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74. Tuyo por Siempre (08) por dayanstyle

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—¿Señor Ahn Espelimbergo?

               

Jaehyo frunció el ceño al vampiro sentado al otro lado de su escritorio. No tenía idea de quién era el hombre, pero el caballero le había dicho a Jun que necesitaba hablar con Jaehyo de inmediato.

—¿Sí?

 

El desconocido le tendió la mano. —Soy el señor Gothiem de First National Bank.

Ese no era el banco de Jaehyo, pero sabía que muchos de los no humanos preferían el First National por su privacidad y trato con el mundo paranormal. Pero la pregunta seguía siendo: ¿por qué este tipo estaba aquí para verlo? Estrechó la mano del hombre antes de acomodarse de nuevo en su asiento. —¿Qué puedo hacer por usted, señor Gothiem?

Dejando su maletín sobre el escritorio, el señor Gothiem abrió las cerraduras y le dio a Jaehyo algunos documentos.

—El señor Jung Min Park lo dejó como su contacto de emergencia, así como su supervisor personal si algo llegara a sucederle.

Los labios de Jaehyo se entreabrieron. ¿Por qué Jung Min habría hecho algo como eso? El escuchar la noticia sólo hizo que Jaehyo llorara la pérdida de su amigo una vez más. Jung Min fue la primera persona en una mucho tiempo que Jaehyo había considerado como un amigo. Se aclaró la garganta.  —¿Qué  necesitas  que  haga?  —Él  no esperaba firmar  ningún  documento,  transfiriendo  la  propiedad  de Jung Min a quien él hubiera querido.

 

—Preparé los papeles para que los firme y le dará pleno derechos a la propiedad del Sr. Park, pero... —El señor Gothiem negó con la cabeza—. Una cosa peculiar sucedió.

Jaehyo se enderezó en su silla. —¿Qué quieres decir, con peculiar?

—Soy plenamente consciente de que Jung Min murió en ese incendio. Eso es lo que se me dijo y sus cuentas han estado inactivas desde el incidente. —El señor Gothiem se aflojó la corbata—. No es que el señor Park fuera un gran gastador, pero sus cuentas nunca han estado tanto tiempo sin tocar. Como usted es el príncipe, acepté su palabra.

Jaehyo estaba totalmente confundido. —¿Qué estás tratando de decir?

—El señor Park hizo un gran retiro hace dos días... desde el interior del banco. —El gerente del banco se movió en su asiento, ajustándose la corbata con un tic nervioso—. Park Jung Min  está vivo, príncipe.

 

 

Kyu Jong se giró haciendo su mejor esfuerzo por volver a dormir, pero aún no estaba acostumbrada a un cuerpo duro acostado junto a él. Su madre le había dado a Jung Min el cuarto de invitados para dormir, pero el hombre seguía encontrando su camino de regreso a la habitación de Kyu Jong.

Pensó en lo que sería tener un lugar propio, y que Jung Min viviera con él. ¿El vampiro viviría de una tradicional manera, conseguiría un trabajo y jugaría al marido? Kyu Jong no podía imaginar a Jung Min de pie detrás de un mostrador. El hombre era más adecuado para Wall Street o algún otro trabajo importante. Él tenía un aire que gritaba sofisticación mundana.

¿Cómo sería que ellos dos vivieran juntos, funcionaría?

 

Frustrado, Kyu Jong salió de la cama y se dirigió al cuarto de baño.

 

Quizás una ducha le ayudaría a dormir. Después de regular el agua, Kyu Jong se desnudó y entró, el agua caliente le hizo gemir. El agua se sentía tan malditamente bien golpeando contra sus hombros que casi se sentía como si le estuviera masajeando. Kyu Jong inclinó la cabeza hacia adelante, dejando que el agua cayera por su rostro de su cabello empapado.

Dios, esto se sentía tan bien.

 

Algo rozó su hombro. Cuando se giró, no vio a nadie. Él no lo había esperado, pero el contacto se había sentido real. Sacudiendo la cabeza, se giró y apretó sus manos contra la pared de azulejos, dejando que el chorro caliente golpeara su espalda.

Una vez más, algo lo tocó, pero esta vez la ligera presión empezó junto a su hombro y luego recorrió hasta el fondo de su espalda, acunando su nalga derecha. Dedos invisibles moldeaban la piel de su trasero y luego sobre la cadera izquierda.

