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31 días con el SNS: FicTober 2019 por Ana Reiko

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Un chico de aproximadamente 12 años, de cabellos rojos y unos ojos azules muy claros, examinaba su aspecto en el espejo del baño con suma atención a sus facciones faciales. Poniendo suma atención a ciertas áreas. Tocando con sus manos el área de sus mejillas como si comprobara la existencia de un característica faltante.




-Akira Takeuchi...-pronunció el niño, tocando el reflejo que le devolvía el espejo.




Ese era el nombre que le habían dado en esta segunda vida a Naruto Uzumaki. Desde que tuvo uso de razón, se percató que su alma entró al ciclo de reencarnación, solo con la diferencia de que conservaba todos sus recuerdos como ninja de Konoha.




De hecho, recordaba a la perfección sus últimos momentos previos a su muerte. Kawaki le había atravesado el pecho, cayendo hacía el suelo herido, cuando Shikamaru lo descubrió agonizando, llamó a gritos a un equipo médico para que lo auxiliara. La última imagen de este mundo que se llevó antes de que la muerte recogiera su alma fue: un escenario caótico lleno pánico, destrucción y dolor de los otros ninjas de Konoha, que al percatarse que su Hokage había caído, entraron en un estado de incertidumbre, pues ¿Quién los iba a salvar? Las esperanzas de sobrevivir se esfumaban con cada nuevo ataque de los integrantes de Kara. Además también de llevo la amarga experiencia de saber que Sasuke Uchiha, la persona más importante para él había muerto también.




-Me preguntó, si sobrevivieron, ¿Qué fue de ellos?-se cuestionó con ansiedad, en los que libros de historia que de vez en cuando leía no se mencionaba nada de Kohona u otro país ninja, de hecho fue como si hubiera registro alguno.




Naruto siempre se llegó a preguntar si su alma había atravesado dimensiones alternas y por ello no existían ninjas aquí.




-¡Akira, es hora de irse a la escuela!-informó una joven de cabellera rubia hasta la espalda y ojos cafés, que iba entrando al cuarto del joven ojiazul.




A pesar de haber vivido tantos años, Naruto todavía no se acostumbraba a su nuevo nombre, ni a su familia conformados por: Mamá de origen estadounidense, Papá japonés y una hermana mayor. Los amaba eso sí, le habían enseñado lo que era el calor de un hogar, aquel que no pudo disfrutar con Minato y Kushina. Sin embargo no dejaba de pensar en su vida pasada. Debería estar contento con los dioses por esta nueva vida, que le trajó nuevas experiencias, cada se sentía culpable por no ser agradecido con lo que tenía.




El pelirrojo la volteó a ver con su rostro todavía comflictuado por sus emociones y los recuerdos pasados. Sus ojos azules reflejaban esa nostalgia.




-¿Qué te sucede, hermanito? ¿Te sientes mal?-cuestionó preocupada, parecía que Akira estaba a punto de llorar.-Vamos, harás muchos amigos aquí, sé que te sientes triste por la mudanza, y por tus amigos que dejaste en América pero todo mejorará -consoló, dándole un beso en la frentn, sin dejar de abrazarlo.




Naruto apreciaba la compañía de Junko Takeuchi, como hermana mayor procuraba su bienestar y lo animaba en sus momentos más difíciles, como en este caso cuando tuvieron que cambiar de residencia desde Los Ángeles, California hasta Tokyo, Japón. Como sus padres trabajaban, ella era su sostén principal y su confidente. Confiaba en ella pero no lo suficiente para contarle su secreto.




Desde que Naruto supo que reencarnó como Akira, se le dificultaba socializar a veces, ya que siempre se perdía en sus memorias pasadas.




—No es nada, Junko-neechan.




—Tú tienes algo y no me lo quieres decir, no me engañas ehh.




—Solo estaba pensando en que Michael y Jacky ya deben estar en la escuela.




—Con la diferencia de zona horaria, están durmiendo, que tal si los llamas por Skype por la tarde.




