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Fiume por Mascayeta

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Al abrir los ojos esa mañana solo esperaba reconciliarse con el nieto de Enzo y ver cómo ese chico podía colaborar en la empresa.

Como cada día comenzó la rutina con la visita a las cavas, la revisión de los lotes y los toneles listos para envasar. 

A las ocho llamó a Katou para que le ayudará a conseguir el postre preferido de Yokozawa y que hiciera todo lo posible por ver si se lo podían traer a eso de las cinco de la tarde. Cuando su secretario le envió la información, hizo los respectivos arreglos para el pago y el transporte. Al llegar al comedor de la casona, Hiyori lo esperaba con el sobre verde de las calificaciones del periodo. A veces se preguntaba porque no podía ser como en los viejos tiempos en que los padres asistían al colegio por los boletines, sin embargo, el costoso centro educativo donde Enzo solventó la colegiatura de su princesa cómo regalo de su cumpleaños número cinco, solo los hacia ir cuando el estudiante iba mal académicamente o tenía problemas disciplinarios.

Tomó el informe con desconfianza por la enorme sonrisa que no se borraba de los labios de Hiyo, ver el reluciente rostro de su niña dentro del Cuadro de Honor, le recordó la promesa hecha al inicio del año lectivo. Derrotado en su propio juego le tocó entre pucheros y quejas pronunciar las palabras que señalaban que el tiempo pasaba más rápido de lo que quería, pronto su bebé emprendería su propio camino.

El gritó de júbilo fue acompañado por los planes que corrió a hacer con Dariam quién se veía tan emocionado de realizar el viaje, como ella.

Salió triste pero resignado hacia su oficina para continuar sumergido en los papeles de la comercializadora Brandon, ni siquiera pudo llegar al lugar. La noticia de que algunas de las zarzas más antiguas presentaban evidencia de tener yesca, fue suficiente para revisar el sector y actuar antes de que la enfermedad se esparciera. 

Como era de esperar, Kirishima confirmó lo que la experiencia de uno de los trabajadores más viejos del lugar diagnosticó. Sin dudarlo optaron por una cura radical con las plantas infectadas y el tratamiento preventivo con las cercanas, que eran de cepas jóvenes.

La tala manual demoró toda la mañana, la posterior quema y aplicación del fungicida, se realizó hasta bien entrada la tarde. Agotado regresó a la casona, lo que nunca imaginó fue ser recibido con un zarpazo y tener que concluir el pandemónium que Kaira y Kisa tenían armado.

Así fue como cerró la puerta del comedor con llave para ver los tres donceles, que quisieron alegar por la situación.

—No me importa nada de lo que digan —Shouta fue a objetar, siendo callado por la orden directa de quién parecía su oniisan—. Tienes esta noche para arreglar tu maleta y definir con Chiaki su encuentro en Roma. Mañana en la tarde viajas con Hiyori y espero que sepas cómo portarte si deseas llegar a tu siguiente cumpleaños.

El pelinegro tragó saliva y asintió sin más, pocas veces Zen estaba tan enojado y el encargarle a su hija era peor que enfrentarse a un dragón, menudo castigo le impuso. Cabe resaltar que el problema no era la niña, era pensar en el estricto control que ejercería a la distancia, menudas vacaciones las que le esperaban.

—En cuanto a ti —dijo Kirishima refiriéndose a Ritsu—, no tengo la menor idea porque sigues aquí si ya diste las condolencias.

—¿Me estas echando?

—No soy el dueño de Cerchio pero mi vinícola no mantiene vagos, así que —habló con un tono que causó un escalofrío en el ojiverde—, comienzas a trabajar en lo que sabes en mis cultivos o te devuelves a Tokio a seguir como el mimado heredero de Onodera Liquors.

En su vida le habían hablado de esa manera, viendo el estupor de Kisa y con tal de no ser el único en marcharse, haló al pelinegro para salir furibundo del lugar.

Al estar solos, Dariam sin perder la calma le preguntó con la prepotencia que utilizaba para Kaira.