¿Estaría aun durmiendo? ¿Estaría soñando que estaba tomando una ducha y que un fantasma lo tocaba? ¿Qué otra explicación había? Al infierno con eso, ya que estaba soñando, iba a disfrutarlo.

Separando sus piernas más, arqueó la espalda, presionando su culo en la mano invisible.

 

Besos ligeros como una pluma comenzaron desde  su nuca por su cuello y se movieron hacia abajo a su hombro. Kyu Jong se estremeció. Dios, este sueño era tan real que casi creía estar despierto. Pero no podía ser, no cuando alguien le hacía sentirse vivo y no había nadie en la ducha con él.

Nunca había tenido un sueño tan erótico antes, nunca sintió tanta pasión y necesidad en su vida. Su pene se endureció, mientras el agua caía en su espalda y las manos invisibles exploraban su cuerpo.

—Tan hermoso.

 

Ni siquiera el sonido de la voz de Jung Min hizo que Kyu Jong se sobresaltara. De alguna manera, en algún lugar en el fondo de su mente, él sabía que era Jung Min desde el principio.

—¿Estoy soñando?

 

—No, mi amor. —Los labios de Jung Min presionaron el húmedo hombro de Kyu Jong. Kyu Jong apoyó la frente contra la pared de azulejos, jadeando mientras las manos de Jung Min seguían recorriendo su piel—. Esto es real y voy a tomarte esta noche.

Kyu Jong cerró los ojos, apretando su mejilla contra la pared mientras los dedos de Jung Min se deslizaban por el pliegue de su culo, sobre su agujero dolorido. El corazón de Kyu Jong se aceleró mientras se apretaba su pecho. Jung Min giró a Kyu Jong. El hombre era mucho más alto, mucho más fuerte, sin embargo, la dulzura en sus ojos fue lo que dejó sin habla a Kyu Jong.

Vio el fuerte físico del hombre, sus duros abdominales, los fuertes pectorales, y una erección que se veía dos veces el tamaño de la suya. Estaba hipnotizado.

—Tócame, mi amor.

 

Con mano temblorosa, Kyu Jong extendió la mano y pasó los dedos a lo largo del duro eje de Jung Min, el vampiro siseó ante el contacto. Jung Min bajó la cabeza recorriendo con la lengua los labios de Kyu Jong. Exigiendo que se abriera para él, Jung Min agarró las caderas de Kyu Jong y lo acercó. Permitió que su lengua lo acariciara, lo saboreara, y sin embargo, Kyu Jong quería más. Liberando el pene de Jung Min, las manos de Kyu Jong se deslizaron sobre los bíceps de Jung Min, jalando al hombre más cerca, mordiendo el labio inferior de Jung Min. Sus cuerpos estaban siendo rociados por el agua y a Kyu Jong no le importaba. En ese momento, lo único que quería era a Jung Min y lo quería más cerca de los que ya estaban.

Jung Min apretó a Kyu Jong contra la pared, el muslo insinuándose entre los de Kyu Jong. Jung Min lo levantó y Kyu Jong podía sentir presionando su saco contra ese duro y musculoso muslo. Todo su cuerpo se sentía como un nervio expuesto, sensible y receptivo a las caricias de Jung Min. Cuando Jung Min levantó la cabeza, miró a Kyu Jong con un calor abrasador en los ojos.

La mirada envió escalofríos por el cuerpo de Kyu Jong. — Cuando me miras de esa manera no te pareces al tipo muerto que encontré. —Kyu Jong hizo una mueca.

«Qué manera de ser suave, descerebrado».

 

Jung Min se rio. —Eso es una buena cosa.

 

Las mejillas de Kyu Jong ardían. —¿Podemos salir de aquí? Me estoy convirtiendo en una pasa. —Quería esconder su mortificación de Jung Min. Jung Min cerró el grifo y luego antes de que Kyu Jong supiera lo que estaba pasando, el vampiro los tenía en el dormitorio, acostado uno junto al otro, sus penes tocándose. Kyu Jong olvidó su vergüenza. Se olvidó de todo en el maldito mundo cuando Jung Min se acercó a él, amamantándose de uno de sus pezones. Una sacudida eléctrica lo recorrió, haciendo que Kyu Jong gimiera el nombre de Jung Min —y unas cuantas explicitas palabras después de eso.

