Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

[Reviews - 84]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo XXIX. “Mi último regalo serán estos pasos a tu lado”


”””


Pasos escandalosos y apurados se escuchaban ir por las escaleras, dos largas cabelleras azules se detenían frente a una puerta al fondo del pasillo. Saga abrió la puerta de su habitación para entrar aún sin soltar la mano de su gemelo, los dos entraron y se acomodaron para poder empezar a platicar.


Kanon podía sentir la emoción de su igual, imaginaba que su cita hubo sido agradable como para que ahora el idéntico rostro luciera iluminado y alegre. En el tiempo que habló con Milo, éste le contó la verdad que escondía Aioros Sagittarius, todo lo que deseaba al lado de Saga y sobretodo, que la forma de ser del hombre no era como la mostró la noche en que aceptó desposarlo. Ahora podía notar que quizás lo que Milo le dijo era verdad, al inicio Kanon seguía desconfiando pero ahora creía que si en verdad el castaño era bueno, Saga merecía ser muy feliz a su lado.


—Estás muy emocionado, hermano —comentó con la voz tan calma como un sereno amanecer.


Saga se acercó a él con una sonrisa y un bonito sonrojo en sus blancos pómulos.


—¿S-se me nota tanto, Kanon? —le preguntó con inusitada inocencia. Kanon asintió con una leve sonrisa en sus labios— B-bueno es que… ¿Sabes? Me di cuenta que estuve juzgando mal al joven Aioros todo este tiempo, él es muy diferente de como yo me lo había esperado.


El arrepentimiento afloraba en su gentil voz, Kanon comprendía el por qué de aquello recordando como su gemelo lloró hasta quedarse dormido la noche anterior, pensando que lo que le esperaba era una calamidad donde sus sentimientos y pensamientos importarían lo mismo que lo que los ricos hacen por los pobres. Pero todo eso fue simplemente su propio temor imaginario, porque la tarde junto al griego de castaños cabellos había sido digna de una de sus amadas novelas.


—Milo me comentó que tu prometido actúa sinuosamente para evitar malas experiencias. Sin embargo tú te ganaste su corazón desde que besó tu mano —hizo una pausa—, Milo me aseguró que Sagittarius te ama Saga, pero, ¿tú podrás amarlo también? —la preocupación latente en cada palabra que formaba aquella pregunta provocó al hermano mayor bajar la mirada.


Recordaba cada gesto, palabra y sonrisa de ese cálido hombre a quien había regalado el primer beso que daba a una mejilla que no era la de sus padres o su adorado hermano. La bondad en el alma de Aioros era casi palpable para los latidos de su emocionado e inexperto corazón soñador, y entonces la respuesta a la pregunta de Kanon nació en sus labios como el pétalo de una flor que viaja con el viento al oído del silencio.


—Estoy completamente seguro Kanon, que amaré al joven Aioros con la fuerza de una marea en tempestad —una sonrisa que imitaba a la luna de esa noche despejada se formó en la boca franca del hermoso gemelo mayor. Los ojos del menor de ambos brillaron como luceros ante el deseo amoroso que entonces dejaría fluir a continuación.


—Si es así amado hermano, entonces les deseo a él y a ti la mayor felicidad del mundo porque tú te la mereces más que nadie. Se feliz y ama con la intensidad del sol, y que Aioros te ame a ti con el infinito del firmamento estrellado…


Saga sintió su corazón estremecerse de emoción al saber que su hermano le deseaba algo tan hermoso, sin pensarlo dos veces sus brazos fueron a la figura contraria para abrazarle con todas sus emociones a flor de piel, sintiéndose dichoso y afortunado por poder compartir con Kanon todo lo bueno que descubrió ese día.


Mas pronto, una punzada se dejó sentir en el centro de su pecho al recordar las palabras de su madre cuando llegó a casa. Su precioso reflejo había probado un poco de lo que se avecinaba cuando él tuviera que irse pasado mañana. Su rostro adoptó una innegable tristeza, y la fuerza de su abrazo aumentó extrañando al menor. Pronto ese desconcierto fue reemplazado por preocupación al escuchar desde su hombro izquierdo un sentido sollozo proveniente de quien lo apretaba como si fuese a desaparecer si lo soltaba. Saga lloraba y Kanon no comprendía por qué.


—Hermano, ¿por qué lloras? —la suavidad y dulzura de su voz hizo que el sentimiento del mayor aumentara.


Saga lloraba era verdad pero no por alegría y eso Kanon lo sabía bien al conocerlo como a sí mismo. El de cabellos más oscuros se sentía terrible como un vil egoísta que no se detenía a pensar en lo que el otro sentía.


Y admiraba a Kanon porque a pesar de que en su interior aún era sentida su tristeza, no se lo demostraba quizás para no hacerle perder su buen ánimo pero eso no era justo, eran hermanos y debían compartir lo bueno y lo malo de ambos. Por eso Saga deseaba que Kanon se abriera con él, que le demostrara abiertamente lo que estaba sintiendo para poder consolarlo y hacerle saber que no importa lo que pasara, ellos siempre iban a ser hermanos.


—Kanon… perdóname por haberte dejado solo —separó su rostro del hombro ajeno para verlo—, mamá me comentó como te sentiste durante el tiempo que no estuve hasta que le dijo a papá que te llevara para que conversaras con Milo. De verdad lo lamento, viví tantas cosas hoy que… no me detuve a pensar en cómo la estarías pasando —las lágrimas seguían saliendo solas e inconsolables de sus ojos.


Pero los de Kanon le veían entre la sorpresa y la melancolía. Un suspiró salió desde su nariz antes de negar y con una sonrisa comprensiva, dejó un beso en la frente de su igual, ante esto Saga abrió los ojos impresionado, dejando correr las cristalinas gotas que seguían atoradas en sus pestañas inferiores por la rapidez de su accionar.


—Saga no tienes porque llorar ni sentirte mal por mí, si tú te sientes y eres feliz yo lo estaré también estemos juntos o no. Siempre serás mi amado hermano y yo te voy a querer hasta que se me vaya la vida, y quizás ni aún después de ello dejaré de quererte…


Las palabras de Kanon estaban cargadas de una gran sinceridad, una que estaba llegando al corazón del mayor. Saga también sentía lo mismo por su hermano, y estaba seguro que cerca o lejos el lazo tan especial que los unía no sería roto por mucho tiempo ni por cosas que vinieran en esa nueva vida que les esperaba al lado de Aioros y Radamanthys.


”””


En la residencia de los Escorpio, sentados a la mesa se encontraban Kardia, Milo y Aioros. Sonia la esposa del abogado y madre del joven de ojos turquesa, desde hace dos semanas estaba en una visita a su padre, y no volvería hasta dentro de una semana más. Los platillos eran servidos y el heleno mayor deseaba saber cómo le había ido al castaño en su cita con el gemelo mayor.


—¿Cómo les fue a ti y a Saga, Aioros? Te noté muy alegre cuando volviste —le sonreía al mismo tiempo que colocaba una servilleta de tela sobre sus piernas.


Aioros lo volteó a ver con una sonrisa ilusionada al recordar la bonita tarde que Saga le regaló.


—Fue perfecto… Saga sin duda es un auténtico tesoro Kardia, lo amo más de lo que creí. Me muero de ansias porque sea mañana para convertirme en su esposo.


—¿Qué dijo de las rosas, le gustaron? —Milo también dejaba salir su juvenil curiosidad. A Aioros le brillaron los ojos.


