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74. Tuyo por Siempre (08) por dayanstyle

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Kyu Jong bebió el té que el señor Phillips le había ofrecido una vez que estaban sentados en la cocina del hombre. El interior de la casa no era nada como Kyu Jong había imaginado. No después de ver lo que había en el sótano del hombre.

Él había esperado ver cadenas que colgaban de los techos o pieles por todas partes, como un taller de taxidermia o algo así. Pero la cocina era luminosa, decorada en tonos blancos y amarillos. Era muy alegre.

—Llámame Argo —dijo Phillips—. Siento no tener nada de carmesí para ofrecerte, pero no hay muchos vampiros por estos lugares.

—Soy Jung Min y él es mi pareja, Kyu Jong. —Jung Min le dio la mano a Argo antes de tomar asiento junto a Kyu Jong.

—Un vampiro y un shifter lobo. —Argo sacudió la cabeza—. Que me condenen.

Kyu Jong tenía mil preguntas que hacer. Quería saber todo acerca de los shifters lobo, pero sabía que Jung Min había entrado para pedir algo, así que Kyu Jong sólo bebió su té y esperó.

—Me preguntaba si alguna vez has oído hablar de un humano que se convierta en lobo —Jung Min dijo por fin después de todos los saludos.

Kyu Jong se sentó en el borde de su asiento, con la esperanza de tener una buena noticia.

 

El señor mayor negó con la cabeza, echando por tierra cualquier esperanza a la que se aferraba Kyu Jong.

 —He oído hablar de uno convertirse, pero fue después de que el humano fue mordido por un vampiro infectado y luego reclamado por su pareja. Eso no es algo que yo le desee a nadie.

No había manera de que Kyu Jong permitiera que Hwe Seung fuera mordido por un rebelde y fuera infectado, y era demasiado joven para ser reclamado. Además, no había ninguna garantía de que Hwe Seung tuviera una pareja.

Las cosas se veían bastante lúgubres.

 

—¿Quieres decir infectado con Liquid Wrath? — preguntó Jung Min.

Argo asintió.

 

Kyu Jong no tenía ni idea de lo que estaban hablando. Siguió sentado allí acunando su taza con las manos, preguntándose cómo iba a salvar a su hermanito. Tenía que haber algo que pudieran hacer.

Argo ladeó la cabeza hacia un lado, con los ojos oscuros estudiando a Jung Min.

—Por qué no vas con el Ultionem. Estoy bastante seguro de que si alguien puede ayudar, ellos son los que pueden hacerlo.

Kyu Jong frunció el ceño. —¿Que es el Ultionem?

 

Las cejas de Argo se dispararon. —Ellos son el Consejo no humano para nuestra tipo, hijo. Establecen las leyes y mantienen la paz. —Argo se rascó la barbilla—. Veo que realmente necesitas ayuda para saber todo.

 

El hombre no tenía ni idea. Kyu Jong había arrastrado a un hombre muerto. ¿Qué tan ingenuo había sido? Había tantas cosas que no comprendía. —Duh.

Jung Min soltó una carcajada ante la respuesta de Kyu Jong antes de mirar a Argo. —Creo que Kyu Jong regresará a hablar contigo.

—Sigo pensando que necesitas ponerte en contacto con el Ultionem. Si su problema es tan grave, entonces sería la mejor opción —dijo Argo.

Kyu Jong podía ver que Jung Min se puso rígido. Mencionar el Consejo tenía a Jung Min intranquilo. Pero ¿por qué su pareja les temía a los líderes?

—Gracias. —Kyu Jong devolvió la taza a Argo—. Por cierto, ¿por qué tienes ataúdes en tu sótano?

 

El hombre se echó a reír. —Encuentro cosas que otras personas están vendiendo baratas, las compro y luego las vendo a un precio más alto en eBay. Es una pequeña cosa que me mantiene ocupado.

Kyu Jong resopló ante la lógica explicación. El tipo parecía estarse convirtiendo en un héroe. Lástima que no fuera un crimen real para roer.

Jung Min y Kyu Jong dejaron a Argo y se dirigieron de nuevo hacia la casa de Kyu Jong.

