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ELEMENTALS por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

HOLAAAAAAAAAAAA…


¿Qué tal? ¿Cómo les va? Yo espero que muuuuy bien.


Y YA SÉ. EN ALGÚN PUNTO CREYO QUE ME HABÍA DADO COVID Y QUE ESTABA MORIDA, NO SÉ SBDNSKD


Estoy viva, y relativamente bien… creo.


En realidad no sé que decir, no hay nada que pueda realmente excusarme por tardar tanto. Solo puedo explicarles que el bloqueo al escribir es muy feo y absolutamente frustrante. Hubo un punto en el que creí que jamás terminaría este capítulo.


TARDE EN VOLVER PERO AL MENOS LES TRAIGO UN CAPÍTULO SÚPER LARGO. En serio, es uno de los más largos que he escrito.


Bueno, solo eso.  No puedo prometer volver a actualizar en una semana, pero sí hacer mi mejor esfuerzo para reducir el tiempo y que no sea igual que esta vez. Sé que pareció que la había abandonado, pero no, no lo haré. Hace mucho que quiero escribir esta historia y realmente la amo y quiero acabarla.


Los personajes no me pertenecen, son propiedad se sus respectivos mangakas. Por los horrores ortográficos 10 mil millones de disculpas. Ya saben que estoy pendeja y ciega, pero más pendeja.


Sin más que decir excepto que, espero y el cap sea de su agrado, los dejo leer.

ELEMENTALS


—Capítulo 4—


En medio del caos y la oscuridad


 


 


 


Haruka siempre fue un chico muy especial a ojos de Rin, en más de un sentido.


De pequeño había sido un niño con una preciosa sonrisa, hermosos ojos azules enormes y brillantes y con un amor por el agua como ningún otro. Nadie podía negar que poseía un talento innato para la natación.


«Incluso siendo huérfano de padre y madre y siendo esa clase de chico, podía aspirar a ser alguien importante».


—Como si tener padres fuera algo esencial para ser alguien en la vida.


Había dicho Rin, molesto, mientras los dos se encontraban en su habitación del orfanato.


Era cierto que los niños con familia podían aspirar a más cosas, pues contaban con la ayuda y recursos de esta. Pero cuando se quería, se podía salir adelante por si mismo.


Y eso era lo que Rin planeaba. Él ya había perdido la esperanza en que alguien algún día los adoptara. A las personas le gustaban más los bebés, tiernos y adorables, regordetes... Pero estaba bien, no iba a sentirse mal por ello. Al contrario, se esforzaría al máximo para demostrar que, aunque él no era un lindo bebé, tenía mucho para dar. Incluso si las personas decían que un huérfano como él no tenía ningún futuro.


—Ya verán, ¿No es así, Haru? Les demostraremos que podemos ser grandes. Los mejores nadadores del mundo.


El pequeño Haru le había sonreído y asentido con la cabeza, emocionado y motivado. Ellos tenían una meta en la que creían:


Ser los mejores.


A como podían, se esforzaban todos los días por alcanzarla. Luego de las clases a las que asistían, hacer sus deberes y tareas en el orfanato, tenían el permiso para ir a una piscina climatizada no muy lejos del lugar. Tenían tan solo once años. Eran niños sanos, alegres y con convicciones más fuertes que la de muchos adultos. Les gustaba ir a la playa y quedarse horas en el agua, jugando, disfrutando


Rin siempre había sentido una gran admiración por Haruka y su don.


Su talento era enorme, gigantesco. Él había nacido para desplazarse en el agua.  Cuando nadaba, era como si se volviera uno con esta, como si fuera una parte de sí. Rin admiraba a Haru. Era su familia, su mejor amigo, su rival y su motivación.


Haruka era todo lo que estaba bien en su vida.


Y era por ello que Rin odiaba ver como el brillo en los ojos de Haru se había apagado. Como su sonrisa se había marchado sin retorno. Como parecía muerto en vida, excepto cuando estaba en el agua…


Ahí, en el pequeño cuarto de ducha, en la diminuta bañera y aunque no fuera realmente mucho, Rin podía ver los vestigios de su sonrisa. Y en esos momentos él lo entendía. Su sonrisa aún estaba ahí, solo tenía que sumergirse y nadar en lo más profundo de su alma en donde la luz ya no parecía llegarle.


Pero Rin no sabía como hacerlo. Haruka no era el único que había cambiado.


—Haru —Le llamó—. La cena está lista.


Haru alzó la vista y sus preciosos ojos azules le miraron. Sin decir nada más que asentir, se puso de pie. Rin esbozó una diminuta sonrisa entre enternecido y adolorido al verlo con su traje de baño.


En el pequeño comedor de su diminuto apartamento y ya vestido con rompa de dormir, ambos cenaban en silencio. Haru siempre había sido un niño de pocas palabras, pero por su expresión siempre podía saber qué pensaba. Pero ahora, ahora Rin no sabía nada, y había pasado tanto tiempo desde que escuchó su voz, que ya ni siquiera la recordaba.


Si tan solo pudiera volver el tiempo atrás…


Acabada la cena, ambos se lavaron los dientes y se prepararon para dormir. En la cama, acostados uno al lado del otro, Rin pensaba en como decirle a Haru lo que había en su mente desde ya hacía un tiempo. Ya lo había meditado mucho, y en verdad creía que podía ayudarle.


—Haru —Susurró, se giró en la cama para poder verlo. El chico volteó y luego se acomodó de forma que ambos quedaron cara a cara—. Vayamos mañana a la playa —Soltó de golpe. Era mejor hacerlo rápido.


Haruka expandió los ojos, asustando. Pero de inmediato Rin lo tomó de las mejillas y junto su frente con la suya, siempre había encontrado la forma de calmarlo con ese acto.


—Vayamos, ¿Sí? —El peli-negro negó frenéticamente con la cabeza—. Por favor, Haru —Pero Haru continuaba negándose—. Haru, por favor… n-no sé que más hacer.


Haruka, que había estado retorciéndose, se quedó muy quieto al darse cuenta que Rin estaba llorando. Haruka llevó sus manos hacia las mejillas del peli-rojo e hizo que lo viera a los ojos mientras limpiaba sus lágrimas.


—Por favor, Haru, d-déjame ayudarte.


—P-Pero… tengo miedo.


Rin abrió mucho los parpados ante la sorpresa de escuchar una vez más la voz de Haru, sonaba tan baja, apagada. Sin poder evitarlo Rin sonrió de medio lado.


—Tengo miedo, Rin.


—Lo sé. Yo también tengo miedo —Liberó sus mejillas, en su lugar pasó sus brazos detrás de su cuello y lo abrazó, Haru correspondió abrazándose a su cintura—. Pero encontré un lugar apartado, donde solo estaremos nosotros dos —El peli-negro se aferró con más fuerza a su cintura—. Esta vez estaré contigo. Te prometo que no dejaré que nadie te dañe nunca más.


—¿Y si soy yo q-quien te lastima a ti? ¿No tienes miedo de eso?


—Jamás podría tener miedo de ti, Haruka.


Hubo un silencio que duró más de lo que a Rin le hubiera gustado. Pero era bueno, significaba que Haru lo estaba meditando, que estaba considerando realmente aceptar.


Y es que Rin odiaba tanto la soledad en los azules ojos. Él sabía que anhelaba el agua más que nadie, pero el temor de que le hicieran daño o hacer daño él, lo reprimía totalmente.


Lo mataba lentamente.


Haru era especial, Rin siempre lo había sabido. Pero nunca se imaginó en verdad cuan especial y diferente era.


Tenían quince años cuando su mundo cambio totalmente. Unos adolescentes sanos y con las hormonas al cien. Estaban en su etapa de rebeldía y enojarse demasiado. Con un temperamento que iba de un punto hacia otro en cuestión de segundos. Haru siempre fue un chico calmado y de pocas palabras. En cambio, Rin era muy diferente a él, más alegre y ruidoso, emocional.


Él había creído que ambos avanzarían juntos, uno al lado del otro siempre. Pero cuando se dio cuenta que Haru había sido todo el tiempo diferente a él, con un paso siempre delante suyo, estalló en enojo, pero no enojo hacía su amigo, sino hacia él. Porque por su culpa, Haru había perdido la oportunidad de su vida.


Porque él no era lo suficientemente fuerte, Haru había tenido que retroceder para no dejarlo solo atrás. Y no debía ser así. Él tenía que haber avanzado más, tendría que haber aceptado marcharse para entrenarse como debía, con expertos que lo ayudarían a ser aún mejor. A ser el mejor. No tendría que haberse quedado. No por él.


Oh, si tan solo se hubiera marchado.


—¡Nadie te pidió que lo hicieras! —Rin le gritó a Haru por primera vez en su vida cuando lo enfrentó luego de haberse enterado que rechazó la oportunidad de su vida por él—. ¡Yo nunca te pediría algo así! ¡Jamás quise que cortaras tu cola para tener que nadar al mismo ritmo que yo!


Solo había sido una metáfora, pero explicaba bien lo que Haru acababa de hacer. Y Rin estaba colérico, furioso consigo mismo por no ser lo suficientemente hábil como para estar al nivel del que era todo para él.


—Pero sin ti a mi lado, no tendría sentido el marcharme —Los ojitos de Haru estaban vidriosos, a punto de llorar—. Nunca deseé nada más que estar siempre junto a ti. No me importa sí somos los mejores o no, solo quería que estuvieras ahí. Eres todo lo que tengo, Rin. Eres mi mejor amigo, eres mi familia. Nunca podría marcharme y dejarte atrás.


Ambos lloraron en ese momento, pero ninguno de los dos se acercó al otro. Haru, por primera vez, estaba molesto con Rin por no entender cuanto significaba para él. Y Rin estaba molesto consigo por retener a Haru, por el poco talento que poseía.


—Solo hice lo que tú hubieras hecho —Haru habló de nuevo—. ¿O acaso tú me hubieras dejado atrás?


Rin se mantuvo callado, y cada segundo que pasaba era como una apuñalada para el de cabellos negros. Entonces, finalmente dijo:


—No lo sé, Haru… tal vez lo habría hecho.


La expresión de dolor en el rostro de Haru le dijo a Rin que era un grandísimo imbécil y que debía retractarse de inmediato. Pero no lo hizo, guardo silencio, haciendo que entre ellos una enorme brecha se abriera.


—Entonces tienes razón —Haruka bajó la mirada—, fui un completo idiota al quedarme por ti.


Pero ningunas de sus palabras eran ciertas, solo eran su enojo y culpa hablando por ellos, aún así, la brecha entre los dos se hizo más grande, inmensa.


Luego de ello las cosas solo fueron de mal en peor, haciendo que la brecha fuera aún más grande. Haru paso de ser un chico calmado pero vivaz, a un muchacho totalmente solitario que no se juntaba ni hablaba con nadie. Rin en cambio, comenzó a juntarse con personas que no debía. Incluso dejo de ir a entrenar con Haru.


El único motivo por el cual Haruka no dejó de nadar, fue porque el agua siempre fue una parte de sí. Fue su consuelo cuando más solo se sentía. Quedándose horas en el agua sin pensar. A veces ni siquiera entrenando, solo flotando o sumergiéndose por tiempos que resultaban más que sorprendentes para cualquiera. Como si realmente pudiera respirar bajo el agua.