Los dos hermanos Takeuchi bajaron a desayunar, sus padres se acababan de ir al trabajo pero antes de eso les dejaron el desayuno preparado y una nota donde les deseaban un feliz día recordándoles que los amaba mucho.




Junko procuró que su hermano menor comiera bien, era su primer día en una escuela diferente, y debía tener energías. Todavía se preguntaba que le sucedió a Akira aquella vez en la guardería, jamás olvidaría ese día hacia 8 años, su hermanito parecía otra persona completamente distinta.




Junko se despidió con un beso en la frente de Akira y le deseo un buen primer día de clases.




Naruto fue presentado formalmente a la clase como Akira Takeuchi, un estudiante nuevo, con ascendencia Estadounidense-Japonés, tal vez el maestro lo hizo así para que supieran que su cabello rojo era natural debido la mezcla de genes de sus padres.




Los cuchicheos entre los alumnos no se hizo esperar, eran obvias las características físicas que el nuevo alumno poseía, no era el primer niño con padres de nacionalidades distintas pero sí el primer chico pelirrojo del salón.




Naruto solo suspiró pesadamente, aquí íbamos de nuevo, cuándo residía en los Estados Unidos y asistía al colegio, también sobresalió por su apariencia, fue el centro de atención siempre. Muchas niñas entre risitas nerviosas susurraban halagos, aunque también hubo chicos que se burlaron de él llamándolo "Tomate".




Nunca se visualizó que sufriría del mismo acoso por el color de su cabello, tal como le ocurrió a su madre, Kushina Uzumaki. Y así como ella, se defendió de los abusones a golpes, ganándose algunas idas a la sala de detención como castigo.




Por ende, anticipándose a lo inevitable, en cuanto sonó la campana del receso, salió a toda prisa del salón de clases. No tenía ganas de contestar preguntas de sus nuevas compañeras, ni llamar la atención equivocada de los chicos.




Se trasladó a las afueras de los edificios, diambulando en la búsqueda de un lugar solitario y adecuado para disfrutar su obento.




Justo cuando iba doblando la esquina, se encontró con un escenario más que familiar para él y tan típico en el que ámbito escolar. Se hallaba una chica trigueña de cabello castaño claro, arrinconada contra la pared por dos niños, claramente la estaban intimidando.




Con cautela Naruto, volvió sobre sus pasos, escondiéndose con el propósito de escuchar lo que decían, y poder intervenir en el momento más propicio.




—Oye niña ¿Por qué veniste aquí? En Japón nadie quiere a los extranjeros, ¿verdad Danzo?—le preguntó un infante bastante alto y fornido, con pecas en las mejillas.




Sé acercaba cada vez más a la niña que instintivamente abrazaba sus libros como metodo de protección.




—Sí, Tobirama, no los queremos aquí.—secundó Danzo, quien era un niño flacucho con los anteojos, cuyos lentes tenían el grosor de un vidrio de botella. Era irónico que hiciera bullying.




—Se creen superiores por venir de otros países, cuando sólo son intrusos que invaden nuestro país—agregó de nuevo el gordo de nombre Tobirama, con resentimiento y un falso sentido de patriotismo.




—A lo mejor necesita una buena razón para irse, digo sigue aquí a pesar de nuestras advertencias—incitó el cuatro ojos a su compañero de acoso escolar.




—Concuerdo, un nuevo estilo de cabello o una cortada en su linda cara—apoyó la idea, sacando de su bolsillo un pequeña navaja, de esas que se utilizaban para cortar cartón.




La chica de cabello castaño se asustó al contemplar el arma blanca. Sus ojos verdes temblaban al igual que sus rodillas. Estos dos mequetrefes siempre la habían molestado desde que entró en la misma clase, por el simple hecho de venir de un país de Latinoamerica y hablar mal el japonés. Nunca le contó a nadie sobre estos acosos escolares por temor a las represalias que pudieran hacerle después de que le levantaran el castigo a los dos acusados, pues el bullying no era motivo para expulsión.




Y ahora, se arrepentía de no hablado con sus padres lo maestra sobre esto, pues el bullying ya había escalado a ataques físicos.




