Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bone's Mate por Xora

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Revisar la coherencia de una historia te hace querer actualizar así que he vuelto. Continuemos con estos "adorables" esqueletos.

Red despidió el sueño que lo atormentaba desde el centro de su alma con un mal disimulado bostezo, la reunión a la que fue citado por aparente cortesía se había extendido más de lo que a él le hubiese gustado así que se reconoció incapaz de resistirse a los impulsos motores de su esquelético cuerpo. Yacía recargado en el lugar más recóndito del salón donde el rey Asgore acostumbraba establecer las nuevas estrategias que implementarían en la guerra, así que podía estar seguro que ningún capitán o comandante presente había notado cuan aburrido se encontraba esperando su oportunidad para tener su conversación privada con el soberano de los monstruos, motivo principal por el que se había molestado ir en su búsqueda temprano para empezar; de otra manera Red no habría insistido quedarse a escuchar tal cantidad de planificaciones militares que poco le competían a pesar de estar involucrado hasta la médula. Y en el transcurso de media hora a partir de su último bostezo, los monstruos de complexiones diferentes finalmente comenzaron a dispersarse, ayudando a que Red se removiera de su sitio para tratar de desperezarse, pues quería estar en optimas condiciones de abordar al monstruo peludo durante la siguiente hora. Por eso cuando la joven tritón -cuya presencia siempre era la última en alejarse de Asgore en cada reunión- se retiró habiendo resuelto sus dudas, Red se apresuró en colocarse frente al rey, robando una silla cercana disponible para su presunta comodidad, ya que no le apetecía escuchar una invitación a ello por parte de la cabra otra vez.

—Bien, majestad. Acabemos con esto —declaró—. ¿Qué tienes para mi? Tu solicitud a mi presencia fue muy pasivo-agresiva.

—Es posible que esto te tome por sorpresa pero quería que lo supieras primero que nadie, con el fin de prepararte mentalmente.

—¿Tiene que ver con mi conducta? —inquirió el esqueleto arqueando una cuenca sin apartar la vista de su rey, curioso, confundido y suspicaz.

—Desde el día que nos conocimos fui consciente de tus aversiones al sometimiento, por lo tanto no tienes que preocuparte por eso. En retrospectiva, tuvimos que llegar a un acuerdo para que accedieras a brindarnos tu asistencia en combate...

—Ahórrate los rodeos —le interrumpió, impaciente—. ¿Qué encontraste?

—Como sabrás, el Centro de Control donde fuiste reclutado no fue la única instalación que abrió sus puertas a beneficio de nuestra victoria. Sin embargo, perdimos muchas durante los bombardeos y otras más fueron clausuradas por incompetencia. Tu caso fue el único en cumplir nuestras ambiciones aún si perdimos a muchas de nuestras crías en el proceso, pero hace poco obtuve ciertos reportes que hablaban de sobrevivientes, niños que fueron inscritos en las bases militares más próximas a su ubicación y entre ellos resalta la ficha de un monstruo que fue reclutado por las fuerzas al suroeste de nuestro territorio hace diecisiete años. —Las pupilas de Red vibraron con impresión ante el impacto del informe, incrédulo, negándose a la realidad que se le presentaba tan repentinamente, pues comprendía lo que aquello podría significar y no se sentía preparado para asimilarlo a pesar de todo—. El chico pertenece a la raza esqueleto —Asgore continuó con voz gutural, andando hasta el mueble que guardaba todos los archivos militares y retornando a su posición anterior—. Su nombre es Edge pero su apellido es distinto.

Aproximándose a Red, le facilitó la carpeta que contenía todos los registros referentes, abierta justo en la hoja exacta donde descansaba la información del monstruo que al esqueleto le interesaba, carpeta que este le arrebató bruscamente para comprobar por si mismo todo lo que Asgore estaba exponiendole, sintiendo que un escalofrío recorría su espina dorsal de principio a fin al leer el nombre escrito en tinta negra con lineas delgadas.

—Edge Wing Ding... —Red bajó la hoja, alejándola de su vista, absorto con la información. Sabía que el nombre contenía una severa alteración pero la información estaba ahí y su fotografía coincidía con cada aspecto que debía caracterizar a su hermano, y que cuidadosamente estructuró en su neurocráneo en base a las estadísticas; existía una alta probabilidad de que este monstruo se tratara de su familia perdida pero a la vez no cabía duda que todavía se interponían varías brechas de tiempo entre su separación y su inscripción a la base militar del suroeste. Entonces una idea cruzó su mente, incitándole mirar al monarca con una expresión cautelosa—. Antes dijiste que tu fin de citarme fue para prepararme mentalmente. ¿Qué querías decir con eso?

