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ELEMENTALS por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

HOLAAAAAAAAA.


He aquí otra actualización, que creo fue más rápida que la anterior… perdón.


Me gustó muuucho escribrir este cap, espero que a ustedes también les guste mucho leer.


Los personajes son propiedad de sus respectivos mangakas, pero en especial en este cap son de Tadatoshi Fujimaki, manga de Kuroko no basket.


La buena noticia es que este cap no tendrá tantos errores pendejos porque recibí ayuda de una personita muy especial que me estuvo corrigiendo las pendejadas que hacía. Besos en la cola, Red.


Sin más que decir excepto que, espero y el cap sea de su agrado, los dejo leer.


 

ELEMENTALS

—Capítulo 5—

El rostro de la bestia

 

 

Cuando Taiga tenía diez años, intentaron abusar de él.

Ese día había dicho a sus padres que haría la tarea con un compañero y que los padres de este lo llevarían luego a casa.

Claro, eso había sido una mentira.

En realidad, había pasado toda la tarde jugando baloncesto en unas canchas cerca del colegio. No había estado solo, sino que estaba divirtiéndose con otros chicos mayores que él, y a pesar de la diferencia de edades, ellos eran sus amigos, solían jugar seguido cuando se escapaba de ir a casa por alguna excusa que se le ocurriera. Ellos no lo molestaban por ser tan chico, al contrario, lo respetaban por jugar tan bien, aunque fuera un niño. Un niño lleno de vida y amor por el baloncesto, sus ojos escarlata, grandes y hermosos, brillaban con emoción y desafío cada que alguien lo bloqueaba, y festejaba como si ganara un campeonato cada que hacía un enceste.

—Tienes un gran futuro —Le había dicho uno de los muchachos, ya en repetidas ocasiones, y en cada una de ellas Taiga había sonreído con tanta felicidad.

Se había divertido tanto que no sintió el tiempo pasar, hasta que se percató de la hora y entonces entró en pánico. Estaba comenzando a oscurecer, la noche estaba a casi nada.

Había dicho que los padres de su compañero lo iban a llevar de regreso, pero no había tal compañero y desde luego no habían tales padres. Si llegaba solo iban a castigarlo, y no podía mentirles diciendo que lo habían dejado en la entrada del condominio y se habían marchado sin dejarlo en la puerta de su casa, porque luego querrían tener una charla por tal descuido.

No había pensado en ello, y ahora no sabía qué hacer.

Si no decía nada igual lo descubrirían. Ellos eran inteligentes y no tardarían nada en darse cuenta de dónde había estado. Oh, iban a castigarlo en serio.

Sin nada más que resignación, aceptó su destino y emprendió camino hacía su casa. Mejor ni mencionaba que de paso las calles no habían estado para nada concurridas, parecía que todas las personas yacían en un festival que estaba a unas cuantas cuadras. Apenas y vio pasar unos cuantos autos que pasar, y alguna que otra persona caminando. Realmente no fue mucho lo que se alejó de las canchas cuando notó que alguien caminaba detrás de suyo, muy cerca.

Quien sabía desde cuanto tiempo había estado observándolo jugar.

Taiga, a pesar de solo tener diez años, había tenido experiencias desagradables con algunos sujetos. Miradas asquerosas, un profesor había intentado propasarse un poco… cosas que un niño de ninguna forma debería experimentar. 

Asquerosamente, pudo sentir las intenciones del desconocido. Primero solo creyó que quizá estaba pensando de más, talvez el hombre solo iba en la misma dirección. Sin embargo, luego de un tiempo se volvió más obvio.

Solo era un niño y tenía que vivir con miedo.

Pensó en volver con sus amigos, era seguro que ellos continuarían jugando. Medito sus opciones y lo más seguro era cruzar al otro lado de la calle y correr de regreso a todo lo sus piernas daban. Decidió que lo haría y, rápido, lo puso en marcha.

Caminó un poco más viendo hacía el otro lado, esperando el momento correcto, cuando este llegó, no perdió tiempo y corrió atravesando la calle. Volvió la mirada hacia el tipo que había estado detrás de él, para asegurarse que lo había tomado por sorpresa, pero la sorpresa se la llevó él.

El tipo ya no estaba.

¿Acaso lo había realmente malinterpretado?

Taiga miró hacía atrás suyo y hacía el camino que estaba tomando para ir a casa. No había rastro del sujeto.

Se permitió suspirar aliviado, inhalando una gran bocanada de aire para luego soltarla. Había estado en verdad muy nervioso. Decidió igualmente regresar con sus amigos y pedirle a alguno que lo acompañara de regreso, ellos eran muy buenos con él. Lo cuidaban. Ya luego lideraría con el castigo de sus padres.

Pero, cuando giró para marcharse, el tipo estaba frente a él.

El corazón de Taiga dio un vuelco por el susto. La sonrisa que se dibujo en los labios del maldito en cuanto sus ojos hicieron contacto, Kagami nunca la olvidaría. Tan repugnante y llena de victoria.

Ni siquiera lo dejó pedir ayuda o retroceder. Le cubrió la boca con una mano y lo atrajo hacía un callejón que estaba cerca. Un mugriento y apestoso callejón, frio y oscuro. Por primera vez en su vida, Taiga estaba aterrado. Había tenido miedo en muchas ocasiones, pero jamás estuvo tan aterrado como en ese momento. Solo tenía diez años, estaba paralizado.

Le fue imposible contener el llanto en cuando sintió las asquerosa manos del maldito sujeto tocando su pequeño cuerpo. Lágrimas silenciosas. Estaba temblando, sus lágrimas resbalaban por sus mejillas y cada una de ellas dolía. Era horrible. Quería que parara.

«Ayúdenme, por favor ayúdenme». 

Escuchó al maldito susurrar cosas asquerosas que revolvieron su estomago y le dieron escalofríos en la espalda y en todo el cuerpo.

¿Por qué tenía que pasarle eso a él?

¿Qué había hecho mal?

Era cierto que había mentido a sus padres, pero ¿merecía lo que estaba ocurriendo solo por una mentira?

No, ninguna persona merecía ser ultrajada de esa forma tan cobarde y asquerosa. Nadie, sin importar qué. Muchos un pequeño niño.

¿Entonces por qué estaba pasándole eso a él?

¿Por qué?

Su cuerpo por fin se vio liberado de sus ataduras invisibles en cuanto sintió las manos del maldito desgraciado bajar el cierre del pantalón de su uniforme. Se removió, tratando de alejarse mientras los sonidos de su llanto comenzaban a escucharse fuerte y a hacer eco en ese podrido callejón.

—¡Déjame! —Gritó el pequeño entre lágrimas de ácido.

El tipo lo sujetó con más fuerza, lastimando su muñeca mientras la otra mano intentaba abrir el cierre. Pero era algo difícil con Taiga removiéndose con fuerza y su llanto en aumento.

—¡Suéltame! —Su mano que no era sujetada estaba golpeando al maldito. En el pecho, en el rostro. Intento picarle los ojos, pero lo único que consiguió fue una bofetada en la mejilla que le rompió el labio.

Gracias a su desorientación momentánea, el tipo aprovechó para bajarle la cremallera e intentar quitarle los pantalones, pero Taiga comenzó a removerse de nuevo, aumentado su llanto y la desesperación.

—¡Déjame ir!

—¡Ya cállate, maldito mocoso! ¡Quédate quieto!

Como sí fuera a obedecerle. Pero, en todo caso, ¿sería capaz de hacer algo?  El tipo era un adulto y él… solo un niño. Ser consciente de sus capacidades lo asustó aún más, llenó de angustia su corazón e impotencia por ser solo un niño que no podía hacer más que llorar.

¿Debería acaso solo aceptar lo que estaba pasando y rendirse?

Las películas de súper héroes solo eran ficción, pero…

Pero acaso, solo por esa ocasión, ¿no podía haber un héroe que lo salvara? No tenía que ser súper, solo… solo…

Apretó sus ojitos con fuerza.

—¡TE DIJO QUE LO SOLTARAS, MALDITA BASURA!

Taiga abrió de inmediato sus ojitos rojos, que estaban incluso más rojos debido al llanto, quedando un instante en shock al ver el momento exacto en el que el tipo que estaba tocándolo asquerosamente, fue golpeado en un costado y era lanzado brutalmente contra la pared.