 

La forma en que Jung Min lo tocaba hacía a Kyu Jong rodar la cabeza de lado a lado, sin aliento. El hombre sabía lo que estaba haciendo. Los toques de Jung Min eran como una cascada de agua sobre su piel. Kyu Jong casi gimió cuando Jung Min empezó a mamar su otro pezón.

El hombre bajó las piernas de Kyu Jong abriéndolas y deslizando la punta de un dedo sobre su pulsante agujero. Kyu Jong se estremeció ante el íntimo contacto.

—Relájate. —La voz de Jung Min era como un ronroneo en su garganta, rasposo y erótico, un suave timbre que calmó las preocupaciones de Kyu Jong. Y Kyu Jong no podía evitar el temblor que recorría su cuerpo. El pensamiento de su madre y hermanos durmiendo a unas cuantas paredes de distancia lo mantenía callado, pero lo que Jung Min le estaba haciendo tenía a Kyu Jong dispuesto a gritar, a gritar que el hombre nunca se detuviera.

El cuerpo de Jung Min se acercó al de Kyu Jong, sus labios acariciando la piel de Kyu Jong. Kyu Jong prácticamente se retorcía bajo el hombre, queriendo a Jung Min más cerca que la luz de la luna que se derramaba en la habitación. Jung Min comenzó a moverse hacia abajo y el calor inundó a Kyu Jong. Su pecho subía y bajaba mientras miraba cómo Jung Min lo tomaba con su boca.

—Oh, Dios —Kyu Jong gimió las palabras mientras sentía los duros músculos manteniéndolo en su lugar, impidiendo que se estremeciera bajo Jung Min. Firmes dedos se deslizaron por el interior del muslo de Kyu Jong mientras la otra mano se movió para separar las nalgas de Kyu Jong una vez más. Esta vez los dedos de Jung Min estaban mojados cuando rodearon la íntima apertura de Kyu Jong. Un solitario dedo se deslizó dentro del cuerpo de Kyu Jong y éste pensó que iba a perder la cabeza.

—¡Jung Min!

 

Kyu Jong se tensó, apretando sus nalgas antes de que finalmente se relajara. Jung Min llevó el pene de Kyu Jong a su garganta, succionando la erección como si fuera su comida favorita. Todo era demasiado. Kyu Jong no podía contenerse. Él se estremeció mientras una explosión ocurría en su interior. Se corrió con fuerza, disparando su semen en la garganta de Jung Min mientras luchaba por no gritar el nombre del hombre.

Estaba en una líquida piscina de éxtasis mientras Jung Min se apartaba. Pero su dedo seguía profundamente en el cuerpo de Kyu Jong, moviéndose en formas que tenían a Kyu Jong estremeciéndose. Jung Min se inclinó y besó el muslo interno de Kyu Jong antes de hundir sus colmillos profundamente. Kyu Jong no pudo detener el grito mientras se acercaba de nuevo, su pene palpitaba mientras su semen brotaba libre. El vampiro bebió mientras Kyu Jong se drenaba, sin preocupaciones, sin responsabilidades. Eran sólo él y Jung Min y nada más.

Y luego un segundo dedo entró en Kyu Jong. Pero él estaba demasiado cansado para moverse. Se quedó allí con los labios entreabiertos y los ojos medio cerrados. Ni siquiera estaba seguro de lo que eran las emociones que lo recorrían. Kyu Jong sólo sabía que no quería que este momento terminara... nunca.

Jung Min comenzó a hablar con él con ese acento, diciéndole cosas que Kyu Jong no podía entender. Sin embargo, las palabras se oían sensuales y seductoras, tejiendo una especie de magia alrededor de Kyu Jong que lo mantenían abajo. Abrió las piernas aún más, rezando para que Jung Min lo llenara.

—Paciencia, mi pequeño lobo. —Jung Min se empujó al lado de Kyu Jong, extendiéndose junto a él mientras sus dedos se abrían en tijera en el culo de Kyu Jong—. Nunca me apuro al hacer el amor.

 

Kyu Jong extendió la mano y agarró los hombros de Jung Min, jalando al hombre y tomando sus labios en un beso desesperado. Lanzando una pierna sobre la forma desnuda de Jung Min, Kyu Jong movió su mitad inferior, presionando su culo contra los dedos del hombre, haciendo todo lo posible para que entraran más profundo.

