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Princesa Heylin por minima

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IV

La mansión en Irlanda era amplia y hermosa, de un aire antiguo pero equipada con lo más moderno a lo que respecta a instalaciones eléctricas, seguridad y electrodomésticos, su fachada podría decir que era una anticuada mansión en medio de la nada pero su interior era lujo y modernidad.

A Bedelia le gustaba así, incluso se podía decir que le encantaba ver las reacciones de los pocos invitados que llegaba a tener entrar por el vestíbulo y ser recibidos con una decoración que equilibraba lo moderno con las viejas decoraciones familiares, uno de sus más útiles sirvientes, uno de los primeros prototipos de robots de su querido Jack, se encargaba de recibir a la gente en la entrada y hacer algunas labores domésticas mientras también serbia de guarda espaldas en la casa.

Habían pasado años desde que Jack había ido a visitar a su abuela, y aunque no recordaba mucho de esta propiedad en específico ya que ella tenía varias a su nombre, reconocía la esencia de ella tan solo entrar por la puerta de entrada.

Cuando Bedelia declaro que se iba a hacer cargo de su nieto de ahora en adelante hablaba en serio, no importaba si era contra su hijo quien lucharía para obtener la custodia, con los mejores abogados y duras amenazas los papeles se firmaron y se les prohibió acercárseles a ella o su nieto mínimo hasta que demostraran ser dignos del apellido Spicer.

Su difunto esposo le había heredado el apellido así como los negocios, y ella sabía perfectamente como ser uno aun así como si por sus venas corriera la sangre de esa familia. Ya que los Spicer eran inteligentes, líderes en los negocios en el mundo empresarial, pero también astutos cual zorros y no se molestaban por nadie a excepción de su familia para lograr sus objetivos.

Existían las empresas Spicer, que veía el público en general, y el negocio familiar Spicer, se alzaba en las sombras, desde contrabandear en el mercado negro, extorción a altos funcionarios, relacionarse y negociar con las altas familias del crimen y algo de espionaje para vender al mejor postor incluso.

Les habían llegado a llamar rastreros, traicioneros, desalmados y desleales, pero en los negocios no había nadie mejor que un Spicer.

Bedelia dejo que instalara Jack su laboratorio en uno de los sótanos de la mansión, le dio la mejor de las habitaciones y le prometió que aplastaría a aquellas sabandijas que pensaron aprovecharse de una manera tan descarada ante él.

Sería como una de sus viejas clases, antes de que ella y su hijo se pelearan por enseñarle el negocio familiar a su Jack entre otras cosas.

-Podríamos asesinarlos, avergonzarlos y romperles el orgullo en sociedad, podríamos hacer tantas cosas con ellos mi Jack, pero primero hay que decidir qué hacer con el bebé. El feto ya está muy avanzado y legalmente no podría abortarlo en una clínica convencional… a menos que la llevemos a un doctor conocido mío-

Estaban en la oficina de Bedelia en esos momentos, ambos sentados uno enfrente de otro. Podía ver como Jack se estremeció un poco en la mención tan cruda del aborto, comprensible, aún era joven y había pasado tanto tiempo con su hijo y nuera, o más bien, siendo descuidado por estos, con el tiempo y la guía adecuada aprendería a controlar sus reacciones en público, no a tener a una expresión de piedra todo el momento, sino a solo mostrar lo que quisiera proyectar para hacer más fácil la manipulación de las personas.

Jack miro a su abuela directo a los ojos, sabia cuando era una sugerencia o una orden lo que decía ella, y esto último era una sugerencia, no le impondría en este punto su abuela sus deseos sino que lo dejaba decidir qué acción tomar, le guiaría y ayudaría si era necesario, pero él tenía la libertad de decir la última palabra en esta ocasión, y era mucho más de lo que sus padres habían ofrecido desde que se enteraron de ese bebé.

Un bebé… su bebé.

-Yo… ese niño es mío, y un Spicer. Esa perra planeaba atarme con ese niño, pero no la dejare, y menos que ella tenga algo mío, incluso si lo lleva en el vientre durante nueve meses o menos- dijo con total rencor el joven albino, sus ojos brillaban con rabia y tanto odio que hicieron sonreír a Bedelia.

-Muy bien Jack, entonces supongo que tendremos que adaptar una de las habitaciones para mi futuro bisnieto-

Esa había sido una muy buena respuesta.

Debían prepararse para el nuevo integrante de la familia.

Siete meses después…

Tal vez por un momento Simone pensó que tenía todos los asuntos en sus manos aun cuando no le habían confirmado que se casaría con Jack Spicer ya al término de su embarazo, su padre le había dicho que no se preocupara y que debía preocuparse solo de llevar el embarazo a término, pues si el producto salía mal todo el esfuerzo se iría a la basura.

Como Simone no quería pasar por el milagro de la vida que era dar a luz en carne propia, les dijo a sus doctores que quería una cesaría, la cual se programó un día jueves.

Al llegar al hospital todo resulto como debía de pasar, la llevaron al quirófano y al despertar ella ya tenía el vientre plano, solo que no despertó en una cama de hospital, y estaba atada a una cama de metal.

Simone quiso gritar pero se dio cuenta que no podía, quiso retorcerse pero tampoco podía, estaba plenamente consciente, pero su cuerpo no respondía.

¿Era esto acaso una pesadilla?

-No te preocupes, la droga que te suministraron solo te deja mover los ojos- dijo una voz de mujer al lado de ella, cuando el rostro de una vieja mujer se posó delante de ella Simone quiso gritarle, amenazarle, darle una bofetada.

¿No sabía acaso quien era ella?

-Debo admitir que la idea de Jack supero mis expectativas, pero claro, su mente llegaría a pensar en la mejor venganza después de todo- la mujer siguió hablando mientras encendía algunas luces, parecía que ahora caminaba alrededor de ella –aunque no es necesario que lo sepas, después de todo ya cumpliste con lo que tenías que hacer, lo único bueno de ti fue que diste a luz a una bebé muy sana- sonó una campana y los pasos de la mujer se alejaron –tus padres se unirán a ti pronto. Doctores, ya pueden extraer los órganos de este saco de carne- una puerta se abrió y la mujer se alejó.

Simone ahora estaba rodeada de varios doctores con cubre bocas.

¿Órganos? ¿Qué quiso decir?

Fue cuando el bisturí corto como cuchillo en mantequilla su piel y sintió el dolor que supo lo que estaba pasando. A ella le quitarían los órganos, aun estando consiente en medio de todo el proceso.

Maldita la hora en la que pensó meterse con un Spicer.

En la mansión de Irlanda un joven padre primerizo se encontraba por primera vez con su hija, en un principio no pensó que el afecto llegaría nacer por esa bebé producto de una violación, pero cuando la tubo en brazos y le encontró un inconfundible parecido con él y su abuela, gracias a dios no se parecía a la madre biológica, supo que había tenido una decisión correcta.

No era albina como él, pero tenía una tez pálida, unos rizos rubios en su pequeña cabeza y tenía la forma de sus ojos.

-Hola, ¿Cómo está mi pequeña princesa?-

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