—¡Sin duda, le gustaron mucho! Hubieras visto su hermosa carita cuando se las di. Gracias Milo, de no haber sido por ti no hubiese podido darle ese detalle —comentó agradecido con el joven.


—Me alegra haber sido de ayuda, amigo.


—¿Tienes algo en mente para mañana? —Kardia indagó— ¿Alguna comida tal vez?


—Lo he pensado y sí, deseo que se haga una comida llena de delicias, lo mejor de lo mejor en vinos y viandas.


—Pero, ¿firmarán el acta en el estudio de papá? —lo que Milo decía hizo pensar a los dos mayores, Aioros llegó a la conclusión de que no deseaba que aquello fuese en esa habitación.


—No creo que sea lo mejor… —se dirigió a Kardia— Amigo, ¿podríamos usar tu jardín? Es un lugar hermoso y fresco y puede que Saga se sienta más cómodo ahí —expresaba entusiasta.


—Es una excelente idea, ¿no lo crees papá? —Milo apoyaba al castaño.


—Tienen razón, es un lugar muy bueno, normalmente cuando nos visitan, los gemelos siempre van al jardín. Muy bien Aioros, el jardín es tuyo —sonrió contento.


—Entonces mañana a primera hora comenzaré a hacer los arreglos necesarios para que podamos firmar el acta y ser oficialmente esposos.


—Bien, te ayudaremos, pediré a los empleados que ayuden en cuanto a la preparación de la comida, todo saldrá bien amigo, ya verás —lo alentaba Kardia alegre.


—Gracias a ambos, estoy seguro que esto será el comienzo de algo grande. Al fin he encontrado la verdadera felicidad… —susurró con una sonrisa leve en los labios, decidido a darle a Saga todo el amor que llevaba en su cicatrizado corazón.


—¿A qué horas será la firma del acta? —la interrogante del más joven hizo que los mayores se mirasen entre sí.


—A las dos de la tarde sería un buen momento. ¿No lo creen? —Aioros opinó.


—Es verdad, así habrá mayor tiempo para preparar todo desde la mañana para que esté listo por lo menos al medio día. Por cierto Aioros, ¿encontraste la joyería que te recomendé?


Aioros quien bebía de su copa, alejó el borde de sus labios para sonriente asentir.


—Me tomó un poco de tiempo pero sí, llegamos Kardia, hubieses visto como se puso Saga —rió de buena gana recordando lo ocurrido—, se notaba bastante preocupado por los precios de esas joyas y trataba de convencerme que no era necesario un anillo tan costoso.


—Es lógico, Mu y Shion tienen la mejor calidad de la región en joyería variada pero es porque ellos mismos las confeccionan.


—Me di cuenta, pero a decir verdad ninguno de los anillos que el joven dependiente me mostró me pareció lo suficiente para Saga. Pero fue cuando el padre del chico llegó que encontré el anillo correcto.


—Al menos me alegro que hayas encontrado lo que buscabas, ¿le gustó a Saga?


—Dijo que era muy bello pero que él estaría conforme incluso si le ponía una tuerca en el dedo y que no era necesario que gastara tanto en él —suspiró, lo que dijo ocasionó la risa de Kardia y una negación divertida por parte de Milo.


—Típico de Saga… —dijo el menor sabiendo bien lo austero que era el gemelo.


—No lo culpes, él y su hermano son personas sencillas que no necesitan grandes cosas para sentirse felices. Ya lo comprenderás con el tiempo.


—No me molesta —Aioros se expresó tranquilo—, de hecho él me aclaró justamente eso y tengo que decir que me sorprendió su manera tan madura de ser, y la sencillez y humildad que muestra su pensamiento. Saga es un joven admirable.


—Estoy de acuerdo con ello —le dijo alzando la copa antes de beber un poco, al separar el cristal de su boca continuó—, bien entonces dinos lo que deseas y lo haremos —Kardia estaba muy emocionado, en la tarde había enviado a uno de sus mensajeros a la residencia Verseau para invitar a su colega Dégel a ser testigo junto con su esposa Seraphina y su hijo Camus, ahora sería una recepción sencilla ciertamente pero amena.


”””


En el estudio de la residencia Inferno, Hades se encontraba redactando una corta y directa misiva que al día siguiente pensaba enviar con uno de sus mensajeros a la residencia Elíseos, necesitaba los servicios de su abogado Hypnos quien junto a su hermano gemelo el doctor Thanatos, eran muy buenos y viejos amigos de su familia. Hades quería solicitarle al rubio ser quien se encargara de los trámites para que Radamanthys y Kanon Géminis llevaran a cabo su unión matrimonial.


El azabache no se sentía del todo convencido con dejar que su hijo mayor se casara con el hermoso joven de cabellera azul, pero tenía que confiar no había de otra. En la cena sintió un poco de tensión entre su hijo mayor y mediano pero lo ignoró para que los jóvenes se comportaran en su presencia. Ahora ya eran cerca de las nueve de la noche, esperaba que Hypnos respondiera a su petición a la mayor brevedad posible, todo tenía que estar listo en seis días.


Al terminar la carta ordenó el escritorio y salió del estudio dejando la página sobre éste, a la mañana colocaría el sello, por ahora necesitaba descansar.


Llegó a la sala vacía, pensaba que los muchachos estarían ya en sus habitaciones. Hades deseaba tomar asiento y relajarse un poco pero la idea quedó de lado al escuchar unas dulces melodías venir de una habitación cercana. Conocía aquello, Pandora estaba tocando el arpa con esa elegancia magistral que la caracterizaba, sonrió dirigiéndose al lugar.


Al llegar a la puerta doble, cerró los ojos dejándose hechizar por la gentil música que formaban los dedos de la hermosa dama sobre el instrumento. Abrió con delicadeza y la observó sobre una pequeña plataforma circular al lado de una ventana que dejaba ver la magnificencia de una noche generosa y refinada. Ella mantenía los ojos cerrados moviendo las manos con sensualidad y calma, Hades ingresó al espacio y se sentó frente a su amada en un diván al costado derecho para apreciar de mejor manera su belleza y su talento.


Cuando Pandora terminó su pieza minutos después, se asustó un poco al abrir sus ojos y ver ahí a su amado mirándola embelesado.


—Amado mío, ¿cuánto tiempo tiene de qué llegaste? —preguntó con suave voz, pero en ella podía notarse la sorpresa— Te juro que no te he sentido entrar —rió más calmada al ver la sonrisa de él.


—Perdóname por asustarte mi reina, es sólo que me has hechizado con tu hermosa melodía, no pude pasar de largo al escucharte tocar como sólo tú sabes hacerlo —Hades se levantó de su sitió para ayudar a bajar a la dama de la plataforma donde estaba junto al arpa. Ella agradeció la ayuda con un sonrojo en sus mejillas y abrazándose a su apuesto esposo.


—Eres tan galante, vida mía —dijo ella mirando al hombre con coquetería.


—Y tú un ángel del cielo, hermosa doncella de mis noches estrelladas.


Ambos se besaron con dulzura, al separase Hades quiso comentarle a su esposa lo que estuvo haciendo.


—¿Sabes? Acabo de estar en el estudio, mañana por la mañana enviaré un mensaje a Hypnos —ambos se separaron del abrazo para ir a sentarse al diván donde estuvo el azabache.


—¿En verdad? Entonces deseas que sea Hypnos quién se encargue de la unión de nuestro hijo —más que pregunta, Pandora afirmó tranquila.


