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"De cangrejo, a mi doncella" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a quienes leen este fic.

- 🌸 -


Hace pocos minutos que se quedó de nuevo sola en su habitación, acomodó un poco los libros sobre la mesa. Suspiró, hubieron ocurrido muchos eventos a lo largo del día, muchas emociones y declaraciones, sentía que necesitaba un baño relajante para aliviar un poco las tensiones, pensó que era buena idea y se dispuso a buscar su ropa de descanso para vestir al salir. En eso estaba la diosa cuando un rayo de conciencia atravesó su cerebro haciéndola detenerse de su tarea, pensó que Death quizás no tendría ropa adecuada a su nuevo cuerpo para dormir.


Meditó unos segundos hasta que recordó que en una ocasión mandó a comprar un conjunto de descanso que para su sorpresa no era lo que esperaba, pensaba que el atuendo no era muy discreto al menos para su corta edad, así que sin poder regresarlo ni cambiarlo a la tienda, lo guardó con la idea de obsequiarlo a alguna de las amazonas, pero con el paso de los meses se le fue olvidando. Pero ahora agradecía ese hecho ya que viendo la fina prenda de seda en tono rosa pastel, pensaba que a Deathmask le quedaría como anillo al dedo.


Fue con esta idea que Athena envolvió de nuevo en el papel blanco de textura corrugada la pieza de tela, devolviéndola a su pequeña caja con estampado florar. La tomó y salió de su pieza con destino a Piscis, le pediría el favor a Afrodita de llevar su detalle a Leo para que la de Cáncer lo usara y pudiese dormir cómodamente.


- 🌸 -


Los minutos corrían y la noche se acercaba cada vez más, Aioria pudo darle alcance a Deathmask puesto que ella ya había cruzado Leo, pero se quedó en la entrada principal para esperarlo. Cáncer sentía cansancio mental por todo lo que vivió en unas cuantas horas, esa mañana cuando despertó no imaginó todo el enredo que se formaría en torno suyo pero ya nada podía hacer más que resignarse de mala manera.


—Pensé que te habías ido a Cáncer tú sola —le comentó el griego al ponerse frente a ella.


—Dijiste que me acompañarías, ¿no? No quiero discutir contigo por haber ido a mi templo sin tu permiso —respondió entre cansina y mordaz.


Tenía los brazos cruzados y su mirada estaba perdida en el horizonte, allá donde el día agonizaba de prisa, el viento galopaba libre, chocando como múltiples fantasmas en sus rostros, moviendo los cabellos de diferentes largos y colores. Death suspiró bajando los brazos a ambos lados de su cuerpo dispuesta a emprender la bajada a su propia casa.


—Quiero ir ahora mismo, se hace de noche y creo que querrás darme condiciones de tu templo y la verdad es que aunque no me interesan debo soportarlo así que vamos para volver pronto o soy capaz de quedarme dormido en medio de tu palabrería.


Y con esas palabras empezó a caminar sin esperar a que el menor dijese algo.


Aioria por su parte frunció el entrecejo y negó con notable molestia, podía aceptar sin mentir que la mujer era preciosa, pero odiaba saber que era el cangrejo. No entendía como alguien con ese hermoso rostro pudiese tener esa horrible actitud y tal falta de respeto.


—Si tan siquiera tu forma de ser fuese igual a tu físico, serías la mujer perfecta para cualquiera —susurró con enojo, pero aunque lo dijera bajo, Death de igual modo pudo escucharle con claridad.


Las delicadas manos se volvieron puños y las estilizadas piernas dejaron de avanzar. Los azules ojos brillaban de ira contenida y el labio inferior era presionado con los dientes superiores en un intento sobre humano de no gritar improperios contra ese hombre que vertía sus deseos y fantasías en él.


¿Por qué Aioria no podía comprender que era un hombre? ¿Por qué quería cambiar su forma de ser cuando ni siquiera conocía el por qué era así? Leo siempre fue así con él, nunca se daba la oportunidad de tratarlo, de ganarse su confianza o al menos su estimación pero claro, como era el caballero de Cáncer no tenía sentimientos que valieran, el sólo hacía maldades nada más.


—Entiende un cosa niño —se volteó a ver al otro con la mirada afilada para hablarle con una voz amarga—, nunca en mi vida he tratado de congraciarme con alguien, y ahora mucho menos, lo que vez no es lo único que soy. No soy una mujer, soy un maldito hombre, uno que piensa y siente tanto o más que tú pero que no lo demuestra precisamente por percepciones como la tuya —Aioria podía percibir que la voz temblaba y erróneamente pensaba que era de rabia y furia—. Metete en la cabeza que no quiero ser “perfecto” para nadie, soy como soy para no salir lastimado por gente como tú Leo…


Deathmask cayó en cuenta de que estaba abriéndose más de lo que debía al ver como lo ojos verdes del griego se sobre abrían con lo último que le dijo, calló de golpe y se dio la vuelta con dirección a su templo sin importarle que el menor lo siguiera o se quedara ahí plantado, un nudo se formaba en su garganta y la cabeza comenzaba a palpitarle, posiblemente un augurio de migraña que lo atacaría pronto producto del esfuerzo de retener sus lágrimas.


