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63. El deseo de Seulong (09) por dayanstyle

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Jongin estaba tras su escritorio mirando por encima las propuestas de negocio. Sulli estaba sentada en el sofá negro, jugando con sus muñecas. Los dos tenían una cita para cenar. Chan Hee se la había dejado y Jongin estaba listo para salir cuando sonó su celular.

—Más vale que sea importante. Tengo una muy bella dama esperándome.

—Ah, ¿otra cita para cenar con Sulli? —preguntó Jae hyo.

Jongin se relajó en su silla. —Sabes que soy lo suficientemente guapo para atraer a las mujeres.

—Sí, pero no tienes ningún interés en las damas una vez que las tienes. Además, yo no diría eso demasiado fuerte cuando tu pareja está trabajando frente al pasillo.

Jongin miró hacia la puerta, odiando que Jae hyo tuviera razón. —Él no me tienen en un yugo. —No podía permitir que el vampiro supiera que realmente no quería que Luhan lo oyera.

El bastardo se carcajeó, para desgracia de Jongin lo conocía muy bien en cuanto a su pareja se trataba. Eso sólo lo empeoraba. Jae hyo era de la misma manera con Min Hyuk y U-Kwon. El hombre no tenía derecho a hablar. —¿Has llamado para acosarme o hay algo que realmente necesitas hablar conmigo?

 

—Uno de los miembros de mi aquelarre capturó a un cazador de vampiros. Tenía algunas cosas muy interesantes que decir cuando Hong Bin lo interrogó.

Esto llamó su atención. —Habla. —Vio a Sulli, dándole una amplia sonrisa. Ella se deslizó del sofá y se acercó, entregándole a Jongin una de sus muñecas.

—Tengo hambre.

 —Estamos a punto de salir, princesa. —Agradecido de que nadie pudiera verlo, Jongin jugaba a vestir a las muñecas con Sulli mientras hablaba con el príncipe. Todavía apestaba arreglándoles el cabello a las muñecas, pero estaba mejorando en eso.

—Parece que Kang Ta está reuniendo a sus hombres para ir a investigar la Villa Kim. Mi segundo al mando capturó al cazador de vampiros en mi club, husmeando.

Jongin gruñó en el teléfono. —Que venga. Yo… —miró a Sulli—, les daré tiempo fuera.

Jae hyo se carcajeó. —Es increíble la forma de hablar cuando nuestros hijos están alrededor. Pero sí, mataríamos a todos si se meten con nuestras familias o con las personas que protegemos.

—Maldicion absolutamente. —Jongin estaba a cinco segundos de enviar a Sulli con Luhan para poder hablar libremente cuando su pareja entró. Jongin inmediatamente dejó la muñeca, pero no antes de que Luhan lo viera. Su pareja sonrió de oreja a oreja. Hizo caso omiso de Luhan mientras señalaba a Sulli y luego la puerta.

 

 

Luhan entendió. —Vamos, señorita. Puedes jugar a las muñecas con tu tío Jongin más tarde.

Asegurándose de que Sulli saliera, Jongin vio a Luhan quien movía una muñeca hacía Jongin, burlándose de él antes de cerrar la puerta detrás de él.

—¿El cazador dijo cuándo se supone que esa invasión sucederá? —preguntó Jongin.

—Ya ha comenzado.

 

 

 

Seulong se había limpiado y estaba listo para ir al restaurante cuando alguien llegó con su carro. Gimió, sabiendo que debía haber cerrado la puerta. No había nada peor que las solicitudes de último minuto.

—¿Puedo ayudarle?

 

El desconocido cerró la puerta del carro y se dirigió a Seulong. —¿Tienes algún líquido limpiador de parabrisas?

—Lo venden en la gasolinera —respondió Seulong. Había terminado por el día y estaba listo para ir al restaurante, donde Jo Kwon estaba esperándolo. Él sabía que tenían mucho de qué hablar y Seulong quería dejar algunas cosas claras.

—Tendré que recordar eso —dijo el desconocido—. Pero ya que estoy aquí…

Seulong realmente quería decirle al chico que se fuera a la gasolinera, pero decidió evitar una discusión. Podría salir de aquí mucho más rápido si sólo tomaba un galón de limpia parabrisas y se lo entregaba a la persona.

