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63. El deseo de Seulong (09) por dayanstyle

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Jo Kwon se acomodó en la cama. Él y Seulong estaban durmiendo en el cuarto de invitados en la casa de Zhou Mi. Extrañaba el estar en su casa. No le importaba estar en casa de Seulong para cuidar de su pareja, pero no había nada como dormir en su propia cama.

Seulong se quitó la camisa, de espaldas a Jo Kwon. Se dio la vuelta sobre su estómago y apoyó la cabeza entre las manos, viendo los músculos flexionados y agrupados en la espalda y los brazos del hombre. ¿Podía el hombre ser más guapo?

—Me estás mirando.

 

Jo Kwon no pudo evitar sonreír. Le encantaba todo lo relacionado con Seulong, hasta los sexy dedos de los pies. Le encantaba la forma en que Seulong sonreía, se reía, discutía, jodía, y olía. La lista seguía y seguía. Para alguien que se había negado a tratar con el amor de nuevo, seguro como la mierda que estaba enamorado.

—Lo hago. Estoy esperando a que te quites los pantalones para poder ver tu precioso trasero.

Seulong empezó a bajar sus pantalones, pero reveló sólo la mitad superior de las nalgas, sonriéndole a Jo Kwon por encima del hombro. —¿Qué, esta cosa vieja?

¡Bromeaba!

 

Él no tenía ni idea de que su pareja bromeaba con Jo Kwon. Le gustaba este lado de Seulong. También era frustrante como el infierno, porque realmente Jo Kwon quería ver el culo de hombre. Ambos   montículos   estaban   esculpidos   a   la perfección, apretados,   firmes,   y  amaba  los  hoyuelos  gemelos  que descansaban justo por encima de los globos.

Tan sexy.

 

Tan mordibles.

 

—Si no me muestras tu culo, no verás el mío. —Dos podrían jugar el juego de la provocación. Por supuesto, no había manera de que Jo Kwon fuera a aguantar. Dejar a Seulong joderlo era vivir y respirar el nirvana.

Seulong cruzó la habitación, los pantalones colgando de sus caderas cuando se acercó y pasó los dedos por el pliegue del culo de Jo Kwon. —¿Estás seguro de eso?

Jo Kwon traicionó su amenaza gimiendo y levantando el culo al aire. Seulong se rio bajo y profundo mientras sus dedos recorrían juguetonamente el trasero de Jo Kwon. Él debería de decirle a su pareja que retrocediera hasta que se quitara los jeans, pero no fue capaz de hacer que su boca trabajara.

Los únicos sonidos que estaban produciendo eran ruidos que ni siquiera podían ser clasificados como palabras. Seulong, tenía dedos largos y gruesos y el hombre sabía cómo usarlos. Las puntas se acercaban cada vez más al tembloroso agujero de Jo Kwon, pero luego retrocedía en el último segundo.

¡Seulong iba a matarlo!

 

—Creo que mi pareja quiere que lo joda aquí. —Un solitario dedo se deslizó hasta el primer nudillo. Jo Kwon gimió, su cabeza asintiendo con rápidos movimientos. La provocación estaba sobrevalorada. Jo Kwon quería un poco de acción.

Colocándose en cuatro patas, Jo Kwon se inclinó hacia adelante y mordió el abdomen de Seulong, el parche de piel justo sobre la tela de sus jeans.

—¿Me vas a chupar, dulzura?

 

La esperanza en la voz de Seulong fue la perdición de Jo Kwon. ¿Cómo podía negarse a su pareja cuando se oía tan sensual, tan necesitado? Gruesos dedos continuaron jugando en su culo mientras Jo Kwon liberaba el pesado eje de Seulong.

Líquido pre-seminal ya escurría de la pequeña rendija. Estaban en el cuarto de huéspedes de la casa de Zhou Mi, y Jo Kwon tuvo que recordarse que no debería gritar hasta que las paredes se derrumbaran. Eso iba a ser difícil. Amaba cuando Seulong lo jodía fuerte y duro. Jo Kwon amaba especialmente la forma en que Seulong tomaba sus caderas y lo montaba duro.

