Sanghoon se estiró y se entregó a los brazos de Min Woo, sonriéndole a su pareja. —Feliz Navidad.
Min Woo le dio a Sanghoon un lento ardiente beso antes de decir:
—¡Feliz Navidad a ti también, bebé!
Se sentía muy extraño despertar en su antiguo dormitorio en la casa de los Moon. Sanghoon se había acostumbrado a la habitación en la posada. Pero por alguna razón que no podía entender, no se había sentido como en casa. Después de todo el infierno que Sanghoon había pasado, estaba un poco perdido. —¿A dónde vamos a ir?
—En este momento —dijo Min Woo—, al cielo. —Rodó a Sanghoon, deslizando su pene en el culo de Sanghoon que estaba aún extendido por lo de la noche anterior. Sanghoon agarró el hombro de su pareja y envolvió sus piernas alrededor de la gruesa cintura de Min Woo.
—Suena perfecto. —Sanghoon rozó la punta de los colmillos en el cuello de Min Woo. Por extraño que pareciera, Sanghoon ya no era tan reacio a beber de la fuente. No cuando era la sangre de Min Woo la que sostenía su vida. Era casi poético.
Ellos dos también habían encontrado algo que aumentaba más el placer de su vida sexual. Parecía que Min Woo quería morder el hombro de Sanghoon, reclamándolo.
—Maldición, Sanghoon. —Min Woo silbó mientras movía sus caderas—. Tendré que asistir a consejería de drogas porque soy irremediablemente adicto a ti.
Sanghoon soltó una suave risa. —Eres tan cursi —susurró en el oído de Min Woo. Aunque Sanghoon se burlaba del hombre, no cambiaría nada de su pareja. Se quedó mirando fijamente al hombre que amaba, sin pestañear, sabiendo exactamente lo que Min Woo estaba diciendo—. Tu aliento es tan dulce que tus besos podrían drogarme —Sanghoon susurró mientras le robaba un beso.
—¿Sí? —Min Woo le guiñó un ojo—. Creo que te unirás a mí en esas reuniones.
Esta probablemente era la conversación más cursi que Sanghoon hubiera tenido y le encantaba. Prefería lo cursi al caos cualquier día de la semana. Su corazón se sentía ligero y no podía dejar de sonreír. Todo en lo que pensaba era en permanecer en los brazos de Min Woo por el resto de su vida.
—¿Me amarás siempre, Min Woo?
Min Woo frotó la punta de su nariz sobre la de Sanghoon. —Hasta que los ángeles me llamen a casa y la tierra deje de moverse.
El estómago de Sanghoon se agitó y perdió la conciencia de todo lo que le rodeaba; todo excepto Min Woo.
Min Woo movió sus caderas, empujando su pene dentro y fuera del cuerpo de Sanghoon. Sus labios apretados en el cuello de Sanghoon, su cálido aliento, y el sólido cuerpo de Min Woo bajo sus manos. Los labios de Sanghoon se separaron mientras arqueaba la espalda y clavaba sus uñas en la piel de Min Woo.
Retirándose, Min Woo se apoderó de las caderas de Sanghoon, empujándose más profundo, más duro, con el rostro contorsionado de primitivo placer. El hambre en Sanghoon se construía hasta que grito el nombre de Min Woo.
—Tan jodidamente hermoso. —Min Woo aceleró sus movimientos, sus dedos encajándose mientras empujaba su pene profundamente en Sanghoon. Hundió sus colmillos en el hombro de Sanghoon y luego gruñó cuando se corrió. Sanghoon gritó por el dolor y el placer de la mordedura de Min Woo que prolongaba su orgasmo.
—Feliz Navidad —Min Woo repitió mientras besaba a Sanghoon antes de sacar su pene—. Ahora levántate, perezoso. Tenemos que ir abajo.
Sanghoon se mordió el labio inferior mientras empujaba el pecho de Min Woo. —Ya veo. Me usas para tener sexo y luego huyes.
Sanghoon gritó y se rio mientras Min Woo lo levantaba de la cama.
—Ah, me has descubierto.
Después de ducharse y vestirse, se dirigieron hacia las escaleras para ver a los niños nadar en un mar de papel de regalo. Bacon estaba corriendo, saltando en picada a través del papel, chillando como si fuera el mejor momento de su vida. Hyuk le había cambiado el lazo rojo por una cinta verde que tenía una campana.
Min Woo se puso detrás de Sanghoon, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de su pareja y apoyando la barbilla en su hombro.
