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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Abrió los ojos sobresaltado. Estaba transpirado y el corazón le latía muy rápido. Una pesadilla lo había despertado más temprano de nuevo. Manoteó su teléfono de la mesa de luz y vio que eran las cinco de la mañana.

Se tenía que levantar a las seis, pero ahora no podría dormir de nuevo. Siempre le sucedía así cuando se despertaba por pesadillas. Esa noche había sido el recuerdo de sus días en el tratamiento con las drogas, cuando recién se había mudado con Corazón.

Recordó estar en una cama ajena, con esos brazos, siempre demasiado calientes, abrazándolo con fuerza. Sacudió la cabeza y se levantó. No le gustaba cuando sus memorias de ese tiempo volvían en forma de pesadilla.

Se dio una ducha rápida y se preparó un café negro para mantenerse lo suficientemente despierto y subsanar el poco sueño. Prendió la televisión y dejó Greys Anatomy de fondo. Aún era de noche y tenía casi una hora hasta que tuviera que irse al North Blue.

Volvió a pensar en sus dieciocho años, en las horas que pasó en el grupo de rehabilitación, las largas noches de insomnio —eso no había cambiado demasiado— y las aún peores de abstinencia, con las náuseas, los vómitos y la ansiedad.

Fue una época dura, pero logró sobrevivir por dos personas. Corazón era una. Y él otro... bueno, no lo recordaba tanto, a pesar de haber sido importante para él en esa etapa. Pero Law no había estado muy entero para afrontar una conexión humana que requiriera de tanto compromiso en ese momento.

Apretó la taza entre sus manos y se acurrucó en el sofá. ¿Por qué se acordaba de esto ahora? Hacía mucho no pensaba en él ni lo soñaba. ¿Tendría que ver con lo que le estaba pasando con Luffy, que removía sus sentimientos sobre el pasado? No tenía idea, pero quería dejar de sentirse así de indefenso ante algo que había pasado hacía tantos años y no podía controlar.

Pasó la hora ahí, sintiéndose pequeño en el sillón, tapado con una frazada y con la vista perdida, sin poder concentrarse en ese capítulo que había visto tantas veces. Cuando su celular sonó con la alarma a las seis, se estremeció. Aún tenía un rato hasta que tuviera que salir, pero le sorprendió haberse quedado absorto durante tanto tiempo.

Se frotó la cara con fuerza y dejó la taza en la mesada. Terminó de vestirse y arreglarse frente al espejo del baño. Mientras bajaba en el ascensor miró su celular y le sorprendió ver un mensaje de Luffy. Habían pasado dos días de la fiesta en la playa y no volvieron a hablar. Luffy no le escribió y Law, que no era el que iniciaba las conversaciones generalmente, tampoco lo hizo.

[22/09 03:04 a. m.] Luffy: Torao, mira esta foto que nos sacó Nami

📷 Foto

Se horrorizó al verla. Estaban ellos dos en la arena, era de noche y parecían solos en la orilla. Sabía qué momento había sido, cuando se agarraron las manos y se estremeció al pensarlo. ¿Por qué Nami había sacado esa foto? Por suerte no se veían bien sus manos, sólo que estaban uno al lado del otro contemplando el mar.

[22/09 03:04 a. m.] Luffy: Me pareció linda

También le sacó unas a Usopp y Kaya

Y unas graciosas a Zoro.

📷 Fotos

Revisó las imágenes y sonrió cuando vio la mirada de Usopp que parecía absolutamente encantado de tener a su novia ahí. Imaginaba que una relación a distancia sería difícil, pero ¿qué sabía él de relaciones?

En serio, ¿qué sabía él sobre eso? Su única relación había sido corta y extraña, en su peor momento de estabilidad emocional, probablemente. No tenía nada con qué compararlo. ¿Luffy acaso era una relación?, ¿qué era eso que tenía con ese chico inquieto que le mandaba mensajes a las tres de la mañana?

No respondió y prefirió guardar su teléfono y trabajar todo el día sin pensar en eso, ni el sueño ni en relaciones.