La camioneta estilo equipo de futbol de mamá estaba frente a la casa de Kyu Jong. Kyu Jong gimió cuando vio a Vick salir desde el lado del conductor y apresurarse hacia ellos.

—¿Y bien? —Vick preguntó un poco demasiado entusiasmado—. ¿Mató a su hijo?

Kyu Jong palmeó la cara. —Ya te dije que no.

 

—¿Y  le  crees?  —Vick  entrecerró  los  ojos—. ¿Cómo sabes que está diciendo la verdad?

 

No había manera de que Kyu Jong pudiera decirle a Vick lo que él y Jung Min habían descubierto. El hombre ya estaba demasiado entusiasmado con resolver un crimen que resultó no ser realmente un crimen. El hombre probablemente tendría un orgasmo allí en la entrada de su casa, si se enteraba de que existían los no humanos. Hal argumentaría que Kyu Jong estaba mintiendo. Bob se asustaría y huiría.

Y Siwoo... bueno, Siwoo lo más probable es que deseara saber cómo podía ser uno de ellos.

Los cuatro hombres eran un total desastre.

 

—Vete a tu casa, Vick —dijo Jung Min—. Te dije que te daría esta noche y resultó que Argo es inofensivo.

—Oh, ahora es Argo, ¿verdad? —Vick giró la cara en una mueca—. ¿Cómo te compró?

Kyu Jong no podía evitarlo. Se echó a reír. Era una locura que había habido una familia shifter viviendo en su calle todo el tiempo y él no lo sabía. Todos esos años preguntándose qué tipo de monstruo era y pudo haber tenido sus preguntas contestadas. ¿Cuántas noches había  permanecido despierto, maldiciendo el hecho de que se había convertido en un lobo? ¿Cuántas veces se había sentido deprimido porque pensaba que era el único de su especie?

—Él está... uh... ¿Está bien? —Vick le preguntó a Jung Min—. Él no va a enloquecer, ¿verdad?

—Ya hemos terminado —Hal gritó desde el lado del pasajero de la camioneta.

—Vamos, Vick. Bob está a segundos de enloquecer porque seremos capturados. No quiero tener que darle una bofetada si también enloquece.

 

Vick entrecerró los ojos azules hacia Jung Min.  —¿Estás seguro de que él no mató a nadie? Porque si no es así, sólo hazme saber cuál es tu plan y yo estoy dentro.

De repente Kyu Jong se dio cuenta de que Vick no quería que arrestaran al señor Phillips. El tipo quería seguir alrededor de Jung Min, ser su amigo. A Vick le gustaba estar alrededor, estar con sus amigos y tratar de encajar en alguna parte. Estaba solo.

Jung Min debió de leer sus pensamientos, porque dio a Kyu Jong una sonrisa que decía que finalmente comprendió la difícil situación de estos hombres. Los cuatro eran solitarios y sólo buscaban a alguien que los entendiera, que quisiera estar cerca de ellos.

—Te diré algo —dijo Kyu Jong—. He oído que el señor Coverly de la calle Salmon estaba actuando muy    peculiar. ¿Por qué no lo revisan? —Miró a su pareja, esperando que Jung Min no protestara—. Te ayudaremos a resolver ese crimen, si es que existe.

Los ojos de Vick se iluminaron. —¿En serio?

 

Bueno, el señor Coverly estaba senil, por lo que podría ser verdad. El tipo había empezado a gritarle a su gato muerto que estaba enterrado en su patio trasero. Quizás eso le daría a Vick y al resto de los hombres algo que hacer. —Sí

—respondió Kyu Jong.

 

Vick comenzó a correr hacia el lado del conductor de la camioneta, y antes de rodearla señaló con un dedo a Kyu Jong.

—Si esto es real, ¿puedo regresar aquí por ustedes dos?

—Esta noche no —Jung Min intervino—. Investiga primero. Kyu Jong reprimió su sonrisa cuando Vick asintió y se fue.

Kyu Jong podía ver a Hal poniendo los ojos en blanco, pero sabía que el hombre disfrutaba esto tanto como Vick.

 

Jung Min se giró hacia él, cuando la camioneta se apartó de la entrada.

 

—Muy astuto.

