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The Two Of Us - JohnLock Fanfic por RushanaChan

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Notas del capitulo:

Gracias por sus comentarios gente, me re animan a seguir escribiendo! <3

Aquí el cap 12, disfruten! uwu

Solo una persona podía salir a las 5 de la mañana de las residencias del White Lodge para practicar. Y esa persona era James Moriarty.

Caminaba por el gran campus y observaba con placidez el paisaje.

James estaba viviendo su sueño. Ser coreógrafo había sido la mejor decisión de su vida.

Y es que ya no soportaba verse limitado como bailarín. Siempre siguiendo ordenes, bailando las creaciones de otros. Su técnica era y es perfecta, pero se había cansado de aplicar su talento en darle vida a las creaciones de otros.

James ya no quería eso, su mente fluctuaba, estaba llena de ideas. Creaba constantemente. La música era para él un lienzo que siempre estaba en blanco, dispuesto a ser llenado por creaciones magnificas que solo él podía hacer.

Moriarty ni se preocupaba en ser modesto. Él estaba convencido que sus coreografías y adaptaciones eran únicas e inmejorables. Estaba convencido que él mismo era un artista inigualable.

Además no solo creaba las coreografías, sino el vestuario, la escenografía, la elección de los bailarines. Ello porque la confección de tal obra de arte debía ser completa. Y debía ser solo suya.

Ahora, con la sala para él mismo, estaba dispuesto a demostrar su arte. Interpretó una de las coreografías en las que estaba trabajando. Se desplazaba por la sala a sus anchas, con un dominio muy característico de él. Sus movimientos eran perfectos, precisos, nada que no pudiera esperarse del gran Moriarty.

Sus movimientos se volvían gradualmente más intensos a medida que un imagen invadía su mente: Sherlock Holmes. Sherlock bailando, Sherlock tocándolo. Sherlock besándolo.

Se detuvo y exhaló de placer.

No era la primera vez que Jim se liaba con uno de sus alumnos. De hecho, era algo común para él. Chicos y chicas le admiraban, le idolatraban, le seguían, le seducían. Y a Jim le encantaba esa sumisión, le encantaba que ellos fueran hacia él. Pero lo que más le gustaba era el control y dominación que ello le aseguraba.

No es que Moriarty se enamorara de esos jóvenes sedientos de su atención. Solo disfrutaba como esos jóvenes le buscaban y como gradualmente se obsesionaban más y más con él.

Y con Sherlock la cosa era especial. Hacía mucho que a Jim no le hechizaba tanto un joven como ahora. Le tenía loco. Lo quería todo para él, lo quería a sus pies, rogando por atención, rogando por él.

Sin embargo, había otro joven al cual Jim ya tenía literalmente a sus pies.

—Hay algo que no me convence.

Moriarty observó con ternura al joven que había dicho eso. —¿Qué cambiarías, Victor?

—La secuencia de los saltos, es muy repetitiva. —respondió el pelirrojo. —Y tu sonrisa de idiota, esa también la cambiaría —le dijo con total confianza.

Jim rio divertido ante lo que dijo su alumno. —No puedes culparme. Tú no.

—Después de lo que te conté, ¿tú solo vas a cojertelo y ya? —soltó Trevor con tono resentido.

—Cariño, él fue quien se me abalanzó y me besó —le explicó con simpleza el profesor, sin dejar de sonreir. —Además, te recuerdo que soy un alma libre... Y un amante de la belleza humana. Me deleito con ella—continuó mientras caminaba con elegancia por el salón. —El joven Holmes tiene una belleza especial. No solo física, sino espiritual. Es tan... Frágil... Puro...—decía abstraído.

Victor Trevor le observaba con el ceño fruncido. —Y seguro vas a elegirlo como bailarín principal, ¿no?

Jim se le acercó sugestivamente. —¿Acaso te molestaría?

—No me importa.

