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JoJo's Bizarre Visual Adventure: Rebirth of the Ouroboros por metallikita666

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“¿Qué es la verdadera libertad para ti?

Estoy cansado de escuchar respuestas vagas

¿Es la muerte la verdadera libertad para ti?

Entonces ve e intenta un suicidio ambiguo

La escalera de caracol en que di un mal paso, como un maniquí chirriante

Río, grito

Mira, ahí está

Más allá de esto hay una vida verdaderamente inútil

De la que nadie me puede salvar

 

Quiero ser amado, más que cualquier otro

Pero de nuevo me señalan con el dedo a mis espaldas

Déjame ponerle fin a estos días felices que paren persistencia

Las risas se vuelven gritos

En las noches en que fui retenido

Incluso aquel que se decía mi amigo pretende no ver.” Sukekiyo / “Mama”

 

El augusto hombre se encontraba en la sala de su casa: la pierna cruzada por sobre la contraria, tobillo contra rodilla; y en medio de sus labios, un habano corto cuyo humo dibujaba fantasmagóricas siluetas en el aire. Había elegido el sillón al fondo de la estancia, de manera que el punto en el que se encontraba era el que distaba más de la puerta. Una copa de vino tinto en la mesita contigua reflejaba las escasas luces circundantes, provenientes únicamente del farol externo que brillaba a través de la ventana abierta.

No sabía bien por qué, pero algo le decía que debía aguardar en aquella posición. Que debía estar ahí en ese momento, sin dedicarse a otra cosa que no fuera lo que hacía en ese instante; por lo que, intuición o no, decidió esperar. No sintió el deseo de contravenir la corazonada, sino que tranquilamente se dejó llevar por las circunstancias; total, había pocas cosas que le agradaran más que estar solo, con un buen tabaco entre los labios y una bebida delicada, circundado por una apacible oscuridad casi total.

Empero, dado que sabía que esperaba, comprendía que la soledad no le duraría demasiado tiempo. Al cabo de un rato, se escucharon pasos del otro lado de la puerta de entrada de su piso, así como un ligero choque de metales.

La madera cedió sin mayor esfuerzo, lo cual dibujó una media sonrisa en el rostro del anfitrión.

—Con que… por fin nos conocemos.—

Los goznes chirriaron como si se tratara de una casa vieja, abandonada. Joestar e Igarashi hicieron su entrada y luego se quedaron de pie frente al mayor. Lo siguiente en escucharse fue el escándalo que hizo la palanca metálica del pelifucsia contra el porcelanato del suelo.

—¿Qué sucede, muchacho?— Preguntó el kiotense, enarcando entonces las dos comisuras, al tiempo que exhalaba con parsimonia. —¿No fue… la entrada heroica que esperabas?—

—Ya cállate de una vez, Serpiente.—

Joshua se adelantó unos pasos más, hasta que su amigo le puso una mano sobre el hombro. Empero, el más joven se había detenido en realidad a causa de su propio recelo.

—¿O ya no eres tú? Déjame decirte que con la apariencia que sea, has sido un verdadero fastidio…—

Kyo bajó su pierna derecha y se incorporó, habiendo tomado previamente la copa de sobre la mesita. Ataviado con un pantalón formal negro y holgado, una camisa beige de cuello y puños fruncidos, y sobre esta una casaca francesa a tono[1], caminó hacia donde estaban los otros mientras bebía un sorbo. Se movía con intimidante e hipnotizador garbo, al tiempo que no dejaba de mirarlos. Ellos, a su vez, clavaron los atisbos en él de igual manera, hasta que Rei tuvo la impresión de poder ver en sus ojos oscuros pupilas de ofidio.

