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Munzel por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Aqui un nuevo capitulo de este crossover tan divertido. Espero que lo disfruten tanto, aunque no comenten esta bien. 

Lean, comenten  disfruten. 

Nos vemos abajo. 

Giro su cabeza, para ver al ladrón.

La mirada del equino siendo de enojo puro, resoplando con fuerza.

Pero el rubio bribón no se dejaría intimidar por un caballeo, acomodándose en la silla de montar.

-Arggg ¿Qué esperas pulgoso? ¡¡¡AVANZA!!!- Le dio un golpe con ambas piernas a los costados del corcel.

Pero Seimux, se da cuenta que trae la bolsa, mirándola fijamente, dispuesto a alcanzarla. El ladrón se da cuenta de aquello, pero es rápido.

Lanza una mordida, para atraparla, pero rápidamente el hombre la aleja.

Un caballo de la guardia real ¿Qué esperaba?

-No, no, no, no- Dacia aquella negación, mientras trataba de alejar la bolsa del agarre del equino, que seguía la bolsa pues sabía que era necesario recuperarla.

Incluso aun teniéndolo sobre, hacia maniobras para alcanzarla. Cabalgando de manera torpe y graciosa.

-¡¡¡QUIETO!!! ¡¡¡QUIETO!!!- Haciendo usos de su mano libre, alejaba el hocico del animal, para que no tocara el tesoro preciado que acaba de robar.

Pero sus intentos fallaron, al final, el caballero lo alcanzo con el hocico, dando varios jalones cada quien por su lado, para no dejarse vencer por el contrario.

-¡¡¡DAME ESO!!! ¡¡¡DAME ESO!!!- Estaba molesto, no dejaría que ese corcel le ganara sin dar pelea.

Pero por andar forcejeando cada quien por su lado, la bolsa salió volando, estando cerca de un barranco, parecía que se caería por ese lugar.

Mas su sorpresa y gracias a quien fuera, cayó sobre un árbol crecido a la orilla de este.

Enganchándose la bolsa en una de esas ramas.

Ambos miraron todo con suma atención del mundo, sus ojos bien abiertos, las bocas iguales de sorpresa.

Por un instante se miraron levemente. Pues era cuestión de quien fuera más rápido en alcanzarla.

Así fue como cada uno salió corriendo en dirección a la bolsa.

Shaflyn, salto del lomo del animal, y este trato de detenerlo pero el humano era ágil.

Pero un caballo es mucho más rápido, aunque un ladrón tiene sus trucos sucios y es, sujetarle una pata para que caiga el animal.

Eso podría darle más ventaja de tiempo.

Mas Seimux no se daría tan fácil por vencido, aun pasando sobre él, sujeto el pantalón del hombre, ahora el caía de bruces contra el suelo.

Al llegar al tronco de ese árbol ladeado, se dieron cuenta que es algo frágil, mas pues el que pisaba primero es el enorme corcel un peso bastante grande.

Mas no se daría este por vencido, pisando con delicadeza iba el caballero de la guardia real, pisadas cortas y con mucho cuidado.

El rubio, se subió arriba de la cabeza del animal, para que este lo llevara, no estaría contento de ser utilizado así por un ladrón sin escrúpulos.

Movió bruscamente su cabeza, provocando que este cayera directo al tronco o al precipicio lo que ocurriera primero.

Pero que ágil Shaflyn, se sujetó del tronco estando del otro lado. Dejando sus pies y piernas sujetas alrededor de la madera y con una alta posibilidad de ser pisoteados por el caballero.

Cosa que sin duda no dejaría pasar.

Dicho esto, Seimux comenzó a pisar fuerte y pesadamente, justamente en las extremidades que alcanzaba a ver, no dejaría que nadie se saliera con la suya de deshonrar el nombre del reino de Atena.

Mas igual es rubio avanzaba, lo más rápido posible en dirección a la bolsa, ya no solo para alcanzarla, si no para no ser pisoteado por el corcel.

Pero ningún se fijó que esos movimientos bruscos de ambos, hacía que la bolsa se estuviera desenganchándose de la rama que aun la mantenía al alcance.

Apresuro el paso, no dejaría que la corona se perdiera. En un movimiento rápido, se lanzó a la rama, para alcanzarla antes de que cayera. Sujetándola con la mano y dando un grito de triunfo.