—¡Oigan, ustedes dos!—gritó Naruto entrando a escena, corriendo en dirección a la niña, situándose como escudo, enfrentándose a los caradura.




—Miren quien llegó, el tomate americano—comentó Tobirama con ironía, pues él iba en el mismo salón que el recién llegado, Akira Takeuchi.




—Tenía que venir a defender a los de su clase.—dijo riéndose Danzo ante la fabulosa y heroica aparición de Takeuchi.




Pesé a que no pertenecían a la misma clase, el cuatro ojos supo de la existencia de Akira debido a que tanto él como el pecoso Tobirama se dedicaban a informarse entre sí cuando un alumno era extranjero o mitad japonés, esto con el fin de volverlos sus víctimas e intimidarlos.




—Quédate detrás de mí en todo momento, todo va a estar bien—aconsejó Naruto, motivando a la niña de origen latino a que no tuviera miedo. La situación ameritaba que usara sus puños y conocimiento ninja para calmar a esos dos.




Tanto Danzo como Tobirama rodearon a su contrincante, el primero a la derecha y el otro a la izquierda con la pequeña navaja en su mano. El ambiente se puso tenso, así tuviera que salir cortado, Naruto no iba a permitir que tocarán a su protegida.




—¿Dos contra uno? que honorable—comentó una voz uniéndose a la que escena. Se trataba de un niño de cabello azabache—Ustedes hablan de la superioridad de los extranjeros, cuando son un par de abusivos mediocres, son de lo peor que pudo haber surgido en Japón.




—¡¿Qué quieres ojos de gato?!—cuestionó Tobirama con rabia, demostrando que conocía al pelinegro y que no era la primera vez que interrumpía su diversión.




—A lo mejor también quiere una buena cicatriz en la cara, ¿no crees Tobi?—expresó Danzo, moviendo la navaja en su mano, como si estuviera listo para atacar.




—Haruka, basta, yo me hago cargo de esto.—habló con autoridad un adulto, era un hombre joven de cabello negro y ojos cafés, presumiblemente un profesor ya que era demasiado viejo para ser un senpai.




—Kamijou-sensei—dijeron a la vez los dos agresores con un miedo terrible.




—Ustedes dos, Tobirama, Danzo, irán directo a la dirección, no se puede tolerar este tipo de comentarios racistas e intimidaciones a alumnos.—reprendió el maestro, arrebantándole de inmediato el arma blanca a Danzo, quien no hizo ningún movimiento en contra.




Tanto el gordo pecoso de Tobirama como el cuatro ojos de Danzo estaba estupefactos, y no era para menos habían sido atrapados con las manos en la masa por el profesor más estricto y terroríficos de toda la escuela, el demonio Kamijou, famoso por su disciplina y su espíritu de justicia, no toleraba las faltas al reglamento ni la mala conducta y falta de respeto entre estudiantes.




—Pequeña, ven conmigo—invitó Kamijou, tendiéndole su mano, con este gesto pretendía ganarse su confianza—Necesitaremos una declaración al respecto, ¿creo que no es la primera vez que este par te molestan, verdad? ¿Cuál es tu nombre?




—María Ruiz—respondió la niña aceptado el apretón de manos del docente.




—¿Cuál es tu nombre, jovencito?—le cuestionó esta vez a Naruto.




—Soy Akira Takeuchi.




—Muy bien, Ruiz-san ven conmigo—indicó a la chica, posando su mano en su hombro, recibiendo una afirmación con la cabeza como respuesta, el terror de María había desaparecido después de ver que un adulto había aparecido para salvarlos tanto a ella como al valiente niño pelirrojo que la defendió en un principio.




—En cuanto a ti Takeuchi-kun—siguió hablando Kamijou, concentrando su atención en el héroe del día—agradezco tu esfuerzo por defender a mi alumna, pero sería más conveniente que notificaras a un superior esto en lugar de involucrarte.—Recomendó, posando su mano en el hombro del pelirrojo—Si hubieras dado un golpe a algunos de ellos, estarías en problemas, es injusto lo sé, pero son reglas de la escuela.




