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The Two Of Us - JohnLock Fanfic por RushanaChan

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Notas del capitulo:

Aquí la primera parte del cap. 34!

Si me demoro en actualizar es porque ando estudiando gente (?)

 

****
***

La luz brillante y ambarina que se posaba insistentemente en su rostro le obligó a abrir sus ojos. Al parecer había olvidado cerrar sus cortinas la noche anterior. O más bien, la Señora Hudson había olvidado hacerlo, y aquello seguro llevaría a un clásico berrinche de parte del pequeño Sherlock Holmes cuando la anciana fuera a llevarle el desayuno.

Aunque no era, exactamente, pequeño. Ni tampoco era, exactamente, la Señora Hudson quien le despertara en ese momento para el desayuno.

—Levántate, vago —le animó un sonriente John Watson, recostado a su lado. Sus facciones iluminadas con la luz del sol de la mañana le hacían lucir un aspecto sobrenatural. Hermoso.

Baker Street. John. Luz del sol. Casi no recordaba la última vez que había tenido un sueño tan enternecedor.

Su mente seguía agonizando, pero parecía haber entrado en un impasse con aquellas experiencias oníricas junto a John. Parecía desvestir sin escrúpulos aquellos sentimientos que el joven detective se había empeñado tanto en sepultar, los que de todas formas, no había más motivos para seguir ocultando.

Sherlock se acercó al joven rubio que le acompañaba en la cama y ambos se fundieron en un afectuoso abrazo. Sumergió su rostro en el pecho de su amante y deslizó sus manos por la espalda del otro, jactándose de la calidez que solo ese cuerpo era capaz de brindarle. Sherlock podía sentir perfectamente la textura de la piel que recubría el desnudo torso del rubio. Podía sentir sus piernas entrelazarse con las del otro. Podía sentir cómo sus dedos acariciaban su cabellera con cariño, como solo John sabía hacerlo. Podía sentir todo. Es como si estuviera vivo.

—No me dejes, John —susurró tan bajo que probablemente el rubio no le escuchara. —No me dejes, por favor.

****
***

Sherlock había comenzado a idear su plan después de la nefasta experiencia con Sebastián en el cumpleaños de John. El objetivo era robar las cintas de video, el símbolo de poder del subcapitán y la prueba fundamental de sus delitos.

El joven detective estaba seguro de que Moran las conservaba en una caja de seguridad ubicada en su habitación. Para ello, y sin mucha dificultad, el chico había boceteado un mapa de la mansión de los Moran, únicamente con sus recuerdos de las contadas veces que había estado allí. Su memoria visual le había permitido elaborar un mapa cuya exactitud John comprobó al examinarlo.

Sin embargo, lo fundamental era el ingreso a la mansión y la apertura de la caja de fuerte.

Y para eso, necesitaba a Bill Waggins. No era pura coincidencia que Sherlock le eligiera como compañero de piso.

Bill Waggins había sido un brillante estudiante de Física en Cambridge. Sin embargo, su inteligencia se vio eclipsada por su terrible comportamiento. El chico se dedicaba a robar en las casas de las familias más pudientes de la ciudad. Eso, sumado a que también vendía drogas dentro de la famosa universidad, causó su expulsión definitiva de la institución. La noticia había sido publicada en algunos portales, y Sherlock vio en aquel delincuente al compañero perfecto para llevar a cabo su plan.

Inicialmente el joven detective, fiel a su carácter huraño y antisocial, no tenía pensado hacerle participar activamente del plan. Quería usarlo, sin que este lo supiera. Sin embargo, se vio obligado a revelarle dichas intenciones cuando el dealer empezara a dudar de aquellos "fines científicos" que motivaban la compra excesiva de drogas por parte de su compañero.

Pero él nunca me dijo la razón de todo este plan... le había confesado Bill a John.

Bill se especializaba en las dos cosas que Sherlock necesitaba: robar mansiones y conseguir drogas.