La noche en la que Haru definitivamente cambió y no para bien. Él estaba en la piscina climatizada. Por chicos tan talentosos y conocerlos desde hacía años, de alguna forma tenían un trato especial. Incluso en el orfanato les permitían tomarse su tiempo en cuanto a entrenar se tratase. Por ello, entrada muy la noche, Haruka continuaba ahí, nadando, dejando que el agua lo envolviera y lo hiciera olvidar.


 


~•§•~


 


Rin vagaba en las calles sin rumbo fijo. Solo lamentándose y creyendo que Haru yacía en el orfanato, por lo cual no quería regresar, pues no quería ver su rostro y saber cuan afectado estaba. Él podía solucionar las cosas, podía disculparse y todo podría volver a ser como era antes, pero no lo había hecho. Él también estaba afectado. Jamás quiso retenerlo. Nunca quiso que por su culpa se perdiera la oportunidad de triunfar.


Más que odiar la decisión de Haruka, se odiaba a si mismo por ser tan débil.


Sin darse cuenta, sus piernas lo habían llevado a la piscina climatizada, a su lugar de confort junto con Haru. Por un momento quiso dar la vuelta, pues sentía que no merecía entrar ahí de nuevo, pero entonces vislumbró luces dentro y de inmediato supo que era Haru.


Sí existía una oportunidad para mejorar su relación, era en ese momento, cuando no había nadie más y ambos estaban en su lugar favorito. Y Rin ya no podía continuar así, lo extrañaba demasiado, era su mejor amigo, su familia. Y además Haru tenía razón, él tampoco podría dejarlo atrás. Aún estaba molesto consigo, pero era más fuerte el amor que le tenía a Haru, él era lo más real de toda su vida. No podía continuar siendo tan estúpido y permitir que el fuerte lazo que los unía se rompiera definitivamente.


No podía perderlo.


No a él.


Más decidido que nunca, entró. Por primera vez desde hacía semanas, estaba sonriendo totalmente emocionado por tener de vuelta a su familia. Incluso en algún momento comenzó a correr.


«Haru, Haru». Solo podía pensar en él.


Sin embargo, cuando estaba a nada de salir a la piscina, algo lo hizo detenerse súbitamente. Unos sonidos. Desaceleró de inmediato y tomó precaución. Quizá realmente no había sido Haru quien se encontraba a esa hora. Siguió avanzando con cautela. Entre más se acercaba, los sonidos se volvían más claros. Alguien forcejeaba, alguien lloraba… un golpe. Alguien tosiendo. Más llanto.


—¡No!... —Un grito. Más golpes, forcejeos—. Por f-favor… sue-sueltame —Alguien dijo entonces.


Y Rin sintió que acababan de darle un puñetazo en la boca del estómago.


 


~•§•~


 


Haruka había considerado seriamente el pasar toda la noche en la piscina, pero al final, aunque nunca se había enfermando por pasar tanto tiempo en el agua, decidió marcharse. De todos modos, siempre podía volver.


A diferencia de las personas, el agua jamás lo abandonaría.


—¿Estás seguro que en tu vida pasada no fuiste un pez?


Había dicho Rin en una ocasión, bromeando.


«Ojalá de verdad fuera un pez». Haruka suspiró mientras salía del agua. Sentándose en la orilla de la piscina un momento. Meditando en sí aspirar a ser el mejor nadador valía la pena.


Siendo sincero, a él solo le importaba estar dentro del agua, sumergirse en ella y olvidarse de todo. Realmente, aunque era muy bueno nadando, las competiciones no perecían ser lo suyo. Eso era más de Rin.


Soltó un nuevo suspiró, luego se levantó dispuesto a ir por sus cosas y marcharse. Sin embargo, al girar se llevó el susto de su vida al encontrarse de frente con el guardia del lugar. En ningún momento lo había escuchado acercarse.


—¿No es muy tarde para que aún estés aquí? —El sujeto interrogó. Uso un tono de voz que a Haru le dio escalofríos en toda la espalda.


—Ya… Y-ya me iba. Con permiso —El tipo jamás le había dado confianza. En muchas ocasiones lo había descubierto viéndolos a él y Rin de una forma demasiado desagradable para cualquiera.


Pasó por su costado, casi corriendo debido a las repentinas alarmas que sonaban en su cabeza. Debía salir de allí en ese preciso momento. Pero, de nuevo, se llevó otro susto al encontrarse con otro tipo frente suyo al que no había visto nunca.


El sujeto acercó su mano al rostro del chico.


—Te llamas Haruka, ¿verdad? —Dijo, relamiéndose los labios mientras lo observaba de pies a cabeza.


Haruka aparto el rostro y abrazó su cuerpo desnudo cubierto solamente por su traje de baño. Entonces, inhaló con fuerza y casi soltó un grito cuando, el otro sujeto que yacía detrás suyo, acaricio la extensión de su columna de abajo hacia arriba. Se sintió horrible, asqueroso. Su corazón latía con fuerza y quería salir corriendo. Tenía miedo, estaba aterrado.  


El agua, tenía que llegar al agua. Siempre había sido su zona de confort junto con Rin. Estaba seguro que estaría a salvo allí. Nada ni nadie podría dañarlo si estaba en ella.


Armándose de todo el valor que había en su cuerpo, intentó correr de vuelta al agua, pero el sujeto que le había acariciado la espalda lo sostuvo con un solo brazo y lo alzó desde la cintura.


Haruka pataleo, grito y se resistió todo lo que pudo. Pero los tipos eran muy fuertes y él no podía hacer nada. El tipo lo tiro al suelo sin ningún esfuerzo, haciendo que se lastimara un brazo y la espalda.


El mismo sujeto lo tomó de las rodillas y lo obligó a abrir sus piernas. Mientras el otro tipo solo estaba ahí, viendo, grabando con su celular con una mano mientras con la otra se tocaba bajo el pantalón. Haru quiso vomitar. Era asqueroso, era desagradable.


Tenía mucho miedo.


«Rin».


Pero él no podía darse por vencido, aunque sentía ganas de vomitar con cada toque de esos desgraciados. Él continuó resistiéndose, forcejeando, estaba seguro que Rin nunca dejaría de luchar y, a pesar de que no estaban bien en ese momento, siempre lo había admirado por su fortaleza y convicciones.


No quería que se decepcionara más de él si se enteraba que no había luchado hasta el final.


El tipo se recostó sobre él al mismo tiempo que comenzaba a lamer su cuello y toquetear todo su cuerpo. Haruka no pudo resistir más las lagrimas. Sus ojos comenzaron a gotear y sollozos a escapar de sus labios. Pero, aunque estaba temblando de terror, de alguna forma su mente logró aclararse. Por lo que, sacando fuerzas de donde sea que tuviera, estrelló su rodilla con todo lo que tenía en la entrepierna del tipo.


Este soltó un quejido y maldijo con ganas, pero Haruka no espero que hiciera nada más, empujo al tipo con ambas piernas y se volteó para gatear rápido hacia el agua. Tenía que llegar, debía llegar sin importar qué. Allí estaba, justo frente a él, solo debía dejarse caer y esta lo sostendría y resguardaría. Lo protegería de todo el peligro.


Una mano se cerró sobre su tobillo y lo arrastró de regreso.


—¡No!...


Gritó, sintiendo la impotencia inundando todo su cuerpo.  


Pataleó, sintiendo que golpeaba una parte de su agresor, pero no fue un golpe suficientemente fuerte, pues el tipo termino de arrastrarlo hasta él, haciéndolo girar solo para darle una bofetada que lo dejó sangrando del rostro y desorientado unos segundos.


Cuando logró reaccionar, sintió como el sujeto metía la mano en su bañador y comenzaba a masajear su parte intima. Sintió tanto asco y vergüenza. Rin seguramente ahora sí estaría decepcionado; ni siquiera podía defenderse por si mismo. Haruka sollozo al mismo tiempo que intentaba alejarlo de su cuerpo, pero solo logró que su agresor lo aprisionara más contra el suelo y comenzara a lamer en todas partes.


La impotencia, el terror. Haru estaba temblando sin saber que más hacer más que cerrar los ojos e imaginar que eso no estaba pasando… Rin. Si tan solo pudiera concentrarse en sus recuerdos con él en sus mejores días, si tan solo pudiera olvidar la realidad…


No pudo.


—Te voy a disfrutar como no tienes idea —El tipo susurró en su oído. Su aliento caliente y asqueroso envió escalofríos a todo su cuerpo.


—P-Por favor… sue-sueltame.


El tipo simplemente se rio, satisfecho y excitado con la reacción de Haru, con su rosto lleno de lagrimas y miedo.


—No te preocupes, lo vas a disf…


Alguien se lanzó contra él, derribándolo al instante. Haru no supo que acaba de ocurrir hasta que los gritos inundaron su cabeza.


—¡Maldito cerdo asqueroso! ¡No te atrevas a tocarlo con tus podridas manos! —Rin estaba sobre el tipo, golpeándolo como si la vida se le fuera en ello. Lo había tomado por total sorpresa por lo que había logrado desorientarlo con los golpes—. ¡Puto de mierda! ¡Te voy a matar maldito violador! ¡Te voy a arrancar la maldita cabeza! ¿¡Cómo te atreviste a poner tus asquerosas manos sobre él!?


Haru se quedó ahí, solo pudiendo observar como la sangre manchaba los preciosos nudillos de Rin, absorto en la escena mientras lloraba de alivio al verlo ahí, salvándolo.


Sin embargo, el alivio duró tan poco.


Rin estaba golpeando con todo lo que tenía al asqueroso maldito que se atrevió a tocar a Haruka, a su querida familia. A un ser que era demasiado puro para ese podrido mundo. Pero entonces, el sujeto comenzó a reírse sin importar los golpes, lo que solo enfureció más al peli-rojo. Empuñó con más fuerza las más y golpeo tan fuerte como podía.


El tipo sostuvo su puño antes de que lo estrellara en su rostro.


—Golpeas como nenita —Se burló el agresor.


Y entonces el otro tipo, que había permanecido al margen mientras disfrutaba del espectáculo, se acercó hasta Rin sin que este se percatara.


—¡Rin, cuidado! —Haruka observó como el cerdo asqueroso ese tomaba a Rin de sus cabellos rojizos y lo arrastraba de encima de su compañero.


—¡Suéltame, Basura! ¡Violador de mierda! —Rin se retorció, pataleó y soltó puñetazos en la dirección del sujeto.


El tipo soltó sus cabellos solo para pararse frente a él y darle un puñetazo tan fuerte que lo hizo callar de inmediato durante demasiado tiempo.


—No… N-No…


Haru, asustado al ver como su amigo acaba de quedar totalmente en silencio, intento ir hasta él. Sabía que posiblemente podía hacer nada, después de todo Rin había llegado a salvarlo. Pero necesitaba llegar hasta él. No podía solo quedarse viendo incluso si estaba tan asustado que no podía ni pararse.


Pero, de nuevo, sus planes se vieron cruelmente interrumpidos cuando el tipo al que Rin había golpeado lo sostuvo de los cabellos y le impidió avanzar.