 

Kyu Jong se encogió de hombros. —Ver al señor Coverly rascarse el trasero y oler sus dedos debe mantenerlos ocupados por un tiempo. —No había olvidado la reacción de Jung Min a la mención del Consejo. Kyu Jong respiró hondo y le preguntó—: Entonces, ¿estás huyendo del Ultionem? ¿Es por eso que te encontré en el bosque?

 

 

—No, no lo haré. —Jin Hee cruzó los brazos sobre el pecho, dándole a Jung Min una mirada desafiante—. No voy a tomar tu dinero, Jung Min. Yo puedo manejar esta familia muy bien.

—No hay absolutamente nada de malo en aceptar ayuda de vez en cuando.

Sus ojos se estrecharon. —¿Pedí ayuda?

 

Para una mujer humana, ella era tan terca como el día era largo. Jung Min tenía la tentación de entrar en su oficina en la casa y encontrar sus facturas y pagarlas sin que lo supiera. Pero esa no era la forma en que hacía las cosas. Él no iba a obligarla a aceptar lo que le estaba ofreciendo. —Bueno, vamos a manejar esto de una manera diferente.

No se veía convencida. —¿Cómo?

 

—Desde ahora estoy viviendo contigo, dime cuál es mi parte equivalente de los gastos. —Ahora eso era una petición razonable—. Me niego a vivir aquí por diez centavos.

 

Jin Hee rio. —Teniendo en cuenta que es mi casa, no tienes elección. —Él podía ver las ruedas girando en su cabeza, reflexionando en su mente sobre la proposición.

—Y por favor, no me insultes diciendo que me puedo quedar aquí de forma gratuita. —Jung Min alisó su mano por su camiseta, un hábito que tenía cuando llevaba un traje—. La oferta es más que justa, Jin Hee.

Antes de que pudiera responder, sonó el timbre. Jin Hee se vio aliviada por la distracción. —Espera un momento —dijo mientras salía de la cocina.

Jung Min dejó el sobre que contenía el dinero que estaba ofreciéndole a Jin Hee en el mostrador. Él iba a encontrar una manera de convencerla de que tomara el maldito dinero. Nunca antes había trabajado tan duro para conseguir que alguien tomara dinero de él.

Mientras esperaba a que regresara, un recuerdo de hace mucho tiempo flotó en su mente. Francia, hace trescientos años, un varón humano rogándole a Jung Min que se quedara. Jung Min había intentado pagarle al hombre para que se fuera, pero Samuel no quería oír hablar de eso. El hombre insistía en que no podía vivir sin su amor. Samuel había terminado quitándose la vida después de que Jung Min se había ido. Ese recuerdo había perseguido a Jung Min por mucho tiempo.

Tanto dolor. Tanta destrucción. Él no iba a llamar al Ultionem, ni siquiera a Jaehyo. Pero podía llamar al doctor de los lobos para ver si era posible convertir a Hwe Seung sin infectarlo.

Había esquivado la pregunta anoche cuando Kyu Jong le había preguntado por el Ultionem. Jung Min no estaba preparado para hablar de ellos o de cómo había terminado en el bosque. Los recuerdos eran aún demasiado  doloroso, demasiado    crudos.   Afortunadamente   Kyu Jong no había presionado.

 

Jin Hee regresó con una extraña expresión en su cara, señalando por encima del hombro. —Es para ti.

Jung Min había estado tan absorto en sus pensamientos que no había sentido la abrumadora presencia y la energía que vibraba a su alrededor.

Agarró a Jin Hee por los brazos y la empujó hacia las escaleras.

—Vete, y no dejes entrar a nadie hasta que yo te diga.

 

—Me estás asustando, Jung Min. —Ella lo miró con los ojos muy abiertos—. ¿Qué está pasando?

Antes de que pudiera responder, Him Chan salió del rincón oscuro, sus ojos se iluminaron como una llama. Se quedó allí, siniestro, mientras Kiseop aparecía en la cocina, seguido por Jaehyo, Changjo, y que Jongin entraron por la puerta principal. Nam Joon entró por la puerta trasera. Jin Hee miraba a los hombres que invadían su casa y luego de nuevo a Jung Min.

