Horas antes del más que verosímil embarazo de Quill, los Guardianes disfrutaban de un merecido descanso, algo que para sus incontables enemigos en la Galaxia, de haberlo sabido, podría resultar una...
Provocación
Les llevó casi cuatro meses de trabajo pero lo consiguieron. Primero confirmaron sus sospechas en Toshokan, efectivamente el código genético de los celestiales había sido copiado aprovechando la distracción de los disturbios causados por los Arashi en la capital. Los Saqueadores hicieron su parte y averiguaron el lugar donde Ayesha intentaba fundar una nueva raza de Soberanos, criaturas mejoradas utilizando el ADN de Peter en su diseño. Llegaron a tiempo. La batalla contra aquellos seres creados de manera artificial fue terrible y el satélite donde se llevó a cabo terminó totalmente arrasado. Las explosiones de luz celestial de Quill, incrementadas por la energía de los rayos del todopoderoso dios del trueno, aniquilaron por completo la vida sobre su superficie.
De alguna manera Ayesha se las arregló para mantener oculta su ubicación real, siempre combatiendo por control remoto como era su costumbre. La sacerdotisa soberana se pilló un buen cabreo al ver que sus planes contra los Guardianes habían vuelto a fracasar y juró venganza por enésima vez. De momento la situación estaba controlada, Rocket y el presidente de Toshokan se ocuparon de reforzar la seguridad de su biblioteca.
Las cosas les iban bien a los Guardianes. Estaban “de tranqui” en la Milano, viajando por el espacio sin ninguna misión a la vista ni nada por lo que inquietarse salvo, y esto era solamente asunto de Thor y Quill, esas cadenas invisibles que los envolvían y que se estaban volviendo cada vez más sólidas y evidentes.
- Vamos a suponer que sí pasó algo, aunque lo hayamos olvidado. - Argumentó Thor a un Peter anclado en la negación.
- No. - Repitió él de nuevo. - Llevábamos puesta la ropa interior así que NO PASÓ NADA.
- A lo mejor fueron sólo besos y caricias... - Murmuró sensualmente, acercándose a gatas sobre la cama.
- Ya me besaste una vez, cosita. - Le recordó con una sonrisa pícara en los labios, dejando que el otro se aproximara hasta que sus alientos se mezclaron.
- Sí... - Susurró rozando la nariz de Peter. - Lo hice. Te besé y...
Thor posó sus labios sobre los de Quill con extremada ternura. Seguía a cuatro patas sobre la cama y así se quedó, mirando al otro que permanecía sentado como si tal cosa.
- ¿Y? - Preguntó Peter fingiendo indiferencia cuando sus labios se separaron.
- Tienes razón. - Admitió Thor sentándose derrotado frente a Peter. - No pasó nada.
- Pues claro que no. - Aseguró tumbándose y mirando al techo. - ¿Qué iba a pasar? Tú y yo... ¡dos tíos como nosotros! Bueno, tú lo habrás hecho con otro hombre pero yo no.
- No, tú no... - Murmuró tendiéndose junto a su amigo y soltando un gran suspiro.
- ¿Cómo te lo montaste? - Le preguntó Peter. - Con Stark... ¿cómo le sedujiste?
- Él me sedujo a mí. - Contestó cerrando los ojos. - Era irresistible cuando le daba la gana. Igual que tú. Por eso pensé que...
- ¿Yo? - Peter se apoyó en su propio brazo para mirar al dios a los ojos. - ¿Te resulto irresistible... “cosita”? - Remarcó con mucho pitorreo.
Peter quería provocarle, inconscientemente y por algún motivo que no alcanzaba a comprender muy bien, estaba desafiando de nuevo la paciencia de Thor.