Deseordono su cabellera mientras bostezaba, observo el reloj que marcaba las 05:00 a.m. y decidió levantarse para buscar su ropa que estaba desparramada por el suelo. Una vez vestido entrelamio sus labios viendo a la despampanante pelinegra desnuda que dormÃa en la cama. Sonrió orgulloso por hacerla gritar su nombre durante la noche. Tomó un papel y un bolÃgrafo para luego dejar un nota en el mueble a lado del catre.
Park Chan Yeol, pelinegro, alto, guapo de 25 años, dueño de las grandes industrias Park desde hace dos años debido a la enfermedad de su padre. Se caracterizaba por ser un mujeriego centrado en su trabajo. Aunque debe admitir que le gustaba pasar tiempo con sus amigos y más cuando se trataba de una buena fiesta para luego llevar una desconocida a cualquier hotel de por ahÃ.
Llegó a su departamento y empezó su dÃa con una ducha para luego tomar un par de aspirinas y preparar su desayuno, aún tenÃa tiempo para la hora acordada. La noche nterior habÃa estado en la despedida de soltero de Kim Jong Dae y Kim Min Seok.
Esperaba encontrar un nuevo juguete en la boda de sus amigos.
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Le dolÃa la cabeza a mil por hora, aunque no se arrepentia de haber ido a la despedida de soltero de sus amigos. Estaba realmente feliz por ellos, pero en toda la noche no habÃa podido dormir a causa de estar cuidando de su pequeño hijo de nueve años.
Oh Se Hun, castaño, alto de 25 años, dueño del Bufet de abogados desde hace cinco años atrás. La vida lo habÃa golpeado duramente cuando tenÃa que madurar debido a un error hace 10 atrás. Aún recordaba la decepción en la mirada de sus padres cuando les dijo que serÃa padre.
Cuando Oh Su Min nació se prometió asà mismo que harÃa todo lo posible para que no le faltara nada, empezó a estudiar arduamente además de juntar un poco de dinero, no querÃa abusar de la ayuda de sus padres y suegros. Se casó con Jung Haa Neol después de Su Min tuviera tres meses de nacido, todo parecÃa andar bien hasta que su esposa llegó a los 18 años donde decidió abandonarlo con el niño, hasta el momento seguÃa sin saber del paradero de Haa Neol.
Desde ese momento sólo vivÃa para su hijo y tenÃa el apoyo de sus padres y amigos.
Y una borrachera no iba impedir que cuidara de su hijo, que tenÃa una leve fiebre que lo hacÃa delirar.
— No.... n-no te vayas... — Susurraba el pequeño apretando los ojos y sus pequeños puños.
— Tranquilo Su — Acaraciaba la pelinegra cabecita de su hijo. — Papá está aquÃ... — Susurraba con cariño sabiendo que su hijo soñaba con su ex-esposa.
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Estaba exhausto y sabÃa que por más que jurara no volver a beber, lo volverÃa a hacer.
Kim Jong In, castaño, alto de 25 años y de piel bronceada era uno de los más jóvenes negociantes de la empresa comercial de sus padres. Las grandes empresas comerciales estaban en su familia y se caracterizaba por sus encantadoras sonrisas que cautivaban a estar a su merced como le sucede a varios socios o varias señoritas -dispuestas a todo- y ¿Porque negarlo? también a varones les gustaba aquel provocativo muchacho.
Hace mucho que habÃa descubierto su bisexualidad -cosa que sus padres aceptaban-, de echo desde secundaria lo sabÃa, cuando no dejaba de ver el perfecto trasero de uno de sus mejores amigos.
Tomó una cerveza de su refrigerador mientras observaba el jardÃn de su casa, hace mucho que sus padres decidieron mudarse al vida del campo. Mientras él se encargará de la empresa junto a su tÃo -actual gerente de las empresas Kim- bostezo teniendo hambre, en ese momento se maldecia por dar el dÃa libre a los empleados. Al menos aún tenÃa tiempo de sobra para alistarse para la boda de sus amigos.
