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The Two Of Us - JohnLock Fanfic por RushanaChan

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Notas del capitulo:

Aquí el 5to capítulo!

Sherlock no podía entender cómo John había aprobado Química el semestre pasado. 
O había aprobado haciendo trampa o por pura suerte, porque realmente no sabía nada.

Contempló la posibilidad de que hicieran una pequeña excepción con él, al ser alguien tan importante para la imagen de la institución. Porque desde que John ingresara a Strand y se convirtiera en el capitán del equipo, haciéndolos ingresar al podio del torneo nacional, el rugby había pasado a ser prioridad número uno del colegio.

El rubio podría hacer maravillas en la cancha, pero en Química no sabía ni dónde estaba parado.

Y Sherlock sufrió mucho. Estuvo a punto de abandonar la cruzada, pero algo le impedía hacerlo.
Ese algo era que, sorprendentemente, la compañía de John Watson le agradaba.

A diferencia de sus pares del equipo de rugby, John no era un engreído ni tenía malas intenciones. Era agradable, no era inoportuno ni hablaba demás. Solo lo justo.

Sherlock también había notado en el rubio un sentido del humor muy particular y hasta un tanto irónico a veces, que al joven detective le agradaba. Lo había juzgado erróneamente cuando aseveró que su mente era plana y básica. John pensaba las cosas a su manera, muy pragmática, y con un gran sentido común. 

Incluso, había convencido al rubio de seguir su saga de libros y serie de TV favorita, la cual lo  inspirara crecientemente en su sueño de ser detective: Max Heller, la serie que narraba la vida de un excelente detective francés, obsesionado con su trabajo, perfeccionista y adicto a la cocaína, que se dedicaba a resolver los crímenes más insólitos.

Pero definitivamente lo que ganara el interés de Sherlock en su compañía, era el entusiasmo que John había demostrado por su técnica deductiva.

Sherlock no lo diría pero le fascinaba que alguien se mostrara tan entusiasta y, en cambio, no lo mirara como si fuera un loco.

John preguntaría cada cosa, preguntaría como llegaba a cada una de las conclusiones, y luego de escuchar atentamente el monólogo de su compañero le diría cumplidos como "asombroso" o "genial" que harían hasta ruborizar como colegiala al joven detective.

Ni siquiera Victor Trevor era tan complaciente con él. Este se limitaría a hacer silencio y sonreir cada vez que Sherlock divagara en sus deducciones o le hablara intensamente de casos de asesinatos. El detective se había acostumbrado aquella pasividad de su antiguo amigo, por eso la participación activa de John era toda una experiencia nueva.

¿Acaso estaba comparando a John con Victor?

Es demasiado. No, no son comparables. John solo está contigo por las clases, no seas imbécil, Sherlock.

Pero a fin de cuentas, ¿De qué le servía entronizar su ya inexistente vínculo con Víctor Trevor? Este chico había tirado a la basura toda la confianza que Sherlock le tenía.

Sin embargo, eso ya lo le afectaba. Atrás había quedado el Sherlock que depositaba su confianza en las personas. Ahora la soledad era su única aliada, su protección.

Por eso, no consideraba a John Watson más que un compañero de clases, con un beneficio temporal que serían las clases, y un acercamiento meramente funcional a ese fin. Así, ambos jóvenes se la pasaban entre clases de Química, donde Sherlock casi perdía la cabeza, y charlas sobre crímenes sin resolver, que compensaban aquello. Pero nada más.

— ¿Qué harás ahora? — preguntó el joven detective al rubio, luego de una de sus clases de Química.

—No lo sé, tengo que hacer tiempo. Mi entrenamiento es como dentro de una hora. — contestó mirando su celular para comprobar la hora.

—Entonces podrás ayudarme en el laboratorio.

—Claro.

Así, cuando luego de un rato, Molly Hopper llegó al laboratorio, se encontró con una imagen insólita: Sherlock trabajando y John Watson ayudándolo a ordenar sus cosas. Trabajo que, dicho sea de paso, Molly siempre se encargaba de llevar a cabo.