—Sólo tienes que irte, Jin Hee. Ella asintió y se fue arriba.

Jung Min se giró, dejando al descubierto sus colmillos. —Si han venido a castigarme, todo lo que pido es que lo hagan en otro lugar. Esta es la casa de mi familia y mi familia no merece ser castigada por mis crímenes.

Kyu Jong corrió escaleras abajo, patinando hasta detenerse cuando vio al grupo de hombres de pie en la cocina. Sus ojos se agrandaron mientras llegaba junto a Jung Min. —Dime que esto es una convención de rudos motociclistas y estos hombres se detuvieron por una donación.

 

—¡Estás vivo! —La mano de Jaehyo cayó sobre  el mostrador, Jung Min se sorprendió de que el duro granito no se agrietara. La furia en los ojos del hombre era tangible mientras miraba a Jung Min.

—¿Por qué no te comunicaste con nosotros? — preguntó Jongin—. ¿Por qué te has estado escondiendo aquí? —El Alpha de los lobos Timber miró alrededor de la cocina, pero Jung Min podía ver el alivio en sus ojos gris claro.

—¡No le griten! —Kyu Jong gruñó, mirando de Jongin y a Jaehyo—. ¿Quién infiernos son ustedes para exigir algo?

Jaehyo giró sus ojos hacia Kyu Jong, y Jung Min rápidamente empujó a su pareja detrás de él. Nunca antes había visto al príncipe tan enojado.

Jung Min quería enviar a Kyu Jong arriba, pero sabía que el hombre no se iría.

Kiseop saltó sobre el mostrador y miró fijo a Kyu Jong. —Él es tu pareja.

—Lo es —Jung Min admitió—. Y voy a matar a cada uno de ustedes si creen por un segundo que hay que castigarlo conmigo.

—¿Por qué sigues hablando de ser castigado? — preguntó Nam Joon—. ¿Qué infiernos sucede, Jung Min?

Todas las cabezas en la cocina se giraron bruscamente hacia la puerta trasera cuando se abrió de golpe. Vick corrió a la cocina, una pala levantada sobre su hombro. —Vi a estos personajes sospechosos que llegaban a tu casa. ¿Necesitas ayuda?

Esto se estaba convirtiendo en un maldito circo. Jung Min habría empujado la sugerencia en la cabeza de Vick de que se fuera, si creyera que funcionaría.

 

Jongin parecía divertido cuando vio a Vick y su pala.

—¿Un amigo tuyo? —preguntó el Alpha.

 

—Claro que sí —dijo Vick—. Jung Min es mi amigo y voy a usar esta arma en cada uno de ustedes. —Vick se giró hacia Jung Min y trató de susurrar, pero Jung Min sabía que era un intento inútil. Todos los hombres de la habitación tenían una audición superior—. Chico, cuando te metes en problemas, lo haces a lo grande.

—¿Es seguro entrar? —Bob gritó desde la sala.

 

Jaehyo arqueó una ceja. La situación era extraña como el infierno, pero Jung Min estaba extrañamente conmovido por el heroico esfuerzo que Vick estaba teniendo. El hombre estaba a punto de acabar con el Ultionem para defenderlo. Aunque Vick no tenía ni idea de quiénes eran estos hombres.

Kyu Jong se movió hacia adelante y agarró un gran cuchillo de cocina del bloque de cuchillos, empuñando la cosa delante de él. —¡No pueden tenerlo!

Jung Min tenía más miedo que Kyu Jong se cortara él mismo que utilizara la cosa correctamente.

—¿Por qué no te pusiste en contacto conmigo? — preguntó Jaehyo.

Jung Min se detuvo. El príncipe en realidad parecía... herido.

—Le fallé a mi aquelarre —Jung Min finalmente admitió—. Yo dejé que murieran. —El dolor lo llenó, casi logrando que cayera de rodillas. Si estos hombres querían venganza, él no lucharía contra ellos.

No mientras Kyu Jong y su familia estuvieran a salvo.

 

Jongin se apoyó en el mostrador y cruzó los brazos sobre el pecho. —No veo una jodida en tu pecho.