—Así es, Hypnos es de confianza, nadie mejor que él para llevar a cabo este matrimonio —asintió.


—Estoy de acuerdo contigo —Pandora sonrió—, además podemos usar este evento para tener más contacto con Thanatos.


—¿Y eso? Thanatos ya es nuestro médico de cabecera, amada mía —le expuso dudoso.


—Lo sé cariño, pero te lo digo porque con Hypnos y Thanatos siendo más cercanos y constantes, tú y yo podemos intentar que el hijo de Thanatos y Minos se vuelvan a acercar pero ahora tal vez con la buena suerte de que sea en un plan romántico.


Hades miraba admirado a su esposa, luego de pocos segundos rió negando el ingenio de ella.


—No se te escapa nada, mi reina…


Ambos rieron mientras se acercaban para volver a besarse, sentían tanta paz al estar juntos. Eran felices.


”””


Aioria y Giovanni se encontraban en la habitación del primero, por el propio pedido de éste el italiano aceptó quedarse a dormir esa noche en la mansión de los griegos. Ya luego explicaría a sus padres la razón de esa decisión, por ahora los jóvenes se dedicaban a conversar.


—¿Cómo crees qué sea ese tal Saga, Giovanni? —Aioria había tratado de leer un libro sobre mitología nórdica, tirado en su cama. Le fue inútil pasar de la primera página, arrojando el ejemplar a un lado al alcance del de cabellos azules.


Giovanni tomó el libro y al ver el título, una mueca de desagrado apareció en sus atractivas facciones mediterráneas.


—No lo sé, pero si tu hermano ha querido traerlo ha de ser alguien que vale la pena. A puesto que es un buen tipo, no te preocupes ni te apresures a juzgarlo antes del tiempo amigo —aconsejó dejando el texto en una mesilla cercana— ¿Por qué aún tienes este libro? Yo que tú, lo arrojaba por la ventana —se cruzó de brazos.


Aioria alzó una ceja interrogante y divertido, se dio la vuelta sobre la cama para quedar boca abajo y recargando la barbilla en sus brazos miró a Giovanni fijamente para interrogarle.


—¿Por qué no te gusta la cultura nórdica?


La pregunta salió dado que el castaño claro ya en muchas ocasiones se hubo dado cuenta de que a su amigo le desagradaba todo lo que tuviera que ver con cosas de ese estilo. Los azules ojos se agrandaron, Giovanni carraspeó un poco incómodo.


—No es la cultura nórdica Aioria, es sólo que todo lo relacionado a eso me recuerda a Andreas… Maldito estúpido —masculló con molestia.


Aioria se mostró sorprendido por escuchar el nombre del hombre que le había dado clases especializadas de estrategia para los negocios hace algunos años ahí en su casa. Clases que su padre le hizo tomar para que pudiese ayudar a Aioros en el manejo de su empresa, tal como lo estaba haciendo ahora que el castaño se encontraba lejos.


—¿Mi institutor? No sabía que te caía mal, casi siempre estaba aquí cuando nos visitabas —rió divertido de ver la cara de amargura en el mayor.


—¡Por eso mismo! Era un maldito presumido que siempre trataba de hacerme de menos, lástima que no puede verme ahora con mis estudios finalizados y ejerciendo como una vez le aseguré que lo haría —decía con una sonrisa amarga—. El muy desgraciado me trataba de débil e incapaz, quisiera que me lo dijera ahora.


—Vaya, no conocía esa historia entre ustedes, ¿por qué no me lo dijiste? Pude haberle pedido que no te molestara —Aioria se movió para poder sentarse a la orilla de la cama frente al italiano de piernas cruzadas instalado en un cómodo sillón personal.


Aioria desconocía que el hombre de origen nórdico que le daba clases especializadas hubiese sido tan cruel con su amigo. Giovanni tampoco dijo nada a los hermanos porque no deseaba causar conflicto entre ellos y el institutor, pero motivado por la falta de fe y la desmoralización que recibía de ese hombre cinco años mayor a él, el de Italia se propuso finalizar con honores sus estudios y lo había conseguido, ahora no dejaba que nadie lo hiciera de menos y si a alguien se le ocurría dudar de sus capacidades, fácilmente le cerraba la boca realizando lo que esperaban que no hiciera.


—No era necesario que me defendieran, además yo mismo me he superado aunque él nunca vaya a saberlo. Sólo espero no volver a saber nunca de ese pelirrojo engreído…


—Si tú lo dices… Pero en verdad lograste mucho para alcanzar a tu padre en conocimiento, pero dime. ¿Por qué te quisiste especializar en la salud de los hombres donceles? ¿Si sabes qué no son muy comunes esos casos, verdad?


La interrogante del griego sacó un suspiró cansino del mayor. Esa pregunta incluso su madre se la había hecho, pero él siempre estaba listo para dar una respuesta.


—Lo sé Aioria pero si te soy sincero yo me especialicé en ellos porque el que no sean casos comunes no quiere decir que no existan. El problemas es que la gente piensa eso, que no existen los hombres que tengan la capacidad femenina para gestar vida en su interior y por lo tanto el sistema de salud no sabe como tratar con ello cuando un hombre resulta doncel, de ahí desembocan las negligencias pues no hay personal propiamente capacitado para atenderlos. Por eso yo quise ser uno de esos pocos que puedan brindarles la ayuda correcta y tratarlos como se lo merecen y requieren.


—No lo había visto así amigo, pero ahora que me lo has explicado comprendo que tienes toda la razón y te felicito por ello —le sonrió.


—Muchas gracias pequeño, me alegra poder ayudar a esos chicos. Por cierto, ¿tú no serás uno? Es decir, eres bastante lindo… —la mirada de Giovanni era de picardía pura. Aioria agrandó sus ojos y sus pómulos fueron invadidos por un sonrojo salvaje y violento. Agarró su almohada y se la arrojó con fuerza al otro al tiempo que le daba su respuesta.


—¡Por supuesto que NO! ¿¡Cómo se te ocurre algo así!? —vociferaba desencajado y ceñudo.


Giovanni recibió el almohadazo de lleno en la cara pero ni aún con eso dejó de reírse al ver la reacción de su amigo, él dudaba realmente que Aioria fuese un doncel pues sus formas eran fuertes y masculinas, pero no iba a perder la oportunidad de molestarlo un poco.


Estuvieron molestándose un rato más hasta que Shaina tocó a la puerta para avisarles que la habitación de las visitas estaba ya lista. Aioria se levantó de su cama desordenada para ir a su armario y sacar una pijama para que Giovanni pudiese usar. Se despidieron y el médico fue tras las joven peli-verde para que lo guiara a la pieza designada para él esa noche. El regreso de Aioros estaba cerca y Giovanni deseaba demostrarle su apoyo estando al pendiente de Aioria tanto como le fuera posible.


”””


La nueva mañana de sábado se dejaba vestir de frescura y brillos de sol y en la casona Escorpio el personal se encontraba en movimiento de aquí para acá, llevando, trayendo. Quitando, poniendo. Todos los habitantes hacían algo a buen seis de la mañana en punto, algunas cosas se comenzaron a hacer desde las cuatro de la mañana aún oscura pero no importaba, los ánimos por lo que iba a ocurrir ese día les daba la energía suficiente para cumplir lo mejor posible con lo solicitado por el dueño de la casa.