Jo Kwon lamió la cabeza del pene de Seulong hasta que brillaba antes de chuparla dentro de la boca. El oír los sensuales gemidos salir de la boca de Seulong causó que su propio pene doliera y escurriera.

Haciendo uso de su lengua, Jo Kwon lamió la tierna depresión debajo de la hinchada corona y luego jodió con la lengua la pequeña ranura, lamiendo el salado sabor de los deseos de Seulong. Los dedos de su pareja se deslizaron más profundos dentro del culo de Jo Kwon mientras gemía por lo que Jo Kwon le estaba haciendo.

Se empujó para tomar los dedos de Seulong aún más profundo. Jo Kwon estaba tan malditamente listo que casi se corre contra las mantas debajo de él. Seulong debió haberlo sentido porque comenzó a mover sus dedos más rápido.

Tragando la erección hasta la raíz, Jo Kwon gritó alrededor del eje del hombre mientras se corría, su pene palpitando durante su orgasmo.

—Mmm, muy agradable. —Seulong sacó sus dedos y luego se quitó sus jeans. Jo Kwon se había derrumbado sobre la cama, jadeando, y deseando no haber caído sobre su propio semen. Estaba frío y era un lío.

 

Sin embargo, no se quedó allí mucho tiempo. Seulong giró a Jo Kwon sobre su espalda y luego lo levantó hasta quedar a horcajadas sobre los impresionantes muslos. Seulong estaba actuando como si no hubiera sido alimentado durante años. Él estaba devorando a Jo Kwon, con las manos y los labios en todas partes.

—Joder, quiero comerte vivo. —Seulong gruñó en su oído antes de que Jo Kwon sintiera algo húmedo en su culo. Seulong estaba lubricándolo. Jo Kwon jadeó y echó la cabeza hacia atrás mientras Seulong lo lamía, chupaba, y le besaba el cuello, la mandíbula y el hombro.

Momentos después estaba pidiendo a gritos que Seulong lo penetrara. Nunca había visto a Seulong tan salvaje o tan malditamente raro. El hombre estaba ronroneando, sus dedos presionando fuertemente los costados de Jo Kwon. Cuando agarró un puñado de su cabello, Jo Kwon sintió como si estuviera acariciando a la pantera.

Los ruidos que Seulong estaba haciendo... wow... eran eróticos.

Se estremeció y dejó escapar un largo gemido cuando los caninos de Seulong comenzaron a descender. Su hombro palpitaba en previsión mientras Seulong llevaba su pene aún más profundamente dentro de su culo. Jo Kwon gritó, sus manos agarrando más fuerte el cabello de Seulong.

—Seulong —Jo Kwon jadeó mientras subía y bajaba una y otra vez, disfrutando de la fuerza y resistencia de su amante. Enterró la cabeza en el húmedo cabello de Seulong, respirando en el hombre. Justo cuando pensaba que no podía aguantar más, Jo Kwon gimió nuevamente cuando Seulong cambió el ángulo y golpeando su dulce punto una y otra vez.

—Córrete para mí, bebé.

 

—Dios, sí —gimió Jo Kwon. Seulong se empujó unas cuantas veces más antes de que Jo Kwon se derrumbara en los brazos del hombre. Gritó el nombre de Seulong con toda la fuerza de sus pulmones antes de que Seulong mordiera su hombro y sus caninos rompieran la piel.

Seulong dejó escapar un gruñido mientras se empujaba hacia el culo de Jo Kwon, su pene extendiendo más a Jo Kwon antes de que Seulong gruñera y llenara el culo de Jo Kwon con su semilla. Apoyó la cabeza en el hombro de su pareja mientras jadeaba, el sudor cubría la espalda de Jo Kwon.

—Hay que ducharse. —Seulong salió de Jo Kwon, levantándolo al salir de la cama. Jo Kwon no estaba dispuesto a discutir con su pareja por levantarlo de esa forma. Estaba demasiado agotado. Sonrió en el pecho de Seulong, dolorido y feliz.

 

 

 

Seulong estaba manejando hacia el trabajo. Eli le había dicho que podía mantener las puertas cerradas así nadie sabría que estaba allí, pero él tenía una vida y cosas que hacer y no iba a recibir el pago sentado en su culo. Jo Kwon se había sido a la estación de bomberos, Seung Hyun le había prometido mantener una estrecha vigilancia sobre él.

