Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La rivalidad que crea la atracción por ArtemiaCelosia

[Reviews - 695]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Llegó agotado a la sala común, dirigiéndose a su cuarto para dejar su material. Estaba a punto de lanzarse a la cama cuando recordó que debía buscar a Lucius en su cuarto.

 

«Por favor, que termine ya este día…». Volvió de regreso por el pasillo, llegando rápidamente frente al dormitorio del mayor. Golpeó la puerta con sus nudillos, logrando que Lucius le abriera después de unos segundos.

 

—¿Estás ocupado? He venido porque esta mañana me has dicho…

 

—Adelante. —Cortó Lucius permitiéndole el paso sin abrir mucho la puerta.

 

Severus ingresó oliendo humo y notando el aire denso. Observó un caldero con un líquido espeso que burbujeaba dándole un aspecto más desagradable.

 

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Severus al no ver ningún ingrediente sobre la mesa y no poder adivinar de qué se trataba.

 

—Poción de odio. Un tipo merece buscarse problemas antes de que me vaya. Mejor no preguntes. —advirtió Lucius animándole a tomar asiento en la cama.

 

El moreno acabó casi tirándose en ella, sintiendo su cuerpo demasiado cansado, deseando poder dormir en ese mismo instante. Lucius se acercó a su armario, retirando una pequeña bolsa que parecía de joyería. 

Se acomodó en la cama con él, apoyando la espalda en la almohada, acercándole la bolsa de tela negra.

 

—Ábrela.

 

Severus tiró del cordón, introduciendo la mano para coger aquel objeto brillante. Una llave de oro viejo adornada y con un agujero extraño en el cifrado descansaba ahora en su palma.

 

—Dentro de poco terminará el año. Narcisa y yo ya estamos decididos en casarnos, pero queremos conseguir algunas metas personales antes de enlazarnos. —comentaba Lucius—. Mi apoyo siempre lo tendrás. Estaré ahí para ti cuando me necesites, pero voy a estar un poco liado con el empleo, por lo que creo que lo mejor es que tú tengas tu propia llave de Gringotts. Allí he depositado la cantidad suficiente para el material escolar que necesites durante estos años, además de algunos gastos que tendrás. Sé que lo administrarás bien.

 

Severus sonrió de forma triste. Sabía que aquella debía ser una buena noticia, pero no se sentía preparado para despedir a Lucius de la escuela. Él había sido el primero que se acercó a ayudarle, que se preocupó por él. Guardó todos sus secretos y siempre respetó su intimidad, permitiéndole elegir cuándo era el momento de actuar. Animándole a ganar confianza en él mismo.

Salvó su espalda en muchas ocasiones y de ello se percató después de un tiempo.

 

—No pareces muy feliz. —comentó Lucius, pensando que su amigo tendría otro tipo de reacción.

 

—Lo estoy. Realmente me has ayudado a quitarme un peso de encima. Gracias a ti tengo una esperanza para poder conseguir algo en mi vida. —confesó Severus guardando de nuevo la llave en la bolsa—. Pero la verdad es que me apena muchísimo que te vayas. Se me va a hacer muy raro no verte por aquí.

 

Lucius sonrió ante aquellas palabras. También sentía tristeza por la situación. Había vivido en Hogwarts unos años muy agradables, teniendo la posibilidad de conocer a grandes personas, pero era el momento de terminar aquella etapa de su vida y empezar otra. Sabía que no debía apenarse por no verle porque nunca dejarían de estar en contacto.

 

 

Su pierna se movía de forma nerviosa generando un sonido en aquella casa que se creía maldita. No sentía nada y tampoco oía movimiento. Se levantó cansado de esperar allí, encontrándose con Remus en el túnel que les llevaría de vuelta al castillo.

Negó con la cabeza al escuchar su pregunta. No había sido capaz de transformarse en nada. Todo el proceso había fallado y debía comenzar de nuevo.

 

—Si te sientes cansado, puedes volver al castillo. —ofreció Remus.

 

—No, tranquilo. Esperaremos a James y a Peter juntos.

 

Remus notó su disgusto. Era algo difícil, pero todos habían puesto su mayor empeño en que todo saliera bien. Pensaba en qué ocurriría si ellos dos lo habían conseguido, sintiéndose de nuevo superado por alguien, como le ocurría en su casa. ¿Esperarían por él o se marcharían juntos en las transformaciones de Remus? Cogió un trozo de rama que estaba en el suelo y comenzó a dibujar cosas sin sentido en la tierra.

 

—Aún tenemos ingredientes. Sabíamos que no sería fácil. —comentó el castaño cambiándose de lugar para posicionarse a su lado—. Volveremos a intentarlo.

 

Sirius apoyó la cabeza en su hombro. No tenía ganas de sonreír. Entendía que tenían más oportunidades y que era muy probable que no saliera bien, pero no podía evitar sentirse así. Estaba deseando conseguir aquello que le alejaba aún más de sus padres, demostrándoles que podía conseguir grandes cosas sin ellos, que había encontrado a su familia en otro lugar muy lejos de su casa.