Él gritó porque dolía, y sollozó. Pero en ese momento, ni siquiera le interesaba que pudiera pasarle. Solo podía pensar y ver en dirección de Rin deseando que todo fuera una horrible pesadilla de la cual despertarían pronto.


Los hombres los dejaron a ambos en el suelo, en el frío y húmedo suelo mientras se posaban ahí, sobre ambos, tocándolos como querían mientras las lágrimas desbordaban del rostro de Haru y Rin aún parecía medio desorientado. 


—Por f-favor… no —Haruka susurró tan bajito que seguramente nadie escuchó.


Y de alguna forma Rin lo había hecho, y había volteado en su dirección. Y lo vió mientras el tipo al que había golpeado lamia todo su cuerpo desnudo y manchaba su piel con la sangre que goteaba de su rostro mallugado.


A Rin se le rompió el corazón al verlo llorar en silencio, al ver sus ojos azules más preocupados por él que por si mismo. Al verlo ahí, tan quieto, como si se hubiera resignado a que nadie los ayudaría.


—Rin… —Haruka dijo, con sus ojitos azules llenos de lágrimas y sin dejar de verlo ni un solo segundo mientras extendía una mano tratando de tocarlo.


La furia se desbordo del cuerpo de Rin.


¡Malditas ratas asquerosas!


¡Malditos violadores hijos de puta!


¿¡Cómo se atrevían a tocarlo a él!?


¡A él, que había sido tan puro e inocente desde siempre!


Rin estaba llorando, de enojo y frustración. Malditas basuras, ¿Cómo pudieron atacarlo? Ahí, justo ahí, donde siempre había sido su maldito lugar seguro. Su absoluta zona de confort. ¿¡Cómo se atrevían!?


Rin gritó, y fue tan repentino que desde luego sorprendió a su agresor, y aprovecho ese instante para golpear el punto que sabía solería siempre. Su rodilla se estampó en su entrepierna haciendo que el tipo gruñera y maldijera a los cuatro vientos, luego también golpeó su rostro poniendo en su puño las fuerzas que le quedaban y absolutamente todo su enojo.


Logró liberarse de su agresor unos segundos, los sufrientes como para intentar gatear hacia Haru. Necesitaba llegar hasta él. Tenía que protegerlo.


—¡Haru!


—¡Rin!


Ambos con las manos extendidas creyendo con todo su corazón que podrían estar a salvo siempre y cuando estuvieran juntos.


El tipo tomó a Rin de los cabellos nuevamente y lo alejó con violencia más de Haru.


—¿¡Te crees muy listo, eh, pequeña puta!?


—¡Maldito cerdo asqueros..


Haru vio como volvía a abofetearlo. Como Rin, a pesar de que le había dolido, regresaba el rostro solo para escupirle en la cara. También vió como la furia destelló en los ojos del sujeto.


—Puedes resistirte todo lo que quieras… al final, te voy a violar y también a tu lindo amiguito —Soltó con cinismo.


—¡Hijo de puta! ¡No te atrevas a ponerle tus asquerosas manos encima!


Lanzó una patada intentando golpearlo de nuevo, pero esta vez el tipo sujetó su pierna antes de que lo golpeara, y luego le dio un puñetazo en el estomago que lo dejó sin aliento… y luego volvió a hacerlo.  Volvió a golpearlo en el rostro, haciéndolo sangrar más, lastimando sin cesar su cuerpo.


Pero Rin tampoco solo se dejaba. Él intentaba defenderse a como podía cubriéndose el rostro con sus manos y soltando patadas a diestra y siniestra. Retorciéndose como desquiciado si lo intentaba inmovilizar y gritando todos los insultos que había en su diccionario mental.


¿Pensaron que sería tan fácil? ¡Ja! Estaban muy equivocados.


Mientras tanto, Haru se removió debajo del otro tipo, no simplemente por querer intentar ponerse a salvo, porque, desde luego así era. Pero en realidad estaba más preocupado por Rin que por si mismo. Si tan solo pudiera liberarse de su agresor, tal vez podía ayudar de alguna forma a su peli-rojo, su familia.


Y sin embargo era inútil. No podía hacerlo, no podía ni defenderse a sí mismo, ¿cómo rayos esperaba proteger a Rin?


Los gritos de Rin cesaron súbitamente y entonces Haru vio con horror que él estaba más inconsciente que despierto. Su hermoso rostro mallugado y sangrante debido a los brutales golpes, su pecho subía y bajaba con la acelerada respiración que emitía. Sus ojos rojizos estaban fijos en él.


—P-Perdón… —Sus labios dijeron en un hilo de voz. Entonces el tipo sobre él sonrió, sonrió victorioso mientras se relamía los labios y comenzaba a desvestirlo.


Fue en ese momento que algo hirvió en el interior de Haru.


Algo que nunca antes había experimentado.


Un enorme sentimiento que comenzó a desbordarse en su corazón


—¡Suéltalo! —Gritó. Gritó en serio y sin llanto—. ¡Suéltenlo, cerdos asquerosos!


Algo en sus ojos brillaba, una furia mortífera que amenazaba con inundarlo todo. Rencor puro y enojo desmedido. Por algún motivo fue como si adquiriera nuevas fuerzas. Se retorció, soltó puñetazos, rodillazos, gritos furiosos.


Los tipos solo comenzaron a reír, pues su enojo lucía como algo sin importancia. No importaba cuanto gritara y suplicar… al final no lograría nada más que lastimar su propia garganta.


—¡Suéltenlo, suéltenlo, suéltenlo!


Rin hubiera querido poner más resistencia. Su cuerpo ya ni siquiera le respondía, solo podía llorar al ver como Haru perdía totalmente los estribos.


El siempre tranquilo y calmado Haruka. Eso lo destrozaba aún más. Él que lo hayan llevado a tal extremo de perder la calma en sus ojos de mar, hasta convertirlo en una tormenta demasiado caótica.


Su corazón se llenó de impotencia y tristeza, de asco y de frustración. Era tan, tan inútil. No podía ni proteger a la persona más importante en su vida.


—Perdón, Haru… —Dijo entre sollozos—. P-Perdóname —Porque él jamás se perdonaría. Cerró los ojos con fuerza mientras las lágrimas aún escapaban… si tan solo pudiera imaginar que estaba en otro lugar, si tan solo pudiera perderse en sus pensamientos.


Y entonces hubo algo.


Un repentino silencio total.


Haru se había quedado completamente inmóvil y en completo silencio. Rin, asustado por él, abrió de nuevo los ojos y se enfocó en él y solo él.


—Haru...


—Ja —Una risita lo interrumpió—. ¡Jajajajajajajajajajajajaja! —Era Haru.


El tipo sobre él se le quedó viendo, también el que estaba sobre Rin. Rin mismo lo veía con los ojos llorosos y extremadamente tristes mientras Haru continuaba riéndose.


Lo estaban rompiendo. Estaban destrozando a su familia.


—Suéltenlo —Repitió Haru, dejando de reír y quedando totalmente serio.


Pero no le hicieron caso, los tipos se vieron entre ellos mientras también se reían. Les resultaba tan gracioso que pensara que en verdad iban a soltarlo solo porque él les decía. Los tenían a su total merced y no los dejarían hasta estar totalmente satisfechos. Nadie podría ayudarlos, menos salvarse ellos mismo.


—He dicho… ¡Que lo suelten! —Gritó furioso, tan fuerte como no había gritado antes, Rin incluso creyó que algo se había roto en su garganta. El grito le dio un escalofrío que hizo que su espalda se retorciera, helándole hasta los huesos. Un grito que hizo eco en las paredes del lugar y en lo más profundo de su ser; un grito que jamás en la vida podría olvidar incluso si lo intentaba.


Y fue cuando el caos lo inundo todo.


Las paredes, el techo, el suelo. Todo comenzó a vibrar repentinamente. Las lámparas, los vidrios, fue como si de repente pareciera que todo se les iba a caer encima, aplastándolos hasta los huesos. Los tipos se pusieron de pie, alertas por el inoportuno terremoto. Se observaron entre ellos dispuestos a correr en cualquier momento, no sin antes hacer lo que era necesario para que no los delataran e ir presos.


Luego el temblor desapareció, tan repentinamente como había aparecido. Dejando en total silencio todo. Tan solo se podían escuchar las respiraciones de los agresores y los niños, que continuaban alerta por una posible replica.


Entonces fue como si todo el tiempo hubiese habido explosivos en la piscina, porque repentinamente y en un fuerte estruendo que hizo todo vibrar de nuevo, esta estalló.


El agua llegó hasta él techo en cuestión de segundos, formando una monstruosa columna y destrozando el cristal en un chillido como de cientos de pájaros. Todo se sumió en escalofriante oscuridad iluminada solo por los rayos de luna que se filtraban por el techo y las ventanas destrozadas. Las tuberías comenzaron a silbar haciendo que el suelo temblara de nuevo, las paredes empezaron a agrietarse y agua se filtró de ellas.


Y luego Haru se levantó, muy lentamente, quedando de pie en medio del caos y rodeado por la oscuridad ante los atónitos ojos de sus agresores y de Rin, que no podía, incluso si lo estaba viendo con sus propios ojos, creer lo que estaba sucediendo. Lo que Haru estaba haciendo. Él parecía desprender un aura plateada gracias a la luz lunar que se filtraba, como un hermoso y aterrador espectro.


«Siempre supe que eras especial». Rin pensó. Pero nunca imagino que de esa manera.


—¡Jajajajajaa! —Haru comenzó a reír de nuevo, haciendo que escalofríos le retorcieran la espalda a los tipejos, mientras que Rin solo podía llorar por verlo tan destrozado mentalmente.


Porque más que una risa burlona y desquiciada, Haru parecía que lloraba desconsolada y desesperadamente. Y Rin solo quería tener las fuerzas suficientes para ponerse en pie e ir a abrazarlo y decirle que todo estaría bien.


Si tan solo pudiera levantarse.


La risa de Haruka fue apagándose lentamente mientras él se enderezaba y observaba a los tipos con sus hermosos ojos de un azul frío y cubiertos de un odio desmedido.


—Los voy a matar.


Los tipos, consientes de que hablaba muy enserio luego de lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos, giraron sobre sus pies y salieron corriendo en busca de las salidas, tomando diferentes direcciones.


Pero Haruka no iba a dejar que escaparan.


Él gritó al mismo tiempo que alzaba sus manos a la altura de sus hombros, el agua pareció ondularse detrás suyo, reaccionando a sus movimientos, a sus emociones. Haru extendió los brazos en diferentes direcciones, hacia cada uno de los dos tipos, y entonces el agua se agitó en demasía, separándose por la mitad y luego una de esas mitades se separó en partes iguales y esas partes adquirieron la forma de sus manos, y cuando Haru hizo los movimientos con sus brazos, el agua lo imitó.


Los brazos hechos del vital liquido se alargaron, estirándose rápidamente y en un segundo en busca de sus blancos. Los tipos solo sintieron como si un auto los arrolló, lanzándolos con increíble fuerza a la pared más cerca y haciendo que cada hueso de su cuerpo crujiera. Cayeron al suelo frío totalmente húmedos, desorientados y sangrando. Mientras Haru se reía observándolos a la distancia.


Rin lo veía horrorizado.


Ese no era Haru.


Ese no era su mejor amigo, su familia.


