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La rivalidad que crea la atracción por ArtemiaCelosia

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El día había llegado. Todos los alumnos se despedían de familiares y se reunían entre amigos del colegio, celebrando el nuevo curso que empezaba en pocas horas. Se podía notar el nerviosismo de los alumnos de primero, que inseguros ingresaban a la locomotora que les llevaría al que sería su nuevo hogar por esos meses.

 

Sirius llevaba todas las cartas que había recibido de Severus desde que se había marchado de casa. Siempre estaban escribiéndose, en ocasiones un par de veces al día. Severus le contaba las ayudas que les ofrecía a los profesores, así como el estudio que hacía a algunas plantas, mandándole algunos dibujos en ocasiones.

 

Los libros encargados habían llegado ese mismo día a los dormitorios de los estudiantes que los habían pedido en la tienda, sin poder ser ojeados antes.

Severus se acercó a la caja que había aparecido frente a los pies de su cama. Acababa de ducharse y alistarse para recibir a Regulus y con suerte, ver a Sirius. Abrió el cartón con cuidado, temiendo dañar alguno de sus libros nuevos. La primera vez que podía comprarlos y no ir con aquellos libros desgastados que le conseguía su madre. Todos estaban protegidos para que no pudieran dañarse en el paquete. Los sacó uno a uno, encontrando un libro que no esperaba. Recordó la portada, era aquel que había visto cuando fue con Sirius a pedir los libros. Encontró una nota dentro, por lo que imaginó que aquello no se trataba de un error.

 

“Nunca dejes de perseguir aquello que te hace feliz.

 

S”.

 

Sonrió guardando la nota en sus pertenencias. Sabía que ninguno de sus compañeros tocaría sus cosas, pero no quería que acabara perdida cuando ellos llegaran con sus maletas, desordenando un poco el cuarto.

 

Salió de su sala común, dirigiéndose de buen humor a la entrada principal, esperando allí a su amigo.

 

 

Estiró sus piernas, colocándolas en el asiento en el que se encontraba Remus, al que no le molestaba que su amigo tomara esas posturas. Al inicio de sorprendía por la cercanía que se permitía dar, pero llegó el punto en el que vio que Sirius pegaba aquella costumbre a todos los amigos. Pensó en la facilidad que tenía su amigo para normalizar todo aquello y consideró que Snape había tenido suerte. Sirius le facilitaría su recuperación.

 

—Estuvimos todo el tiempo en el agua y así de moreno he terminado. —James contaba sus vacaciones emocionado. Había pasado el verano en un resort maravilloso.

 

Remus bajó la mirada, recordando las palabras de Snape sobre su amistad. James era el único que siempre disfrutaba de unas vacaciones increíbles, aunque sólo estuviera en casa con sus padres, siempre buscaban hacerle feliz y que viviera cosas increíbles. Él no podía quejarse por sus progenitores, ya que hacían todo lo posible por darle una buena vida, a pesar de su terrible condición y de los recursos limitados que tenían.

 

Sintió que Sirius le sonreía alzando una de sus comisuras, casi como si estuviera leyendo su mente.

 

—Pues yo he conseguido más ingredientes para volver a intentar volvernos animagos —dijo Peter animado. Parecía no querer rendirse con el tema—. Tendremos suficiente para dos intentos más. Si el primero sale mal, no tendremos que esperar hasta las siguientes vacaciones de verano para volver a probar.

 

—Estoy deseando conseguirlo —dijo Sirius—. Aunque imaginad que nos transformamos en un dragón o algo así. Sería difícil de ocultar al resto.

 

Los chicos se rieron, indagando e intentando adivinar en qué se convertirían.

 

—A mí me encantaría ser un lobo. ¿Os imagináis que acabamos como una manada? —Sirius no despegaba la vista de Remus, que le sonrió ante el comentario.

 

Agradecía que sus amigos le vieran como alguien fantástico y no como un miserable maldito que se transformaba en cada luna llena.

 

—Eso sería increíble. —James sonrió a sus amigos, imaginándose la escena como un sueño.

 

 

Regulus no tardó en bajar del carruaje y correr hacia Severus, esbozando una gran sonrisa al ver su mirada de “Tenemos que hablar”. Sabía que tendrían que esperar a encontrar el momento adecuado, pero no se iba a librar de esa charla.

 

—¡Severus, cómo te he echado de menos! —exclamó abrazándolo.

 

Una carcajada llena de malicia sonó tras él, haciendo que el cuerpo de Regulus girara para ver de dónde provenía.

 

—Ten cuidado, Sirius, que tu hermano puede pegarte algo con esas compañías que se gasta.

 

Los ojos del menor de los Black se entrecerraron mientras fruncía el ceño, totalmente molesto por aquel comentario. Miró a Sirius, pero no parecía que fuera a salir en defensa de Severus, ni siquiera usarle a él como excusa para defender al que era su pareja.

 

—No creo que Sirius tenga que preocuparse ni de su amante si se trata de alguien de Slytherin. —Guiñó su ojo, dejando claro que se refería a las relaciones sexuales de su hermano.

 

Severus se controló, aunque su corazón latía muy rápido, no podía creer que Regulus hubiera dicho aquello, aunque sabía que era a su favor y en contra de Sirius, que por primera vez en todo lo que llevaban conociéndose, le vio taparse un poco el rostro, avergonzado por aquella situación.

Remus no pudo evitar emitir una risa nerviosa, ya que veía a todos sus amigos más abiertos al tema sexual cortados por aquel comentario que no había sido tan grave. James estaba sonrojado. Una cosa era hablar entre ellos y otra gritarle la sexualidad de su amigo delante de todos, dejándoles casi como unos pervertidos viciosos que se contaban sus encuentros. Como si compartieran un morbo entre ellos que no era real.