Su sensibilidad emocional estaba desbordada ese día pero lo asoció a que ahora su cuerpo era regido por hormonas femeninas, lo que lo hacía más propenso a demostrar más de sus emociones que con tanto esfuerzo escondía al mundo. Maldijo su suerte por lo anterior pero no lloraría, tenía que ser fuerte como siempre y simplemente olvidarlo.


En la mente de Aioria retumbaban las palabras de la italiana, nunca había percibido tanto sentir viniendo de Cáncer, lástima que no reconocía que aquello en esa suave voz no era sólo ira, sino que también había dolor y tristeza.


Pensaba ya muy tarde y con arrepentimiento que se pasó con lo que dijo, no creía que la mayor escucharía sus palabras reprochantes pero lo hizo y tenía razón. El hecho de que ahora fuese una señorita no quería decir que sus actitudes y manera de pensar cambiarían también, y además Deathmask era un hombre y lo sería siempre, lo que pasaba era un castigo nada más Athena no pensaba dejarlo así el resto de sus días por más que él así lo quisiera, porque en verdad la mujer le atraía tan poderosamente que hasta le daba miedo tenerla a su lado, no quería que Death como chica se viera víctima de su león interno porque entonces sí, podría ceder a sus propios deseos sin control e incluso llegar a lastimarla.


Una exhalación de frustración pura salió de su interior, negó molestó consigo mismo, no le quedaba más que disculparse con Mask, era lo correcto aunque no le gustara. Se puso en marcha a Cáncer, no dejaría que por esa discusión la joven se quedara ahí el resto de la noche, no quería un regaño de Athena o de Aioros.


- 🌸 -


Afrodita salía de Piscis con destino a Leo, Athena le pidió de favor llevar una pequeña caja a Deathmask, no tuvo problema en aceptar el mandado de la diosa y ahora bajaba por las escalinatas que llevan a Acuario.


El sueco meditaba los últimos acontecimientos con pesadumbre, en verdad estaba bastante preocupado por Cáncer, creía que el castigo de Athena fue demasiado exagerado y que hubiese bastado con algunas tareas pero luego al recordar, analizó que la culpa de todo era de Aioria de Leo al sugerirle a la peli-morada que hiciera sentir a Death en carne propia lo que era ser mujer, claro, el cangrejo también se lo buscó pero Dita sentía que no era necesaria tanta maldad.


Algunos minutos pasaron hasta que llegó al templo circular, un delicioso olor le dio la bienvenida al sitio, y como si lo hubiesen hechizado Dita siguió el aroma hasta llegar a la que sin dudas era la cocina de su vecino francés.


—Dioses, ese olor es fantástico —susurró mientras aspiraba el aire con los ojos cerrados, disfrutando.


—Vaya, muchas gracias.


La voz de Camus detrás de él le sacó un saltito de sorpresa.


—Oh, Camus discúlpame por entrar así a tu casa, es que debo ir a Leo pero quedé hipnotizado —rió nervioso de haber sido descubierto de tal modo.


Camus le regaló una leve sonrisa.


—No te preocupes amigo —se acercó hasta ponerse frente a Dita—, estoy preparando algo de cenar.


—Vaya, no sabía que cocinabas —sonrió ya más tranquilo encarándolo del todo.


—Bueno, no es mucho pero es trabajo honesto. ¿Tú ya has comido algo?


Dita rió por la modestia del menor, luego le vio con calma y al final alzó un poco la caja para que Camus la notara.


—Aún no, Athena me encargó llevar esto a Leo, es para Deathmask —movía la caja y la veía de lado y lado—. Me pidió que le dijera que es para que se lo ponga al ir a dormir.


La expresión del galo se volvió interrogativa.


—Será alguna pijama supongo —le restó importancia.


—Quizás… —se alzó de hombros el sueco.


—Bueno, ya que aún no has comido algo y vas a tardar un poco en ir y venir, ¿te gustaría acompañarme a cenar cuando vuelvas?


Los ojos de Dita se agrandaron impresionados, pero la expresión duró poco en su precioso rostro, la mirada se llenó de gratitud y una sonrisa sincera se formó en sus labios.


—¿No será… mucha molestia Camus? —indagó apenado.