— Ah, Molly. Él es John Watson. John, ella es Molly Hopper.

El rubio le dedicó una sonrisa en respuesta. La joven correspondió, pero no podía ocultar la sorpresa en su rostro.

— Por supuesto que sé quién es, Sherlock— dijo bajando un poco su tono de voz, acercándose a él.

— ¿Acaso se conocen? — cuestionó Sherlock, apartando su vista solo unos centímetros del lente del microscopio.

Molly titubeó en responder. —Bueno... Compartimos una que otra clase. Pero, ¿quién no lo conoce? — dijo algo avergonzada.

En ese momento el rubio dirigió una mirada divertida a su compañero, quien solo rodeó sus ojos.

— Para ahorrarnos el tiempo y quitar las dudas que su presencia seguramente te genera, John está aquí porque accedí a ayudarlo para su examen de Química.

Molly abrió sus ojos aún más, si es que eso era posible. Lejos de aclarar sus dudas, las intensificó.

—Si no apruebo, podrían quitarme mi beca— intervino el rubio.

—Y ya que tengo tiempo y John no puede pagar un tutor particular, accedí fácilmente.

¿Fácilmente?, pensó John mientras le dirigía una mirada con fastidio. ¿Y acaso siempre iba a dejar en claro su condición económica?

—Entiendo...— contestó Molly dubitativa. Quizás estaba soñando, ¿Sherlock ayudando en Química a alguien? ¿Y siendo ese alguien un chico del equipo de rugby?

Al igual que varios chicos, la joven Molly también sufría de vez en cuando del acoso de aquel grupo, sumado a las chicas que les acompañaban, entre ellas, Janine. Empujones y comentarios despectivos acerca de sus buenas notas y su apariencia eran frecuentes. Pero los chicos siempre lo hacían "bromeando".

Había entonces, cierta hostilidad entre ambos bandos: los del equipo, muy especialmente el grupo liderado por Morán junto a su actual novia Janine, y los chicos como Molly, Sherlock, Mike u otros que no estaban realmente integrados al entorno social de la escuela. Los excluidos, que a pesar de no querer tomar partido ni a favor ni en contra de Morán, ligaban algún que otro maltrato.

Sin embargo, Molly no recordaba haber recibido algún maltrato por parte de John Watson, particularmente. Y es que en realidad no todos los chicos del equipo de rugby se dedicaban a matonear. Otros simplemente no se metían, pero eso no era algo necesariamente bueno.

La chica descargó algunos libros que llevaba consigo. — ¿Necesitas que haga algo por ti? — preguntó atentamente a Sherlock.

— No. John ya ordenó todo— contestó sin siquiera despegar su mirada del microscopio.

La joven se quedó allí parada un momento, sin saber qué hacer. John, quien se había dedicado a usar su celular, notó su incomodidad.

Molly no solamente iba al laboratorio para ayudar al chico de sus sueños y así pasar tiempo con él. Si bien ese era el motivo principal, cada tanto iba para adelantar algún trabajo para química, o utilizaba el lugar para estudiar, en vez de ir a la biblioteca. Así que esta vez, optó por lo segundo.

Los chicos se la pasaron en silencio un rato, interrumpido cada tanto por John preguntándole a Sherlock qué era lo que hacía exactamente, y este explicándole que lo que observaba y anotaba era para una investigación que estaba haciendo acerca de los tipos de tabaco. John solo asintió, sin entender mucho el sentido que aquello, absteniéndose de seguir preguntando porque su compañero parecía muy concentrado en su trabajo.

De pronto, Molly recordó algo y su voz volvió a escucharse.

—Sherlock, vi que ya abrieron las inscripciones para el Campamento del 27.

— ¿Será en Exmoor?

—Sí, exactamente como lo dijiste.

—Perfecto. Iré a anotarme en cuanto pueda.

