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Fiume por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Cuarto capítulo del Maratón.

¿Quién desea una suegrita como Kotoko?

Kotoko aceptó con resignación lo dicho por el médico para salir a la reunión programada con los del grupo de Fiume.

No comprendía la actitud de su hijo. Takano de un momento a otro comenzó a mostrar un odio irracional por la única persona que lo ayudó cuando Onodera lo abandonó sin más. Si le había parecido extraño el rápido matrimonio, la sorpresa fue mayor cuando supo de las capitulaciones y cómo hizo que Takafumi le diera el poder total para manejar su dote. Por lo menos esto detuvo a Kaira y el despilfarro en el juego.

Kotoko sabía que en su desesperación dijo cosas en las que Enzo era el culpable de todos los problemas legales de Iwao, pero, aunque posteriormente trató de explicarle que el dueño de Fiume tenía razón por el robo que su padre había cometido, ya el odio estaba sembrado. El día que su exmarido fue sentenciado a cadena perpetua el mayor de los Yokozawa le dio los papeles en que la exoneraban de cualquier complicidad, ella trato de devolver el dinero, pero él se negó por completo. Recordó con nostalgia su frase: «Después de cinco años, esa plata te la mereces más que yo».

Cinco años peleando por darle educación a su hijo, por mantener su negocio y por no dejarse caer por el escándalo de Iwao. Tiempo en el cual Enzo tuvo que sufrir no solo el desfalco sino también el suicidio de Alonzo. Sacudió su cabeza tratando de evitar una idea que llevaba años dándole vueltas en la cabeza, lástima que al entrar a la sala de juntas donde celebrarían el encuentro, la risa de Kaira y como abrazaba a Ritsu le pulsaron en el pecho.

Esa mujer era una espina que no podía sacarse tan fácil. Cada palabra que soltaba estaba cargada de hipocresía y ponzoña. Saludando vio la cara de disgusto del CEO de Fiume, siendo Hatori quien contestó con cortesía. El móvil sonó en su cartera dándole le oportunidad de seguir las instrucciones de Yokozawa.

—Acabemos rápido con esto —dijo Kirishima mostrando su molestia—. Por tercera vez el señor Yokozawa ha evadido el encuentro, dudo que tenga algún interés en conocer la realidad de su abuelo.

—No entiendo cuál es el afán de ver a mi esposo —respondió Takano con sorna—, soy el representante legal de todas sus cuestiones económicas.

—Y nosotros no entendemos la presencia del joven —señaló Kisa cuando vio como Takano le sonreía a quien en algún momento consideró su amigo—, esta reunión es privada.

—Hemos hecho alianza con Onodera Liquors, por lo tanto, su dueño tiene tanto derecho a estar aquí como nosotros —repuso Masamune demostrando el fastidio por el comentario.

Kirishima cerró los ojos sin dar crédito a toda esta estupidez, el poco respeto por el nieto de Enzo desapareció por completo con la escena frente a él. No era un secreto que el castaño fue el amante del ojimiel por años, una relación que terminó cuando los padres de Ritsu lo enviaron por estudios a Inglaterra. Ahora, según los rumores, la retomaron sin ningún recato.

—No pensé que caerías tan bajo Ricchan —exclamó Shouta sin poder ocultar su decepción.

Hatori regresó la conversación al campo comercial, debían entender que los vinos con los que entrarían al mercado tendrían condiciones diferentes a los que se vendían para el público general.

Durante una hora la reunión pareció avanzar de manera positiva, Kisa y Onodera conocían muy bien su función en las empresas, los dos administradores procuraban sacar el mejor provecho para su parte. Al final, quien terminó la discusión fue alguien que nadie esperaba estuviese presente.

—La propuesta de Onodera Liquors es buena en la medida que las ganancias se reflejen en partes iguales para Fiume, de lo contrario no veo ninguna rentabilidad.

La voz de su esposo tensó a Takano, de inmediato observó a su madre. Kotoko devolvió la mirada indicándole que escuchara.

Kirishima preguntó las opciones que él proponía, después de hacer el reclamo por mantener su presencia oculta. Sin darle importancia, Takafumi expresó dos opciones que al parecer dejaban a ambas empresas en igualdad de ganancias. Onodera y Kisa analizaron los datos y asintieron con una sonrisa. Cualquiera podía ser ejecutada sin problema y los favorecía.

—Si hemos llegado a un acuerdo creo que podemos concluir la reunión.

—Señor Yokozawa —el escuchar el apellido de soltero de Takafumi y el ser ignorado por completo por el castaño enfureció a Takano. Sin perder la compostura Zen continuo—, su abuelo desea verlo y es necesaria su presencia en Cerchio en el menor tiempo posible.

—Si escucho el porqué de la ausencia de mi cónyuge, entenderá que no puede moverse del país.

El móvil fue tomado por el ojimiel para cortar la comunicación, Kaira apoyó (como siempre) a su yerno, levantándose para dar por terminado el encuentro. Kirishima afirmó con la cabeza despidiéndose.

Antes de salir Kotoko retuvo a su consuegra. Kaira escuchó el reclamo de la mujer con indiferencia, no le importaba nada de lo que pasara con Takafumi y por más que le dijeran que era su obligación, no la aceptaba.

—¡Es tu hijo!

—Y Takano es su marido, y míralo —dijo burlándose—, está aquí con su amante.

—¿Lo odias tanto? —el desconcierto era mayor con cada frase y actitud de esa mujer. Por más que quería entender que le vio Iwao para meterse con Kaira, no encontraba un solo gesto agradable en ella.

—Y me arrepiento día tras día de haberlo traído al mundo, debí abortar tan pronto supe del embarazo.

Kotoko quedo sin palabras, verla salir y abrazar a Ritsu con tanto amor era la clara muestra de que esa mujer era muy buena actriz. El tono de mensaje de un celular que no era el suyo le hizo notar la presencia de Kirishima. Pidiendo disculpas, el hombre se apartó para ver la notificación que sin aceptarlo esperaba con ansia. La que en esta ocasión se quedó escuchando fue ella.

Tedibea: Te dije que sería un éxito esa producción.

Kirishima: Extrañaba tus palabras.

Tedibea: Te veías muy bien en la ceremonia.

Kirishima sonrió ante la imagen reenviada. Se consideraba atractivo, pero el crédito al fotógrafo debía ser bastante.

Tedibea: Felicitaciones por tu triunfo.

Suspiró desilusionado, a eso se reducían las conversaciones con su seguidor, al igual que siempre la frase de «desconectado» apareció en el contacto.

Kotoko analizó la expresión de Zen. La abogada había cometido tantos errores en su vida que pensó que si se equivocaba solo sumaria un poco de experiencia a la existencia del hombre que tenía al frente.

—Le tengo una propuesta señor Kirishima ¿quisiera escucharla?




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