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El Sirviente del General. por Keiko Midori 0018

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Después de un largo camino, tantos sentimientos encontrados y más dificultades, el General Sesshomaru Taisho finalmente podía tener en sus brazos a ese que fue sirviente, ese que tantas cosas le provocó. Por esa razón, lo besó como si nunca antes lo hubiera hecho, con tanta pasión que realmente no podía saciarse o detenerse. Lo sostuvo con firmeza del rostro y lo más cerca de sí que pudo. El General pudo encontrar la respuesta, pero por alguna razón, no pudo decirla. Solo supo que por mucho que lo odiara, no podía mantenerlo lejos de sí mismo.


—Esta es la respuesta que tanto esperé. —Murmuró. —Esto resuelve todo.


La duda que tuvo desde mucho antes, había sido resuelta. Todo el odio y el rencor podían irse muy lejos, porque el anhelo que sentía era mucho mayor que todo el odio que pudo o pudiera llegar a sentir. No iba a perdonarlo por sus acciones, eso podía asegurarlo. Más era mejor olvidar todo lo malo y centrarse en lo que realmente necesitaba y en ese momento solo quería probar a ese chiquillo sin pena alguna. Por esa razón simplemente lo besó, dejando de lado todo y en cuanto este le pidió un perdón que no podía otorgar, simplemente empezó a guiarlo lentamente a la cama y mostrarle que no necesitaba ser perdonado para ser bien recibido. 


Al sentir como el hombre bajo él trataba de imitar sus toques, el General no pudo evitar sentirse complacido. Esa era la iniciativa que siempre quiso ver, que la sumisión causada por la dependencia desapareciera y que todo fuera espontáneo. Pudo sonreír casi imperceptible en medio de ese beso vivaz. Y eso solo había causado que quisiera más, mucho más. Sin permitirse dejar sus labios más que para respirar, el General empezó a abrir las delgadas prendas que lo separaban de sentir en plenitud al que una vez fue su sirviente. Pero, al sentir que su propia ropa era retirada, se detuvo. No esperaba que Inuyasha llegara a tener tanta iniciativa, solo planeaba tocar tanto como lo habían hecho antes y nada más. Sin embargo, eso solo había avivado lo que sentía y si quería ir más allá, debían aclarar un par de cosas que eran muy necesarias.


—Antes de hacer esto, hay que aclarar un par de cosas. Porque una vez que lo hagamos, no habrá marcha atrás. —Al escuchar la afirmación, retomó la palabra. —En primera, dejarás de hacer todo solo porque yo lo digo. Ya no eres más mi sirviente.


Sin duda la actitud extremadamente obediente de Inuyasha debía cambiar, le agradaba ser adorado por él y obedecido ciegamente, pero ese niño estaba dispuesto a dar su vida si se la pedía, a hacer lo que fuera sin importar nada y claramente, esa dependencia enfermiza debía desaparecer y al obtener su respuesta, no pensó que fuera verdad. El General no sabía si ese chiquillo dejaría de verlo como si se tratara de su amo, pero esperaba que la dependencia pasara a ser solo ese amor que le profesaba con fervor. Necesitaba que le aclarara que todo lo que sentía no era una secuela de la dependencia, que realmente alguien podía amar a una persona como él.


Y había otro punto, el General ya había escuchado de boca de ese joven que le amaba. Se lo había dicho aquella noche que no quería recordar, pero si era sincero consigo mismo, no sabía si algún día sería capaz de repetir esas palabras. Porque el General Sesshomaru Taisho jamás había amado a algo o a alguien, había sentido afecto, pero nunca amor. No podía reconocer abiertamente una frase tan importante sin saber lo que realmente significaba. Cuando su respuesta llegó, empezó a pensar que quizá la distancia había cambiado a Inuyasha más de lo que había pensado y visto. Pero eso ya no importaba, las respuestas recibidas le hicieron ver lo obvio. Ambos querían estar juntos, ambos se deseaban y por el momento, solo uno sentía amor y el otro anhelo. Quizá con el tiempo ambos podrían sentir lo mismo.


