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El Sirviente del General. por Keiko Midori 0018

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Pasaron largas semanas, lo único que sabía Inuyasha acerca del general y sus tropas era que enviaban los cuerpos de los soldados caídos en batalla a sus respectivas familias para que tuvieran un entierro digno. Pero nada más, había rumores pero eran más exagerados que el anterior. Y escuchar que el general había perdido un brazo no calmaba sus ansias.


Unos decían que el hombre había perdido un brazo, otros que había perdido una pierna y unos más que el hombre estaba catalogado como perdido en batalla. Pero todo eso era mentira, él confiaba en el general y sabía que él estaba bien. Solo que escuchar esas atrocidades le sugestionaban demasiado. Él único que sabría acerca del avance del general sería el duque, pero ir en su encuentro sería una tarea suicida. Solo le quedaba esforzarse en terminar sus deberes y esperar pacientemente. Y aun así, se la pasaba distraído y cometía errores, errores que hasta Koga notó.


—Has agotado mi paciencia, Inuyasha. Te la has pasado suspirando como doncella enamorada en los rincones y estás haciendo mal tu trabajo. Quiero que me digas en este instante que es lo que ocurre contigo.


—¿A quién llamas doncella enamorada?. —Se quejó rápidamente. El hombre de la coleta se cruzó de brazos y le dedicó una mirada inquisitiva a la espera de que hablara.


—Estoy hablando en serio. —Tras eso, Inuyasha solo suspiró resignado y decidió hablar un poco, sin revelar cuál era su verdadera intención.


—Me preocupa la guerra, hay muchos rumores y temo que alguno sea verdad.


—Las malas noticias son siempre las primeras en llegar, ¿Acaso temes que llegue hasta acá?. —Inuyasha asintió. —La única forma para que eso pase sería que el general muriera en batalla, pero sabemos que es imposible. No hagas caso a lo que esos idiotas dicen, se la pasan cuchicheando en lugar de hacer sus deberes.


Inuyasha asintió sin ganas de hablar, eso no ayudó en nada. Aún tenía esa sensación de que algo iba mal.


—El duque tiene un mensajero, viene cada semana trayendo las nuevas acerca de la batalla. Si logras convencerlo de que hable, tendrás información auténtica de cómo van las cosas allá. —Koga vio la mirada esperanzada de Inuyasha, le hizo dudar un poco. —Pero no es fácil que hable, es fiel y temeroso al general. Un sirviente no es alguien que merezca una explicación privilegiada.


Inuyasha no hizo caso de la advertencia, la idea de saber que tal iban las cosas le hizo alegrarse, iba a saber acerca de su señor y sería información verídica. No podía estar más emocionado por ello.


...


...


Y como Koga lo había dicho, Inuyasha vio a un hombre entrar a la mansión. Por cómo se veía, daba a entender que era un noble pero de bajo rango, tal vez un barón. Era un hombre de avanzada edad, aunque no se veía tan mayor. Cuando vio que se marcharía, lo interceptó. Estaba dispuesto a suplicar si con eso lograba saber algo acerca de su señor.


—Disculpe, señor. —El hombre detuvo su andar y lo encaró. —Quisiera saber como van las cosas en la frontera, haré lo que me pida. —Suplicó. El hombre peinó su cabello cano y limpió el sudor de su frente producto de su carrera interrumpida.


—Eres tú, supongo que puedo decirte algo.


Tras esa respuesta, Inuyasha empezaba a pensar que conocía a demasiados nobles sin recordarlos. Empezaba a ser extraño pero si eso ayudaba, estaba bien.


—¿Nos conocemos de alguna parte?.


—Eres el único mocoso de pelo blanco que vive aquí, el general me pide información de ti en cada oportunidad. Me dio una descripción y por muy poco detallada que era, fue fácil ubicarte.


Que el general Taisho también buscara noticias acerca de él, hizo que sus mejillas se espolvorearan de carmín. Lo ocultó inútilmente del hombre. Bien se decía que la edad daba cierta sabiduría a las personas.


—Estos niños de ahora. —El hombre negó. —Tengo prisa así que seré breve.


—De acuerdo.


—Hace un tiempo, el general fue herido de gravedad. Lo atacaron y lo hirieron cerca del corazón. Y de no haber sido por el teniente, hubiera sido mucho peor. Aun así fue tratado inmediatamente, la herida lo dejó fuera de combate. —La expresión de Inuyasha decayó con cada palabra dada, esperó a que siguiera contando todo. —Lograron estabilizar su condición pero ni bien cerró la herida, el general volvió a la batalla. Nadie pudo detenerlo, lo único que decía era que no iba a morir y que debía terminar pronto con esa misión, que tenía algo importante por el cual volver. Nadie pudo con su terquedad y ahora sigue luchando con una herida grave, al menos parece que los resultados están siendo marcados y que la batalla podría ser suya.