 Jung Min sacudió la cabeza. —¿Qué significa eso?

 

—Está tratando de decirte que no eres Superman — Kyu Jong intervino. Kyu Jong se giró hacia Jung Min, aunque aún sostenía el cuchillo levantado—. ¿Qué quieres decir con que le fallaste a tu aquelarre?

—¿Qué es un aquelarre? —Vick preguntó mientras miraba de Jung Min a Jaehyo.

—Un culto —Bob gritó desde la otra habitación—. Yo no necesito estar involucrado en esto. Aún tengo que ir a la corte, Vick. Ellos no pueden poner en mi informe que yo adoro a Satán.

Jung Min puso los ojos en blanco.

 

—¿Quién es ese tipo? —preguntó Kiseop—. Es muy entretenido.

Vick señaló con la pala a Kiseop, el objeto contundente se veía cada vez más y más ridículo desde que Vick estaba allí. —Tienes las orejas puntiagudas.

—Y tu una cabeza cuadrada —Kiseop  respondió mientras cruzaba sus piernas y se apoyaba—. No hay que burlarse el uno del otro.

Jaehyo se adelantó y Jung Min se odió por dar un paso atrás. Se recuperó y colocó su cuerpo frente a su pareja con una mirada desafiante. —Deja a Kyu Jong fuera de esto.

—Jongin tiene razón —dijo Jaehyo.

 Jongin ahuecó su oreja. —Lo siento, no oí. Dilo fuerte.

 El príncipe hizo caso omiso del Alpha y siguió hablándole a Jung Min.

 

—No  podrías  haberlos  salvado, Jung Min. Nadie podría haberlo hecho. Soo Man se está fortaleciendo.

 

—¿Soo Man? —Jung Min no estaba seguro de lo que Jaehyo estaba diciendo—. ¿Cómo pudo Soo Man haber causado tal destrucción si yo ni siquiera lo vi ahí?

—¿Qué viste? —preguntó Changjo.

 

Los recuerdos se precipitaron de nuevo a Jung Min como un maremoto. No quería recordar los gritos, la sangre, ni la matanza de su pueblo. Aún no estaba seguro de cómo había sobrevivido. Y la culpa de estar vivo mientras los demás estaban muertos era como una enfermedad cancerosa que recorría sus venas.

—Déjame entrar —dijo Jaehyo en voz baja a Jung Min—. Deja que te vea.

 

Jung Min no quería dejar a Jaehyo entrar, no quería que nadie viera el horror ni su impotencia por no poder hacer nada más que ver. La vergüenza caía en cascada sobre él y ni siquiera se sentía digno de ser la pareja de Kyu Jong, de encontrar la felicidad cuando tantos habían muerto.

—Por favor. —Jaehyo tendió la mano cerca de la cara de Jung Min. Había compasión y comprensión en los ojos oscuros del hombre mientras miraba fijo a Jung Min.

—¿Qué va a hacerte? ¿Va a hacerte daño?  — preguntó Kyu Jong, su tono hostil mientras sostenía el cuchillo, mirando de Jung Min a Jaehyo—. No voy a permitir que te haga daño.

Jung Min se giró hacia Jaehyo y le hizo un serio gesto. Invitar a un vampiro a entrar en la mente no era un privilegio dado a la ligera.

Hombres habían muerto a causa de la invasión de otra persona sin invitación. La sala se quedó en silencio  cuando Jung Min se obligó a estar allí y permitir a Jaehyo recorrer sus recuerdos, ver las imágenes más dolorosas.

 

Para sorpresa de Jung Min, Jaehyo se detuvo en recuerdos que ni siquiera sabía que tenía, imágenes que le hizo cuestionar todo. El hombre que había sacrificado el aquelarre de Jung Min no había sido invisible. Él sólo se había movido tan rápido que el ojo humano no pudo seguir su ritmo. Pero Jung Min no reconoció al hombre. No era Soo Man. Y no había manera de que él pudiera haber detenido a esta persona desconocida. Sus movimientos iban a la velocidad del rayo, su sed de muerte nunca se apagaba. Él se movió a través de aquelarre de Jung Min como una sombra que no tenía límites.