Caminando hacia el interior, Seulong tomó el recipiente de plástico que contenía el líquido azul. Se dio la vuelta, dispuesto a dárselo al extraño cuando vio que el hombre le había seguido al interior, con una pistola en frente de él.

¿Qué pasaba con los humanos que últimamente estaban apuntándole con armas?

—Tengo un archivo, Im Seulong . Dice que eres una pantera negra.

Seulong se carcajeó. —¿Sabes lo estúpido que se oye eso?

—¿Quién infiernos era ese tipo y cómo sabía de su gato? No había duda en la mente de Seulong que el desconocido era un humano.

Su corazón comenzó a latir un poco más rápido cuando el desconocido le sonrió maliciosamente. —No creo que se oiga estúpido en absoluto. No cuando fui testigo de que mataste a un vampiro anoche. Ningún humano podría haber hecho eso. Y luego más tarde cambiaste a pantera negra. —Seulong vio cómo el hombre metió la mano en su bolsillo trasero y sacó algunas fotografías. Se las lanzó a Seulong—. Esas son las pruebas.

Seulong bajó la mirada a donde las fotografías habían caído, viendo exactamente lo que el desconocido había dicho. Estaba de pie en el patio trasero de Jo Kwon luchando contra el vampiro. Vio otra fotografía y parecía que el fotógrafo había estado mirando por la ventana cuando Seulong cambió a su gato.

Apartó la mirada de las fotografías en el suelo y miró al desconocido. Seulong no podía negar las acusaciones del hombre. Tenía las pruebas en fotografías a color. Su cuerpo se tensó cuando el desconocido levantó el arma un poco más alto.

 

—¿Qué quieres? —preguntó Seulong, sin apartar los ojos del arma.

 —Lo que quiero es muy simple —se burló el extraño—. Que los humanos sean la única especie de nuevo.

 

Seulong empujó el brazo, la palma de la mano  golpeando la nariz del extraño, llevando el hueso hasta el cráneo de la persona. El extraño cayó al suelo, muerto. Ya eran dos personas que había matado en veinticuatro horas. Estaba empezando a preguntarse qué infiernos sucedía en la Villa Kim.

Eli salió de su oficina y se detuvo cuando vio el cadáver.

—¿Te importaría decirme por qué lo mataste?

 

Seulong  se  agachó  y  tomó las  fotos, entregándoselas a Eli.

 —¿Estaba tratando de chantajearte?

 Seulong negó con la cabeza. —Quería matarme.

 —¿Lo conocías?

 

Una vez más, Seulong se limitó a sacudir la cabeza. Nunca había visto al hombre antes en su vida. Él mismo no podía entender por qué el chico había querido matarlo. El hombre dijo que quería erradicar a los no humanos de la faz de la tierra. ¿Era un loco trabajando solo, o formaba parte de un grupo?

—Cierra el lugar —dijo Eli en tono serio y regresó a su oficina—. Tengo que hacer una llamada telefónica.

Seulong hizo algo mejor que eso. Metió el carro del extraño antes de cerrar. Cuántas menos personas supieran que ese tipo estaba aquí, mejor. Ahora todo lo que tenía que hacer era encontrar la manera de deshacerse del cuerpo. Honestamente no tenía intención de matar al hombre, pero Seulong había visto en los ojos del extraño que el hombre quería matarlo.

Todo se reducía a quien mataba al otro primero. Dado que Seulong atesoraba su vida y no le había hecho nada malo al extraño, no tuvo reparos en cuidar su propia vida. Cuando Eli salió de su oficina unos minutos más tarde, a Seulong no le gustó la tensa expresión de su jefe.

 

—Parece que el chico que mataste era parte de un grupo que caza vampiros.

—Él estaba cazando más que vampiros —respondió Seulong.

Eli entregó las fotos a Seulong. —Destrúyelas. Un humano de apellido Kang Ta quiere erradicar el mundo paranormal. Sólo recientemente se enteró de que los shifters existen.

 

Seulong se sorprendió con la noticia. —¿Cuánto es lo   que sabe?