—Es muy probable que lo elija. Tiene un talento magnifico, y además él me fascina.

—Wow, no te vayas a enamorar ¿eh? —soltó con ironía el pelirrojo.

Jim volvió a reir. —¿Qué es lo que te molesta? Tú también eres fascinante y tienes talento. De hecho... —decía mientras pasaba sugestivamente su mano por el rostro del joven. —Tienes todo para superarlo...

Victor aprovechó la cercanía y plantó sus labios sobre los de Moriarty, en un beso precipitado.

—Voy a destrozarlo.

***


La temporada había comenzado con una racha de victorias por parte de Strand. El equipo había estado arrasando con sus oponentes.

Hasta hoy.

Si bien la derrota no había sido tan aplastante, perder contra los chicos de Clifton, que estaban casi últimos en la tabla, era para preocuparse.

Aun así, había que mostrarse entusiastas y positivos. Los jóvenes rugbiers de Strand se dispusieron a saludar a los fanáticos que habían ido a apoyarlos, entre los cuales no solo había gente de Strand sino también de otros colegios, en especial chicas, las que no se perderían de ver a los apuestos Sebastian y John con sus esbeltos cuerpos, mojados y embarrados por el campo de juego. Ni mucho menos se perderían la oportunidad de poder hablar con ellos después de la victoria.

Sin embargo, John notó una presencia inesperada más allá de la marea de chicas. Allí atrás, alejado de la vista de todos, alguien le saludaba con un leve cabeceo, casi imperceptible. Vestía una camisa demasiado formal para el evento del partido.

—¿Sherlock? —se acercó finalmente John a hablarle.—¿Qué haces aquí? Pensé que no te gustaba venir... —le recordó el rubio, rascando su cabeza algo incómodo.

—No, no es que no me guste en absoluto. Solo... Solo no lo entiendo —confesó el joven detective desviando su mirada. —Especialmente esa parte donde todos se empujan y el balón sale mágicamente por un extremo, ¿qué rayos es eso?

El capitán del equipo rio fuerte ante la pregunta. —No puedo creerlo, ahora yo te estoy explicando algo a ti. Es un scrum, pero no creo que te interese saber mucho más.

—Me conoces lo suficiente.

El rubio negó con la cabeza mientras seguía riendo. —Igual, gracias por venir.

—Sí, yo en realidad... Quería disculparme por mi comportamiento de hace unos días —confesó el joven del laboratorio.

John le miró sorprendido. —Está bien, Sherlock. Yo siento haberte obligado a ir y todo eso.

—Es que... Fui injusto contigo. Tú habías organizado eso para mi y yo lo arruiné —decía Sherlock mostrándose insólitamente sincero. —Siento haberme ido y haber ignorado tus mensajes y llamadas.

—Ah, ¿así que sí los ignorabas? Maldito —le contestó John indignado pero luego sonrió. —Está bien amigo, enserio.

—Y eso... Yo...

—¿Qué cosa? —insistió el rubio ante el silencio repentino del otro.

—Yo, yo no pensé que era tu "amigo" —dijo enfatizando las comillas y desviando la mirada algo avergonzado.

El capitán del equipo abrió sus ojos sorprendido y volvió a sonreir. —Claro que lo eres, Sherlock.

El chico le miró finalmente y también sonrió. —Ah y escuché que... Uno de los chicos te dijo cosas esa noche y discutió contigo. Lamento eso también.

—Ah, sí. No sabía si preguntártelo pero... ¿Quién era ese chico? ¿Acaso me conoce?

—Era un estudiante de aquí. Y era... Un amigo.

—¿Era?

—Sí. Tuvimos una suerte de pelea, él se fue a Irlanda por un tiempo y ya no hablamos. Su nombre es Victor Trevor. Tú... ¿No escuchaste sobre él? —se arriesgó a preguntar el joven.

—Uhm... No. Sinceramente no lo recuerdo —contestó el rubio encogiéndose de hombros.