Haru era muy tranquilo, era tierno y llegaba ser en serio muy dulce. Podía ser algo callado pero sus ojos eran risueños y su sonrisa tan radiante como el sol.


Esos bastardos, esos malditos lo habían tomado y lo había lanzado a las profundadas del océano, a lo más oscuro de lo que Haru era.


Tenía que traerlo de vuelta. No podía dejarlo ahí solo, sufriendo. No podía permitir que esos malditos desgraciados se salieran con la suya. No podía perderlo, no a Haru, no a su familia.


Intento levantarse, fallando desastrosamente en el inicio, pero no se daría por vencido, no podía. Incluso si todos sus huesos gritaron en cuanto se puso en pie y cada parte de su cuerpo dolía como mil infiernos, Rin avanzó lentamente a hasta el chico de fríos ojos azules.


—Haru —Dijo su nombre con dolor—, p-por favor detente… para e-esto.


Pero Haru no lo escuchó.


En su lugar, gritó de nuevo, esta vez alzando los brazos totalmente hacia el cielo solo para dejarlos caer con violencia. La forma de brazos que el agua había tomado lo imitó de nuevo, elevándose hasta donde estaría el techo y luego dejándose caer de golpe como una corriente indomable.


Las manos aplastaron a los tipos contra el suelo, sus huesos crujieron de forma escalofriante de nuevo y más sangre brotó, de sus bocas, de sus oídos, de sus cabezas. Rin intento ignorarlos, esos bastardos malnacidos no merecían menos que eso. Pero al final volteo a ver en el momento en el que las manos de agua los tomaban y alzaban en el aire, solo para que, con un nuevo grito de Haru, fueran estrellados contra el piso.


Rin cerró los ojos, sin embargo, alcanzó a ver el momento en el que la cabeza de los tipos parecía una sandía destrozándose contra el pavimento. La sangre corrió y se mezcló con el agua. Sintió náuseas, pero decidió ignorarlas. Necesitaba, tenía que llegar hasta Haru.


—Haru… —Insistió.


Caminar era un suplicio, pero eso no importaba. No importaba cuanto dolía, cuanto sus huesos chirriaban o como sus músculos se tensaban. Solo importaba Haru y que tenía que salvarlo.


Finalmente, luego de que le pareció una eterna tortura, llegó hasta él.


—Haru… —Le llamó de nuevo sonando algo desesperado luego de que las veces anteriores lo ignorara.


Rin lo tomó de los hombros y se paró frente a él, pero Haru parecía estar en algún lugar muy diferente, aunque su cuerpo estuviera allí con él. Le llamó una vez más, pero parecía no importar cuando dijera su nombre.


Haru estaba gritando, quizá ya no tan fuerte como las primeras veces, pero seguía sacando todo su dolor y frustración. Así de cerca como estaban en ese momento, Rin pudo apreciar mejor la tormenta en los ojos de su familia. Haru lloraba, cada grito de sus labios salía acompañado por lagrimas que no se detenían. Su expresión era dolorosa de observar; a pesar de estar en tinieblas, Rin podía verla perfectamente.


Su rostro se contraía en una mueca de tanto dolor y odio, de tristeza y un rencor que era capaz de destrozarlo todo. Estaba dolido y enojado, destrozado, sus ojitos siempre brillantes y llenos de vida estaban opacos y tormentosos, tan llenos de tristeza y sufrimiento.


Rin lo abrazo, se aferró a su cuello como quien se aferra a una raíz delgada en un precipicio sin fin. Sabía que podía no soportar el peso y hacerlo caer a una oscuridad infinita, pero era todo lo que tenía para seguir adelante. Haru era esa raíz para él, y quería ser esa raíz para Haru, quería que se aferrara y no se soltara sin importar cuán difícil fuera continuar sujetándose. No quería perderlo. Era todo lo que tenía en la vida.


—Por favor, H-Haru —Suplicó—. Vuelve. Por favor vuelve. Yo ya estoy bien, ya estamos bien. Nadie nos hará daño. Ya nadie nos tocará, así que vuelve. Vuelve. Ya no ensucies más tus hermosas manos.


De repente, Haru se detuvo, el silencio reino tan repentinamente que Rin sintió que le faltó incluso el oxígeno. Se alejó de su cuello para poder observar sus ojos. Estaba ahí, era su Haru, era su mejor amigo, era su familia. El brillo en sus azules irises había vuelto. Lo había traído de regreso.


—Rin… —Susurró el de cabellos negros, poniendo en su bello rostro una expresión de tristeza tan grande que casi consumía su alma—. Rin —Solo podía decir su nombre.


—Aquí estoy, aquí estoy.


Haru siguió llamándolo, era como si no pudiera verlo incluso si lo tenía justo en frente. Sus ojos observaban en todas direcciones, buscándolo, pero no podía verlo por ningún lado. Escuchaba su voz, pero era inútil, no lo veía.


—Rin —Sollozo—. Rin.


—Estoy aquí, Haru, estoy aquí.


Era como si sus ojos estuvieran cubiertos por una neblina que le impedía ver lo que tenía frente suyo. Rin podía ver como el azul de sus ojos se volvía más y más oscuro, como con cada segundo que pasaba la tormenta en su corazón se volvía más violenta.


La cortina de agua detrás de Haru comenzó a ondularse perdiendo totalmente la forma de muro que tenía. Escucho como detrás suyo las manos que había formado cayeron al suelo en un fuerte chapoteo, salpicando sus gotas por todos lados.


El llanto de Haru se volvió cada vez más intenso, las lágrimas no se detenían sin importar cuanto lo llamara y le dijera que estaba frente a él. Simplemente no lo veía y al parecer ya no lo escuchaba.


Pero Rin no iba a dejar que se perdiera.


Lo tomó de las mejillas, lo más tierno que en su vida había tocado a alguien. Acariciando con suavidad. Haru reaccionó de inmediato, inhalando hondamente cuando sintió su toque. Entonces Rin se acercó a él, uniendo su frente con la suya sin dejar de acariciar su rostro.


—Estoy aquí, hermano —Susurró—. Estoy aquí contigo, Haru.


El muro de agua cayó totalmente, salpicando por todos lados y mojándolos a ellos en el proceso. Estaban allí, en medio de todo ese desastre que era la piscina climatizada y la oscuridad plateada gracias a la luna y empapados hasta los huesos. Y era él, era Haru quien estaba a su lado, su Haru estaba, ahora sí, totalmente de regreso con él.


—Haru… —Dijo él, al momento que también lo tomaba de las mejillas y lo observaba con sus ojos azules brillantes.  El caos en su interior había menguado en su totalidad—. Estas aquí.


—Te veo. Ya puedo verte.


Y luego un paisaje que muy pocas veces Rin había observado se mostró ante sus rojizos ojos.


La sonrisa de Haru.


Una sonrisa amplia y hermosa, brillante, de esas que eran contagiosas y achinaban la esquina de sus ojos. Una sonrisa que era capaz de enceguecer por ser tan resplandeciente. Así sonreía Haru, y así sonrió Rin a verlo a él. Y entonces ambos se abrazaron, se presionaron contra el otro como si no hubiera un mañana, temblando mientras las lágrimas y los sollozos inundaban sus rostros y el lugar.


—T-Tenía mucho m-miedo —Haru confesó—. No-No quería q-que te las-lastimaran…


—Lo s-sé, y-yo también te-tenía mu…cho miedo.


Continuaron aferrándose al otro mientras lloraban, seguros de que nadie los separaría, de que nadie les haría más daño.


.


.


.


 


Rin regreso de sus pensamientos debido a un suave toque sobre su mejilla, al enfocar sus ojos, Haru lo veía un poco preocupado. Se había perdido tanto en los recuerdos de esa noche que no había escuchado cuando le llamó.


—Estoy bien —Dijo, tratando de calmarlo—. Entonces… ¿irás conmigo?


El de cabellos negros desvió la mirada, totalmente inseguro de todo fuera de ese pequeño apartamento. Desde hacía años se vuelto su mundo entero y nada existía al otro lado de las cuatro paredes. Tenía miedo de las personas y miedo de si mismo.


Amaba el agua más que nada, y también le aterraba.


Los recuerdos de esa noche lo atormentaban en el día y en sus sueños lo torturaban cruelmente. Despiadadas pesadillas, así como despiadado había sido él al matar a esos tipos. Sus gritos en las noches hacían llorar a Rin mientras lo abrazaba y le pedía disculpas por no haber sido lo suficientemente fuerte.


Su mayor miedo era perder de nuevo el control sobre si mismo y lastimar a Rin. Quería estar lejos de él, pero no podría soportarlo si lo dejaba. Perder a Rin sería lo peor que le podría pasar; perder el agua lo mataba lentamente, pero perder a Rin significaría morir cruelmente, lo destrozaría de la peor forma. Rin era lo único que lo mantenía atado a la realidad y si lo perdía entonces ya no tendría nada.


Encerrarse en ese destrozado lugar que llamaban hogar había sido su respuesta para proteger a las personas de sí. Para protegerse él mismo de otros que quisieran hacerle daño.


Siempre observando desde la ventana el mundo real. Acorralado en esa pequeña tina. Anhelando sumergirse totalmente en ese mar que yacía en la distancia. Sus ojos tristes y vacíos.


Se sentía muerto en vida y su único soporte era Rin.


Pero sabía que toda esa situación era difícil para él. Lo lastimaba.


Y no era justo porque Rin lo único que había hecho siempre fue apoyarlo y estar para él. Abrazarlo cuando sentía que la oscuridad lo consumía, sonreírle en sus momentos más tristes.


Si existía alguna otra opción para él, para aligerar esa carga en su familia, debía ser valiente no solo por Rin, sino también por sí mismo. No podía vivir toda su vida encerrado en esas cuatro paredes llenas de moho, no podía condenar de esa forma al peli-rojo. Tenía que tomar oportunidad para cambiar su situación. Para mejorar sus vidas.


Haru cerró sus ojos e inhaló hondamente, cuando los abrió de nuevo, Rin fue capaz de ver en ellos un brillo de determinación que hacía tanto no veía y que, en algún momento, llegó a pensar que ya no vería.


—Iré —Aceptó, sonriendo dulcemente.


Rin solo pudo abrazarse a él y llorar. Sabía cuan difícil era para él aceptar. Sabía el miedo que corría por sus venas… y aún así estaba aceptando.


Haru era tan valiente.


—Entonces e-esta de-decidido —El de ojos rojizos habló—. Mañana iremos a la playa.


—Sí.


Permanecieron allí, abrazados en la vieja cama de ese viejo apartamento, hasta que el sueño cayó sobre ellos como un manto, reconfortándolos y haciéndolos olvidar por un momento el dolor.


 


~•§•~


 


Cuando salieron del apartamento al día siguiente, Rin tenía un sentimiento extraño.


Haru se había aferrado a su brazo mientras se pegaba a su costado, alerta de todo. En el cielo, el sol brillaba con poca intensidad ya que no era ni medio día. Parecía que haría buen clima, perfecto para un picnic en la playa.


En realidad Rin no había planeado algo como eso. De hecho, no había creído que Haru aceptaría, así que no tenía ningún plan. Pero estaba bien, podían comer en algún puesto de comida rápida. Incluso dormir fuera.