Su corazón acelerado amenazaba con salirse de su pecho, no pudo moverse en unos segundos, no entendía que estaba sucediendo, pero sabía que ahora estaba a salvo, que nada ocurriría. Había estado rogando por un héroe y este en verdad había aparecido.

De verdad existían…

Lo héroes.

Estaba tan feliz de que se lo quitaran de encima. Las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo sin detenerse. Se abrazó a sí mismo en un intento de calmar las emociones que desbordaban su pequeño cuerpo.

—¡Asqueroso de mierda! —Alguien gritó.

Y Taiga no pudo evitar volver la mirada hacia donde su héroe yacía junto al maldito que había querido romper completamente su cuerpo y junto con ello su alma.

—¡Es un niño, maldito animal! ¡Un niño! ¿¡Cómo te atreviste a tocarlo, desgraciado!?

—Tatsuya… —Susurró Taiga, muy bajito, las lágrimas no se detenían.

Tatsuya era uno de sus amigos, uno de esos chicos que jugaba baloncesto con él. Ese chico que había hecho su corazón bailar de emoción al elogiarlo abiertamente y decir que le esperaba un gran futuro en el baloncesto, incluso cuando sus padres le habían dicho que ese deporte no era para él.

El chico estaba golpeando al sujeto, arremetiendo contra el brutalmente, puñetazo tras puñetazo, sin compasión. Malditos como ese no se merecían absolutamente nada, solo la peor de las muertes. Tatsuya estaría feliz de ser él quien lo matara con sus propias manos.

Continúo descargando contra el todo su enojo y repudio hasta que sus nudillos, así como el rostro de ese infeliz, estuvieron totalmente destrozados y cubiertos de sangre, hasta que estuvo seguro que no se iba a mover en mucho tiempo. Antes de alejarse totalmente de él, lo pateó en el estómago solo para estar seguro que estaba inconsciente.

Luego, finalmente volvió la mirada hacia Taiga, que había estado observado mientras lloraba y se abrazaba a sí mismo. Fue hacia él y se arrodilló frente suyo, le cubrió los ojos con una mano y luego lo abrazó fuerte, ocultando su rostro en su pecho para que se sintiera a salvo. Lo sintió temblar de inmediato, su llanto se intensificó y el pequeño Kagami lo abrazó por la cintura sin pensarlo. Tatsuya también lo abrazo, y no puedo evitar llorar con él.

—Ya estás a salvo, Taiga, ya estás a salvo —Susurró, las lágrimas bajaban por sus mejillas, así como las del niño.

Continúo abrazándolo y haciéndolo sentir seguro, mientras sacaba su celular y marcaba un número. Le habló a sus amigos y les dijo que fueran hacia donde se encontraban, no dio detalles por lo que los chicos supusieron que algo iba mal. Cuando corto la llamada, de inmediato llamó a la policía.

—Gracias po… por salvar-salvarme —El pequeño peli-rojo dijo entre sollozos—. Gr-Gracias, Tatsu…ya.

Tatsuya lo abrazó con más fuerza, luego le dio un beso tranquilizador en la frente.

—Te vi irte solo, caminando… así que decidí acompañarte. Las calles no son tan seguras como crees, menos para un niño tan lindo como tú. No me perdonaría que algo te pasara, Taiga, eres como un hermanito para mí. Me alegra tanto que haya llegado a tiempo.

Taiga se pegó incluso más a él.

—Yo ta-también.

Luego de unos minutos, sus demás amigos llegaron, se veían desesperados y estaban jadeando. Habían corrido a todo lo que pudieron para llegar lo más rápido posible. En cuanto lo vieron a él y a ese tipo inconsciente y sangrando en ese mugriento callejón, supieron qué había ocurrido.

—Lo voy a matar —Dijo uno de ellos, el más alto.

—Cálmate, Kiyoshi —Otro de los chicos, de cabellos castaños alborotados y que usaba anteojos, intentó detenerlo abrazándolo por la cintura, pues este era realmente un tipo muy grande.

—Suéltame, Hyūga, porque no sé de lo que sería capaz.

—Ya deténgase ustedes dos —Tatsuya habló.

Los dos chicos dirigieron la mirada hacia él, y luego hacia el pequeño Taiga que sollozaba y temblaba en brazos de este. Ambos se calmaron de inmediato y, junto a otros tres de los amigos, fueron hacía el pequeño para tratar de animarlo. No creían que fueran a hacer mucho, pero al menos le hicieron sentir aún más a salvo. Revolvieron sus cabellos y acariciaron su espalda diciendo que había sido un niño muy valiente.

Que ya no tenía que temer porque ese maldito no volvería a tocarlo jamás.

Estuvieron allí con él, consolándolo, hasta que no mucho de después por fin apareció la policía. Esposaron al tipo y lo metieron en una patrulla para llevarlo a la comisaria. También tenían que llevar al pequeño, pero todos los amigos se reusaran a que lo llevaran en esos malditos autos, así que todos se fueron en el de Tatsuya.

Apretados totalmente, pero fueron con él… en el auto en el que había pensado llevar a Taiga hasta su casa… y que ahora tenía que tomar otro rumbo.

Taiga no tenía otra alternativa, debía contar los hechos en la comisaria. Era horrible tener que llevarlo, pero era necesario para refundir a ese maldito en la cárcel y que se pudriera allí dentro.

Un oficial los siguió de cerca, primero fueron al hospital para que lo revisaran por si había alguna lesión en su cuerpo que no era visible y también para descartar en su totalidad que él tipo había llegado a concretar su cometido. En el camino, Tatsuya tuvo que pedirle a Taiga el número de su casa. El niño no quería al principio, estaba asustado de lo que podría ocurrir, pero termino cediendo. No había alternativa.

Estaba en el consultorio cuando sus padres por fin llegaron. Tatsuya estaba a su lado mientras sus otros amigos se encontraban en la sala de espera. En el momento en el que sus padres ingresaron, Kagami se abrazó a Tatsuya, con miedo. Creyó que sus padres iban a regañarlo como nunca lo habían hecho, pero en cuanto lo vieron, ellos corrieron hacia él y lo cubrieron con un abrazo que hizo que las lágrimas brotaran sin descanso.

Tuvieron que salir un momento, cuanto duró la revisión, prometiendo que estaría afuera por cualquier cosa. Hubo un momento en el que él reaccionó de forma asustada a al contacto de la Dra., respirando algo frenético mientras su corazón golpeaba su pecho. Pero en cuanto comprendió que ella no le haría daño, todo estuvo mejor. Aun así, fue horrible tener que ir al hospital por dicha situación.

Taiga comenzó a odiar los hospitales luego de ello.

De camino a la comisaria, después de que la revisión estuviera completa y un informe asegurara que solamente tuviera el golpe de su mejilla y labio, él fue con sus padres y Tatsuya, en el auto de estos, porque el niño así que lo quiso e insistió por ello. Sus demás amigos fueron en el auto del peli-negro.

—Gracias —Dijo el padre del niño en un momento. Tatsuya iba en el asiento trasero junto al pequeño, mientras que los padres de este en los asientos delanteros—. Gracias por haber llegado a tiempo.

—No sé qué sería de Taiga si ese asqueroso hubiera terminado lo que planeaba —Su madre tomó la palabra, soltando un sollozo.

—No tiene que agradecerme.

—Aun así, gracias —El señor Kagami dijo—. En serio muchas gracias.

—Si algo le hubiera ocurrido jamás me lo perdonaría… Taiga es como un hermanito para mí —Fue lo único que dio como respuesta.

Observó al pequeño, que también lo veía, y le sonrió dulcemente mientras revolvía sus cabellos con infinito cariño.

 

~•§•~

 

Ir a la comisaria fue una experiencia totalmente horrible.

Todos quienes estaban en el lugar lo veían disimuladamente, pero de una forma tan intensa que los escalofríos en su espalda no se detuvieron en todo lo que tuvo que soportar caminar entre ellos.

