Enrique XII:
No confío en Apolo, por eso me da mucho miedo que Miguel se haya acercado tanto a él. En realidad ya todo lo que rodea al muchacho me está dando mala espina. Mi mamá decía que te das cuenta que te estás volviendo viejo cuando asumes que tienes miedo, que temes perder lo que tienes. Y creo que eso mismo me está sucediendo.
Celeste en un principio estaba muy segura que Miguel era Tomás, especialmente después de ver la prueba de ADN, tan solo que ahora es la más convencida de que fuimos engañados y que el cantante está detrás de todo.
-¿Entonces ya estás tomando por sentado que el tal Sebastián está detrás de todo esto y que lo hizo para vengarse de Patricia?-
-Es evidente. Si lo que dijo esa mujer en televisión fuera falso, Apolo y Miguel no hubieran escapado, estarían dando la cara y defendiéndose, pero no es así, huyeron como ratas. Es evidente que sabían la verdad. ¿Y quién es el mayor enemigo de nuestra jefecita? Solo él tiene una razón para atacarla. ¿Crees que le ha hecho algo a Apolo? ¿O a Miguel? Yo lo dudo, creo que solo fueron usados en su plan -argumentó Celeste el otro día que discutimos al respecto.
-Pareces no estar enojada con ambos, es como si los defendieras. ¿No los odias después de saber que nos mintieron? -
-No voy a negar que en un principio estaba dolida, pero después de meditarlo me di cuenta que no puedo desconfiar de Miguel. En este tiempo le he llegado a conocer y sé que no actuaría con una mala intención, quizás fue utilizado o solo se dejó llevar, pero sé que no nos haría daño. Y si él ha preferido confiar en Apolo, es por alguna razón y como soy su amiga, confío en su criterio, así que yo igual confiaré -
-¿Su amiga? Te acercaste a él porque pensaste que era Tomás -
-Lo sé, pero después de compartir a su lado, de reír con él, de consolarlo cuando estaba triste… ¿en realidad debo basar nuestra relación solo porque creí que era mi mejor amigo? No puedo separar mi cariño, y sinceramente siento que lo quiero, independientemente de si es o no Tomás. Algo parecido debe sucederte a ti -y su mirada se clavó en mis pupilas, era como si quisiera encender una llama en mi interior, una que yo no había querido encontrar.
-¿Yo por qué? -
-No te hagas el imbécil. Te has enamorado, eso es evidente hasta para alguien retrasado como tú, pero la pregunta ahora es ¿de quién te enamoraste? ¿Del verdadero Tomás? Y si es así, ¿eso nació por la culpa? ¿O te enamoraste finalmente de Miguel? Y la cuestión ahí sería saber si aun sabiendo que no es Tomás te pudiste enamorar de él, sabiendo que es un muchacho cualquiera que apenas y terminó el colegio, que es muy pobre y limpia los pisos-
-No sé de qué hablas- le esquivé la mirada y es que me ardía, esas preguntas me dolían.
-En fin… la cosa es que debemos enfocarnos en el verdadero enemigo -
-¿Qué es lo que quieres hacer ahora? -ya a estas alturas me daban miedo los planes de la muchacha.
-Tenemos que investigar a Sebastián, seguirlo y descubrir qué es lo que quiere lograr -
Y claro, eso significó arrastrarnos a las afueras de la agencia Nueve, donde supuestamente trabajaba. Estuvimos toda una mañana esperando a que apareciera el sujeto, escondidos detrás de un basurero enorme, repleto de basura maloliente.
-¿Y por qué vino éste? -le pregunté a Celeste cuando vi que Marcelo la acompañaba.
-Pensé que ustedes dos ya se llevaban bien -
-¡Jamás! -respondimos ambos al unísono.
No fue grato tener al muchacho ahí, mucho menos después de plantearme si estaba enamorado de Miguel o finalmente de Tomás, porque es bien sabido que ese cretino se fue a España escapando de su enamoramiento. Y eso significaba que nuevamente estábamos interesados en la misma persona. De la mamá nos pasamos al hijo.
