I hate everything about you
Why do I love you?
I hate everything about you
Why do I love you?
Only when I stop to think
About you, I know
Only when you stop to think
About me, do you know?
El reconocido pocionista Severus Snape no se encontraba bien y era fácil para cualquiera darse cuenta, se veía más pálido de lo usual y sus ojeras parecían sacos violáceos, su cabello era un desastre de nudos y parecía estar siempre a la defensiva, fue por eso que Minerva McGonagall decidió visitarle en su hogar.
-Severus, es evidente que algo te sucede y sabes que puedes confiar en mí- susurró la directora tomando su mano con delicadeza
-Lo que me sucede es que me sucede es que nadie se da cuenta de la terrible y evidente verdad- siseó el hombre molesto
-Querido, sé que ocurrió algo entre Harry y tú pero es normal que las parejas discutan- murmuró la mujer con voz condescendiente- Dale tiempo y se arreglaran…
-Ese mocoso y yo no tenemos nada que arreglar, está fuera de mi vida y ahí está bien- siseó
-Severus, estás exagerando…
--¿Lo estoy?- le interrumpió- no tienes ni idea de las cosas que él… de lo que he tenido que soportar
-Sé que el carisma y entusiasmo de Harry pueden contrastar fuertemente con tu personalidad pero es justamente eso lo que os complementa, no todo debió ser malo…
-¿Carisma y entusiasmo? Ustedes sólo ven lo que él quiere que vean- murmuró enfermo de la misma cantaleta- yo soy el único que lo conoce realmente, yo soy el único que se da cuenta de las cosas que hace y del cómo me acosa día y noche sin descanso, soy el único que entiende las sutiles amenazas en sus “obsequios”, esos que ustedes tanto admiran mientras se niegan a bajarlo de su pedestal- declaró el hombre con furia
-Severus ¿Escuchas lo que dices? Simplemente resulta imposible creer que estemos hablando del mismo Harry Potter- murmuró la animaga con el ceño ligeramente fruncido
-¿Sabes? Esperaba que medio mundo mágico me dedicara esa mirada- dijo Severus observándola decepcionado- esa mirada que dice que soy un loco paranoico pero jamás lo habría creído de ti Minerva
-Muchacho…
-Lo siento pero tengo pedidos que terminar- susurró poniéndose de pie haciendo que la mujer suspirara con pesar mientras dejaba su taza en la mesita frente a la chimenea
-Lamento haberte molestado- murmuró la profesora tomando un puñado de polvos flu- ¡Despacho de Minerva McGonagall!- gritó la mujer desapareciendo entre las lamas verdes
El ojinegro se dejó caer de nuevo en el sofá y se jaló el cabello con frustración, estaba harto de las miradas de reproche y palabras condescendientes, estaba harto de escuchar como el maldito niño-que-vivió negaba que su relación hubiese terminado diciendo que tan sólo tuvieron una acalorada discusión mientras se hacía la victima narrando “las noches en vela sin su amado Sev” y el cómo supuestamente no podía consumir alimento alguno de la preocupación… y sobre todo estaba cansado de sentirse tan miserable, mientras se lamentaba de manera repentina en su mente revolotearon por tan sólo un instante las palabras de su antigua colega “NO TODO DEBIÓ SER TAN MALO…”
-Te odio tanto Harry- siseó con las mandíbulas apretadas y conteniendo las lágrimas pues no lo diría pero lo que más odiaba en ese momento era a esa pequeña parte de sí mismo que extrañaba con locura al ojiverde
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Sus manos recorrían la pulcra y suave piel con delicadeza, se atrevería a decir que incluso con un deje de devoción, sus bocas se devoraban salvajes en un beso que era todo lengua y saliva mientras sus dientes marcaban como suyos los labios ajenos. Sus respiraciones eran fuertes y descompensadas haciendo evidente su excitación, sus pieles perladas en sudor parecían arder bajo el toque del otro
-Eres hermoso- susurró el mayor sin poder creer su maldita suerte mientras observaba las suaves curvas de Harry Potter bajo su cuerpo
-Severus, Severus… por favor…- suplicó el menor abrazando sus huesudas caderas con aquellas piernas torneadas y perfectas producto del quidditch
-¿Qué es lo que quieres?- cuestionó con voz ronca
-A ti, te quiero a ti Severus, tómame ahora…
El ojinegro no se hizo de rogar, sus labios se estamparon contra los del menor mientras su mano alineaba su punzante erección contra aquella virginal entrada, con suavidad comenzó a empujarse en su interior, ganándose un suave siseó por parte de su pareja a pesar de la preparación y los hechizos lubricantes
-Agh, dioses Harry… me voy a derretir dentro de ti murmuró el mayor contra aquellos hinchados labios y resistiendo el impulso de moverse para permitirle adaptarse a la sensación
-Eres más grande de lo que esperaba- gimoteó el ojiverde respirando pesado
-Relájate mi pequeño- murmuró Severus y pasó varios minutos repartiendo besos por su rostro, cuello y clavículas
-Estoy listo, muévete Sev- pidió el menor
Esa noche ambos hicieron el amor por primera vez, se entregaron sin restricciones ni prejuicios, adoraron el cuerpo ajeno como si de una deidad se tratara, dientes y uñas marcaron la carne mientras sus palabras se grabaron a fuego en sus almas, por primera vez en su vida Harry se sintió amado sin condición y Severus se sintió atractivo, deseado mientras su joven amante besaba y mordía sus cicatrices como si fueran un preciado tesoro y en ese momento no le importó en lo absoluto su aspecto escuálido y horrible.
-Te quiero- susurró el mayor acunando a Harry contra su pecho
-Yo te amo- contestó el ojiverde besando su pecho- y espero algún día lograr que me ames con la misma intensidad…
Severus despertó con la respiración agitada y una incómoda sensación de humedad en los boxers, sus manos cubrieron su rostro con vergüenza antes de morder uno de sus puños frustrado mientras ahogaba un grito de impotencia: Había tenido de nuevo un sueño húmedo con su ex pareja.