Después de unos datos más, el hombre volvió a tomar su rumbo. Al menos el hombre tendría nuevas para el general acerca del chiquillo. Tal vez eso hiciera que le diera una gratificación, por ejemplo, que le permitiera más tiempo lejos del matadero. El hombre de baja estatura servía fielmente a la familia Taisho pero hasta él temía por su vida.


...


...


El rendimiento laboral de Inuyasha mejoró tras esas noticias. El general era fuerte y una herida no le impediría luchar, Inuyasha sabía muy bien eso, también sabía que pronto estaría de regreso y de pensarlo, su corazón se aceleraba. Ya había pasado demasiado tiempo, quería verlo. Aún se cuestionaba sobre el objeto que el general quería, Inuyasha no tenía ni una sola posesión propia y estaba atareado con eso, no quería decepcionar al hombre al decirle que no poseía aquello que quería. No había entendido con claridad aquellas palabras y esa sonrisa de medio lado.


Las palabras de aquel hombre sirvieron para que Inuyasha dejara de lado sus planes de fuga, planeaba escapar de la mansión y enlistarse en el ejercito solo para poder ir a ver al general. Pero era una idea ridícula si se pensaba, si diera un paso fuera de la propiedad, sería castigado severamente por intento de escape. Como propiedad de esa familia, debía seguir encerrado y cumpliendo con sus obligaciones. Además, una vez el general le había dicho que no debía dejar que nadie le pusiera una mano encima, nadie aparte de él podía tocarlo o causarle dolor, era su pertenencia al final. Solo por eso, decidió no provocar a los guardias o al mayordomo.


Incluso, se había levantado con la brillante idea de escribirle cartas y notificarle por su propio puño, todo lo que acontecía en su ausencia. Pero también era una pésima idea, era un sirviente y como tal, no tenía conocimiento. Se supone que no conocía la lectura ni la escritura, había desechado la idea de inmediato. Irremediablemente, debía esperar a que él volviera. Pero le consolaba saber que el mensajero le daría información acerca de todo y eso lo tranquilizaba.


Aun sabiendo que escribir una carta era totalmente innecesario, Inuyasha la escribió. Necesitaba desahogarse de las emociones que lo asfixiaban, necesitaba sacar todo lo que lo abrumaba y al no tener un confidente, dejó que una hoja, una pluma y un poco de tinta, expresaran lo que sentía.


''Vuelva pronto, mi señor. Nunca pensé que diría esto pero, lo extraño.Tal vez lo extraño solo un poco, pero eso no quiere decir que no me preocupa. 


Por favor, deje de ser tan terco y de exponerse al peligro de esa forma tan descuidada. Recibí la noticia de que está herido y sigue luchando, todo por volver a casa. Yo también quiero que vuelva pronto pero no quiero que sea descuidado en su proceder, eso podría traer graves consecuencias. Así como me dijo que me cuidara, debería hacer lo mismo con su persona y abstenerse de arriesgarse tanto. Sé que la guerra es así, sé que irremediablemente habrá bajas. Pero, siendo sinceros y mientras usted vuelva, yo soy feliz. A pesar de darme miedo la mayoría de las veces, usted es la persona que me ha brindado la seguridad y la atención que se me fue negada.


A pesar de no mostrar ni un solo ápice de emociones, me siento amado. Aun si solo sea un simple objeto que será desechado en cuanto se aburra, me siento amado. Me siento amado a pesar de las circunstancias, no sé si eso es bueno o malo, no quiero averiguarlo todavía. Quiero seguir teniendo la ilusión de que me perdonará, de que su benevolencia perdonará mis terribles actos de cobardía.


Me duele tener que mentirle, odio hacerlo. Por favor, dígame una cosa, ¿Qué hará cuando se entere? ¿Me dejará seguir a su lado a pesar de ser un traidor? ¿Será lo suficientemente piadoso como para hacer mi muerte rápida e indolora? ¿Me dejará ver su rostro antes de lo inevitable?.


No merezco sus atenciones, no merezco seguir viviendo pero soy egoísta y me aferro a la vida solo para tener un poco de su atención. A pesar de que nunca llegará esta carta a sus manos, le pido perdón por todo. Algún día voy a pagar mis terribles actos y sé que entre más tiempo pase, más severo será mi castigo. Solo déjeme ser egoísta y disfrutar de su compañía, eso hará que mi patética existencia haya valido la pena.


Mi vida es una mentira, yo soy una mentira y todo lo que le he dicho también lo ha sido. Pero, hay algo en lo que no mentí, una sola cosa que es la verdad absoluta y es que me enamoré de usted, no sé cuando, como ni porque.


Con esto me despido, espero que vuelva pronto y con bien que aquí su sirviente lo esperará con ansias''.


Continuará...


 


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