— ¿Campamento? — intervino John, desatendiendo su celular.

— Sí, cada año los profesores de Ciencias Naturales organizan algún evento alusivo a la materia— le contestó Molly, visto que Sherlock estaba demasiado inmerso en sus anotaciones como para hacerlo. —Este año, el tema será Astronomía, por eso se organizó un campamento en el Parque Nacional de Exmoor.

John se mostraba interesado en aquello. —Y, ¿cualquiera puede ir?

—Sí, de hecho, te suma puntos en Biología, Botánica y Astronomía.

— ¡Vaya! ¡Si hubiera sabido, habría ido antes! — dijo en tono divertido. Strand ofrecía una infinidad de actividades extracurriculares de las que John no se había interiorizado completamente desde su ingreso hace un año, sumado al hecho de que nunca leía los anuncios colgados en los transparentes de los pasillos. — ¿Dices que el tema de este año es Astronomía?

—Así es, por eso vamos a Exmoor. Su Parque Nacional se caracteriza por tener un cielo totalmente oscuro, perfecto para observar las estrellas— explicó la joven con entusiasmo.

—Además, iremos justo para cuando el Festival del Cielo Oscuro se esté llevando a cabo. — intervino finalmente el aspirante a detective.

— ¡Cierto! Habrá un montón de actividades.

— Actividades de las que no participaré— aclaró Sherlock, volviendo a sus anotaciones.

— ¿Por qué no? — cuestionó el rubio.

— Habrá demasiada gente, no lo soporto. Además no es mi intención participar en caminatas ni en jueguitos que organicen. Solo aprovecharé la ocasión para irme a otro lugar.

— ¿Piensas escaparte? — preguntó John estupefacto, dirigiendo una mirada a Molly también, quien solo se encogió de hombros. — ¿A dónde?

En ese momento, Sherlock sacó rápidamente su celular, le dio un par de toques y le enseñó lo que había en la pantalla. Se trataba de un artículo.

— Un misterioso asesinato. Nunca resuelto. Fue hace unos años y ocurrió en las cercanías del parque, en una zona boscosa cerca del Castilo Dunster.

— ¿Y tú vas a...?

— Averiguar por qué nunca se resolvió, por supuesto. — decía mientras guardaba su teléfono.

John miró nuevamente a Molly, en busca de alguien sensato en ese cuarto, quien solo se encogió de hombros.

— Bueno... Si tú vas, yo también iré— dijo decidido el rubio. 

Sherlock, quien ya había vuelto a mirar por el lente del microscopio, abrió sus ojos sorprendido por tal declaración. Molly hizo lo mismo. 

—Alguien tiene que evitar que se escape, ¿verdad? — dijo John a la chica, con tono cómplice, mientras le guiñaba un ojo. La joven de cabello castaño solo siguió mostrando su asombro ante toda la situación.

— Nadie lo evitará. Es la única razón por la que voy. — se limitó a decir con recelo Sherlock, volviendo su atención al lente.

El rubio solo rio y anunció que debía marcharse a su entrenamiento de rugby. Una vez hubiera abandonado la sala, hubo un silencio entre los jóvenes que allí habían quedado.

— Veo que se llevan bien.— rompió el silencio Molly, quien se había dedicado a leer en el mesón de al lado.

— ¿Con quién? — contestó el joven, totalmente abstraído en su trabajo.

— Con John Watson...

—Ah, sí. Solo le ayudo en Química, y no me fastidia como otros.

Su compañera sopesó la idea unos segundos antes de volver a hablar.

— Pero, Sherlock, ten cuidado. Ya sabes cómo son los chicos del equipo...

— Molly, John Watson no es una amenaza para mí— le contestó, finalmente mirándola a los ojos. —Además, creo que es un poco más sensato que sus compañeros.

La muchacha le miró poco convencida, pero decidió no darle más vueltas al asunto. Ella sabía que hacía mal en generalizar, y quizás su genio amigo tuviera razón, después de todo, era casi un detective, y entonces John Watson no fuera una mala persona, ni tuviera malas intenciones.