El nombrado negó con una bonita sonrisa. Dita le causaba ternura.


—Ninguna, por el contrario, sería un placer compartir contigo.


Pétalos de un tenue rojo afloraron en las mejillas de porcelana, Afrodita estaba agradecido por el gesto y las palabras que le decía el bello galo. Eran un poco más que compañeros, no tan amigos como él, Death y Shura, o como Camus y Milo pero se llevaban muy bien, además siempre le había parecido interesante la mística y elegante personalidad del peli-turquesa, sin duda alguna que a Afrodita Camus le agradable bastante.


—Está bien —sonrió cerrando sus ojos con alegría—, muchas gracias por invitarme Camus —le miró—. Entonces volveré pronto, llevaré esto a Death.


—Claro, en lo que tú vas la comida estará lista. Te espero —sonrió.


Dita asintió enérgico para pronto retomar su camino, se sentía extrañamente contento, era nuevo para él ver a Camus de esa manera tan abierta pero debía admitir que le había gustado mucho.


Camus por su parte miraba al mayor partir hacia Capricornio, llevaba algún tiempo mirando a Dita sin notarlo del todo, le agradaba mucho el sueco, le parecía siempre tan lleno de vida y optimismo. Le llamaba mucho la atención la facilidad que tenía para entablar conversación con cualquiera donde fuera que estuviera, tan diferente a él y al final eso era lo que más le agradaba.


- 🌸 -


Deathmask llegaba al fin a Cáncer, su malestar emocional aún no la dejaba tranquila, sentía muchas cosas atoradas en el pecho pero estaba dispuesta a tragarse su pesar. Caminó con familiaridad por la sala principal hasta perderse por uno de los pasillos. Aioria la seguía a tres metros de distancia, él sólo estaba allí para asegurase de que ella lo acompañara a Leo al finalizar la recolección de sus pertenencias. Aún así quiso ir hasta donde la joven iba, notando que abría una gran puerta doble presumiblemente su habitación privada. Aioria se detuvo quedándose recargado en la pared contraria a poco de la pieza.


Escuchaba como Death abría cajones, y puertas, sólo pudo cruzar los brazos y suspirar dispuesto a esperar.


Cáncer por lo pronto buscaba en su armario una manta limpia, y una de sus camisas que al ponerla sobre su cuerpo le quedaba casi como un vestido corto, suspiró frustrada para luego arrojarla a la cama sobre la sábana que previamente encontró junto con un pequeño bóxer que se adapta al cuerpo, no tenía ropa interior femenina así que iba a improvisar. Luego se dirigió a su cuarto de baño de donde tomó su cepillo y pasta dental, también un peine y su shampoo favorito además de una toalla grande color arena con un cangrejito rojo bordado en una esquina.


Acomodó todo en una pequeña mochila que sacó de un mueble pequeño y pronto salió de la habitación encontrándose con el león. No dijo nada y se limitó a cerrar su habitación con una llave colgada de una cadenilla de plata.


Estaba dispuesta a emprender la marcha cuando Aioria la tomó del antebrazo izquierdo con suavidad. Death afiló la mirada al enfocar al griego por el rabillo del ojo, no iba a bajar la guardia con el menor.


—Death, quiero pedirte una disculpa.


¿Había escuchado bien, Leo le pedía disculpas? El día estaba poniéndose más loco aún de lo que estaba.


Una bonita ceja azul se alzó interrogante y desconfiada, el cuerpo femenino cambió su posición para quedar frente al joven, acomodando la correa de la mochila sobre el hombro derecho de paso.


—¿De qué hablas gato? —el otro la soltó con lentitud, mirándola con arrepentimiento.


—Por lo que dije antes, cuando estábamos en Leo yo… te hice sentir mal, lo sé aunque tú no me lo digas. Lo siento Death…


No sabía que decirle, no confiaba en él en sus palabras. Pensó que esas disculpas se las estaba dando por lucir diferente porque si tuviera su apariencia original, era seguro que al griego le hubiese importado un pimiento reseco si lo hizo sentir mal o no. Pero qué hacía, entornó los ojos con fastidio, chasqueó la lengua antes de retomar sus pasos hablando esta vez.


—Olvídalo Aioria, olvida lo que viste en mí en ese momento de debilidad, sólo no olvides recordar que soy un hombre, soy el caballero dorado Deathmask de Cáncer y no importa como luzca, siempre lo seré…


Aioria ya no quiso decir nada, se limitó a seguir a la jaiba por el pasillo. Por lo que notaba la convivencia de ambos sería un poco complicada pero no había escapatoria, debía cuidar de esa muchacha.

Notas finales:

Hasta el próximo miércoles si los dioses quieren


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