Providencia
Toshokan era un mundo pacífico, sus habitantes se dedicaban a recopilar todo el saber que llegaba a sus manos: publicaciones, revistas, mapas, documentos, atlas y catálogos, pero sobre todo libros en cualquier formato. Básicamente era un planeta biblioteca y poco más. Contaba con varios complejos hoteleros para los turistas y sabios de toda la Galaxia que solían visitarlo, algunas granjas y demás pequeñas explotaciones dedicadas a abastecer de suministros a la población pero...
- No, nada que sea valioso o digno de ser robado. - El presidente de Toshokan respondía a las preguntas de Rocket en su despacho.
- Veamos... - Resumió el mapache. - Los Arashi aterrizaron en la capital, mataron a unos cuantos de los suyos aparentemente al azar, sin motivo alguno, y no se llevaron absolutamente nada. ¿Es eso?
- Le aseguro señor Raccoon... - Dijo el presidente.
- Puede llamarme Rocket. - Le interrumpió.
- Pues le aseguro, señor Rocket... - El mapache rodó los ojos, lo que no le gustaba era que le llamaran señor. - ...que no tengo ni idea de por qué esos asesinos despiadados han estado sembrando el terror en mi planeta. Lo único que ha cambiado es el número de reservas hoteleras, que ha descendido. Los turistas se habrán enterado de lo ocurrido. Por lo demás...
- Los hombres que mataron. - Intervino Drax con cara de iluminado. - ¿Eran hombres importantes? Puede que ellos fueran el objetivo.
- No que yo sepa. - Respondió el presidente. - Un zapatero, su sobrino y un profesor de lengua de instituto. Buenos ciudadanos todos ellos. Comprendo que para ustedes habrá sido una minucia pero aquí carecemos de ejército, ni siquiera tenemos policía. Tal vez haya sido exagerado por mi parte lanzar esa llamada de auxilio al espacio, por otro lado estamos muy agradecidos por su intervención providencial y...
- ¿Proviqué? - Preguntó Rocket extrañado, la charla de aquel tipo con pinta de bibliotecario le estaba empezando a resultar soporífera.
- Providencial. La Providencia, Rocket, es la sabiduría de Dios que rige el mundo y a los hombres y cuida de ellos. - Dijo Drax con voz pausada.
- Oh, ningún dios no nos ha enviado. - Rocket se volvió hacia el presidente del planeta biblioteca. - Tenemos uno, el del trueno, pero lo hemos dejado en la nave. No se encontraba muy bien, ¿sabe? Ni él ni nuestro capitán, Star Lerdo. Los dos se agarraron una buena cogorza anoche.
- Yo soy Groot. - Corrigió a Rocket sobre el nombre del capitán. Star Lord y no lerdo, pero claro, el presidente no lo entendió. Más bien pegó un respingo al escucharle.
- ¿Esa planta habla? - Preguntó el hombre sorprendido con los ojos abiertos como platos.
Entre tanto, en la Milano, Thor y Peter seguían una estricta dieta de aspirinas y zumo de zanahoria bajo la vigilante mirada de Mantis.
- Necesitáis las vitaminas. - Decía rellenando sus vasos. - Esta resaca os ha debido afectar más fuerte que nunca, os noto a los dos muy raros.
- No estamos raros. - Protestó Quill. - No ha pasado nada.
- Bueno, no sé, igual sí... sólo que no nos acordamos. - Añadió Thor.
- Si hay algo que hayáis olvidado yo puedo ayudar. - Se ofreció Mantis estirando las manos hacia sus doloridas cabezotas.
- ¡No! - Gritaron los dos al unísono apartándose del alcance de la muchacha.
La chica cruzó sus antenas y se echó a reír, la imagen de aquellos dos en calzoncillos se le había pasado por la mente como un pequeño flash.