 —Lo suficiente como para hundirnos si quisiera.

 

Seulong sabía que Eli era un humano, pero tenía una pareja shifter. Esto le afectaba de igual manera. Lo que no podía entender era por qué había venido tras él. Seulong era un mecánico, nadie especial ni con alto rango. Se arrodilló y sacó la cartera del individuo. El desconocido le había dicho que tenía un archivo de Seulong.

Tenía que destruir ese archivo.

 

Después de revisar la cartera, Seulong sintió que sus manos temblaban. —Él es un abogado. —No iba a ser tan fácil ocultar su muerte. Seulong le entregó la tarjeta de visita a Eli.

—Ah, hombre —dijo Eli mientras pasaba una mano por la parte posterior de su cuello, su expresión era una máscara de piedra—. Esto es muy malo.

—Vamos a tener que arreglarlo para que parezca un accidente.

Tomando una profunda e inestable respiración, se paró. Seulong no era un criminal y esto no se ajustaba bien con él, pero tenía las manos atadas. Él lo había hecho y ahora tenía que limpiar el desorden.

—¿Accidente  de  carro?  —Eli preguntó  mientras le devolvía la cartera—. Podríamos hacer que se viera convincente.

Ambos saltaron cuando alguien llamó a la puerta. Seulong y Eli se miraron y luego al cadáver.

—Me desharé de quien sea —dijo Eli mientras se apresuraba a abrir la puerta. Seulong metió la cartera de nuevo en los pantalones del abogado.

—Hey, Seulong.

 

Seulong levantó la vista para ver a Jo Kwon de pie junto a Eli. Los ojos de su pareja en el cuerpo en el suelo. «Genial». Esto era todo lo que necesitaba. Jo Kwon ya lo veía como si fuera un asesino maníaco. El ver a Seulong arrodillado sobre un cadáver no iba a ayudar a su caso.

—¿He venido en un mal momento? —preguntó Jo Kwon.

 —Trató de matar a Seulong —Eli explicó a la pareja de Seulong—. Él es un espía enviado aquí para averiguar si la Villa Kim realmente tiene no humanos.

Seulong apreciaba que su jefe tratara de explicar las cosas a Jo Kwon, pero sabía que era él el que tenía que arreglar esto. — Fue un vampiro al que asesiné anoche. Iba a drenarte.

Jo Kwon parpadeó lentamente hacia Seulong, su expresión perdida. —Lo siento, me pareció oír que dijiste vampiro.

—Lo dijo —Eli intervino—. El de anoche es a lo que nos referimos como rebeldes.

—¿Y él? —Jo Kwon señaló al hombre en el suelo.

 —Humano —respondió Seulong—. Un maldito abogado.

 —Está bien, otro tipo de vampiro? —dijo Jo Kwon mientras dejaba escapar un lento suspiro, empujando las manos delante de él—. No voy a enloquecer.

 

—Bien, porque no tengo tiempo para recibir un disparo hoy—gruñó Seulong—. Ayúdame a llevar el cuerpo al carro.

—Oh infiernos no —dijo Jo Kwon mientras daba un paso atrás—. No tocaré un cadáver.

—Él no puede hacerte daño —Seulong dijo mientras abría la puerta del carro—. No es como si fuera a saltar y atacar.

—Eso es asqueroso —respondió Jo Kwon—. Está muerto.

 

—Bien, yo me encargo. —Eli se dirigió al coche y abrió la puerta del conductor—. Necesitamos encontrar ese archivo.

Las cejas de Jo Kwon se inclinaron en un ceño fruncido.   —¿Qué archivo?

 

Después de cerrar la puerta de atrás del carro, Seulong se giró y miró a Jo Kwon. —Parece que los cazadores de vampiros están bien organizados. Este hombre… —Seulong señaló con su pulgar la parte trasera del carro—, dijo que tenía un archivo sobre mí. Si eso es cierto, tengo que destruirlo antes de que caiga en las manos equivocadas.

—Mientras no tenga que tocar ningún cadáver, ayudaré.