***

La victoria del fin de semana contra Harrow había enaltecido los ánimos en el equipo. La nueva estrategia que John había propuesto al entrenador había sido muy efectiva. Pero debían seguir trabajando duro en la velocidad, pues ese día del partido no habían faltado insultos por parte del entrenador a los wings del equipo, Powers y Carmichael.

Para John, el rugby era una forma de desquitar todas sus energías y malos ánimos. Lo había sido desde la muerte de su madre, donde la situación en su casa se tornara insoportable y debía aguantar, algunas veces hasta con su propio cuerpo, los ataques de ira de su padre luego de una desafortunada noche de tragos en algún bar de mala muerte. Sumado a las constantes discusiones entre su padre y su hermana, que terminaran más de una vez con ella dejando la casa por varios días, empeorando aún más los ánimos en la familia, si es que aun podían llamarse así.

Pero John no tenía ganas de seguir soportando esas cosas. Según sus cálculos, unos meses más de trabajo en el bar de Manuel, y ya tendría dinero suficiente como para al menos pagar una renta en algún barrio al sur de la ciudad, quizás con su hermana, quien tampoco podía seguir viviendo allí bajo el yugo de un hombre que la condenaría constantemente por su sexualidad. Por eso, ahora más que nunca, debía cuidar la beca en Strand. Y junto con eso, su performance en el equipo.

El hecho de que lo designaran capitán del equipo al poco tiempo de ingresar le había halagado. El cambio había sido necesario ya que Sebastián Morán no tenía el temple suficiente para seguir siendo el líder, y sus impulsos le traicionaban más de una vez.

Pero lejos de lo que pensarían algunos, eso no le había molestado a Sebastián. El joven había aceptado que lo designaran subcapitán, y decidió priorizar su amistad con John. El rubio le tenía aprecio, pues ambos eran muy dedicados al deporte, y más de una vez eran los únicos que se quedaban después de hora practicando saques o tiros. Además, Morán había sido el primero que se le acercara amistosamente, cuando había ingresado a Strand, y le ayudara a integrarse junto a los chicos del equipo.

— Hey, John, mira quién viene allá— como si lo invocara, Sebastián sacó de sus cavilaciones al rubio.

John dirigió su mirada a donde su amigo le indicaba. Un grupo de chicas con el inconfundible equipo deportivo del colegio se acercaban a ellos. Entre ellas, estaba la novia de Sebastián, Janine, pero John solo tenía ojos para una chica. Aquella que robara su aliento los últimos meses: Sarah Sawyer.

La muchacha se acercaba a paso calmo, radiante, como si no hubiera hecho ningún esfuerzo en su clase de educación física. Su cabello castaño, recogido en una coleta perfecta, ondeaba con gracia, y el uniforme no afectaba la silueta perfecta de su cuerpo, apenas posándose sobre sus curvas.

Su sonrisa se hizo notar inmediatamente al cruzar miradas con el capitán del equipo. Ambos se miraron, cómplices de aquel inocente momento, y la joven se ubicó junto a sus compañeras en el costado del campo de juego, dispuestas a esperar que los varones terminaran su rutina.

Apenas podía volver a concentrarse teniendo la mirada de aquella hermosa joven sobre él. Sus compañeros notaron eso y no perdieron la oportunidad de divertirse con eso.

Una vez el entrenador los despidió, John, Sebastián y otros chicos, se encaminaron a saludar a sus espectadoras. John fue inmediatamente a ubicarse al lado de Sarah, quien le saludo con un beso y una sonrisa.

Los jóvenes charlaron un rato, mientras los tortolos se dirigían miradas cómplices y sonrisas avergonzadas.

— Y bien, ¿Ya estas preparando todo para tu fiesta, Sarah? — sacó el tema Sebastián, quien tenía su brazo rodeando a su novia.

