Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una nueva vida por JennVilla

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El día de San Valentín trajo consigo mucha expectativa entre los magos y brujas de segundo año en Hogwarts.

Con el permiso de Dumbledore, Tom y Remus habían acompañado a los estudiantes de segundo año a Hogsmeade para poder visitar el pequeño pueblo por motivo de las festividades.

Desde el primer momento, Remus había elegido otra ruta diferente a la de Tom para evitar -según él- futuros problemas. Así que el profesor de encantamientos se encargó de vigilar a los Ravenclaw y Gryffindor, y Tom tuvo que hacerse cargo de Slytherin y Hufflepuff, no sin antes haber tenido una pequeña charla con Remus que Blaise no permitió que Harry escuchara.

Ese día, sábado, todo parecía ir a las mil maravillas. Todos estaban disfrutando del paseo y conociendo todo lo que Hogsmeade tenía para ofrecer a medida que los galeones desaparecían de sus bolsillos. Draco había invitado a Harry a tomar té en Madame Tudipié y Blaise hizo lo mismo con Pansy, situación que sirvió de excusa para que Tom invitara a Remus cuando este, junto a los suyos, se reunió al otro grupo.

Nadie imaginaba que más tarde, una horda de lobos salvajes decidiría hacer una pequeña visita a las cercanías del colegio, trayendo consigo el terror y la desesperación. Definitivamente unos cuantos habitantes del pueblo, dos adultos capacitados y más de cincuenta estudiantes de segundo año no serían suficientes para repelerlos y poner a salvo el territorio. Era muy malhadado el hecho de que los estudiantes mayores y otros profesores estuviesen a resguardo en Hogwarts, y que Albus Dumbledore hubiese concedido más tiempo como permiso a los demás, por petición de Tom.

Pero Remus y Tom no eran para nada incompetentes, pues supieron actuar con calma y diligencia, organizando a los niños por grupos para que cada uno buscara refugio en cada establecimiento abierto cerca de allí. Un patronus de emergencia ya había sido enviado al director, y ambos profesores hacían hasta lo imposible por repeler a las feroces bestias.

— ¿Por qué no llega más ayuda? —gritó Pansy con los ojos llenos de lágrimas y mirando con terror por una de las ventanas de Zonko. Remus y Tom estaban lanzando hechizos aturdidores y punzantes intentando ahuyentar a algunos de los lobos.

— ¡Esos lobos entrarán y nos comerán! —gritó Greg, escondiéndose debajo de una mesa— ¡Estoy seguro de que ese negro grande de allí derribará la puerta y entrará por nosotros! ¿Qué vamos a hacer?

Harry no podía estar más de acuerdo. Uno de los lobos parecía ser tan grande como un caballo y era el que más rondaba por la tienda de artículos de bromas. El propietario de Zonko había desaparecido momentos antes, dejando a varios de los Slytherin abandonados a su suerte.

Por la ventana también se podía ver al interior de las Tres Escobas. Ron y Hermione estaban allí junto con otros niños y Madame Rosmerta hacía lo posible por retener la puerta.

— ¡No podemos quedarnos aquí! —gritó Draco subiéndose a una de las sillas y llamando la atención de todos— ¡Papá me contó que todas las tiendas aquí, tienen un pasadizo que lleva a Hogwarts! ¡Tenemos que encontrarlo!

— ¡No podemos descuidar la puerta! —gritó Theo, quien resultó tener más agallas que los demás al decidir que impediría con su propio cuerpo que algún lobo entrara— ¡Algunos de nosotros tenemos que salir y ayudar a los profesores!

La discusión que le siguió fue caótica y Harry tuvo que abrazar apretadamente a una asustada Pansy, quien no paraba de llorar pues Blaise era el único que apoyaba la idea de Theo.

Pero todo se silenció al escuchar un aullido estremecedor. El lobo grande había logrado llegar al escondite de Tom y le acechaba con ferocidad, lanzando dentelladas y sin dejar de gruñir. Tom tenía el brazo derecho bañado en sangre.

— ¡Se va a comer al profesor Tom! —gritó Daphne con desesperación. Todos los demás empezaron a gritar y a correr en círculos mientras lloraban. Blaise trataba de controlarlos y Theo no abandonaba su posición a pesar de estar pálido como la muerte. Draco estaba de rodillas frente a una de las paredes, intentando encontrar el pasadizo.

Pero cualquier cosa que hubiese podido asustar a Harry anteriormente, no tuvo comparación con lo que sucedió a continuación: Remus salió de su escondite y corrió hacia el gran lobo -sin importar que los otros le persiguieran- a medida que se convertía en un lobo pardo enorme. En todo caso, no tan enorme como el que atacaba a Tom.

Harry sintió que el alma se le salía del cuerpo y soltó el cuerpo de Pansy para correr hacia la salida de Zonko. Theo, viendo la determinación en sus ojos, le abrió paso enseguida. Pero la puerta estaba bloqueada.

— ¡No abre! —gritó Harry— ¡Necesito salir y salvar a Remus! ¡Ese lobo le va a hacer daño!