—¿Por qué necesitaba drogas? —le cuestionó John al dealer, mientras este relataba su conocimiento del famoso plan. Ambos, junto con Victor Trevor, habían vuelto a reunirse en el apartamento a discutir lo relativo al famoso plan de Sherlock.

—Para crear un sedante especial —anunció el joven ojeroso y le enseñó una botella pequeña que cuyo interior podía verse una sustancia transparente. —Su idea era básicamente inventar una excusa para que Moran le dejara entrar a su casa, y en algún momento dormirle con esta droga. Así podría pasar a abrir la caja fuerte de su habitación sin ser molestado. Es una sustancia imperceptible en cualquier bebida y de rápida acción.

—¿Qué? Eso es demasiado arriesgado —intervino Trevor con preocupación en su tono. John estaba igual de consternado por la audacia de su viejo amigo.

—Es la única forma de burlar el sistema de seguridad de esa casa —dijo el dealer encogiéndose de hombros. —Entrar por la fuerza es imposible. Por eso, no hay otra que-

—Entrar por la puerta principal —le interrumpió John de repente, como si hubiera tenido una especie de epifanía.

—¡Exacto! Eso mismo me dijo Shezza —concordó Bill con una media sonrisa.

—Es una frase que dicen en su programa favorito —comentó el rubio, quien recordaba hasta el capítulo donde la habían dicho. Curiosamente, en dicho capitulo las circunstancias eran semejantes. Los protagonistas debían ingresar a un lugar con un sistema de seguridad impenetrable.

—¿Max Heller? ¿Aún le gusta eso? —le preguntó Victor con curiosidad y John solo asintió con algo de nostalgia en su expresión. Sin duda, Sherlock se tomaba bastante enserio la labor detectivesca de su personaje favorito.

—¿Y qué excusa planeaba Sherlock para entrar? —preguntó con seriedad John pero el dealer volvió a encogerse de hombros.

—No lo sé, pero para eso es que Shezza quería hablar contigo, Victor —se dirigió esta vez al pelirrojo, quien abrió sus ojos, asustado de su rol en el plan.

—No tengo idea de qué tipo de excusa le convencería a Moran —se sinceró Trevor. —Él y yo no hablamos desde que me fui a Irlanda.

Los tres jóvenes se quedaron pensativos ante la primera traba que obstaculizaba la concreción de la misión. La excusa para ganarse la confianza de Moran y asegurar el ingreso a la mansión era clave.

—Yo lo haré —anunció el ex capitán con tono firme.

—¿Acaso ustedes no están peleados? —le preguntó Bill.

—Sí, pero usaré eso como excusa. Le diré que quiero disculparme o algo así —aclaró el rubio con reticencia. Obviamente la idea no le entusiasmaba en absoluto e incluso estaba casi seguro de que si le veía la cara a Moran una vez más, volvería a rompérsela con la misma violencia de hace unos meses. Pero por otro lado, John haría cualquier cosa por recuperar esas cintas, especialmente la de Sherlock.

Los otros no parecían muy convencidos de la idea pero no tenían otra alternativa.

—Bueno si tu excusa funciona, tendrías que ponerle esto en alguna bebida —le indicó el dealer, extendiéndole nuevamente el frasco al rugbier, quien lo observó detenidamente mientras le daba vueltas con su mano. John pensó que con eso no habría problemas, pues su ex amigo Sebastian era bastante propenso a tomar bebidas alcohólicas para cualquier ocasión. Si se le presentaba en plan de querer recuperar la amistad perdida y el subcapitán caía en la trampa, el ambiente sería propicio para al menos compartir alguna cerveza.

—Y una vez que haga efecto ¿qué sigue? —le instó John a proseguir con el relato del plan.