-¡¡¡JA!!!- Su mirada triunfante, hacia el animal le denotaba la alegría que sentía.

El otro contendiente por la bolsa, lo miro molesto, estuvo a poco de alcanzarlo.

Mas ese intercambio de miradas, termino muy pronto, pus un ruido o más bien un crujido les llamo la atención, pues no significaba nada bueno, que el árbol hiciera eso.

Y dicho esto, ese árbol cayó por el barranco, llevándolos a ambos en este hacia abajo.

La caída era demasiado alta, miraban con miedo lo que estaba pasando, no se podía ver ni siquiera el final por lo lato que era, no reaccionaron para nada.

Una escena bastante cómica al momento de verse nuevamente ambos y luego lanzar cada quien su grito de miedo

Uno en relinchó y otro en grito humano.

Se sujetaban del árbol, como su única ancla para no perder la vida.

La caída les hizo llegar rápidamente hacia una roca puntiaguda, que por gracia a lo que fuera, no les hizo daño alguno, solo partió el tronco por la mitad, y cada quien estando en un lado diferente.

Separándose así cada quien, pues se soltaron del árbol por el impacto y salieron volando, sin dejar de gritar.

El pobre caballo cayo en el césped, de espaldas, luego dio una voltereta y derrapo con sus cuatro patas estiradas debajo, igual su cara recibió impacto.

Había caído bastante cantidad de tierra y pasto en su hocico, escupiéndola en cuando se sintió seguro.

Pero rápido se levantó, no podía quedarse así, debía volver a buscar al ladrón y esa bolsa importante.

Su pose de blanco corcel dejaba ver su energía, mas su cara de susto y desconcierto no lo dejaba de lado.

Rápido miro y miro de un lado a otros, solo quería encontrar su deber de manera inmediata.

Al no ver nada, decidió buscar con el olfato, rápidamente se puso en acción.

Sus grandes fosas nasales se movían al inhalar y exhalar, estaba encontrando el rastro como su fuera un perro sabueso, rápidamente siguió el camino hacia delante. Tenía algo.

Paso unos árboles, unas rocas muy grandes, pero parecía que l rastro no seguía por allí, más porque había un montón de lianas verdes llenas de hojas y a la simple vista, parecía que no hubiera nada del otros lado.

Siguió de largo, sentía que estaba cerca, peor no sabía exactamente que tanto

Hasta que salió de escena, fue que el ladrón rubio abandono la seguridad de esa roca que le dio una oportunidad de salirse con la suya.

Caminando de espaldas, mirando en dirección a done Seimux se había ido, se colgó la bolsa como siempre, se giró con cuidado y trato de tocar la pared detrás de las lianas verdes.

Mas su sorpresa fue grande, cuando su mano no toco soporte y se fue hacia adelante.

Rápido recupero su postura y abrió esa cortina hecha por la naturaleza, viendo que del otro lado había una gran forma de refugio.

Y sí que era oportuno, pues el caballero relincho, parecía que se hubiera dado cuenta de la treta que le hizo el hombre.

Adentrarse rápido, abrió sus ojos con susto, sujetando la bolsa de la correa, decidió ocultarse por ese lugar, entrando allí. Para no ser visto por quien lo perseguía.

Era una cueva muy oscura, pero lo suficientemente buena para no ser encontrado.

Y justo a tiempo, para que el caballo que estaba regresando, no lo encontrara y solo se pudiera ver la sombra del equino, buscando con desesperación al hombre.

Relincho con molestia, no entendía como era posible que no lo encontrara y sintiendo su rastro tan cerca. Se fue en otra dirección.

Cuando vio que no había peligro decidió adentrarse hacia la cueva, parecía la mejor idea y denotaba un destello de luz del otro lado.

Aun miraba hacia atrás, temía que el corcel llegara en cualquier momento.

Que no se había dado cuenta de lo que estaba por encontrar, teniéndolo delante de él.

Mas al girarse su rostro de seriedad y pánico, cambio a una de asombro, tanto que abrió sus ojos azules de lo sorprendido, dejando su boca abierta.

Mira la belleza del valle verde, esa hermosa cascada que estaba detrás cayendo por entre un par de rocas enormes y en medio de todo ese lugar, una torre que le aprecia realmente preciosa en esos instantes como un refugio.