.

.

.

Se despertó gritando. Le dolía el cuerpo y estaba transpirado de nuevo. Sus manos se aferraron a la sábana y se dio cuenta que también temblaba. Eran las tres de la mañana según su teléfono y se quiso levantar para tomar algo de agua.

¿Por qué se sentía, de repente, con tanto miedo?

Caminó con pasos temblorosos hasta la cocina, pero apenas salió de la habitación se sintió mareado y las rodillas le fallaron. Ahí lo comprendió.

Tenía un ataque de pánico.

Hacía años que no tenía uno; que no sentía esa ansiedad. Desde los veinte, cuando le había agarrado el último. En esa época estaba terminando su tratamiento y ya estaba casi “recuperado” pero a veces le agarraban esos ataques de ansiedad. No entendía por qué en ese momento se sintió así.

Su línea de pensamiento se cortó cuando unas fuertes náuseas lo obligaron a correr al baño. Se aferró a la taza del retrete y vomitó lo que había comido antes de acostarse. La cabeza comenzó a latirle por la acción y se quedó quieto durante varios minutos allí. Cuando se sintió más estable, se replegó contra la puerta del baño y abrazó sus rodillas con fuerza. El piso frío no le molestaba e intentó inhalar varias veces.

Se mentalizó que iba a poder. Ya había pasado esto, había estado en situaciones peores y realmente no tenía un motivo para estar así.

No lo tenía, ¿verdad?

El último mes había sido muy turbulento. Bellamy, el recuerdo de Doflamingo, Corazón, la burocracia judicial, los niños que usaban como dealers. La herida de Luffy. Todo le recordaba al pasado, al rostro de ese hombre diciéndole que lo había hecho bien, que era el mejor vendedor de su grupo.

Sacudió la cabeza. No quería esa imagen. No quería pensar en Doflamingo.

Tampoco en ese otro hombre, que se colaba de vez en cuando en sus recuerdos y ahora se le mezclaba todo. Las sensaciones que había experimentado en la cama de ese chico, el calor de su cuerpo y las sábanas sobre su piel venían a su mente con una fuerza irrefrenable.

Él no se merecía estar entre sus recuerdos de Doflamingo y Bellamy, nunca le había hecho nada malo. Al contrario. Pero había sucedido en esa época y estaba demasiado imbricado a su peor momento. Las arcadas le interrumpieron sus pensamientos, y lo hicieron vomitar de nuevo.

Cuando pudo volver a la cama, se cubrió hasta el cuello y no salió hasta el mediodía. Por suerte no tenía trabajo y no respondió ningún mensaje. Casi ni miró el teléfono.

Hacía días que no le contestaba a Luffy. Y él no dejaba de enviarle tonterías.

Le dolía la cabeza terriblemente, pero no quería ni siquiera tomar ibuprofeno. Se había quedado muy paranoico después de la rehabilitación y más siendo médico.

Cerca de la una de la tarde se volvió a dormir, por fin.

Y en sus sueños, se mezclaron Doflamingo, Bellamy, él y Luffy.

.

.

.

Tenía ganas de cocinar ese día y dejar de comer conservas o ramen prefabricado. Puso un pescado a la plancha y tomó un vaso mientras miraba los mensajes de en su celular.

[26/09 20:38 a. m.] Cora-san: Estoy cerca de tu departamento, ¿quieres que pase a verte?

Se apoyó contra la mesada de la cocina y le respondió con una sonrisa. Corazón tenía un gran instinto para mandarle mensajes cuando se sentía mal. No sabía cómo hacía, ¿será un instinto de padre? Tenía ganas de verlo; otra de sus habilidades era hacerlo sentir bien cuando estaba triste. Sacó un pescado más del freezer para él y pensó en hacer un poco de onigiri también.