No estaba seguro de cuánto más de esto podría tomar. Seulong estaba listo para sentar cabeza con Jo Kwon, pero parecía que algo siempre se metía en el camino. Estaba dispuesto a… Seulong metió los freno cuando vio un tráiler frente él. Su pie casi atravesó el suelo, pero la velocidad no disminuyó.

Empujó la bota más, pero la camioneta seguía en curso de colisión. Pensando rápidamente, Seulong desabrochó su cinturón de seguridad y abrió la puerta de la camioneta. No fue fácil. El viento estaba luchando contra él, tratando de mantener la puerta cerrada.

 

Se empujó con todas sus fuerzas y luego saltó, justo antes de que la camioneta impactara el tráiler. Seulong rodó unos treinta metros antes de detenerse.

«Joder». Su cuerpo estaba protestando, el dolor lo recorría. Sentía como si su brazo izquierdo estuviera roto. No podía moverse, y cuando lo intentó, el dolor recorrió todo su lado izquierdo.

Desafortunadamente, Seulong no tenía tiempo para quedarse allí sentado y revolcarse en el dolor. Alguien empezó a dispararle. Se puso de pie, con el brazo izquierdo apretado a su costado mientras corría directo hacia el bosque.

¿Sería el conductor del tráiler? ¿Sería el que le estaba disparando? ¿Por qué? No había sido su culpa que su camioneta no tuviera freno. ¿Por qué su camioneta no tenía freno? Seulong sabía la respuesta. Él odiaba pensar que alguien estaba realmente queriendo matarlo. Primero fue envenenado y ahora esto.

¿Podría  ser  Minah?  De  algún  modo  Seulong  lo  dudaba.

¿Cazadores de vampiros? Era posible.

 —No sirve de nada que corras.

 

Seulong no reconoció la voz. Definitivamente no era Minah.

 

Sabiendo que iba a tener que cambiar para poder subir a un árbol y ver mejor, Seulong se movió a su derecha. Su brazo aún le dolía. Incluso si cambiaba a pantera, aún necesitaría tiempo para sanar.

No iba a ser capaz de subir.

 

Llamar a alguien ayudaría. No en este mismo momento, pero si llamara a su jefe, tendría una mejor oportunidad dado que estaba herido.

Estaba cansado y enfermo de estar herido.

Sin querer dar su posición, Seulong envió un mensaje a Eli.

Esperaba como el infierno que su jefe tuviera su teléfono cerca.

 

—De todos modos vas a morir. Así que podrías dejar de correr y darme la cara.

No era muy probable.

 

Seulong no iba a morir hoy ni cualquier otro día si podía evitarlo. Tenía una larga vida para vivir con Jo Kwon y no iba a darle menos a su pareja. Además, le gustaba respirar. Si pudiera manejar sus lesiones, Seulong cazaría al bastardo. Estaba harto de esta mierda.

Moviéndose tan silencioso como una pantera negra, Seulong siguió caminando a la derecha. Quería salir de la línea de vista del hombre y también quería ver quién era. El sonido de las sirenas se oía a lo lejos.

¿Eli había recibido su mensaje y llamado a la policía?

 

—Tienes suerte hoy —el hombre gritó—. No cuentes con que la suerte se mantenga por mucho más tiempo.

Seulong apoyó la espalda contra un árbol mientras esperaba a que las sirenas se acercaran. No estaba seguro de si el perseguidor seguía cerca y no correría riesgos. Dos veces había tenido suerte —una cuando el abogado le apuntó con el arma y la segunda cuando fue envenenado.

El bastardo tenía razón. La suerte de Seulong no iba a durar mucho más tiempo. Tenía que averiguar quién era y acabar con la vida del hombre.

Hasta entonces tenía que cambiar y sanar. Seulong no iba a ser capaz de hacer eso hasta que llegara al taller.

Seguro que no necesitaba que la policía encontrara una pantera negra desmayada en el bosque.

