas bestias soltaron en amenaza. Apenas y pudo hallar un buen lugar para mantenerse alerta, intentando concentrar su magia en las manos para traspasarlas a las flechas que usaría con el arco.

 

—Maldición.

 

Sinceramente no contó con que la batalla de esos dos fuera de un nivel muy diferente del que había visto darse cuando su padre era el que luchaba, pero tuvo que adaptarse lo más rápido que pudo. La forma en que esos dos se enfrentaban estaba combinada entre la utilización de magia para cambiar su tamaño y atacar a los puntos débiles del contrario, y la dada por el fuego que desprendían sus hocicos para aturdir al enemigo y después usar sus colmillos para intentar arrancarle el cuello al ajeno. No solo era eso, era la fuerza con la que aleteaban, intentando desequilibrar al otro, la forma en que sus garras intentaban apuñalar la piel y ojos ajenos.

Intentaban matarse de verdad.

La sangre que derramaron fue incontable. Manchó senderos y ramas. La trifulca, el ruido, los gruñidos infernales que lanzaron, ahuyentaron a todo ser vivo cercano. Los nidos se cayeron, cachorros quedaron atrapados por los árboles caídos, humo inicial empezaba a nublar la visión de Reborn. Era un caos que podría generar un asesinato masivo de inocentes.

Fue el instinto, su razón de vida, lo que superó su creación guerrera, lo que lo llevó a priorizar las vidas que corrían riesgo por la furia desatada por dos dragones. Con prisa usó su magia para que las ramas cobraran vida, hizo un capullo sobre los cachorros asustados, e hizo una cuna para los polluelos caídos junto con las madres que no iban a abandonarlos. Reborn usó a la misma naturaleza para hacer un escudo.

Se distrajo en su deber original.

Cuando pudo subirse de nuevo a un árbol, tomar sus flechas, apuntar al enemigo, Reborn no pudo siquiera tener un blanco fijo, porque esos dos cuerpos habían dejado de ser colosales de un momento a otro y asemejaban a una colina pequeña que se movía. Los dos dragones seguían en su lucha serpenteante en el aire y tierra a su alrededor. Aún seguían masticándose la carne, rasgándose la piel y apuñalando las zonas blandas de su cuerpo. Era una mezcolanza de azul y dorado que desesperadamente trataba de hallar un ganador.

Reborn se sintió frustrado, porque no podía disparar.

 

 

 

Notas finales:

 

Hace rato que no relato peleas, así que espero quedase decente.

Nos vemos mañana, bbs~

Krat los ama~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).