«El pobre niño del que casi abusan sexualmente»

Se sintió mareado, con nauseas. Quería que todo terminara para poder ir a casa y dormir. No quería estar allí, hubiera salido corriendo si no entendiera que debía declarar para que el asqueroso que lo tocó contra su voluntad pagara por ello. 

Lo llevaron a habitación con una mesa y dos sillas, también había un espejo grande en una de las paredes, casi la cubría en su totalidad. Le hubiera gustado que sus padres se quedaran con él, pero no podían dejarlos pasar. Un hombre con traje algo informal y de sonrisa amable le hizo preguntas sencillas de forma que continuaba siendo amable, pero también que fueron difíciles de responder, que lo hicieron recordar algo que querría olvidar por el resto de su vida. Estuvo a punto de llorar en un par de ocasiones, pero lo resistió.

Al final, tal como Tatsuya le había dicho, el hombre que estuvo a cargo le dijo que fue muy valiente al responder las preguntas. Muy fuerte. Luego salió de la habitación y permitió que sus padres ingresaran, ellos de inmediato lo llenaron de besos y abrazos para hacerle sentir seguro.

—Nos encargaremos de que se haga justicia —Aseguró un oficial que también ingreso.

—Es lo menos que esperamos —El señor Kagami estaba totalmente serio.

Cuando finalmente todo había acabado ya era de madrugada, pero al fin podría volver a casa y tomar un baño. Todo había terminado. Al fin ese horrible día podía irse por el retrete.

Pero no todo podía terminar tan fácil.

Cuando salieron de la sala de interrogaciones y estaban por salir de la comisaria, otros oficiales custodiaban al sujeto, que también había sido interrogado pero que solo era puro protocolo, para llevarlo al área de las celdas antes de trasladarlo oficialmente a un centro carcelario. El tipo lucia asqueroso y con el rostro lleno de cortes y moretones… sangre.

Se percató de la presencia del niño incluso antes que este. Sonrío, una sonrisa sombría y manchada de sangre. Tomando por sorpresa a los policías, escapó de ellos un momento he intentó llegar hasta Taiga, afortunadamente lograron someterlo antes de que algo más ocurriera. Sin embargo, aún esposado y siendo arrastrado por los oficiales, hizo más daño al pequeño niño.

No un daño físico, algo mental. Algo que repetiría en sus sueños y lo atormentaría cada día, persiguiéndolo cada maldito segundo.

—¡Sera mejor que te cuides, cariño! —Gritó, fuerte y claro.

—¡Cállate! —Uno de los policías lo empujó mientras le gritaba.

Pero al tipo no le importó.

—¡Cuídate, precioso! ¡Cuídate mucho porque un día volveré por tu delicioso cuerpo, y entonces nadie podrá salvarte de nuevo!

.

.

.

 

Kagami parpadeo un par de veces, volviendo de sus recuerdos en los que se había perdido no sabía cuánto tiempo. Como un maldito chiste, el recuerdo de ese sujeto y lo que le había dicho y hecho, había atormentado su vida durante el resto de su niñez y adolescencia.

Y ahora, a sus diecinueve años, Taiga debía aceptar que el tipejo había tenido razón en algo.

Había ocurrido de nuevo. Hubo alguien, varios en realidad, que lo atacaron, y como había dicho el primer imbécil que intento abusar de él, no hubo nadie que pudiera salvarlo.

Pero eso en realidad no había sido un gran problema

—Porque yo soy perfectamente capaz de salvarme por mi mismo.

Taiga dijo, totalmente orgulloso de sí, a los tres tipejos que yacían inconscientes en el suelo delante de suyo. Basuras estúpidas que creían que, por ser esa clase de chico, sería tan débil como para permitir que se aprovecharan de él. Pobres imbéciles que no sabían absolutamente nada de su persona y lo que había vivido hasta ese momento.

Les había dado la paliza de sus vidas.

En ese momento solo estaba esperando a que llegara la policía y se los llevaran presos, escorias como esas no merecían andar libres por las calles. Eran un maldito peligro para la sociedad.

Hubo entonces uno que comenzó a moverse, al parecer estaba despertando, pero no era necesario que lo hiciera, estaban mejor ahí, tirados en el sueño apestoso con basura y orina, como las basuras que eran. Así que Kagami le hizo el favor de devolverlo a donde pertenecía al darle una patada en el rostro que lo dejó inconsciente de nuevo.

Pronto, las sirenas de las patrullas comenzaron a escucharse en la lejanía.

Él sonrió, alegre, en realidad ni siquiera ese maldito ataque podría arruinarle la felicidad que le desbordaba el cuerpo en ese momento.

 

~•§•~

 

—Llevo esperándote horas, ¿Sabes?

Fue lo primero que Tatsuya dijo en cuando lo vio llegar, él estaba cruzado de brazos mientras yacía sentado en una de las mesas del restaurante en el que se habían citado.

—Lo sé, Tatsuya, y lo siento mucho, pero tuve que ir a la delegación a declarar.

—¿Sucedió de nuevo?

—Sí.

El semblante de Tatsuya se oscureció. ¿Es que esos malditos no se cansaban? Era cierto que Taiga realmente era un chico demasiado atractivo, pero, eso no era motivo para los ataques que había recibido. ¿Es que acaso desprendía alguna feromona que los volvía locos? Si así era, al menos él no podía sentirla, y tampoco es que fuera una excusa para sus impulsos repulsivos.

—Dime que les diste una paliza.

—Les di una paliza —Taiga sonrió orgulloso.

—Ese es mi pequeño hermano.

La sonrisa del peli-rojo se ensanchó.

Después de ello observaron los menús y luego cada uno pidió su orden. Como siempre era el caso, Kagami pidió una gran cantidad de hamburguesas de queso hasta quedar totalmente satisfecho. Tatsuya pidió lo mismo, pero en menor, mucho menor cantidad. Comieron un poco, pero pronto el peli-negro de ojos grises no pudo más con la curiosidad y habló.

—Y entonces, ¿qué era lo urgente que tenías que decirme que no pudiste esperar hasta llegar a casa.

Taiga se tragó la mitad de la hamburguesa que tenía en la mano y luego sonrió. Cuando había visto la notificación en su celular de la llamada entrante apenas unos minutos de salir de la universidad, y sobre todo leído el nombre en la pantalla, había entrado en un estado de éxtasis tremendo.

Por los dioses, había esperado tanto esa llamada. Tanto que tuvo miedo de que esta no fuera a llegar… pero había llegado.

Respondió con calma y estuvo tranquilo durante la duración de la llamada, pero bien acabada esta se había apresurado a hablarle a su hermano para reunirse lo más pronto posible.

Tatsuya supo que era algo sumamente importante en cuanto vio los ojos brillantes de su hermano.

—Espera, no me digas —Alzó la mano—. Creo saber de qué se trata —Kagami sonrió ampliamente, dándole la confirmación de sus sospechas—. ¡Oh! ¡No puede ser! ¿¡Es en serio, Taiga!?

—¡Sí!

—¡Oh, maldita sea!

Tatsuya se puso de pie de prisa y no perdió tiempo en rodear la mesa y abrazar a su hermano, que también se puso de pie, y alzarlo en el aire para luego hacerlos girar a ambos; fue algo gracioso puesto que Taiga era más alto que su hermano. Las miradas se dirigieron a ellos, pero poco les importaba, ya que ellos estaban perdidos en su burbuja de celebración.

—¡No me maldita sea jodas, Taiga! ¿¡De verdad es jodidamente en serio!?

—¡Por la puta madre que es en serio!

—¡Oh, dios, oh dios! ¡Esto tenemos que puta mierda festejarlo, hay que llamar a todos los chicos!

De los dos, no se sabía exactamente quien estaba más emocionado, pero así era, tenían que festejarlo en serio, pues oficialmente Kagami Taiga había sido reclutado para jugar baloncesto en la mejor liga del mundo, en la NBA.

 

~•§•~

 

En la discoteca a la que habían ido Taiga y sus amigos, la música estridente le hacía retumbar los oídos. El lugar era un mar de cuerpos moviéndose al compás del ritmo de la canción de turno. Las luces de neón, alcohol, alegría desbordante. Él y sus amigos yacían en la barra, pidiendo todo el alcohol que fuera necesario para un buen festejo.