—Quien sea ahora realmente no hace gran diferencia, pues tanto ustedes dos como yo mismo sentimos el suficiente desprecio recíproco como para convenir en que este es un encuentro del todo oneroso.— Dijo el pelinegro, acabando el vino de su copa. —Notablemente, eso sí, podemos trazar una historia de los acontecimientos en donde ustedes resaltan por ser la intromisión… El elemento extra que vino a entorpecer el correcto desenvolvimiento de todo. Lo que nunca debió suceder.—

—¿“Correcto desenvolvimiento”… dice?— Joestar estaba estupefacto. Sencillamente incapaz de dar crédito a lo que acababa de escuchar. —¿De verdad es usted, Nishimura-san, el que asegura semejante cosa? Por un lado, no lo puedo creer… ¡pero por el otro, todo cobra tanto sentido ahora! ¡Con un alma así de podrida, tiene bastante lógica que el maldito dios se haya fijado en usted!—

Aunque igual de indignado que el más joven, Rei estaba a un mismo tiempo receloso de las palabras que su amigo dejaba salir con tanta facilidad. Su batalla anterior con el ente le dejó muy en claro que aquella era una deidad que aguantaba muy poca provocación, si bien no estaba seguro del talante del kiotense propiamente, y de cuánto de lo que se fuera a decir en aquel intercambio provendría realmente del alma y la mente del cantante de Dir en Grey.

En todo caso, las circunstancias parecían confirmar lo que ambos amigos habían previsto, y su teoría sobre que esa sería la primera vez en que enfrentarían a Tooru como tal.

—No hay caso, Jojo. Este hombre, por lo que se ha visto, ha creído siempre y erróneamente que Gara-sama le pertenece… Y por más que me esfuerzo en imaginar el motivo, no puedo sino concluir que es porque su concepto de amor tiene que ser realmente horrible.—

Al oírle, el pequeño y robusto vocalista lanzó su copa con rabia hacia los pies de los menores.

—¡Makoto me pertenece, pero claro que sí!— Gritó el hombre, adelantándose un par de pasos con aire amenazante. —De una forma y con una intensidad que ustedes ni siquiera podrían empezar a entender, insignificantes advenedizos; ¡no tienen ni la más mínima idea de lo que hay entre nosotros! ¿Cuánto tiempo han estado con él? ¿Cuatro o cinco meses?— Inquirió, con sorna. —¡Se sienten privilegiados al creer que, solo porque su senpai quiera entretenerse un rato, ya se ha enamorado de ustedes! ¡No me hagan reír!—

El cauteloso rubio comenzó a experimentar un leve temblor de ira que se generaba desde sus puños contraídos, al tiempo que la respiración se le hacía cada vez más pesada. Recordó entonces aquella vez en que conoció a Gara y se sintió muy mal por el comportamiento y las palabras ajenas a raíz de la falsa escena que entre Asada y Jojo prepararon, pues habían previsto que ninguna otra forma de atraer a Rei hacia ellos serviría. Con tal memoria en mente, deseó que el proceder del líder de Sukekiyo en ese momento también fuera una farsa, porque más allá de que no sentía por él una devoción comparable a la que tenía por Asada, sí lo respetaba muchísimo como cantante y como artista.

Se sintió dolorosamente defraudado, sin el beneficio de la duda de poder creer que Uróboros lo estuviera controlando, pues las reacciones del mayor eran muy distintas al intercambio que había tenido con la deidad días atrás. Kyo se expresaba desde su humanidad oscura y egoísta, y no desde la prepotencia divina de la que hacía gala la Serpiente.

El cantante de Marco salió de sus cavilaciones cuando advirtió que un ofuscado Jojo se adelantaba ligeramente. Las manos del más joven temblaban, pero el chico hacía lo posible por refrenarse.

—¡Nishimura-san, por favor! ¡Intente comprender que su postura no es sana! Y que el exceso que ella representa es lo que lo ha hecho vulnerable al poder de un dios lleno de odio y sediento de venganza. ¡Que usted también es una víctima, y que solo saldrá muy herido si le permite continuar!—

Kyo rio entre dientes. Posteriormente, le dio una calada a su habano.

