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:Corazón Resiliente: por DionSan_95

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Notas del capitulo:

Capítulo 27 fresquito del horno

Capítulo 27: Kentaro y Kenjiro Kamado

 

 

Aquella pequeña manita se alzaban al aire, mientras que llevaba los dedos de la otra a su boca, estaba tranquila y sana. Tanjiro que estaba del otro lado del cristal observo una pequeña etiqueta puesta a los pies de la cuna, esta tenía un par de kanjins donde se leía… Hibiki.

 

Sonrió, ese nombre le quedaba bien.   

 

- te dije que se encontraba sana y salva – Shinobu está a su lado desde hace rato, lo ha estado todo el tiempo desde que despertó, pero lo prefiere así, confiaba más en ella que en el resto de las personas que “cuidaban” de él – aunque no todos tuvieron su misma suerte –

 

- gracias por mantenerla a salvo –

 

- no me agradezcas todavía – sus ojos se pierden en los movimientos de la bebe – no creo que se la regresen a Agamatsu – El omega traga seco, claro que espero algo así.  

 

- pero… es muy pequeña – una mujer entra al retén donde solo estaba aquella bebe, la amable beta le sonríe a la pequeña, cargándola delicadamente antes de llevársela fuera de la vista de los dos omegas, de seguro para alimentarla - Zenitsu necesita de ella –

 

Tanjiro no culpaba a Zenitsu de lo que paso, entendía perfectamente sus sentimientos, estar completamente solo después de ser rechazado por un alfa era una sentencia de muerte para el omega.

 

Kamado estaba seguro de que los alfas no marcaban a cualquier omega, depositar la marca en alguien más llevaba muchos problemas para las dos parte involucradas. Compartir una marca, es compartir un lazo intimo que va mucho más allá de lo físico… en cualquier caso, era obvio que para Zenitsu, ese alfa no era alguien cualquiera, como si no fuera suficiente ser marcado y abandonado, estuvo casi nueve meses llevando a su cachorro.

 

Las cosas solo pudieron empeorar.

 

Zenitsu era un omega marcado, embarazado y solo… su depresión debió llegar a extremos que ni ellos se imaginaban.

 

- esto se escapa de mis manos – Shinobu aunque quisiera, no podía hacer más.

 

- lo sé –

 

Tanjiro lo sabía, sabía que por más que quisiera devolverle a Zenitsu su bebe las cosas no eran tan fáciles… solo había una cosa aparte de aquella bebe que salvaría la vida de su amigo. Y ni el estaba seguro que fuera posible cumplir.

 

- Kamado-kun… - Shinobu lo vuelve a sacar de sus pensamientos - sé que tal vez no viene al caso, pero quería decirte que Rengoku-san está vivo y recuperándose de salud – Tanjiro trago seco, sin saber que responder.

 

En realidad si se alegraba que estuviera con vida y se estuviera recuperando… pero no creía tener el valor para verlo, no quería verlo.

 

- eso… eso es bueno – contesto finalmente con algo de nervios en la voz.

 

- pensé que era normal que preguntara por ti, ya que él fue quien te salvo… pero hay algo que aún no me cierra Tanjiro-kun – Shinobu le miro de soslayo, sintiendo la misma intuición que tuvo al momento en que estuvo en la habitación de Kyojuro - ¿hay algo entre ustedes? –

 

Tanjiro no la mira, sabía que si hacia contacto visual ella notaria que mentía.

 

- entre nosotros… no hay nada -

          

 

-.-

 

 

Y pensar que jamás creyó que terminaría buscando al par de mocosos por los alrededores del mercado central de la capital, todo era culpa de Sabito-san, si él no hubiera intentado que todos los miembros de la casa hicieran su trabajo de cuidar de los gemelos terremotos, tal vez ahora Murata no se encontraría con los nervios de punta.

 

- ¿Aoi los viste? – El beta estaba a punto de arrancarse el cabello - ¿y si les pasa algo?... ¿y si se lastiman o los secuestran?... ¿¡y si Tomioka-sama se entera que perdí a los niños en su ausencia!? – de solo pensar lo que el Pilar del agua podía hacerle le hizo poner pálido.

 

La chica dio media vuelta para quedar al frente de un Murata en plena crisis nerviosa y darle una cachetada.

 

- no te pongas a llorar – le regaño con firmeza. – aún podemos encontrarlos –

 

Murata se sobo la mejilla, eso había dolido bastante, pero Aoi tenía razón, si perdía los nervios entonces jamás los encontrarían.

 

Aunque claro, no sería tan fácil, el mercado central de la capital era el triple de grande que el anterior mercado al que iban, estaba más lejos de las salida de los trenes, por lo que estaba mucho más lejos de la casa de Urokodaki-san. El anterior mercado fue cerrado por obvias razones, por lo que vendedores y clientes se mudaron al del centro… era una medida provisional, pero mientras tanto el sitio estaba mucho más concurrido de lo normal.

 

Así que encontrar a un par de niños pequeños no sería nada fácil.

 

- ¿te acuerdas cuando fue la última vez que los vistes? – ella se cruza de brazos, tenían que marcar un punto de inicio.

 

Murata se lo piensa muy bien antes de contestar, cuando un olor delicioso se cruza por su nariz… era el carrito de patatas dulces. Entonces un bombillo se encendió en su cabeza.

 

- ellos querían patatas dul… -

 

- PATATA… CUIDADO – La alegría de escuchar esas vocecitas duro muy poco.