¿Cómo podía no haber sabido que algo así existía? Kyu Jong había oído hablar del sexo, de lo fantástico que era, pero él no lo sabía. Dios, él no lo sabía. Kyu Jong casi lanzó un grito de protesta cuando Jung Min sacó los dedos. No quería sentirse vacío. Jung Min le estaba mostrando un lado completamente diferente de la vida del que Kyu Jong había estado ciego, pero estaba ávido de ver más.

Una botella de loción apareció en la cama junto a Kyu Jong. Jung Min utilizó la sedosa suavidad para cubrir su pene antes de colocar a Kyu Jong sobre sus manos y rodillas. Kyu Jong gimió cuando sintió que Jung Min besaba su columna. Los labios del hombre eran mágicos.

Pronto sintió la roma cabeza del pene de Jung Min presionándose contra su agujero estirado y le tomó todo lo que tenía para no temblar. No era tan estúpido como para pensar que esto no le dolería, pero Jung Min logró relajarlo con extranjeras palabras susurradas, que Kyu Jong no entendía, pero amaba oír.

—Muéstrame el placer, Jung Min. Muéstrame las cosas que nunca he conocido antes. —Kyu Jong se arqueó ante el hombre, una necesidad tan profunda lo llenaba.

—Mi pequeño lobo —dijo Jung Min antes de que la cabeza de su pene entrara en Kyu Jong.

Los dedos de Kyu Jong se cerraron en las sábanas mientras expulsaba un largo suspiro.

 

El dolor era casi insoportable. ¿Cómo había   pensado alguna vez que el sexo sería gratificante cuando su parte inferior estaba en llamas?

—Va a aliviarse pronto —Jung Min le susurró al oído—. Sólo tienes que darle tiempo.

Kyu Jong no estaba muy seguro de eso. Estaba a unos segundos de decirle a Jung Min que saliera de él. Cerrando los ojos, Kyu Jong mordió el labio inferior y esperó que el hombre supiera de lo que estaba hablando. Jung Min comenzó a mover sus caderas, hundiendo su pene más profundo. El pene de Jung Min tocaba algo dentro de él y el cuerpo de Kyu Jong reaccionó por propia voluntad. Él comenzó a retorcerse bajo Jung Min, queriendo sentir esa sensación una y otra vez.

Jung Min se rio en su oído. —Ves, te dije que iba a mejorar.

 

Mejor era un eufemismo. Kyu Jong se sentía como si estuviera rodando más allá de la luna. Su cuerpo había vuelto a la vida e hizo todo lo que pudo para no gritar de placer. Los empujes de Jung Min se hicieron más duros, su pene llenando a Kyu Jong hasta que sintió como si fuera a romperse. El vampiro tomó un puñado del cabello de Kyu Jong y jaló, añadiendo aún más placer de lo que el hombre ya estaba haciéndole.

—Por favor. —Kyu Jong no tenía idea de lo que estaba pidiendo cuando los labios de Jung Min acariciaron su hombro, su peso cubría la espalda de Kyu Jong. Las caderas del hombre golpeaban más duro el culo de Kyu Jong mientras oleadas de placer lo lamían. Su cuerpo se inclinó ante las sensaciones que recorrían a Kyu Jong.

—Como quieras —dijo Jung Min antes de liberarse y girar a Kyu Jong de espaldas. Levantó las piernas de Kyu Jong y empujó su pene de nuevo al culo del lobo. Todo lo que Kyu Jong podía ver eran las estrellas. Su cabeza le daba vueltas mientras Jung Min se cernía sobre él, sus ojos un baño líquido de calor.    Kyu Jong nunca había visto a nadie mirarlo de esa manera.

 

—Eres mío —dijo Jung Min con autoridad, y Kyu Jong podía ver la punta de los afilados colmillos del hombre. Su pulso se aceleró al pensar que el vampiro lo mordería de nuevo. La imagen tenía su pene duro como un palo, dolía por sentir esos colmillos hundirse en su cuello una vez más.