 

Seulong se sorprendió de que Jo Kwon se ofreciera después de que su pareja lo había echado anoche. Yeon Soo le había dicho lo que había ocurrido después de que Seulong se desmayara para sanar. Él había estado furioso por lo que Jo Kwon había hecho. Pero mientras trabajaba hoy, Seulong había pensado en ello y sabía que si él fuera humano y se acabara de enterar que los shifters existían, probablemente habría hecho lo mismo.

Pero no iba a tolerar que su pareja se alejara. —Entonces, hay que ponerse en marcha —dijo Seulong mientras caminaba hacia la puerta—. Vi su dirección en su tarjeta de identificación. Tenemos un largo camino por delante.

 

Eli estaba allí de pie, casi junto a Seulong, pero habló con Jo Kwon. —No estoy seguro de lo que le has hecho, pero nunca le había oído hablar tan malditamente tanto.

—Cállate —murmuró Seulong.

 

 

 

Jo Kwon estaba dormido cuando Seulong llegó frente a la casa de su pareja. Había sido una noche larga y Seulong estaba exhausto. Había encontrado el archivo al que el abogado se refirió. Saliendo de la camioneta, Seulong caminó hacia el otro lado y sacó a su pareja y lo llevó adentro. Jo Kwon era un hombre delgado. Seulong agradeció su fuerza. Bajó suavemente a Jo Kwon al sofá.

Se arrodilló allí y estudió a Jo Kwon. Desde que descubrió que su pareja era un humano, las cosas habían caído como una bola de nieve fuera de control. Seulong realmente no había tenido ocasión de hablar con el chico ni llegar a conocerlo.

Pasó la mano por el corto cabello marrón de Jo Kwon, preguntándose lo difícil que iba a ser para ellos. Sabía que Gaeko le había roto el corazón a Jo Kwon, pero también sabía que el humano era suyo, no de Gaeko. Seulong deseaba haber llegado al pueblo antes. Quizás podría haberle evitado a su pareja la angustia en lugar de recoger los pedazos.

Jo Kwon abrió los ojos y Seulong se sorprendió una vez más del bello color verde salvia. Todo acerca de Jo Kwon llamaba a Seulong. Su cuerpo compacto, su atractivo rostro, su cabello café, y los hermosos ojos, formaban un infierno de paquete. Ahora todo lo que Seulong tenía que hacer era romper las defensas de ese hombre y averiguar quién era Jo Kwon y lo que le gustaba.

—¿Cuánto tiempo he estado dormido? —preguntó Jo Kwon.

 

Los ojos de Seulong estaban viendo la boca del hombre cuando su lengua chasqueó y se lamió el labio inferior. Antes de saber lo que estaba haciendo, Seulong se inclinó y probó a su pareja por primera vez.

La lengua de Seulong lamió a propósito el labio superior y se le concedió la entrada a la húmeda y tibia caverna. El beso envió a su estómago un remolino salvaje mientras apretaba los labios de Jo Kwon con los suyos, acariciando su boca más que besándola.

Sus lenguas se batieron en duelo y se peleaban por quién controlaría el beso mientras Seulong inmovilizaba a Jo Kwon contra el sofá. Como en cámara lenta, Jo Kwon inclinó la cabeza hacia atrás y Seulong besó el cuello de su pareja. Jo Kwon gimió cuando Seulong provocó su carne con los labios y el sonido envió escalofríos a través de él.

Seulong se movió de nuevo a la boca de Jo Kwon y sus lenguas se enredaron en un deslizamiento íntimo, sus emociones girando ante la necesidad casi abrumadora de reclamar.

—No puedo. —Jo Kwon empujó el pecho de Seulong.

 

Seulong se apartó, mirando a su pareja y luego su boca se estrelló de nuevo con la de Jo Kwon, con más hambre y más desesperación que antes, amortiguando los sonidos de su placer. Jo Kwon trató de empujar a Seulong de nuevo, pero Seulong agarró las muñecas de su pareja y lo mantuvo en el lugar, negándose a ser rechazado.

Jo Kwon arqueó la espalda, abriendo la boca más y Seulong se sentía como si se estuviera quemando con la ardiente pasión de su beso. Seulong guio una de las manos de Jo Kwon a su dolorido pene. Pensó que el hombre intentaría alejarlo de nuevo, pero el toque de Jo Kwon fue extrañamente suave.