Se quedó observando todo con sumo cuidado, no se movía, parecía que los Dioses se hubieran compadecido de él, y le daban una oportunidad de ocultarse hasta que el peligro apsara.

Mas su ensoñación se escapó, cuando oía como ese caballo se acercaba por el relinchido que daba.

Poniéndolo en sobre aviso al ladrón, que debía actuar rápido si quería salir bien librado.

En un instante se encontraba escalándolo la torre, ayudado con un par de flechas, enterrándolas en las rocas del edificio construido.

Llego hasta arriba, se movía demasiado rápido para salir bien librado.

Apoyándose en el marco de la ventana, se adentró a la oscuridad del lugar de manera sigilosa.

Cuando estuvo seguro, cerro la ventana, para que nadie lo viera, pensaba que estuviera desierto el lugar.

Dio un suspiro de alivio, tocando su pecho, y la agitación de su voz estaba descansando, ya no correría peligro de ser encontrado.

Suspiro aliviado, se desgancho la bolsa, para revisar que la corona aun estuviera allí.

Y cuando lo confirmo, sonrió.

-Solos al fin- Esa sonrisa coqueta se la dedico al botín.

Pero duro muy poco su alegría, pues un fuerte golpe con un martillo en su cabeza se dejó escuchar, provocándole que perdiera la conciencia y se fuera de bruces hacia adelante, una expresión de tonto se podía ver, sus ojos desorbitados y esa sonrisa pedida.

El había invadido la torre de Jamir, donde se encontraba viviendo el joven pelilila, por defenderse le dio ese golpe, más aún estaba asustado, nunca antes había visto otro humano en su vida.

Sosteniendo sobre su cabeza, mirándolo fijamente como había caído.

-¡¡¡HAAAAAAAA!!!- Lanzo ese grito agudo, su sorpresa era demasiada, mas por lo que su madre le había dicho en la mañana.

Rápido se alejó del hombre, para ponerse a salvo, detrás del maniquí de costura, ocultándose de la vista del rubio.

Aunque estaba intrigado, alzo su cabeza de su escondida, para verlo con atención al caído.

Al darse cuenta que no se movía, empezó a interesarse más en ese sujeto, mas valía ser cuidadoso, poniendo el maniquí de escudó entre ambos, se encamino hacia el.

Sus ojos verdes estaban aterrados, pero debía ser valiente, para defender su hogar.

Sus labios algo apretados, para no soltar otro grito, posicionó su martillo delante de él, para atacar su se levantaba.

Como no respondía, le dio unos leves empujones con el arma de metal en la cabeza, para ver si reaccionaba, pero nada.

Eso le ocasionó más confusión, pero su curiosidad le estaba ganado.

Miro al pequeño corderito a su lado, con una cara de súplica para que lo ayudara.

En cambio este, solo alzo las pequeñas patitas, en señal de que el tampoco comprendía que estaba pasando con ese hombre rubio.

Se volvió a acercar manteniendo su distancia, con su utensilio de herrero, movió su cabeza a un lado, para que pudiera ver su rostro cubierto por algunos mechones dorados.

Sus ojos grandes y verdes, estaban fijos en el con su expresión de miedo, se alejaba con cautela.

Miro a la dirección de Kiki, como preguntándole ¿Qué debía hacer?

Al corderito rojizo, se acercó al dibujo hecho por madre Sagtel anteriormente, en donde era una cara de un hombre con dientes puntiagudos.

Haciendo esta seña, le daba a entender al muchacho que se fijara en eso.

Utilizando el mango del martillo, lo coloco en la boca de este, para ver si tenía colmillos en esos dientes blancos. Más no había nada de esos puntiagudos.

El rostro del pelilila estaba contraído del medio, mas al darse cuenta que no había peligro de índole de los colmillos, se relajó más, aun fruncía el ceño y de igual forma sus labios.

Se aventuró más, y con el mango de nuevo, despejo el rostro del hombre, de esos mechones rubio dejando ver sus ojos cerrados.

El doncel, se quedó sorprendido de verlo, aun dormido no le producía ya tanto miedo, su boca abierta levemente y sus ojos fijos en ese hombre desmayado.

Se inclinaba más para verlo de cerca, le estaba dando igual su propia seguridad, queriendo admirarlo con más atención.

