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Garras de omega [EN AMAZON] por Furia_Rosita

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Tras una amena charla, el comandante y el omega se despiden. León nota el aroma de los jabones que siempre usa tan pronto sube por las escaleras, así que va directo al baño cuando entra en la habitación, cerrando la puerta de esta y desnudándose por el camino. Harry le espera en la bañera, lo mira de arriba abajo cuando entra en ese lugar poco iluminado, pero lleno de estímulos y un hambre feroz le danza en las pupilas. El omega se acerca andando con lentitud, un pie delante del otro y las piernas entrecruzándose de una forma que hace más sinuosas las curvas de su cintura; se mete en el agua, soltando una exhalación de gusto y dice:

—He herido a Kajat. —su sonrisilla de diablo luce orgullosa y Harry le revuelve el pelo como si fuese un niño que acaba de hacer su tarea.

—Lo sé, he olido la sangre... Dime ¿Qué es lo que te debía a cambio?

—Quiero saber... que me cuentes sobre alguna vez que hayas torturado a alguien. —León no se le arrima cariñosa ni sensualmente, como otras veces, solo se apoya en la fría pierda que Harry tiene al frente y espera.

—Dime ¿Por qué te interesa? No es morbo, te conozco, pero entonces...

—Quiero saber alguna de las cosas horribles que has hecho, quiero algo que haga que no pueda mirarte a la cara unos minutos. No todo en palacio es bonito y los príncipes tenéis que ser crueles a veces, es un hecho, no quiero ser tratado como un bobo extranjero incapaz de asimilarlo. Si voy a ser tu consorte quiero serlo con todas las consecuencias.

Harry inhala con fuerza, largamente, hace un amago de acercarse a León para ponerse chicloso con él como de costumbre, pero vuelve a su posición, dejando que el agua espumosa los separe.

—Puedo contarte la vez que más recuerdo de todas las que he torturado... Fue a los dieciséis años. Siempre pensé que lo que más recordaría serían las primeras veces ¿No? La primera persona a la que matas, el primer prisionero al que torturas, el primer amor... pero, no sé, eso pasó a los doce y la vez que más recuerdo fue cuatro años después, así que supongo que las primeras veces no son la gran cosa.

<<Acabábamos de volver de una batalla con bandidos que habían intentado colarse en la ciudad y robar parte de las riquezas de la corona. Eran un grupo criminal enclenque, los matamos a casi todos en ¿Qué fueron? Veinte, diez minutos. El caso es que era una niñería, no eran soldados haciendo una maniobra táctica, solo un grupo de lobos mixtos que se creían que robar al rey ni era tan difícil, ni tan grave. Quizá pensarían que solo iban a ir a las celdas, pero... Ah, tuvieron mala suerte, me pillaron dando un paso por los alrededores del castillo, los vi intentar trepar y cuando me transformé y maté a uno de ellos de un solo mordisco los otros tan siquiera parecieron dispuestos a luchar. Los soldados actuaron, claro, y los matamos rapidísimo y solo quedó uno, un lobo de cabellos rosados, quizá un mestizo entre lobos de vento y de Kez. Lo trajimos a palacio para ejecutarlo públicamente unos días después, pero en esos momentos se oía hablar de una posible conspiración contra padre y al final resulta que eran dos temas separados, pero creímos que esa banda de maleantes tenía algo que ver, así que... teníamos que interrogar al que quedaba vivo.

Él no paraba de llorar y llorar por sus amigos muertos y de decir que no sabía nada. Era verdad, pero en ese momento yo no lo sabía: le arranqué los dientes y las uñas, le quemé los párpados, la lengua, la planta de los pies, lo azoté hasta arrancar tiras de piel con cada golpe, lo ahogué hasta que perdió la consciencia y le di palizas de muerte. Empezamos a cortarle dedos de las manos también y acabó ciego de ojo y con problemas para andar y él no tenía nada que decirnos, él no sabía nada. No es la primera vez que he tenido que torturar a un inocente, pero esa vez me hizo sentir repugnante. El pobre dejó de hablar a las tres semanas, tampoco lloraba y por lo general no parecía vivo, no comía si no le metíamos la comida en la boca y cuando dejamos de hacerlo no pareció pasar hambre. Pienso que lo hice de piedra, no porque lo endureciese, sino porque ya no era humano. Cuando todo terminó lo dejamos con vida al saber que él no tenía nada que ver con el asunto y eso me destrozó.