Entonces Moran no le ha hablado del tema aún... pensó Sherlock. Se tomó un momento para pensar lo que le diría. No era un buen momento para hablar del tema, pues con Moran y todo el equipo a tan solo unos metros de allí era una muy arriesgado. Lo dejaría para otra oportunidad, pero se encargaría de ser él quien se lo contara.

—Ah, Sherlock —dijo de repente el rubio, interrumpiendo las cavilaciones del otro. —Lo de tu profesor, tú... Digo, eres dueño de hacer lo que quieras, solo... Deberías cuidarte y...

—Lo sé, John. Eso fue un gran error. Estaba demasiado alcoholizado y no pensaba lo que hacía.

—Sí, bueno, uno hace estupideces cuando está borracho —El rubio sopesó sus siguientes palabras. —Entonces, tú, Sherlock... ¿Eres gay? Lo cual está bien, por cierto. —se apresuró en aclarar.

El otro joven arqueó una ceja confundido. Luego cayó en la cuenta de la actitud del otro. John sabía cosas de él, pero no precisamente que las chicas no eran lo suyo.

—Bueno, no lo sé. Las chicas nunca me han atraído. —le aclaró con tono calmo. —Eso debí habértelo dicho antes, supongo.

—Sí, y así hubiera dejado de molestarte con Molly —dijo el capitán exhalando una risa.

—¿Lo hacías?

No pudieron hablar mucho más porque Moran empezaba a acercarse a ellos.

—Hey, Sherlock. No sabía que te gustaba el rugby —le dijo el subcapitán con una curiosa sonrisa.

—Solo vine para hablar con John —le aclaró el joven sin mirarle a la cara.

—John, el entrenador quiere hablar con todos. Vamos —se dirigió Moran al capitán del equipo, palmeando su espalda.

—Claro, ya voy —contestó John con tono serio. —¡Nos vemos mañana, Sherlock! —se despidió el rubio con una sonrisa.

—Nos vemos, John —le sonrió igualmente en respuesta el otro joven.

***


No fue hasta el momento de entrar en el salón que una tremenda incomodidad le invadió. Sentía todas las miradas sobre él. Risitas, comentarios, eran insoportables.

Teóricamente, Sherlock había arreglado las cosas enviándole un sincero mensaje a Moriarty. Le expresó que todo había sido un error, y que estaba demasiado ebrio. Y por supuesto, se disculpó por tremendo atrevimiento. Jim le había contestado que no se preocupara y que también lamentaba su comportamiento. Incluso reconoció que estuvo mal que accediera, siendo Sherlock menor de edad. Después de todo, el buen John tenía razón.

Pero lo que no podía evitar eran las repercusiones entre sus compañeros de ballet. Especialmente, la predecible insistencia de La Mujer.

—Solo por curiosidad, ¿recuerdas lo que pasó el fin de semana pasado? —le preguntó con tono irónico la joven mientras ambos calentaban.

—Ya me disculpé con Moriarty.

—Cariño, ¿piensas que con una disculpa todo quedará en el olvido? — le cuestionó Adler, arqueando una ceja. —Sherlock, acabas de entrar en el juego. Y no puedes abandonarlo así como así.

—¿De qué hablas? —le inquirió el joven frunciendo el ceño.

La joven se regocijó de la inocencia de su compañero. —¿Acaso no lo notas? Entre nosotros, ya eres el favorito de Jim. El que probablemente tenga los protagónicos, las becas y quien sabe qué más. Todos te tienen en la mira, Sherlock. Eres una amenaza, un oponente para todos. El más fuerte. Todos tratarán de destruirte. —enfatizó misteriosa.

Ese tono enigmático de La Mujer le desesperaba. —No me interesa lo que piensen ustedes —soltó sin filtro. —Y si acaso tengo el protagónico, será por mi excelente técnica y no por acostarme con Moriarty.