Su corazón se sentía pesado mientras observaba a los Moon y sus parejas compartir esta mañana de fiesta. Aunque Sanghoon ya no sentía que pertenecía aquí, él iba a extrañar a esta familia.
Sanghoon frunció el ceño, inclinando la cabeza hacia un lado. ¿Por qué la parte superior del árbol se inclinaba y se arrastraba a lo largo del techo? El maldito tenía que ser de tres metros. La estrella estaba colgando precariamente de la punta del árbol, como si estuviera a punto de saltar en bungee. ¿Qué loco había traído esa cosa de gran tamaño a esta casa?
—Hey. —Changbum bajó las escaleras y jaló el brazo de Sanghoon—. Me alegra verte aquí abajo.
Chanyong se acercó por detrás de Changbum y le entregó una caja plana, cuadrada a Sanghoon. Las manos de Sanghoon temblaban mientras la tomaba. —Esto es de mí, de Changbum, y Ryeowook —dijo Chanyong.
Min Woo se apartó mientras Sanghoon desenvolvía el papel rojo brillante de la caja. Un nudo sólido y ardiente se formó en su garganta cuando vio una placa de madera oscura en una tira de seda blanca. Sacó la placa de la seda y leyó las palabras grabadas en oro.
«En reconocimiento al hermano que lo es todo para nosotros».
—Pero… —Sanghoon se secó las lágrimas que estaban en el borde de las pestañas—. No tenemos el mismo padre.
—Hombre, eres muy afortunado —respondió Chanyong—. Pero tenemos la misma madre. Incluso si no compartiéramos el mismo ADN, aún serías nuestro hermano pequeño.
Changbum jaló a Sanghoon a un fuerte abrazo. —La familia tiene que ver con la gente que amas, y no con la sangre.
Abrazando la placa en el pecho, Sanghoon miró a Min Woo. — Gracias.
Min Woo frunció el ceño. —¿De qué?
—Amigo —Lee Joon se acercó por detrás y le dio unas palmaditas a Min Woo en el hombro mientras sacudía la cabeza—. Tienes mucho que aprender.
Sanghoon se echó a reír cuando se unieron al resto de la familia. Sacó los regalos que había comprado de debajo del árbol, pasando a su alrededor. Le entregó el suyo a Min Woo.
—Pero yo no te compré nada —Min Woo respondió mientras miraba la caja.
Sanghoon se inclinó y besó a su pareja. —Me diste el mejor regalo que jamás podría pedir.
Min Woo lo miraba, escéptico. —¿Y qué es eso?
—Tonto —Lee Joon murmuró.
—Tú —respondió Sanghoon.
Min Woo inhaló. —Será mejor que guardes el recibo.
—Sólo tienes que abrir tu regalo. —Sanghoon se mordió el labio inferior mientras se puso de rodillas delante de Min Woo.
Min Woo abrió la caja y sacó un antifaz negro. —¿Qué es esto?
Extendiendo la mano, Sanghoon la tomó y colocó la tela alrededor de los ojos de Min Woo. —Para mi superhéroe.
Lee Joon se giró hacia Mir. —¿Dónde está mi Batiseñal?
Mir puso los ojos en blanco. —Te vestiste como Batman para Halloween y ¿ahora crees que necesitas un Batimóvil?
—No. —Lee Joon deslizó su labio inferior—. Solo la Batiseñal.
—Sin esperanza —Mir murmuró.
Min Woo le susurró al oído a Sanghoon, aunque Sanghoon sabía que la audición de los Moon estaba por encima de la media.
—Ahora todo lo que tengo que hacer es comprar unas mallas, compañero, y el sexo puede ser realmente interesante.
La familia se sentó alrededor de la sala, la chimenea crepitaba mientras hablaban en voz baja entre sí. Sanghoon miró las ventanas y sonrió. Los Moon no sólo tenían colgaban cortinas oscuras, sino que había capas de gruesas colchas en las ventanas.
Nunca antes Sanghoon había conocido a una familia tan desinteresada. Incluso después del incidente con Yoogeun, Pa había sido rápido en perdonar. Mirar fijamente a los osos sólo hizo que Sanghoon se preguntara cómo alguien podía ser cruel y frío con sus hijos.
—¿Seguro que no puedes quedarte? —Chanyong le preguntó a Sanghoon.