—Las Fuerzas del suroeste han sido invadidas —Red se sobresaltó aterrorizado pero no terminó de removerse exaltado cuando Asgore agregó—. Los soldados que consiguieron escapar se han estado reintegrando con el resto de nuestras instalaciones así que nosotros también tendremos nuevos elementos para el combate.

—Y entre ellos él... —adivinó el esqueleto concluyente, confirmando sus sospechas frente al asentimiento del rey Asgore y la firmeza en su mirada. El autocontrol de Red volvió a tambalearse en incertidumbre, presa de emociones inestables.

—No estamos seguros si comparte tu condición física pero posee una fuerza descomunal entre los esqueletos —señaló Asgore—. Creemos que recibió fuertes dosis de magia destructora en los laboratorios antes de su reclutamiento pero es un hecho que no ha sido comprobado y en la actualidad es complicado llevarlo a cabo considerando la situación, por eso quiero que lo investigues mientras corroboras tus propias sospechas respecto a él.

—Si averiguo que él es mi hermano... dudo sea capaz de seguir esas ordenes.

—Si no encontramos el origen de su poder no podremos iniciar las investigaciones para revertir los efectos secundarios de una posible experimentación —Red se tensó—, si resulta ser tu hermano, dudo que estés dispuesto a verle padecer los males a los que tu has estado obligado acostumbrarte. Es muy tarde para ayudarte a ti pero tal vez no es demasiado tarde para él. Quiero que tengas eso en mente, Fell.

Aquella declaración hundió la atmósfera que los rodeaba en un profundo silencio que no fue quebrantado ni siquiera por los insistentes latidos del alma de Red, que luchaba por materializarse en el espacio-tiempo, presa de pensamientos y recreaciones mentales sin final y, por esta vez, sin el menor orden. El esqueleto estaba perturbado, ansioso, frustrado, temeroso. Todo lo que quiso y lo mantuvo convida al fin le presentaba una señal, un vestigio de oportunidad, por eso ahora comenzaba a sentir que cada uno de sus huesos se hacían cenizas entre respiraciones difíciles y quietud corrupta. Temía que esto se tratase de una pesadilla, creada con el único propósito de herirlo de muerte cuando comprobase que los dulces sueños que tantas veces estructuró en su mente no eran más que fantasías sin propósito. ¿Qué haría una vez tuviera de frente a su hermano? ¿De qué manera se acercaría? ¿Siquiera era posible remendar el vinculo roto? ¿Y si Edge lo odiaba? ¿Qué clase de hermano mayor había sido al permitir que se lo llevaran lejos? Tan solo, indefenso. Maldito fuera el día que tomó la decisión de robarle a ese demonio del averno, de no haber sido por su estupidez nada de esto hubiese pasado, el propio Edge se lo advirtió entonces a pesar de lo inexperto que era, si tan sólo hubiese tomado precauciones. Red no quería arruinarlo todo de nuevo y por ello el pensamiento de interceptarlo ahora lo estaba arrinconando al filo de la renuncia. Pero, al final, estaba impaciente por verlo otra vez.

 

Aquella noche, Red siquiera logró conciliar el sueño mientras mil y un escenarios de su reencuentro se pegaban a su cráneo, concediendo un desarrollo que se tornaba complicado a medida que los días hipotéticos se amontonaban, predicando un desenlace peor al otro. Y entre pensamientos pesimistas e ideas inservibles, la brisa de la mañana tocó los pies de su cama, ayudándolo darse cuenta que se había quedado dormido en un punto de su monologo interno. Suspiró poniéndose de pie para salir a recibir los gritos del capitán durante el calentamiento matutino pero su sorpresa fue inmensa al encontrar las filas de soldados hechas sin un encargado al frente para ordenar sus actividades junto al campo de tiro. Curioso, se aproximó lo más que pudo sin descuidar los alrededores, identificando en el camino a un par de camionetas nuevas aparcadas en el estacionamiento. Red miró cierto cargamento de reojo, recibiendo en su neurocráneo el choque del entendimiento, pues Asgore había hablado de aquello, más nunca creyó estarían ahí tan pronto, y el simple hecho le inyectó una increíble preocupación a su alma mientras acortaba la distancia con su escuadrón correspondiente, a un costado de los dos esqueletos que aprendió a tratar todos esos meses de trabajos forzados y misiones defensivas.