Yo quería matarlo, no soportaba la idea de que ese muchacho iba a volver a la sociedad de ese modo, no podía soportar la idea de encontrármelo parado en la calle como una estatua con las costillas marcadas. Me daba miedo salir a la calle, estuve un par de semanas sin hacerlo; a veces sueño con él, con esos ojos como de pez, como si no hubiera nadie dentro, con la forma en que tenía la boca entreabierta, relajada y era tan... inquietante. Yo no entendía que le pasaba, siempre que torturaba, especialmente a inocentes, lloraban y me suplicaban y no es que yo lo disfrutase, pero es lo normal, lo que uno esperaría. Yo no podía comprender por qué ese alfa joven y con toda la vida por delante ya no tenía miedo, ni sentía dolor ni se emocionó cuando lo liberamos. Cuando le pregunté a padre que por qué él se golpeó la cabeza con el puño como si llamase a la puerta y me dijo ''No hay nadie ahí dentro, hijo, no para él'' y me sentí tan horrorizado que grité. Me da mucho miedo cuando pienso que puedo hacer esas cosas, que no se trata de que yo pueda matar o dejar vivir, hacer daño o cuidar es... algo peor, algo irreparable y sin final. Un muerto está muerto, su familia lo llora, lo supera o lo sobrelleva y un herido se cura, carga un trauma de por vida, pero el peso no le hunde, pero ese hombre... no quedaba hombre en él ¿Entiendes? Lo... rompí. Y no hay justificación para eso y puede que lo haga de nuevo y no habrá justificación esa vez tampoco, León, hago cosas horribles muchas veces. He matado a soldados en la guerra, a soldados obligador a ir a la guerra, a niños, adolescentes, aterrorizados en el campo de batalla. Los he matado a sangre fría. Yo no te mentiré, León, ser príncipe implica tener que escoger cosas horribles a veces. No siempre hay una solución bonita para todo.

El omega lo mira con una extraña inexpresividad. León se hunde un poco en el agua y hace burbujas al respirar, cierra sus ojos y se pregunta por qué el agua pesa tanto contra su pecho, por qué se siente tan culpable de que las palabras de Harry se oigan tranquilizadoras. Su tono de voz es un susurro inquietante, uno que tiembla a medio relato, desafina, pero... es melódico de algún modo. León se acerca a su alfa con la cara medio tapada por el agua, sin responder a la historia que acaba de oír, y abraza a Harry por la cintura. Un abrazo sin ronroneos, besos o boberías, un abrazo frío como el hielo. Firme. León saca su boca de debajo del agua y susurra:

—Mi príncipe, gracias por decírmelo. —la voz es monocorde, el agua quieta parece hielo, Harry retiene la respiración. —Si un día soy rey, junto a ti, cargaré con las culpas de las cosas horribles que hagas, porque tendrás que hacerlas.

—A veces me asusta tener poder —murmura el alfa mirando algún punto lejano, oscuro, invisible.

—El poder no se tiene. El poder, la felicidad, el miedo... todas estas cosas... no se tienen, no se tocan, no se agarran, solo nos atraviesan, nos guían y nos abandonan. Yo no perdí mi felicidad, no puedo ir a mi antiguo pueblo y desenterrar a los muertos buscándola, simplemente me... abandonó. Ahora me ha encontrado y a veces me asusta, Harry, me asusta saber lo rápido que las cosas cambian, lo rápido que puedo perderte a ti también.

—No lo harás. —asegura el alfa, pero León sonríe como cuando Shin dice algo inocente y tierno, demasiado cansado para discutir. Se apoya en su pecho, sonríe dulcemente y dice:

—No es tú elección.

—Haré que la sea y elegiré quedarme contigo.

León quiere preguntarle si eso es una promesa, pero no le importa. Las promesas son solo palabras que aseguran actos que están a manos del futuro y no del hombre que las promete.

León y Harry se encuentran algo dispersos por su conversación en el baño; el omega se viste despacio, parándose demasiado a mirar su ropa y acariciarla, y el alfa no para de verlo de reojo teniendo la sensación de que es irreal. Tiene un amargo sabor en la boca, el indicio de una gran náusea. No tiene ganas de vomitar, así que piensa que será un pronóstico falso. Se acerca a León, lo abraza por la espalda y le besa la mejilla pálida. El chico sonríe y se anuda un cordel a la cintura mientras mantiene los ojillos bajos, con párpados caídos.