—¿Ah, sí? No me digas…— Replicó el líder de Sukekiyo, con sarcástico tono consternado. —¿Y tú como puedes estar tan seguro de eso, mocoso? Sería prácticamente imposible para cualquiera saber si el dios se posesionó de mí o si en realidad yo he sido él desde un principio, ¿no crees? A lo mejor, siempre fuimos uno…—

—De acuerdo con sus propias palabras, Uróboros es todos y nadie a la vez, lo cual hace que lo que nos dice en este momento sea acertado.— Intervino Rei, considerando que podría obtener algún dato al confrontar lo dicho anteriormente por la deidad con los argumentos de quien para entonces parecía ser el verdadero Tooru.—Pero eso no quita que usted también posea su propia voluntad, y que haya habido un momento en que su alma, probablemente enceguecida por la rabia, le haya permitido entrar.—

—No obstante, eso ya no importa ahora, y no hemos venido a su encuentro para comprobar la teoría.— Acotó Joestar, secundando a su amigo. —¡Solamente queremos que comprenda que con su actitud no logrará más que la destrucción, porque el dios lo ha engañado con tal de cumplir su objetivo!—

Tras ambas intervenciones, el pelinegro pareció perder momentáneamente la paciencia.

—¡Basta de cháchara sin sentido, ustedes dos!— Exclamó con tono fastidiado, yendo después hacia la mesita para apagar el habano en el cenicero de bronce.— Claramente, no saben lo que dicen. El altercado que nos ocupa no abarca más que a Makoto, a ustedes dos y a mí, y es un asunto tan sencillo como que uno de los dos bandos tiene que desaparecer, porque es imposible que esto funcione de cualquier otra manera. Dicho eso, resulta bastante obvio que quienes deben alejarse de él son ustedes, porque nosotros hemos estado juntos desde el principio, así que es mi derecho hacer lo que sea necesario con tal de que siga a mi lado. ¡Entiéndanlo y déjense de tonterías!—

La tozudez del veterano artista estaba acabando con el aguante de los menores, quienes no sabían si indignarse más por la incredulidad del kiotense o por sus abyectos sentimientos respecto de su kouhai y amante. Nishimura era tan diferente a Asada que a los más jóvenes les costaba creer que su relación datara de tantos años atrás, o que siquiera pudieran entenderse.

Sea como fuere, el tiempo se acababa para ellos, pues sabían que el dios enemigo aparecería en cualquier instante. Aunque herido por sus armas y temporalmente rebajado gracias a la piel del Sacrificio, seguía siendo un enemigo temible.

Joshua decidió intentarlo una vez más.

—Kyo-sama, ¡por favor, entienda! ¡Si usted permite que Uróboros haga como desea, no solo seremos nosotros quienes desaparezcamos!—

El maldito temblor en las manos no dejaba en paz al chico; quien, además, si bien intentaba restringirla lo mejor que podía, sentía la presencia e inquietud de Succubus a su lado.

—Ahora mismo, me espanta hasta la médula la idea de que usted haya llegado a desear la muerte de Gara-senpai, ¡pero debe comprender que no solo seremos nosotros tres! El objetivo del dios es la aniquilación total: usted incluido. Quiere que todo muera, que todo se destruya, para poder morir él junto a lo efímero, ¿lo comprende? El maldito está lleno de odio y resentimiento porque sabe que jamás podrá ponerle fin a su existencia, y su única manera de hacerlo es a través de las muertes ajenas: especialmente, de las de aquellos seres de corazón puro que fallecen con el mayor dolor posible. ¡Reaccione, por lo que más quiera!—

Al ver el enorme esfuerzo que su compañero hacía, Rei también se llenó de un nuevo empeño: si apelaban al hombre de arte que tenían delante y lograban llegar más allá del amante dolido que se sentía traicionado, tal vez harían que el mayor les diera oídos y lo pondrían de su lado.

Igarashi miró en derredor, notando la gran cantidad de libros que Nishimura tenía en los estantes de su sala, así como el teclado que lucía en una de las esquinas del gran salón, cerca de la puerta que parecía ser la de su dormitorio.

