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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Holaaaaa como están, yo sé que hoy no es lunes pero voy a actualizar un día antes por un detalle: tengo a mi cuñada y a mis sobrinos pequeños de visita en mi sensual casa y es mentira que voy a poder revisar y actualizar mañana lunes porque no hay tiempo ya que los niños suelen estar encima de uno, así que mejor lo publico antes a un día después, espero les guste este capítulo. Quiero agradecer a Hikari White 17 y a Martha19 por sus comentarios en capítulos anteriores. Y a todas esas personitas lindas que cada lunes están pendientes de este fic, muchísimas gracias en verdad les agradezco mucho. ¡Ahh! También desearles unas felices fiestas dicembrinas ya que estamos a visperas de 24 de diciembre, acá en mi país se festeja en familia ese día. Por si ustedes también lo hacen, les deseo una muy feliz navidad, que sus sueños y metas se cumplan y tengan siempre mucha felicidad, un enorme abrazo de este escritora loca de todo corazón.

Capítulo X.

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—Ese chaleco te queda bien —opinó Aiacos sentado en un diván a los pies de la cama del rubio. El joven se veía al espejo sin muchos ánimos.

—Realmente no importa, de todas maneras soy yo el que debe tomarlo a él y no él a mí —contestó abotonándose el chaleco negro.

Minos que también estaba en la habitación del mayor de los tres, miraba interesado por la ventana. Cosa que el peli-violeta pudo notar haciéndolo cuestionar al peli-plata.

—¿Qué tanto vez el jardín, Minos? No le has dicho nada a Rada sobre como luce —Aiacos se puso de pie de su sitio para ir a donde estaba el peli-largo.

— No es el jardín lo que veo —respondió en un susurro, con la atención fija en algo bastante interesante a su parecer.

—Vaya, para llamar tu atención así debe ser bueno. ¿Qué es? —Aiacos se acercó del todo a la ventana, notando de inmediato aquello que atrapó a su hermano— Vaya, vaya, ahora lo entiendo, ¿crees qué sea uno de los hermanos Géminis?

—Es muy probable que si lo sea, tiene un rostro hermoso…

Radamanthys al escuchar a los otros dos iba a opinar algo pero unos golpes en su puerta le quitaron la oportunidad, chasqueando con la lengua fue a abrir para ver de quien se trataba.

—Euridice, eres tú. ¿Qué sucede? —preguntó relajándose al ver a la muchacha.

—Joven Radamanthys, su madre me ha pedido que le diga a usted que baje a reunirse con ella, su padre y la familia Géminis. Los jóvenes Aiacos y Minos también deben bajar —respondió ella con calma.

—Entonces ya han llegado… —dijo más como una afirmación que como una interrogante para sí mismo, pero la chica pudo escucharlo con claridad.

—Así es joven, solamente esperan por ustedes.

—Bien, ya estoy listo y ellos también —refiriéndose a sus hermanos—, bajaremos ahora mismo Euridice.

—Como diga joven, le avisaré a sus padres. Con permiso —asintió con la cabeza y se dispuso a cumplir con lo que dijo hacer.

—Minos, Aiacos, ya es hora. Mamá y papá nos quieren abajo.

—Entonces vamos —Minos se alejó de la ventana sin querer realmente hacerlo para seguir a sus hermanos que ya salían de la pieza.

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—Señores, los jóvenes bajarán pronto —comunicó la rubia a los señores de la casa.

—Qué bueno —sonrió Pandora—, ya estaban tardando. Muchas gracias Euridice.

—A la orden, mi señora, con permiso.

La chica se fue y a los pocos minutos los tres hermanos bajaban por las escaleras, Minos y Aiacos juntos atrás de Radamanthys que venía adelante. Los que yacían en la sala se levantaron de sus asientos para recibir a los tres muchachos, éstos se acercaron, saludando a sus padres y luego a los visitantes con cortesía.

—Es muy grato recibirlos en nuestro hogar, espero se sientan cómodos —expresó el rubio haciendo gala de su educación, besó con delicadeza la mano de Paradox en forma de saludo, luego dio un apretón de manos a Aspros y finalmente a Saga a quien tomó de la mano como si estuviera invitándolo a bailar, esto acompañado de un leve asentimiento de cabeza lo que fue imitado por el gemelo.

