La capital de Desmio, aquel mundo tan desolado, pobre y poco habitado, se parecía mucho a cualquier ciudad del salvaje oeste americano del siglo XIX, con calles sin asfaltar cruzadas por carros y carretas, envuelta en un aire polvoriento y miserable, llena de gentes humildes atareadas en su propia supervivencia.
Yeghel era algo así como el Kansas City de las viejas películas de Midgard que tanto amaba Thor. Si aparecían ya fuese John Wayne o Richard Widmark, Clint Eastwood o Steve McQueen, si salían indios y vaqueros, partidas de póker, tiros y persecuciones a caballo, Tony se hacía un ovillo entre las piernas de su padre junto al sofá para pasar la tarde del sábado comiendo palomitas. Aunque su favorita siempre será “Dos hombres y un destino”. La habrá visto unas cien veces, se sabe diálogos enteros de alguna de sus escenas que durante un tiempo practicó con Nick, en los ratos muertos entre sus hazañas y correrías.
- Yo ya estoy de vuelta de todo Kid, pero tú no. - Le dijo con media sonrisa imitando a Paul Newman nada más llegar a la ciudad. - Nos vamos haciendo viejos, es ley de vida.
- Es tarde, habrá que esperar a mañana. Un momento, ¿lo que has dicho es de la película donde mi personaje no sabe nadar y los dos mueren a tiros al final, después del atraco? - Preguntó Nick que había tenido que verla con el pesado de su primo en más de una ocasión. - ¿Por qué siempre me toca a mí hacer de Robert Redford?
- Te va más. - Rió burlón, sabía que su primo preferiría ser Butch Cassidy en lugar de Sundance Kid pero nunca le dejaba hacer ese papel.
- Creo que es al revés, mejor tú te quedas con Redford y yo con Newman. Y piensa en “El Golpe”, no en la de atracadores. No vamos a robar, se trata de engañar a esta gente y llevarnos el objeto que Strange dejó en su cámara para nosotros. - Dijo señalando el banco cerrado a cal y canto.
- Claro, pero eso será mañana y hay que buscar un sitio para pasar la noche. - Tony echó un vistazo a su alrededor, contemplando lo que era la avenida principal de la ciudad. - Hoy toca la de bandidos, mañana la del timo.
- Bueno, podemos improvisar. - Asintió Nick siguiendo los pasos de nuestro héroe que ya había echado el ojo a un bar.
Intentó una entrada triunfal y empujó las puertas batientes con tal fuerza que éstas se abrieron de golpe para cerrarse después en sus narices. Dolió. Tony tuvo que mirar a su primo con la cabeza ladeada y el ceño fruncido para impedir así la carcajada que el otro estuvo a punto de soltar. Abrió de nuevo con más cuidado para entrar seguido de Nick. El local estaba abarrotado, todas las mesas llenas de lugareños que pasaban la velada bebiendo, fumando y jugando a las cartas, había mucho alboroto y ni una sola mujer. Al fondo un tipo tocaba algo al piano, nadie le prestaba la más mínima atención. El camarero limpiaba los vasos con un trapo blanco detrás de la barra situada a la derecha, pero nada más poner los pies en el salón todo se detuvo como por encanto: Nick y Tony se convirtieron de repente en el foco de todas las miradas.
- Igual teníamos que habernos puesto ropa más adecuada. - Susurró Tony a su primo.
- Ni hablar. - Negó Nick detrás de él mirándole el trasero. - Esos pantalones te quedan de muerte.