El General se deshizo de sus pensamientos y solo se dedicó a apreciar lo que había perdido, a disfrutarlo nuevamente y volver a marcarlo como suyo, egoístamente suyo. Por eso empezó a retirarle la ropa, a besar su cuello como había extrañado hacerlo y pasear sus manos por todo ese excitante cuerpo que lo llamaba a tomarlo. No dejó de besarlo, de acariciar su cuerpo y al escuchar como empezaba a mostrar sonoramente su pasión, decidió callarlo. Sesshomaru Taisho no quería ser descubierto todavía, necesitaba y quería continuar para ver hasta qué punto se le permitiría acercarse. Cubrirle la boca, muy a su pesar, podría ayudar a que nadie los molestara.


Pasó su mano restante por el cuerpo de Inuyasha, acarició y se regodeó en él. Sus labios succionaron la piel dejando marcas que podrían ser ocultas para que solo ellos dos supieran lo que pasaría en esa habitación y sintió como su ropa también empezaba a desaparecer. Realmente ambos estaban cooperando, estaba seguro de que esas caricias solo eran el comienzo. A pesar de no querer que ni un sonido se filtrara, no pudo evitar retirar su mano de la boca contraria y volver a besarlo. Los gimoteos ahogados de igual forma le gustaban. 


Pero, entre más besos y caricias había, más crecía la necesidad. 


El General no supo en qué momento ambos habían terminado completamente expuestos, pero no le importaba. Solo se concentró en hacer lo que había anhelado desde el principio, probar los placeres que un hombre podría brindar, aunque solo Inuyasha sería el primer y único hombre con el que estuviera. Y así fue como decidió irrumpir en él aún con su nula experiencia.


Cuando solamente cubrió la boca de Inuyasha y decidió entrar en él de un solo golpe, no solo había sido doloroso para él, sino que también para Inuyasha. La luz que se filtraba le hizo ver las lágrimas contenidas que ese joven bajo él se negó a derramar, incluso había mordido su mano en un intento de callar todo alarido doloroso que pudiera emitir. Se sintió conmovido al ver que aguantaría todo dolor por él, por eso retiró su mano y lo besó. Estaban unidos, podía sentir a Inuyasha y él podía sentirlo también, una vez que el dolor cesó, había sido una agradable sensación.


Aún cubriéndole la boca a Inuyasha, no dejó de admirar todo lo que le estaba provocando y lo que sí mismo estaba experimentando. No dejó de ver como ponía los ojos en blanco al golpear en cierto punto, como se retorcía ante eso y como lamía su mano. De vez en vez este se empeñaba en mirarlo con los ojos nublados por el placer, cuando eso pasaba simplemente descubría su boca y le daba otro beso para demostrarle lo que sentía e Inuyasha parecía comprender lo que las acciones significaban. Acariciándolo, besándolo o simplemente mirándolo y extasiándose, repitió eso hasta que sintió como Inuyasha lo mordía con fuerza y terminaba por derramarse entre ambos. La presión caliente que lo abrumaba también terminó por orillarlo a liberarse y todo dentro del jadeante chiquillo que ya no veía como tal. Un gruñido gutural resonó cuando ese nudo en su vientre bajo había cedido. La liberación había sido maravillosa.


Luego de ese éxtasis, el General finalmente dejó libre al que fue su más devoto sirviente. Inuyasha le había dirigido una mirada nublada, aún no se recuperaba del estallido de sensaciones que había recibido y él solo le había dedicado un leve asentimiento. Después de eso, simplemente lo vio irse aún desnudo y a paso tembloroso hacia el baño de la habitación, seguramente para limpiarse. Ambos lo necesitaban.


Mientras esperaba su turno, el General no dejó de pensar en lo que había hecho. Haber yacido con un hombre, con Inuyasha, fue completamente diferente a como había experimentado antes. La inexperiencia había sido notoria, pero eso no significó que no lo había satisfacido porque claramente quería repetir todo eso en alguna otra ocasión. No sabía que pasaría a partir de ese momento, siempre pensó que una vez hubiera probado lo que un hombre le podía ofrecer, botaría a Inuyasha, más esos pensamientos habían sido mucho antes de que su propia dependencia apareciera. Ahora solo quería mantener a Inuyasha junto a él, esperando a que algún día pudiera decir con palabras lo que sentía. Aunque sabía que él no esperaba ser correspondido, sentía la necesidad de enseñarle que lo quería a su lado, pero simplemente las palabras no salían y nunca había sido bueno con ellas. Solo le quedaba expresarse con acciones y pedir que Inuyasha fuera capaz de entenderlas y por ellas quedarse a su lado.


Continuará...


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