Irían a un lugar algo apartado, pero tampoco estaba tan lejos, así que ir a pie era buena idea.


No quería presionarlo demasiado, hacia tanto que no tenía el mínimo contacto con alguien que no fuera él, que debía adaptarse a las personas en el mundo real. Por supuesto, no iba a hacer que conviviera con nadie, pero al menos que viera a alguien además de él, que le diera el sol al aire libre.


Parecía un perrito desconfiado viendo en todas direcciones aferrado a su brazo. Hasta cierto punto era lindo, pero entonces Rin recordaba el motivo por el que desconfiaba de todo y entonces la ternura desaparecía.


Esa noche, luego de haber estado abrazados un tiempo que no recordaba exactamente su duración, Haru se había quedado en silencio unos segundos. Él creyó que estaba sintiéndose mejor, que estaba más tranquilo, pero entonces Haru se alejó… y fue entonces que noto que estaba sangrando de la nariz y la boca.


Su amigo entró en una especie de shock, sus ojos lucían aterrados y su pecho se hinchaba al respirar demasiado rápido. Su cuerpo temblaba horriblemente. Rin intento ayudarlo, pero no logró siquiera terminar de procesar la situación cuando Haruka se desmayó en sus brazos.


Las primeras noches… los primeros meses fueron los peores. Pero sobretodo esa noche, esa primera noche fue la peor de su vida.


¿Qué se suponía que debía de hacer?


¿A dónde irían a partir de ese momento?


Solo eran niños.


Solo se tenían a ellos mismos.


No existía explicación lógica que justificara tal escena. Todo era un caos de escombros, pedazos de vidrio y agua. Sin olvidar los dos cadáveres a un lado que regaban su sangre en todo el suelo. Salpicaduras por donde fuera luego de la brutalidad con la que habían sido asesinados.


¿Alguien si quiera les creería si intentaban explicar que habían sido ellos las víctimas? Esos cerdos asquerosos habían querido violarlos. Los habían golpeado brutalmente, los habían tocado de forma repugnante. Rin, a pesar de los años, no olvida las náuseas de esas manos sobre su cuerpo. Haru no era el único que tenía horribles pesadillas.


Esos tipejos habían provocado todo eso, fueron ellos quienes llevaron a su límite a Haru. Haruka no tenía la culpa… no la tenía.


Rin no sabía que debía hacer, su cabeza era un remolino de emociones en ese momento. Solo entendía que no podían ir a la policía y no podían volver al orfanato. No importaba qué dijeran, era imposible que les creyeran. Prácticamente todos sabían que Haru estaría en la piscina climatizada.  Y aunque bien el podía solo hacerse a un lado, se cortaba primero la cabeza antes de dejar a Haru solo.


También podían inventar una historia. Pero sinceramente dudaba crear una tan convincente como para que le creyeran. Y dado que no podrían dar una excusa creíble, se verían como los principales sospechosos.


Si de alguna forma lograban averiguar de lo que Haru era capaz, ni siquiera quería imaginar las cosas que le harían…


En ese momento se armó de valor guardando sus emociones profundamente, no debía titubear ni un poco.


Tomó a Haru y salió de ese lugar con él inconsciente en su espalda. Debía ser rápido pues seguramente las patrullas no tardarían en llegar al lugar, debía apartarse lo más que podía. Afortunadamente en ese momento contaba con algo que dinero, y gracias a las malas juntas que había estado teniendo, que para nada eran para enorgullecerse, conocía ciertos lugares a los que podría ir y no harían ninguna pregunta del porqué llegaba con otro chico inconsciente y sangrante, sin contar que él mismo era un total desastre. Estaba incluso más lastimado que Haru pero aun así había logrado llevarlo a cuestas y alejarse del desastre.


Esperaba que lo que tenía en los bolsillos fuera suficiente por unos días, solo tenía que esperar un poco a que las aguas se calmasen, luego volvería a escondidas al orfanato, pues en su habitación en un lugar secreto, tenía los ahorros de prácticamente toda su vida. Con ello podrían ir lo más lejos que pudieran y mantenerse por un tiempo, el necesario para encontrar un trabajo con el que sobrevivir ambos… esperaba que así fuera.


Claro, había sonado tan simple.


Sobre todo, porque no contó con que Haru estuviera inconsciente casi un mes luego de esa noche.


Había sido horrible, una tortura que no acababa nunca. Rin había perdido la cuenta de cuantas veces lloró junto a Haru, cuantas veces le rogó porque despertara, cuantas noches en vela paso esperando y esperando porque sus azules y bonitos ojos lo vieran otra vez. Y, cuando al fin sucedió, había llorado hasta ahora él quedarse dormido mientras lo abrazaba.


En ese entonces creyó que las cosas mejorarían con Haruka de regreso… pero no fue así. Haru mostró un cambio tan doloroso que el corazón de Rin se rompía un poco todos los días.


Haruka siempre fue un chico calmado pero risueño. Pero luego de esa noche, sus ojos bonitos se veían siempre tristes, apagados, desconfiados y temerosos. La sonrisa en su rostro apenas y lograba verla, pasada días sin decir una sola palabra. Si era necesario, prefería quedarse en casa a tener que siquiera estar unos metros cerca de otras personas.


Rin lo había motivado a que saliera un poco, que le diera el sol. Podían ir a la playa o algún parque, o a acampar. Haru podía ver la tristeza en sus ojos rojizos así que había querido cambiar un poco su actitud por él, por lo que al menos intentaba salir a hacer las compras al Mini-Market a una cuadra.


Como esa vez, en la que Haruka había ido a comprar un poco de comida para ambos, pero pasadas unas horas no volvía. La mente de Rin se fue por un camino demasiado turbio al pensar en las cosas que podían haberle pasado. Al salir a buscarlo tan preocupado que casi se le salía el corazón del pecho, lo había buscado y buscado sin para por varias horas más; al final, luego de varias vueltas por donde se le pudiera ocurrir mientras la lluvia comenzaba a caer intensificándose a cada segundo, lo había encontrado en un callejón, abrazado a sus piernas con el rostro oculto entre sus extremidades y empapado hasta los huesos.


Al acercarse a él, sintiéndose horriblemente aliviado, pronto sintió que acababan de darle un puñetazo a la boca del estómago. Haru se veía terrible, su cuerpo temblaba y a pesar de la lluvia podía escuchar sus sollozos. Cuando sus ojitos lo vieron, se levantó de prisa y se lanzó a él, llorando incluso más alto que antes, aferrándose a su cuello como si la vida se le fuera en ello. Rin había llorado mientras lo abrazaba con fuerza.


Más tarde esa noche, Haruka le explico lo que había sucedido.


Había estado nervioso entre tantas personas, había sentido miedo de que siquiera lo tacaran, siempre alerta de que tampoco lo reconocieran. Asustado de todo y de todos. Sin querer sus pensamientos se habían inundado de los recuerdos de esa noche. De lo que le habían y lo que él mismo había hecho. Le había comenzado a dar un ataque de ansiedad mientras estaba en medio de la acera y algunas personas se le acercaron para ver si se encontraba bien.


Pero él no había reaccionado bien debido a que su mente se encontraba en otro sitio. Sus emociones habían comenzado a desbordar y no había podido contenerlas, por lo que ocurrió lo que más había temido y no había dicho a Rin. Cuando las personas se le acercaron, debido al miedo que sintió cuando lo tocaron, había hecho que una boca de incendios que estaba cerca estallara, el agua había golpeado a las personas porque él así había querido, porque había tenido miedo y no quería que le hicieron daño.


Había sido un caos total. Algunas personas corrieron a auxiliar a quienes habían sido lastimados. Otros se apartaron temerosos lo más que pudieron. En cambio, hubieron quienes se quedaron ahí, viéndolo, juzgándolo. También hubo quienes llamaron de inmediato a la policía.


Haru había corrido tan rápido como nunca antes lo había hecho y sin mirar atrás, muerto de miedo y ansiedad. Había llorado tanto que ya no recordaba cuanto tiempo llevaba en ese callejón cuando Rin al fin lo encontró.


Rin una vez más se lamentó y se culpó por no haber estado a su lado, llorando con él mientras Haru temblaba ante los recuerdos desagradables. Quería tanto a su mejor amigo y quería tanto protegerlo, sabía que sus emociones eran totalmente inestables, pero no era como si solo pudiera ir y pedir ayuda con profesionales. El incidente aún era reciente y sus rostros habían salido en la televisión. Eran fugitivos.


En ese momento no supo que más hacer más que alejarlo de lo que le hacía daño, fue como si lo encerrara en una botella de cristal para que no lo lastimaran, pero al final eso tampoco fue algo que le hizo bien, al contrario, solo hizo que las cosas se volvieran peor para Haru.


Solo eran niños asustados que no sabían que hacer, pero hicieron lo necesario para tratar de sobrevivir. Rin tuvo que hacer cosas de las que no estaba orgulloso, cosas que lo asqueaban y lo atormentaban en la anoche junto con los horribles recuerdos de esa vez, pero no se arrepentía porque esas cosas horribles los habían ayudado a sobrevivir... Pero había ocasiones en las que deseaba que las cosas hubieran sido diferentes. Que hubieran tenido apoyo de alguien más. Que no tuvieran que vivir de la forma en la que vivían.


Ojalá hubiera tenido más opciones que las que tuvo para salir adelante con Haru. Conseguir trabajo para un niño menor de edad que no tenía papeles ni padres fue prácticamente imposible.


Incluso ahora, con veintiún años todavía había sido difícil. Había tenido varios trabajos, pero no eran precisamente los mejores del mundo. Lo trataban mal, tenían mala paga… pero era lo que había. Al menos era algo. Al menos habían podido sobrevivir hasta ese momento.


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.


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De vuelta a su realidad, sonrió apenas de medio lado al sentir un apretón en su brazo por parte de Haru. El seguía tan alerta como hacia… no sabía cuánto. No podía medir cuanto tiempo se perdió en sus recuerdos de nuevo; pero había algo diferente, el clima ya no era soleado como al inicio.


Estaba nublado, aunque el viento no corría por lo que realmente estaba aún fresco. No sería un problema para ir a la playa.


«Nublado, eh», pensó.


Siempre se había preguntado si Haru de alguna forma intervenía con los cambios del clima. Si su estado de ánimo, como en ese momento, lograba que las nubes lo cubrieran todo. Parecía lógico teniendo en cuenta que hacía no mucho realmente había un clima excelente.


Él había tratado de investigar acerca de sus habilidades, pero no había encontrado algo que fuera realmente útil, además de que a Haru no le gustaba hablar de sus «poderes» por lo mismo de que les temía.


Al menos ir a la playa era un gran paso. Uno realmente demasiado enorme.


Sabía que incluso si le temía, la amaba, y la extrañaba tanto que le dolía. Había pasado varias semanas buscando el lugar indicado, uno donde no serían molestados y que fuera perfecto para Haru. Claro, una piscina era una opción imposible, su hermano necesitaba más tiempo para poder al fin acercarse a otras personas. Y claro, no es que hubiese muchas piscinas con tremenda belleza natural al frente.


Y entonces había encontrado ese sitio al que iban.


Dejando de lado la porquería de vida que habían tenido, había que admitir que el lugar en el que vivían ahora era hermoso. Claro, su apartamento era jodidamente pequeño, realmente a veces incluso resultaba sofocante, pero la espléndida vista sí que lo compensaba.