Jung Min se inclinó y rozó sus labios sobre el cuello de Kyu Jong, provocando su carne con los puntas de los dientes. Kyu Jong se estremeció ante la anticipación. Jung Min giró sus caderas, empujando su pene dentro y fuera del culo de Kyu Jong justo antes de hundir sus colmillos en el cuello de Kyu Jong.

Kyu Jong gritó, su pene explotó por tercera vez en la noche mientras Jung Min bebía de él. Una abrumadora necesidad de morderlo consumía a Kyu Jong. No entendía de dónde venía esa necesidad.

Jung Min finalmente liberó a Kyu Jong y lamió la herida. —Es tu necesidad de reclamarme. —El hombre respondió a los pensamientos de Kyu Jong antes de ladear la cabeza hacia un lado, dejando al descubierto su cuello para Kyu Jong—. Muérdeme.

Kyu Jong repelía la idea peor el pensamiento lo excitaba también. Nunca había mordido a nadie antes, sin embargo, sus colmillos estaban creciendo. Jung Min lo veía como si Kyu Jong fuera la cosa más sexy del planeta. Sus ojos se volvieron más oscuros antes de que él pusiera su hombro en los labios de Kyu Jong. —Muérdeme.

Cediendo ante la tentación, Kyu Jong hundió sus colmillos en el hombro de Jung Min. Él esperaba que le diera asco, pero ese sentimiento no llegó. En cambio, se hizo más frenético su deseo de ser uno con Jung Min. Necesitando estar más cerca.

 

Un gruñido salió de los labios de Kyu Jong, sorprendiéndolo antes de soltar al vampiro. Jung Min siseó, el placer llenaba su expresión antes de empujar su pene y hundir el rostro en el cuello de Kyu Jong, soltó un grito ahogado mientras se acercaba.

Kyu Jong yacía jadeante, con los dedos agarrando los hombros de Jung Min mientras el vampiro acariciaba su cuello, lamiendo la marca de la mordedura que estaba seguro que estaba allí. Kyu Jong no sabía nada del mundo paranormal, pero en sus entrañas, sabía que acababa de ser marcado por este vampiro.

 

 

Jung Min levantó la cabeza cuando escuchó algo abajo. Escuchó durante un momento antes de deslizarse silenciosamente por detrás de Kyu Jong. Acomodando la manta sobre su pareja, se puso sus pantalones y luego empujó una camisa por la cabeza.

Bajó las escaleras en silencio, escuchando. Se detuvo al pie de la escalera, al oír un ruido en la sala. La casa estaba a oscuras, y él sabía que todos dormían.

Pero se mostró cauteloso. Él aún tenía una sensación en sus entrañas de que el Ultionem estaba buscándolo, para castigarlo, para hacerle pagar por su fracaso. Podría haber sido parte del Consejo, pero eso no quería decir que tuviera pase libre. Cualquier líder sabía que su primera prioridad — aparte de su pareja— era proteger a sus subordinados.

Las uñas de Jung Min se deslizaron libres, largas y letales. Sus colmillos se alargaron. Si iban a castigarlo, haría lo que fuera por proteger a esta familia. Hwe Seung se estaba apoderando de él, igual que Jin Hee. No conocía bien a Hee Jun, pero sabía que Jin Hee estaría devastada si algo le pasara a uno de sus hijos.

 

Jung Min se inclinó hacia adelante y luego se detuvo, preguntándose si estaba viendo las cosas correctamente. Un extraño estaba revolviendo el armario de la sala y poniendo cosas en una bolsa de lona. Vestía ropa oscura y guantes.

Cruzando sus brazos sobre el pecho, Jung Min se apoyó contra la pared. —¿Encontraste todo lo que estabas buscando?

El desconocido se giró, con una expresión de asombro en su rostro antes de que sacar una pistola y apuntar a Jung Min. Jung Min lo vio rápidamente. Arma o no, el hombre estaba nervioso, su mano temblaba ligeramente.

Levantando el labio en una cínica sonrisa, Jung Min se aseguró de mostrar sus relucientes colmillos. —Te sugiero que uses algo que realmente me haga daño.

Antes de que el hombre pudiera responder, Jung Min voló por la habitación, envolviendo una mano alrededor de la garganta del hombre y desarmándolo con la otra. Golpeó al hombre en la pared, dejando al descubierto sus afilados dientes. —¿Creíste que podías entrar en esta casa y robarle a mi familia?