Sus amigos incluso habían viajado a Estados Unidos para poder festejar con él. Aunque no todos, uno de ellos, Izuki, un chico de cabellos negros y sonrisa alegre, no había podido ir. Pero lo había llamado para felicitarlo.

—¡Amigo, en serio, no sabes lo orgullosos que estamos de ti! —Kiyoshi parecía estar a punto de llorar. Se tragó el alcohol en su vaso de un solo golpe, y luego se pego a Kagami como si fuera chicle en el zapato—. ¡Tan orgullosos —Comenzó a llorar.

—Maldito borracho.

Hyūga intentó quitárselo de encima al pobre peli-rojo, que parecía estar cambiando de color. Pues si bien Kagami era alto y tenía un cuerpo tonificado, Kiyoshi era más fornido y alto.

—Pero tiene razón, estamos muy orgullosos de ti —El chico de lentes le sonrió.

—Siempre supimos que llegarías muy lejos —Koganei dijo mientras sonreía, un chico de sonrisa gatuna y cabellos castaños

Mientras otro de los amigos solo asintió con la cabeza. Un chico de cabellos negros y mirada algo tranquila y somnolienta.

—Mitobe dice que está feliz por ti –Koganei, que era de hecho él más pequeño del grupo, tradujo el gesto de su amigo.

Taiga no pudo hacer más que sonreír con total sinceridad.

—Gracias, chicos, no saben cuánto significa para mí que estén aquí.

Los amigos le sonrieron con cariño. Había pasado tanto tiempo. Ese pequeño niño con un gran sueño al fin estaba a un paso de por fin hacerlo realidad, ¿cómo no iban a estar orgulloso? Ellos lo habían visto esforzarse por el, lo habían visto jamás dudar y mucho menos pensar en rendirse. Incluso cuando sus padres le quitaron el apoyo. Incluso cuando todos le decían que era una tontería. Cuando le hacían bullying por soñar tan alto.

Se permitieron disfrutar la noche, festejar como nunca. La ocasión era tan jodidamente especial que no podían hacer más que ser completamente felices.

En especial Taiga, que aún no estaba seguro si era un sueño o no. Por momentos sentía que en cualquier momento despertaría y la realidad lo golpearía como si un edificio le hubiera caído encima. Otras solo sentía que la vida no podía ser más perfecta. Que se merecía lo que estaba ocurriendo porque se había esforzado tanto por ello y no podía ocurrir de otra forma.

Normalmente el aroma a cigarrillos o alcohol era desagradable para él, pero por esa noche no le importó en lo más mínimo, por esa noche podía hacer lo que quisiera, podía festejar todo lo que le viniera en gana. Incluso si sus padres no le habían respondido el correo que les envió el mismo día que le dijo a Tatsuya, nada podía arruinar su felicidad.

Nada ni nadie.

La música estridente, las luces de neón envolviendo los cuerpos sudorosos y extasiados en medio de la pista de baila. Sus amigos borrachos y bailando con algunas afortunadas de estar cerca de esos bastardos geniales. Taiga estaba cerca de la barra, observando con una sonrisa a sus amigos.

—¡Oh! —Exclamo en un momento, viendo como un borracho Kiyoshi pasaba por un lado de la chica que era su pajea de baila y llegaba algo tambaleante hasta Hyūga.

Este pareció confundido, pero antes de que pudiera hacer algo, Kiyoshi lo tomó de la cintura y lo besó. Un beso que hizo que Taiga desviará la mirada totalmente avergonzado. ¿Esos besos acaso no se daban solo en la intimidad? Aunque no es que Taiga supiera mucho de besos y relaciones.

Sonrió al ver como no era rechazado ni por un solo segundo.

—Que tiernos, ¿Son tus amigos?

Taiga continuó con la vista al frente, tan solo observó de reojo al tipo que se había sentado a su lado.

—Lo son —La sonrisa permanecía en sus labios. 

El hombre solo estaba haciendo una pregunta, por lo que no tenía ningún problema en responder calmadamente.

—Soy Nash —Nash extendió la mano hacia él en un saludo.

Taiga permaneció unos segundos aún con la mirada en sus amigos antes de girarse por fin.  Nash era un tipo rubio bastante atractivo, había que admitirlo. Kagami sonrío sin despegar los labios.

Shinra —Dijo.

Nash alzó una ceja.

—Lindo nombre —Nash le regaló una mirada coqueta—. Te invitaría un trago, pero veo que no tomas. ¿Quieres bailar un poco?

Kagami lo observó de la misma forma, sonriéndole de nuevo.

—No, gracias.

—Vamos, solo será una.

—No me interesa

—Insisto.

La sonrisa fingida en el rostro de Taiga desapareció de golpe, apartó la vista volviéndola hacía sus amigos. En la pista, Kiyoshi y Hyūga había desparecido, Koganei y Mitobe bailaban juntos, aunque era más Koganei intentando que su amigo dejara de parecer un robot.

Cerca de ellos, Tatsuya no le quitaba los ojos de encima incluso si bailaba con una chica. Parecía preocupado. Taiga se puso de pie, necesitaba ir a cualquier lugar, solo tenía que alejarse de ese tipo. Estaba feliz, no quería enojarse y armar un jaleo. Sin embargo, parecía que el tal Nash estaba empeñado en joderle la noche, pues cuando Taiga pasó frente a él cuando solo quería alejarse, el tipo le dio una nalgada.

A una velocidad bastante increíble, Taiga tomó la muñeca del asqueroso sujeto con la que se había atrevido a tocarlo, torciéndole el brazo hacia atrás en una llave al mismo tiempo que le estrellaba el rostro en la barra con su mano libre. Ni si quiera le dio tiempo a que se quejara.

—Pareces ser la clase de sujeto que esta acostumbrado a que siempre le digan que sí —Kagami soltó con desprecio absoluto—. ¿Pues qué crees, imbécil? Para todo hay una primera vez. No estoy interesado en lo más mínimo en un maldito cerdo que se atreve a tocar a las personas sin su consentimiento y cree que está bien.

El cerdo, girando un poco la cabeza con dificultada para verlo de reojo, tenía partido el labio y le sangraba la nariz, tan solo lo observó mientras soltaba una risita.

—Joder, eso fue tan sexy —Dijo, lamiendo la sangre en sus labios, y Taiga enfureció tanto que estuvo a Nada de romperle el brazo, pero Tatsuya intervino tomándolo de la muñeca.

—No vale la pena —Le dio una sonrisa comprensiva.

Al girar la mirada, todos sus amigos estaban ahí, detrás suyo. Taiga suspiró y luego soltó la muñeca del tipejo.

—¿Bailamos un rato? —Tatsuya pidió.

—Okay.

—Genial.

Kagami se giró para ir a la pista de baile, pero antes de dar un paso siquiera, dijo sin mirar atrás:

—Te vuelves a aparecer en mi camino y tu brazo no será lo único que quedará hecho polvo.

Luego se fueron. Por lo que no vieron la sonrisa cínica que hizo Nash.

Tatsuya trató todo lo que pudo de tranquilizar a su hermano mientras bailaban, hablando de cómo serían las cosas cuando comenzara a jugar oficialmente. Algo como que no se olvidara de ellos cuando estuviera en la cima, o que esperaban asientos de primera para verlo en acción, los demás chicos lo secundaran en cada cosa que mencionaba.

—¡A cualquier lugar que vaya voy a presumir que mi hermano es un jugador de la NBA! —Tetsuya sonreía.

—¡Y no cualquier jugador! —Kiyoshi dijo detrás del peli-rojo, bailaba con Hyūga, claro—. ¡Sino el futuro novato del año! ¡Tienes que poner en su lugar a todos lo que te dijeron alguna vez que ese deporte no era para ti!

—¡En especial a tus padres! —Koganei y Mitobe yacían tras Tatsuya.

—En especial a ellos —Hyūga secundo.

Claro que en especial a ellos, pensaba Kagami. Más que nadie, quería que sus padres al fin lo aceptaran, porque los amaba y sabía que ellos querían lo mejor para él. El problema yacía en que querían lo mejor según ellos, cuando tenía que ser por parte Taiga. Era lo que lo hiciera feliz a él, lo que le llenara el alma.