 

—Sirius, ve al castillo ya. —Le animó Remus después de ver la hora.

 

—Voy a esperar a…

 

—Da igual lo que haya ocurrido allí dentro. Si se han transformado o no, es algo que compartiremos contigo. Y tú ahora tienes una cita. —Recordó, provocando que Sirius mirara el reloj—. No dejes que esto te quite la alegría que sentías antes.

 

Asintió y se marchó sin sentir muchos ánimos para afrontar una cita en esos momentos. Lo que más le apetecía era ir a la cama y recuperar energías positivas durmiendo.

Llegó al aula de las mazmorras que solían frecuentar para sus encuentros, encontrándole allí sentado en el suelo, con la espalda pegada a la pared, leyendo atentamente un libro que dejó a un lado al verle. Se lanzó a su lado, apoyando su cabeza en sus muslos.

 

—¿Un día nefasto? —Su voz calmaba un poco sus sentimientos. Al menos allí se sentía valorado y necesario, aunque Severus no solía alimentar su ego con palabras, solía hacerlo con pequeños gestos que conseguían hacerle sentir único.

 

—Un día de mierda. —respondió de una forma menos elegante—. ¿Puedes contarme algo positivo para evadirme un poco?

 

—No soy bueno animando o ayudando a las personas. —comentó Severus lamentándose por ello.

 

Sirius cerró los ojos. Sabía que estaba pidiendo algo complicado para aquel muchacho tan acostumbrado a su soledad, pero quizá en ese momento no necesitaba aquello. Entendió que no podía ser egoísta, que aquello se basaba en estar en lo bueno y en lo malo.

De pronto sintió una suavidad y una calidez en sus labios que le hizo alzar la mano, enredando sus dedos con el cabello negro de Severus. Un beso inexperto lleno de inocencia e inseguridad que le hacía sentir mejor que ningún otro.

Abrió los ojos cuando el contacto se rompió, encontrándose con aquellos negros, sin permitirle que se separara mucho de su rostro.

 

—Quiero ser el primero y el último en tu vida. —confesó Sirius, permitiendo que uno de sus demonios salieran a la luz. Sentirse imprescindible, único y valorado como el que más.

 

—Te lo prometo. —Fueron las únicas palabras que pudo decir antes de que sus labios fueran devorados de nuevo, con más fogosidad, buscando un contacto más intenso. Lamió los labios finos de Severus, deseando probar el sabor de su lengua.

 

Sirius le permitió alejarse para intentar controlarse, cogiendo su mano y llevándola a su pecho, dejando que notase los latidos acelerados de su corazón.

 

—Hay algo que debo contarte. —El Gryffindor únicamente asintió, escuchándole con atención—. A Regulus se le ha ocurrido que fuéramos a hablar con el director Dumbledore para pedirle permiso en mis vacaciones.

 

—¿Permiso? ¿A qué te refieres?

 

—Para pasar unos días en vuestra casa. —comentó agobiado con la situación.

 

Sirius se levantó de su regazo sin dejar de mirarle, sosteniéndole de los hombros, pidiendo que le dijera que aquello era verdad. Tendría a Severus en casa, sólo era cuestión de hablar con Regulus para ver qué demonios tenía planeado al crear aquella situación, pero aún así no podía evitar emocionarse.

 

—Acabas de alegrarme el día.

 

—¿No te das cuenta? El elfo me reconocerá y le dirá a Regulus y a tu madre que soy tu pareja. —Severus tapó sus ojos—. No debí ir contigo aquel día.

 

—No te preocupes. Pasaremos unos días increíbles. —aseguró cerrando su promesa con un beso lleno de alegría e impaciencia por vivir aquellos momentos que no podría borrar de su mente.

 

 

Sirius llegó a su dormitorio, escuchando a Peter roncar de forma escandalosa. Fue hasta la cama de James, observando su rostro tranquilo. Al parecer hacía tiempo que se encontraban allí. Caminó hasta la cama de Remus que estaba tapado hasta la nariz.

 

—¿Estás despierto, Remus? —Se sintió estúpido al susurrar aquello. ¿Qué esperaba que le contestara? No hubo ningún movimiento por su parte.

 

Comenzó a cambiarse de ropa para ponerse su pijama e irse a dormir, percatándose de una nota encima de su almohada.

 

“Lamento no haberte esperado despierto, no estaba seguro de cuándo volverías o si decidirías saltarte las normas para dormir con tu pareja.

Peter y James tampoco han conseguido transformarse, pero están dispuestos a volver a intentarlo. Espero que tú también lo estés

 

Remus”.

 

Dobló la nota y la dejó sobre la mesilla de noche, sintiendo tranquilidad por no ser el único que no lo había conseguido. No era su culpa, se debía a algo que habían realizado de forma incorrecta, causando que ninguno pudiera conseguir su objetivo.

Cerró los ojos dejándose llevar por los brazos de Morfeo.

 

Notas finales:

¡Nos vemos el próximo martes! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).