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Memorias de Christopher y de como conoció a Eric Sammet por AyameKiryu

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Me salí de la casa y me sente en los escalones de afuera, me sentía muy enojado, hacía todo ese esfuerzo para qué ella sólo me gritara y ni una vez me agradeciera, si bien, de vez en cuándo se sentía bien que me cogieran por qué andaba bien drogado o porque los tipos que me compraban no eran tan repulsivos, la mayoría del tiempo era asqueroso, ¿porque tenía yo que encargarme de alguien que no se encargó de mí jamás?, bien podría gastarme esos 500€ en mi mismo, los merecía, era mi sudor el que lo había ganado-limpie mi rostro con mi antebrazo, había comenzado a llorar sin darme cuenta, saque de mi bolsillo la pequeña bolsita que le compre al camello, era una grapa de coca, la puse sobre el escalón, la acomode con una navajita y luego lo inhale, no quería llorar, yo debía ser fuerte siempre, pero inevitablemente los primeros recuerdos que tengo sobre la cumbre de mi asquerosa y corta vida se empalmaron en mi mente, y seguí llorando...y por alguna razón riendo, la razón era esa porqueria en mi sistema.
Recordé el rostro del primer hombre que me tomó, me abracé a mi mismo, tan solo tenía 9 putos años cuando el maldito alcohólico de mi padre me comenzo a acosar, luego finalmente a los 10 consumo su pecado y ultrajo mi cuerpo  para luego intercambiarlo por el perdón de una de sus tantas deudas-Chris, mi amor, tienes que ayudar a papá, ya eres un hombrecito-me decía mientras recorría mi cuerpo con sus sucias manos-si haces esto por mí, no volveré a pegarte...ahora cielo, guarda silencio y aguanta-cerré los ojos con fuerza y jalonee mi propio cabello, podía sentir de nuevo la horrenda sensación sobre mi piel.
-¡Basta!-grité, la calle estaba sola y oscura, sentí náuseas y vomite sobre mi mismo, un niño de 10 años tendría que estar jugando o yendo a la escuela, no vendiendo su cuerpo, tenía derecho a estar todo el tiempo enojado, nadie podría obligarme a creer en en un Dios.
Entre todos esos recuerdos y mi propia mugre me quede dormido.
Los siguientes días pasaron sin novedad, deje descansar mi cuerpo gracias a que aún tenía algunas monedas en el bolsillo, y claro que yo no pensaba regresar a ese bar aunque me gustaría que todos pagaran como lo hizo ese hombre.
Bien, una noche regrese a casa luego de pasar a la tienda por leche y pan, tenía que darle de cenar a mi mamá y yo también tenía hambre, de regreso, noté un pequeño bulto frente a mi casa, de inmediato lo reconocí, era el niño de la vecina, otra prostituta igual que yo, hice una mueca de hastío, ese niño si seguia asi tendria la misma suerte que yo y aunque no lo admitiera me causaba pena, me acerque a él y lo moví con mi pié hasta despertarlo.
-¿Que haces aqui?
-Tengo hambre-se talló uno de sus ojos, aun somnoliento, eran ya las 10 de la noche, Dietter era su nombre, tenía 6 años apenas, era para que su mamá lo cuidará mejor, pero que digo si a lado mío vivía como rey.
-No te pregunte eso, quítate de mi puerta-le hable golpeado, sus ojos se pusieron vidriosos, estaba a punto de llorar-si lloras te golpeare ¿ok?
-Mamá trajo a otro hombre y yo no quería escucharlos mientras hacen "eso" por eso me salí de casa, pero ahora tengo hambre y frío y se me cerró la puerta-la mamá de Dietter a diferencia de la mía si lo quiere, pero aun así mujeres como ella no deberian tener hijos, solo los traen a sufrir, sin darme cuenta le había clavado la mirada y no una agradable, lo intimide, comenzó a llorar en silencio, lo aparte de un empujón y entre a mi casa, necesitaba buscar una cosa, luego deje mis compras en la mesa, agarré un pan y...y volví a salir.
-Toma-le tire una sudadera mía encima y el pan, sonrío y me miró como un cachorro feliz, me senté junto a él y encendí un cigarro mientras observaba como se ponía la sudadera.
-¡Gracias Chris!-me encogí de hombros, supongo que se lo debía, cuando era pequeño en alguna ocasión su mamá había sido amable conmigo.
-Tu y yo no deberíamos estar aquí-lance al aire junto con una bocanada de humo
-No me da miedo, ademas ahora que me acompañas menos-su mirada se entristecio y claro que le daba miedo, pero yo no me referia a eso, yo me referia al no haber nacido-si quieres déjame y ve a dormir-negué, nos quedamos en silencio mientras lo veía comer, pronto el sueño y el silencio se adueñaron de mi y me quede dormido contra la pared, supongo que fue el niño quien apago mi cigarrillo.
Cuando desperté, Dietter estaba dormido con su cabeza recargada en mis piernas, tenía migas de pan rodeando su boca, alcé la mirada y lo primero que vi fue a su madre, estaba enojada, sin decir nada me tomó con fuerza de mi cabello y halo de él.
-¿Que haces tu con mi bebé?-Dietter despertó y se apartó de mi asustado por los gritos, yo sujete la muñeca de su madre con fuerza para que me soltara
-¡Mamá, no!-la aparte de un fuerte manotazo
-¡Me vuelves a tocar un solo puto cabello y me vas a conocer en serio!-le grite
-Entonces no te acerques a mi hijo, maldito drogata de mierda
-Pues entonces cuidalo mejor y no lo dejes solo en la calle o terminara igual que yo estúpida, estaba aquí con hambre, yo no le hecho nada

-Dietter asintió, ella no dijo nada y lo jaló al interior de su casa, yo me levanté e hice lo mismo, entré a la mía, necesitaba alimentar a mi madre y darle su medicina, igual que cada dia.

Mientras calentaba un poco de sopa pensé en lo increíble que sería tener a alguien como Eric Sammet como cliente habitual, podría comer bien todos los días y pagar mis vicios sin problema, pero era imposible, además ¿como aguantar el ritmo con un hombre así?-me toqué el cuello- si alguien bebía mi sangre frecuentemente podría matarme ¿no?; Eric Sammet, había pasado ya una semana desde lo que había pasado, no había pensado en él para nada, reí un poco, había sido un cliente más y ya, no tenía porqué pensar en él, un maldito hombre más que me había tocado, aunque con él me había gustado bastante y eso que no recordaba del todo lo que pasó, estaba borroso, quizás eran las drogas pero por lo menos lo había disfrutado, creí que por ser lo que era seria mas malo y frío.

Durante esa semana y otras 2 mas seguí mi rutina de siempre, Serik, mi amigo me conseguía un par de trabajos por semana medio bien pagados, claro, era imposible que yo consiguiera sólo, sólo era un crío, necesitaba alguien que tuviera contactos, además era bueno, intentaba que los tipos con los que me liaba no estuvieran tan locos, él era como yo, un niño no deseado que se vendía para comer y drogarse, nunca conocí su historia solo que en ese entonces él tenía 24 años y yo 13, lo conocí a los 11, de vez en cuando yo pescaba solo a algún borracho necesitado, les cobraba 20 de euros por una mamada, 50 por abrirles las piernas en un callejón y 100 por una noche, a veces robaba un poco más de sus billeteras si se quedaban dormidos y luego desaparecia, con eso medio comiamos, medio viviamos, mi rutina era alimentar y asear a mi mamá, comer y dormir, no había más, era triste y patético pero era lo que había.


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