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San Valentín. Cherik por midhiel

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El Pastel

 

Este fic es un regalo de San Valentín para Kitty Blue. Espero que te guste y pases un hermoso día.

 

Erik Lehnsherr acababa de darse cuenta cuánta razón tenía su ex esposa al reprocharle que dejaba los asuntos familiares para último momento. Si hubiese sido precavido y no se hubiese desvelado la semana entera en el trabajo para aspirar a ese puesto de gerente general, hoy no tendría que estar corriendo por las calles rogando encontrar una pastelería abierta a las nueve de la noche para comprarles a sus hijos el pastel de cumpleaños. Cumplían seis. Llegó al quinto local y estaba cerrado. Suspiró porque no podía presentarse en su antigua casa sin el pastel que tanto estaban esperando sus hijos para festejar con sus amiguitos. Él les había prometido que se los llevaría y si no lo hacía sería la enésima promesa que no les cumplía a sus niños, además de arruinarles la fiesta que tanto tiempo habían esperado.

 

Se recargó contra la pared. Se sentía horrible como padre. No podía dejar de imaginar las caritas frustradas de Peter y Wanda, la mirada contrariada de los invitados y el sermón de Magda, que tanto se merecía. Consultó su reloj, todavía le quedaban unos minutos para llegar al último local que conocía pero con el tráfico y la distancia ya le sonaba a misión inútil. Regresó hacia su coche, pensando en una alternativa más: algún pastel barato de algún supermercado, aunque lo más probable fuera que tampoco les quedara uno porque a partir de las siete ofertaban los últimos para no dejar ninguno para el día siguiente. Cabizbajo, preocupado y con terribles remordimientos, oyó la bocina y el grito de: “¡Señor Lehnsherr!”

 

Erik se detuvo en seco. Un auto caro se detuvo junto a él, casi pisando la acera con la rueda delantera, se bajó la ventanilla y apareció el rostro de Charles Xavier.

 

-Señor Lehnsherr, perdón – se disculpó con una sonrisa encantadora y sincera -. Lo hacía en el cumpleaños de sus hijos, de hecho, David está allí.

 

Erik maldijo por dentro. De todas las personas de la ciudad justo tenía que cruzarse con él. Charles era un hombre divorciado como él, con un hijo compañero de escuela de los gemelos, que era elegante, atractivo, inteligente, dulce y, en una sola frase: le quitaba el aliento. Ahora que se sentía miserable como padre venía a encontrarlo a las nueve de la noche en una cuadra desierta.

 

-¿Se encuentra bien? – insistió Xavier, preocupado.

 

Erik decidió serle franco.

 

-Estoy como loco buscando un pastel – bufó -. ¿Qué clase de padre puedo ser si llego sin uno a la fiesta?

 

-Lo comprendo – contestó Charles y le abrió la puerta del acompañante -. ¿Por qué no deja que lo lleve a la casa de Hank?

 

-¿Hank? – repitió Lehnsherr sin entender.

 

-Es mi mejor amigo y es repostero – explicó -. Se dedica precisamente a pasteles infantiles y siempre tiene stock en su casa – la expresión de Erik se transformó. Charles rio -. Suba, lo llevo, compra y lo traigo de regreso para que entre en su auto y vaya a su casa.

 

Erik aceptó la propuesta y entró.

 

-Acaba de salvarme la vida, Xavier.

 

Charles puso en marcha el motor.

 

-Sabe, nuestros hijos son compañeros desde que tenían cuatro años, o sea, nos conocemos desde hace dos, me parece que ya es hora de que usted me llame Charles y yo lo llame Erik, y dejemos de lado el formalismo y nos tuteemos.

 

Lehnsherr asintió.

 

-Gracias, Charles, me salvaste la vida – corrigió.

 

………………………

 

A las diez menos cuarto, Erik tocó el timbre. Los gemelos corrieron a abrirle felices y ansiosos. Él se inclinó para besarlos y abrazarlos, mientras que Magda recogía el pastel.

 

-¡Sabíamos que vendrías con el pastel, papá! – le confesó Wanda con plena confianza.

 

-¡Sí! – gritó Peter.

 

La fe que sus hijos tenían en él lo emocionó. Cargó a cada uno en un brazo porque eran esbeltos y pequeños, y se acercaron los tres a la mesa servida. Magda ya había colocado el pastel en el centro. Le había colocado dos velas largas para cada niño. Cantaron con los demás invitados el cumpleaños feliz, Peter, siempre acelerado, sopló su vela antes que su hermana pero la de Wanda se apagó primero y hubo aplausos y felicitaciones.

 

Fue el final feliz de una fiesta divertida.

 

Una hora más tarde, comenzaron a llegar los padres para buscar a sus hijos. Erik abrió con su hijo cuando Charles tocó el timbre.

 

-¡David! ¡Te buscan! – corrió Peter a avisar a su amigo.

 

-¿Cómo salió todo? – preguntó Charles.

 

-Fue el mejor pastel que probaron – reprodujo Erik las palabras textuales de los gemelos y sonrió -. Gracias una vez más.

 

David llegó a la puerta con su bolsita llena de dulces, se despidió con un: “buenas noches, señor Lehnsherr,” y tomó a su padre de la mano.

 

-Hasta luego – saludó Charles.

 

-Espera – lo detuvo Erik -. Quiero recompensarte con un café, o algo, ¿prefieres un desayuno? – lo dijo casi sin pensarlo y al terminar, se sintió ridículo.

 

Charles sonrió con entusiasmo.

 

-¡Claro! ¿Te parece el viernes?

 

-¿Este viernes? – Erik quiso corroborar sorprendido.

 

-Sí, aquí está mi número – le entregó un papel -. Llámame para que coordinemos.

 

-De acuerdo – contestó Lehnsherr y quedó maravillado mirando el papel.

 

Charles llevó de la mano a su hijo hacia su coche. Usualmente le preguntaba cómo le había ido pero esta vez estaba sin palabras. Es que Erik Lehnsherr también le gustaba porque estaba divorciado, tenía dos hijos compañeros del suyo y era guapo, franco, curiosamente distraído y sí, Charles se había enamorado.

 

 …………………….

 

Espero que te haya gustado

 

 

 

 

 

 

 


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