Esos últimos días habían sido difíciles. Hasta sus amigos notaron el cambio en su actitud. Le habían dicho que los meses anteriores lo vieron feliz y que ahora parecía agotado y cansado. No dormía bien, se levantaba sudando y con náuseas. Como si tuviera los ataques de pánico que le agarraban a sus dieciochos, cuando Corazón tenía que ir hasta su habitación y ayudarlo a respirar adecuadamente.

La cabeza lo estaba matando y el insomnio estaba descontrolado. Era lógico que todos iban a ver su comportamiento tan diferente. Sobre todo, ese chico de mar y tormenta al que no le respondía desde hacía casi una semana. Luffy también dejó de mandarle mensajes y el viernes había pasado por su consultorio en el Kamabakka. Hablaron muy poco porque Law estaba atendiendo a una chica y cuando terminó su turno, se apresuró a salir lo más rápido que pudo, evitando al muchacho que comenzaba su clase de fútbol a esa hora.

¿Se te rompió el celular?, le había preguntado Luffy y la duda en su voz, siempre tan alegre, lo hizo sentir muy mal consigo mismo. Sólo pudo decirle una tonta excusa, que estuvo demasiado ocupado en la semana y no pudo responder los mensajes de nadie.

Sí, claro. Ocupado vomitando en el retrete.

El timbre del departamento lo despertó y apagó el fuego. Casi se le quemaba su pescado. Corazón claramente notaría su falta de atención.

—¡Law! —gritó su padre cuando bajó a recibirlo. El hombre enorme, ya no sabía cuánto medía, lo abrazó y lo dejó pequeño en su pecho—. ¿Cómo has estado?

Law se rió suavemente, intentando disimular sus ojeras y concentrándose en lo contento que estaba de verlo. Que Corazón fuera a su departamento era un evento único. Siempre le parecía demasiado helado para él. Quizá decidió arriesgarse ahora que el invierno había pasado. De todas formas, se encargó de mantener caliente el ambiente.

—Wow, está cálido aquí —mencionó apenas entró—. ¿Lo hiciste por mí?

—Una vez que vienes y no voy a hacer que mueras de frío —comentó con sarcasmo. Volvió a la cocina para seguir preparando la comida—. Tengo pescado a la plancha y onigiri, como siempre.

Corazón se rió mientras se quitaba su bolso y lo dejaba colgado en el perchero de la puerta. Se acercó a la cocina con él y se sentó en la banqueta de la pequeña isla.

—¿Cómo has estado estos días? —lo oyó preguntar y se tensó, aunque logró disimularlo.

—Las ojeras siguen ahí, así que no estoy durmiendo mejor. Eso seguro —Intentó ser gracioso, pero Corazón lo conocía tan bien y sabía de todas sus tretas para desviar y ocultar información.

—Creo que esas ojeras están más pronunciadas —bromeó—. ¿Estuviste trabajando demasiado?

Le pasó un plato y sirvió jugo mientras preparaba la comida. Su padre era difícil de eludir, sobre todo con él. Sabía leerlo demasiado bien y era preocupante.

—Fue una semana estresante, pero por suerte terminó.

La comida distrajo el tema y Law suspiró. El pescado y los onigiris sabían muy bien; se felicitó internamente, aunque Corazón lo puso en palabras. Hablaron de Sengoku, le contó que se fue unos días de viaje al campo con Garp, el abuelo de tu amigo Luffy, le recordó Corazón, y que habían comprado dulces y recuerdos para toda la familia.

—Me dijo que se pelearon por una camiseta en una feria artesanal. Al parecer querían la misma, pero al final la compró una mujer mientras discutían quién se la llevaba —Comenzó a reír y Law pensó que era algo gracioso de imaginar—. Al final tuvieron que pedir otras. Sengoku te trajo una con un lobo marino y Garp le compró una a Luffy con un monito. Me mandaron fotos y todo, ¿quieres ver?

Law abrió los ojos impresionado y negó. Que sea una sorpresa mejor, le dijo con una sonrisa forzada. No quería usar camisetas casi gemelas con Luffy.

—Parece que también le compró a sus otros nietos, pero no recuerdo los animales de las suyas.