El maestro sujetó fuertemente por los hombres a los dos acusados, instandolos a que empezarán a caminar al lugar señalado previamente.




—¡Nos la pagarás, ojos de gato!—murmuró con rencor Tobirama, dedicándole una mirada asesina a Haruka.




—Cualquier cosa que digan será usada en su contra, caballeros—amenazó el maestro como si fuera uno de esos policía de series de TV—A sus padres y al director les encantará escuchar mi reporte.




María Ruiz comenzó a caminar al lado de Kamijou, pero justo en un segundo regresó para dar las gracias a su primer salvador.




—Gracias, Takeuchi-kun, fuiste muy valiente, cuando necesites algún favor, mi familia y yo estaremos encantados en ayudarte—dijo, haciendo una reverencia rápida y regresando al lado del docente rápidamente.




Kamijou antes de retirarse, agradeció con la mirada al alumno que le informó sobre esta situación, Haruka era famoso en la escuela por su sentido justiciero y su rectitud, fue fácil creerle cuando entró a la sala de maestros gritando que dos alumnos estaban amenazando con una arma blanca a otros en uno de los rincones con menos vigilancia de prefectos.




Una vez que todos los involucrados abandonaron el lugar, solo quedaron Haruka y Naruto, quien observó a su Salvador más detenidamente, todo había acontecido tan rápido que sólo se enfocó en proteger a la chica.




El niño nombrado como Haruka, poseía los rasgos típicos japoneses, su pelo era negro y tenía un largo hasta la nuca.




—¿Ojos de gato?




Cuando el chico al que acaban de llamar así, dejo de mirar en dirección a donde Kamijou sensei y compañía cuando estos doblaron la esquina del edificio, Takeuchi pudo descubrir el motivo por el cual le pusieron ese apodo. Debajo de ese sedoso fleco de cabello negro como la obsidiana, se encontraban dos hermosos ojos grises claro, si daban la impresión de ser dos luceros felinos o también dos fanales del tono de la luna.




—Oye no estás herido, ¿verdad?—preguntó el niño de los ojos grises aproximándose al otro.




—No.




—Menos mal, esos dos son idiotas les gusta fastidiar a todo chico o chica que tenga rasgos diferentes a los japoneses.—puso al corriente, exponiendo que esos dos ya tenían un largo historial—Una vez intimidaron a una niña coreana a tal punto de que ocasionaron que saliera de la escuela. Con certeza hubo más casos, pero como los maestros nunca llegaban a tiempo para atraparlos y las víctimas no denunciaban, no podían hacer mucho—explicó la circunstancias acontecidas y el motivo de que las autoridades escolares tardaran tanto en aprehenderlos.




—Ya veo.




—Yo estaba en aquel árbol descansando cuando los vi arrinconando a Ruiz—reveló señalando la planta arbórea—iba a bajar a confrontarlos pero fue cuando descubrí que ibas a entrar en acción, así que preferí ir a llamar a Kamijou, fue un buen ehh—exteriorizó con orgullo su jugada.




Naruto se quedó impresionado por la maniobra del niño, sin duda era un tipo astuto que vio la oportunidad y la aprovechó.




—Por cierto, mi nombre completo es Haruka Sugiyama.—se presentó apropiadamente, contemplando al pelirrojo como si lo conociera de toda la vida.




Por su parte Takeuchi estaba hipnotizado por aquellos ojos grises, que se quedó mudo por unos segundos, después de ver como Haruka levantaba una ceja confundido por su comportamiento reaccionó.




—Yo soy Na...




Tapó su boca con la mano, reaccionando al instante, iba a cometer el error de usar su nombre de ninja de Konoha, afortunadamente no hizo el ridículo.




—¿Na? ¿Qué tu nombre no era Akira?—cuestionó desconcertado frente al comportamiento extraño del chico.




—¡Me llamo Akira Takeuchi!—rectificó gritando fuerte su nombre, recuperando con discreción su dignidad debido al error garrafal que estuvo a punto de consumar.




—Vale, ya te escuche, no necesitas gritar—replicó molesto—Mucho gusto.