—¡Por favor, escúchenos! A pesar de su horrible deseo, dentro de usted todavía tiene que haber algo de sensibilidad, ¡porque es un artista, y uno realmente talentoso! Porque algo bueno y benévolo ha de haber visto senpai en usted y por eso lo ama tanto… ¡por más que usted se empeñe en parecer detestable y lo logre con bastante eficacia!—

Rei sabía que todo cuanto decía era –además de difícil de pronunciar– osado, pero aquella era una situación donde debía apostar al todo o nada. El tokiota tenía una corazonada sobre que Uróboros no tardaría en manifestarse.

En aras de secundar a su camarada, Jojo recuperó la palabra. El menor había notado el portarretrato que contenía la fotografía de ambos vocalistas mayores, la cual pertenecía a una época para entonces un tanto lejana.

—¿Es que acaso hay algo sagrado en su vida, a lo cual podamos apelar ahora para que nos preste atención? Lo que sea que eso fuere, ¡hágalo por ese motivo! Si alguna vez usted… también amó a Gara-sama, si alguna vez tenerlo a su lado lo hizo feliz… ¡supere el rencor que esa supuesta traición le generó en lo más profundo de su alma!—

Kyo había bajado el semblante conforme ambos intrusos insistían en argumentar a favor de su objetivo. Pero contrario a lo que los más jóvenes esperaban y deseaban, no habían conseguido otra cosa que hacer enfurecer todavía más al cantante de Dir en Grey.

Entonces, no solamente el cenicero de bronce y el paquete de habanos cayeron al piso con violencia, sino también la mesita misma, la cual Joestar e Igarashi tuvieron que apresurarse a esquivar.

—Les he dicho que se callen… ¡Que se callen de una maldita vez por todas!— Bramó Nishimura, harto de la impertinencia ajena. —¡No me rueguen por amor a Makoto! Porque lo que él hizo es mucho más espantoso que cualquier justa venganza que yo quiera tomar, ¿¡no se dan cuenta!? Él es el culpable: ¡él me traicionó primero!—

Pero en ese momento, el veterano músico no fue el único furioso por tanta obcecación. Joestar no pudo aguantar más el ímpetu de su enojo al escuchar aquellas injustas acusaciones. Rápidamente, se agachó para tomar la palanca del suelo, luego de lo cual la blandió con intención de allegarse al mayor de los tres.

—¡Eres peor que el dios hijo de puta ese, Nishimura! ¿Dónde demonios están tus sentimientos? ¿Cómo carajo puedes hablar así de alguien tan recto como senpai?!—

—¡Espera, Joshua! ¡No hagas una tontería!—

Rei se dio cuenta del imprevisto impacto que el complicado intercambio con el Tooru real estaba teniendo en su amigo, justamente por el hecho de que aquel doloroso golpe de realidad parecía ser del todo nuevo para el chico. Igarashi sabía que, de alguna manera, Jojo también admiraba a Kyo; y por lo que podía inferir, al parecer nunca le había tocado lidiar con la apatía de ningún referente, o por lo menos no al nivel que debían arrostrar en ese momento. En todo caso, las peleas anteriores de ambos se habían enfocado en Uróboros, prescindiendo de los motivos de Kyo al no haberlo enfrentado nunca en persona.

El vocalista de Dir en Grey notó la intención del más joven y se echó a reír.

—¡Anda, crío! ¿Quieres golpearme?— Inquirió, abriendo mucho los ojos. Posteriormente, adoptó una socarrona postura de defensa.  —¡Pues ven entonces, pero sin armas! Que encima de que ustedes sean dos, el hecho de que quieras aventajarme tanto habla muy mal de ti como héroe shonen, ¿no te parece?— Se burló el kiotense, recordando algunos de los comentarios que había escuchado por ahí sobre el cantante de The Gallo. —¡Ven aquí, Jojo-kun, que con gusto te daré un mano a mano! ¡Pero nada de hacer trampa!—

Rei se aseguró de tomar a Jojo por el brazo con fuerza, tras de lo cual enfatizó en la advertencia que le acababa de hacer al pelifucsia hacía un momento sobre no ceder ante las provocaciones del fornido mayor.

