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Encadenado por endora

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Capitulo 2







Desvió la mirada hacia Seiya quien me ha dado un ligero zape en la nuca, sonrió y sobo el lugar donde me ha dado fingiendo que fue más fuerte de lo que en verdad era.



“Oye” le digo amistosamente y Seiya me despeina el cabello.



“¿Qué son esas horribles barbas Pato? Por poco y te confundo con un vago” me sonríe Ikki y me da un ligero golpe en el hombro.



“La última moda en Siberia” le apunto con el índice y le cierro un ojo.



Hace un pequeño mohín de asco fingido “Que horribles modas”



Nos reímos un poco, vaya los echaba de menos más de lo que creí, solía pensar que las cortas charlas telefónicas eran suficientes, pero ya veo que no.



“Estas muy cambiado” es el turno de Shiryu el venir a saludarme, pero como siempre él es muy educado y me da la mano “La última vez que nos vimos fue hace más de cinco años, cuando Seiya y yo viajamos hasta allá” Ikki hace un ligero carraspeo y le da un trago a su bebida mirando de reojo a Seiya.



Pegaso pone unos dedos en su barbilla sin darse cuenta nada nada “Es cierto, ya hace bastante tiempo. Cuando Yakoff y tú inauguraron el mesón. Por cierto ¿Qué tal todo?”



“Bien. Ya no es solo un mesón, es un hotel, pequeño claro. Ha habido un incremento en el turismo en los últimos años. Pronto los caballeros que se entrenan ahí tendrán que buscar un nuevo campamento más adentrado en la jungla de nieve” le respondí haciendo un pequeño resumen de lo que había significado para mí la reciente ‘Ruta de los hielos’ que se había organizado en pos de incrementar el turismo en esa parte de Siberia.



“Me alegra que hayas venido” la voz de Shun al fin se deja escuchar. A pesar del cambio en el timbre, su tuno sigue siendo amable y dulce. Al girarme a él lo vi caminar hacia mí, sus brazos parecían abrirse, instintivamente me quede petrificado.



“Tal vez” la dulce voz de June se dejó escuchar, Shun se detuvo al instante “Deberían de ofrecerle una bebido ¿No creen? Debe estar cansado del viaje” me sonrió con amabilidad.



“Tienes razón, creo que nos emocionamos mucho” Shun me miro de nuevo y me tendió la mano, la tome y apreté ligeramente desenado no sentir todo esto que me abrumaba. No frente a todos.



“¿Cerveza?” Seiya caminaba hacia el refrigerador.



“Si, ¿Por qué no?”



Tome asiento en la mesa y no solo la cerveza llego hasta mí, también un plato de curry con arroz, cielos, también había extrañado la comida japonesa, su sabor especiado, las salsa agridulces. Lo comí con gran gusto.



“¿Sigues viviendo en el mesón… hotel?” interrogo Shun “Hace tiempo que no nos llamas” sonrió con un dejo de tristeza y tuve que desviar la mirada.



“No. Yakoff se ha casado el año pasado y decidí mudarme, no era apropiado quedarnos todos ahí. Su esposa y él se encargan de hotel ahora, yo solo hago lo administrativo, pero más que nada los números, aunque los odio, me encargo de ver las ganancias, las perdidas, el salario para las personas que trabajan ahí. Ya contamos con un cocinero y meseros además de camareras, Yakoff los dirige y entre él y su esposa se encargan de los huéspedes”



“Vaya… así que se casó. Una invitación no habría estado de más” Seiya puso su mano en el pecho teatralmente.



“Lo siento” los mire con algo de azoramiento “Su boda fue con una chica de otro pueblo y ellos aún están arraigados a sus viejas costumbres” destape la cerveza fría que me había alcanzado Seiya “Pero pueden ir a verlo cuando gusten, lo saben, siempre habrá lugar para ustedes en el hotel o en mi casa, donde prefieran”



“¿Vives en el pueblo?” Seiya se mostró animado, se sentó al frente mío girando la silla y usando el respaldo de esta como soporte para su cabeza.



“A las afueras” di un sorbo, el licor japonés era mucho más ligero que el ruso, fácilmente podría tomar unas diez iguales sin sentir prácticamente nada.



“¿Tu solo?” la voz de June de nuevo me trajo abruptamente a la realidad.



“Si…”



Sentí una palmada en mi espalda “¿No hay chicas lindas por allá?” bromeo Ikki, quizá queriendo dejar de lado que me estaba convirtiendo en algo así como la señora de los gatos, quizá en el señor de los osos polares, tomando en cuenta que de vez en vez les llevaba alimento.



“Las hay, muchas” mi sentido del humor hace años me había abandonado, desde que me di cuenta de que en verdad no volveríamos a estar juntos “Pero ¿Quién querría casarse con alguien que sería convocado para una guerra Santa?” sentí un silencio absoluto “Digo, alguien que no estuviese acostumbrado a ello, June como caballero de Camaleón tendría que ir” en parte era verdad, por eso ningún caballero se había casado, Aldebaran y Shaina eran una pareja feliz, pero ambos sabían que tomarían las armaduras si se desatase algo, estaban preparados para ello, fueron entrenados para ello. Los demás estaban aquí y allá sin nada serio. A veces era más fácil y significativo encontrar el amor en algún compañero de armas.



“Es entendible, pero… no puedes vivir siempre solo” Seiya me mostro una sonrisa preocupada “Son tiempos de paz, quizá para la próxima guerra a quienes les toque ir serán nuestros alumnos. ¿Ya tomaste alguien para entrenarlo?”



“No… no sé si quiero llevar a un niño al infierno en el que vivimos entrenando sin descanso” me había terminado el curry y sentí como una mano pálida retiraba el plato.



“Te traeré más” era Shun.



“Gracias” volví a tener un plato lleno de comida en menos de un minuto.



“Me gustaría conocer tu casa” Seiya se animó de nuevo.



“Eres bienvenido siempre, lo acabo de decir” le sonreí “Donde gustes quedarte, es una casa simple, con un hogar pequeño y algo retirada del pueblo, pero se ven hermosos amaneceres desde ahí…” aclare mi garganta despidiendo mis recuerdos y volví a llevarme con los palillos un bocado a la boca, mis papilas bailaban felices de volver a probar esa sazón.



“Deberíamos ir” razono Shiryu con una mano en su barbilla viendo hacia algún punto en el piso.



“unas vacaciones” secundo Pegaso irguiéndose emocionado en la silla.



“Eso suena bien” Ikki abrió otra cerveza sin voltear a ver nada en particular.



“¿Qué opinas Shun?” June se aferró a su brazo.



“Seria…” sus ojos verdes se clavaron en los míos “Hermoso… ir” de repente miro por la ventana.



¿A caso estabas rememorando esos amaneceres al igual que yo?


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