 

Cuando las sirenas se detuvieron, Seulong sabía que estaban junto a su camioneta destruida. Caminó con cautela entre los árboles, revisando todo el tiempo el área con la mirada hasta que finalmente llegó a la carretera.

Había  dos  carros  policías,  sus   luces  giraban  mientras hablaban con  un    hombre  que Seulong  asumió   que  era  el conductor   del  tráiler.  Concluyó   que  el tipo   que  le  había disparado se había ido. El conductor del camión señaló a Seulong.

Los policías se giraron y entonces los dos uniformados empezaron a darse prisa hacia él. —¿Estás herido, hijo? —uno de ellos preguntó. Preocupación marcada en las profundas arrugas de su rostro. Extendió la mano para tomar el hombro de Seulong, pero Seulong se apartó del camino a tiempo. Si el policía lo tocaba en este momento, él podría derrumbarse de dolor.

Seulong sabía que si les decía que tenía un brazo roto, ellos insistirían en llevarlo al hospital. No podía ir al hospital. Había un cincuenta por ciento de oportunidades de no ser visto por el doctor Kim y que alguien más lo atendiera no sería bueno. Después de todo, era un shifter. —Estoy bien.

—¿Te importa decirnos qué pasó? —preguntó el segundo policía. Seulong echó un vistazo a su camioneta y sintió que se le helaba la sangre. La parte frontal se había ido. Estaba a un lado de la carretera en un retorcido lío. Si no hubiera saltado…—. Mis frenos fallaron.

—Entonces, ¿qué hacías en el bosque? —preguntó el primero, con los ojos de color gris claro llenos de preocupación.

Seulong no tenía una respuesta preparada.

 —Creo que está conmocionado —dijo el segundo policía— . Se ve un poco desorientado.

 Si Seulong decía que no lo estaba, lo harían seguir con el interrogatorio sobre el accidente. Si utilizaba esa excusa    para explicar las cosas, terminaría en el hospital. Era un callejón sin salida.

El alivio lo inundó cuando Eli se detuvo y bajó de la camioneta. Nunca había estado tan feliz de ver a alguien en ese momento. El gran hombre tatuado se acercó a él, con los ojos viendo el accidente y luego a Seulong, el conocimiento de lo que podría haberle sucedido a Seulong brillaba en sus ojos. —Seulong, ¿estás bien?

 

«No». Tenía ganas de desmayarse sobre el terreno. Todo su lado izquierdo estaba matándolo. Aún no sabía quién estaba tras él y no estaba seguro de que el hombre no estuviera cerca, observándolo. Se trataba de una extraña sensación. —Estoy bien.

Sintió la tentación de acunar su brazo, pero consiguió que su postura pareciera casual. No fue fácil y Seulong quería gritar de agonía, pero no lo hizo.

Eli lo estudió por un momento y una luz brilló en los ojos del hombre, entendiendo que Seulong no estaba bien, pero tenía   que llegar a algún lugar privado para cambiar.

Por mucho que quisiera irse, Seulong soportó el dolor y les dijo a los policías lo que pasó. No tenía otra opción. Eli pidió un remolque a Kevin, la pareja de Eli, y les dijo que haría que la grúa se llevara la camioneta de Seulong. Seulong se disculpó con el conductor del tráiler y luego dejó que Eli lo llevara al asiento delantero de su camioneta después de que terminó de decirle a  la policía lo que había sucedido.

Nunca estuvo más contento de escaparse de algún lugar.

 

Eli giró la llave en el encendido de la camioneta. —Voy a tener que regresar un momento al taller. ¿Qué te duele?

—Todo —dijo mientras trataba de encontrar una posición cómoda. No había ninguna—. Creo que mi brazo izquierdo está roto.

 

Una línea sombría se formó en la boca de Eli, su expresión llena de ira. —Por lo que les dijiste a los policías, suena que tus frenos fueron cortados.

Jordán asintió. —Eso es exactamente lo que pensé.

 

Eli se alejó del accidente y se dirigió hacia el pueblo. — Tan pronto como tenga tu camioneta en el taller, la revisaré del parachoques delantero al parachoques trasero.

—¿Aún tengo parachoques? —preguntó Seulong, tratando de aligerar el ambiente, pero falló. Estaba demasiado dolorido como para incluso poder esbozar una sonrisa.