 

Las ardientes llamas que vio en los ojos verdes de Jo Kwon lo sobresaltaron.

Sonrió cuando las mejillas de su pareja se colorearon bajo su mirada. Era como si el hombre hubiera estado hambriento de afecto y Seulong finalmente lo alimentaba. Pero no era tan tonto como para pensar que Jo Kwon estaba entregándose totalmente.

El hombre quería sexo, puro y simple.

 

Mientras que Seulong no lo mordiera, no se uniría a Jo Kwon. Él sabía que su pareja no estaba preparado para eso, para comprometerse, para dar a Seulong su corazón. Por el momento, Seulong aceptaría el cuerpo del hombre, aunque su corazón no fuera parte del acto.

Jo Kwon no protestó cuando Seulong soltó sus muñecas y comenzó a quitarle los pantalones. Los dejó a un lado y luego se puso de pie desnudándose. Los ojos de Jo Kwon se quedaron clavados en Seulong cuando se sentó en el sofá, cubriendo a su pareja, con cuidado de su peso.

Apoyó sus manos a cada lado de la cabeza de Jo Kwon mientras se inclinaba para tomar los labios hinchados por los besos de Jo Kwon. Los brazos de Jo Kwon envueltos alrededor del cuello de Seulong, los labios de su pareja abriendo los suyos.

Pero no era sumisión lo que Jo Kwon le daba. No era súplica. Era un hombre demandando con fuertes gemidos y sutiles caricias. Estremecimientos de placer recorrieron su piel mientras su mano libre comenzó a acariciar a Jo Kwon, subiendo por la espalda del hombre, por encima de su cintura, y hasta el paquete de Jo Kwon mientras su lengua acariciaba la boca de su pareja.

Una de las manos de Seulong se deslizó más abajo, sus dedos buscando y encontrando la caliente longitud del pene de Jo Kwon, ya presionándose contra el costado de Seulong. Grueso y duro como el hierro, palpitando bajo su toque, la sedosa carne era como una llama en la mano de Seulong.

—Oh, Dios. —La cabeza de Jo Kwon cayó hacía atrás. Sus caderas se arquearon contra el toque de Seulong mientras sus dedos acariciaban lentamente la caliente carne del hombre. Seulong dio un gruñido cuando Jo Kwon enredó sus dedos en el cabello de Seulong. Su pareja le dio un ligero jalón y el placer se apoderó de él.

Maldición, si Seulong no jodía a Jo Kwon iba a morir a causa de la necesidad. Tenía que entrar en su pareja. Tenía que llenarlo, penetrarlo. Sentir el placer que explotara en un completo nirvana cuando se corriera dentro de su pareja.

Su miembro se endureció con la dolorosa intensidad de la necesidad.

—Sexo... sólo sexo.

 

Seulong asintió, a pesar de que le dolía hacerlo. Quería algo más que sexo con su pareja, pero sabía que era todo lo que Jo Kwon tenía para ofrecer en este momento. Liberando el pene de su pareja, Seulong, se movió más al sofá. —Chúpame.

Se inclinó y alimentó con su duro pene la jadeante boca de Jo Kwon. Su pareja tomó la erección de Seulong en la boca en un rápido movimiento y chupó ferozmente. Seulong siseó mientras empujaba su pene a la parte posterior de la garganta de Jo Kwon, esperando que el reflejo de deglución del hombre apretara la sensible punta antes de retirarse y joderlo de nuevo.

Cada vez que la mirada de Jo Kwon se reunía con la de Seulong, su corazón daba un vuelco en respuesta. Sus dedos se cerraron en el respaldo del sofá mientras veía su pene desaparecer en varias ocasiones entre los labios de Jo Kwon.

Seulong suprimió el ronroneo de su pecho. Eso no era lo que Jo Kwon quería. Su pareja no quería conocer al gato de Seulong. No quería ser reclamado. El hombre había dicho que lo único que quería era sexo.