Cuando la comida se terminó, se desplazaron hacia el sofá y Law prendió la televisión. Estaban dando Emergencias bizarras en h&h y lo dejó de fondo mientras ellos tomaban algo caliente. Esa noche había refrescado, a pesar que la primavera había extendido sus dominios definitivamente.

—Te noto algo caído, ¿seguro que estás bien, Law?

Se mordió los labios y alzó sus piernas en el sillón para mirar a su padre. ¿Tenía sentido ocultarle algo al hombre que podía sentir todo de él?

—Tuve una semana mala, eso es todo —intentó excusarse. Sus manos se aferraron a la taza caliente y la tomó para evitar hablar.

—Desde que eres chico siempre haces eso —Corazón se acercó un poco a él y alzó el brazo para acariciar su cabello con ternura—. Te repliegas en ti mismo y construyes muros. Pero sabes que no tienes que esconderte de mí. Quiero ser tu refugio, ahí donde nada pueda hacerte mal.

Le temblaron los labios mientras intentaba aguantar ese nudo en su pecho. Debía haber sabido que no tenía sentido esconderse de él, al fin y al cabo, sólo bastaban dos palabras de Corazón para derribar sus murallas. Vivir solo lo había hecho olvidar ese talento suyo.

—Creo que… —Sus manos apretaron fuertemente el pantalón que llevaba y miró a Corazón desgarrado—, quizá tuve un ataque de pánico hace unos días.

Corazón abrió los ojos sorprendido y Law quiso calmarlo.

—No fue grave, lo controlé yo solo y estuve bien. Simplemente tuve una semana mala por eso.

—Law, ¿cómo no me dijiste? No importa que sea grave o no, pero no tienes que pasar esto solo.

—No quería preocuparte —suspiró sintiéndose desbordado y Corazón tomó una de sus manos con cariño.

—Eres mi hijo, me interesa lo que te suceda, y más si es esto. ¿Qué más te estuvo pasando?

Se lo contó. Porque no tenía sentido guardar el secreto cuando le hacía bien hablar. Decirlo en voz alta, que alguien lo escuchara. Y Corazón guardó silencio y lo miró atento mientras él le revelaba lo que estuvo sintiendo en la semana. Los vómitos, la ansiedad y el miedo. Todo.

—Pero ¿fue así nada más?, ¿de repente? —preguntó cuando terminó de hablar. Negó con la cabeza.

—Creo que hay una razón —dijo en voz baja y evitó mirarlo—. Y me siento tan estúpido por eso, no puedo creer que una cosa así me desequilibre tanto.

—No digas eso, no seas cruel contigo. No importa que te parezca una tontería, si te afectó es importante para ti y hay que charlarlo.

Bufó y se mordió los labios. No tenía forma de huir de allí.

—El domingo pasado fui a la playa a una fiesta de… los chicos del Kamabakka —Corazón ya lo había mirado asombrado por la parte de la playa—. Estuvieron todos y también Luffy, el nieto de Garp.

Su padre asintió, animándolo a que continuara. Law tragó en seco. Le estaba costando mucho admitirlo.

—La pasé bien, me agradan todos en realidad, aunque sean muy ruidosos, pero… —La mirada llena de confianza y amor que su padre le daba era razón suficiente para poder decirlo, pero su miedo era admitirlo en voz alta y que se volviera real—, tuve un… momento con alguien.

—¿Momento?, ¿a qué te refieres? —preguntó con el ceño fruncido.

—A que creo que puedo tener sentimientos por alguien —dijo la frase con algo de asco, como si la palabra y él no congeniaran bien.

Corazón abrió los ojos impresionado y Law giró los suyos. Dios, ya se estaba arrepintiendo.

—¡Oh, te gusta alguien!, eso es normal. Dime, ¿quién fue?

Por favor, tenía veintisiete años, no trece, ¿por qué se comportaba así?

—Si no te calmas, no te lo diré —amenazó con el gesto serio. Corazón intentó calmar su ansiedad—. Es… Luffy. El nieto de Garp.