Haruka extendió su mano izquierda a Akira, a fin de estrecharlas amistosamente, era un gesto poco común entre japoneses pero cuando alguien lo hacía, por cortesía no se negaba a corresponder el gesto. Y como era de esperarse, Takeuchi levantó su mano derecha, originando un apretón de manos, entonces algo retumbó en su corazón, y una energía recorrió su cuerpo. Jamás había vuelto a percibir el chakra o una energía similar desde que reencarnó, sin embargo ahora esa habilidad retornó y pudo ser capaz de reconocer esa sensación tan familiar.




—¿Sasuke?—pronunció de pronto.




Al oír mencionar dicho nombre, Haruka soltó bruscamente la mano de Akira, alejándose como si el contacto con la piel del pelirrojo lo hubiese quemado.




—¿Naruto?—preguntó a su vez, temeroso de que esto fuera un sueño del cual iba a despertar, cambiando su actitud completamente.




—¡Si eres tú, estás vivo!—celebró abrazándolo con fuerza, y derramando lágrimas de felicidad. No podía contener sus emociones, nunca fue bueno en eso ni en el pasado ni en el presente.




Sasuke correspondió el abrazo, aferrándose con desesperación al chico pelirrojo en que estaba convertido Naruto. Desde que el Uchiha reencarnó puso suma atención en cada niño que se cruzaba en su camino, tenía fe en que encontraría al Uzumaki, sin embargo después de tanto tiempo sin resultados, se dio por vencido, enfocándose en su nueva vida familiar.




Ahora provenía de una familia más numerosa, los Sugiyama se conformaban de cinco integrantes: Padre, Madre, Hermano mayor, y una hermana menor y él como el hermano de enmedio. No lo negaba, se sentía amado y muy satisfecho.




Naruto y Sasuke se encaminaron a una banca solitaria y oculta detrás de un árbol, ahí estarían a salvo de miradas chismosas y podrían charlar tranquilamente.




—Pareces un tomate ahora, dobe.—resaltó, en tono de broma, apuntando con su dedo el nuevo cabello rojo del Uzumaki.




—¡Hey, como te atreves Sasuke-teme!—vociferó ofendido, pero luego cayó en cuenta de in detalle importante que lo ayudó a bajar su mal humor. Tomando el mechón de cabello rojizo más cercano a su vista, agregó con ternura:—Este hubiera sido mi cabello natural en mi otra vida, tu sabes cuando estábamos en Konoha, mi madre fue Uzumaki y lo tenía así, así que estoy feliz de que haya nacido con este color de pelo.




—Comprendo—articuló, entendía perfectamente esa nostalgia y cariño que Naruto manifestaba al hablar de su cabello rojo—Estás unido a tu madre ahora, podrás recordarla cada vez que te contemples en el espejo.




—Algo así—admitió avergonzado, la manera en que lo explicó Sasuke fue justo como se sentía al respecto, poseer un rasgo de Kushina Uzumaki lo confortaba en el está nueva vida—Por cierto ¿por qué tienes los ojos así?—interrogó curioso.




—Seguro fue porque fue la luna lo último que vi antes de morir—declaró como posible causa—Naruto, ¿recuerdas cuando Kawaki nos atacó? Yo caí en un campo abierto, mientras tu seguiste peleando.




—Mis memorias de ese día son difusas, lo siento—reconoció apesadumbrado,con cada día que pasaba olvidaba otro fragmento de la pelea con Kawaki, sólo el instante de su muerte la tenía muy presente—Pienso que más que ojos de gato, son ojos de luna.




—Usuratonkachi—bufó, dibujando una sonrisa de lado, tan propia de él.




—Hace tanto que no escuchaba ese mote. Estoy contento que estes aquí.—exclamó risueño, acercándose peligrosamente al rostro del Uchiha, usando sus brazos como apoyos para impulsarse.




—Tu cabello rojo es...atractivo—mencionó Sasuke deslumbrado, acariciando un mechón de cabello escarlata, le recordaba a su Sharingan, pero también lo cautivaba que Naruto lo tuviera.