—Está bien, lindo, tranquilo... Está bien, no pienses en nosotros. Pero piensa en ti, ¿No crees que te puedes ver beneficiado con todo esto?

Sherlock decidió ignorarla durante el resto de la clase.

El Festival Juvenil de Talentos era uno de los eventos más esperados de la temporada. Allí, todas las escuelas de ballet del Reino Unido demostrarían la calidad de bailarines que las integraban. Era además la ocasión perfecta para darse a conocer y obtener quizás alguna beca para el exterior, ya que directores de escuelas de todo el mundo presenciaban los espectáculos.

En el Festival también surgían quienes seguramente serían las etoiles o estrellas en los ballets más importantes del mundo. Como Jim Moriarty, quien había sido descubierto por una comitiva del American Ballet Theater luego de su deslumbrante presentación en el Festival, con el protagónico en el ballet "Corsario".

En lo personal, a Sherlock no le interesaba mucho eso. No es que menospreciara el ser galardonado con una beca en otro país o algo así, sino que no le atraía mucho la idea de abandonar Londres. La Royal School también era uno de los ballets más importantes del mundo, por lo que se contentaba con quedarse y llegar a lo más alto allí. Además, aun tenía la escuela, la cual quería terminar lo más rápido posible.

Pero había un motivo más reciente por el cual Sherlock quería el protagónico en el Festival. Y eso era: demostrarles a todos que se lo ganaría por su talento y esfuerzo, y no por lo que otros pensaran.

Les demostraría a todos que él era el mejor. Y muy especialmente a Victor, a quien no le perdonaría el haberle gritado a John.

Pues tal y como Irene se lo dijera, el asunto con Moriarty no sería olvidado con unas simples disculpas. Si bien el profesor ya no le daba más vueltas al asunto, sus compañeros, en especial los irlandeses, no lo habían olvidado.

Sherlock se daba cuenta de las risitas, las miradas, los susurros mientras él pasaba al frente a hacer un ejercicio. Eran insoportables, especialmente las miradas burlonas de Victor Trevor.

—Chicos, esta corrección va para todos. La primera secuencia es a tiempo. Es algo compleja pero respeten el tiempo. ¡Y no descuiden la cabeza en los sissone! — indicaba Moriarty con la atención de todo el salón. — Y para los varones, ¡cuiden la caída en los demi tour! Quiero que los hagan así, ven al frente Sherlock.

La indicación tomó de sorpresa al joven detective, pero obedeció al instante. Ejecutó el paso de baile que le indicara el profesor.

—¡Exacto! Así quiero que lo hagan. A sus posiciones, gente. Va de nuevo. —indicó finalmente Moriarty, liberando a Sherlock.

—Hagámoslo como la zorrita de Moriarty, chicos —susurró uno de los irlandeses del grupo de Victor, causando una risa por lo bajo. Sherlock escuchó perfectamente eso pero decidió difícilmente ignorarlo.

Comentarios como ese se repetían antes, durante e incluso después de clase, en los vestuarios. Eran obviamente sutiles, pero dichos para que Sherlock los notara.

El joven ruludo los ignoraba, pero no iba a negar que internamente le afectaba. Nunca lo diría, pero la situación le apenaba en cierto modo.

Sus clases de ballet eran de alguna forma el único ambiente amigable que creía tener. Aborrecía estar en la escuela y también la pasaba mal en su casa, pero en la Academia de Ballet se sentía aliviado, era su cable a tierra, donde sus únicas preocupaciones eran la danza y listo.

Ahora, el salón de baile se le estaba haciendo algo hostil. Ya no solo iba para preocuparse en practicar sino a exponerse a esos buenos para nada que le injuriaban por lo bajo.

Por eso, aprovechaba los momentos que pudiera para practicar solo en el salón, cuando todos ya se marcharan.

En una de esas ocasiones, tuvo una visita.