Vivían en un hermoso pueblo costero en medio del mar y montañas boscosas. Con estructuras y casas coloridas que daban cierto aire de un pueblo europeo antiguo, con sus calles adoquinadas y sus ventanas llenas de flores y paredes con enredaderas. Era un lugar bastante grande a comparación de otros y recibía muchos visitantes por su irrefutable belleza. Afortunadamente nunca habían tenido un problema de alguien reconociéndolos por lo que relativamente habían vivido bien. Aunque no siempre fue así. Habían viajado mucho, cada vez alejándose más de su cuidad de origen, hasta que al fin habían encontrado ese hermoso pueblo hacía un par de años.


No podía decir que mucho, pero sus vidas habían realmente mejorado al menos un poco al llegar ahí. No era el mejor del mundo, pero el trabajo que tenía en el puerto había sido mejor que otros y eso era ya un gran alivio. Las personas, al menos con quienes tenía contacto, eran amables con él. Si las cosas iban bien como hasta ese momento, podían vivir mucho tiempo allí. Eso sería muy lindo.


Podía serle de mucha, muchísima ayuda a Haru, pues el lugar realmente era muy hermoso y relajante. Podía ayudar con sus emociones y calmar un poco su corazón herido. Solo debía darle la oportunidad.


Así como estaba haciendo ahora.


Con Haru aferrado fuertemente a su brazo, podía sentir como su corazón latía desenfrenado. Si era sincero, el suyo también bombeaba como loco.


Rin suspiró, inhalando hondamente para calmarse, pues si no era él quien estaba tranquilo, no había forma de que pudiera calmar a Haru si algo salía mal. Que esperaba no fuera el caso, pero siempre había que pensar en un plan por si las moscas.


Avanzaron por las calles adoquinadas del hermoso pueblo, desviándose aquí y luego allá en los callejones. A Rin realmente le sacaba una sonrisa lo hermoso que era ese lugar. Algunas personas lo saludaron al reconocerlo mientras parecían algo sorprendidos de verlo con Haru, pues no era que saliera muy seguido. Otros le sonrieron con esa amabilidad que caracterizaba el lugar. Ellos siguieron avanzando, poco a poco alejándose de las personas y las casas.


Haru creyó que irían a la playa tomando el camino del puerto, pero en su lugar, Rin los llevó por el camino contrario. El de ojos azules no entendía a donde los quería llevar, pero se alejaban de las personas y eso era un gran alivio para él.


Entonces se adentraron el pequeño bosque a un lado del pueblo, perdiéndose entre los árboles y el follaje. Las aves endulzaban el ambiente con sus cantos mientras las cigarras le daban un toque misterioso. Los rayos del sol se filtraban por las ramas, de los árboles y el viento mecía sus copas. Lo que realmente sorprendió a Rin pues hacia no mucho se había nublado luego de haber buen clima. Pero eso solo volvía más fuerte la teoría de que el estado de ánimo de Haru realmente afectaba en parte el estado de este. 


A Haruka casi se le sale el corazón cuando un pequeño conejito pasó brincando justo frente a ellos. Una risita por parte de Rin luego de ello le quito toda la tensión en el cuerpo. No supo cuánto tiempo exactamente estuvieron caminando, hasta que por fin salieron del pequeño bosque en un terrero libre de vegetación más que hierva. Era un pequeño acantilado que dejaba ver perfectamente la belleza del mar. Nada yacía al frente más que litros y litros de agua. Azul abajo hasta donde sus ojos alcanzaban y azul en el cielo despejado e infinito.


Rin, de inmediato, volteó a ver a Haru para no perderse ni un solo detalle de su reacción.


Los ojos de Haruka se expidieron, primero se vio absorto totalmente en el horizonte mientras avanzaba paso a paso, lentamente, con Rin detrás suyo.


Al llegar al final, allí en la orilla, el de cabellos negros se inclinó para observar hacia abajo. Cuando vio las olas golpear la roca del acantilado, una sensación inundó su pecho, algo desbordante que le hizo sentir terriblemente ligero. Un anhelo tan fuerte por estar dentro del agua, mojarse hasta los huesos y pasar horas y horas nadando, sumergido mientras su mente se liberaba de todo.


Él entonces luego se enderezó, y cuando lo hizo, sus ojos se encontraban brillando hermosamente con la luz solar y el azul precioso del mar reflejado en sus pupilas. El aire dando directamente en el rostro de Haruka y el sonido de las olas chocando abajo contra las rocas, removió todas las entrañas de Rin. Haru Inhaló hondamente, cerrando los ojos con fuerza unos segundos, cuando los abrió de nuevo, el brillo en ellos se había intensificado gracias a las lágrimas que comenzaban a brotar. Soltó un sollozo y Rin lo observó con ternura mientras su cuerpo se estremecía por el llanto.


Entonces Haru sonrió, sonrió igual que antes, sonrió con alegría y una felicidad que golpeo el pecho de Rin con fuerza, haciéndolo llorar a él también. Sus ojos azules tan brillantes y llenos de vida, sus labios abiertos mostrando sus dientes, sus ojitos achinados y su cabello meciéndose con el viento.


Las lágrimas en Rin brotaron con total libertad. Y antes de darse cuenta ya lo estaba abrazando y Haru correspondiéndole. Y solo eso fue tan… liberador.


En todo ese tiempo jamás se habían sentido tan bien como en ese momento. Ahora solo estaban allí, abrazados con el mar como único testigo de su dolor y su alegría, de todo el alivio que sentían en su corazón marchito, pero que en ese instante se sentía como si comenzara a florecer.


De la nada solo comenzaron a reírse. A reír mientras lloraban. Se alejaron y se vieron a los ojos con esa alegría de antaño. Fue como si volvieran a ser niños. Esos niños inocentes que querían ser los mejores nadadores del mundo, llenos de vida e ilusiones, con una voluntad más fuerte que la de cualquier adulto. Se sintió como si todo hubiera sido un sueño, una horrible pesadilla. En ese momento, en ese instante, era como si pudieran olvidarse de todo lo sucedido, como si fueran capaces de dejar todo el dolor atrás.


La alegría en sus corazones fluía sin detenerse como un rio de agua indomable, y no podían ni querían detenerla.


—¿Nos lanzamos? —Preguntó Rin de la nada mientras se limpiaba los ojos.


—¿Qué?


—Lancemos —El peli-rojo sonreía.


—¿Desde aquí?


—Sí.


—¿No sería peligroso?


—Para nada, cuando estuve aquí antes lo comprobé. Está profundo, solo debemos saltar lo suficientemente lejos.


Haruka sonrió con un brillito travieso destellando en sus ojitos de mar. Claro que quería saltar, solo quería saber si Rin hablaba en serio. Si estaba seguro lo que significaba saltar con él al agua.


—A la cuenta de tres —Dijo, tomando sin dudar la mano de su mejor amigo, de su hermano—. Uno.


—Dos —Rin sonreía de oreja a oreja, apretando orgulloso la mano de Haru. Los dos retrocedieron al mismo tiempo para agarrar impulso.


—¡Tres! —Ambos gritaron mientras reían y corrían hacia la orilla para luego lanzarse.


Esos segundos en el aire antes de caer y hundirse en el agua se sintieron eternos. Como si el tiempo se hubiera ralentizado para permitirle a Rin poder apreciar la hermosa y deslumbrante sonrisa de ese Haru que se divertía como nunca. Claro, habían tenido momentos divertidos. Pero ese, luego de tanto por lo que habían pasado, era mágico.


Era aún más especial.


Cuando cayeron sumergiéndose totalmente, sus manos aún estaban unidas. Luego Haru se soltó, ansioso de nadar, de desplazarse en el agua como hacía tanto anhelaba hacerlo. Y lo hizo, nadó… no, en realidad fue como si volara. O al menos así lo sintió Rin, que permaneció un momento sumergido observándolo.


Era hermoso, bellísimo. La forma en la que Haru nadaba siempre le había resultado demasiado fascinante, atrayente. Simplemente no podía apartar la mirada de él, de la forma en la que se desplazaba. Era uno con el agua. Había, literalmente, nacido para estar en ella. Se deslizaba con una belleza simplemente de otro mundo.


Podría haber estado horas allí, viéndolo, contemplando, pero a diferencia de Haruka, él no podía permanecer grandes periodos de tiempo sumergido, por lo que el aire le faltó y tuvo que salir a la superficie soltando una bocanada.


Braseó hasta la orilla, a una cueva que no estaba muy lejos de él. Ingreso, dejándose caer en la arena que había dentro de la cueva, esta tenía toda la forma circular de un cenote, el techo de piedra estaba medio abierto como un gran traga luz, mientras que abajo tenía varias entradas. Había un poco de musgo en las paredes de piedra clara.


Era un lugar muy bonito y tranquilo, perfecto para relajarse. Sonrió al escuchar lo suaves chapoteos de Haru al salir un momento a la superficie solo para un segundo después volver a sumergirse. Rin se mantuvo allí, desparramado totalmente en la arena viendo el cielo por medio del hueco en el techo de la cueva, sonriendo por la felicidad que desbordaba del cuerpo de su hermano.


Haruka por su parte parecía una criatura marina, como un juguetón delfín. Sumergiéndose, nadando de un lado a otro y, sin realmente darse cuenta, impulsándose fuera del agua por segundos. En el mar sus lágrimas de felicidad pura quedaban, y sus sonrisas enormes que no se borraban de su rostro. Había extrañado tanto la sensación del agua rodeando su cuerpo, de estar sumergido por tiempos que nadie lograba comprender.


La paz, la tranquilidad en su alma y corazón al estar debajo del agua. La sensación de estar en su hogar. Desde esa noche en su pecho yacía un enorme vacío que por más que intentaba o quiso, no pudo llenar. Pero ahí, en ese momento, ese vacío ya no existía. El agua siempre fue una parte de él y al alejarse algo de su alma faltaba, sin embargo, ya no más.


Estaba completo ahora.


Tenía a Rin y tenía el agua de vuelta.


Todo estaba bien.


Perfectamente bien.


Se quedó allí, flotando en el mar que repentinamente había cesado drásticamente sus movimientos. Había una calma que nunca podría verse en condiciones normales. Pero para Rin, que volvía a observarlo a la distancia, no muy lejos realmente; era clara señal de la paz mental de Haruka. El agua lo reflejaba, ahora estaba tranquilo, estaba feliz. La calma en su corazón dejaba en calma el agua a su alrededor.


Haru sonreía con los ojos cerrados mientras solo estaba ahí, flotando sin hacer ningún movimiento. Solo meciéndose con el calmado movimiento del agua, escuchando alguna que otra ave en la distancia y las pequeñas olas golpear suavemente la roca del acantilado.


Sentía una paz que simplemente creyó no volvería a sentir.


Dejó de flotar, permitiendo tranquilamente que el agua lo hundiera, que lo abrazara. Se sintió como si estuviera diciéndoles que a partir de ese momento todo estaría bien. Que las cosas cambiarían para mejor.


Y entonces algo agarró su pierna,


Ese algo se aferró tan fuerte a su tobillo que Haru no soltó solo un jadeo se sorpresa, sino también uno de dolor al mismo tiempo que se sobresaltaba haciendo que agua salpicara. Todo sucedió en apenas unos pocos segundos, pero se sintió como si hubiera sido una eternidad.