—¡Jojo, por dios! ¡Cálmate! Y escúchame, pues hay parte de verdad en lo que dice este hombre, por más que yo deteste reconocerlo.—

Cuando aseveró tal cosa, el vocalista de Marco fue el blanco de las miradas tanto de su acompañante como del antagonista en común.

—Tiene razón cuando dice que nosotros no podemos entender lo que hay entre senpai y su persona. ¿Cuánto ha pasado para ellos? ¿Desde antes de que Gara-sama integrara su primera banda?—

La pregunta, en apariencia retórica, captó la atención del líder de Sukekiyo, quien se percató de la exactitud de los datos. En la garganta de Rei, no obstante, un apretado nudo comenzó a hacerse patente.

—Pero a pesar de eso, lo único que importa ahora es que Kyo-san, aquí presente, parece no haber comprendido nunca… lo que esa relación significa para Gara-senpai…—

El pelinegro volvió a relajar su postura. Su semblante, en cambio, se frunció con dureza.

—No seas ingenuo tú tampoco, creyendo que puedes aleccionarme sobre lo que, según tú, no entiendo de Makoto.— Acotó el dueño de piso, poniéndose luego del otro lado de la ventana, en el sitio de la penumbra. —Porque, además, lo que afirmas sería contradictorio. Si concedes que yo llevo la ventaja por los años en que ha estado a mi lado, entonces no tiene sentido que me quieras hacer creer que no sé qué es lo que él piensa.—

Igarashi tuvo que soltar al menor para concentrarse en contenerse a sí mismo. Cada vez le era más difícil imaginar una argumentación que pudiera ya no justificar, sino al menos explicar la actitud del hombre delante de ambos.

—Si eso es así, ¿entonces por qué no se da cuenta de cuánto lo lastima? ¿Por qué no ve lo mucho que él sufre al amarlo?—

A pesar de la gran tensión del momento, Rei se sentía incapaz de tutear al mayor. Recordaba vívidamente la noche en que un poseído pero no por ello menos sincero Gara les contó acerca de su dueto con el reconocido artista.

—De que senpai lo ama profundamente ya nos hemos dado cuenta. Con todo el dolor de nuestra alma… más que por los celos que no voy a negar, al ver lo infame que es usted con él.— El cantante de Marco no pudo evitar subir su puño apretado, al tiempo que contraía el entrecejo con absoluta ira y desprecio. —¿Es que a quién se le ocurre que maltratar a otro de semejante forma es manera de restituir tanto cariño y devoción? ¿¡Cómo puede ser así de insensible!?—

—Se lo merece por ser tan débil.—

—¡Suficiente, grandísimo bastardo!—

Lo siguiente para Rei fue ver a Joshua apartarse de su lado luego de que dejara caer la palanca al suelo nuevamente: para, segundos después, cruzarle la cara al mayor con un furioso golpe en el pómulo. Empero, la robustez de Nishimura probó ser muchísimo más que la mera impresión que infundía su musculoso y trabajado físico. Con el semblante apenas ligeramente vuelto, el kiotense respondió a la agresión con un certero gancho al mentón del más joven.

El de Hokkaido se tambaleó y cayó de espaldas, a lo que Rei corrió hacia él en su auxilio.

—¡Agh, mal… dito!—

—¡Joder, Jojo! ¡Te dije que no cayeras en su provocación!—

Cuando lo ayudaba a recuperar la postura, Igarashi notó la sangre que el otro escupía al toser: se había desgarrado la perforación de la lengua o su músculo del habla quedó cautivo entre sus dientes al momento del impacto, lo que provocó que se lastimara involuntariamente el interior de la boca.