—N-no —el hombre tartamudeó—. Lo siento.

 

Jung Min levantó el arma. —Hace unos segundos no parecía que lo sintieras. De hecho, parecías decidido a dispararme. —Un poderoso impulso lo alcanzó, dejando a Jung Min a un segundo de distancia de matar al hombre, cuando escuchó un ruido detrás de él. Se giró y vio a Hwe Seung allí de pie, uno de sus muñecos bajo el brazo.

—¿Jung Min?

 

El niño dio un paso tentativo hacia atrás, con el  ceño fruncido. Tenía la cabeza inclinada hacia un lado mientras miraba al hombre que Jung Min había inmovilizado contra la pared.

Matar al hombre ya no era una opción. No cuando Hwe Seung estaba mirando con grandes ojos inocentes.

—Regresa a la cama, cariño. —Jung Min mantuvo la mano en la garganta del intruso, se negaba a ceder. Rabia al rojo vivo lo consumió al pensar en el individuo usando su arma en esta familia. Quería meter el arma en el culo del hombre.

—Tengo sed —respondió Hwe Seung—. ¿Me das algo de beber?

—Ve a la cocina. Estaré allí en un segundo. —Cuando Hwe Seung se fue de la sala, Jung Min se giró hacia el hombre, mostrando los colmillos. Entró en la mente del hombre y vio que ya había robado un par de casas de la calle. Jung Min entró aún más en la mente del hombre, implantándole los pensamientos que querían que el intruso tuviera—. Regresarás todo lo que has robado e irás a la policía. ¿He sido claro?

Con los ojos vidriosos, el intruso asintió. Dejó caer la bolsa de lona antes de que Jung Min lo escoltara hasta la puerta principal.

—Y nunca volverás a una vida criminal de nuevo.

 —Nunca —el hombre murmuró mientras caminaba por la puerta principal.

—Impresionante. —Jung Min se giró para ver a Jin Hee de pie en la parte inferior de la escalera. Ella se aferraba a la parte delantera de su vestido, los ojos muy abiertos—. Aunque admito que estoy aterrada. Un ladrón no es un asunto de risa.

No, no lo era. —Él no va a volver. —Jung Min se agachó y tomó la bolsa de lona y comenzó a revisar lo que el  intruso había tratado de llevarse. Sólo había unos pocos artículos en la bolsa.

 

Al ver una pequeña caja, Jung Min la abrió y vio medallas de honor, sin duda, pertenecieron al difunto esposo de Jin Hee.

Oyó el gemido de ella cuando se las arrebató. Sus manos recorrían la caja, la ira llenando sus ojos.

—¿Cómo puede alguien ser tan bajo para robar algo como esto? —Se oía como si la mujer se lo preguntaba a sí misma más que a Jung Min.

—Te sorprendería lo bajo que algunas personas se hunden. —Jung Min pensó en Youngmin. En cierto modo, comprendió la necesidad del hombre de liberar al mundo de la escoria. No es que él aprobaba su manera de comerse a esa lacra de la sociedad, sin embargo la comprensión estaba allí.

Pensar en el hermano menor de Jaehyo llenó a Jung Min de pesar. Había disfrutado de la amistad que había empezado a florecer entre él y el príncipe. El impulso de llamar a Jaehyo se apoderó de él una vez más, pero empujó esa necesidad a un lado.

 

—Necesitas un mejor sistema de seguridad —le dijo a Jin Hee.

 

—O un perro guardián —ella comentó mientras devolvía la caja a su lugar sobre la chimenea. Ella pareció envejecer diez años en un abrir y cerrar de ojos cuando se giró hacia Jung Min—. Tengo que ir a la cama. Hwe Seung y yo tenemos una cita mañana temprano.

La vio caminar a la cocina y decidió que instalaría un mejor sistema de seguridad mañana. Nadie iba a meterse con su nueva familia. Jung Min mataría a cualquiera lo suficientemente tonto como para intentarlo.

 

Él había reclamado a su pareja y ahora la familia   de Kyu Jong era su responsabilidad. Esta vez, Jung Min no iba a fallar. Ninguna fuerza invisible se los iba a quitar. Ninguna fuerza invisible iba a destruir lo que ya apreciaba más que nada en el mundo.

Cuatro.

 

Jung Min podía cuidar a cuatro personas

 

Continuara..


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