—Probablemente no —Eli respondió con  solemnidad—. La camioneta está destrozada.

 

Seulong intentó sentarse inmóvil, pero eso no ayudaba con el dolor. Nada ayudaba hasta que pudiera cambiar. —Si no hubiera saltado, estaría igual. —Y ese pensamiento hizo que Seulong se mareara.

Si no hubiera saltado, formaría parte del metal retorcido.

 

Tan pronto como Eli entró en el taller, Jo Kwon se apresuró a salir de una camioneta. No estaba seguro de cómo su pareja se enteró tan rápido, pero se alegró de verlo.

—¡Dios mío! —Jo Kwon le dijo a Seulong cuando bajó de la camioneta—. ¿Qué jodidos te pasó? Seung Hyun me dijo que tuviste un accidente, pero no sabía nada más.

Seulong no estaba seguro de si debía decirle a su pareja que los frenos fueron cortados. No quería mandar a Jo Kwon sobre el borde de la preocupación, pero tampoco podía mentirle al hombre. Eli le mostró un sofá de aspecto cómodo en su oficina. Parecía que había visto días mejores, pero también se veía bien.

Cuando se sentó, Seulong apretó los dientes para no gritar.

 

—Yo-yo… —Maldición, su dolor se había intensificado y ahora le dolía incluso al hablar.

—Él tiene que descansar, Jo Kwon —dijo Eli—. Cambiar para poder sanar. Te daré los detalles.

Jo Kwon se arrodilló delante de Seulong, sus ojos verde salvia brillando por la preocupación. —¿Qué puedo hacer por ti? —Las manos de su pareja se movían cerca, pero no tocaron a Seulong. Por mucho que quisiera envolverse alrededor del hombre, Seulong sabía que sería demasiado doloroso.

—Sanar —se las arregló para decir antes de desplomarse y cambiar.

 

 

 

Jongin colgó el teléfono, sosteniendo en sus brazos a su nieto, chaejin. Esa era la segunda vez que alguien había tratado de matar a la pantera negra. Eli le dijo que creía que alguien cortó los frenos de Seulong. El humano tendría que examinar la camioneta, pero Jongin estaba bastante seguro de que el instinto de Eli era acertado.

También algunos de los otros shifters tuvieron roces con los cazadores de vampiros. Sung Kyu, un bombero en la estación, le había dicho que atrapó a un cazador tomándole fotos desde la distancia. Y Jackson, un leopardo de las nieves, que era dueño de su propia tienda de muebles hechos a mano, dijo que alguien lo había estado siguiendo.

Jongin necesitaba deshacerse de los cazadores de vampiros. Él no sabía quiénes eran o dónde se escondían.

—¿Va a estar bien? —Luhan le preguntó mientras entraba a la oficina de Jongin y tomaba a Chaejin de sus brazos.

—Eli dijo que Seulong sólo tiene que sanar en su forma de pantera.

—Eso es algo bueno —Luhan dijo mientras se sentaba en el sofá negro—. ¿Sabes quién está tratando de matarlo?

—Cazadores de vampiros —respondió Jongin. ¿Quién más podría ser?

Luhan negó con la cabeza, sus ojos amatista fijos en Jongin. —A los otros los están siguiendo o tomándoles fotografías. ¿Por qué Seulong está sufriendo todos estos ataques? Suena bastante personal, si me lo preguntas.

—Pero ¿quién iba a querer a Seun…? ¡Hijo de puta! — Jongin se inclinó hacia adelante, golpeando el puño sobre la mesa. Su nieto lo miraba con curiosidad, pero no lloró ante el arrebato agresivo—. Esto es personal.

Duh, acabo de decir eso. —Luhan sentó a Chaejin en el suelo para que el niño pudiera gatear.

—Mira esto desde otro ángulo, Luhan. Con todas las cosas de vampiros pasando a nuestro alrededor, ¿de quién sospecharíamos inmediatamente que quisiera matar a Seulong?

—De los cazadores de vampiros —Luhan dio la respuesta obvia.

—Pero ¿quién quiere a Seulong fuera del camino? ¿Quién se beneficiaría de la muerte de Seulong?