—¿Escuchaste? Dicen que tendremos nuevos integrantes —dijo uno de los monstruos lagarto a su compañero más cercano, atrayendo la atención de los demás.

—Llegaron justo anoche —afirmó un conejo—, yo los vi antes de terminar mi patrulla.

—Vienen del suroeste, traían heridos, los médicos estuvieron muy ocupados.

Red escuchó los murmullos de los monstruos sin detenerse a prestar atención al resto del informe, haciéndose notar únicamente para Stretch y Sans quienes lo miraron sin deshacer sus flojas posturas, las cuales mantenían por comodidad ante la falta de representantes de alto rango ocupando la zona; Red todavía no entendía cómo era que aquellos dos eran soldados respetables entre los cadetes si distaban de la disciplina del elenco entero.

—Llegas temprano ¿uh? —mencionó Stretch sarcásticamente.

—Veo que el caos se desató en la sociedad, o al menos empeoró —Red ignoró a Swap manteniendo un semblante imparcial con el suceso—. ¿Ustedes saben algo?

—Si te refieres a la apariencia de nuestros amigos, no, me temo que su raza no ha sido revelada al público todavía —acotó Sans—, todas son especulaciones. ¿Tienes algún interés personal con los nuevos? No pareces nada sorprendido de que apareciesen de la nada.

—Ser un soldado especial tiene sus ventajas —comentó Fell en tono casual.

—Si tienes entrevistas frecuentes con el rey Asgore no es de sorprender que no te afecte escucharnos compartir información en secuencia.

—Mientras no te muestres celoso estarás bien, Stretch —le aconsejó Sans.

—¿Celoso de Red? Oh, no... nadie desearía estar en sus huesos, mucho menos sabiendo que las consecuencias podrían ser mucho más asfixiantes con el tiempo. No estuve presente en su debut a este escuadrón y ya me tiemblan los huesos cada vez que se detiene detrás de nuestras columnas vertebrales. ¿Te has detenido a pensar qué tan filosos son sus dientes?

—No más que el desagradable aroma dulce que decretan tus pasos —contraatacó Red—. O las mentiras que salen de la quijada de Sans.

—Ouch —se burló Comic falsamente herido—. Alguien durmió con los huesos equivocados.

—Sólo estamos tratando de aligerar el ambiente, no recojas las costillas ajenas.

Red simplemente bufó para responder a las palabras de Stretch, desviando la mirada para detenerse a tiempo sobre el nuevo grupo que se acercaba, reconociendo la silueta de la comandante Undyne andando junto a todo un grupo de monstruos a sus espaldas. Pero cuando sus pupilas viajaron más a fondo, inconscientemente Red retrocedió, consternado con la visión de uno de los monstruos esqueleto que caminaba tranquilamente entre el resto, el impacto fue tal como si su alma saltara al encuentro de la otra, dispuesta a mezclarse con el magma rodeándola bajo su armadura; su estatura, complexión de los huesos, cicatrices de batalla y presencia no tardaron en sobrecogerlo, logrando que algo en sus cuencas de pupilas rubí y filosos colmillos lo devolvieran a la época donde sólo eran él y su hermano pequeño contra el mundo. El parecido era alucinante, casi como si lo hubiera acompañado toda su vida, lo había visto en una fotografía pero aquello era diferente de tenerlo enfrente, entonces no tuvo más dudas, incrementando la posibilidad de que Edge Wing Ding fuera en realidad Edge Fell, sólo que con un pasado que aún le hacía falta descubrir. Undyne se detuvo frente al escuadrón, presentándolos a todos como nuevos integrantes de la base, recitando un breve informe sobre los motivos de su llegada antes de mandarlos a trabajar en equilibrio con la formación. El resto del entrenamiento, Red se permitió observar a Edge detenidamente desde la distancia, cada pequeño movimiento dentro de su estilo de combate, cada gesto, cada mirada que fijaba en su objetivo; no perdió detalle por menor que este fuera. Hasta el momento nada parecía anormal en su manera de mezclarse a los demás, en realidad lucía como un sujeto callado, escasas veces le dirigía la palabra a cualquiera de alrededor, su expresión apenas se alteraba con el esfuerzo tanto físico como mágico, manteniéndose firme como un roble en el corazón del bosque. Red se desplazó por la zona, tomando una nueva posición junto a la bodega para seguir admirando al esqueleto que había terminado con la practica de tiro, mostrándose inclusive aburrido mientras se retiraba de la zona, fue un detalle sin importancia que capturó la atención de Red quien prefirió no adelantar juicios, pues tal vez sólo estaba teniendo un mal día, era ilógico pensar de su actitud como un dato relevante. Sin embargo, cuando pensó que nada de lo que ese esqueleto hiciera podría afectarle demasiado, esas afiladas pupilas rubí se detuvieron sobre él, sobresaltandole. Fue sólo un segundo pero fue suficiente para que Red recuperara la tensión inicial, entonces Edge desvió la mirada dejandole descansar de su repentino escrutinio, pero el alma de Red estaría acelerada mucho más tiempo.