—Lo siguiente sería abrir la caja fuerte que se encuentra en su cuarto —ilustro el dealer señalando en lugar en cuestión en el mapa bocetado por el joven detective. —Shezza dedujo algunas secuencias que pueden ser la clave para abrirla —añadió y sacó otro papel de entre las cosas de su compañero de piso. Se trataba de una hoja repleta de números escritos con esa extraña y enérgica caligrafía del chico genio que John a veces tardaba en entender. —No logró a sacar la definitiva, pero según él, podría ser cualquiera de estas combinaciones que escribió aquí.

—¿Y si no funcionan? —se apresuró a decir el pelirrojo.

—Para eso estoy yo —anunció con cierto orgullo el dealer. —Le enseñé a Shezza como abrir una caja fuerte de forma manual. Hay muchas formas de hacerlo pero todo depende del tipo de caja. No tendré problema en enseñarles si quieren.

John asintió con seguridad, aunque la actitud de Trevor no era la misma. El rugbier percibia de alguna forma la preocupación del chico por la cantidad de conductas delictivas que incluia el plan.

—Shezza me dijo que lo mejor era adivinar la contraseña y no usar métodos que destruyeran la caja. Su idea era dejar la menor evidencia posible del robo—aclaró Bill mientras hurgaba en las cosas de su compañero de piso. —Por eso consiguió estas cintas para reemplazar las de la caja fuerte y así evitar que Moran notara el faltante de entrada — dijo y les mostró un par de VHS color negro. —También por eso hizo el sedante imperceptible, por si le hacen algun análisis de sangre.

John volvió a examinar minuciosamente las cosas que su amigo había destinado a la elaboración y concreción del plan. No pudo evitar pensar en todo lo que había armado a sus espaldas, y en el esfuerzo y tiempo que debio haberle dedicado. Le apenó el hecho de que Sherlock pensara apersonarse él mismo ante su victimario y en el mismo lugar donde había sido ultrajado.

—Así que... ¿Qué piensan de todo esto? —volvió a hablar Bill.

—Vamos a hacerlo —afirmó con seguridad John, quien por suerte también encontró apoyo en Victor.

***

Con la anuencia de Bill y Victor, John decidió poner el plan de Sherlock en conocimiento de todos aquellos a quienes consideraba amigos o simpatizantes del joven detective. Con esa premisa convocó a Mary, Molly, Irene y Mike a que se apersonaran en su casa y escucharan lo que John tenía para decirles.

Sorpresivamente, todos los convocados se presentaron. Ya sea movidos por la curiosidad o por el hecho de que se relacionaba con ayudar a Sherlock, todos se hallaban allí.

Sin embargo, luego de ilustrar sobre el plan a todos aquellos que se hallaban sentados alrededor de la pequeña mesa de la sala, John notaba la duda presente en todos los invitados.

—Ese sedante lo creó Sherlock, ¿verdad? —recordó Mike tomando la palabra luego de la explicación del rubio. —¿Cómo sabemos que funciona? No es una droga convencional...

—Eh... Bueno, Shezza lo probó una vez... Se lo dio a alguien con similar contextura que la de Moran —intervino Bill con algo de nerviosismo en su tono. —Aunque un poco más bajito...

John notó que el dealer le dirigía miradas principalmente a él. Abrió sus ojos con sorpresa ante la indirecta.

—¡¿Lo probó en mí? ¡¿Cuándo?! —cuestionó el rubio indignado.

—Hace un tiempo... Sherlock me dijo que dormiste por muchas horas ese día y luego te molestaste por eso...

John hizo memoria y bufó con fastidio al recordar una escena en particular. —¡Ah! ¡Ese día que me perdí el entrenamiento y casi llego tarde a mi trabajo! —exclamó avergonzado por haber sido usado como un conejillo de indias. —¡No puedo creer que me haya drogado!

—Bienvenido al club —dijo Trevor con sarcasmo. —Una vez cuando éramos niños me dio de beber una sustancia rara que había hecho con unas hierbas. Estuve mal del estómago como por una semana —recordó el irlandés.