A causa de las atenciones recibidas por Sasuke, su corazón se disparó en latidos, el Uzumaki perdió la fuerza de voluntad que siempre lo reprimió para evitar externar sus sentimientos a su mejor amigo. Cuando vivió el Konoha sufrió por contener su amor no correspondido por tantos años, no obstante contaba con una nueva oportunidad.




Sin pedir permiso, Naruto besó con dulzura a Sasuke, sorprendiéndolo en el proceso, aquellos ojos grises se abrieron de sobremanera, mas no rechazo la muestra de cariño. Permaneció quieto mientras el Uzumaki probaba sus labios con movimientos suaves pero torpes típicos del primer beso.




—Lo siento, fue un accidente, ¡No sé qué me paso, Te lo juro!.—se disculpó nervioso y preocupado por las posibles consecuencias a este acto impulsivo.




—No importa, no me desagrado en absoluto—reveló de improviso, mirando al pelirrojo con aquellos ojos que grises tan sinceros—Sabes no quiero arrepentirme de nada, como me pasó cuando estábamos en Konoha, por eso Naruto, yo...




—Acepto—afirmó automáticamente, como la novia que practica durante años el "Sí" para una propuesta matrimonial.




—¿Qué?—preguntó estupefacto.




—Aceptó salir contigo, ser tu novio, y en un futuro vivir juntos en un apartamento pequeño, no importa que nuestra relación sea secreta, solo pido tener un gato y un perro.—parloteó velozmente, como si la vida se le fuera al hacerlo.




—Para tener 12 años, tienes muy claros tus objetivos a futuro.—resaltó asombrado por la pasión con la cual el Uzumaki expuso todo lo que deseaba tener con él.




—Al igual que tú, deseo hacer lo que plazca, sin que me importe lo que los demás digan—proclamó con seriedad, esta decisión la había tomado desde que fue consciente de su reencarnación—Como ya no tengo que vivir por los demás, viviré para mí—subrayó esto con determinación y esperanza en su futuro brillante ahora que Sasuke estaba a su lado—Además suficiente tuve con mi otra vida en arrepentimientos, como para desperdiciar esta.




Sasuke sonrió orgulloso por ese cambio de mentalidad del Uzumaki. Por fin Naruto lo había entendido, lo importante que era la felicidad propia. Podía ser libre de buscar lo que quisiera hacer, ya no se perdería en anhelos del hubiera ni en satisfacer deseos ajenos de personas sin amor propio que solo lo veían como un trofeo personal o un Arma que debía protegerlos. Atrás quedaron ser Jinchuriki, Hokage, esposo de, héroe de Konoha, y esos títulos vacíos.




—Para dejar atrás todo, propongo que nos llamemos por nuestros nuevos nombres.—recomendó el Uchiha.




—¿Por qué?




—No podemos ir por la vida llamándonos por nuestros nombres de antaño, nos tildaran de locos, además les debemos respeto a nuestros actuales padres por darnos la vida.—planteó su punto con cierta lógica, sería sumamente extraño que hicieran eso, atraerían atención innecesaria y intentar explicar su reencarnación sería aún peor.




—Tienes razón, Haruka—dijo Naruto a modo de ensayo, aunque se sintió incómodo al hacerlo—¡Maldición es raro'tteba!




—Que te parece que cuando estemos solos, usemos nuestros nombres anteriores, además de tu muletilla—propuso modificando el acuerdo, haciéndolo un poco más flexible.




—¡Por supuesto!—confirmó su apoyo a la idea.




Justamente el sonido de finalización del receso se hizo escuchar por todo el campus de la escuela. Era tiempo de regresar a sus actividades escolares. Naruto descubrió que ni siquiera había probado bocado, había pasado tantas cosas que perdió el apetito.




—Vamos, Akira, la campana ha sonado.




—Claro, Haruka.




Así ambos chicos se encaminaron a su aula correspondiente, con la seguridad de que su lazo estaba más fuerte que nunca y sería irrompible esta vez pues estaban determinados a no permitir que nada ni nadie se metería en sus nuevas vidas. Tenían a que atenerse, mientras estuvieran junto todo iría bien, a pesar de los posibles obstáculos.


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