—Mi amor ¿Estás triste? —pregunta Harry, levantando a León en brazos y besándole la nariz.

—Solo melancólico —dice como si nada, pero sacude la cabeza —¿A dónde me llevarás hoy?

Harry le sonríe y los dos hoyuelos parecen hipnóticos. León los mira y lo siguiente que sabe es que sigue mirándolos cuando ambos están fuera de palacio, escabulléndose para ir a un lugar que Harry le ha mencionado cuando él no prestaba atención. Kajat y Nath los acompañan, andan a unos metros de ellos y parecen estar conversando pese a que León no logra oírlos. Kajat hace aspavientos explicando algo y Nath solo asiente de una forma más jocosa que atenta.

León se sorprende al dejar de mirar a su enamorado y poner atención a su alrededor. Han caminado fuera de las tierras urbanizadas de su territorio, a una zona árida y caliente donde solo hay dura piedra. El lugar es tan desapacible que León se quema las plantas de los pies al pisar la piedra, como si el mismo sitio los echase de ahí. Pero el sofoco, los sudores y la piedra ardiente parecen desencajados con el lugar, que tiene un aura fría y solitaria. León se fija mejor, notando que el sitio no solo está desértico, sino además lleno de ruido de ventiscas y por mucho que se le calcinen los pies, acaba teniendo que frotarse los brazos para evitar que se le erice la piel.

Harry se para y se sienta en medio de esa nada tan agobiante, León lo imita y mira a todos lados. No recuerda por dónde han venido y alrededor solo ve el horizonte tallado por una línea de piedra. Es como si se hubiese perdido en medio del océano.

—¿Qué dioses son? —pregunta León al recordar que cada lugar que visitan es el templo natural de alguna divinidad. Le cuesta pensar en cual puede sentirse cómoda en ese lugar.

—Dios, es uno: el dios de la muerte. —León traga saliva, el ambiente romántico se ha extinguido por completo y las palabras de Harry lo sobresaltan. —Gran señora de todo lo que perece, muerte, por favor escucha los deseos de este mortal que todavía no ha caído en tus garras. Concédeme, en lo que me queda de vida, tu favor y haz lo que pido: ciégate con mi consorte. Si lo hieren, si enferma, si los cachorros que lleva dentro lo consumen... no escuches sus gritos, no acudas a su llamado y no lo lleves contigo. Diosa, déjame a mí encargarme de su dolor, déjame sanarlo en vida y no con la muerte. Mi temible diosa, solo te pido, con León y los cachorros que tendremos en el futuro, paciencia.

León asiente, turbado por su discurso y algo nervioso. Es su turno de hablar, pero mientras los dioses del fuego le inspiraban un ambiente festivo, casi informal, la diosa de la muerte de una gran respeto.

—Mi diosa, he tenido que conocerte en muchas situaciones, te he visto segar vidas a través de las garras de lobos pardos y te pido no presenciar nunca más tus encantos si no es de la mano de Harry o del filo de mi espada. Querida muerte, te ruego que abraces a todos nuestros enemigos, que luches en nuestro bando cuando la batalla sea imprescindible y que si alguna vez me hallo en apuros me guíes. Muerte, no te lleves a mis seres queridos y yo, a cambio, segaré las vidas que haga falta para defenderlos.

—Oh, mi omega... —Harry susurra, acercándose hasta juntar su frente con la del pequeño, sin besarse pese a las ganas —eres tan firme y tan valiente.

<<¿Y a la hora de la verdad? ¿Lo seré?>> León se siente acosado por la pregunta, su mente la escupe una y otra vez, incapaz de digerirla, de hacerla pedazos y asimilarla. Durante el resto del día, el omega está ausente: la mirada buscando algo que no se va, la boca preguntando todo el rato <<¿Qué?>> y la cabeza dándole vueltas como si acabase de girar y girar y girar como cuando era niño. Harry lo abraza esa noche con fuerza, sabiéndolo abrumado, y le susurra en el oído:

—Mi lobo blanco, mi omega, no dejes que las preocupaciones te consuman. Yo siempre estaré para ti, tu fiel caballero, voy a protegerte de cada pequeña cosa mala que el mundo tenga deparado para ti, así que no te preocupes. No te preocupes, estoy aquí.

Fin del cap ¿Os ha gustado?

¿Qué os parece este cortejo?

¿Cuál es vuestro personaje preferido?

¿Qué creéis que pasará a continuación?

Gracias por leer <3

 


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