—Sherlock —enunció la voz, conocida para el joven.

—Profesor Moriarty... —contestó el bailarín, deteniendo su práctica.

—¿Podemos hablar un momento?

El joven estaba aun jadeante por haber estado moviéndose hace un momento. Asintió en respuesta, pero no le dejó hablar.

—Profesor, yo quería volver a disculparme por el incidente del beso.

—Oh, por favor, dime Jim —le dijo con una sonrisa tranquilizadora. —Yo venía a disculparme también...

—Es que usted no debe disculparse de nada, profesor, digo, Jim —le interrumpió Sherlock. —Yo prácticamente me le abalancé y lo besé.

—Bueno, y yo precisamente no te detuve —explicó aun sonriente Moriarty. —Sherlock, los dos estábamos muy ebrios. Todos comentemos errores cuando estamos ebrios.

El joven detective parpadeó, sin saber mucho qué decir.

—Lo que venía a decirte —prosiguió el profesor con tono serio. —es que soy consciente de las molestias que te ocasionan tus compañeros.

Sherlock mantuvo su rostro inexpresivo, aunque internamente se viera sorprendido por el planteo.

—Pero, para que no te traiga más problemas, he decidido que Sylvia escoja los protagónicos para el Festival. Dado que si los elijo yo, puede incomodarte...

—No, de ninguna manera me incomodaría —se apresuró a decir el joven. —No me afecta en lo más mínimo lo que digan los demás. Y si acaso usted decide escogerme, sé que lo hará por mi técnica. No tengo dudas.

El profesor esbozó una amplia sonrisa. —Me alegra que confíes en mi, Sherlock. Y me alegra también que decidas ignorarlos. Sabes, a mí me ocurrió algo muy similar cuando era estudiante en Irlanda.

—¿Enserio? —le preguntó Sherlock, sinceramente sorprendido.

—Sí. Un día, todos empezaron a comentar que yo andaba con uno de los profesores. Todo había comenzado cuando este profesor decidió acercarme a mi casa un día de mucha lluvia. —empezó a relatar Jim. —Todos comenzaron a decir que yo me había acostado con él esa noche y que por eso era el preferido, cuando nada de eso había pasado. Y tal cual lo haces tú, decidí ignorarlos completamente. Al final, ese profesor se retiró, y el que vino después me eligió para protagonizar Corsario en el Festival de Talentos. Y de allí, directo al ABT —contó orgulloso el profesor. —Pero como ves, yo seguí en la mía, practicando muy duro todos los días y así llegué a donde estoy. Aquellos que se desvivían hablando a mis espaldas no llegaron a ser más que profesorcitos en escuelas de poca monta, o incluso dejaron el ballet.

Sherlock le escuchaba atentamente. Su relato le tranquilizaba de algún modo.

—Lo que quiero decirte con todo esto es que, aun cuando lo nuestro no haya sucedido, iban a inventarlo, créeme. Y es que aquellos que no pueden superarte en la técnica intentaran destruirte de otro modo, ya sea psicológica o emocionalmente. La clave está en vencerlos ahí también. Mostrar que nada te afecta y seguir tu camino —le dijo volviendo a sonreir —Es algo con lo que los genios como nosotros debemos lidiar.

El chico le sonrió igualmente, mostrándose de acuerdo con esa última oración.

—Sherlock, tú tienes un talento enorme. Llegarás muy lejos en esto —declaró el profesor. El pecho del otro joven se llenó de orgullo. —No será la primera vez que te enfrentes a las hostilidades en un salón de baile, especialmente a las críticas... Debes estar preparado.

—Gracias por sus palabras, profesor... Jim —se corrigió el joven.

—Dime como te parezca más cómodo, Sherlock —le dijo Moriarty con tono amable. —Así que, con todo esto, ojalá no haya rencores ni incomodidades entre nosotros.

—Nunca las hubo, profesor —le contestó el joven con simpatía.