—¡Mierda! Es muy fuerte, el cabrón…—

Luego de comprobar que Joestar estaba fuera de un peligro significativo y que no había quedado inconsciente, el pelicorto se levantó y encaró al mayor de los tres.

—¡Tiene miedo, se sabe vulnerable y por eso discute con nosotros, Jojo! ¿Te das cuenta? ¡De otra manera, no osaría rebajarse tanto!—

El rubio se enfocó en el rostro de Nishimura, intentando por todos los medios captar las expresiones ajenas conforme lo interpelaba.

—Este hombre solo está celoso y furioso de no ser el único para senpai, y de no poder envolverlo a su gusto sin que nadie se percate, para así aislarlo con su asfixiante y destructivo amor…—

—¡Silencio! ¡Jamás los perdonaré por la manera en que se han burlado de mí al apartarme de mi posesión más preciada!— Gritó el líder de Sukekiyo, fuera de sí. —La verdad es que ya me harté de ustedes dos, y si esta es la oportunidad que he estado esperando para desquitarme por fin, ¡con gusto la tomaré!—

El acceso de furia había hecho mella en Nishimura para entonces. Nuevamente, el cantante de Marco pudo distinguir el brillo de pupilas verticales en los ojos ajenos, y por poco no advierte que el mayor se había desplazado con rapidez sobrehumana hacia donde todavía se encontraba Joshua en el piso, con la intención de lanzarse sobre él y molerlo a golpes.

El pelicorto se abalanzó sobre el dorso del mayor de los tres para sacárselo de encima a Joestar, pero solo pudo apartarlo ligeramente, pues apenas lo rodeó con los brazos, experimentó una espantosa sensación quemante que se adhirió a su piel como si fueran fierros ardientes.

—¡Aghh, Serpiente del demonio!— Exclamó Igarashi, apartándose de Nishimura para evitar el daño. —¡Está despertando! ¡Poco a poco opaca su alma!—

Joestar escupió otra porción de la ferrosa mezcla que se le había hecho en la boca, y tras de ello finalmente se puso en pie. Acto seguido, materializó su stand en forma de bola de luz y golpeó el rostro de Kyo, con el objetivo de lograr tiempo para que tanto él como su compañero pudieran apartarse del mayor y recomponerse.

Además de heridos, ambos estaban tremendamente apesadumbrados y frustrados por no haber podido conseguir la cooperación del cantante de Dir en Grey. Su estrategia a partir de entonces se volvía verdaderamente peligrosa, ya que no sabían cuánta energía les tomaría debilitar al dios hasta un punto donde le fuera imposible retornar a su original potencia.

Con cada uno de sus rivales en sendas esquinas que tenía delante, Kyo se reincorporó luego del impacto que le robó momentáneamente la visión. Después, pretendió arremeter contra el tokiota, por lo que apenas este se percató, materializó la katana que le había sido dada por su mentor en Sendai y la empuñó para cortarle el ímpetu al otro.

—¡He dicho que sin armas, Igarashi! ¿Qué acaso eres más cobarde tú que Joshua? Anda, ¡pelea como un hombre!—

—¡No pretendas engañarnos, dios maldito!— Respondió el interpelado con rabia: el descaro de su antagonista no conocía límites. —Nishimura-san ya posee habilidades sobrehumanas, ¡así que eso no sería un combate justo! ¡No renunciaré a mi arma porque es claro que tú estás detrás de todo esto!—

El pelinegro rio ante la réplica, tomando una postura que de inmediato intrigó a sus contrincantes.

—¡De acuerdo, entonces! ¡Como tú quieras!—

Kyo todavía hablaba con su voz original. No obstante, y para sorpresa ajena, luego de que se irguiese totalmente con los pies muy juntos y el brazo izquierdo detrás del dorso, en su mano derecha apareció lo que parecía ser un larguísimo látigo de cueros retorcidos y trenzados. Al observarlo mejor, podía advertirse que se trataba de vetustos cueros de ofidio.