Tomó su teléfono celular y con una sonrisa marco el número de su amigo. Espero hasta el sexto pitido cuando una voz adormilada contestaba.
— ¿Qué carajos quieres Kim? — Preguntaba molesta la otra voz.
— Jajajaja son más de las 10 de la mañana ¿SeguÃas durmiendo?
— Por supuesto que sÃ. Te recuerdo que fui YO quien te llevo a tu casa.
— ¿Porque no dormiste en mi casa? Hay varias habitaciones.
— Sabes que odio dormir en otra cama.
— Pude dormir contigo.
— Ni muerto dormirás en mi cama, estúpido.
— Jajajaja ya, ya. Eres muy gruñón. — SonreÃa mientras jugaba con los mechones de su cabello desordenado. — QuerÃa invitarte a comer ¿Qué dices?
— No...
— En tu restaurante favorito.
— ... creo. Esta bien. — Aceptó y jurarÃa que al otro lado de la lÃnea su amigo sonreÃa. — Nos vemos luego, Jong In.
— Sólo me llama por mi nombre si lo hago feliz. — Susurro para si mismo soltando una risa divertida. Le encantaba fastidiar a su amigo.Â
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Estaba por matar a medio mundo por no encontrar una estúpida cafeterÃa en todo la maldita zona. ¿Porque decidÃan cerrar justo ese dÃa?
HabÃa tomado demás y apenas recordaba como habÃa llegado a su departamento.
Byun Baek Hyun, castaño, de estatura baja y arquitecto de segunda lÃnea en la Constructora de su madre y de vez en cuando decorador de interiores. Conocido por lo dramático que puede llegar a ser ya sea en una situación o con respecto a su estilo.
— Tch — Chequeo la lengua, molesto con todos. Necesitaba una aspirina. Maldito Park Chan Yeol que lo obligó a beber un mezcla nada confiable.
Se golpeó la frente tratando de que el dolor se dispará, aunque con el movimiento sólo logró empeorarlo.
Se sentó en la banca de un parque cercano mientras observaba como empezaba llenarse por niños acompañados de sus padres. Sonrió ante un recuerdo de si mismo a temprana edad agarrando la mano de su padre mientras gritaba emocionado por todo lo que encontraba a su paso.... Sonrió con nostalgia al recordar como su padre aún lo evitaba desde que descubrió que era un bisexual.
TenÃa 17 años para ese entonces, por una mala decisión sus padres lo habÃan encontrado besando con un amigo de la preparatoria. Recordaba como su padre lo habÃa abofeteado y su madre lo defendÃa causando que discutieran.
Luego su padre no volvió a dirigirle la palabra y jamás logró contarle que era un docel. A veces refunfuñaba molesto por tener que cuidarse cada vez que tenÃa sexo como su fuera una chica, aunque agradecÃa que no fuera una.
— ¿Hola? — Contestó a su insistente celular que no paraba de sonar.
— ¡Baekkie! — Se escuchaba un grito exagerado. — No quiero espantarte — Se oÃa más tranquilo. — Estoy nervioso.... y bueno, resulta que mi traje no llega...— Susurro en un grito ahogado.
— ¡Qué¡ ¡¿QUÉ??! — Grito exasperado ahuyentando a las aves que estaban cerca y olvidándose del dolor de cabeza. — ¿Cómo sucedió esto? ¿Qué estuviste haciendo? ¿Llamaste a Jun? — Se preguntaba empezando a caminar. ¡Le habÃa costado elegir el traje perfecto para su amigo Min Seok! — No digas nada, voy para tu casa, no te muevas.
Y sin esperar respuesta empezó a buscar un taxi.
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Madrugar fue un poco complicado desde de la gran fiesta que organizó Tao por la despedida de solteros de sus amigos. Aunque agradecÃa ser tolerante al alcohol y poder cumplir a plenitud su trabajo.