 

Ambos estaban agitando sus bracitos de arriba abajo, mientras montaban temerariamente a un desenfrenado carrito de patatas que se dirigía a toda velocidad directo al beta.

 

Qué ironía de la vida, Murata jamás pensó que iba morir siendo aplastado por un carrito de patatas dulces.

 

 

-.-

 

 

Hace unos minutos…

 

Kentaro tenía hambre, no era sorpresa, se saltaron la merienda. Algo que jamás hubieran hecho si Sabito no hubiera decidido hacerles un tour por la casa. Algo totalmente innecesario, pues ellos ya la habían explorado.

 

Aun que decidieron seguirlo, porque el alfa de cabellos melocotón no estaba de muy buen humor. Kenjiro estaba seguro que su molestia era porque no le dieron bocadillos, él también se molestaba cuando su pancita pedía comida.

 

Los gemelos se dieron cuenta que a donde fueran, la gente andaba molesta, Kenjiro supuso que todos tenían hambre.

 

Nezuko estaba molesta por que ambos intentaron que Ume aprendiera a gatear en el barro, lo que provocó que la pequeña se ensuciara y hasta comiera un poco de tierra. Luego fueron con Makomo, no le gusto que jugaran al guardia y el prisionero con sus juguetes. Kentaro le pregunto por qué si tenía juguetes no jugaba con ellos… ella le dijo que no eran juguetes.

 

Ninguno de los gemelos le creyó…

 

Finalmente fueron vetados de la sala de Urokodaki, ni siquiera tuvieron que abrir la boca para que el anciano los mandara a salir… así que regresaron con Sabito rápidamente.

 

Hasta que el alfa les consiguió el mejor trabajo de todos…

 

Ayudar a Patata.

 

Hicieron todo el caso que pudieron, al menos los primeros cinco minutos, eran unos pequeños de tres años después de todo, su capacidad de concentración era bastante limitada.

 

Cuando Kentaro olisqueo algo sabroso solo pudo hacer caso a su estómago goloso, siguiendo ese delicioso aroma, siendo seguido por su hermano menor. Sin pensar mucho en que posiblemente el beta le daría una crisis nerviosa después de no verlos.

 

Corrieron por las calles hasta encontrar un carrito que humeaba ese sabroso olor.

 

- seño… quedemos de eso – pidió inocentemente Kentaro, mientras se le hacía agua la boca.

 

- claro… oigan… ¿y sus padres? – El señor que se veía amable, nota en ese momento que el par se encontraba solo – no puedo venderles patatas sin un padre que pague por ellas – eso sí que era una mala noticia.

 

- la patata – Kenjiro hace puchero y Kentaro le sigue desahuciado.

 

- Yamato-san… yo pagare por ellos, más la dotación que suelo comprarle – la voz animada del joven omega hacen renovar energías al par de gemelos, nada mejor que patatas gratis.

 

- ¿son familiares tuyo o algo Rengoku-kun? – el señor le dio la bolsa regular mientras aceptaba el pago. El parecido de esos niños con su cliente regular era algo difícil de ignorar.

 

Senjuro miro a ese par sonreír de oreja a oreja mientras se engullían los dulces y exclamaban lo delicioso que estaban. Sonrió para si…

 

- no, realmente no los conozco –

 

Senjuro fue a hacer las compras regulares a la casa Rengoku, después de todo su hermano llegaría ese día del hospital. Quería hacerle su comida favorita, así que prácticamente corrió por todos los estantes para conseguir los ingredientes, pero le faltaba el postre.

 

Su hermano Kyojuro no era nada quisquilloso con la comida, pero aquello era una ocasión especial, su hermano no la estaba pasando bien desde que regreso de esa peligrosa misión y quería darle una sorpresa con su postre favorito. Aunque claro… encontrarse a un par de niños devoradores de patatas no era su plan, tampoco les parecían malos, les traían lindos recuerdos verlos compartir su comida.

 

- seño – una manita jalo de su pantalón - ¿me puede da ota? – Kentaro era terrible, había aprendido a poner ojos tiernos desde temprana edad, arma que usaba para que perdonaran todas sus travesuras.

 

- oye niño… no te aproveches de tu suerte – el señor de las patatas tenía hijos, conocía esas mañas manipuladoras. – será mejor que busques a tu padre para que te compre más –

 

Kentaro arruga su entrecejo, aquella palabra le pone triste rápidamente y el señor pensó que tal vez había metido el dedo en la llaga. Pensando en disculparse cuando su carrito comienza moverse solo.

 

Kenjiro ríe mientras monta el carrito después de quitarle el freno de seguridad, el carrito agarra velocidad mientras Kentaro corre rápido y se sube, sintiéndose ambos ganadores por cumplir la misión dejada por el rey de la montaña.

 

Debían aprender a conseguir su propia comida por sus propios medios, les había dicho Inosuke.

  

Claro que eran inocentes y no tenían idea que una pequeña colina aumentaría la velocidad del carrito. Ya no había nadie que los parara y ellos solo pudieron advertirle a patata que tuviera cuidado de las patatas.

 

Inosuke debía dejar de darles consejos a los niños…

  

 

 

Continuara…

Notas finales:

Ya para este punto no les voy a decir que sigue, es algo obvio. Queremos encuentro, lo se… yo también lo quiero XD por eso el capítulo que viene se vendrá para el 24 si no hay moros en la costa.

 

Agradezco todos sus votos y están en toda la libertad de tratar de adivinar qué ocurre para al siguiente capítulo.     


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