Acurrucándose más profundamente en el pecho de Min Woo, Sanghoon no quería que este momento se desvaneciera. Todos a los que quería estaban en esta habitación. Ryeowook y Yesung habían llegado por fin, haciendo de esta mañana perfecta. —Sí, pero eso no significa que no vaya a regresar.
Min Woo le había explicado a Sanghoon lo que iba a pasar con él y aunque la idea de convertirse en un Loup Garou le aterraba, no estaba molesto. ¿Cómo podía estarlo? Min Woo no sabía que lo convertiría cuando lo alimentó para mantenerlo con vida. Además, Sanghoon se sintió como si su cambio los acercara más.
—No será lo mismo sin ti —Lee Joon admitió—. Pero si nos necesita, simplemente ilumina el cielo.
Mir puso los ojos en blanco ante su pareja. —No voy a conseguirte la Batiseñal.
Lee Joon jaló a Mir más cerca, plantando un beso en la mejilla de su pareja. —Oh, Honey bunny..., lo harás.
Sanghoon miró a Yoogeun y Hansol sentados delante de la chimenea, jugando con el montón de juguetes que habían recibido. Sonrió cuando vio a Yoogeun contemplar fascinado el juego de trenes que Sanghoon le había comprado. La máquina jalaba los vagones alrededor de la pista, por una pequeña colina, a través de un túnel, y sobre un pequeño falso arroyo.
Pero el sentimiento de que nada cambiaba se había ido. Sanghoon ahora tenía un futuro brillante por delante. Era un futuro lleno de promesas y uno al que le daba la bienvenida.
—Es sólo que Cam y Vick eran hombres malos —Junho declaró desde el sofá donde Chansung tenía la cabeza apoyada en el regazo del hombre—. No puedo creer que pasó por todo lo de la actuación y que ni siquiera estuvieran filmando.
Eso había asombrado a todos. Era suficiente que las dos personas que poseían la pequeña empresa independiente fueran malas, sino que descubrir que ni siquiera habían estado filmando las escenas fue un duro golpe para las personas que habían trabajado duro para hacer que la película fuera un éxito. Eric, él y Min Woo había dicho que Villa Kim fue elegida porque Vick pensó que podía utilizar su amistad con Jongin para encubrir lo que estaba haciendo.
Qué idiota.
Sanghoon estaba bastante seguro de que Jongin y los demás estaban haciendo que Cam y Vick pagaran. Él no quería saber los detalles. El Ultionem había estado esperando a los hombres cuando llegaron al pueblo. Cam era un shifter y Sanghoon estaba bastante seguro de que el chico sabía que estaba jodido a fondo cuando se encontró con los líderes.
En cuanto a Vick, el humano no iba a salvarse de la ira de los líderes. Los cuatro adolescentes fueron devueltos a sus hogares y Jongin había establecido citas para asesoramiento para ellos. Sanghoon había considerado lo que Sang Kyung le había dicho. Pero con su madre desaparecida, Sanghoon sabía que sus posibilidades de descubrir quién era su verdadero padre eran escasas.
Quizás algún día iría a buscar esa respuesta. Por el momento, se contentaba con ser la pareja de Min Woo.
—¿Sabes dónde van a vivir? —Eric preguntó desde la silla en la que estaba sentado con Suzy profundamente dormida en los brazos de su abuelo. Su largo cabello hasta la cintura en suaves ondas en cascada sobre el brazo de Pa. Ella siempre le recordaba a Sanghoon un ángel.
—Tengo un lugar en las montañas —Min Woo respondió. El hombre no iba a revelar dónde estaba. Era más seguro de esa manera. Cuanta menos gente supiera, mejor. Aunque Sanghoon confiaba en esta familia con su vida y la de Min Woo, el lugar tenía que permanecer en secreto—. Vamos a estar allí hasta que ambos aprendamos a controlar nuestras bestias.
—Van a aprender —dijo Pa con confianza—. Pero ya sea que decidan quedarse allí o regresar, los espero aquí cada Navidad. —Era una exigencia, no una petición.
—No lo haría de ninguna otra manera. —Sanghoon le sonrió a Min Woo. Cuando miró a los ojos del hombre, el sentimiento de estar perdido se había ido. Min Woo era su vida, su futuro y su felicidad. Sanghoon vivía en un mundo de ensueño y no quería despertar. El hombre en el que se acurrucaba con su cuerpo musculoso y su flequillo negro sobre los ojos azul pálido y la hermosa sonrisa, era su destino y Sanghoon preveía amar a su Loup Garou hasta que los ángeles le llamaron a casa y la tierra dejara de moverse.
Fin