Jaehyo se acercó y tomó la mano de Nam Joon, mostrando al líder alado lo que había en la mente de Jung Min.

Nam Joon palideció. —No —susurró—. Eso no puede ser.

 —¿Qué? —Kyu Jong preguntó mientras rebotaba de un pie a otro—. ¿Qué sucede?

—¿Qué infiernos le están haciendo? —Vick preguntó mientras bajaba su pala—. Por favor, dime que una orgía no está a punto de estallar. Me gustas, Jung Min, pero no me gusta eso.

Siwoo asomó la cabeza por la esquina, con los ojos parpadeantes a cada hombre. —Estoy disponible.

—Vete, Siwoo —dijo Kyu Jong.

 —¿Quién es él? —Jung Min le preguntó a Nam Joon—. ¿Por qué atacó mi aquelarre?

—No estoy seguro de por qué atacó tu aquelarre — respondió Nam Joon—. Pero su nombre es Lee Min Ho. Es un antiguo dios, cruel, que habita en el rincón más oscuro del infierno. Alguien lo ha desatado.

 

—Pero Soo Man... —Jaehyo protestó.

 

Nam Joon negó con la cabeza. —Lee Min Ho implantó la imagen en la cabeza de Soo Man de que él era el responsable de la destrucción del aquelarre de Jung Min. Lee Min Ho no quería que nadie supiera que estaba allí. Él necesitaba un chivo expiatorio.

Kyu Jong agitó sus brazos alrededor. —¿Podría alguien decirme qué está pasando?

—Ustedes realmente entran en esas cosas de rol —dijo Vick—. ¿Puedo entrar? ¿O no soy lo suficientemente cool para su club secreto?

Si Vick sólo supiera lo que estaba pidiendo, Jung Min estaba muy seguro de que el hombre saldría corriendo y gritando de la habitación. Jaehyo hizo un gesto con la mano delante de la cara de Vick y el humano adquirió una expresión en blanco.

—No recordarás nada de esto. Vete a casa —dijo Jaehyo.

Vick asintió, se giró y se fue. Jaehyo hizo lo mismo con Hal, Bob, y Lester. Los cuatro hombres se fueron en silencio.

—He perdido la capacidad de hacer eso —admitió Jung Min.

Jaehyo suspiró. —No has perdido la capacidad, Jung Min. La tienes reprimida. Es posible que hayas tratado de limpiar sus mentes, pero en el fondo, no querías que olvidaran quién eres.

Una vez más, los ojos de Jung Min se abrieron ante la revelación de Jaehyo. ¿Por qué infiernos iba a querer que Vick y su banda de hombres tontos le recordaran? Jung Min apartó el pensamiento. Examinaría los porqués otro día.  — ¿Cómo me han encontrado?

 

—Tu vecino —respondió Changjo—. Argo Phillips.

 —Ese hijo de puta chismoso —dijo Kyu Jong con un gruñido—. Justo cuando crees que estás formando un enlace con alguien, te apuñala por la espalda.

Jung Min jaló a su pareja a sus brazos, acariciando la espalda de Kyu Jong mientras escuchaba a Jaehyo.

—Nos han dicho que tienes una situación que pudiera necesitar nuestra ayuda —dijo Jaehyo—. Me sorprendió bastante cuando me dijo dónde estabas. —El príncipe miró a su alrededor—. ¿Los suburbios?

Ignorando la obvia diversión de Jaehyo, Jung Min se sentó ante la mesa, colocando a Kyu Jong en su regazo mientras le explicaba la situación de Hwe Seung. Las sonrisas de diversión en muchos de los rostros de los hombres se desvanecieron cuando Jung Min terminó.

—Hiciste lo correcto al no convertirlo —dijo Jaehyo—. Él se arrepentiría y quedaría resentido por mantenerlo en el cuerpo de un niño.

—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Kyu Jong—. Ya perdí a mi padre. Me niego a creer que no hay ayuda para Hwe Seung.

Como si al decir su nombre lo hubiera conjurado, Hwe Seung asomó la cabeza por la esquina, alas de hadas unidas a su camisa mientras miraba a cada hombre. Kiseop se aclaró la garganta y se deslizó del mostrador, colocándose en cuclillas delante de Hwe Seung al tiempo que extendía la mano. —Soy Kiseop.