— ¡Está bloqueada! —gritó Theo también, desesperado— ¡Estamos encerrados!

— ¡Ábrelo con un Alohomora! —gritó Blaise con el cuerpo desmayado de Pansy precariamente sostenido por sus brazos.

— ¡Alohomora! —rugió Harry, blandiendo su varita, sin éxito— ¡Alohomora! ¡Alohomora! ¡Por favor, Alohomora!

Ambos lobos se encontraban ahora rodando por el suelo y Tom había logrado petrificar a dos de los pequeños, antes de que un tercero se le abalanzara y le derribara. Todos gritaron nuevamente con terror. Incluso los demás gritos, provenientes de las otras tiendas, se dejaron escuchar.

Harry creía que iba a enloquecer. Remus estaba perdiendo la pelea y Tom detenía con ambas manos las fauces abiertas de un lobo.

Pero la esperanza apareció en manos de Draco, quien, sosteniendo un pequeño broche verde, atravesó la tienda como un rayo de luz pálida y pasó por la puerta bloqueada como si fuera un fantasma. Harry supo que iba a morir si algo le pasaba a Draco, pero no tuvo tiempo de pensar en algo más al ver cómo un monstruo gigante aparecía en el centro de la calle y rugía ensordecedoramente.

Todo pasó en cuestión de segundos y del terrible incidente sólo quedaron los cuerpos petrificados de dos lobos y un desmadejado Tom Ryddle. Remus, en su forma de lobo, estaba desmayado en el suelo con algunos rasguños y el monstruo -un basilisco, Harry se dio cuenta más tarde- había desaparecido y en su lugar, estaba Draco con un brazo extendido y mirando todo con horror.

La puerta hizo un clic y Harry no perdió el tiempo para salir corriendo en dirección a su amigo. Cuando llegó a él, le golpeó, le gritó y le abrazó, haciéndole reaccionar finalmente. Ninguno de los dos se dio cuenta de la llegada de los demás profesores de Hogwarts, junto al director y algunos Aurores, para restablecer la paz en último momento.


Todo se trató de una revuelta de los duendes de los bosques quienes, en convenio con los lobos, querían atacar el colegio y hacer daño a sus ocupantes, pues su relación con los magos no era la mejor, mucho menos con Albus Dumbledore.

La ayuda que con tanta desesperación había sido solicitada, no pudo ser atendida pues las cosas en el interior de Hogwarts no estuvieron mucho mejor que en Hogsmeade.

Por suerte, las heridas que obtuvo Remus en su forma de lobo, no fueron muy graves y el gran mordisco que se llevó Tom en su brazo no trajo ningún perjuicio, salvo una cicatriz que el profesor lucía con mucho orgullo, y que a menudo aprovechaba para fanfarronear sobre ella con sus colegas.

Los Aurores tuvieron un arduo trabajo al dar captura a todos los duendes revoltosos y enviar a los lobos para un control con algunos expertos en criaturas mágicas. Y los padres de familia pidieron que se adelantaran las vacaciones de Semana Santa para poder estar con sus hijos y que se restableciera un poco el orden en Hogwarts y sus alrededores.

— ¿Cómo sigue Remus, papá? —dijo Harry mientras inentaba abanicarse con la mano; el día estaba bastante caluroso. Los tres Potter estaban en el patio de su casa organizando el jardín que con tanto cariño y dedicación cuidaba Lily— Draco dice que Remus no podrá volver a su forma animaga, si así lo quiere. ¿Eso es cierto? ¿Y por qué no me habían dicho que él era un animago desde un principio? Yo creía que sólo Sirius y tú eran animagos, papá.

—Está bien, está bien cachorro. Cálmate un poco. Apenas y he podido entenderte algo de lo que has dicho —dijo James riendo. Lily estaba entretenida cantándole a una de las rosas blancas—. De verdad que se nos olvidó mencionártelo y obviamente, ni Remus ni Sirius te lo hubiesen dicho puesto que se supone que lo sabías. Lo siento, Harry. Debió ser terrible para ti verlo convertirse.

— ¡Fue espantoso! —casi gritó Harry lanzando las tijeras de podar a los pies de Lily— ¡Yo creí que era un hombre lobo!

—Lo que yo no entiendo es cómo pudiste pensar en eso si apenas atardecía, Harry —dijo James con indulgencia—. Ni siquiera era tiempo de luna llena.

— ¡Lo sé! Pero yo estaba muy nervioso y allí en Zonko todos estaban gritando y llorando. ¿Te conté que Pansy se desmayó? ¿Te conté también que el dueño de Zonko escapó y nos dejó allí solos? ¡Madame Rosmerta se quedó con los demás en las Tres Escobas! ¡Y Draco utilizó el regalo que nos dio el señor Malfoy el primer día y de allí salió un basilisco enorme y furioso y yo creí enloquecer cuando vi que Draco se había ido y que estaba cerca de los lobos!