Xiao Lu Han, castaño con destellos rubios, de estatura baja, 25 años y dueño de Coffe Sweet, habÃa comenzado a trabajar desde lo más bajo para llegar a tener sus propios logros y ser digno de su futuro puesto en las empresas internacionales y nacionales de su familia, la gran cadena de restaurantes en toda Asia. Razón por la que muchas veces el mismo atendÃa a los clientes sin importarle en utilizar un delantal con el logo de su cafeterÃa.
Siempre habÃa estado dispuesto a ayudar a sus amigos sobre todo a Se Hun que tenÃa un pequeño adorado niño ¿Quién no podrÃa quererlo? Bueno, además de su madre. SabÃa toda la historia ya que estaba siempre presente, incluso habÃa visto nacer a Min por lo consecuente se convirtió en su padrino y autoproclamada tÃo favorito, amaba a ese niño.
Algún dÃa deseaba tener un hijo como aquel niño tan alegre y travieso.
Porque sÃ, el era un docel, lo supo desde que nació y sus padres no pudieron estar más que maravillados después de todo siempre eran felices con la idea de ser abuelos al no poder tener más hijos.
Observo la hora y decidió que era hora de ir donde su amigo, estaba seguro que estarÃa con resaca y no sabrÃa como vestir a Su Min.
— Te dejo a cargo Yuki. — Se despidió de su asistente japonés, un señor de avanzada edad que su abuela habÃa contratado para cuidarlo y no aceptaba un "no" por respuesta.
— Cómo usted diga. Espero se divierta. — Se despidió sabiendo que no lo verÃa hasta el lunes.
— Gracias. — Sonrió y se dirigió a la bicicleta que tenÃa estacionado en la entrada para dirigirse a su departamento.
Una vez que llegó marco el número de su mejor amigo y espero pacientemente, mientras elegÃa el atuendo adecuado para la boda, evitando vestir de blanco sabiendo que Baek Hyun no dejarÃa que entrará a la boda, rÃo divertido recordando la advertencia de la noche anterior.
— Buenos dÃas Lu Han — Saludo Se Hun al otro lado de la lÃnea.
— ¿Porque no dormiste? — Pregunto directamente al notar lo ronca y adormilada de su voz.
— Su Min se resfrÃo y empezó a delirar.
— ¿Porque no me lo dijiste antes? — Reprochó preocupado. — Pude haber venido más antes para que pudieras dormir.
— No lo veÃa necesario.
— Iré a la farmacia por lo necesario, estaré dentro de unos minutos.
— Gracias Lu.
— De nada. Cuando llegué podrás descansar. También traeré aspirinas.
Tomó un bolso y metió el atuendo que habÃa elegido para luego bajar al estacionamiento del edificio y subir a su convertible directo a la farmacia.
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Odiaba que lo despertaron y más después de una buena fiesta, pero como siempre su "moreno" amigo siempre irrumpia su espacio personal.
Do Kyung Soo, pelinegro y de estatura baja. Trabajaba como abogado en la empresa de su amigo Oh Se Hun. Muchas veces tenÃa tiempo libre por lo organizada que mantenÃa su vida, aunque sus amigos siempre se encargaban de desordenarla.
Se vistió perezosamente con lo primero que vio y se tomó una aspirina para luego tomar sus llaves y dirigirse a la puerta donde se amigo lo esperaba.
A diferencia de sus amigos, el no tenÃa un estatus que defender, su familia era de clase media y sus padres hace mucho que se habÃan mudado a otra región dejándole la casa a su cuidado, sabiendo lo responsable que era.
— Sigues molesto por haberte despertado. — Afirmó Jong In al ver que le dedicaba una mirada fulminante.
— Da igual. Iremos a almorzar. — Dijo sin darle importancia, ya estaba acostumbrado a ser arrastrado por sus amigos, en contra de su voluntad. Aveces llegaba a pensar que sus amenazas ya no tenÃan efecto como cuando los conoció.
— Me alegra que exista algo que evite que me mates.
— No tientes a tu suerte.
— Jajaja de acuerdo Mr. Satán. — Sonrió con ternura ante la mirada de enojo que le dedicaba, para luego subir a su auto y arrancar una vez que Kyu Soo subiera.
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