En el jardín se encontraba Aioros junto con Milo, ambos decoraban el espacio que sería donde Saga y él firmarían el acta matrimonial, una mesa elegantemente preparada con un pulcro mantel blanco y delicados bordados en hilo dorado en las esquinas. Sobre aquello un racimo de rosas blancas con otro pequeño racimo de claveles rosados en el centro, en combinación de la flor de Géminis y la flor de Sagitario para que siempre estuvieran juntos y fueran felices.


Al interior del estudio, Kardia organizaba los documentos que serían firmados por los testigos y por la pareja que iba a unirse. Todo debía ser perfecto.


”””


Saga recién abría los ojos, estaba cómodo y calientito acostado al lado de su gemelo. Ambos sabiendo bien que esa era la última noche que pasarían juntos quisieron acompañarse y se quedaron despiertos tanto como pudieron, conversando, diciéndose lo mucho que se querían y que a pesar de no estar juntos, seguirían conectados en alma y corazón.


Ya había amanecido y él más consciente ahora, comprendía que era el día de su unión matrimonial con Aioros Sagittarius. Tendría que dejar a sus padres y a su hermano menor para emprender una vida nueva, con gente nueva y en una posición desconocida y que creía tan lejana: esposo.


—Kanon… hermano, ya amaneció… —lo movió con suavidad al tiempo que con susurrante voz le llamaba para que despertara.


Algunas sacudidas fueron suficiente para que el menor empezara a abrir sus hermosas orbes, parpadeó un par de veces tratando de acostumbrar sus ojos a la luz que llenaba la habitación. Al estar un poco más despabilado Kanon pudo ver a Saga cerca suyo sonriéndole con dulzura.


—Que rápido se fue la noche… —comentaba con la voz apenas audible por el sueño.


—Es cierto, me hubiese gustado que no terminara… —la sonrisa de Saga adoptó matices de tristeza, Kanon se sentó para intentar mejorar los ánimos de su hermano. No deseaba que su humor decayera por su causa.


—Ahora tendrás noches más cálidas hermano —sonrió con picardía, Saga entendió a lo que su igual se refería. Un calor se posó en su rostro.


—¡Kanon, no digas eso! —regañó ruborizado, volteó el rostro dejando que su cabello lo ocultara.


El menor rió divertido comenzando a salir de la cama.


—Ya, está bien disculpa —se puso de pie yendo a su armario para buscar algo limpio que usar después de la ducha que planeaba darse—, papá y mamá no tardarán en venir a levantarnos, será mejor que empecemos a prepararnos. Creo que mamá te ayudará a alistarte —le guiñó un ojo en actitud animada, Saga sonrió al sentir la paz de Kanon en él.


También él se levantó para ir a su propia pieza no sin antes abrazar con fuerza al otro antes de salir. Al verse sólo Kanon suspiró, dejando salir la tristeza latente de su interior ahora en su expresión apesadumbrada.


—Te deseo la mayor de las felicidades hermano, que tu nueva vida esté llena de amor y tranquilidad…


Los corazones de los hermanos también eran idénticos gemelos al sentir el mismo sentimiento quemarlos con fuerza, provocándoles dolor al saber que ese era el día en que se verían separados para seguir caminos distintos junto a aquellos a quienes el destino encontró para ellos. Saga y Kanon debajo del agua dejaban salir su pesar que se confundía con la claridad del líquido que recorría sus cuerpos. Sufriendo por quedarse solos, por dejarse solos…


”””


Las horas corrían de prisa y ya el reloj de la sala anunciaba las once con veinte minutos, Saga sentado frente al amplio espejo de su tocador veía como su madre con una sonrisa en el rostro le peinaba el cabello de una forma distinta de como habitualmente le gustaba llevarlo. Paradox había dejado el lado derecho de su cabello libre y en el otro lado hizo una trenza donde tomó los mechones de cabello que caían siempre en su rostro, dejando que ahora lo luciera de mejor forma, mostrando su perfil griego con claridad. Algunas decoraciones ayudaban a mantener el cabello en su sitió dándole a Saga un aire elfico.


—Te ves tan bello, mi niño —Paradox lo abrazó con cuidado de no despeinarlo, Saga llevó sus manos a los brazos de su madre para responder de alguna forma el contacto.


—Muchas gracias mamá, me siento muy emocionado y nervioso… —expresaba con un suave color rojo en sus pómulos— Espero gustarle al joven Aioros…


—Oh mi pequeño, le encantarás estoy completamente segura de eso, además ayer vi en sus ojos un inmenso amor cuando te miraba. Ese hombre siente mucho cariño por ti Saga —ella le sonreía y el chico se contagió de lo que la dama le transmitía.


Ambos se sonreían más tranquilos al calmar las inseguridades del novio, pero la puerta sonaba con golpes leves que llamaron la atención de madre e hijo. Paradox fue a abrir descubriendo a Kanon. Éste con una gran sonrisa quiso saber como hubo quedado su hermano mayor.


—¡Mi amor, ven pasa, pasa! —Paradox jaló enérgica a su hijo menor para mostrarle alegre a su gemelo.


—Justo venía a ver cómo lucías Saga, pareces un príncipe mítico de esos libros sobre hadas y elfos que me gusta leer —Kanon se le acercó al sonrojado mayor para abrazarlo, Saga aceptó la cercanía y abrazó con fuerza a su igual.


Que bien se sentía ese calor, como iba a extrañarlo. La mezcla de emociones era demasiada para evitar llorar, pero aunque difícil tenía que hacerlo.


—Muchas gracias Kanon… Siempre me gustaron esas criaturas de tus libros —rió un poco antes de separarse.


—Son muy hermosos, como tú…


—Como los dos —dijo Paradox acercándose a ellos para abrazarlos también—, ustedes son tan hermosos como príncipes elfos —rió—, sus prometidos son afortunados de desposarlos, y su padre y yo somos afortunados de tenerlos como hijos, mis niños, mis luceros… —suspiró dejando libres a los menores— Kanon, mi pequeño. ¿Me dejarías peinar tus cabellos también?


La mirada dulce y la sonrisa cariñosa de la bella mujer no permitieron al nombrado negarse, Kanon asintió sentándose en el taburete que su hermano ocupara tiempo antes.


—Claro que sí, mamá. Puedes peinarme el cabello.


Ella con alegría comenzó a acomodar el cabello azul claro largo y suave de su joven hijo. Saga veía todo aquello sintiendo que en cualquier momento su autocontrol se iría por la ventana abierta y sus ojos dejarían escapar las lágrimas de quien no desea irse. Pero era necesario, ahora su corazón sin embargo estaba más tranquilo al saber que Aioros era un hombre bueno y dulce que estaba dispuesto a respetarlo y amarlo de la mejor de las maneras. Aún así, el dolor de dejar a su familia atrás le carcomía el alma.


El traje que usaría ya estaba siendo colocado en su figura, Aspros lo ayudaba acomodando el chaleco para después poner el saco, quizás no fuera una ceremonia como se acostumbraba pero lo mejor es que asistiera lo mejor posible. Deseaba causar una buena impresión en el castaño y por ello sus padres y su hermano llevaban también algunas de sus mejores galas ese día. El último en que viviría en esa casa, dejando muchas vivencias, aventuras, travesuras, secretos, momentos, memorias. Dejaba tanto pero pensaba que formaría nuevas experiencias al lado de quien podría llegar a ser el amor de su vida: Aioros…


”””


Las doce con cuarenta minutos en el reloj sobre la chimenea de la residencia Escorpio, los platillos se colocaban sobre la larga mesa del comedor, y las sillas se decoraban con elegantes telas al igual que el mantel de las ocasiones especiales. Sasha con un uniforme diferente al que solía usar, dejaba servilletas de tela dobladas con esmero encima de los platos que más adelante serían llenados con buena comida, otra joven colocaba al centro un hermoso jarrón blanco de porcelana lleno de claveles rosados y rosas blancas, las copas acompañaban a los platos al igual que los cubiertos, todo predispuesto para dar el mejor recibimiento.