Mary observó divertida la escena de indignación del rugbier. —Bueno, parece que la droga sí funciona.

El ex capitán prosiguió comentando la estrategia para el robo de las cintas de video, no menos fastidiado por haber sido objeto de experimentaciones por parte de su excéntrico amigo.

—Una vez que logre drogarlo podremos pasar a su cuarto y abrir la caja fuerte, ya sea con la clave o con las técnicas de las que Bill les habló —comentó con seriedad. —Sacaremos las cintas, las reemplazaremos con estas otras y dejaremos todo como está. La idea es dejar la menor evidencia posible del robo —repitió John la idea de su amigo. —Yo me seguiré quedando con Moran luego de que despierte. Le convenceré de que se durmió por haber bebido demasiado o algo así.

—John... El plan tiene una falla clave... —intervino Mary con cuidado. —Sebastián no va a creerse tu excusa. Él te odia.

—Si no puedo hacerlo yo, tendrá que hacerlo Victor —dijo dirigiéndose al irlandés. —Supongo que somos los únicos del grupo que podemos ganarnos su confianza.

El pelirrojo asintió dubitativo y con cierta desconfianza ante la idea. Su relación con Sebastián había sido relativamente buena en el pasado, de hecho el subcapitán siempre había sentido mucho más apego a él que al joven detective. Pero luego de su problema con Sherlock y su posterior huida a Irlanda, Victor no había vuelto hablar con Moran. No tenía idea de cómo podría reaccionar.

—Yo lo haré —dijo Mary de repente y con determinación. —El idiota aún me habla. Me insiste todo el tiempo pero yo no le contesto —siguió confesándose la rubia no sin cierta vergüenza y nerviosismo ante la mirada de todos. —De alguna manera, piensa que estoy "de su lado".

John le miró algo confundido. Los presentes parecieron incomodarse ante la revelación, especialmente Molly Hopper.

—¿Estás segura que quieres hacerlo? —le cuestionó seriamente el rugbier.

—Claro que sí —afirmó la joven sin dudarlo. —Quiero hacer justicia por Sherlock, Jeanette y todos los que él dañó. Además, Sebastián no dudará en confiar en mí. De hecho, seguro le encantará que vaya a rogarle algo de atención. Le vendrá genial para alimentar su ego.

—Pero ese chico es peligroso —intervino Irene.

—No estará sola —le respondió John. —Victor y yo estaremos afuera por si algo malo sucede.

—¿Tú no irás, Bill? —le preguntó Mary al joven dealer sentado frente suyo.

—Lo siento chicos, yo les ayudaré en la logística del robo. Pero no participaré. Un delito más y volveré directo a prisión —explicó el chico.

—La idea es que no nos descubran... —aclaró rápidamente Trevor.

—Yo... Tampoco participaré —dijo Mike avergonzado y con su voz trémula. —El plan está bien, pero sinceramente tengo algo de miedo... ¿Qué pasa si algo sale mal...?

—Está bien, Mike. Es muy arriesgado, no lo niego—aclaró el rubio. —Ninguno está obligado a ser parte de esto. La idea de contarles del plan era solo para que estén al tanto. Sherlock quería esas cintas para terminar con el tormento de muchos y con el suyo también. Yo quiero cumplir su deseo. Pero, repito, nadie está obligado a participar.

—Cuenta conmigo para lo que necesites, John —dijo Irene con firmeza. —Ese chico no puede seguir haciendo de la vida de otros un infierno... No le perdonaré lo que le hizo a Sherlock...

—Exacto, hay que hacerlo por él... Y por todos aquellos que sufrieron lo mismo —se unió Victor a la moción.

John se mostró conforme con la animosidad de esos chicos. Mientras más apoyo tuviera mejor podrían salir las cosas.