 

Se comenzaron a escuchar algunos cuchicheos sobre ellos, aunque la pregunta más concurrida era de qué Slytherin se trataría. Sirius no tardó en actuar. Se levantó y tomó el brazo de Regulus, arrastrándole tras él mientras le escuchaba decirle a Severus que le esperara en Slytherin.

 

Ya estaban suficientemente lejos y algo escondidos para evitar cotillas. Se había asegurado de que nadie les seguía, ni siquiera sus amigos.

 

—¿Por qué demonios has hecho eso? —Sirius estaba enfadado y su hermano lo sabía, pero en esos momentos no le importaba haberse pasado de la raya.

 

—Soy libre de defenderme de tu amigo cuando ha sido el que nos ha atacado a nosotros. ¿Por qué te enfadas conmigo y no con él?

 

—¿No puedes sólo ignorarle? —pidió.

 

Regulus negó serio. Aquello era injusto. Potter era el que había metido a Sirius en medio del insulto, era su culpa.

 

—No puedes permitir todo esto, Sirius.

 

—¿Si estuvieras en mi posición te pelearías con tu amigo porque no se lleva bien con tu pareja? —preguntó el mayor, intentando ponerle en la difícil tesitura, pero la respuesta de Regulus no se hizo esperar y le calló la boca.

 

—Sí. Si amase tanto a una persona y le tuviera tanto cariño a mi amigo, le diría quién es mi pareja y no permitiría que se faltasen al respeto el uno al otro. Y si alguien quisiera dejar de hablarme por ello, es que el cariño que me profesaba era irreal.

 

Sirius suspiró, dejándose caer por la pared hasta quedar sentado en el suelo. Su hermano se sentó a su lado, esperando que dijera algo.

 

—Él también quiere guardarlo en secreto —se justificó.

 

—Quiere hacerlo para no perjudicarte, no por él. —Sirius torció la boca—. Es una decisión vuestra, pero ahora mismo podrías haberme usado de excusa para terminar el ataque y sólo te has callado. No sé quién eres, porque mi hermano nunca giraba la cara a los problemas.

 

A Sirius le dolió mucho aquel comentario. Su hermano menor siempre le repetía lo valiente que era cuando había un problema y lo enfrentaba sin reparos. Ahora tenía razón. Estaba cambiando por no perder a James, porque perderle a él podía implicar perder a Peter y Remus o que ellos se viesen envueltos en una pelea que rompiera la amistad que los cuatro formaban en aquel grupo.

 

—Por lo menos demuestra que tienes pareja. No hago más que ver cómo se te acercan personas a coquetearte y si lo veo yo, lo ve él. ¿No has pensado lo doloroso que resulta? ¿Qué pasaría si fuera al revés? —continuó hablando Regulus.

 

—Me sentaría fatal y me enfadaría con él. —No pudo responder con más sinceridad.

 

Su hermano tenía razón. Severus le había dicho que lo llevaran en secreto, pero nada le impedía decir de forma abierta que tenía pareja y cortar de raíz todas aquellas miradas y comentarios sobre él. Nadie más acercándose para pedirle una cita o mencionarle lo guapo que se veía. Él no se merecía vivir todo aquello y aún así no se había quejado.

 

—¿Las vacaciones sirvieron de algo? —preguntó Regulus, sin querer saber detalles. Eso era algo que compartiría con Severus si él se lo permitía.

 

—Sí.

 

—Entonces demuéstralo, Sirius. —Se acercó a su hermano para darle un abrazo que fue correspondido—. Siento haberme pasado.

 

—No es tu culpa.

 

Sirius sonrió a su hermano y le acarició el cabello, desordenándolo como solía hacer cuando era más pequeño. Sobre todo cuando se hacía daño y se ponía a llorar. Era increíble que su hermano estuviera ayudándole ahora.

 

—¿Cuándo has crecido tanto? —El tiempo pasaba volando.

 

 

Severus había vuelto a Slytherin, preocupado por el enfado que parecía sentir Sirius. Le preocupaba que Regulus volviera a tener problemas con él por su culpa. No quería entrometerse en una relación entre hermanos.

Fue hasta su cuarto, mordiéndose el labio de forma nerviosa.

 

—¡Severus! —saludó Avery—. ¿Cómo han ido las vacaciones? Espero que no te hayas aburrido mucho en Hogwarts.

 

—Han estado bien. ¿Y las tuyas?

 

Avery encogió los hombros mientras le sonreía, dándole a entender que se había metido en más líos con sus bromas pesadas.

 

—Por cierto, antes ha aparecido una carta en tu mesilla —señaló el chico que seguía ocupado sacando cosas de su maleta.

 

El moreno se acercó, sentándose en su colchón mientras agarraba el sobre negro que se encontraba cerrado por un hermoso sello dorado de los Malfoy.

 

“Buenas noches, Severus;

 

Es el primer año que no puedo desearte un feliz inicio en persona, pero espero que esta carta pueda expresar la emoción que siento por este hecho. Me alegra que continúes tus estudios. Sé que conseguirás tu meta.

 

Cuídate del resto de estudiantes y no dudes en avisarme si tienes algún problema. Aunque no esté mi presencia física, recuerda que sigo siendo un apoyo.

 

Atentamente,

Lucius Malfoy”.

 

Metió de nuevo la carta en el hermoso sobre, sintiendo nostalgia por no tenerle en el colegio, pero estaba feliz por el gesto, demostrándole que aunque él ya había terminado su estancia en Hogwarts, seguía recordando los horarios para poder seguir compartiendo aquel momento juntos.

Sin duda echaría de menos verle por la escuela, encontrarle en la sala común esperándole  antes de ir a dormir o para ir a desayunar juntos.

Notas finales:

¡Nos vemos el próximo viernes!


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