Ellos pensaban que su felicidad radicaba en esperar en casa por un esposo mientras cuidaba de sus hijos.

No era así.

No era así, joder.

No todo en la vida era un esposo o hijos. No decía que estaba mal, pero al menos esa no era la vida que él quería. Habían tantas cosas para alcanzar la felicidad, por las que ser feliz.

Y su felicidad era dejar todo en la cancha en cada juego, la alegría de encestar y ganar, incluso las derrotas. Esforzarse por ser mejor cada día.  ¿Era tan difícil de entender? No lo creía así.

Pero sus padres no eran como él.

Luego de lo que sucedió con el maldito tipo que casi lo violaba, sus padres dejaron que continuara jugando, incluso le construyeron una cancha de una sola canasta en el patio de su casa, querían verlo feliz y eso era lo único que lograba hacerlo sonreír, por lo que accedieron. Eso y las clases de defensa personal a las que pidió que lo inscribieran, aunque a estas solo aceptaron luego de un poco de insistencia.

Creyeron que con el tiempo lo dejaría, que solo era algo temporal, pero al ver que Taiga estaba más determinado que nunca, tomaron cartas en el asunto. Le prohibieron jugar de nuevo, incluso amenazaron con dejar de pagar sus estudios, pero Taiga no cedió. Era su sueño ser jugador de baloncesto y eso haría. Sin importar qué.

Hubo una discusión fuerte, sus padres dijeron que eso no era para chicos como él, que estaba bien soñar, pero no ese tipo de sueños, incluso le dijeron que era un cielo demasiado alto de alcanzar para él, que necesitaba talento y que sí, era bueno, pero no era un genio, que pronto alcanzaría su limite y cuando sucediera, iba a sufrir.  Antes de que la realidad lo lastimara con la cruda verdad, era mejor que encontrara un esposo para que se hiciera cargo del negocio familiar mientras esperaba en casa con sus hijos. Eso sí era para él, sería muy feliz.

Taiga estaba furioso y les gritó que los hombres podían irse al carajo, que no necesitaba ninguno para ser feliz.

—¡Si ese es el caso! ¡Olvídate de que volvamos a desperdiciar un solo centavo en ti, Taiga!

—¡Si no quieres apoyarme entonces no lo hagas! ¡No necesito tu dinero! —Yacían en la sala, y luego de decir ello, Taiga fue hacia la puerta.

—¡Si cruzas por esa maldita puerta, Taiga, escúchame bien, será mejor que te olvides que tienes padres!

Kagami se quedó quieto en con la mano en la manija, con los ojos abierto hasta ya no y el corazón dolido como no creyó doliera.

Se giró de nuevo hacia sus padres.

—¿Por qué no pueden entenderme? ¿Por qué no pueden apoyarme? Eso es lo que quiero, es lo que me hace más feliz que nada. ¿Por qué? —Su mirada lucía tan dolida, sus ojos brillosos a punto de llorar.

—Eso no te hará feliz.

—¿Te hará feliz a ti verme morir poco a poco con una vida que no quiero?

Su padre no dijo nada.

—Hijo por favor… —Su madre intentó ir hacía él, hacerlo entrar en razón—. Solo queremos lo mejor para ti.

—¿De qué habla, Señora? —Taiga veía a su padre directo a los ojos, luego volvió la vista a su madre —. Yo no tengo padres.

Se dio la vuelta y salió de la casa.

Taiga sintió un nudo en el corazón al recordad la ultima vez que había visto a sus padres. Sabía y entendía que solo querían verlo feliz… pero esa no era la manera. Jamás sería feliz con esa clase de vida. Nunca.

Tatsuya vio la tristeza en sus ojos y pareció entender lo que pasaba por su mente. Lo atrajo hacia si y le dio un abrazo sincero y fraternal. No había necesidad de palabras, Taiga sabía que su hermano estaba con él.

Se alejo y le regaló una sonrisa sincera, decidió dejar eso atrás por el momento y solo disfrutar, después de todo, su sueño estaba a nada de ser una realidad.

Una total y absoluta realidad.

 

~•§•~

 

Taiga no tenía idea de qué hora de la madrugada era cuando al fin salieron del lugar. Lo que tenía claro era que había un frío del carajo. Podía incluso ver vaho salir de su boca cuando decía algo.

Tuvieron que ayudar a Hyūga a cargar a Kiyoshi, no era mentira cuando decía que era enorme. Aunque subirlo al auto no fue mayor problema, solo tuvieron que ponerle a Junpei como carnada y él solito se metió. Los cuatro amigos que llegaron de visita tuvieron que irse todos apretujados en la parte de atrás mientras Tatsuya conducía y Taiga iba de copiloto.

Al final los de atrás lucían ebrios a diferencia de ellos dos.

Hubo unos minutos de silencio en lo que iban a casa del conductor. Este ni sabía cómo, pero incluso en el suelo dormirían. Que no esperaran una cama, borrachos. Cuando todos parecían estar ya dormidos, dirigió una mirada hacía un costado, donde yacía su hermano peli-rojo. Este veía hacia el otro lado de la ventana, la suave lluvia que había comenzado a caer, vio que tenía una pequeña sonrisa en los labios, entonces volvió la mirada al frente.

—Todavía recuerdo la primera vez que te vi —Dijo, Taiga volvió la mirada a él de inmediato—. Eras un jodido renacuajo —Se rió.

—Y ahora soy más alto que tú —Kagami se burló.

—Cállate —Taiga se aguanto otra risita. Ciertamente ese hecho era algo que golpeaba a Tatsuya justo en el orgullo—. Creí que solo eras un enano mimado que le gustaba alardear… pero me dejaste sin palabras. No solo a mí, a todos. Creímos que te sentías un gran jugador por poder encestar por casualidad alguna que otra vez.

—Ustedes, infelices, apostaron que no podría ganarte cuando te reté… claro, yo me uní a la apuesta, apostatando a mi favor.

—Aún me cuesta creer que hiciste que la aumentáramos solo para quedarte con todo nuestro dinero.

Taiga se encogió de hombros.

—Eso les pasa por subestimarme y querer aprovecharse de un niño.

Fue Tatsuya quien se rió.

—Aprendimos totalmente nuestra lección —Guardó silencio un momento mientras viraba en cierta parte de la carretera—. Taiga, estamos, estoy tan orgulloso de ti.

El peli-rojo sabía cuan en serio lo decía, Todos siempre habían creído en él.  Tatsuya siempre había creído en él. Tuvo tanta fe, que incluso había tomado el papel de su tutor legal y le había dado donde vivir cuando se fue de casa. Sobre todo, cuando había viajado con él en el momento en el que obtuvo una beca para baloncesto en Estados Unidos.

Después de sus padres, quienes no reclamaron ni acusaron de nada luego de que el maldito sujeto casi abusara de él, Tatsuya y sus amigos habían sido su gran apoyo para superar el trauma. Claro, su papá había estado un poco reacio pues los chicos eran mayores, entre diez y siete y diez y ocho años, además de que eran chicos; pero pronto se dio cuenta que para ellos era como un hermanito al que protegerían con su vida. Las tardes de baloncesto en su casa habían sido inolvidables y las guardaba en un cofre en su corazón.

Las peleas en la piscina y los obvios coqueteos que Kiyoshi le soltaba a Hyūga y que este ignoraba olímpicamente. O cuando Hyūga golpeaba a Izuki por sus palabrerías sin sentido que este creía eran graciosas. Nadie le entendía, en serio. Era el único que le encontraba sentido a su juego de palabras.

O cuando el grandote pero tierno Mitobe se fracturó una pierna por ayudar a Koganei mientras este hacía una de sus tantas tarugadas. El pobre gato terminó desmayado del susto pensando que lo había matado. Ese día juro jamás organizar ninguna otra competencia de Skate con obstáculos, sin saber absolutamente nada de Skate.

Eso no era lo suyo, el baloncesto sí.

Sin olvidar la ocasión en la que quiso ir a clases de defensa personal y ellos fueron los primeros en apoyarlo. Claro, su mamá no quería pues esas cosas no eran para él, pero como no pensaba darse por vencido, Tatsuya lo ayudó a ir a escondidas. Por supuesto que cuando los descubrieron el peli-negro se llevó la regañada de su vida, pero al notar que Taiga no desistiría, sus padres por fin accedieron.