Los ojos azules de Hwe Seung se posaron en Kyu Jong y Jung Min antes de estrechar la mano del elfo de las Sombras. —Soy Hwe Seung. ¿Quieres jugar con mis dragones?

 

¿Cómo infiernos puede alguien no enamorarse de ese niño?

 

Jung Min estaba empezando a ver a Hwe Seung como su propio hijo. Sus ojos de duendecillo brillaban con una inocencia que se apoderó del corazón de Jung Min, haciéndole hervir de ira ante el destino que era tan cruel con el adorable niño.

Kyu Jong se levantó del regazo de Jung Min y agarró a Hwe Seung, protegiendo a su hermano mientras señalaba con el cuchillo a Kiseop. —Ni siquiera te conozco. No conozco a ninguno de ustedes. ¿Cómo sé que no están aquí para lastimar a Jung Min u obtener su venganza lastimando a mi familia?

Jung Min saltó de la silla cuando Kiseop se levantó en toda su estatura, mirando hacia abajo a Kyu Jong. El hombre pudo haberse suavizado en cierto modo desde el apareamiento con Hoon y de dar a luz a su hija, pero en estos momentos el elfo les recordó a todos que aún era un temido elfo de las Sombras.

Kyu Jong empujó el cuchillo hacia la cara de Kiseop. —Podré ser pequeño, pero ¡te apuñalaré los ojos!

—Cálmate, Kyu Jong. —Jung Min se movió para tomar el cuchillo de su pareja, pero Kyu Jong movió su mano demasiado rápido—. Ellos son el Ultionem.

Kyu Jong frunció el ceño ante Kiseop. —Eso sólo me dan ganas de utilizar este cuchillo. Sé que no querías que te encontraran. No soy estúpido, Jung Min. Yo pude haber arrastrado un cadáver a casa, pero tengo algo de inteligencia.

—¿Qué hiciste? —Jongin preguntó mientras sus cejas se alzaron.

—Yo soy uno de ellos, Kyu Jong —dijo Jung Min, aunque   no estaba seguro de si eso seguía siendo cierto—. Yo era uno de los líderes Ultionem hasta que mi aquelarre fue sacrificado y quemado.

El cuchillo en la mano de Kyu Jong vaciló. —¿Ahora me dices eso? —La columna vertebral de Kyu Jong se tensó recta como un lápiz con una expresión melancólica en su rostro—. Entonces, ¿quién era el hombre que me atacó en el bosque el día que te encontré? Nunca me lo explicaste.

—Un rebelde —respondió Jung Min—. Él era un vampiro que perdió su camino y ahora drena a sus víctimas hasta secarlas.

—Asqueroso —dijo Hwe Seung desde atrás de Kyu Jong—. Voy a necesitar terapia para esto.

Kyu Jong se encogió de hombros. —Es algo que mi mamá dice de vez en cuando.

Hwe Seung asomó la cabeza por un lado de Kyu Jong y alzó la mirada hacia Kiseop, una mirada suplicante en sus ojos azules.

—¿Me puedes arreglar?

 

—¿Puedes? —Jung Min se giró para ver a Jin Hee de pie en la parte inferior de la escalera, la desesperación llenaba su rostro—. ¿Pueden sanar a Hwe Seung?

—No sin infectarlo con Liquid Wrath y buscar en el mundo a su pareja —dijo Jung Min—. Y entonces tendríamos que esperar hasta que madurara.

Jongin levantó una mano. —¿Y si pudiéramos tener sangre shifter, e infundirle la sangre de Yoogeun, y…?

—Eso nunca funcionará —argumentó Jaehyo—. Yoogeun podría ser la cura para la Liquid Wrath, pero lo que estás diciendo es imposible. No puedes infectar a un niño con esa droga de la calle. Vas a matarlo.

 

—Ya me estoy muriendo —susurró Hwe Seung—. Escuché a los doctores. Y no soy tonto.

 

—Oh, cariño. —Jin Hee fue a su hijo y levantó a Hwe Seung a sus brazos, lágrimas formándose en sus ojos—. Eso no es cierto.