Aioros en su habitación en el segundo piso ya bañado y aseado, se vestiría con las mejores prendas que traía para ese viaje, cuando estaba en su hogar armando su equipaje, algo le dijo que tenía que empacar aquel traje, el que alguna vez deseó llevar en su boda con… Pero negó, no deseaba recordar más a esa ingrata, terminó sacando las prendas de su armario pero para dárselas a Shaina y que lo donara a quien pudiera necesitarlo. Ahora, sobre la cama le esperaba un atuendo más acorde a su edad y situación, un traje no tan ostentoso como el anterior, pero igualmente de elegante corte. Deseaba dar a Saga la mejor imagen de sí mismo después de su garrafal error inicial. La decisión de sus ojos le veía desde el espejo de cuerpo completo, ambos decididos a hacer de la vida del doncel gemelo un verdadero paraíso.


Más que convencido estaba que Saga Géminis era la persona que la vida le tenía destinada después de su intento fracasado de amar y ser amado. Sí, Saga sería de ahora en más su razón de vivir, su alegría de despertar cada mañana, su motivación para evitar a la Muerte y el dueño absoluto de su corazón.


Su puerta dejó escapar en su dirección el eco inesperado del “toc, toc”. Se dio una última mirada al espejo antes de ir a abrir y al hacerlo, Kardia le veía desde afuera con una mirada tranquila y una sonrisa satisfecha.


—Ya todo está listo amigo —le comunicó logrando con ello que Aioros sonriera.


—Te lo agradezco mucho Kardia, no tienes idea de lo mucho que me has ayudado. Entra no te quedes afuera —le invitó a pasar dejando ver sus blancas perlas. El abogado así lo hizo, entró a la habitación notando por primera vez en todo ese breve momento que el castaño sólo tenía puestos los pantalones, los zapatos y la camisa blanca que va por dentro de su traje.


—No me agradezcas, todo esto lo has conseguido gracias a tu forma de ser, al menos expresaste la que te conocía antes de que tu padre se retirara de la empresa para irse a vivir a Japón con tu madre —rió recordando los sustos que le había dado pensar que Saga la pasaría mal.


—Lo sé —rió nerviosamente al tiempo que se masajeaba la nuca con un dejo de vergüenza—. Pero no deseaba mostrarme débil al principio… —suspiró pesado abrochándose los botones de la camisa. Su mirada turquesa se notaba apesadumbrada, como si algo recordara y Kardia pudo darse cuenta del cambio.


—¿Pero por qué debilidad? Antes no pensabas de esa manera Aioros, te conozco desde que eras un adolescente. ¿Qué ocurrió? —comentaba preocupado.


Aioros lo volteó a ver con cierta tristeza.


—Hace algunos años yo deseaba casarme Kardia… pero la persona que creí que era la indicada me jugó sucio. Me engañaba con un riquillo y la vida se encargó de que yo me diera cuenta.


Los ojos de Kardia se sobre abrieron, no daba crédito a lo que escuchaba, él no sabía sobre eso y pensaba que la actitud que mostró el castaño era porque no tomaba a nadie en serio y le gustaba jugar con los sentimientos de los demás, nada más lejos de la realidad pues él fue víctima de alguien que sí fue de esa manera. Kardia entendió que Aioros no deseaba caer ante el encanto de nadie, pero con Saga todo fue muy diferente puesto que el gemelo era un joven soñador y romántico, austero y de buen corazón, algo que sin duda llenó al CEO de esperanza y el enorme deseo de ser tal cual era en verdad.


Saga sin saberlo logró despertar esa parte de Aioros que Saori se llevó consigo junto con las ansias de creer en el amor verdadero.


—No sabía que habías pasado por algo como eso Aioros… lo lamento… —suspiró con la tristeza de imaginar lo duro que debe ser amar a alguien que al final no valore eso, y peor aún llegar a saberlo por sí mismo. Debía ser terrible y con justa razón endurecer el corazón de cualquiera que lo viviera.


—No te sientas mal por mí, amigo, al final eso pasó hace ya tres años y ya lo he olvidado. Ahora la vida me da una nueva oportunidad de conocer el amor. Saga apareció para hacerme comprender que el destino siempre tiene algo mejor y único para quien espera


Aioros ya se había terminado de vestir, Kardia con una sonrisa nostálgica se acercó a él para ayudarlo a acomodar el cuello de la prenda tal como lo haría un padre con su hijo.


—Me alegra saber que aún deseas compartir ese sentimiento con alguien que se lo merece tanto como Saga, Aioros. Se muy feliz con ese muchacho, que te ame tanto como tú a él porque en verdad lo mereces…


Los hombres se dedicaron una sonrisa de gratitud y alegría para pronto abrazarse con fraternidad. Quizás los inicios en algo tan complejo como el amor, no siempre serían buenos, pero también cabía la posibilidad de que el destino tuviera una sorpresa para esos corazones que esperan con paciencia, para ablandar lo que alguna vez se convirtió en piedra por una decepción, para dejar fluir un rio de esperanza en el camino que se secó después de derramar amargas lágrimas de desconsuelo y tristeza. Una oportunidad donde las emociones se dejaran sentir a flor de piel y que el deseo de dar calor compitiera con los rayos del mismo sol…


”””


El timbre de la entrada principal se dejó escuchar llenando todo el primer piso, Milo batallaba para ajustar su corbatín negro. Llevaba algunos minutos buscando a su padre para pedirle su ayuda pero no lograba dar con él, pero antes de caer en la frustración absoluta el llamado de la puerta lo hizo distraerse. Se encaminó a la entrada para abrir y lo que vio lo dejó sin palabras.


—Buenas tardes, Milo. Nos disculpamos por nuestra tardanza —hablaba con una amable sonrisa un bello hombre de cabellos verdes y ojos violeta enfundado en un refinado traje azul real, a su lado estaba su esposa, una hermosa dama de cabellos y ojos celestinos y al medio de ellos, un precioso muchacho de cabellera turquesa y ojos zafiros.


Milo perdió el suelo al ver a Camus ahí frente a él sonriéndole con su dulce timidez. El joven venía junto a sus padres que eran invitados y testigos de la unión que se realizaría dentro de poco. Si el muchacho de cabellos azules no hubiera convivido ya antes con él, pensaría que Camus era un hermoso príncipe. Su elegancia y belleza eran demasiado para el pobre Milo.


—N-no se preocupe señor Dégel. ¡Buenas tardes! —exclamó atropelladamente de puro nervio de estar frente al muchacho que le robaba el pensamiento. Los adultos sonrieron divertidos al notar lo que pasaba entre los menores.


—Buenas tardes, encantador caballero —saludó la dama con una sonrisa, Milo se sonrojó al escuchar la suave risilla de su niño.


—Hemos traído este presente para la pareja —Dégel le entregaba a Milo una botella del mejor vino francés que poseían en su tierra natal. El joven la tomó ya un poco más relajado.