—Yo no seré parte de esto —dijo finalmente Molly, con una seriedad en su tono que pocos de los presentes habían escuchado alguna vez. —No puedo creer que enserio estén reconsiderando hacer esto. El plan tiene bastantes lagunas ¿Qué les hace pensar que va a funcionar? ¡Sherlock literalmente lo sacó de un programa de televisión! ¡Es una locura! ¡No estamos en una película de espías! ¡No somos súper héroes ni nada! Lo que deberíamos hacer es hablar con la policía y denunciar todo lo que sabemos de Moran. Quizás convencer a Janine de que diga las cosas que vio...

—Moran tiene amenazada a Janine —intervino John. —Sabe que ella me dijo lo de Sherlock. No la está pasando nada bien.

—Molly, ¿enserio piensas que la policía va a hacernos caso? —le reprochó Victor Trevor a la joven de cabello castaño sentada frente suyo. —¡Nos faltan pruebas! ¡Es para eso que queremos las cintas!

—¿Y pensaste que quizás las cintas ni siquiera estén ahí? —retrucó la joven. —Eso es una suposición de Sherlock. Sé que es un genio, pero puede estar equivocado. Y ahora que Moran sabe lo de Janine, ¡quizás hasta ya se deshizo de todas ellas!

—Eso es cierto —coincidió el rubio. —También lo pensé. Pero podríamos buscar otro tipo de pruebas allí. Incluso podríamos llevarnos cualquier cosa que encontremos en la caja fuerte y usarla para chantajearlo. Usar su propia estrategia.

—En el hipotético caso de que puedan abrir la caja... —dijo Molly con escepticismo.

—Gracias por ser tan positiva, Molly —le atacó Trevor.

—Estoy siendo realista —le contestó la chica con fastidio.

—Pues yo digo que no perdemos nada intentándolo —afirmó el pelirrojo. —Confío en el intelecto de Sherlock, si él pensó que este plan podría resultar, entonces hay que hacerlo.

—¿Y ahora hablas tan bien de él? —le atacó la joven. —Hace unos años dijiste cosas horribles de Sherlock y todos empezaron a odiarlo.

—Oh por favor, ¿qué tiene que ver eso? —le respondió con sarcasmo el chico. —¿Sigues molesta porque Sherlock pasaba más tiempo conmigo que contigo? ¡Superalo, Molly! ¡Él es gay! ¡Nunca vas a gustarle!

—¡Hey! —le detuvo John, al notar lo intensa que empezaba a ponerse la reunión.

La joven Hooper fuminó al irlandés con su mirada con una furia que pocas veces se le había visto expresar. De repente, la chica abandonó la sala sin decir una sola palabra y anunciando su renuncia con un portazo.

—Hablaré con ella... —musitó Mary con preocupación y saliendo detrás de la chica.

—Molly tiene razón en algo... —habló Irene luego de un silencio incomodo que se presentara luego de la partida de Molly y Mary. —El plan puede fallar.

—Es por eso que les digo que no están obligados a arriesgarse y participar —volvió a hablar el rubio. —Yo tomaré el riesgo porque quiero hacerlo. Porque Sherlock ha estado en coma por casi tres meses y pienso en él todo el tiempo. Siento que debo hacer algo, por más alocado y arriesgado que sea. Siento que tengo que hacer algo por él. Llámalo culpa, amistad o lo que sea. Yo voy a hacerlo.

***

—¡Molly! ¡Espera!—le retuvo Mary cuando la chica ya se hallaba por la esquina de la calle.

—¿Qué quieres? —le respondió de mala gana y con una voz trémula, como si estuviera a punto de llorar.

—Sé que ese chico Trevor no te agrada —le dijo Mary y sin importarle que estuviera interrumpiendo el paso de los peatones. —Fue un imbécil en atacarte con algo como eso. Pero todos estamos un poco nerviosos con todo lo que está pasando...

—¡Los odio! —exclamó en un sollozo incontrolable la otra joven, sorprendiendo a la rubia con tal expresión. —John, Victor... ¡Ellos no fueron verdaderos amigos de Sherlock! ¡Los dos lo lastimaron! ¡Y sin embargo, Sherlock siempre los quiso más que a mí!