—¡Sí! ¡Ya tengo el lugar reservado solamente para nosotros! —contestó la joven entusiasmada. — Solo debo hacer arreglos por las bebidas.

— Ese día va a ser un descontrol— intervino Powers mientras reía.

John se sobresaltó. Había olvidado completamente el cumpleaños de Sarah, y recién caía en la cuenta de que era el mismo día del Campamento, para el cual ya había ido a inscribirse después de abandonar el laboratorio hace un rato.

Y eso arruinaba totalmente sus planes, pues ese mismo día de la fiesta, planeaba declarársele a Sarah.

— Y... ¿Cuándo era? — preguntó el rubio solo para asegurarse.

Sarah le miró sorprendida. —Es el 27, John...

— Oh, no, conozco esa expresión— dijo Morán, mirando unos segundos a John. —No vas a ir.

— ¿Qué? — dijo Sarah desconcertada, mientras todos abucheaban al capitán.

— Lo siento, chicos. Me dijeron que debo asistir a un campamento para subir puntos en Biología— mintió. —Me acabo de enterar ahora, antes de venir al entrenamiento. Lo siento, Sarah— se disculpó directamente con la joven.

—Está bien John...

— ¿Te refieres a ese campamento del Cielo oscuro? — cuestionó Morán. —Uh, es aburridísimo, te llevan a dar caminatas y a mirar las estrellas.

— Sí, yo también fui una vez, es horrible— intervino Janine. — Recuerdo que ni siquiera funcionaban los baños, y no había señal ni internet en ningún lado. Con las chicas quisimos escaparnos, pero fue imposible.

— No, una vez, me dijeron que dos chicos se escaparon a un pueblo cercano, y Culverton los hizo suspender una semana.

— Ah, sí, eso fue hace unos años. Uno de ellos era amigo de mi hermano, y me contó que además los desaprobó en el examen siguiente, a pesar de que habían hecho todo bien. — explicó Powers.

John escuchaba aquello y solo podía pensar en Sherlock y su alocado plan de escaparse a ese castillo.

— Si ese gordo de Culverton llegara a hacerme algo así, hago que lo echen de aquí. — dijo Sebastián, logrando la risa de todos.

John volvió a mirar a Sarah, quien aún se veía afectada por su ausencia en la fiesta. Después de todo, también tenía las mismas expectativas de avanzar al siguiente nivel con el rubio.

Cuando los jóvenes ya se despedían, decidió volver a disculparse con ella, apartándola un momento del grupo para que hablaran a solas.

—De veras lo siento, Sarah. Me habría encantado ir.

—Está bien, John. — le contestó con una media sonrisa. —No será la única fiesta del año.

—Claro que no. — dijo el rubio sonriendo igualmente.

—Te extrañaré. — atinó a decir la joven, ruborizándose levemente.

John sonrió aún más y le miró a los ojos, cosa que Sarah inmediatamente evitó, apartando su mirada avergonzada, pero también sonriente.

— Yo también, Sarah.

—Más te vale que me traigas un regalo— dijo la joven.

—Te traería una estrella si fuese posible.

Sarah se ruborizó todavía más y volvió a reír.

— ¡Eh, consíganse un cuarto! — gritó Carmichael desde la distancia. Los otros chicos también protestaban y se reían.

—Ya, ve John, tus amigos te están esperando.

— ¿Hablamos en la noche?

—Claro— dijo finalmente la joven con una amplia sonrisa.

John también le sonrió y Sarah le besó dulcemente en la mejilla como despedida. El rubio se quedó un rato mirándole mientras se iba, en tanto los chicos ya comenzaban a molestarlo de vuelta.

***

—Chicos, antes de que se vayan, necesito darles algunas noticias. — anunció la profesora, a los bailarines, una vez finalizaron la exhaustiva clase del día. 

Todos se reunieron en el centro de la sala para escucharla, algunos tomando asiento en el suelo y otros manteniéndose de pie.