Se enderezó, flotando verticalmente en el agua, sus azules ojos asustados de inmediato miraron bajo el líquido en dirección de su extremidad. Su corazón se había acelerado, su pecho se hinchaba y él respiraba por la boca de manera frenética. Sus parpados se extendieron en demasía al sus pupilas vislumbrar lo que lo sujetaba del tobillo.


Una mano, no… no era una mano.


Era algo más.


Algo grotesco y horripilante. De un color muerto, tenebroso, con uñas negras y enormes.


Toda la espalda de Haruka se retorció y las alarmas en su cuerpo se dispararon. Su instinto gritaba peligro inminente. Huye.


¡Huye!


Pero en lugar en huir, Haru se congeló al ver más allá del agua y encontrarse con el dueño de esa mano deforme.


Como salida de un cuento de terror, una criatura absolutamente grotesca, monstruosa: con extremidades demasiado largas y huesudas y cuerpo encorvado con partes velludas y partes que no. Sus ojos totalmente negros, la mandíbula de fuera y colmillos enormes que prometían una mordida más que brutal, bestial… esa cosa podía destrozarlo en segundos.


Sus ojos asustados no podían dejar de observar la horrible criatura que apretaba más y más fuerte su pierna. Tenía que moverse, lo sabía. Corría un terrible peligro, pero no podía hacer más que jadear y respirar con la boca totalmente desesperado.


«Rin, ayúdame».


Giró el cuello, a lo lejos, Rin lo observaba con el entrecejo fruncido en una clara expresión de preocupación, pues este había visto el movimiento brusco que había tenido.


Haruka extendió la mano hacia él, casi llorando…


—¡Rin, ayudam…!


La criatura tira tiró de él, haciendo imposible que terminara de pedir ayuda y llevándoselo consigo a lo profundo.


—¡Haruka! —Rin gritó, levantándose de golpe y lanzándose al agua para intentar llegar a él. No sabía que ocurría, pero si Haru lucia así de asustado estando dentro del mar, no podía ser absolutamente nada bueno. Además, la forma en la que se había sumergido…


Haruka, con cada segundo era arrastrado más y más hasta el suelo marino. Y sus lágrimas desparecían en el mar mientras él trataba de liberarse del agarre que cada vez era más fuerte. Se inclinó sobre si y comenzó a golpear la grotesca mano de la criatura, tratando inútilmente de que lo soltara. Lo pateó en repetidas ocasiones con su pierna libre, pero no logró nada.


Fue en ese momento en el que creía que nada podía ser peor, que vislumbró algo en el fondo de esa parte del mar. Un aro de luz multicolor que se volvía cada vez más oscuro y siniestro, haciendo que el agua alrededor de este se tornara negra, como si petróleo hubiera sido derramado en ella. Algo en su interior transmitía una energía maldita y destructiva que le retorció toda la espalda debido al terror que le provocó. Si entraba en ese lugar, jamás saldría, la maldad que desbordaba lo paralizó unos segundos de nuevo. Fue como si hubiera visto a la mismísima muerte directo a los ojos.


«Rin».


Haru gritó asustado, grito que murió en el agua y jamás se llegó a escuchar, tan solo de sus labios brotaron decenas de burbujas que corrieron hacia la superficie mientras él terminaba de ser arrastrado hacia el vórtice.


La desesperación se apoderó de su mente y de su corazón, haciéndolo perderse en un miedo que amenazaba destrozar no solo a su captor, sino a él mismo. Terror puro brilló en sus ojos, el miedo de no poder salir vivo de esa situación carcomió su mente llevándolo lejos, muy lejos.


Un grito silencioso acallado por lo que más amaba salió una vez más de sus labios, provocando que las corrientes se agitaran y haciendo que se mecieran de un lado hacia otro. La garra que sostenía su pierna comenzó a deslizarse hacia abajo, llevándose en sus largas uñas parte de su piel y haciendo que la sangre se mezclara con el agua.


No importaba si su pierna salía herida, en ese momento él no podía sentir más que terror. Puro y crudo terror.


 


~•§•~


 


Rin nadó lo más rápido que pudo hasta el lugar donde Haru se había hundido, estuvo a nada de sumergirse, pero entonces el agua comenzó a agitarse, alejándolo, aunque él intentara ir más allá.


Y entonces un remolino comenzó a formarse frente al peli-rojo, moviendo toda el agua y provocando que se alejara incluso más al mismo tiempo que ganaba intensidad con cada segundo que pasaba.


El único miedo que Rin sintió en ese momento, fue el de perder a Haru para siempre, así que avanzó de nuevo dispuesto a todo con tal de traer a Haruka de regreso. Pero una vez más sus planes se vieron frustrados cuando, repentinamente, hubo un gran estallido dentro del remolino, lo que provocó que una enorme pared de agua saliera disparada hacia arriba, salpicando el líquido por todos lados.


Apenas y logró reaccionar en cuanto una gran ola se abalanzó sobre él, hundiéndolo totalmente y haciéndolo dar vuelta tras vuelta mientras lo arrastraba hasta la cueva, golpeándose sin piedad contra las paredes de esta y las rocas que habían alrededor. Dio una gran bocanada de aire y tosió mientras el agua se apartaba de él. Continúo tosiendo unos segundos, sintiendo como el cuerpo comenzaba a arderle debido a los golpes que sufrió al ser embestido sin piedad contra el fondo y lo que había cerca. Incluso un poco de sangre se hizo camino desde su frente y también en su brazo; en su cuerpo se habían dibujado muchos raspones.


Sacudió la cabeza, despabilándose, entonces desesperado trato de volver al agua en busca de Haru. Necesitaba llegar hasta él sin importar qué.


Dio apenas unas cuantas braseadas mientras sentía que todo el cuerpo le dolía, y entonces lo vio. Haru yacía unos cuantos metros al frente, flotando inmóvil boca abajo.


—¡Haru! —Rin lo llamó, pero claramente no hubo respuesta.


Nadó más rápido, todo lo que pudo teniendo el cuerpo lastimado. Al llegar a él se aseguró de mantener su rostro fuera del agua mientras nadaba de regreso a la orilla. Se sintió como si hubieran pasado horas hasta que finalmente estaba de nuevo en la cueva.


Arrastró a su hermano sujetándolo por las axilas para después colocarlo con cuidado en la arena. Trató de ser fuerte y actuar rápido, pero no pudo evitar el gemido lastimero que salió de sus labios mientras veía la pierna de Haruka. Las lágrimas inevitablemente brotaron.


—Haru —Susurró en el llanto.


Lucía terrible.


Realmente muy, muy mal.


Tenía partes de piel desgarrada y la sangre brotaba sin detenerse, esparciéndose en la poco arena que había en el lugar y llegando hasta el agua.


Rin se quitó la playera que usaba y la rompió rápidamente, luego se apresuró a amarrarla alrededor de la pierna de Haru, donde comenzaba la herida, haciendo un torniquete. Necesitaba detener al menos un poco el sangrado o moriría mientras corría con él hacia el hospital.


¿Fue acaso un ataque de tiburón?


¿Y si aún estaba en el agua y atacaba de nuevo mientras lo intentaba llevar a la playa?


¿¡Por qué carajos había un maldito tiburón allí!?


No, no, no… eso no importaba en ese momento. Pego un pequeño grito y luego se restregó la cara con ambas manos limpiándose las lágrimas, después se palmeó fuerte las mejillas para tratar de tranquilizarse un poco. No tenía jodido tiempo que perder.


Se inclinó sobre Haru para poder levantarlo y ponerlo en su espalda, no importaba lo que hubiera en el agua, debía llevar a su hermano al hospital sí o sí. Así que, con solo Haruka en la cabeza y la necesidad de salvarlo, volvió al agua cargando con un inconsciente Haru. El camino de regreso no estaba tan lejos, solo tenía que nadar un poco hacia la playa… No podía ser tan difícil.


Antes de lanzarse al agua rompió un poco la playera del peli-negro para ayudarse a llevarlo. Pasó los brazos de Haruka por sobre sus hombros y los amarró de las muñecas frente a su cuello. Así era un poco más fácil llevarlo. Finalmente se lanzó de vuelta al agua, nadando lo más rápido que podía llevando a su hermano en su espalda.


El corazón le latía a mil, el cuerpo le dolía por los golpes, sentía las lágrimas detrás de sus ojos amenazando con salir de nuevo.


Maldición, maldición, maldición…


Eso era su culpa.


¡Era su maldita culpa!


Haru no quería salir aún y él insistió, necio, lo presionó. Era un maldito egoísta que solo estaba pensando en cuanto le dolía ver a en ese estado a Haruka. En su jodido dolor, no en el cuán difícil resultaba para su hermano también. Tuvo que haber sido más paciente. Tuvo que haberlo comprendido mejor.


Era un grandísimo estúpido.


Idiota.


Imbécil.


—¡Haru, no vayas a morirte!


En cielo en su cabeza parecía a punto de desbordar en tristeza. Sus nubes grises cubrían hasta donde los rojizos ojos de Rin podían ver.


Continúo nadando tan rápido como podía. Como nunca había nadado en su vida. No sabía si era por los golpes y Haru en su espalda, o por la falta de práctica, pero fue realmente difícil.


Y sin embargo todas sus energías fueron vitalizadas en cuando la playa estuvo frente a él, prácticamente a nada. Solo debía continuar nadando y alejarse de lo profundo. Estaba ahí, solo un poco más… un poco más.


Algo tiró de Haru desde atrás, haciendo que sus brazos se presionaran contra su cuello con fuerza y le robara el aire en tan solo unos segundos. Ese algo siguió jalando con fuerza, logrando que ambos se sumergieran totalmente en el agua. Rin pataleo, braceo todo lo que pudo, pero los brazos de Haru en su garganta y la falta de oxígeno lo estaban matando.


Entonces repentinamente ese algo que tiraba de Haru dejo de hacerlo, permitiendo que Rin pudiera nadar desesperado hacia la superficie. Salió dando una gran bocanada, tosiendo mientras braceaba y pataleaba para mantenerse a flote.


Y aún cuando era su vida la que también corría peligro, tan solo podía pensar en Haru y en la nueva herida que posiblemente tenía. Nadó dando todo de sí hacia la orilla, necesitaba llegar, debía ponerlo a salvo, tenía que protegerlo sin importar nada. Haru era todo lo que tenía.


Era su mejor amigo.


Su familia.


Las lágrimas escurrían de sus rojizos ojos y se mezclaban con el agua marina, su vista yacía borrosa y su corazón latía desenfrenado en su pecho.


Cuando sus pies finalmente tocaron la arena de la playa, corrió tan rápido como su estado se lo permitió. Tropezándose un par de veces y estrellándose contra el agua antes de por fin salir totalmente del mar. Sentía que no podía más. Jadeos excesivos escapaban de sus labios mientras el corazón lo sentía latir en su garganta. Cayó de rodillas una vez más con Haru en su espalda antes de levantarse a como pudo para poder al fin correr a un lugar seguro y pudieran ayudar a Haru.


Pero entonces ocurrió de nuevo, una explosión en el agua.