Ellos incluso hicieron de atacantes para que Taiga, de catorce años, terminara haciéndolos polvo.

—Y no solo nosotros, Taiga —Tatsuya habló de nuevo, sacándolo de sus pensamientos—. Se que tus padres también están orgullosos.

Kagami soltó una risita irónica.

—No lo sé, Tatsuya, ellos ni siquiera han respondido el correo que les envié hace una semana

El peli-negro suspiró, soltando todo el aire luego.

—Ellos solo tienen miedo de que esos tipos te hagan daño. Siempre fue así  y lo sabes.

—Por algo aprendí a defenderme por mi mismo —Se cruzó de brazos, quizá comenzaba a sentirse algo molesto—. Es cierto que siempre me han visto como un pedazo de carne y solo eso, también que en la universidad han querido hacerme la vida imposible y piensan que tienen algún derecho a propasarse solo porque “No soy un completo hombre”, pero he sabido ponerlos en su lugar con mi propia fuerza.

»No tienen porque temer por mí, no tienen que decirme que deje lo que me apasiona y me busque un marido que, oh, sorpresa, también me verá como solo un maldito un pedazo de carne y una incubadora con patas… ellos tendrían que apoyarme, Tatsuya, no solo hacer como si no existiera solo porque no cumplo con sus expectativas.

Mierda, no quería enojarse, no así. No cuando todo estaba yendo tan perfectamente, no cuando su vida no podía ser más feliz… aunque sí podía.

—Yo quería que estuvieran aquí —Dijo, casi llorando—. En verdad quería que estuvieran conmigo en mi momento más feliz… pero a ellos parece que ya no les importo, solo ignoraron mi mensaje. Deben sentirse tan decepcionados.

Tatsuya podía sentir el dolor de su hermano en cada palabra, fue por ello que decidió hablar.

—Taiga… antes de abordar el avión ese día, tus padres hablaron conmigo —Los ojos rojizos de Kagami se clavaron en él, confusión hubo primero en ellos, pero luego un poco de enojo por haber ocultado dicho hecho—, me pidieron que te cuidara como si mi vida dependiera de ello. Dijeron que eras lo más valioso que tenían y si algo te pasaba, su mundo completo se destruiría.

Los ojos de Taiga se expidieron por la sorpresa. Primero lucían confundidos, incrédulos, pero luego, poco a poco, comenzaron a brillaron y no pasó mucho tiempo para que una sonrisa deslumbrante se instalara en sus labios e iluminara su rostro. Su pecho comenzó a llenarse de una calidez indescriptible. Tatsuya pensó que en cualquier momento lloraría en serio

Continuó hablando, Taiga merecía ser absolutamente feliz ese día.

—Constantemente cada mes, ellos han estado enviando dinero a una cuenta que jamás he tocado, pero esta ahí, a tu nombre, Taiga, es tuyo. Y estaba esperando el momento para hablarte de ello. Eres el único que decide que hará con ese dinero. Si decides usarlo o devolverlo. Tú sabrás.

Sorprendido, Kagami tan solo se quedó viendo a su hermano a los ojos, sin poder creer lo que sus padres habían hecho. Habían dicho que jamás desperdiciarían dinero en él si no abandonaba el baloncesto… pero entonces habían creado una cuenta para él y enviaban dinero todos los meses. Taiga quería llorar. Pensaba que sus padres estaban decepcionados de él, incluso que lo odiaban.

Pero ellos jamás dejaron de quererlo.

—Ellos… ¿Ellos preguntan por m-mí?

—Todo el tiempo, Taiga. De verdad están orgullosos. Y no debería decir esto pero… ellos vienen de camino.

—¿¡Qué!? —Kagami no lo podía creer—. ¿¡Van a venir a verme!?

Kiyoshi se removió en el asiento de atrás, estaba abrazado a Hyūga y tenía una pierna sobre las de él. Al lado de ellos, Koganei iba sobre las piernas de Mitobe, el gran chico silencioso abrazaba por la cintura a al pequeño gato.

—¡Cállense! —Gritó Kiyoshi, y luego volvió a dormir.

Los hermanos rieron un poquito antes de retomar la charla.

—Claro que lo harán.

—¿No me estás jodiendo?

—Jamás bromearía con algo así, Taiga, se lo que significa para ti —Tatsuya detuvo el auto en un semáforo, estaban cerca del apartamento de ambos. La lluvia estaba volviéndose cada vez más fuerte. Él giró hacía Taiga, para observar en su rostro una sonrisa resplandeciente.

Taiga separó los labios y estuvo a punto de responderle a su hermano, sin embargo, algo captó su atención al otro lado de la calle; sobre la acera frente a una farmacia, una franja de luces de neón que sobresalía a cuadras, se formó de la nada. Fue tan solo unos segundos en los que Kagami se sintió totalmente fascinado y atraído por ella, sin pensar un segundo en lo sobrenatural del suceso.

A los segundos siguientes lo que antes era una franja multicolor, poco a poco fue abriéndose hasta convertirse en una circunferencia completa. Y lo que primero le pareció hermoso y atrayente, se volvió algo oscuro y tenebroso. Del circulo parecieron salir tentáculos negros que desprendían algún tipo de líquido asqueroso que se derramaba en la acera. Y entonces una mano emergió… si es que esta podía considerarse como tal. Dedos largos, arrugados con uñas largas y puntiagudas. Y luego una criatura horripilante, horrorosa, con una boca bestial llena de dientes puntiagudos y ojos rojos, salió por completo y corrió hacia el auto a una velocidad increíble.

Los ojos de Taiga se abrieron en demasía con terror puro dibujado en ellos.

Apenas y tuvo tiempo para gritar.

—¡CUIDADO! —Estiró una mano hacia a su hermano para tratar de alejarlo un poco del punto de impacto, trayéndolo hacia sí… pero era demasiado tarde.

La criatura se estrelló con fuerza contra el costado del auto, hundiendo el metal y haciendo que los cristales de la puerta del piloto estallaran en mil pedazos de modo que sonara como un chillido. Las llantas del vehículo chirriaron al ser empujado hacia un costado, para luego crujir en lo que este fue impulsado en el aire sobre la carretera con ayuda de sus tentáculos, solo para que callera volcado de nuevo sobre esta.

El dolor atravesó el cuerpo de Taiga en cuestión de segundos después de que gritara, fue como si azotaran su cuerpo hacia delante y luego hacia atrás con fuerza desmedida, estrellándose contra la puerta del auto y luego contra los cristales destrozados de la ventana que volaron en su dirección. Estos lastimaron su rostro, brazos o muslos.

Sus amigos fueron despertados de su sueño de borrachos de la peor forma posible. La mayoría estaban apresados por el cinturón de seguridad y colgaban de los asientos, que no era mucho en realidad, pues ellos eran altos.

—¿¡Qué está pasando!? —Tatsuya, de cabeza debido a la pose del auto, preguntó sin saber nada, tenía un golpe en la frente que sangraba.

—¿¡Y nos preguntas a nosotros!? —Hyūga respondió, el cuello de su camisa estaba manchado de sangre, por lo que seguramente tenía una herida en la parte trasera de la cabeza.

—¿Qué carajos acaba de pasar? —Kiyoshi, medio atontado, colgaba del asintió del auto debido al cinturón de seguridad que lo apresaba de la cintura, haciendo que sus brazos y piernas reposaran sobre el techo. A diferencia de los primeros dos, él sangraba de la nariz y el labio.

Mitobe lucía totalmente alterado, él era el que peor se veía. Tenía una herida en la sien que le machaba la ropa de sangre a cada segundo, y parecía que tenía la nariz rota y un corte en la mejilla. Él, como podía, estaba tratando de soltar el cinturón de seguridad pues Koganei yacía sobre el techo del auto aún inconsciente. Uno de sus brazos se veía realmente mal y había un pedazo considerable de vidrio incrustado en su costado. El alto chico silencioso pudo liberarse y de inmediato se apresuró a revisar a su amigo. Se veía tan preocupado, sus ojos parecían llorosos.