—Ellos estarán muy agradecidos —sonrió—, por favor pasen adelante y acomódense en la sala, papá no tardará en aparecer —invitó, los recién llegados asintieron entrando al interior de la casa. Pronto Sasha apareció para ofrecerles algo de beber.


Pero Camus se quedó frente al heleno, mirándolo con ojos de cariño y una sonrisa de calidez que a Milo le pareció lo más hermoso del mundo.


—Ho-hola, joven Camus… —lo saludó con los nervios a flor de piel— Es un gusto volver a verlo.


—Buenas tardes, joven Milo, lo mismo digo —asintió con suavidad. Pudo notar el corbatín del otro desarreglado. Camus pensó que aquello le estaba dando batalla así que él con calma se acercó lo suficiente para ayudar a darle la forma correcta, al terminar alejó suavemente las manos del espacio de Milo.


—Muchas gracias… Camus…


Sus miradas se encontraban y en ellas brillaba un sentimiento callado y latente, mutuo y destinado al contrario. Era inevitable que no sintieran algo porque a estas alturas ya estaban dentro del corazón ajeno con un deseo inmenso de ser algo más que buenos amigos.


”””


Kardia y Aioros bajaron después de algunos minutos encontrando a los Verseau en la sala tomado una copa de vino, Aioros al ya conocerlos los saludó con más confianza, pronto también se unieron Camus y Milo y entre todos conversaron de algunos temas ligeros. Todos esperando con paciencia a que el novio y su familia llegaran.


”””


Kanon y Saga se admiraban de como lucían, Paradox en verdad que había peinado a sus hijos con mucha delicadeza y detalle, ambos estaban contentos. La dama ayudaba a su esposo con su corbatín ya que éste no era muy bueno para ese tipo de detalles, y reclamaba divirtiendo a sus hijos y a su esposa por su drama.


La puerta fue tocada y Kanon se levantó de donde estaba junto a su gemelo para ir a abrir. Sorrento el cochero de la familia Escorpio estaba afuera con una sonrisa serena y amable.


—Buen día joven, ve venido a recoger a su familia para llevarlos a la residencia Escorpio —aclaró el joven con voz suave pero clara.


—Oh, por supuesto, muchas gracias —dijo Kanon y volteándose a su familia expresó—. Papá, el señor Kardia ha enviado a su cochero por nosotros.


Ante las palabras de Kanon, Aspros fue a ver lo que sucedía en la puerta. Al llegar se encontró a Sorrento con la puerta del coche abierta esperando por ellos.


—Kardia no me dijo que iba a hacer el favor de enviar a su joven cochero para llevarnos —decía el hombre a su hijo menor. Kanon alzó los hombros sin saber que decirle a su padre—. Bueno ya le agradeceré cuando lleguemos a su casa —sonrió al fin de cuentas girando la mirada a Saga y Paradox que estaban aún en la sala—, cariño trae a Saga, Kardia a mandado a buscarnos.


El gemelo mayor y su madre se mostraron impresionados de aquello pero sin desear hacer esperar a Sorrento, salieron de la casa listos para aquel evento.


”””


Los visitantes estaban bastante animados en la sala metidos en conversaciones amenas y anécdotas divertidas que hacían reír a la dama y a Aioros. Milo y Camus se encontraban juntos en una parte del jardín un poco alejada de donde se llevaría a cabo la firma del acta. Los jóvenes se mostraban a gusto y Milo pensó en lo que le aconsejó Aioros cuando fue a comprar con él el día anterior. Sentía que era el momento de arriesgarse y confesar sus sentimientos al hermoso francés que lo acompañaba.


—Es un lindo día, ¿no le parece? —empezó Milo buscando en el cielo las palabras que formaran las oraciones que deseaba decirle al más bajo.


—Sin duda es un día muy bello, no está caliente y el sol es gentil —sonrió Camus mirando a Milo de soslayo.


—Así es… —concedió— Joven Camus… —le llamó deteniéndose a la par de un pequeño árbol que comenzaba a crecer apenas con tres metros de alto, regalándoles una parcial sombra y cuyas hojas dejaban cruzar algunos rayos de luz que le daban al rostro galo una apariencia parchada y luminosa.


—Dígame, joven Milo… —esperaba las palabras de Milo, notando las intensas turquesas fijas en sus zafiros.


El griego se hallaba perdido en la pureza de Camus, y en el brillo de esos ojos bellos encontró la decisión que buscaba porque sólo sabía una cosa en ese momento y era que deseaba que esos ojos lo miraran solamente a él, deseaba que esos bonitos labios le sonrieran y le pertenecieran a él y a nadie más, anhelaba entregarle a Camus su corazón y que nadie más que él fuera su único y eterno dueño.


Milo suspiró audiblemente, llenando su ser entero de valentía y determinación para lo que estaba por decir.


—Camus yo sé que usted y yo nos conocemos hace poco tiempo pero quiero decirle que ya desde mucho lo había visto, y fue amor a primera vista —hizo una pausa, Camus pudo ver el color de una manzana madura en las mejillas bronceadas del mayor, a sí mismo pudo sentir como su propia piel se coloreaba al escuchar las palabras que le eran dichas con tanta franqueza—. Camus, discúlpeme si le ofendo pero deseo serle sincero y confesarle que lo quiero, que desde que lo vi me enamoré de usted…


Los zafiros se sobre abrieron al igual que los labios que dejaron salir una pequeña exclamación. Milo le estaba confesando que sentía algo por él. Camus se vio presa de una emoción inexpresable porque nunca creyó que la persona que él quería también lo quisiera. Una sonrisa temblorosa nacía en su boca al mismo tiempo que bajaba la cabeza escondiendo sus ojos acuosos de la mirada griega. Milo notó esto y se asustó al pensar que Camus se habría molestado.


Lo último que Milo deseaba era hacerlo sentir mal pero quizás al bello joven no le gustó lo que le dijo. Comenzaba a arrepentirse, sintiéndose triste de haber cometido un error y temeroso de que quizás Camus ya no quisiera estar cerca de él o que no volviera a hablarle siquiera. Iba a disculparse cuando el menor alzó el rostro, provocando en Milo angustia de ver que de sus ojos brotaban claras lágrimas.


—Jo-joven Camus, discúlpeme si lo ofen…


—¡Milo! —interrumpió las palabras que el nombrado estaba por decirle. Sin pensar mucho Camus se abalanzó a abrazarlo y lo que era mejor, lo estaba besando.


Camus abrazado al cuello de Milo fundía sus labios con los ajenos. El de cabellos azules sentía como las lágrimas de su amado le mojaban la cara, y la sensación de sus labios era para él como tocar las nubes con las manos desnudas. Sus ojos desmesuradamente abiertos miraron los otros cerrados con fuerza. Milo se relajó al entender lo que ocurría y al igual que Camus, cerró sus ojos dejándose llevar por esa dulzura inusual y tan nueva para su paladar. Sus brazos fueron a la estrecha cintura ajena para sellar el abrazo inesperado. Sintiendo como el aroma y la calidez de ese cuerpo se fundían con el suyo.


Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza al saber que su primer beso fue con la persona que anhelaba su corazón, la felicidad absoluta se encontraba ahora a su alcance, Camus era su ángel y era un honor para él ser correspondido por ese precioso ser.