Así que eso era todo lo que Seulong le daría. Él comenzó a empujar sus caderas hacia la cara de Jo Kwon y gritó cuando Jo Kwon jugó con sus bolas. Su pareja sabía exactamente cómo volver loco a Seulong y estaba aterrado como el infierno porque Jo Kwon no estaba dispuesto a comprometerse.

Sabiendo que esto era sólo un medio para saciar la lujuria de Jo Kwon, Seulong sostuvo a Jo Kwon en su lugar mientras movía sus caderas hacia atrás y sacaba su pene de la boca de su pareja con un chasquido húmedo. Jo Kwon lo miraba confundido.

—En tus manos y rodillas —Seulong ordenó en un tono áspero. Él se movió de nuevo lo suficiente para darle lugar a Jo Kwon, viendo cómo su pareja se giraba y presentaba a Seulong su suave y apretado culo. Seulong se deslizó hacia atrás y luego empezó a lamer la apretada entrada de Jo Kwon. Su lengua lo recorrió y acarició, cada ligera lamida, provocadora y tentadora. Mientras se alimentaba de su pareja, Seulong se agachó y sacó el lubricante tamaño de viajes de sus jeans. Rasgando el paquete, lubricó sus dedos antes de deslizar dos dentro de su pareja.

Jo Kwon se movió, separando más las piernas y levantando el culo al aire. El culo de su pareja apretó sus dedos, manteniendo un fuerte agarre contra los rápidos movimientos de Seulong que llenaba a su pareja y lo estiraba.

Una fuerte necesidad recorrió a Seulong. Sus caninos se alargaron, la necesidad de reclamarlo era fuerte. Era un hambre que no podía erradicar de su alma, pero no podía satisfacerla porque su pareja se negaba a abrirse y darle a Seulong su corazón.

Era salvaje, la forma en que la sensación recorría a Seulong, palpitaba con cada latido de su corazón, lo mantuvo en el desgarrador borde de la desesperada hambre. Seulong se apartó y apoyó la hinchada cabeza de su pene contra el estirado agujero de Jo Kwon, empujándose contra la estrecha abertura.

Agarró las caderas de Jo Kwon, apenas capaz de respirar por el sedoso calor que acunaba la punta de su pene. Cuando se hundió profundamente, rápidas y ardientes sensaciones lo recorrieron. Sus muslos se apretaron, sus caderas se arquearon, empujando su pene más duro, más profundo dentro de Jo Kwon luchando por contener la liberación que casi le quitaba el control.

Las caderas chocaron, se retorcían, sudaban. Podía sentir las fuertes sensaciones, atacando sus sentidos. La sensación de su palpitante pene entrando profundamente y saliendo de Jo Kwon con cada rítmico empujón era casi demasiado.

Seulong tomó todo el control que tenía para no morderlo. Jo Kwon arqueó la espalda, sensuales gemidos llenaron la habitación y comenzó a empujarse hacia Seulong. Sus movimientos se hicieron más rápidos, más duros, más fuertes.

Jo Kwon fue el primero en gritar, gritando el nombre de Seulong. Su control se deslizó, sólo un poco, y luego se hizo añicos cuando el clímax recorrió a Seulong. Incapaz de detener a su bestia, Seulong hundió sus dientes en el hombro de Jo Kwon.

Seulong fue lanzado dentro de una conflagración de sensaciones que no podía parar. Sus caderas se movían a gran velocidad mientras una oleada de placer tan puro lo recorría y hacía imposible el control. Sus manos sostenían las caderas de Jo Kwon con fuerza mientras se empujaba dentro de su pareja, lanzándose más alto con cada golpe a un orgasmo que amenazaba con destruirlo.

Rodeó con sus brazos a Jo Kwon mientras sacaba sus caninos. Su mano acarició el pecho de su pareja. —Eres como una flama para mí —susurró—. Tan dulce y caliente.

 

Podía oír a Jo Kwon tragando saliva. Su pareja jaló los brazos de Seulong y Seulong sabía que Jo Kwon estaba cerrándose. Él había jodido y reclamado a Jo Kwon, incluso después de que él le dijo al hombre que iba a ser solo sexo.

No había nada que Seulong pudiera hacer ahora. Sólo rezaba para que Jo Kwon no lo aplastara como él había sido aplastado.

 

 

continara...


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