Taiga, al igual que él, intentó desabrocharse el cinturón, tenía que salir y pedir ayuda, sus amigos estaban sangrando y seguro que se sentían terrible, al igual que él. Sin embargo, no tuvo tiempo de nada.

Pues nuevamente se vieron golpeados al igual que apenas no mucho, con igual o con mayor fuerza que la primera vez. El auto chirrió en cuanto fue golpeado en el costado, siendo impulsado hacia atrás, atravesando la acera e impactándose contra una cafetería que yacía frente a esta. Al mismo tiempo los chidos fueron azotados de nuevo contra el auto, contra los costados y entre ellos mientras los pedazos de vidrio bailan entre ellos, hiriéndolos más.

Taiga sintió que algo se le incrustaba en el brazo, por lo que soltó un grito ahogado. A su lado, la pierna de Tatsuya fue apresada contra los retorcijones que era la puerta a su costado y el capó.

Hyūga quedó inconsciente de nuevo cuando Kiyoshi, al apretarlo sin querer contra la puerta, lo dejó sin aire y seguramente quebró alguna de sus costillas. Mitobe, que estaba justo en el lado en el que la criatura golpeo de nuevo, recibió el peor golpe, su cuerpo sintió todo el impacto en la espalda, quedando inconsciente al instante para luego estrellarse contra Kiyoshi y después contra la parte de atrás del asiento de Taiga. 

Koganei, que estaba totalmente recostado contra el techo del auto, se vio alzado unos centímetros para luego estrellarse contra el cuerpo de Mitobe y quedar bajó este.

El auto quedó destrozado tanto como el local en el que se había estrellado. Solo una masa metálica sin forma concreta, destartalada, humeante, derramando líquidos. No estaba incendiándose gracias a la lluvia que había tomado incluso más fuerza y que apaga las peligrosas llamas. 

El primero en salir fue Taiga, sentía que tenía más de algo roto y caminar fue doloroso, pero logró escapar del cinturón de seguridad, abrir la puerta destartalada y al menos cojear hacia el lado de su hermano mientras trataba de parar el sangrado en su brazo. Él cuerpo le dolía horrores y sentía que la cabeza le iba a explorar, pero sabía que no había tiempo para quejarse, debía actuar y rápido.

Abrir la puerta costó unos buenos jalones, pues estaba demasiado destrozada y la lluvia no ayudaba al hacerlo resbaladizo, pero lo logró, en cambio sacar la pierna atorada de su hermano mientras él estaba inconsciente fue algo diferente. Aún así lo intentó. Dentro del auto escuchó como Kiyoshi intentaba sacar a Hyūga.

Tatsuya soltó un jadeo en cuanto Taiga hizo un movimiento en falso, abrió los ojos con pesadez y lo primero que vio fue el rostro de su hermano menor, sucio, mallugado, preocupado, empapado de sangre y lluvia. Tenía un golpe en la cabeza y parecía no haberse dado cuenta.

—Te voy a sacar, ¿okay?

Y Tatsuya le creía que intentaría de todo para lograrlo, sin embargo, había un obstáculo, y ese obstáculo hizo que la sangre escapara aún mas de su rostro y lo dejara totalmente en shock unos segundos…

Detrás de Taiga había una criatura, una horrorosa y asquerosa criatura.

Tatsuya empujó como pudo a su hermano, quitándolo de la trayectoria en la que la bestia parecía con intenciones de una vez más acatar. Y no es que fuera mucha distancia, pero al menos si podía solo alejarlo un centímetro para que no saliera aún más lastimado, valía la pena.

Kagami estaba sobre sus pies, agachado de puntillas, cuando su hermano lo empujo, él, totalmente tomado por sorpresa, trastabilló y luego cayo de sentón. Soltó una queja al aire debido a que se había lastimado el brazo que ya tenía herido, pero luego alzo la mirada para protestar tal acción… y al segundo siguiente guardo silencio.

Un escalofrió recorrió por completo su cuerpo y nada tenía que ver la lluvia que continuaba cayendo en la cuidad. Frente a sus ojos, a tan solo centímetros de distancia, la criatura que los había atacado permanecía dándole la espalda al auto Sus ojos, que antes creyó eran rojos, en realidad estaban huecos y lo rojo en ellos seguro fue algún reflejo, pues en ellos había un líquido viscoso que parecía ser sangre negra que no dejaba de brotar, formando un hilo permanente hacia abajo.

Su piel húmeda, oscura y resbaladiza, se veía como algo asqueroso que jamás querría tocar. Tenía un par de cuernos en su cabeza que parecían de carnero, enrollados sobre sí con la punta hacía atrás. Su boca enorme llena de dientes delgados y puntiagudos que salían de esta y se entrelazaban, su aliento era asqueroso, Taiga tuvo que contener una arcada por miedo moverse y hacerlo reaccionar. Su nariz eran solo los huesos que apenas sobresalían de su cara y nada de piel. Su cuerpo en general era asqueroso y parecía la mezcla de varias criaturas, no tenía piernas ni brazos, eran solo tentáculos, muchos tentáculos que desprendían algo asqueroso y negro. Media mínimo dos metros y medio.

Un ser tan repugnante a la vista que Taiga en serio se planteó la idea de estar soñando, pero el dolor en el brazo le decía que no había forma alguna de que su mente fuera tan ingeniosa y retorcida como para crear semejante criatura y situación. ¿Por qué sabotearía su propio maldito día más feliz de la vida?

Estaba tenso, aterrorizado, él solo respirar podía hacer que todo se volviera un desastre. Los latidos de su corazón resonaban en su garganta y sus oídos. Las manos le temblaban sobre la acera. Joder, estaba llorando, pero sus lágrimas se mezclaban por la lluvia así que nadie podía decir que lo estaba. El miedo, el terror no solo por sí mismo… sus amigos estaban más allá, heridos.

Por un costado apenas y pudo ver como Kiyoshi, con cautela y sin dejar de vigilarlo, ayudaba a Tatsuya, que sangraba mucho de la pierna, a salir de la masa destartalada que era el auto. Su hermano estaba pálido y no le quitaba los ojos de encima, así como esa cosa no los quitaba de él. Estaba agradecido con que no se quedaran paralizados por el miedo e hicieran lo que tenían que hacer.

Ponerse todos a salvo.

Taiga era inteligente, era perceptivo e intuitivo, y supo de inmediato lo que estaba ocurriendo. No tenía idea del porqué, en serio, no se le ocurría ninguna maldita idea de porqué esa cosa estuviera detrás de él, pero iba a aprovecharse de ello para salvar a sus amigos.

—¡Kiyoshi! ¡Saca a todos de aquí! —Gritó… y entonces se levantó y comenzó a correr lejos de ellos.

—¡Noo! —Tatsuya quiso detenerlo, pero Kiyoshi no lo dejó.

La reacción de la criatura fue inmediata, moviéndose de prisa para alcanzar a Kagami, sin embargo, en el movimiento repentino sus tentáculos golpearon el auto de nuevo haciendo que se introdujera aún más en la ya destrozada cafetería. Taiga giró al escuchar el crujido del auto y el grito de alguien que no supo quién era, pero no pudo detenerse, sabía que tenía que alejarse para que sus amigos estuvieran a salvo.

Como deportista, él era rápido, muy rápido. Oh, él era muy bueno, en serio. Pero en las condiciones en las que se encontraba en ese momento no lo era tanto, aun así, sacó fuerzas de donde no tenia y corrió sin detenerse por la acera. Por suerte la adrenalina ayudo con el dolor un poco, aun así, el miedo que le calaba hasta los huesos era otro asunto. Seguramente debía estar pensando muchas cosas, haciéndose preguntas que difícilmente iba a poder responderse solo.

¿Qué era esa cosa?

¿Qué quería de él?

Pero lo único que había en su cabeza era el correr más rápido, alejarse todo lo que pudiera. En no ser atrapado. No es que hubiera mucho tiempo para pensar tampoco. Quién sabía qué carajos le haría esa cosa si llegaba a poner esos asquerosos tentáculos sobre él

Pero, claro, no todo podía ser tan fácil, Taiga supo muy bien en eso.