—Me alegro entonces —sonrió ampliamente el profesor. —Hasta mañana, Sherlock. Y sigue practicando esas piruetas.

—Claro.

Sherlock le observó hasta que desapareciera del salón. La charla le había dejado extrañamente calmo. Pero se sentía también más fortalecido.

No perdería la batalla.

***


El día de la derrota con Clifton, el entrenador les había dado una dura charla. Es que estaba en lo cierto, con el nivel de rugby que habían alcanzado a tener, no podían perder contra los últimos de la tabla.

Pero no había sido la única derrota. El siguiente partido lamentable contra Nottingham les había valido otra dura reprimenda del entrenador.

A partir de ese día acordaron sumar más días de entrenamiento. Y por más que John apreciara al equipo y le gustara entrenar, la idea no le entusiasmó mucho. No solo sería un problema por su trabajo en el bar, del cual sus compañeros no sabían, sino también por Sherlock. Los jóvenes se veían bastante seguido y al rubio le agradaba eso. Especialmente porque sus juntadas eran divertidísimas, pues el joven detective siempre tenía algo en mente, un lugar, una investigación, una teoría, y el rugbier le seguiría a dónde fuera.

A todo ello se sumaba un creciente malestar que John sintiera con su equipo. Las derrotas no les habían sentado muy bien y todos estaban susceptibles. No estaban con el buen humor de siempre en los entrenamientos, y eso a John le deprimía.

La responsabilidad era mayor, y eso a todos les ponía nerviosos.

Y como era predecible, las cosas empeoraron. Llegaron a su climax cuando, en uno de los entrenamientos, y luego de una fallida atrapada del balón por parte del wing Carmichael, este recibiera un empujón de Wilkes y todo acabara con los dos golpeándose y revolcándose en el campo de juego.

Allí es cuando John decidió que debía tomarse un descanso, sin que los demás los supieran. El humor no estaba para perdonarle un día de entrenamiento así como así al capitán del equipo. Mucho menos si era para ir el sábado con Sherlock a una supuesta casa abandonada en Elephant and Castle.

Fue ese sábado por la tarde que John decidió tomarse su día sabático.

—¿John no va hoy? —le preguntaba Carmichael a su amigo Sebastián. Como siempre, los dos habían quedado en encontrarse para ir juntos al campo de entrenamiento.

—Así parece... —le contestaba Sebastián mientras checaba su teléfono. Un mensaje de John había llegado al grupo de chat de los chicos, anunciando su ausencia. El motivo: debía cuidar a su hermana enferma.

—Para mí que se está yendo con Sarah por ahí —dedujo divertido el joven mientras subían al auto de alta gama de Morán.

Pero al subcapitán permanecía con la expresión inmutable.

—Carmichael, ¿Te parece si pasamos por un lugar antes del entrenamiento?

—Supongo que no —se encogió de hombros el joven. —Mientras el entrenador no se enfade.

Morán le tranquilizó y puso en marcha el vehículo.

—Y ¿a dónde vamos?

—A hacerle una visita a la pobre Harry Watson —le contestó Sebastián, con una expresión que su amigo Carmichael conocía muy bien.

Notas finales:

Este Sebastián es bien mafioso(?)

Moriarty menciona dos pasos de ballet, los sissones y los Demi tour, los cuales son saltos. Si quieren pueden buscar en Youtube videos de cada paso, son muy ilustrativos!

También hay una referencia a un ballet llamado Corsario, muy bonito, también pueden buscarlo si les interesa.

Quiero aclarar, tambien, cada vez que mencioné White Lodge me refiero a la Royal Ballet School de Londres, la academia de Sherlock. White Lodge es como parte de la Academia, son instalaciones muy lindas donde, en esta historia, los chicos de Irlanda y Jim se están alojando. También tienen alguna que otra clase en los salones de ahí.

Cómo siempre, espero les haya gustado, hasta la próxima! <3


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