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Fiume por Mascayeta

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Dos meses habían pasado del accidente que lo unió a la familia Yokozawa. Yukina observó el calendario y agradeció el haber aceptado la propuesta de esa extraña mujer. Lo que Kotoko, la suegra de Takafumi le había dicho sobre el lugar y las oportunidades que tendría, se quedó corto con lo que encontró a su llegada a Cerchio.

La hacienda era hermosa en todo su esplendor, a pesar de tener algunos puntos en los que se veía que el tiempo no pasaba en vano, podría decir que vivía en una especie de castillo, donde la princesa era la hija del CEO de la empresa, Hiyori Kirishima.

La niña, junto con el publicista que parecía más el hermano de ella, le habían hecho la vida placentera desde su arribo. Inmediatamente congeniaron al saber que cuidaría del abuelo Enzo y que compartían gustos como la pintura.

Tardes completas pasó con ellos en la colina que permitía ver las vides, o en la playa cercana a la hacienda, todo era un sueño que también le admitió estudiar y visitar la clínica de su tutor -quien realmente le había contratado-.

Esa noche Chiaki estaría con Dariam y Hatori, definiendo el paso a seguir como respuesta al anuncio que Kaira les hizo participe. Fiume tendría que responder por la suma de 5.000.000 euros, una deuda resultante del vicio en que el nieto de Enzo se hallaba sumergido.

Yukina respiró profundo intentando entender como el doncel que conoció, era la misma persona de la que le hablaban y con pruebas demostraban que, quizás, las agresiones sufridas, fueron por los ambientes que frecuentaba.

Terminó su arreglo personal y bajó para despedirse de quienes le recibieron como un familiar más. Se despidió de la enfermera que esa noche lo reemplazaría con el cuidado de Yokozawa-san, el anciano le pidió darle una razón a su cuñado. El chico lo miró con picardía.

—En mi defensa siempre le fui fiel a mi esposa.

La carcajada de Yukina recibió un coscorrón como respuesta. Cualquiera que viese al respetable doctor Dariam Valentino, negaría de inmediato que fuese un doncel, menos sabiendo que estaba casado con una mujer que bastante atractiva, y que le dio dos hijos que eran el vívido retrato de su padre.

Sin embargo, esta vida tan particular a la que accedió a pertenecer, era opacada solamente por una persona, alguien que le quitaba la tranquilidad que su trabajo le daba con tan solo su presencia.

Y ahí, sentado al lado de Hiyori, se encontraba ignorándolo con sus ojos puestos en la comida. Sin el más mínimo gesto de interés en su conversación, percibió cómo cogió la copa, aspiró el bouquet del vino y bebió del líquido rojo con parsimonia; fue cuando Kou dejó de escuchar a Zen y sus recomendaciones. El mundo se detuvo en los labios que besaron el cristal, tragó saliva y cuando decidió hablar, escasamente se pudo despedir para salir y respirar.

Rogó porque Hiyori no se hubiese dado cuenta del bulto que se levantó en su pantalón.
Se metió en el campero y antes de arrancar llamó a Chiaki, necesitaba por esa noche que el publicista le presentara a alguien que le quitará la inquietud que Kisa Shouta le producía.

 

 

Yoshino colgó riendo por el mal rato que el asistente de Kirishima, sin siquiera saberlo, le hizo pasar al galeno. Al darse vuelta enfrentó la mirada de reproche en los ojos de su pareja.

Yanase no comprendía como su novio podía disfrutar tanto o más con un desconocido que con él. Observó a Chiaki aproximársele para con un suave beso tratar de hacerle pasar su enojo. Con rapidez lo abrazó para convertir ese contacto en algo demandante y apasionado. 

—No, ahora, no.

—¿Cuándo? —respondió el castaño levantándose. En ese momento ya ninguna excusa que le diera Yoshino la iba a aceptar. Dos años de jugar al gato y al ratón, por eso cuando notó en sus ojos la duda, pronunció lo que nunca creyó que diría—. Eres lo peor que pudo pasar en mi vida. Otro en tu lugar me daría al menos un poco de placer por todo lo que he hecho por ti y tu carrera.

Al ver la expresión de Chiaki comprendió que su enojo lo había llevado a decir algo que no sentía; hubiese podido detener al ojiazul que se apresuró a ponerse una chaquetilla y salir con la mochila que tenía lista, pero tampoco lo hizo. Solo se derrumbó en el sofá para pensar en cómo solucionar el error cometido.

Yoshino caminó sin detenerse en una línea recta que solo modificaba cuando algo le decía que debía parar, de esta manera dio vueltas sin saber realmente a donde se dirigía. Recapacitaba en las palabras de Yuu, y por más que quisiera estar enojado con él, sabía que tenía razón. Eran compañeros desde séptimo grado, cuando supo que se quedó sin trabajo, inmediatamente le planteó aplicar para la vacante en Fiume. Años de verlo a su lado sin pedir nada en recompensa, provocaron que aceptara la propuesta de volverse pareja sin medir las consecuencias. 

Nunca había estado en una relación seria, de vez en cuando un beso con alguna chica, y, sin embargo, nunca le motivaron a ir más allá. Para Chiaki amar a alguien era muchas cosas y el sexo un complemento de estas, pero no lo principal. Por eso, aunque quisiera, lo que le dijo Yanase era lógico, el problema radicaba en que él solo lo veía como un amigo, un hermano. El único error había sido querer avivar una llama que nunca podría encenderse.

—¿A dónde vas bonito?

La tosca voz hizo que volviese a la realidad. No sabía dónde estaba, el barrio era oscuro y las pocas luces provenían de casas donde el sonido daba a entender que estaba en el barrio rojo. El sujeto se aproximó tomándole el rostro, Chiaki nunca pensó que el dicho "temblar como una hoja", era verdad. No comprendía porque si todo había comenzado tan bien ese día, ahora parecía que su alegría se desvanecía. Tal vez se lo merecía por los desplantes hechos a Yuu, ahora su primera experiencia la tendría con un desconocido.

Retrocedió buscando como escapar, no quería estar ahí, no se merecía nada de eso. El hombre se apresuró a tomarlo de la cintura y acorralarlo, su estatura en comparación con la del tipo que lo sostenía le daba poca ventaja para escapar, así que, si quería retomar algo de la dignidad que aparentemente perdió con las palabras de Yanase, debía actuar con estrategia.

—Fina cintura, poco vello facial, pecho relativamente abultado —el hombre recorría el cuerpo del ojiazul con descaro, relamió sus labios apretando por encima de la camiseta uno de los pezones que inmediatamente reaccionó logrando un gemido de su presa—. Definitivamente mi suerte mejoró esta noche, nunca creí que podría encontrarme con uno de ustedes, son tan raros como preciados... un doncel.

La lengua del hombre se deslizó por su cachete mordiéndole el lóbulo de la oreja. Chiaki sintió ganas de vomitar, pero la mano en su cuello le indicó que no era una opción, con brusquedad fue dado vuelta y estrellado contra la pared, su pantalón fue bajado y su entrada abordada por uno seco dedo, provocándole dolor. Pronto estos fueron remplazados por la dureza tibia del falo del individuo.

—Te vas a divertir bonito —Yoshino cerró los ojos y apretó su quijada, después de unos segundos sintió que era liberado de su opresor.

Al girar la imperceptible sonrisa de alguien conocido fue lo único que vio antes de caer desmayado.


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