—Sí, lo es Hwe Seung argumentó—. Deja de tratarme como a un niño.

—¿Qué edad tienes? —preguntó Changjo.

 —Cuatro y medio —Hwe Seung declaró con orgullo.

 

—Los doctores utilizan medicamentos milagrosos todo el tiempo —Nam Joon argumentó—. Están apenas en prueban de laboratorios antes de que sean dadas al público. ¿Por qué no podemos mezclar la sangre de shifter con la de Yoogeun? ¿Por qué no podemos probar?

—¿Qué es esa cosa de Liquid Wrath? —preguntó Kyu Jong, y Jung Min sabía que Kyu Jong sería el shifter para ser voluntario. Su pareja no lo permitiría de otra manera—. No voy a darle drogas de la calle a Hwe Seung. Estoy empeñado en curarlo, pero no voy a verlo convertido en un adicto. —Kyu Jong finalmente dejo el cuchillo antes de pasarse las manos por el largo y rubio cabello, caminando por la cocina—. Toda mi vida me he preguntado quién era yo. Pensé que era un capricho de la naturaleza, una abominación. Por una vez siento que tengo un propósito, como si supiera qué clase de vida debería llevar. Mi trabajo consiste en salvar a Hwe Seung, pero no le daré drogas.

—Así no es cómo funciona el medicamento —explicó Him Chan—. Para los seres humanos, es letal.

—¿Y quieren darle eso a Hwe Seung? —Kyu Jong se veía como si estuviera a punto de estallarle un vaso sanguíneo—. ¿Están locos?

 

—Combinado con la sangre de shifter, y la cura — argumentó Jaehyo—. Podría funcionar.

 —Podría —Kyu Jong argumento—. Esa no es una palabra muy reconfortante.

—Que lo intenten —dijo Jin Hee.

 

Kyu Jong se dio la vuelta, con la boca abierta mientras miraba a su madre.

Pero Jin Hee se mantuvo firme, con los hombros firmes como un palo. —Ya perdí a mi marido. Voy a hacer lo que sea necesario para salvar a mi pequeño niño. Voy a intentar cualquier cosa, hacer lo que estos hombres piensen que pueda funcionar, Kyu Jong. Gracias por defender de Hwe Seung, pero esta es mi decisión.

Kyu Jong salió de la cocina. Jung Min fue tras él. Atrapó a Kyu Jong en la sala, deteniendo a su pareja en seco. —¿Por qué estás tan en contra de esto?

—Has perdido gente que te importa —dijo Kyu Jong—. Sabes lo doloroso que es. Yo… —Kyu Jong le dio a Jung Min su espalda mientras sus hombros se hundían—. No quiero pasar por esa pesadilla de nuevo. Me llevó una eternidad superar la muerte de mi padre. Ni siquiera puedo imaginar perder a Hwe Seung.

—Entonces vamos a tratar —dijo Jung Min—. No cierres la puerta a alguna posibilidad. Si se llega a eso... —Jung Min dudó. No quería hacer promesas que no pudiera cumplir, pero no quería que Kyu Jong sufriera—. Si se llega a eso, lo voy a convertir.

Kyu Jong se giró, sus ojos muy abiertos mientras miraba a Jung Min. —Pero dijiste que iba a resentirse el ser mantenido en un cuerpo de cuatro años.

—Entonces, ¿qué quieres que haga? —preguntó Jung Min—. No quieres tratar de convertirlo en un shifter, y tampoco quieres que quede atrapado en un niño de cuatro años por toda la eternidad. Estás atando mis manos, Kyu Jong. — Jung Min extendió la mano y pasó los nudillos por el rostro de Kyu Jong—. Que lo intenten.

Kyu Jong miró hacia la cocina, la desesperanza grabada en su rostro.

—Prométeme que no se convertirá en un adicto a esa droga.

—Lo prometo.

 

—Y eso no va a matarlo.

 

Jung Min puso su mano derecha sobre su corazón. —Haré todo lo que esté en mi poder para salvar a Hwe Seung.

Con un largo suspiro, Kyu Jong asintió. —Vamos a hacerlo.

 

Continuara...

 


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