Ocho meses atrás del más que posible embarazo de Quill, los Guardianes habían acudido a la llamada de auxilio de los habitantes de un planeta que estaba siendo devastado por un repugnante e inmenso monstruo. Tenían un...
Trabajo por hacer
Resulta increíble la cantidad de cosas que se pueden llegar a pensar en tan sólo unos segundos. Hay circunstancias apremiantes, situaciones acuciantes que así lo exigen. La de decisiones importantes que se toman en la vida sin apenas tiempo para meditar. Es necesario, no te puedes quedar ahí plantado sin actuar, no puedes sentarte con una taza de café a considerarlo, no hay papel y lápiz para hacer una lista de pros y contras, nada de eso. En un caso semejante uno echa mano de lo que recuerda, de su experiencia, y conjetura brevemente acerca de las consecuencias que sobrevendrán, claro está, porque no hay demasiado tiempo. Hay que hacer algo y hay que hacerlo ya.
- ¡Quiiiill! - Le advirtió antes de lanzar contra su amigo uno de sus poderosos rayos.
- ¡Aaaaaaaaaah! - Gritó él al recibir aquel impacto de pura energía.
Y funcionó. ¡Vaya si lo hizo! El medio celestial pareció arder sin llamas en un resplandor ligeramente azulado. Se desprendió de una inmensa bola de luz que salió de su interior y que acabó con la vida del horrible engendro contra el que estaban luchando. ¡Victoria! Y justo a tiempo, aquel ser abominable les había dado una buena paliza. Todos estaban fuera de combate: Rocket y Drax aturdidos en el suelo, Mantis atrapada en un montón de baba pegajosa que el bicho le había escupido, Groot enredado con sus propias ramas apenas podía moverse, Thor había sido arrojado a varios metros de distancia con un solo golpe del monstruo y Peter... Bueno, Star Lord estaba a punto de ser engullido por unas terribles fauces cuando el rayo del dios del trueno le golpeó en la espalda.
- Iba a devorarte... - Thor jadeaba corriendo hacia Quill, apenas si podía hablar.
- ¿¡Me has lanzado un rayo!? - Le gritó enojado con la cara congestionada.
- Lo siento. - Se disculpó Thor.
- ¡Ha funcionado! - Exclamó Rocket loco de contento, dando saltos de alegría alrededor de ambos.
- ¡Podrías haberme matado, idiota! - Protestó lleno de ira mirando al único ojo del dios, el mecánico se le había caído durante la batalla.
- El bicho lo habría hecho de todos modos. - Dijo Drax sacudiéndose el polvo de los pantalones.
- ¡Hola! ¿Puede alguien ayudarme a salir de aquí? - Mantis intentaba deshacerse de la pegajosa baba que la tenía atrapada.
- Yo soy Groot. - El árbol seguía retorciéndose para deshacer el nudo en el que el monstruo había convertido sus extremidades.
- ¿Cómo se te ocurre lanzarme un rayo? - Peter parecía muy enfadado con el dios.
- Eres medio celestial... - Se excusó Thor mientras buscaba su ojo postizo por los alrededores. - Supuse que tu luz interior se recargaría con mi energía y que eso te daría más poder.
- ¡Y ha funcionado! - Repitió Rocket ayudando a Drax a liberar a la pegajosa Mantis. - ¿Cómo se te ocurrió?
- ¡Eso! ¿Cómo se te ocurrió lanzarme un maldito rayo? ¿En qué estabas pensando? - Gritó Peter dándole un empujón, Thor perdió el equilibrio y terminó de rodillas delante de él.
- Yo... ¡Aquí está! - Acababa de encontrar su ojo. - Solía hacerlo con Iron Man.
Contigo me queda un mucho trabajo por hacer, habrá que perfeccionar algunas cosas, pensó Thor para sí mismo.