—Como ya todos saben, el festival de talento juvenil de este año tendrá como invitados a diversas escuelas europeas de ballet. Tengo el honor de anunciar que la Escuela Nacional de Ballet de Irlanda enviará una comitiva de jovenes lideradas, nada más ni nada menos, ¡que por James Moriarty!

— ¡¿James Moriarty viene?! — interrumpió una de las chicas, igual de sorprendida que todos en el salón. Incluso Sherlock.

James Moriarty era quizás uno de los mejores bailarines que actualmente se conocían. Irlandés, pero formado en el American Ballet Theater, había logrado ser primer bailarín de aquella escuela y de su ballet nacional también por supuesto. Sus puestas en escena eran despampanantes, de una técnica extraordinaria y carisma inigualable.

Por razones desconocidas, y con solo 29 años, había decidido retirarse y dedicarse a ser coreógrafo en su país, cosa que también desempeñaba con excelencia. No es que hubiera dejado de bailar, pues cada tanto hacía algún número especial en algún evento, pero su dedicación actual era a la coreografía, y a pesar de ser relativamente joven, no tenía nada que envidiar a los coreógrafos experimentados. Por ahora, solo dirigía al ballet juvenil, pero lo hacía con gran dedicación, y grandes resultados. Su creatividad parecía no tener límites, no solo en lo que respecta a la coreografía en sí, sino al vestuario y escenografía.

Pero James era alguien muy exclusivo y prácticamente no salía de su país. Miles de veces el artista había sido invitado por las distintas escuelas del mundo para dar cursos o seminarios o incluso para bailar como invitado especial, a los que este había rechazado rotundamente.

Y ahora, había decidido mágicamente aceptar esta invitación de la Royal School.

— ¡Sí! Vendrá especialmente con sus alumnos y eso no es todo. ¡También ha aceptado hacer una colaboración con nosotros! — explicó con gran entusiasmo la profesora, ganándose las expresiones de asombro y emoción de los jóvenes bailarines. 

— ¿Y ya se sabe qué ballet haremos para la colaboración? — preguntó un joven, sentado cerca de Sherlock e Irene.

— Aun no, hemos quedado en discutirlo cuando James llegara aquí— contestó la profesora. —También nos encargaremos de seleccionar a quienes participaran de esta colaboración especial. Así que les sugiero que vayan practicando piruetas, saltos, ¡y demuestren lo mejor de ustedes! —. Todos empezaron a mirarse entre ellos. Por supuesto, solo los mejores serían seleccionados, y convencer a James Moriarty no sería tarea fácil. —Es realmente un honor que haya aceptado colaborar con nosotros, así que hay que dar lo mejor de nosotros chicos. Hay que mostrarle que el ballet inglés no se queda atrás.

Todos aprobaron el comentario con vitoreos. Pero Sherlock estaba abstraído en su mundo.

Lejos de estar emocionado como sus compañeros por tal oportunidad, para Sherlock significaba la comprobación de uno de sus mayores miedos. Reencontrarse con Victor Trevor.

Luego de aquella pelea que ambos tuvieran, el joven Trevor se había mudado con su familia nuevamente a Irlanda, de donde eran oriundos, y no había vuelto a saber nada de él. O no del todo. 

A veces su curiosidad ( y aquella herida que le había quedado) le impulsaban a hacer cosas. Un vistazo a sus redes sociales no le haría nada mal, supuso el joven. 

Así, vistazo tras vistazo, se enteró que el joven con quien otrora compartía clases de ballet en la Royal School, seguía practicando esta disciplina en Irlanda. Y no solo eso, sino que se había vuelto tan bueno en ello que integraba formalmente el grupo de jóvenes liderado por el profesor Moriarty. Y si este venía con sus alumnos, era evidente que Trevor vendría con ellos.

El solo pensar en que volverían a verse le ponía la piel de gallina.

Notas finales:

Gracias por leer la historia gente uwu

Nos vemos la próxima semana!


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