Luhan se rascó la cabeza. —¿Tiene un seguro de vida?

 

Jongin se rio. —No digo que Jo Kwon tratara de matarlo. ¿A quién pateé fuera del pueblo?

La comprensión apareció en los ojos de Luhan. —Pero ¿por qué Gaeko quiere a Jo Kwon? Él es un gigoló. Un hombre que no se preocupa por los demás. Además, ¿no le dispararon a Jo Kwon?

 

Eso era cierto. —Quizás Gaeko quería apartar a todos de su rastro. Tengo la sensación de que Jo Kwon podría haber estado parado de puntitas y no habría sido alcanzado por una bala. Fue  una táctica de miedo, nada más.

Luhan colocó su brazo sobre el respaldo del sofá. —¿Y el cazador de vampiros que fue tras Seulong en el taller?

—Un incidente totalmente diferente. Lo que pasa es que Gaeko regresó por Jo Kwon en el momento en que los cazadores de vampiros decidieron darle a nuestro pueblo una pequeña visita. Las dos situaciones son distintas. —Jongin se inclinó y levantó a Chaejin del suelo. Su nieto estaba arrastrándose directo a él. El pequeño sabía quién era su abuelo preferido. Él nunca se lo dirá a Luhan.

Su pareja se inclinó hacia adelante, moviendo el dedo a Jongin. —Si Gaeko fue quien envenenó a Seulong, ¿cómo supo sobre el acónito? Sólo un shifter sabría eso. Y por lo que me dijiste, Gaeko es humano.

 Jongin se puso más serio. —Deja de derribar todas mis ideas.

 —No lo hago. Pero si vas a seguir la teoría de Gaeko, tienes que atar todos los cabos sueltos. ¿Cómo iba a saber sobre el acónito?

Haciendo saltar a Chaejin en su rodilla, Jongin reflexionó. No le gustaba lo que pensó. Era un pensamiento inquietante. Pero se ajustaba perfectamente. —Porque Kim Gaeko es un cazador de vampiros. Él fue el primero que Kang Ta envió aquí.

—Pero ¿qué pasa con ese policía de hace un tiempo? Él había estado trabajando para Kang Ta —dijo Luhan.

—Gaeko ha vivido aquí más tiempo —respondió Jongin con frío terror.

 

Si un residente que había vivido aquí durante algunos años era un espía, ¿quién más estaba trabajando para Kang Ta? A Jongin no le gustaba el hecho de no poder confiar en la gente del pueblo. La Villa Kim se supone que es un lugar tranquilo para vivir.

Los edificios de baja altura y los pocos semáforos en lo que consideraba su comunidad desde hace mucho, era su orgullo e historia. Los nombres de los negocios estaban escritos en las ventanas delanteras o con gis en un tablero justo fuera de la puerta principal. Algunos de los nuevos negocios tenían los letreros en neón.

Anunciaban cualquier tipo de cosa, desde lugares para comer y beber, a lugares en las que una persona podía comprar muebles hechos a mano. Jongin amaba el antiguo poste de barbero que Byung tenía afuera de su negocio. El lobo gris había puesto un banco afuera como en los viejos tiempos y pasaba el tiempo cuidando a sus niños.

Era un pueblo pintoresco y Jongin quería que siguiera así. Si estaba en lo cierto acerca de Gaeko, entonces no había forma de saber si alguno de los otros humanos fueron comprados por Kang Ta. Ahora estaba feliz de haber permitido a los vampiros de Jae hyo limpiar las mentes de los residentes cuando descubrieron que existían los shifters. Jongin se había opuesto a la idea, pero el Ultionem había decidido que era mejor que ningún humano sin pareja supiera de su existencia.

Incluso si algunos de los vampiros se habían ido de las manos. Era mejor que cualquiera de los residentes estuvieran armados con la verdad. Ahora tenía la difícil tarea de averiguar quién era un residente real y quién era un espía.

Le desgarraba el corazón saber que la pequeña comunidad por la que había trabajado tan duramente para construir pudiera sólo desmoronarse. Él iba a usar todo su poder para liberar al pueblo de los cazadores y los espías y devolver la paz.

 

continuara....

 

 

 


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