No paso mucho cuando sintió uno de los tentáculos babosos enrollarse en su pierna y sentir como tiraron de ella. Cayó al suelo, lastimando otra vez su brazo, luego fue arrastrado por la húmeda acera, raspando un poco su codo y mejilla, hasta finalmente ser alzado de cabeza. La criatura lo vio a los ojos, aunque no tenia, y luego soltó un grito monstruoso y aterrador que le heló la espalda a Kagami. 

—¡Suéltame! —Gritó, tratando de golpear con su mano sana el tentáculo, al ver que no hacia mayor daño, soltó patadas a diestra y siniestra hacia el rostro de la criatura—. ¡Que me sueltes, maldita babosa asquerosa!

La criatura apretó su agarre sobre la pierna de Taiga, haciendo que gritara por la fuerza ejercida. Entonces tomó su otra pierna, apretándola igual de fuerte. Los gritos que Kagami soltó lastimaron su garganta. La criatura pareció molesta por sus quejidos, por lo que alzó otro tentáculo baboso y apestoso y lo golpeó en el rostro en repetidas ocasiones, atontándolo, dejándolo sin fuerzas para resistirse.

Y luego el dolor en sus piernas cesó, pero entonces él estaba cayendo hacia la acera, el dolor en su espalda al caer no fue tan intenso como en sus piernas, pero si lo dejo sin aire un momento, el suficiente como para no saber qué era lo que acababa de suceder.

Su visión estaba borrosa y él se retorcía un poco el suelo, frente suyo solo podía distinguir manchas borrosas yendo de un lado a otro, vidrios quebrándose, algo siendo cortado, algo pesado cayendo. Un gritó tan fuerte y horrible como él que la criatura le había dado cuando lo alzó frente a su rostro y luego… luego hubo un rugido que no había escuchado antes.

Un rugido, algo tan bestial, que pareció sacarlo de su atontado estado, fue como si hiciera vibrar todo a su alrededor. Su vista se aclaró, y lo que Taiga vio lo dejó momentáneamente en shock. Ante sus ojos la criatura yacía totalmente destrozada, sus tentáculos estaban esparcidos en todos lados aquí y allá, su cuerpo estaba en medio de la carretera, retorciéndose…

Y su cabeza, su cabeza asquerosa yacía frente a Taiga, soltando sonidos mientras movía la boca desesperado, sus cientos de dientes, delgados y largos parecían querer arrancarle las piernas, ¿es que acaso no podían ser asesinados sin importar qué?… Pero eso no era lo que había dejado inmóvil a Kagami.

Era la nueva criatura que permanecía unos metros delante de él dándole la espalda, junto al cuerpo de la primera criatura la cual continuaba retorciéndose sin detenerse.

Tenía la forma de un felino, con el pelaje negro y la cola ondeando detrás suyo. Pero era enorme, demasiado grande. A primera vista podría decir que era una pantera, pero aún así era más grande. Y también estaban las líneas, círculos y ondas azules que le atravesaban el pelaje, como tatuajes tribales, pero estos brillaban en la oscuridad de un tono azul neón, haciendo que sobresaliera por mucho.

Se veía totalmente intimidante con la musculatura de una gran bestia que reinaba en su territorio. Tan imponente en medio de la carretera y bajo la lluvia, era como si dijera: Mírenme. Y el peli-rojo no podía dejar de verla, fascinado.

«Que criatura más hermosa». Taiga pensó involuntariamente.

Era bellísimo, pero totalmente aterrador. Semejante espécimen no podía existir en su mundo.

Y entonces la criatura se giró, y sus ojos, tan azules como el mismísimo mar, se clavaron en los suyos, robándole él aliento sin pensarlo y dándole escalofríos en todo el cuerpo. Brillaban igual que las marcas en toda su piel. En su rostro felino habían más marcas dispersas sobre sus mejillas y frente, y no pudo evitar que su mirada rojiza recorriera el camino de cada una de ellas.

Estuvo con los ojos clavados en Taiga un momento, hasta que finalmente se movió, comenzando a caminar hacía él, pasos lentos que el peli-rojo los sintió infernalmente largos y tortuosos. Intentó ponerse en pie y salir corriendo, sabía que tenía que correr. Esa bestia había destrozado a la primera criatura como si no fuera nada… pero no pudo moverse de su lugar, era por el cansancio en su cuerpo, el dolor o la fascinación, quien sabía. 

Pero, cuando Kagami creyó que ya lo había visto todo, la pantera comenzó a brillar mientras caminaba hacía él, vio su silueta deformarse, sus patas alargarse, su columna enderezarse y su rostro cambiar. Cuando el brillo ceso, frente a Taiga ya no había una monumental y hermosa pantera, una bestia tan hermosa que no podía ser de su mundo… no, en su lugar yacía un hombre.

Un hombre de piel morena con tatuajes, marchas tal cual las había en el pelaje de la bestia felina, líneas, círculos, ondulaciones que poco a poco iban perdiendo su brillo, quedando azules contra su cuerpo, dispersas en su fuerte pecho y poderosos brazos, pero desapareciendo luego poco a poco. Taiga quiso verlas todas antes de que no quedará rastro de ellas.

Sus ojos avanzaron hacía abajo, buscándolas, cruzaron por sus pectorales y luego hasta su abdomen totalmente esculpido por los Dioses… y luego bajó más, y fue como si su cerebro de desconectara. Observó sin descaro, como si jamás en la vida hubiera visto algo similar, sus ojos se quedaron ahí, anclados. Ya sin importar que las marcas azules continuaban su recorrido sobre los muslos del hombre y luego hasta sus tobillos.

Ni siquiera notó que la lluvia poco a poco estaba cesando hasta volverse una suave brisa.

Pero entonces el moreno se agachó hasta su rostro, tomándolo de las mejillas con ambas manos llenas de uñas largas y filosas, y lo obligó a que lo viera directo a los ojos, justo en el momento en el que Taiga comprendió lo que había estado haciendo, y su rostro enrojecía de golpe.

Era un hombre joven de cabellos azulados revueltos. Sus vibrantes ojos azules, hermosos como ningunos otros, fascinantes, atrayentes, se clavaron en el rostro de Kagami, inspeccionando cada centímetro de piel. Taiga lo sintió limpiar su mejilla de algo que no sabía tenía en ella. Sus pupilas alargadas se ganaron la atención del peli-rojo, distrayéndolo de su bochorno, pero en especial lo hizo todo el rostro del hombre. Era jodidamente atractivo, guapísimo. Taiga sintió un nudo en la garganta mientras algo se removía en su interior, algo sumamente fuerte que incluso lo hizo sentir mareado. Perdido.

Y en verdad se hubiera perdido totalmente en su mirada si no hubiera caído en el hecho de que no habían orejas donde se suponía debían haber, solo había más cabello. Las encontró subiendo un poco la vista, pero no eran humanas.

Y entonces algo se movió detrás del moreno, yendo de un lado hacía otro, moviéndose sin cesar. Los ojos de Kagami no podían dejar de seguirlo

—Solo es mi cola —Dijo el hombre, con una voz que a Kagami le retorció cada parte del cuerpo en un escalofrió. Tan poderosa, pero también sensual. Y luego le regaló una sonrisita de medio lado que fue la gota que derramó el vaso.

Quizá fue el cansancio físico, tal vez el mental, el shock provocado por tantos golpes y sorpresas, el no poder procesar absolutamente nada de lo que había estado ocurriendo… quien sabía. Pero antes de que el tipo pudiera decir o hacer algo más, la pesadez de su cuerpo lo atrajo con fuera hacia el suelo, sintiendo como si caía en un pozo lleno de oscuridad sin fin.

Lo último que vio fue el rostro preocupado del hombre mientras lo llamaba, luego finalmente cayó en la inconsciencia.

Notas finales:

Yyyyyyy.


Eso fue todo.


¿Qué tal?


¿Qué les pareció?


¿Les gustó?


Yo espero que sí.


En el cap anterior vimos que Haru tiene el elemental del agua. ¿Cuál creen que tenga Taiga?


Bueno, ¿sí les gustó? ¿Algún comentario? ¿No? Seria lindo que lo hicieran, a veces no sé qué pensar, si les soy sincera ¿Siquiera leen esto?


Como sea, que Raziel me los cuide. Besos y abrazos de oso.


Byee.


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