—Sí, Harry. Ya nos has contado miles de veces la misma historia. —dijo James con sufrimiento.

— ¿Y qué con que lo vuelva a hacer, James? —dijo Lily quien había estado pendiente de la conversación— Si Harry quiere contarlo, lo hará las veces que sean necesarias. Además, tú como Auror deberías prestar más atención a lo que él dice, para alguna investigación del caso.

—El caso ya está cerrado, Lily. Los duendes ya pagaron por lo que hicieron y los lobos fueron enviados a una reserva en Bulgaria.

— ¿Por qué una reserva si son criaturas mágicas? —preguntó Harry. Lily también miró con interrogación a su esposo.

—Lo siento —dijo el mayor—. No puedo hablar sobre ello. Es confidencial en el Departamento de Aurores.

Harry se encogió de hombros y se inclinó para alcanzar las tijeras y seguir su trabajo. Pero Lily no se rindió tan fácil.

—Así que hacen una especie de juramento para que ni siquiera sus familiares se enteren, ¿no? —dijo con voz suave y peligrosa— Incluso si uno de los hijos de esos Aurores estuvo implicado y en peligro en ese incidente.

James palideció ante el tono de su esposa y carraspeó incómodamente.

— ¿Qué te dijo Blaise sobre venir a pasar la semana aquí, Harry? —preguntó casualmente.

—No me cambies el tema, James Potter. —siseó Lily.

—Blaise dice que no puede venir, pues debe ayudar a su madre con las compras para su nueva casa. Creo que irán a Italia. —respondió Harry tranquilamente.

—Harry, cariño. Ve a tu habitación y practica con tu varita los hechizos de protección que te enseñamos. —dijo Lily acercándose a James lentamente.

—No quiero ir, mamá. Quiero estar aquí en el jardín.

—Harry...

— ¡Está bien! ¡Lo diré! —dijo James encogiéndose ante la cercanía amenazadora de Lily— Los duendes hechizaron a lobos comunes para que atacaran Hogsmeade. Los lobos mágicos no obedecerían a nadie, así que los duendes tuvieron que recurrir a los otros.

Harry abrió mucho la boca y Lily ahogó un grito.

— ¡Oh, por Dios! Pudieron haberlo hecho con leones o tigres... ¡Harry está en peligro en Hogwarts! ¡No podemos vivir más aquí, nos iremos!

— ¡No me alejaré de Draco! —gritó Harry cruzándose de brazos.

—No seas tan exagerada, mujer —rio James viendo las reacciones de su familia—. No somos tan incompetentes como crees. Nos encargaremos de que esto no vuelva a suceder y de que, si sucede, cada uno sepamos cómo actuar. Y tú, Harry. Puedes ir explicándome por qué extrañarías únicamente a Draco si es que nos vamos. ¿Qué pasa con tu padrino y con Remus? ¿Los Weasley? ¿Tus abuelos?

Harry se sonrojó y miró al suelo con culpabilidad. Lily en cambió soltó una risita.

—Además, no olvides que Regulus vendrá de Francia y se establecerá aquí. Él te quiere mucho, Harry.

— ¡Y Gideon junto con Fabián van a crear una tienda de bromas en el callejón Diagón! —exclamó James con emoción— No podemos irnos sin verla siquiera, Lily. ¿Cómo es que sugeriste siquiera eso?

—Oh, James. No dejaré que ellos se acerquen a Harry. Lo mismo digo de los gemelos. ¡Fred y George junto con sus tíos son el demonio mismo!

— ¿Demonio? Tú no sabes de diversión. Ellos son los mejores bromistas, después de nosotros los Merodeadores, claro está.

—Harry no tiene por qué crecer con esas influencias. No quiero que se meta en problemas por hacer bromas. Él será un Auror, un jugador de Quidditch o un pocionista. ¿A qué no, Harry?

—Seré un Auror —asintió Harry—. Draco será un Inefable e iremos a misiones juntos.

—Exacto. —dijo Lily con emoción. James levantó una ceja. Harry continuó:

—Él me dijo que cuando estemos en misiones, podemos hacerlo todo juntos. Y que cuando tuviéramos días libres, podríamos ir a cenar juntos e ir de paseo, puesto que seremos novios cuando grandes.

Un momento de silencio y Harry cayó en cuenta de su error muy tarde al ver los rostros perplejos de sus padres. James estaba con la boca desencajada y Lily le miraba con los ojos muy abiertos.

Harry se dio golpes mentalmente por su enorme bocaza. Se suponía que ni él ni Draco se lo mencionarían a sus padres hasta mucho después.

—Acabo de recordar que he dejado tareas sin hacer en mi habitación —dijo casualmente—. Ah, y también que debo practicar los hechizos de los que hablaba mamá, ¿no? —James y Lily aún no decían nada. Ni tampoco dejaban de mirar a Harry de la misma forma— Sí. Debo irme. —se excusó Harry inútilmente. Luego lanzó las tijeras y entró corriendo a la casa, abrumado por el grito de sus padres:

— ¡Harry James Potter Evans!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).