 

Cuando los ejercicios terminaron y todos tuvieron el permiso de retirarse, Red se dio cuenta que Edge fue el único monstruo en evadir compañía, alejándose en dirección a los lavabos sin cruzar palabras con nadie, ni siquiera con aquellos que llegaron a las instalaciones con él. Aún nervioso, el esqueleto de mediana estatura pensó que lo más indicado sería ponerse en marcha y tratar de acercarse a él pero sus pasos fueron tensos al caminar, sin querer titubeando incluso mientras avanzaba. Pero con un poco de esfuerzo logró relajar su postura al darse cuenta que estaba cerca de su destino, visualizando la silueta del otro esqueleto frente a los espejos. Red reprimió el impulso de rechinar los colmillos con incertidumbre mientras miraba a Edge echarse agua a la cara, una vez más inseguro de cómo interceptarle, no estaba convencido de que fuera lo apropiado tratar de iniciar una convivencia con él cuando acababa de llegar a las instalaciones, debía estar fatigado, podría ser de los monstruos que requerían tiempo a solas para recuperar ánimos, después de todo nadie de sus compañeros había hecho siquiera el intento de acercarse demasiado. Tal vez, al final, esto era una mala idea. Sin darse cuenta, Red se había quedado paralizado en el mismo sitio un buen rato, era una suerte que Edge estuviera de espaldas, de otro modo habrían tenido un encuentro muy incomodo, aunque tampoco podía descartar la posibilidad de que se hubiese percatado de su presencia desde antes. Haciendo a un lado sus pensamientos paranoicos, Red se impulsó acercarse a los lavabos también, decidiendo improvisar la conversación una vez estuviera junto al otro.

—Hey —le saludó lo más cordial que fue capaz, debería comenzar a practicar porque el tono que utilizó lo consideró pésimo; hizo una nota mental, se lo recordaría en situaciones posteriores. Las pupilas rubí del otro esqueleto giraron exitosamente en su dirección, apenas notando que estaba ahí, al menos tenía un punto a su favor al respecto—. Tú debes ser ese esqueleto super fuerte, me honra estar en presencia de un colega de tu clase.

—Y tú debes ser ese soldado especial —comentó con desdén, Red mantuvo su sonrisa por inercia, pues aquel recibimiento no se lo esperaba para nada.

—¿Habías escuchado hablar de mi?

—Escuché a uno de mis compañeros preguntar por ti, a todos les pareció extraño que solamente nos vigilaras desde la distancia sin unirte a las actividades como todos, teniendo en consideración que ni uno de nuestros superiores parecía interesado en reprender tu falta —Edge hizo un gesto desinteresado, terminando de secarse con una toalla que tomó del muro cercano a él—. Entonces, ¿qué podría querer un soldado especial de mi?

—Oh, nada por el estilo, simplemente quería venir a saludar. Es decir, cuando mis jefes me contaron de tus destacados atributos sentí curiosidad por conocer al portador de una magia tan poderosa. —El esqueleto mayor se recargó en el borde de los lavabos, aparentando seguridad, pretendiendo estar relajado—. Hace unos momentos te estuviste conteniendo, ¿cierto? No me creo que esa sea tu verdadera fuerza.

—No hay razón para desperdiciar ataques mágicos en objetivos inertes si es lo que quieres saber, aunque sino hay un motivo más importante para venir a cuestionarme, me iré ahora mismo —advirtió. Red cerró las cuencas con una mueca frustrada dominando su cadavérico rostro. Sabía que esto sería complicado, pues él mismo había evadido toda una vida el socializar con los demás monstruos, así que sus habilidades estaban más que estropeadas, pero decidió que se esforzaría por Edge, su primer y único candidato de hermano menor.

—Oye, vamos, no seas insensible —solicitó, jugando en su acento una porción de broma y genuina suplica—. Estoy tratando de mantener una sana conversación aquí.