Pero eso duro muy poco, pues abrió sus azules ojos de golpe, asustando al niño, lo que provoco que le diera otro golpe en la cabeza, para volver a dejar fuera de sí.

Solo sonó el golpe seco, sin duda tenía una gran fuerza. Pero no tanto como para matarlo.

Enredo al hombre extraño con su cabello, para poder encerrarlo en el armario, aunque fuera demasiado pesado para él, lo arrastraba por el suelo.

Al estar cerca, no midió la distancia y se pegó contra la puerta del armario, pero al fin descanso soltando un resoplido de cansancio.

Y se preguntó como lo haría entrar.

Primero probo arrastrándolo por las piernas, para que entra de esta forma, pero la espalda de este choco con la entrada y el pobre Munzel resbalo al suelo. También cayendo al suelo.

Ahora usando su cabello y que tiene la habilidad de colgarse de las vigas con él, sujeto al hombre por un extremo y lo arrojó directo al aramio cerrándolo de golpe al bajarlo, más obvio un problema, su cabello se quedó atorado al atrancar las puertas.

Aunque lo estiraba con todas sus fuerzas, haciendo el ruidito de fuerza, pero nunca salió de allí.

Sintiéndose frustrado se dio un golpe con la puerta en la frente.

Abrió de nuevo el armario, Shaflyn, estaba en una posición rara, las piernas estiradas hacia el frente, la espalda pegada al fondo del armario y la cabeza colgando en la puerta en misma dirección que las piernas, los brazos estirados y su cabello algo largo hasta el suelo caía.

El pelilila, poso una mano en su mejilla pensativo, mientras el otro brazo hacía de soporté para el otro y con un pie delante del otro, estaba en pose.

Se le ocurrió la idea, de empujarlo con fuerza hacia adentro, cerrando de nuevo fuertemente la puerta, a su espalda, para que no saliera de nuevo.

Pensó que ya había logrado terminar esa tarea, pues su sonrisa de triunfo lo delataba.

Camino orgulloso, pero al puerta se abrió de golpe, no soportando el peso de adentro y cayendo sobre el cuerpo del doncel.

Este rubio estando su cabeza sobre las pompas del muchacho, mas no se había dado cuenta, estaba más sorprendido de que su plan no funcionara. Sus brazos estirados en el suelo y su mirada de desconcierto.

Se ayudó con una escoba, para empujarlo dentro del armario con fuerza, apoyándose con el palo de esta y luego con su espalda, para que se quedara dentro de nuevo. Ya estaba fastidiado de batallar, al verlo dentro, cerro de nuevo las puertas, pero nos e fijo que los dedos de este intruso quedaron afuera.

Pero con su carita de inocente al verlos así, los empezó a empujar uno a uno, hacia adentro. Para que no hubiera evidencia de lo que paso.

Rápido arrastro la silla verde, para atrancarla mejor.

-Ok, ok, ok… Hay una persona atrapada ahí- Caminando de espaldas, aun sosteniendo su martillo delante de él, con cuidado por si despertaba y salía a atacarlo.

-Hay una persona atrapada ahí- Se miró en el espejó de lado izquierdo, se admiró un poco por su expresión y lo que acaba de hacer.

Asintiendo delante de su espejo –Capture una persona…-  Sonrió emocionado, al darse cuenta de su gran hazaña –En mi ¡¡¡ARMARIO!!!- Alzo su cabeza con orgullo y una mueca de felicidad plena, aun sosteniendo con fuerza su martillo –Ja, ja, ja,- Lanzo un suspiro de satisfacción y un poco de orgullo -¿Afuera no se cuidarme solo? ¿He madre?- Limpio su utensilillo con una de sus manos, mientras ponía una de sus manos en su cadera, estaba confiado sin duda –Ja, ja, ja. Bueno… Dile eso a mí martillo- Comenzó a girarlo delante de él, pero se dio un golpe en la ceja fuertemente resonando en la torre.

Este dejo ver una mueca de dolor, tocándose con cuidado la zona lastimada, frotándosela un instante, sujetaba más fuerte el mango del martillo.

Pero aquello pronto se dejó pasar, pues en el reflejo del espejo, pudo ver que algo le llamo la atención tanto y era el contenido de la bolsa, brillaba demasiado.

Fue directo allí, la bolsa estaba abierta y tomo la corona con cuidado, admirándola por lo hermosa que se veía, con esas piedras preciosas y esa decoración en dorado.