Todo lo que su padre prometió fue olvidado en cuando Law dijo el nombre de Luffy, porque lo vio taparse la boca con ambas manos y abrir los ojos desmesuradamente.

—¡¡Luffy!! —gritó en un susurro.

—¡Cora-san! No me hagas arrepentirme de haberlo dicho.

—Está bien, está bien, lo siento —intentó disculparse—. Es sólo… no lo puedo creer, el chico parece tan diferente a ti.

—Garp y Sengoku son amigos y aun así son opuestos —dijo Law sin saber por qué lo aclaraba de todos modos.

—Oh, todos sabemos que Sengoku es Garp reprimido.

Su boca se frunció intentando contener la risa, pero no pudo. Corazón diciendo eso de su propio padre fue demasiado hilarante y lanzó la carcajada liberadora que le desprendió todas las preocupaciones y pesares que había tenido la última semana.

—De todas formas —siguió Corazón—. No quería decir que fuera raro o imposible, pero pensé que te costaba llevarte con las personas tan ruidosas y alegres. Ya suficiente tienes conmigo y tus amigos. Luffy es como eso a la décima potencia.

Siguió riendo porque era verdad. Luffy era revoltoso, como si tuviera toda la energía que Law no tenía, y claramente era muy diferente a él, pero…

—También somos parecidos en otros aspectos —agregó con la mirada perdida en algún punto—. Me contó su infancia y aunque no fue igual, tiene cosas… que puedo entender perfectamente.

Sacudió la cabeza y miró a Corazón. Ya no sabía ni qué decía.

—¿Por esto estuviste toda la semana así? —le preguntó con suavidad—. ¿No te gusta lo que sientes?

—No lo sé —admitió perdido—. Las relaciones que he tenido con las personas siempre fueron complejas. Incluso contigo. ¿Recuerdas que no te quería cuando nos conocimos?

Ambos se rieron, compartiendo esa memoria vieja de cuando Law era chico y aún no sabía de qué se trataba ser parte de la familia Donquixote.

—Y luego… bueno, mi relación con Kid no fue especialmente buena.

—Él no era malo, pero ambos estaban pasando por un momento difícil —agregó Corazón.

Eustass Kid. Aún lo recordaba. Un muchacho corpulento y pelirrojo, con una gran cicatriz en el rostro. Era una persona complicada de tratar, pero con él habían llegado a un cierto punto de entendimiento que… bueno. Law no lo definía como pareja, pero se acercaba.

—Estoy un poco confundido con eso. Pensé que las personas ya no se iban a meter tan profundamente dentro mío —Tocó su pecho con la mano y suspiró—. Estaba acostumbrado a ti y a los chicos, pero Luffy… es un nivel de confianza y compromiso diferente. Se te mete entre la piel sin que te des cuenta y eso… es un poco aterrador.

Corazón sonrió como si entendiera. Él siempre lo hacía. Lo miraba con sus ojos de padre, de amigo, del que estuvo ahí o entiende cómo se siente.

—¿Qué te parece si sacas una cita con el terapeuta?, ¿recuerdas cuando ibas?

Arrugó el ceño. Su época en el psicólogo fue acompañada del psiquiatra y los antidepresivos, además del tratamiento para mantenerse limpio. No era un buen recuerdo, precisamente.

—Se lo que estás pensando —agregó Corazón mirándolo con los ojos estrechos—. No hablo de volver a tomar pastillas ni nada. Sólo de ir al terapeuta de nuevo. Es el lugar para que puedas contar esto si no quieres revelarme a mí los detalles. Te hizo bien en su momento. Piénsalo, ¿de acuerdo?

Suspiró cansado. La conversación lo había dejado agotado, pero quizá tenía sentido reconsiderar lo que Corazón le había dicho. No le haría ningún daño ir, aunque un poco, en el fondo de su mente, sintiera eso como volver atrás.

Pero no lo era y lo sabía. Como profesional de la salud era consciente mejor que nadie que la salud mental era tan importante como la física, sino más. Y si estaba tan desbordado, no tenía sentido aguantarse eso a solas, sin poder charlarlo.