Mary quedó descolocada con la repentina queja de su amiga. Le apartó de la acera para poder calmar aquellos sollozos que se tornaron en llantos.

—Sherlock parecer ser un chico bastante complicado en cuanto a las emociones... —trató de consolarle Mary. —Normalmente te diría que no tienes por qué llorar por un chico ni por nadie y que lo mandes a la mierda pero sé que no lo harás. Porque lo quieres mucho... Aun lo quieres. Y estoy segura de que ese extraño chico también te quiere, a su manera. Quizás no de la forma que tú quisieras... Pero debes aceptarlo.

—Yo solo me habría conformado con que me tratara como a una amiga... —exhaló Molly con amargura. —Quería que me hiciera parte de su vida, de alguna forma... Pero eso nunca pasó. Pude verlo ahora, cuando los vi a todos tan metidos en esto del plan, yo no me siento parte... No fui nada para Sherlock, solo la tonta que iba detrás de él arreglando sus desastres en el laboratorio...

A Mary le destrozaba ver la imagen de su compañera en ese momento. Podía sentir que aquello era algo que Molly llevaba guardándose desde hace tiempo.

—Molly, esto sonará duro, pero debes aceptar que Sherlock no te querrá de la forma que esperas —sentenció la rubia. —Algún día aparecerá alguien que te guste y que tú también le gustes, pero no puedes forzarlo. ¡Y no digas que no te sientes parte! Quizás no hayas sido tan amiga de Sherlock como lo hubieras querido, pero sí eres amiga de Mike, Irene, John y de mí. ¡Eres mi mejor amiga! —le aseguró con una sonrisa mientras Molly solo le miraba con sus grandes ojos humedecidos. —Si no quieres hacer lo del plan, está bien. Te apoyaremos, siempre.

—¿Enserio soy tu... mejor amiga? —musitó Molly con timidez. —¿Luego de las cosas horribles que te dije?

—Tenías razón en todo lo que dijiste ese día —dijo Mary en relación a la reunión que tuvieran en casa de Mike y acabara distanciándolas. —Yo dejé de lado a una amiga, fui cruel con ella. Vine hasta Londres en busca de atención de mi ex novio y quise darle celos con su mejor amigo. Fui una mierda y no la pasé bien. Pero a pesar de todo eso, conocerte a ti fue lo mejor que me pasó desde que vine a Londres y entré a Strand, Molly. Lo único bueno que me ha pasado.

La joven Hooper se quedó unos segundos paralizada y se abalanzó sobre su compañera para darle un fuerte abrazo.

No volveré a decepcionar a una amiga. No a ti, Molly.

***

Elegir un día en que Sebastian se hallara solo en casa no había sido tarea difícil. El único hijo de los Moran vivía solo con su padre, y este se la pasaba trabajando o buscando cualquier excusa para no estancarse mucho tiempo en la lujosa mansión.

Por eso Moran tenia usualmente la oportunidad de llevar a cabo salvajes fiestas en su propia casa. Aunque ese fin de semana lo reservaría para recibir la visita de alguien que el había estado esperando por mucho tiempo.

Mary había cumplido exitosamente su tarea de engatusar al subcapitan. Como lo había anticipado la rubia, el joven rugbier se sintió más que de acuerdo con juntarse a "hablar seriamente". Moran estaba más que ansioso por convencer a alguien de ponerse de su lado. Especialmente Mary.

—Mantente en contacto con nosotros —le recordó John una vez que se despidieran para llevar a cabo el famoso plan. —Y si algo sale mal no importa, dejaremos el plan. Algo se nos ocurrirá.

—No te preocupes, confía en mí —le animó la rubia guardando la pequeña botella que contenía el sedante casero.

La joven se despidió del resto del grupo. Irene y Victor, junto a John, se quedaron en el auto de propiedad de la rubia estacionado a una distancia prudencial de la mansión de los Moran.