Podría verla con atención, portaba tres diamantes arriba, uno en medio el más grande y los dos de cada lado un poco más pequeños, otras piedras más pequeñas de blanco y verde, alrededor en forma de flor, después abajo más cristales en cada una de las rendirlas doradas del metal hecho esa corona que sin duda era oro, luego unas piedras rojas brillantes, cruzaban tan hermosas.

Sus manos temblaba un poco por aquel accesorio nunca antes visto, en sus recuerdos cocientes.

Miraba con más atención, le aprecia hermoso y extraño loa cerco más a su cara.

Luego se las ingeniaba para ver cuál era su uso, primero pensó que era un tipo de pulsera, paso su brazo por el circulo de este, mas no le convencía, su vista se giró directo haría Kiki, el cual también se quedó atónito por cómo se miraba ese objetó en el brazos delgado del muchacho.

Negó con la cabeza, afirmando que para eso no era.

Luego lo coloco delante de su cara, observando por los diamantes, al pequeño corderito en todas las formas posibles, pero este también negó, de que ese no era la forma correcta de usarlo.

Después miro hacia su lado izquierdo directo al espejo, estando de perfil, miro su reflejo con atención, giro por completo su cuerpo, para quedar de frente, sosteniendo la corona entre sus manos, estaba demasiado intrigado, pero la curiosidad le estaba ganando.

Y como si algo dentro de su ser, le indicara que ese hermoso objetó perteneciera a su cabeza, la coloco en dicho lugar, al depositarla se admiró de su reflejo, como se veía.

En su reflejo se veía realmente precioso con ello encima, como si hubiera sido hecha solo para él. Algo que solo el podría portar con orgullo.

Incluso el pequeño corderito, estaba con la boca abierta y ojos igual, admirando a su amigo humano.

Pero de la nada negó que tampoco ese podría ser la utilizad que debía hacer.

El pelilila, aun seguía dentro de su ensoñamiento de cómo se vía, mas salió de inmediato al escuchar un grito muy conocido.

-¡¡¡MUNZEL!!!-

Se asustó al escucharlo, y rápidamente se decido a quitarse la corona, incluso empujo el espejo con su espalda.

Escondió la bolsa y corona en una vasija de flores en el suelo.

-¡¡¡DEJA CAER TU CABELLO!!!- Esa voz chillona y molesta que no agradaba en lo más mínimo, pero si aterraba de vez en vez.

Abrió rápidamente la entrada, para colgar su cabello en el gancho y darle oportunidad d su “Madre” de subir.

-Haa… Un momento madre-

-Tengo una sorpresa para ti- Sujetaba una canasta y una sonrisa algo burlona.

Empezó a tirar de su cabellera con fuerza para subir a la mujer –Haaaa… Igual que yo-

Colgándose de esa cabellera pelilila y subiendo a la torre –Hooo Siiii… Pero mi sorpresa es mejor-

La vocecita del menor, se notaba nerviosa –Dudo que lo sea- una linda risita salió de sus labios.

Llego a la ventana, sentándose en la orilla de esta, sonriendo con mucho triunfo –Compre muchos nabos- Sonreía como si fuera la mejor noticia del mundo -Te preparare sopa de avellanas para cenar- Lo señalo con el dedo índice –Tu favorita- Se levantó de esa madera, alzando los brazos con mucho entusiasmo -¡¡¡SORPRESA!!!-

Descolgó su cabello, poniendo sus manos delante de él, juntándolas y su sonrisa tan hermosa, con un leve sonrojo por el esfuerzo –Antes madre, tengo que mostrarte una cosa ¿Si?-

-Ay… Munzel- Dejo su capa en el gancho de ropa delante de él -detesto tener que dejarte después de una pelea- Poso su mano delante e si, con algo de soberbia –Y más cuando yo no he cometido ningún error- Camino con pasos salerosos hacia la mesa, dejando la canasta de los alimentos comprados.

Miro al peli azul y luego en dirección a armario –Escucha, ya pensé en todo lo que me dijiste hace rato- Se encamino hacia el armario, poniendo sus manos adelante.

-Hijo, espero que ya no estés hablando de las estrellas- Ahora usaba una voz un poco más profunda, sonriendo, pero sus ojos afilados en molestia.