—Y yo ¿a dónde voy? ¿A mi cuarto o a Puglia? Porque indudablemente de crucero no es.

—Te necesito a mi lado Dariam, un polo a tierra.

Zen pasó a explicar lo sucedido en el cultivo y como se requeriría su presencia en la próxima visita de los inversionistas americanos. El médico escuchó con atención comprendiendo las razones para cancelar su viaje con Hiyo. De igual manera, pensó que era una oportunidad de oro para acercarlo a Teddybear, si movía bien las fichas ese par pronto estaría junto. Además, necesitaba saber que había sido esa locura de Yukina y Kisa.

Cerca de las seis una de las chicas de servicio entró avisando que lo buscaban por el encargo que había hecho, Kirishima salió sin dar explicaciones para procurar cumplir con su plan de reconciliación.

Yokozawa se estiró en la silla después de terminar el libro que durante meses había tratado de llevar a su fin. Eran las ocho de la noche y la única que entró y salió de la habitación después de los exámenes de Dariam, fue Alessa con el almuerzo y un bocadillo de media tarde, se sorprendió que ni ella se acordará de su cumpleaños, era lógico, desde la muerte de su padre esa celebración fue relegada a conmemorar el fallecimiento de Alonzo.

De Kaira no esperaba nada, Takano jamás se acordaba de las fechas especiales, así que llevándose la última trufa de la caja que Valentino le regaló, se complació en que por menos su tío-abuelo estuviese al pendiente de él. 

Los golpes en la puerta le hicieron pronunciar un "siga" creyendo que era la cena; sin embargo, ver la reluciente vestimenta de Kirishima lo hizo levantarse sintiendo vergüenza por su propia, un pantalón de sudadera y una camiseta ancha y vieja.

Zen interpretó el cambio de la postura como un rechazo a su presencia, por eso de inmediato y esperando que no se lo tirará en la cara, extendió el paquete pidiendo disculpas por su actuación de dos días atrás, y deseándole un feliz cumpleaños.

Cuando fue a dar vuelta, la mano de Takafumi lo jaló hacia dentro de la habitación.

—Ya que me lo trajiste, lo mínimo es que lo compartas conmigo.

Kirishima no sabía de dónde iba a sacar dos bocados de esa pequeña tarta. Sentado frente a la mesa auxiliar, escuchó uno de los secretos que compartía el doncel con Dariam y Valentino, eso le tranquilizó porque aparentemente al fin podrían iniciar una relación sin enfrentamientos. 

Sirviendo en un platillo el postre de mango y mousse de praliné, el hermoso glaseado lucía realmente como un espejo de chocolate. No obstante, al apagar la luz y acompañarla por la minúscula vela de cumpleaños en forma de oso, pudo ver los ojos grises de Takafumi con una pizca de felicidad.

Una vez el peliazul pidió el deseo y brindaron a media luz, pasaron a una grata conversación sobre el sabor del dulce. En lo que bebía el vino, Kirishima analizó al doncel, el juego nervioso que mantenía con la cadena y cómo de vez en cuando metía a su boca el dije en forma de "osito", le puso incómodo. Por alguna razón, sintió que era parte de una estúpida broma.

Parándose de la mesa encendió la luz aproximándose a Takafumi para examinar las marcas en su cuello; cada una de las escasas ocasiones donde su amigo anónimo permeó que era agredido físicamente por su pareja llegaron a su mente.

—¡Genial! ¿Cuándo pensabas decirme que estuviste burlándote de mí?

—Yo... —Dariam se lo advirtió si no hablaba con Kirishima rápido, pronto descubriría que él y Teddybear eran la misma persona y lo entendería como un agravio—. Nunca fue mi intención, pero... me odiabas tanto que fue la única manera de...

—¿Sabes? Tienes toda la razón, te odio, y ahora no solo tendrás que aguantar a tu marido y a tu madre, ten por seguro que te haré la vida insoportable: Teddybear.

Y así Yokozawa vio cómo su cumpleaños veintiocho concluía como el de hace catorce años, con la pérdida de alguien que amaba.

 


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