No se sentía lo suficientemente estable para volver a retomar el contacto con Luffy. Ese toque en la playa le había descalabrado la vida en cuestión de segundos; cuando se dio cuenta lo mucho que le importaba ese chico y cuando admitió para sí mismo que era innegable cuánto lo estaba empezando a querer.

Una vez que se ordenara un poco mejor, podría volver a retomar sus emociones y quizá, si Luffy seguía ahí, podía hacer mejor las cosas.

.

.

.

A las dos de la mañana se despertó. No fue una pesadilla ni una sensación de ahogo, como venían siendo sus despertares estos últimos días. Se sentó en la orilla de la cama y suspiró. Quizá la presencia de su padre durmiendo a su lado ayudaba a calmar la ansiedad.

Un poco le decepcionaba no ser capaz de dominar eso por sí mismo y necesitar de Corazón como cuando tenía dieciocho años y dormía con él en sus peores noches. Pero al instante se recordaba que esa parte de él que quería controlarlo todo era la que se volvía loca cuando había algo fuera de lugar y la principal responsable de sus ataques. Después de todo, su desborde tenía que ver con no poder entregarse del todo a ese sentimiento hacia Luffy y la posibilidad, abrumadoramente concreta, que Luffy sintiera lo mismo.

Se hizo un café caliente mientras miraba el celular en busca de nada. Luffy no le escribía hacía unos días, cuando se hizo evidente que Law no estaba respondiendo como siempre y que, si podía evitarlo, lo hacía. ¿Qué pensaría? Después de ese domingo lleno de sol y sonrisas donde se tomaron las manos y él se sintió como un adolescente de nuevo, Luffy seguramente creyó que algo entre ellos había cambiado. Y después Law decidió desaparecer una semana, ausentarse de su propia cabeza y evitar el contacto social hasta con la gente del Kamabakka. Luffy estaría, mínimamente, desconcertado.

Tenía que aceptar que Corazón estaba en lo cierto. No podía con su cabeza y si seguía así era evidente que muchas de sus noches serían en la compañía del retrete. No quería volver a eso. Había logrado estabilidad y se había hecho una coraza que lo protegía del mundo. Quizá ahora comenzaba a cuestionarse si había sido la mejor elección. Su muro protector estaba roto, Luffy había pasado a través de él y lo miró a los ojos como hacía mucho no lo miraban.

El problema era que no sabía cómo reaccionar ante el muro roto y las defensas bajas. Y quizá todos esos años de terapia en su juventud no fueron para que se construyera una capa imperturbable, sino para aprender a confiar de nuevo. A dejar entrar más personas en su vida y aceptar que las cosas pueden y deben estar fuera de su control.

Suspiró frustrado. Era difícil aceptar eso, pero tampoco quería vivir entrando en crisis siempre que apareciera algo que no pudiera controlar. Luffy no era una cosa, era alguien que le había hecho bien desde que lo conoció, ¿por qué simplemente no podía disfrutar de su compañía?

[27/09 03:13 a. m.] Trafalgar Law: Hola Luffy-ya, ¿cómo estás?

Disculpame por no escribirte estos días. Fue una semana realmente dura.

No le sorprendió ver que el chico estaba en línea y sonrió cuando vio que escribía. Luffy era muy nocturno, aunque no lo pareciera. Le gustaba acostarse tarde y esa fue una de las razones por las que habían empezado a hablar seguido. Compartían la misma franja horaria.

[27/09 03:14 a. m.] Luffy: Torao!

Hola

Estás bien? Necesitas hablar con alguien?

Sonrió ante el encanto del niño. Sus palabras siempre sinceras y amables. Era tan raro recibirlas sabiendo lo que sentía. Antes, estar con Luffy le causaba intriga, le divertía y también le parecía entrañable. Pero ahora era consciente de lo mucho que llegó a enraizarsele en las venas y era raro leerlo así.

[27/09 03:16 a. m.] Trafalgar Law: No te preocupes por mí, voy a estar bien.