-Luces flotantes- Corrigió al mayor. –Y si… Quiero hablarte de ellas Por…- Volvió a su camino para la silla delante del guardarropas.

-Por qué te dije que no quería hablar de eso cariño- Le daba la espalda, mas su semblante no había cambiado de molestia.

Detuvo su andar, para seguir con la conversación -No madre, iba a decir que…- Ahora estaba señalándolo con su mano –Tú crees que no puedo cuidarme allá afuera- Se encaminaba de nuevo al armario para tocar el picaporte.

Lanzo un resoplido ya algo fastidiado –Ho cariño, Yo sé que no eres capaz de cuidarte allá fuera- Su mirada afilada como de un lince, se clavó en el muchacho.

-Pero si escuchas…- Suplicaba con su mirada, estaba algo desesperado.

-Munzel, no quiero seguir hablando de esto…- Se giró, mostrando una mueca de sonrisa fingida, los dientes apretados y su mirada de enfado, incluso su manos estaba apretada.

-Créeme…- Siguió su camino, de espaldas.

-Munzel-

-Yo sé que te voy a…- Quería quitar la silla, pero esa alegata con su madre, estaba calentándose.

-¡¡¡MUNZEL!!!- Llamo la atención, los nervios se le estaban crispando.

Lanzo un suspiró –Haaa… Te lo pido…- Frunció su ceño de tristeza.

-¡¡¡OLVIDA LAS LUCES MUNZEL!!!- Había perdido la paciencia, estaba sumamente enojado, que le grito al joven, con esa voz grave y atemorizante -¡¡¡NO DEJARAS NUNCA ESTA TORRE!!!- Se encaró más al chico, su rostro estaba completamente descompuesto por ese coraje que sentía -¡¡¡JAMÁS!!!-

Estaba asustado, su carita de miedo, ojos verdes demasiado expresivos del temor, su boca ligeramente abierta, y sus manos una sujetando la silla y la otra delante de su pecho, estaba preocupado, no le agradaba hacer enojar a ese hombre.

Parpadeo varias veces, para lograr volver en sí, y aparto la mano de lasilla verde, con miedo.

-Haaaaaaa…- Se dejó caer en una silla de madera, haciendo una mueca de lamento –Genial- Se recargo en la mesa de junto, poniendo su cabeza sobre esta –Yo soy el malo ahora- Cerro sus ojos, masajeando sus cienes.

Munzel, tenía su cabeza baja, pero su mirada levemente levantada hacia su madre, con las manos algo cercanas, pensando en alguna forma de salir de esa situación bien librado.

Giro sus ojos hacia el armario, aun su boca abierta, pensado que podría darle una solución a su más grande deseo.

Después con un suspiro levanto su mirada hacia lo que hizo esa mañana, donde se vía a si mismo sorbe unos árboles contemplando esas luces tan hermosas.

Luego su vista de nuevo en el armario, y después en el suelo, tenía una idea, no sabía si funcionaria, pero debía probar en hacerla.

 

Notas finales:

Buenos días, tardes, noches, ¿Que hora es? ¿Quien me ha robado el reloj? ¿Como se encuentran el día de hoy? Sin duda un buen de calor se encuentra en este lado del mundo. jajajajajajaja

Solo vengo rapidito a publicar, para ir hacer otras cosas. 

Valla, valla, valla, muchos de mis terrones de azúcar, lograron recordar por completo a los tres de acero. Jajajajajajaja Que bueno, me siento muy orgullosa de mis terroncitos de azúcar.

Ahora la pregunta sera la siguiente ¿Cual es el general marino favorito? El mio creo que es Isaac de Kraken jajajajajajajaja por la historia que tuvo con Hyoga obvio y Camus, ya saben todo lo que hubiera pasado y sobre todo que salvo al pato. 

Espero sus respuestas, comentarios y reclamos mis hermosos terrones de azúcar.

En verdad les agradezco mucho por seguirme aun en esta locura, muchas gracias por estar conmigo, son geniales mis terrones de azúcar, me alegran tanto el corazón, no saben como se los agradezco. 

Bueno me voy a poner sentimental... Y eso no quiero, luego lloro y pa que quieren eso verdad?

En fin me paso a retirar, tengo que ir a ocuparme de otros antos. 

Me despido por el momento, mañana siguiente los angelitos y demonios. 

Ammu se va. 


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