—¡Van a ver de lo que soy capaz sin siquiera tener que posesionarme totalmente de él!—

Nishimura restalló el arma con velocidad asombrosa, enarbolándola después para atacar a sus enemigos: a ambos de un solo movimiento. El rudo cuero golpeó casi a un tiempo las manos de Rei y el pecho de Jojo, haciendo que al primero se le cayera el arma y provocando que el segundo perdiera estabilidad y, por ende, control de su stand en modo ofensivo.

A un tiempo, Joshua y Vivi se lamentaron por el sorpresivo alcance del ataque.

—¡Hijo de puta! No sé cuál de los dos… sea ahora mismo, ¡pero se mueve demasiado rápido!— Dijo el pelifucsia, quien se tambaleaba hacia adelante, horriblemente aturdido por el impacto.

Mientras el vocalista intentaba recuperarse, Succubus le tomó la delantera.

—¡Rei-kun, cuidado! ¡La katana!—

La advertencia fue en vano, pues si bien el rubio logró apartar su espada de la cola del látigo, no pudo librarse del choque del arma ajena contra su hombro izquierdo. La punta del cruento lazo le rompió tanto la ropa como la piel, dejando en su carne un par de surcos rojos y profundos.

Tras dar un grito de dolor, el cantante de Marco apostó por el último recurso que tenía: en su mano derecha apareció su hannya regia, la cual lanzó hacia el rostro del enemigo con puntería certera. La máscara se pegó a la cara del robusto hombre con fuerza y sin que éste pudiera hacer nada para sacársela, con lo cual consiguió nublarle la visión temporalmente.

—¿Pero qué… ¡demonios?! ¡Basta de tu maldito truco, Igarashi! ¡Eres un fastidioso y un grandísimo cobarde!—

Sin ocuparse de los reclamos de la deidad, Joestar e Igarashi recuperaron la posesión de sus respectivas armas y luego corrieron hacia el otro extremo del salón, en el que se detuvieron únicamente cuando lograron juntarse espalda con espalda, y de costado hacia donde estaba su antagonista. Rei empuñaba la espada con fuerza y Joshua mantenía a Vivi en levitación sobre su mano derecha, con la forma de un luminoso proyectil.

El rubio jadeaba desde su guardia, y en su mente no dejaban de sucederse cada uno de los recuerdos de las heridas de su maestro, e incluso de las que había recibido Jojo tras las agotadoras batallas. En ese mismo instante, el pelifucsia a sus espaldas continuaba débil a causa del desgastante enfrentamiento de hacía dos días contra la Serpiente. Rei concluyó que no podían permitirse continuar la pugna en esas circunstancias; pues, de insistir, jamás lograrían trascender lo meramente físico. Al cantante de Marco no le quedaban dudas acerca de la fuerza tanto del hombre que tenía delante, como del ente que había venido controlándolo, y estaba convencido de que no debía permitirse a sí mismo sucumbir ante el instinto violento que lo dominó siempre en ocasiones similares. No en vano la Serpiente había elegido a ese preciso sujeto como su Recipiente.

—¡Jo-chan, escúchame!— Le dijo a su compañero cuando por fin pudo estabilizar su respiración, al tiempo que el horrible escozor en su hombro no dejaba de palpitarle y la herida comenzaba a rezumar sangre. —No podré estorbarle… la visión por mucho tiempo más. No nos conviene continuar peleando con él en este plano, ¡no podemos seguir gastando energía de esta manera! Tenemos… ahh, que arriesgarnos a proceder con lo acordado, pues si caemos en la provocación que nos hace Uróboros para que sigamos lastimándonos entre nosotros… no se verá obligado a manifestarse totalmente.—

El mayor hizo una pausa, durante la cual interpretó el silencio ajeno como un asentimiento hacia sus palabras.

—¡De acuerdo! Entonces voy a retirar la hannya de su rostro... ¡Jojo, Vivi: prepárense!—

 


[1] Atuendo portado por el artista en el video promocional de En de Sukekiyo.


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