Sólo quería agradecerte por haber estado ahí escuchándome varias veces.

[27/09 03:18 a. m.] Luffy: Qué dices, Torao

No tienes que agradecerme nada

Eres mi amigo, uno hace esas cosas por las personas que quiere

Luffy parecía tan despreocupado a la hora de compartir con los que consideraba amigos. Lo había visto ser así innumerables veces en detalles muy tontos. Siempre estaba haciendo cosas por el resto, poniendo en peligro su propia seguridad, siendo impulsivo y determinado.

Lo notó cuando lo vio con Tama en brazos, intentando salir de la casa en llamas. También cuando jugaba al fútbol y arbitraba para que todos se diviertan y nadie saliera herido. O cuando dejó que le rompieran la nariz para proteger a un niño. Y sobre todo cuando lo acompañó a meterse en la casa de un vendedor de drogas para rescatar a unos chicos y tomar una bala por él.

[27/09 03:21 a. m.] Trafalgar Law: No soy una persona fácil de tratar.

Pero de alguna forma, contigo…

funciono.

[27/09 03:22 a. m.] Luffy: Me gusta eso

Estuve preocupado esta semana, pero Zoro me recomendó que no te persiguiera

Dijo que cuando estuvieras listo, vendrías

[27/09 03:15 a. m.] Trafalgar Law: Zoro-ya es muy inteligente.

No creo estar listo aún.

Pero no quería quedarme con la sensación de que te hería.

[27/09 03:13 a. m.] Luffy: No lo haces, Torao. Te entiendo

No soy muy paciente en general, pero puedo esperar

No me molesta hacerlo por tí

Dejó el teléfono sobre la mesada de la isla y miró su taza. Estaban hablando casi por primera vez sin impedimentos, aunque no decían claramente qué les pasaba a ambos, pero Law sentía que Luffy lo sabía. No era idiota como muchos creían. O quizá sí, pero cuando se trataba de percibir los sentimientos de otros, Luffy era muy bueno. Al final guardó la taza en la heladera para cuando se despertara y volvió a la cama.

—¿Pasó algo? —murmuró Corazón con la voz ronca y enmarañada.

Law se metió adentro de las mantas y negó suavemente.

—Me levanté al baño, volvamos a dormir.

Corazón se quedó en silencio y lo oyó apoyar su cabeza contra la almohada, pero lo sintió despierto aún.

—¿Estás bien? —preguntó en voz baja.

—Si, no te preocupes —No sabía por qué susurraba, como si alguien fuera a despertarse cuando los dos ya lo estaban—. Gracias por quedarte.

Lo vio sonreír entre la oscuridad de la habitación y se le contagió el gesto.

—Soy tu padre, Law —lo escuchó decir—. Siempre me voy a quedar.

 

Notas finales:

Yo sé que parece la relación dio un paso atrás, pero les juro que no. Tiene que ver con la perspectiva que elegí para contar a Law y cómo creo que es. Si bien esto se debería ver en el fanfic y no lo tendría que explicar (si no algo estoy haciendo mal) tengo ganas de hablar de eso y es mi fanfic, nadie me lo puede negar (? Jajajaja

Para mí Law es un personaje que sufrió muchas pérdidas durante toda su vida. Eso lo volvió nervioso, histérico y controlador. Pero no un sexy controlador Christian Grey (aunque a veces es divertido y sexy escribirlo así) sino del tipo de persona que controla todo lo que siente y que intenta reprimir cualquier emoción que se salga de lo "normal" para él. El control para Law es la tapa de una gran olla en ebullición que son sus sentimientos. Y el problema con Luffy es que él es quién destapó la olla y ahora todo se rebalsa. Law tiene que pasar por este proceso. Tiene que sufrir, tiene que llorar (ir a terapia también si lo necesita) y sentir el dolor que intenta tapar. Sólo atravesando los dolores que reprimió estará listo para poder amar. Y Luffy va a estar ahí, esperándolo. Se los prometo.




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