El aire comenzaba a agotarse en sus sistemas, obligando a los labios a separarse, más no así los cuerpos que seguían abrazados. Se miraron sonrojados y con los ojos cristalizados, las respiraciones luchando por regularse y los latidos en el pecho tamborileantes por la emoción de lo que acababan de vivir juntos.


—Ca-Camus, tú… —decía Milo intentando concluir con lo que quería preguntar.


—Milo yo siento lo mismo por usted… —se abrazó de nuevo al cuerpo del más alto— Yo también lo había visto desde antes de venir a su casa y se llevó mi razón. Pero nunca pensé que mis sentimientos fuesen correspondidos, tenía miedo de no ser suficiente para alguien como usted… Yo…


Milo no le permitió seguir hablando, volvió a besarlo con todo el amor que le tenía reservado, Camus cerró con suavidad sus orbes, dejándose inundar de esa sensación tan agradable. Fue un ósculo más corto pero no por eso menos impregnado de sentimiento. Milo fue quien habló esta vez.


—Camus, mi Camus tú eres más de lo que yo me merezco, eres demasiado perfecto para mí, pero pecaré de ambicioso porque te deseo a mi lado, quiero ser tuyo y que tú seas mío. Deseo darte todo lo que mi corazón aguarda y al igual que de mi primer beso, deseo que poseas la primera vez de todo lo que deba experimentar. Me tienes a tus pies y no podía seguir soportando el quedarme callado. Yo tenía miedo de que al verte tan inalcanzable nunca fuera a ser digno ni de una mirada tuya…


—Milo…


Camus lo abrazaba más fuerte como deseando que sus pieles se volvieran una aún a través de la ropa. Ambos se querían y estaban más que seguros que no les tomaría mucho tiempo para que se amaran con la fuerza de una tormenta. Terminaron de confesarse sus propios temores y deseos sentados juntos debajo de ese pequeño árbol que comenzaba a crecer apenas con tres metros de alto, regalándoles una parcial sombra y cuyas hojas dejaban cruzar algunos rayos de luz que le daban al rostro galo una apariencia parchada y luminosa que se atenuaba ahora mucho más con la alegría de haber conocido al primer y único amor de su joven vida…


”””


Al interior de la casa Dégel, Kardia, Seraphina y Aioros volvían a sus asientos en la sala, habían querido dar un pequeño vistazo para saber si los chicos estaban bien en el jardín pero sin querer fueron testigos de la emocionante escena que los menores protagonizaron en lo que ellos pensaban soledad. Los mayores se miraban unos a otros sin saber que decir, no quisieron interrumpir por lo que cada palabra y acción fue grabada en sus mentes. Al final de tanto el suspiró enternecido de la dama fue el que rompió el silencio, seguido de sus palabras cargadas de recuerdos.


—Oh la dulce inocencia de la juventud. ¿Recuerdas nuestro primer beso, mi cielo? —le preguntó a Dégel con emoción.


El de cabellos verdes parpadeó un par de veces digiriendo las palabras de su esposa. Su mente viajó a muchos años atrás donde una joven y sonrojada Seraphina le aceptaba un girasol. Seguido de eso ella le dio un sutil beso sobre los labios. Un beso inocente que fue el primero de mucho que les dejaban sin aliento y con el corazón desbocado. Dégel suspiró.


—Cómo no voy a recordarlo —le sonrió él, tomando su mano para besarla con amor.


—Parece que Milo no mentía —le dijo Aioros a Kardia sacándolo de su estado taciturno.


—¿Sobre? —volteó a ver al castaño lentamente.


—Ayer que fuimos al centro Milo me comentó sobre sus sentimientos por el joven Camus —comentó resuelto.


—Comprendo… Dégel, Seraphina —llamó, los nombrados lo voltearon a ver con una sonrisa—, deseo pedirles disculpas en nombre de mi hijo Milo, él… —trataba de excusar que las palabras de Milo conllevaran a que aquellas acciones ocurrieran, mas para su alivio Dégel le interrumpió.


—Milo no ha hecho nada malo amigo, de hecho —comentaba algo rojo y avergonzado— Camus fue el que se arrojó a tu hijo —rió nervioso—, en todo caso los que debemos pedirte una disculpa somos nosotros por la reacción de nuestro hijo.


—No te angusties querido Kardia —le habló ahora la mujer—, creo que esta sería una buena oportunidad para solicitarte amablemente que le permitas a Milo pretender a Camus, se nota que ellos llevaban muchos sentimientos guardados el uno por el otro —sonrió contenta.


—Seraphina tiene razón Kardia, me gustaría que fuésemos consuegros. ¿No te parece?


—¿En verdad no les molesta? —Kardia se mostraba preocupado de que lo que hubo sucedido ofendiera o molestara a los Verseau.


—Para nada, al contrario nos alegra que Milo y Camus se hayan enamorado porque conocemos a Milo desde niño al igual que tú y Sonia conocen a Camus desde que era un bebé. Como familia nos conocemos desde hace mucho y para mí no hay mejor pareja para Camie que tu hijo.


Kardia se sintió aliviado de escuchar la seguridad de las palabras de Dégel, sin duda el pensaba lo mismo sobre el pequeño peli-turquesa, era un joven hermoso y con excelentes modales, nadie mejor que él para Milo.


—Se los agradezco, sería todo un honor ser consuegro suyos —sonrió al final y los cuatro hicieron un brindis por la felicidad de los pequeños, ya luego se los dirían pero estaban convencidos de que ambos llegarían a amarse mucho y quién sabe en unos años quizás estarían casándose.


”””


La una con quince minutos de la tarde, el coche se detuvo frente a la entrada de la casona Escorpio, una de las empleadas al escucharlo llegar fue rápidamente a avisar al señor. Kardia y Aioros se levantaron para ir a recibir a los Géminis que llegaban.


El primero en salir fue Kardia emocionado de verlos. Aspros bajó del coche para ayudar a su esposa también a descender. Kardia ayudó a Kanon y en ese momento Aioros salió de la casa, acercándose al coche para ayudar a su bello prometido. Al verlo el castaño se quedó sin aliento.


Aioros pensaba que Saga lucía más bello cada vez que lo veía. Por su parte Saga estaba encantado con lo apuesto que el mayor se veía, el pensamiento de un hijo con los bellos rasgos de su padre atravesaron por su mente haciéndolo sonrojarse. Pero no pudo evitarlo y agradeció por vez primera tener la capacidad para ser “madre”.


Los fuertes brazos de Aioros recibieron a Saga, dejándolo de pie en el suelo ambos sin despegarse la mirada, deseando estar juntos sin que el tiempo fuera un impedimento. Tras un saludo cordial entre todos, entraron a la casa, los Verseau se pusieron de pie para saludarse y presentarse ante los recién llegados y al oír el movimiento Camus y Milo entraron también siendo el de cabellera turquesa presentado a los gemelos y a sus padres.


La firma del acta estaba predispuesta para las dos de la tarde por lo que los jóvenes se encontraban juntos en la banca del jardín donde Milo y Kanon hablaron el día anterior.


Camus y Saga conversaban de libros y autores al ser bastante asiduos a la lectura mientras que Milo compartía su felicidad con Kanon. Los minutos se fueron volando hasta que por fin los mayores se hicieron presentes en el jardín. Kardia traía una carpeta con los documentos necesarios. Llamaron a los muchachos para que tomaran sus lugares en los asientos que estaban a ambos lados del pequeño sendero por el que Saga caminaría para encontrarse con Aioros y colocarse frente a la mesa.