Radamanthys miraba a Saga con disimulado escrutinio, pronto su dorada visión dio un rápido vistazo por el salón en busca de otra persona de físico idéntico al que tenía en frente pero no vio a nadie más que a la pareja de peli-azules mayores. Internamente pensaba que ese joven sería la persona a la que tenía que desposar pero si era sincero, Saga no le convencía lo suficiente. Para el rubio era como si el de ojos verdes no pudiera encajar con él en esencia y temperamento.

Con Saga pasaba algo medianamente parecido, miraba a Radamanthys y sentía que el joven era en demasía intimidante a pesar de ser bastante atractivo. Como alguien que recalca hasta el más mínimo error. Estaba preocupado de que ese hombre fuera a desposar a su hermano menor, en el fondo el gemelo esperaba que por lo menos el hombre con el que Kanon viviera fuera paciente y lo tratara bien pero al ver al rubio, todas esas esperanzas se desvanecieron de golpe. Únicamente le quedaba esperar a que Radamanthys no eligiera a su hermanito, no quería que Kanon sufriera algún maltrato por parte de ese hombre de aspecto serio.

Por otro lado, los otros dos hermanos Inferno también hicieron lo propio para prontamente sentarse en un fino sillón para tres personas.

—Hemos escuchado grandes cosas de los hermanos Géminis, y por lo que veo no eran exageraciones —opinaba Minos haciendo sonreír agradecidos a los padres de los peli-azules.

—Nuestro hijo está en lo cierto —segundó Hades—, los gemelos son reconocidos por su inteligencia, sus buenos modales y su belleza masculina pocas veces vista. ¿No lo crees, Radamanthys? —sonrió mirando al nombrado.

El joven rubio no parecía mostrarse muy interesado en Saga, no negaba que fuera bello pero el menor tenía un aire demasiado sumiso para su gusto.

—Creo que sería bueno que Radamanthys conozca al joven Kanon también —aportó una sonriente Pandora, colocando una blanca mano sobre el hombro de Saga, éste estaba cerca de la dama de cabellos violeta, así que con una leve sonrisa asintió.

Saga se levantó y cortésmente se disculpó para salir al jardín a donde su hermano había ido tiempo atrás.

Al poner un pie en aquel sitio, Saga se mostró impresionado ante tanta belleza que las flores variadas ofrecían. Caminó con calma apreciando cada una de las maravillas que ahí habían hasta que decidió llamar a su hermano por su nombre para obtener su atención y saber así en que punto específico del jardín se encontraba el otro.

—¡Kanon! —llamó buscando al nombrado con la mirada— ¿Kanon? —volvió a llamar obteniendo una respuesta esta vez.

Kanon que había escuchado a su hermano llamarlo, giró la cabeza para escuchar mejor.

—Saga… —susurró— Saga, aquí estoy —se levantó de la banca para ir al encuentro del otro, encontrándolo a la vuelta de una alta maceta.

—Hermano, ahí estás —sonrió colocándose frente al menor.

—¿Ya te han pedido venir a buscarme? —cuestionó con duda y nerviosismo.

—Si hermano, los hijos de los señores Inferno ya se han reunido con nosotros, sólo faltas tú —Saga le tomó de las manos, sintiendo la piel bastante fría—. ¡Kanon, estás congelado! —exclamó viéndole preocupado.

—Es por los nervios… —bajó la mirada con pesar al suelo para subirla segundos después, mirando directamente lo ojos verdes gemelos— No quiero ir, no quiero que nadie me vea, no quiero conocer ni que me conozcan, Saga… Tengo miedo… —suspiró triste.

—¿Por eso quisiste esperar aquí en el jardín? —Kanon asintió— No te culpo, yo me siento igual, pero. ¿Sabes qué? He notado que no le llamo la atención a ese joven, puede que pase lo mismo contigo y al final no te tome —sonrió entusiasta.

—¿De verdad lo crees, Saga? —sonó esperanzado.

—¡Si Kanon! Somos gemelos, lucimos igual, si yo no le he gustado lo suficiente, puede que tú tampoco.

El menor exhaló nervioso.

—Está bien Saga, confiemos en que así sea, vamos allá.

—¡Si!

