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San Valentín. Cherik por midhiel

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Una Oportunidad

 

Regalo de San Valentín para Paola Lenhsherr Laufeyson en el marco del evento organizado por el grupo Team Cherik.

 

 

¿Cómo se recupera el tiempo perdido? No hay modo, ya lo que pasó, pasó. Erik pensó en las innumerables ocasiones en que se enfrentó con su Hermandad al equipo X-Men, con Scott Summers liderando el grupo, y Charles como su mentor, aconsejándoles desde Cerebro. Era irónico que la primera vez que su amigo se conectara a esa máquina, él lo hubiese llamado “rata adorable de laboratorio,” porque Charles no tenía nada de tonto y no se dejó manipular por la CIA ni por nadie.

 

Charles, ese nombre guardaba tantos sentimientos encontrados. Desde aquella genuina amistad surgida de la confianza entre ambos, hasta la separación en la playa cuando descubrieron la diferencia abismal que los dividía. Habían tenido varios encuentros porque los dos se guardaban un respeto mutuo pero no podían estar juntos, no como pareja. Ninguno iba a sacrificar sus ideales porque hacerlo significaría un poco morirse por dentro.

 

Erik aterrizó en el patio de Westchester, vestido con una camisa arremangada y vaqueros oscuros. Los jóvenes mutantes que estaban disfrutando de la tarde al aire libre, lo miraron con una mezcla de temor y admiración. Se trataba de Magneto en persona. Él los ignoró y entró en la casa. Se cruzó con Hank, con Raven, y con Scott, que lo saludaron escuetamente. No era la primera vez que visitaba la mansión, después de todo, él y Charles seguían siendo amigos. Golpeó la puerta del despacho.

 

-Adelante, Erik – Charles era psíquico y sabía quién estaba llamando.

 

Magneto entró y fue directo al grano, sin sentarse, sin decir “hola, viejo amigo” siquiera.

 

-Mira, Charles. Tenemos visiones muy distintas: tú defiendes la paz y yo la supremacía mutante. Nos enfrentamos y luchamos, cuerpo a cuerpo, mi hermandad contra tus X-Men.

 

Charles advirtió lo alterado que estaba y le señaló el asiento junto al juego de ajedrez con las piezas preparadas. Magneto se arrojó en la silla. Su amigo movió la suya para que quedaran enfrentados con el tablero en el centro.

 

-¿Una partida, viejo amigo? – invitó el telépata.

 

-No estoy de humor – murmuró Erik, frotándose la barbilla.

 

-¿Qué viniste a decirme, entonces? – interrogó Charles inclinándose en la silla de ruedas para observarlo -. ¿Para qué viajaste desde Genosha, Erik?

 

-Sabes lo que quiero aun sin tener que leerme – lo desafió Magneto y su mirada era intensa y sincera -. Quiero que nos demos otra oportunidad – Charles se echó hacia atrás, incómodo -. Quiero que volvamos a intentarlo. ¿Por qué no podemos estar juntos, Charles? Tenemos nuestras diferencias pero podemos intentar construir una relación aun con ellas.

 

-Sabes por qué – contestó Xavier, escueto.

 

Erik calló. No había solución, los dos estaban destinados a seguir rumbos distintos otra vez. No podían establecer una relación de pareja con las visiones opuestas que tenían del mundo y con sus bandos enfrentándose en cada ocasión.

 

-¿Jugamos? – insistió el telépata para cambiar de tema.

 

Magneto aceptó.

 

………………..

 

Un par de años después.

 

Charles renunció a su sueño cuando perdió a Jean Grey, tal era el remordimiento que dejó Westchester, a sus compañeros mutantes, y se dedicó a recorrer el mundo. Estaba en un café en una calle concurrida de París, cuando su viejo amigo llegó con un juego de mano de ajedrez. El psíquico no estaba de humor después de todo lo que había sufrido.

 

-¿Qué quieres, Erik? – y cruzó los brazos sobre el pecho a la defensiva.

 

-Hace tiempo me salvaste la vida y me ofreciste un hogar – le recordó Magneto en tono amistoso -. Hoy me gustaría hacer lo mismo por ti.

 

-¿Qué hay de nuestras diferencias? – preguntó Charles descreído.

 

-Amarnos a pesar de pensar distinto es lo que nos hace humanos.

 

-Tú desprecias a los humanos.

 

Erik sonrió.

 

-Te equivocas, viejo amigo. Desprecio a los humanos que nos desprecian, nunca desprecié a mis padres que no fueron mutantes.

 

-Es cierto – aceptó el psíquico y bajó los brazos, ya en confianza.

 

-Entonces, ¿podríamos darnos una oportunidad? Porque no hay modo de recuperar el tiempo perdido y tú y yo hemos desperdiciado bastante.

 

Charles sonrió. Unos minutos antes no dejaba de pensar que lo había perdido todo al renunciar a su sueño y dejar a su familia en Westchester. Miró a su amigo a los ojos y accedió. De este modo aceptó darle una oportunidad a Erik y a sí mismo. Fue la mejor decisión que tomó: horas más tarde, los dos volaban hacia Genosha para empezar una nueva vida.

 

………………

 

Espero que te haya gustado.

 

 

 

 

 


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