Todos en calma llenaron los lugares, en el lado izquierdo se encontraban Aspros, Paradox, Kanon y Milo, mientras que en el lado derecho Dégel, Camus y Seraphina miraban atentos lo que estaba por ocurrir.


Aioros ya se encontraba frente a Kardia junto a la mesa, Saga se colocó a la entrada del corto sendero de loza desde donde miró a su familia con un inmenso amor combinado con tristeza. Ese era el último momento que compartiría en compañía de sus seres amados y en su corazón le dolía tener que irse sin tener idea de cuando iba a volver a verlos otra vez, sus ojos verdes se posaron en Kanon, su hermano gemelo, su mejor amigo… Y en una súplica silenciosa le pedía que lo acompañara a recorrer esos cuatro metros que lo separaban de su futuro esposo. Kanon comprendió lo que su hermano le solicitaba y no pudo negarse, esos momentos, esos últimos pasos a su lado serían su regalo en ese día.


Se puso de pie suavemente y encaminándose al mayor, llegó a su lado, entrelazando su brazo derecho con el izquierdo del contrario. Las almas gemelas dieron paso tras paso, lento, como deseando que el camino no tuviera final para no tener que soltarse al dejar de avanzar.


—Gracias Kanon, gracias por llevarme ahora de tu brazo y regalarme tu presencia, hermano… —le susurraba con dulzura, y pena todo junto palpable y sentido.


A Kanon se le formó un nudo en la garganta, pero su deseo de llorar no ganaría, no cuando él no quería provocar que el de Saga fluyera, y si el otro iba a llorar Kanon quería que fuera de alegría y no de pesar. Por eso, él aún con su dolor le sonrió. Y Saga vio en esos labios iguales a los suyos una sonrisa sincera que sin palabras le deseaba la mayor dicha que alguna vez soñó y mucho más.


—Esto es lo único que ahora puedo darte Saga, hermano. Porque te amo y deseo que tu felicidad sea tan inmensa como cien mares…


Saga no pudo responder más porque el camino se hubo terminado, ahora ambos estaban frente a Aioros que con una sonrisa de gratitud le daba la mano al de cabello más claro. Sus brazos se soltaron sin tener la convicción de hacerlo pero ya era el momento. Kanon le dio un sentido abrazo antes de volver a su lugar dejándolo frente al castaño que miraba toda la interacción sin perder detalle.


Aioros veía el hermoso rostro del menor con pinceladas de tristeza y sus ojos vidriosos, signo inequívoco de que deseaba llorar en cualquier momento. Lo abrazó con gentileza para calmar un poco su estado, Saga alzó la mirada y le sonrió al mismo tiempo que una lágrima corría libre por su mejilla derecha. Kardia podía sentir también la tristeza de Saga aún así intentaba mantener su semblante sereno para que intentase superarlo a sabiendas de que eso llevaría su tiempo.


Kardia comenzó con voz clara.


—De acuerdo a las leyes de nuestro país, vamos a celebrar la ceremonia para unir en matrimonio civil a Aioros Sagittarius y a Saga Géminis. Pregunto a Aioros Sagittarius. ¿Acepta usted como esposo a Saga Géminis aquí presente, entregándose como esposo y recibiéndolo a usted como esposo? —dijo Kardia refiriéndose al castaño.


—Sí, acepto —afirmó con seriedad y decisión. Kardia ahora dirigiéndose a Saga continuó.


—Saga Géminis. ¿Acepta usted como esposo a Aioros Sagittarius aquí presente, entregándose como esposo y recibiéndolo a usted como esposo?


—Sí… a-acepto… —finalizó en un susurro mirando con una sonrisa leve al abogado.


—Ahora pueden proceder al intercambio de alianzas. Estos anillos que van a entregarse el uno al otro son símbolo de unión, amor y de fidelidad —les dijo mirándolos—. Sus votos —solicitó al tiempo que recibía una caja pequeña y plana forrada de terciopelo rojo de manos de Milo. Kardia procedió a ponerla al centro de la mesa frente a la pareja.


Aioros mirando a Saga con todo el sentimiento que para él tenía empezó a decir sus votos mientras tomaba uno de los anillos de la caja.


—Yo Aioros Sagittarius, te quiero a ti Saga Géminis como esposo, y me entrego a ti, prometiendo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida —tomó gentilmente la mano izquierda del de cabello azul para colocar en el dedo anular el elegante aro solitario de oro blanco que ahora acompañaría a aquel que le diera el día anterior.


Saga se sonrojó, estaba nervioso pero tomando aire comenzó a exponer sus votos, sujetando también el otro anillo que quedaba para tomar la mano izquierda del castaño, poniéndole su anillo.


—Yo Saga Géminis, te quiero a ti Aioros Sagittarius como esposo, y me entrego a ti, prometiendo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida… —concluyó con una sonrisa leve liberando con suavidad la mano del mayor.


Ante el intercambio realizado, Kardia volvió a hablar.


—No habiendo impedimento legal de parte de sus testigos, y ya que ustedes cumplieron con todos los requisitos para la celebración de este matrimonio. Les pido por favor que firmen el acta que pondré a su alcance —el heleno sacó una de las hojas de la carpeta para ponerla donde estuviera la caja de las alianzas junto con una pluma.


La pareja volteó a verse diciéndose tanto en el silencio que era interrumpido sólo por el canto de las aves que volaban entre las flores del sitio. Aioros fue el primero que tomó la pluma y se dispuso a firmar aquel documento, al finalizar dejó la pluma a un lado, permitiéndole ahora al menor realizar la misma acción.


Saga sujetó la pluma unos segundos, a su mente acudieron muchas imágenes de sus padres y de Kanon… Kanon, su hermano…


Sentía que si no se daba prisa se iba a arrepentir de todo eso, iba a tomar a Kanon y se lo llevaría a donde no pudieran separarlos. Firmó con prisa y sin desear pensar más pues podía sentir ese grueso nudo en su propia garganta y en sus ojos el escozor del llanto. Ahora el acta estaba firmada por los dos griegos sin vuelta atrás.


Kardia habló para el resto de nueva cuenta.


—Como testigos de este importante acto están presentes aquí: Dégel Verseau y Seraphina de Verseau. ¿Pueden acercarse a firmar el acta de matrimonio por favor? —pidió y los nombrados se pusieron de pie para cumplir con lo solicitado. Al obtener las firmas requeridas prosiguió— En el nombre de la ley de Grecia y con el permiso de las autoridades pertinentes los declaro esposos unidos en legítimo matrimonio.


Todos sabían lo que seguía después de esas palabras, pero al contrario de lo que esperaban, Aioros cogió la mano de alabastro de Saga y la besó. En su cita hablaron de que iban a esperar a que el gemelo estuviese listo y deseara dar su primer beso. Aioros sabiendo por Milo lo que su ahora esposo deseaba en su primer contacto labial, estaba dispuesto a respetarlo y por eso sería paciente.


Saga sonrió agradecido de que mantuviera su palabra, él por su parte dejó un beso en la mejilla del más alto como muestra de su afecto.


Oficialmente estaban casados, y todos entraron al interior de la casa con rumbo al comedor donde celebrarían con deliciosos manjares el inicio de un nuevo camino para el mayor de los gemelos a quien le pisaba los talones su hermano menor con su propio compromiso con Radamanthys Inferno, hombre que Kanon volvería a ver más pronto de lo planeado.


 

Notas finales:

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=922151988219825&set=a.850594915375533&type=3&theater


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).