Quizá no tan fuerte como la que había provocado Haru, pero si lo suficientemente ruidosa como para ponerle los pelos de punta y distraerlo un momento de su intención inicial. Instintivamente volteo la mirada hacía el origen de la explosión, sin embargo, sus rojizos ojos no alcanzaron a mirar por completo, pues algo paso silbando muy cerca suyo a gran velocidad.


Algo enorme y oscuro.


No pudo distinguirlo pues solo pareció una gran bola borrosa que se estrello en la arena unos metros frente suyo, levantando polvo hacía todos lados.


Rin volvió los ojos al frente, hacia donde lo que fuera que había salido disparado del agua había caído. Su corazón latía acelerado, expectante y temeroso. No tenía idea de qué estaba ocurriendo y eso solo le provocaba aún más temor.


El aire estaba disipando el polvo frente suyo, pero no alcanzó a quitarse del todo cuando algo salió volando rápidamente en su dirección. Algo horrible y absolutamente grotesco. Una criatura que se parecía a las que había visto solo en las parálisis del sueño que frecuentemente tenía. Se paralizo del miedo, observando con horror a sus pesadillas volverse realidad.


Cerró los ojos, esperando un golpe que nunca llegó.


Cuando sus parpados se abrieron de nuevo, había alguien de pie frente suyo, una persona y no la criatura que había esperado. Un hombre que utilizaba ropas extrañas y portaba una espada grande, pues su funda yacía en su espalda visible totalmente a sus ojos.


Su espalda era ancha, grande. Posiblemente era por las circunstancias, pero Rin la encontró tan reconfortante.


Las garras oscurecidas de la criatura intentaban cortarle la garganta al sujeto desconocido mientras este utilizaba su espada como un escudo a ellas. Entonces, él se movió con gran velocidad, haciendo que las garras de la criatura giraran hacia un costado a la vez que él se movía al lado contrario, para después hacer una pirueta y quedar detrás de la cosa.


Entonces, cuando esta se volteó para atacarlo de nuevo, el hombre le cortó la cabeza con un certero corte de su gran espada. Sangre oscura broto de la herida, espesa y apestosa, salpicando por todos lados incluso en el rostro de Rin y sobre todo al hombre que había asestado el golpe.


Pero, al contrario de lo que Rin hubiera esperado sucedería, la criatura continuó de pie caminando por todas direcciones mientras tocaba insistente el lugar donde antes estuvo su cabeza. Rin intento no verla, pero sus ojos lo traicionaron.


Fue en ese momento que el extraño hombre de ropas raras se acercó a él mientras guardaba su espada en la funda que se encontraba en su espalda. No es que Rin fuera un experto en moda, pero claramente podía darse cuenta que sus prendas eran algo pasadas, anticuadas. Lucía como esos ropajes que solo veías en historias de fantasía.


Claro, Rin no le presto atención. Sus rojizos ojos continuaban fijos en la figura que se movía de un lado a otro sin cabeza.


Cayó en la cuenta entonces, esa criatura fue la que atacó a Haru.


A Rin le comenzó a doler la cabeza.


Hey


Todo eso era demasiado para él.


Hey


Criaturas, monstruos que no morían incluso si les cortaban la cabeza.


Peli-rojo…


Incluso desde el inicio había sido complicado asimilar las habilidades de Haru. ¿Acaso habían más como él? De todos modos, ¿qué se suponía que era Haru?  El dolor de cabeza estaba volviéndose más y más fuerte. Se sentía algo mareado, su vista estaba poniéndose un poco borros…


—¡Hey, peli-rojo!


Rin pasó de estar perdiéndose poco a poco en su mente, a sentirse totalmente consciente de todo y a la vez de nada. Frente suyo ya no estaba la horrorosa criatura decapitada, sino un par de ojos azules hermosos que lo veían con preocupación.


El rostro del desconocido estaba muy cerca del suyo. Sus grandes manos yacían en sus mejillas, las sentía un tanto ásperas, seguramente por el entrenamiento con la espada. A esa distancia era consciente de la diferencia de tamaño que había en sus cuerpos. Mientras Rin tenía una complexión esbelta, un tanto trabajada, el desconocido estaba lleno de músculos aquí y allá, era tan notorio incluso sobre sus extrañas ropas.


—¿Te ha herido? —Preguntó el extraño.


Rin sintió un escalofrío en la espalda y no pudo evitar observar sus labios. Observarlo a él, detalladamente, tatuando en su mente la imagen de su hermoso rostro. Su cabello negro, sus pestañas largas, sus preciosos ojos azules, sus  pómulos, su nariz y esos labios que continuaban hablando mientras él no entendía nada.


—Mierda… —Susurró el de cabello negro.


El azul de sus ojos era claro, no como los de Haru que se comparaban con el mar. No, no, los de ese hombre frente suyo eran como el cielo cuando estaba despejado. Había algo en ellos que lo relajaban, que hacían que no pudiera apartar la mirada incluso con Haru comenzando a moverse en su espalda.


Haru…


—¡Haru! —Rin gritó, abriendo enorme los ojos y reaccionando de su ensoñación.


—mnm… —Haru gimió de dolor.


Rin se apresuró a colocarlo sobre la arena con sumo cuidado para poder observarlo. Puede que él no estuviera herido, pero quizá a su hermano lo había vuelto a lastimar.


Afortunadamente no fue así, sin embargo, el desgarro en su pierna lucía peor que antes. La desesperación una vez más se apoderó del cuerpo de Rin. Haru, Haru… necesitaba llevarlo al hospital, ¿qué rayos estaba esperando? Debía darse prisa, tenía que dejar de perder el tiempo. Podía perderlo todo.


Los azules ojos del desconocido lo observaron llorar cuando ni él se daba cuenta que lo estaba haciendo, lo vieron temblar, lo vieron intentar levantar a Haru mientras ni siquiera podía ponerse en pie. Rin estaba frustrado y en el momento en el que se dio cuenta que lloraba, lloró aun más limpiándose las lágrimas de forma violenta. Intentó ponerse en pie, pero sus piernas no cedían, no le respondían.


—Perdón, H-Haru, perdón —Sollozó. Solo dejando que las gotas de cristal brotaran de sus ojos sin interrupción.


¿Por qué todo se había vuelto de esa forma? ¿Por qué tenía que ser tan inútil en el momento más crucial? ¿Acaso no podía hacer nada bien? ¿Por qué respirar era cada vez más y más difícil?


Una mano se posó sobre su mejilla.


Una mano que ya había sentido antes.


Rin alzó la mirada, topándose de nuevo con esos ojos azules que por algún motivo lucían en calma y podían transmitirla a él. El oxígeno se abrió camino de nuevo a sus pulmones haciendo que inhalara profundamente.


—Sé que es una situación aterradora —Dijo el hombre. Por algún motivo deslumbraba, como si se tratara de una aparición divina; Rin no podía apartar la mirada—, pero necesito que entiendas que estoy de tu lado. No voy a dañarte de ninguna forma.


—Lo sé… —Rin susurró muy bajito. No entendía el porqué, pero confiaba en ese hombre.


El hombre le sonrió de medio lado. Una sonrisa totalmente encantadora, luego su expresión cambió a una realmente seria.


—No hay tiempo para explicarte todos los detalles de mi presencia en tu mundo, pero te aseguro que te diré todo en su debido momento. Lo que debes saber ahora es que necesito que vengan conmigo ahora, no tenemos mucho tiempo antes de que aparezcan más de esas cosas.


«Mi mundo… él dijo mi mundo». Rin sintió escalofríos en la espalda.


—Pero H-Haru… tengo que llevarlo a un hospital, está mal —Sus ojos rojizos lloraban de nuevo.


—No te preocupes, tenemos a alguien que puede sanarlo.


«Tenemos, ¿quiénes exactamente».


Rin por fin alejó la mira, solo para enfocarla en Haruka, lucía pálido, terriblemente pálido. La herida en su pierna tenía un color horrible.


—Prométeme que estará a salvo —Dijo, volviendo la vista al peli-negro mientras lo sujetaba de las ropas.


El extrañó lo observó, vio su desesperación en la mirada, en como sus labios temblaban; la sintió en la forma en la que lo tomó de sus prendas y apretó con fuerza, en como su cuerpo se estremecía.


—Prometo que lo mantendré a salvo.


El rojo en los irises de Rin lo observó tan solo unos segundos más antes de asentir con un brillo determinado en ellos.


Ellos se alejaron, pues habían estado realmente muy cerca el uno del otro. El hombre se inclino hacia Haruka, pasando sus brazos bajo su cabeza y piernas para poder alzarlo al momento de ponerse en pie,  Rin quiso levantarse también, sin embargo sus piernas estaban débiles, por lo que cayó de rodillas en la arena.


Al verlo, el de ojos azules acomodó a Haru en su solo brazo, pegándolo a su cuerpo mientras pasaba un brazo por sus glúteos, de modo que parecía un niño pequeño dormido contra su hombro. Luego se agachó para poder ayudar a Rin a levantarse, quien lo vio a los ojos sin decir nada, solo aceptan la ayuda. Él lo tomó de la cintura, pegándolo a su cuerpo haciendo que Rin se sintiera algo cohibido.


Finalmente, hizo que giraran y fue entonces cuando Rin notó por fin el aro multicolor que yacía tras ellos. En ese momento el peli-rojo entendió que no era que el extraño parecía resplandecer a sus ojos, sino que fue la luz ondulante que emitía esa extraña especia de portal.


¿Qué rayos estaba haciendo?


¿Cómo era posible que pudiera aceptar tan fácil el hecho de ir con él?


No conocía a ese hombre y aún así estaba confiándole su vida y la de Haru.


Joder, estaba tan aterrado, y no entendía porque confiar e ir con él parecía lo más lógico en esa situación.


Su cuerpo comenzó a temblar de nuevo, y fue en ese momento en el que sintió como el hombre de ojos azules apretaba su agarre en su cintura.


—Abrásame —Le dijo él, volteando a verlo y clavando sus ojos en su persona—. Abrásame y, sin importar qué, no me sueltes.


Rin dudó unos segundos, pero finalmente hizo lo que le decía. Se pego al cuerpo musculoso del extraño, estremeciéndose al sentir la dureza de sus músculos contra sus manos.


Sus ojos entonces buscaron el rostro de Haruka. Solo lo vio recostado en su hombro.


«Estaremos bien, Haru… estaremos bien».


Entonces el hombre los hizo ingresar a los tres, lanzándose sin reparo a lo que bien pudo haber sido un abismo sin fin.


   

Notas finales:

Yyyyyyyyyy


Eso fue todo


¿Qué tal?


¿Qué les pareció?


¿Les guato?


Realmente sufrí escribiendo este capítulo. Me dolió en el alma, no miento cuando digo que chillé. Tampoco exagero.


Por si alguien tiene dudas de los personajes en este cap, son:


HARUKA NANASE Y RIN MATSUOKA, de Free!!


Por el momento eso es todo.


Ojalá y el cap sí les haya gustado. ¿Algún comentario para subirme la moral? ¿No? Bueno :(


Recuerden seguir todas las medidas de sanidad y mantener susana distancia.


Que Raziel me los cuide mucho. Besos y abrazos de oso.


Hasta la próxima.


Byeeeeeee.


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