Sin más y con un poco de renovada esperanza los dos muchachos se dirigieron al interior de la casa, el sillón donde estaban sentados los hermanos Inferno los obligada a dar la espalda a la puerta del jardín dada su posición. Por lo que al ver a sus padres y a los Géminis ponerse de pie, se dieron cuenta de que los gemelos habían entrado ya, haciendo que también se levantaran del asiento para poder ver al faltante que llegaba. No hace falta decir que los tres hermanos se quedaron con los ojos bien abiertos al ver al menor de los peli-azules con su largo cabello suelto, sus ojos con un brillo de determinación, los labios de un tono más rosa que los de su hermano y un aire de rebeldía que sabía ocultarse bien entre un porte culto y tranquilo. Todo aquello sumado a una hermosura fresca pero con un toque de frialdad que parecía hechizar.

Y Kanon no estaba mejor, al entrar pudo observar a los nuevos personajes que llenaban la escena, los vio uno a uno hasta que sus ojos esmeralda se posaron en el único rubio del lugar. No supo con certeza lo que fue pero algo se removió en su interior haciéndole sentir el rostro caliente de pronto al ser consciente de que los ojos ambarinos de ese rubio se encontraban puestos en él. Era una sensación tan extraña y estaba seguro de nunca haberla experimentado antes, su corazón empezó a palpitar más rápido y a pesar de la seguridad que siempre demostraba, en esta ocasión no sabía como proceder.

—Jóvenes Inferno, me gustaría presentarles a nuestro hijo menor, Kanon —Aspros se acercó al nombrado para abrazarlo por los hombros del lado opuesto de donde estaba Saga.

—Es todo un placer conocerle, joven Kanon —ese había sido Minos que se adelantó a cualquier acción de los otros dos.

El peli-plata fue hasta Kanon, tomando su mano derecha con suavidad para depositar un calmo beso sobre el dorso. El menor de los gemelos asintió con su cabeza en señal de halago.

—Muchas gracias joven, el placer es mío.

Minos pudo notar un poco de seriedad y nerviosismo en el menor.

—Qué bella voz tiene usted joven —sonrió soltándole—, déjeme presentarme; mi nombre es Minos, él —dijo señalando al menor de los suyos— es Aiacos, nuestro hermano menor y este de acá —refiriéndose al rubio— es el mayor, Radamanthys.

Los ojos esmeralda de Kanon se fundieron con los ámbares de Radamanthys más el peli-largo apartó la vista hacia el suelo mientras que para el empresario no pasó desapercibido el sonrojo del joven. Pero a diferencia de Kanon él no demostró ninguna reacción ante el otro más que un simple:

—Es un gusto conocerle, joven Kanon.

Al nombrado le recorrió un escalofrío desde adentro hacia afuera de su cuerpo, la voz de ese hombre era gruesa, masculina y sensual. Sólo el hecho de escucharlo le hacía temblar como gelatina.

—I-igualmente… —respondió tratando de mantener el porte seguro que lo caracterizaba, pero de a momento aquello lo había abandonado.

—Esperamos que usted y su hermano se estén sintiendo bien con nosotros —sonrió un amigable Aiacos estrechando la mano de Kanon.

—Si, muchas gracias —sonrió de vuelta, por alguna razón el peli-violeta lo hacía sentirse cómodo.

—Disculpe a Minos, él es bastante comunicativo, todo lo opuesto a Radamanthys como habrá notado, pero los dos son bueno tipos.

—No se preocupe joven, es normal que en la primera impresión se quiera mostrar lo mejor de cada uno —dijo Kanon con una leve sonrisa.

—Bien —intervino Hades tomando la mano de su esposa—, ahora que los muchachos están entrando en confianza, ¿qué les parece, señores Géminis si pasamos al estudio para poder dialogar de lo que nos reúne hoy? Luego llamaremos a los jóvenes para saber lo que opinan.

Aspros miró a su esposa, ambos se sonrieron y luego el hombre habló:

—Estamos de acuerdo con ustedes, señores Inferno.

—De acuerdo, en ese caso, por favor vengan con nosotros. Mientras tanto los muchachos se pueden quedar aquí y conocerse más a fondo —Pandora con movimientos elegantes se despidió de sus hijos, dejando con disimulo unas instrucciones a Minos que él con una sonrisa, confirmó a su madre realizar en el momento correcto.

Finalmente la dama se despidió momentáneamente de los gemelos y por fin ella junto con Hades guiaron a sus padres a quienes abrazaron antes de irse, prometiéndoles esperarles ahí.

 

Notas finales:

¡Feliz Navidad! Sigan bellos el 2020 así como en el 2019, un abrazo y hasta el próximo capítulo.


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