—¿Sana para tu propia curiosidad o para saciar la de tus "jefes"? ¿O es que estás buscando pelea? —inquirió con mayor agresividad, Red sintió a la tensión abordar sus huesos otra vez cuando notó que Edge lo estaba enfrentando, ya no estaba mirando al espejo, había dejado de atender el lavabo para girarse hacia él. Aquello se estaba saliendo de control, por eso Red se obligó buscar una solución antes de que se viera involucrado en una disputa innecesaria.

—Calma, colega —dijo mostrando los falanges en señal de rendición, todavía sonriendo con picardía, tanteando el terreno—. No pretendía perturbar tu tranquilidad, en serio. Si te hace bien, me iré, pero evita buscar conflictos con otros monstruos, no estamos en condiciones de matarnos entre sí. Lo sabes ¿no? Después de todo sobreviviste a una prueba de ello.

Edge pareció reaccionar ante esto así que su siguiente impulso fue suspirar, las vibraciones de combate disipándose y la tensión en su anatomía reduciendo considerablemente a la vista. Red no creyó llegaría estar más aliviado en su vida al comprobar que había evitado involucrarse con un esqueleto de manera equivocada, lo que menos le apetecía era arruinar el acercamiento que tanto trabajo le había costado concretar. Odiaba la idea de sentirse acorralado, y en muchos escenarios que imaginó sobre su encuentro oficial con Edge había terminado de esa lamentable manera, no estaba motivado convertirlo en una realidad.

—Sabes mucho del tema ¿no? —cuestionó Edge, todavía molesto—. ¿Te parece divertido?

—No me malinterpretes, no soy la clase de soldado que disfruta del sufrimiento ajeno, ni siquiera el humano, no creo que nadie sea ese tipo de monstruo aquí. Cuando la guerra termine tendremos permitido enloquecer, no antes ¿entiendes?

—Tiene sentido —asintió en medio de un bufido de amarga diversión. Red se paralizó, pues era una gran victoria el haber logrado hacerlo reír aunque fuera un poco, ni siquiera importaba el tipo de humor que lo hubiese inspirado, en realidad era más de lo que se había esperado lograr así que por el momento estaba satisfecho.

—Te ves cansado —evidenció Red distraídamente.

—No tuve la oportunidad de dormir suficiente, generalmente no puedo después de una batalla. Tengo un ligero dolor de cráneo, nada grave pero es hastiante.

—Sé lo que es eso. El derroche excesivo de magia siempre desgasta nuestras anatomías.

—No es tanto por eso... —confesó pero Red prefirió ignorarlo.

—Deberías intentar dormir un poco, debió ser un viaje largo. Sino puedes dormir te aconsejo un poco de meditación, yo hago eso.

—Supongo que lo intentaré.

—Heh. Bien, te dejo. Creo que fue muy grosero de mi parte venir asaltarte así.

—Está bien —aceptó, menos tenso—, esta clase de asaltos sirven de vez en cuando.

—Cuando te sientas listo no dudes en buscarme entonces, no acostumbro hacerlo pero te asistiré, después de esto puedo decir que me agradas.

—Que amable de tu parte —elogió el esqueleto más alto con obvio sarcasmo, Red no se evitó reír por eso, entonces hizo una seña con los falanges como despedida, avanzando hacia dirección desconocida y dejando que Edge se recuperara de la convivencia repentina para después girarse y andar en sentido contrario, mucho más tranquilo de lo que creyó había estado desde su llegada. Fell fingió haberse olvidado del otro, caminando imperturbablemente con pasos rítmicos, hasta que sintió que ya no era observado, en ese momento se detuvo y miró a sus espaldas la cada vez más lejana silueta de Edge, cuya armadura color negro resaltaba entre toda esa zona silvestre. No quería ilusionarse, era lo que menos le beneficiaria, pero por un momento sintió como si tuviese a su hermano de vuelta a su vida, esa familiaridad se sentía tan real a pesar de la sequedad propia que albergaban dos desconocidos en pleno proceso de coexistencia. Tenía muchas pruebas que implantar, tantos movimientos que ejercer para obtener la cercanía necesaria, entonces establecer una intimidad apropiada para las investigaciones. Había tanto por hacer, algo que llevaría mucho tiempo y paciencia por delante. A Red sólo le importaba recuperar a su hermano pero estaba obligado obedecer a los mandatos previos también.

Notas finales:

Por hoy será todo. Nos vemos otra ocasión.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).