-Ahí está, ahí está -nos avisó Celeste cuando por fin vio al hombre salir de las oficinas.
Como nos habíamos convertido en espías, tuvimos que arrendar un auto normal para no llamar la atención y es que mi convertible sería muy llamativo. Nos subimos raudos al coche para partir nuestro rumbo tras el vehículo de aquel hombre tan misterioso.
Después de una larga travesía por la ciudad, llegamos a un barrio alejado, más cercano a las montañas, donde el hombre ingresó a una casa bastante grande y ostentosa.
-Bien, hasta aquí llegamos-comenté al percatarme que no podíamos entrar a su hogar.
-¿Qué? ¿En el colegio nunca te saltaste el muro para escapar? -se burló de mi la desaliñada dándome a entender que quería entrar al lugar.
-¿Estás loca? Una casa como esa debe tener alarmas o por lo menos un perro guardián -Marcelo pensaba igual que yo.
-Bueno, si eso sucede tendremos que correr -
Ni modo, se bajó decidida y escaló el muro como si fuera un mono salvaje.
-¡Es su turno, señoritas! -gritó burlándose de nosotros cuando ya estaba adentro.
Al parecer la seguridad de esa casa no era de las mejores, porque no escuchamos sonar ninguna alarma y no hubo un perro que nos quisiera comer. ¿Cómo se protegía ese hombre entonces? ¿Tan seguro era ese barrio?
Como ya estaba oscureciendo, nos fue fácil escabullirnos hasta llegar a la casa y escondernos debajo de un gran ventanal, desde donde podíamos ver que Sebastián estaba sentado en el sofá, leyendo unos documentos muy concentrado.
-¿Y ahora qué? -pregunté.
-Tenemos que esperar hasta que se vaya a dormir para entrar y buscar pistas -
-Sí, gran idea, especialmente por este sujeto tiene las ojeras suficientes como para pensar que se va a dormir como a las tres de las mañana. Y ya está haciendo frío, no sé si aguante hasta tan tarde-
-Qué debilucho te has puesto, Enrique -Marcelo también se burlaba de mí.
Nos hubiésemos puesto a discutir, si no fuera porque justo en ese momento escuchamos cómo Sebastián comenzó a hablar por su celular.
-Sabía que regresarías a mí. La curiosidad no te deja dormir ¿cierto? Un pajarito me contó que fuiste a ver a Pedro Sotomayor. ¿Qué esperabas? ¿Qué querías encontrar? -fue la forma en que le contestó.
-¿Con quién habla? -susurré.
-Debe ser Apolo…-
-No creíste en lo que te conté, ya veo, era evidente que irías al sur para saber si el verdadero Tomás estaba allí o no - prosiguió el hombre.
Un silencio nos invadió en unos minutos que supusimos eran usados por el cantante para replicar a otro lado del fono.
-¿Y qué querías que te dijera? ¿Que estaba involucrado en la desaparición de ese niñito? No hubieras confiado en mí ¿no? Tienes que comprenderme -
-¿Qué? ¿Entonces él sabe lo que le sucedió a Tomás? -Marcelo también estaba sorprendido.
-Si vuelves a la ciudad y te reúnes conmigo estoy dispuesto a contarte toda la verdad…-le chantajeaba.
Otro silencio. Aunque este duró más. El frío nos invadió de pronto, como si el mismísimo viento quisiera advertirnos del peligro.
-¿No quieres regresar aquí? Pues vas a tener que hacerlo a menos que quieras que tus amiguitos de Physical mueran tan jóvenes- y esta vez la voz de Sebastián sonó muy fuerte, porque estaba detrás de nosotros apuntándonos con una pistola.
No, la seguridad de su casa no era mala, sino que desde un principio quiso que entráramos. Y probablemente no recibió la llamada, sino que fue él mismo quien se contactó con Apolo sabiendo que ahora nos poseía a nosotros para chantajearlo. Habíamos caído en su trampa, y lo hicimos voluntariamente. Ahora solo nos quedaba saber si el cantante accedería a salvarnos la vida.