John observó con nerviosismo como la chica se alejaba rumbo al encuentro con el nefasto Sebastian Moran. No podía dudar que tenia cierto miedo por ella, pero la chica se mostraba bastante confiada. Demasiado, quizás.

—John, ¿confías en ella? —le preguntó Trevor una vez que la chica se fuera, como si percibiera sus preocupaciones. —Es la ex de Sebastián, y al parecer no lo ha superado del todo...

—Es mi amiga, claro que confío en ella —le dijo el rugbier. —Sebastián la engañó con su hipócrita amistad, igual que a nosotros. Tú y yo Victor, fuimos amigos de Sebastian y no supimos ver el tipo de persona que realmente era. Confiamos en él, lo quisimos. Pero a él no le importa nada de eso. Es hora de desenmascarar a este infeliz.

Victor seguía algo preocupado pero prefirió no seguir con el tema. John parecía bastante seguro de su posición y nada iba a hacerlo cambiar de opinión. Trevor no pudo evitar pensar como esa terquedad le recordaba a su viejo amigo Sherlock.

Los tres chicos siguieron en el auto en silencio durante un rato, a la espera de alguna señal de Mary desde adentro de la mansión. Era evidente que iba a tomarse su tiempo. La idea era encontrar el momento justo para colocar la droga y así permitir que los chicos ingresaran a la mansión.

Afortunadamente, un mensaje de ella había llegado al teléfono de John diciendo "Estamos hablando, todo bien".

Aquello relajó un poco la ansiedad de los jovenes, quienes se pusieron a conversar sobre otros temas.

—Creo que me pasé con Molly —reflexionó Victor, recordando su altercado días antes.

—Fuiste un imbécil —aseveró Irene. John se demostró de acuerdo con ello. —Quizás Molly ni siquiera sabía que Sherlock era gay.

—¿Qué no sabía? Pff ¡Nos vio besándonos una vez! —dijo Victor y John se alarmó de repente.

—¡¿Ustedes se besaron?! —le cuestionó el rubio.

—Relájate, John. Fue hace años, en la biblioteca. No hubo lengua —se mofó el otro chico. —Sherlock era tan inocente...

—¿Por qué se pelearon ustedes? —le preguntó John con seriedad, sin tomarle mucha gracia a la anécdota del irlandés.

—Larga historia. Me le declaré, Sherlock me rechazó. Me enojé y dije mierdas sobre él para hacerle quedar mal en la escuela —dijo sin mucho encanto mientras John continuaba escrutándole con su circunspecta mirada. —Estaba despechado. Además, Sherlock no fue nada cortés al rechazarme. Ese chico no tiene tacto.

—¿Y Molly sabía de todo eso? —le preguntó Irene dado que John parecía no querer darle mucha mas vuelta al tema.

—Al parecer —comentó el pelirrojo algo confundido. —Me sorprendió que me lo echara en cara de esa forma... Cuando estaba en Strand, Molly era tan callada que a veces ni te dabas cuenta que estaba ahí.

—Ella solo es algo tímida, pero una vez que la conoces, es una chica muy interesante —afirmó Irene con una inconsciente sonrisa que apareció en su rostro.

—No sabía que se conocían, Irene —le comentó Victor con curiosidad y algo de picardía. —¿Tuvieron algo? No es mucho tu tipo...

—No, no, para nada —tartamudeó la joven. —Tenemos un par de amigos en común...

De repente, el teléfono de John vibró en señal de una llamada que hizo sobresaltar al rubio. Para su alivio, la llamada era de Mary.

—¿Qué pasó? ¿Todo bien? —preguntó el rubio.

Los jadeos del otro lado del teléfono no eran buen augurio.

—La cagué, John. La cagué.

 

Notas finales:

El fic está llegando a sus instancias finales así que agradezco a todos los que estan siguiendo la historia <3

Nos vemos en la parte 2!


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