— ¿Qué? No, claro que no. — Rodhey soltó una carcajada.
Tony se rió un poco nervioso, era una locura. — Sólo te repito lo que él piensa.
— Está muy confundido. — Se controló su amigo y suspiró para tomar algo de aire.— Cómo sea. Cuídate, Tones. Te vuelvo a llamar en cuanto pueda. Espero que todo mejore entre ustedes.
— Yo también... Cuídate. — Escuchó cómo su mejor amigo colgaba. Permaneció así un momento. De cierta manera, sentía que esa pequeña discusión sobre Barnes los había unido más. Tal vez todo mejoraría.
Pero se dio cuenta de que era esperar demasiado en cuanto Steve volvió días después de su viaje.
Ni siquiera terminaba de desempacar, cuando llamaron a la puerta.
— Yo voy. — Le sonrió Tony a su rubio, besando su mejilla. — Descansa.
— Descansé mucho en el avión, pero gracias cariño. — Steve extraía de su maleta cada prenda que había llevado y había que lavar.
Tony se apresuró en llegar a la puerta, al abrirla no supo cómo reaccionar.
— Hola. Steve me dijo que llegaba hoy, espero no haberme aparecido antes. — Barnes le saludó. Tony no sabía qué decir, pero se movió para dejarle pasar en cuanto Steve se acercaba a ellos con una gran sonrisa.
— ¡Hola! Tengo unos minutos de haber llegado. — Steve saludó a Bucky con un abrazo y palmadas en su espalda.
No entendía lo que sucedía, pero estaba furioso.
— ¿Nos vamos? Tienes mucho por contarme. — Se dirigió al rubio y después a él. — Espero que no te moleste, Tony. Te lo devuelvo en unas horas.
Se forzó a sonreír, fingir que todo estaba bien. — Claro, diviértanse. — Ni siquiera miró a Steve, se dirigió de vuelta a su habitación. Le molestaba ver ahora toda la ropa sobre la cama.
Cuando oscureció, pasaron aún unas horas antes de que Steve volviera. Era exactamente igual que antes. Lo que hizo Barnes no había importado. Parecía como si Tony hubiese imaginado todo.
— Traje la cena, cariño. — Rogers dejó unas bolsas en la cocina.
— Gracias. — Murmuró y se sentó a ver televisión.
— ¿Te sientes bien? — Preguntó el rubio, haciendo enojar más a Tony.
— ¿Qué te hace pensar eso? — Cambiana canal tras canal.
— Te conseguí una hamburguesa. — Sonrió.
Tony cerró los ojos. No quería verle. — Pensé que la situación cambiaría, pero no. — Dejó de cambiar cuando llegó a un programa de detectives.
— ¿De qué hablas? — Steve le miró preocupado.
— Nunca lo sabes. — Fijó la vista en el televisor. — Aún eres su amigo.
Steve negó. — Él quería salir. Me envió un mensaje en el avión. Yo sólo respondí.
Stark rió y repitió. — Sólo le respondí.
— Sí... sabes que siempre soy amable. No quiero peleas ni discusiones. Él quería salir y dije que sí. Ya no confío en él como antes, pero no iba a ser grosero.
Tony temblaba. No por miedo, no por querer llorar, por furia. Siempre había sido alguien fuerte, implacable, pero Steve era su punto débil y sólo a él, tristemente, le había permitido tratarle de esa manera. No era la primera vez. Incluso en la intimidad, le permitía ser el activo, sólo porque el rubio temía ser el de abajo. Y aún así, debía soportar todos los comentarios de los demás de que él era quien tenía la suerte de estar con Rogers.
— Perfecto. — Susurró.
Steve acarició su pierna e intentó abrazarle. Tony se dejó hacer. No quería explotar delante de él.
El amor es un sentimiento tan contradictorio. No debería ser así. Extrañaba la etapa "Luna de miel", envidiaba tanto a Peter y a Wade.
— Voy a la cama. Estoy cansado. — Añadió Tony y se marchó.
Steve era así siempre. Complaciendo a todos. Bien podría dejar pasar lo sucedido. Cualquier otra persona lo haría e incluso se aprovecharía de Steve. Pero él no era así, no se sentía cómodo. Siempre se consideró el más racional de ambos. Dirían que él era el cerebro y Steve el corazón, pero no... incluso Steve no lo consideraba así. Tony era el cerebro y tenía corazón, todo lo resentía, todo lo dañaba y aún así todo lo daba. ¿Por qué? Parecía que el universo le dijera que debía reprimirse y ser cruel, pues era lo que se esperaba de él. ¿Por qué tenía que sufrir en silencio?
En otro momento habría llorado hasta quedarse dormido, pero las lágrimas ya no salían. En verdad se sentía exhausto. Podría desquitarse con Barnes, habría planeado ya tantas cosas. ¿Pero qué sentido tenía? Era Steve quien había contado sus secretos, Steve ni se había inmutado por cómo le había dañado lo que ocurrió y ahora estaba feliz, siendo amigo de él como siempre.
Nunca le defendía. Aún cuando Tony lo había hecho muchas veces, pues era Steve tan fácil de manipular y tan fácil de que lo utilicen. ¿Pero cómo puedes ser una víctima si ni siquiera sabes que lo eres? Steve estaba feliz en ese lugar. Complaciendo a todos. Era mucho más fácil.
Peleas o sigues la corriente.
Tony Stark era un luchador. Estaba harto de que abusaran de él. Peleó cuando estaba en la escuela, contra su propia familia cuando le dijeron que no podría trabajar sin su ayuda, cuando le dijeron que alguien como Steve jamás lo amaría. Siempre peleó.
Y Steve... él no sigue un plan. Sólo hace lo que se tiene que hacer en el momento.
Eran muy diferentes. Siempre creyó que se complementaban, pero no.
Y aún así lo amaba.
Sin darse cuenta, durmió. Dormir era como morir por un instante. Despertaba de mejor humor. Listo para otro día. Si Steve hacía o decía algo, eso no importaba al dormir. Los problemas no eran relevantes, no hasta que despertara.